APOCALÍPTICA I
LA LITERATURA TEMPRANA DE ENOCH
La publicación del Libro de Enoch
Etíope a comienzos del siglo diecinueve fue un gran estímulo para el estudio
moderno de la literatura apocalíptica. En los años recientes la publicación de
los fragmentos Arameos de Enoch en Qumran ha intensificado el interés en
el tema y cambiado la concepción de su historia. De hecho, 1 Enoch no es sólo una obra,
sino una colección de escritos apocalípticos. Cinco composiciones diferentes
han sido hasta hoy distinguidas: el Libro de los Vigilantes (caps. 1-36), Las
Similitudes (caps. 37-71), el Libro Astronómico –o Libro de las Luminarias
Celestes- (caps. 72-82), el Libro de los Sueños (caps. 83-90), y la Epístola de
Enoch (caps. 91-108). Dentro de la Epístola, el Apocalipsis de las Semanas
(93:1-10; 91:11-17) permanece fuera como una unidad distinta(1). El Corpus completo de 1 Enoch sólo existe en Etíope(2). Porciones substanciales de las partes primera y
quinta y un pasaje de la cuarta han sido descubiertos en Griego(3). En los años recientes fragmentos Arameos de todas
las partes excepto las Similitudes se han encontrado en Qumran. En los rollos
de Qumran el Libro de los Gigantes fue copiado en lugar de las Similitudes. El
editor de los fragmentos Arameos, J.T. Milik, argumentó que los cinco libros
que forman 1
Enoch constituían un Pentateuco Enóquico, contraparte del Pentateuco
Mosaico(4). El libro Astronómico fue copiado en
un rollo separado. No hay evidencia textual de que el corpus Enóquico fuese
concebido como un Pentateuco o co-relacionado con la Torah de Moisés. Una
sugerencia más plausible es que el orden de la colección refleja la secuencia
del supuesto curso de Enoch(5).
R.H. Charles ya era
consciente que las primeras secciones de 1 Enoch fueron escritas antes de la revuelta
Macabea. Los descubrimientos en Qumran refuerzan considerablemente la
evidencia. El manuscrito más temprano del Libro Astronómico ha sido datado por
Milik hacia “finales del tercer o comienzos del siglo II”(6). Los fragmentos más antiguos del Libro de los
Vigilantes son atribuidos a la primera mitad del siglo II. Dado que las
composiciones son presumiblemente algo más antiguas que los fragmentos más
tempranos, y dado que el Libro de los Vigilantes muestra evidencia de múltiples
etapas de composición, es probable que ambas obras estuviesen en existencia de
alguna forma ya en el siglo III a.C.(7). Milik
argumenta que tanto el Libro Astronómico como el Libro de los Vigilantes están
presupuestos en Génesis 5-6. Parece claro
que Génesis alude, aquí, a ciertas tradiciones más extensas, aunque las
correspondencias entre el texto Bíblico y 1 Enoch pueden ser explicadas de manera más
satisfactoria asumiendo que Génesis es prior. La relación entre Enoch y los
ángeles caídos ni está expresada ni presupuesta en Génesis, sino que más bien
parece haber sido sugerida por la yuxtaposición de esos episodios en el relato
bíblico. Ninguna sección de 1 Enoch tal y como las tenemos puede ser
datada con anterioridad a la época Helena, aunque sin duda alguna están basadas
en tradiciones más antiguas.
LA FIGURA DE ENOCH
La figura de Enoch es
bastante Enigmática en el texto bíblico. En Génesis
5:18-24 leemos que Enoch era hijo de Jared y padre de Matusalén. “Vivió un total
de trescientos sesenta y cinco años. Enoch anduvo con Dios, y desapareció
porque Dios se lo llevó”(8).
Evidentemente esta breve cita no implica el relato completo del viaje al otro
mundo de Enoch que encontramos en 1 Enoch, sino más bien la semilla de donde
creció la posterior especulación. No se sabe cuan elaborada se presupone una
historia en Génesis. La alusión bíblica, sin embargo, sí contiene algunas
indicaciones intrigantes del contexto en el cual se desarrolló la especulación
acerca de Enoch(9).
Enoch aparece en la
lista del Génesis como séptimo en el linaje de Adán. En la Lista de Reyes Sumerios, el
séptimo rey es Enmenduranna. Sippar, la ciudad gobernanda por este rey, era un
centro de culto a Shamash, el dios sol. Enoch es asociado con el calendario
solar: su edad es de 365 años en Génesis y el Libro Astronómico presupone un
calendario de 364 días. Enmeduranki también fue el fundador de una cofradía de
adivinos y recipientes de revelaciones. Su subida al trono es descrita como
sigue(10):
Shamash en Ebabbarra [designado]
Enmeduranki, [rey de Sippar]
el amado de Anu, Enlil [y Ea].
Shamash y Adad [lo introducen] en su asamblea.
Shamash y Adad lo sientan en un gran trono de oro;
le enseñan como observar el aceite sobre el agua,
un misterio de Anu, le dan
la tabla de los dioses, el hígado,
un secreto del cielo [y del mundo subterráneo],
le ponen en la mano el cedro (cetro), amado de los grandes
dioses.
Este texto es de
interés a la vista de la elevación de Enoch, y especialmente en vista de su
identificación con el “Hijo del Hombre” en 1 Enoch 71.
La sabiduría de Enoch es derivada de “la visión celestial….. las palabras de los santos ángeles
y……… las tablas del cielo” (93:2).
Evidentemente el séptimo hombre bíblico emula al séptimo rey Mesopotámico.
Otras analogías
Mesopotámicas se pueden encontrar para con la figura de Enoch. Utuabzu, el
séptimo sabio, un contemporáneo de Enmeduranki, se die fue elevado al cielo(11). Un paralelo digno de mención para la traducción
de Enoch (en “Dios se lo llevó”) se encuentra en la épica de Gilgamesh. En
ésta, después que el diluvio hubo amainado, el dios Enlil proclamó a
Utnapishtim/Atrahasis, héroe del diluvio:
“Hasta ahora Utnapishtim ha sido humano
a partir de
ahora Utnapishtim y su esposa serán como nosotros los dioses.
Utnapishtim ha de residir lejos, en la boca de los ríos!”
Entonces me llevaron e hicieron residir lejos,
En la boca de los ríos(12).
El equivalente
bíblico de Utnapishtim es Noé, pero es Enoch, no Noé al que “Dios se llevó”. Hay que señalar que Ea “hizo que
Atrahasis tuviese un sueño y viese el secreto de los dioses”(13). –específicamente, el diluvio inminente. Podemos
comparar la visión en sueño de Enoch de la destrucción de la tierra en 1 Enoch 83.
Enoch también adquirió algunos rasgos del héroe Mesopotámico del diluvio.
No se debe
identificar a un personaje Mesopotámico como único y suficiente prototipo de
Enoch. Más bien, el personaje Judío toma y combina elementos asociados con
varios héroes míticos. El propósito del desarrollo de esta leyenda de Enoch
respecto a la leyenda Mesopotámica es lo suficientemente claro. Las gentes del
Cercano Oriente se involucraban en lo que se podría llamar “historiografía
competitiva” para mostrar como sus héroes nacionales superaban a los héroes de
otros pueblos y eran los verdaderos y más antiguos fundadores de la cultura(14). El Babilonio Beroso y el Egipcio Maneto
produjeron historias nacionales en Griego en el siglo tercero que enfatizaban
la antigüedad de sus pueblos. Un fragmento de una obra Samaritana que Eusebio
incorrectamente adjudica a Eupolemo dice que Enoch, no los Egipcios, inventó la
astrología y que era idéntico a Atlas, a quien los Griegos atribuían la
invención(15). Los paralelos entre Enoch y las
figuras legendarias Mesopotámicas sugieren que Enoch se desarrolló como
contraparte Judía de héroes como Enmeduranki –no menos que ellos en antigüedad,
estatus, o con acceso al conocimiento divino. En la medida que combina rasgos
de otros héroes se puede decir de él que es superior a todos ellos. El contexto
probablemente más natural para el desarrollo de la figura de Enoch, con sus
fuertes asociaciones Babilonias, fue seguramente la Diáspora oriental, aunque
los libros de Enoch pueden haber sido compuestos en Judá. De hecho, algunos de
ellos lo fueron.
La figura de Enoch
puede ser vista en uno de sus aspectos como una respuesta a los héroes
Babilónicos de los que se decía eran grandes sabios con poder revelador. La
figura también era muy significativa dentro de la tradición Judía. Dado que
Enoch fue misteriosamente “llevado” por Dios, estaba cualificado para ser el
revelador de los misterios celestiales. Además, era más antiguo que Moisés y
estaba asociado a la historia primordial. No hay oposición entre Enoch y
Moisés, aunque Enoch podía servir como autoridad para una revelación sobre y
por encima de la de Moisés. Hay que señalar que Enoch no es asociado con la
historia distintiva de Israel sino con la historia primordial de toda la
humanidad.
EL LIBRO DE LOS VIGILANTES
El Libro de los
Vigilantes puede servir como introducción a la literatura de Enoch, dado que es
una de las más antiguas obras Enóquicas pre-Macabeas y ofrece la elaboración más explícita de la historia de
Enoch. Ha recibido mucha atención en los últimos años(16).
La mayor parte de la discusión se ha centrado en unidades más pequeñas dentro
de 1 Enoch
1-36; caps. 6-11, 6-16, o 6-19. No hay duda que en su origen el libro es un
compuesto, aunque es cuestionable que se puedan separar las tendencias
exactamente o discutir con provecho la fecha y procedencia de los componentes.
Está también claro que las varias fuentes han sido entrelazadas en un todo
unificado. Los primeros fragmentos, 4QEna,
van de 1:1-6 a 12:4-6. La aparentemente distinta unidad de los capítulos 6-11
estaba ya integrada en un todo más grande. El libro entero de los capítulos
1-36 está fragmentariamente representado en manuscritos del primer siglo d.C.
aunque ya parece estar presupuesto en el libro de los Jubileos de a mediados del siglo
II a.C.(17). Milik mantiene que los manuscritos
de Qumran “nos permiten establecer que desde la primera mitad del siglo II en
adelante el Libro
de los Vigilantes tuvo la misma forma que la que le conocemos de las
versiones Griega y Etíope”(18).
El libro puede ser
dividido en tres grandes secciones: Caps. 1-5, 6-16, y 17-36.
INTRODUCCIÓN
Los capítulos 1-5
constituyen una introducción. El libro está caracterizado como “las palabras de bendición de Enoch según las cuales
bendijo a los elegidos y justos que han de estar presentes el día de la
aflicción (señalado) para la eliminación de todos los malos e impíos”
(1:1). Los “elegidos” y los “justos” son
designaciones estereotipadas en la literatura de Enoch. El término “bendición”
recuerda la Bendición de Moisés en el Deuteronomio 33. Evidentemente se refiere
al destino de los justos en “el día de la aflicción”. Ya, desde el primer
versículo, el libro tiene un horizonte escatológico: está interesado en el
juicio final de los justos y los malos. El segundo versículo añade una segunda
caracterización que es más obviamente apropiada: “una santa visión en los cielos que los
ángeles me mostraron”. Aunque Enoch es descrito en términos
reminiscentes del oráculo de Balaam (“cuyos ojos fueron abiertos”), la manera de
revelación va más allá de las convenciones de los profetas y es típicamente
apocalíptica. Dado que Enoch se supone vivió en tiempos primordiales, su
revelación es inevitablemente “para una generación en un distante futuro”.
La caracterización
inicial del libro es seguida por una profecía de la llegada del juicio de Dios,
reminiscente de las teofanías en Deuteronomio 33, Jueces 5, Habacuc 3, Miqueas
1, etc.(19). En Deuteronomio 33, Dios viene del
Sinaí. Aquí viene de “su morada” y caminará
desde ahí hasta el monte Sinaí. El ligero cambio es significativo. El Sinaí
tiene un lugar en la revelación de Enoch, aunque no es la fuente última. Los
Vigilantes, cuya historia es relatada en 1 Enoch 6-16, se dice tiemblan ante la
revelación de Dios. La historia de los Vigilantes está pues orientada hacia
este horizonte escatológico. Finalmente, señalemos que “él viene con diez mil
santos”. Un entorno angélico similar, incluso más grande, acompañará al Anciano
de los Días en Daniel. Este mundo angélico conforma el telón de fondo para la
acción humana en ambos libros.
El resto de la
introducción, caps. 2-5, establecen la escena del juicio de manera diferente.
Aquí el idioma está más cerca de la literatura sapiencial(20). El lector es invitado a contemplar y considerar
todas las obras de la naturaleza, como “no transgreden su ley”. En contraste
“tú no has perseverado, ni observado la ley del Señor”. Como resultado, Enoch
pronuncia maldiciones sobre los malos aunque predice un estado bendecido para
los “elegidos”.
La referencia a “la
ley del Señor” es de cierta importancia para la comprensión del Libro de los
Vigilantes. Lars Hartman argumenta que el “fondo referencial” de 1 Enoch
1-5 es la alianza Mosaica(21). Esto está
señalado también, según Hartman, por la alusión al Monte Sinaí, la terminología
del discurso de denuncia, los ecos de los últimos capítulos del Deuteronomio, y
la constelación de motivos de bendiciones y maldiciones. Esos motivos están de
hecho presentes, aunque situados en un nuevo contexto aquí. La más obvia “ley
del Señor” en caps. 2-5 no es la ley de Moisés, desconocida en el tiempo
ficticio de Enoch, sino la ley de la naturaleza. La pecaminosidad de los malos
es demostrada en contraste con la naturaleza ordenada, no mediante la
revelación especial del Sinaí. Sin lugar a dudas, no hay sugerencia de que el
Sinaí esté en desacuerdo con las leyes de la naturaleza, aunque la autoridad
última es más antigua que Moisés y se aplica no sólo a Israel sino a toda la
humanidad. el contraste entre el orden de la naturaleza y el desorden de la
humanidad pecaminosa forma el telón de fondo del juicio escatológico.
1 Enoch 1-5 no es muy explícito
acerca de las recompensas escatológicas de los elegidos: “Para los elegidos habrá luz y alegría y
paz, y heredarán la tierra”(5:7). La
impresión dada es de una vida utópica en la tierra “en eterna paz todos los días de su vida”(5:9). Podemos comparar la “nueva creación” en Isa. 65:17-25, donde “será joven quien muera a los cien años”.
El cuadro es completado en los capítulos siguientes. Constitutivo del estado
bendecido es el don de la sabiduría: “la sabiduría se dará a los elegidos y vivirán todos, y no
pecarán más” (5:8). La sabiduría es
aquí el don otorgado solamente mediante la revelación sobrenatural. Llegar a
esta sabiduría es una meta recurrente en la literatura apocalíptica.
LA HISTORIA DE LOS VIGILANTES
La segunda sección,
caps. 6-16, es una elaboración de la historia de los “hijos de Dios” en Génesis 6. La historia principal está en los caps.
6-11; caps. 12-16 son capítulos transicionales que introducen a Enoch y ofrecen
el punto de partida de su revelador viaje. En tanto que capítulos
transicionales, ofrecen una clave de la manera en que las partes del libro
están conectadas. Enoch es introducido específicamente en respuesta a la crisis
causada por los Vigilantes, y actúa como intermediario entre ellos y el cielo.
La historia de los
Vigilantes es en sí misma complicada debido a la mezcla de tradiciones
distintas. En una tradición el líder de los Vigilantes es Shemihazah, y el pecado primario es el matrimonio con
los humanos y la procreación de los gigantes; en otra tradición el líder es ` Asa´el,
y el pecado primario es la revelación impropia(22).
El hecho que esas tradiciones distintas estén entre ellas en un cierto grado de
tensión es de por sí significativo para una comprensión de la función del
libro. Es obvio que ambos relatos tienen un potencial alegórico. Ahora, al
contrario de otras alegorías apocalípticas, como las de Daniel, la historia de
los Vigilantes no tiene un referente claramente identificable. La situación es
confusa en grado considerable por la tensión entre el material de `Asa´el
y el de Shemihazah,
aunque incluso las tradiciones separadas son bastante evasivas. George
Nickelsburg enfatiza la violencia que contamina la tierra y detecta
ingeniosamente en el material de Shemihazah un reflejo de las guerras de los Diádocos, los príncipes Helenos que sucedieron a
Alejandro Magno. La sugestión es atractiva vistas las pretensiones de divinidad
de parte de los príncipes Helenos y su irrupción en el Cercano Oriente como
extranjeros. El tema de instrucción en la tradición de `Asa´el también podría ser
fácilmente aplicado a la cultura Helena. Un punto de vista alternativo enfatiza
el pecado sexual en el material de Shemihazah y aduce pasajes del Testamento de
Levi y el Documento de Damasco de Qumran (CD) en apoyo de una aplicación al sacerdocio en
Jerusalem(23). Estas propuestas no han de ser
vistas como mutuamente exclusivas, de hecho Nickelsburg también ve polémica
contra el sacerdocio en caps. 12-16, que ve como una etapa redaccional
separada(24). Al menos las citas del T. de Levi
14:1-8 y 4QTLeviª muestran que este mito
podía ser aplicado al sacerdocio de Jerusalem en el siglo segundo a.C. tanto si
fue originalmente compuesto o no para este propósito(25).
Incluso si Nickelsbrug tiene razón en que los Vigilantes se referían
originalmente a los príncipes Helenos, no se puede confinar esta aplicación del
mito al periodo de conquista. Se podría aplicar a las condiciones generales del
gobierno Heleno en el Este en cualquier momento del siglo tercero. En cualquier
caso el mito tal como lo tenemos actualmente, en combinación con el relato de `Asa´el,
debe haber sido re-aplicado a otras situaciones después de las guerras de los Diádocos. El relato sugiere principalmente una
situación de cambio cultural. Cuando `Asa´el expandió su instrucción en la tierra,
“el mundo cambió” (8:2). Los ángeles caídos indujeron un shock cultural en la
generación pre-diluviana. Un Shock cultural similar en Israel en el periodo
Heleno dio lugar a las visiones apocalípticas adscritas a Enoch.
POLIVALENCIA APOCALÍPTICA
De lo que tratamos
aquí es de la polivalencia esencial del simbolismo apocalíptico. Se puede
afirmar razonablemente que el mito de los Vigilantes, tanto en ambas separadas
tradiciones de `Asa´el
y Shemihazah
como en forma combinada, refleja cierta clase de crisis. La polución de la
tierra es una expresión figurativa en cualquier caso, pero la historia sugiere
violencia y desorden. Incluso aquí hay que tener cuidado a la hora de sacar
conclusiones firmes acerca de la realidad social partiendo de la descripción
simbólica. 1
Enoch 6-11 registra crisis “percibidas”, aunque dicha percepción
fuese compartida generalmente o peculiarmente por un grupo pequeño. No tenemos
evidencia clara acerca de cuan específicas eran estas crisis históricas. El
autor elegía no referirse explícitamente a las guerras de los Diádocos o al sacerdocio en Jerusalem. Más bien, el
problema -cualquiera que fuese- es traspuesto a un plano mitológico. Al relatar
la historia de los Vigilantes en lugar de la de los Diádocos
o del sacerdocio, 1 Enoch 1-36 se convierte en un paradigma que no está
restringido a una situación histórica sino que puede ser aplicado en cualquier
lugar donde surja una situación análoga.
En el Libro de los
Vigilantes, como en todos los Apocalipsis Judíos, la situación del autor
histórico es ocultada. Esto se lleva a cabo en parte mediante el uso del
seudónimo Enoch, el cual impone la posición del autor ficticio sobre la
situación histórica. Una visión tipológica de la historia es implícita. Las
crisis de la época Helena pretenden conllevar cierta analogía con la historia
de Enoch y los Vigilantes.
En otros Apocalipsis Judíos la crisis de Babilonia en el siglo sexto ofrece a
menudo el filtro a través del cual son vistas crisis posteriores. El énfasis no
está sobre la singularidad de los eventos históricos sino en los patrones
recurrentes, que asimila la crisis particular a cierto evento en el pasado sea
éste histórico o mítico.
La transposición de
la situación involucrada en el simbolismo apocalíptico es en sí parte de la
solución del problema que genera el texto. ocultando la especificidad histórica
de la situación inmediata bajo el arquetipo primordial, el simbolismo
apocalíptico suaviza la ansiedad. La resolución del antiguo conflicto generada
por los Vigilantes emerge con una inevitabilidad que garantiza una resolución
similar de los conflictos en la época Helena. El estatus sobrehumano de los
actores tiene lugar fuera de le esfera de control humano y sitúa la situación
inmediata en una perspectiva determinista que también sirve para aliviar la
ansiedad. Esta transposición de situaciones ha sido iluminada por la aplicación
de la discusión de C. Lévy-Strauss sobre la efectividad de los símbolos por
analogía con la psicoterapia(26). La “cura”
apocalíptica se lleva a cabo re-experimentando y trabajando el pasado. Se puede
también comparar la teoría de Lévi-Strauss con la función del mito. Los
perplejos problemas del presente son “mediados” u oscurecidos y de esta manera
superados mediante la superposición del mito(27).
Hay que señalar que el miedo y la ansiedad causados por la violencia y anarquía
no son meramente eludidos. Son suscitados en una escala mayor mediante el
relato de los Vigilantes y gigantes, aunque son, de esta manera, eficientemente
aplacados.
El relato de los
Vigilantes no puede ser relacionado muy de cerca con ninguna situación
histórica. Ofrece un paradigma para el pecado original y el mal. El aspecto
distintivo de este paradigma está en el papel de los agentes sobrenaturales, en
esta caso los ángeles caídos(28). Mientras que otros paradigmas para el origen
del mal pueden ser encontrados en la literatura apocalíptica (los dos espíritus
en la Regla
de la Comunidad en Qumran; el mito Adámico
en 4 Esdras
y 2 Baruc),
la tendencia a explicar la situación humana en términos míticos es
característica de la literatura apocalíptica.
LA MISIÓN DE ENOCH
La alegorización de
la crisis no es la única manera mediante la cual el Apocalipsis ofrece una
terapia. La respuesta más obvia y elaborada la encontramos en la misión de
Enoch y su viaje celestial. Cualesquiera sean las etapas de composición del
Libro de los Vigilantes, la revelación celestial es presentada en el contexto
del discurso de Enoch a los Vigilantes. Sólo una breve parte de éste discurso
se refiere a la respuesta divina a su petición. Los viajes de Enoch están
relacionados con el relato de los Vigilantes en cuanto presentan una revelación
apropiada, en contraste con la revelación impropia de los Vigilantes.
Para apreciar la coherencia
de la revelación celestial con la historia de los Vigilantes, hay que observar
que las dos ramas de tradición asociadas con Shemihazah y `Asa´el
no están meramente yuxtapuestas sino cuidadosamente interrelacionadas. Así,
leemos en el cap. 7, después que los Vigilantes eligieron esposas, “Y tomaron
mujeres (los ángeles malvados); cada uno se escogió la suya y comenzaron a
convivir y a unirse con ellas, enseñándoles ensalmos y conjuros y
adiestrándolas en recoger raíces y plantas. Quedaron encinta y engendraron
enormes gigantes……” Es cierto que la instrucción aquí rompe la
secuencia entre unión sexual y quedar embarazadas, pero no hay por qué asumir a
la ligera negligencia editorial. El pecado sexual de los gigantes está
inmediatamente asociado con la impropia revelación. Más adelante, el cap. 7
concluye con la violencia causada por los gigantes, lo que evoca la queja de la
tierra. En el cap. 8, la violencia y fornicación resultan de las revelaciones
de los Vigilantes, y de nuevo la tierra se queja. La queja de los ángeles en el
cap. 9 pone el pecado de `Asa´el primero y dice que Shemihazah
reveló encantamientos antes de mencionar la unión ilícita con las mujeres.
Además, el pecado sexual aparece en el cap. 9 como la ocasión de la revelación:
los Vigilantes “se
llegaron a esas mujeres, haciéndose impuros, y les revelaron esos pecados”
(9:8). El juicio divino en el cap. 10 presta
una atención preferente y más larga a la revelación de un misterio por parte de
Sehmihazah.
En el cap. 15 la principal acusación es dirigida contra el pecado sexual de los
Vigilantes, pero la conclusión del cap. 16 vuelve al “misterio
despreciable” que revelaron a las mujeres(29).
La queja de la tierra
es causada por la polución(30) –principalmente
debido a la violencia pero también a la fornicación. Dos relatos sobre la
fuente de esta violencia están ligados uno junto al otro. Si las críticas
recientes son correctas cuando mantienen que el material de la revelación de `Asa´el
fue añadido más tarde habrá que considerar si el redactor quería ofrecer una
reinterpretación del mito sexual en términos de revelación impropia. Dado el
largo uso tradicional en los profetas Hebreos de la fornicación como metáfora
para la infidelidad religiosa, es incluso posible tomar el relato del descenso
de los Vigilantes como expresión metafórica de revelación ilícita. La
comprensión del pecado de los Vigilantes como revelación impropia ofrece la
contraparte obvia de la apropiada revelación de Enoch en el resto del libro. En
vista de estas consideraciones, parece ser que la tradición de `Asa´el
no fue meramente añadida sino que influenció significativamente la forma final
del libro.
LA VISIÓN DEL TRONO
La revelación de
Enoch ocupa más de la mitad de todo el Libro de los Vigilantes. La revelación
comienza con la ascensión de Enoch al cielo en 14:8. Después pasa por una casa
que estaba tan “caliente como el fuego, tan fría como
la nieve”, y después otra, más grande casa construida sobre una lengua
de fuego. Aquí ve un “trono elevado, … Por encima del trono salían ríos de
fuego ardiente”. En éste se sentaba la “Gran Gloria” cuyo “vestido era más brillante que el sol y más
blanco que cualquier nieve”. “Multitud y multitudes estaban de pie ante Él… Y las
santidades de los santos que estaban cerca de Él no se alejaban durante la
noche ni se separaban de Él”. Esta figura divina le da a Enoch una
respuesta para los Vigilantes: “A vosotros corresponde interceder por los humanos y no a
los humanos por vosotros” (15:2).
“Estabais en
el cielo pero todos los misterios no se os habían revelado. No habéis conocido
sino un misterio indigno”. “Diles pues: No tendréis paz” (16:4).
Esta visión del trono
ha atraído recientemente la atención como la “más antigua visión de la Merkavah
que conocemos por la literatura fuera de las Escrituras Canónicas”(31). La visión suscita una intrigante cuestión acerca
del desarrollo del misticismo Judío. El Cielo es entendido como un Templo, a
través del cual Enoch avanza hacia el sagrario(32).
Por esta razón su papel es a veces entendido como sacerdotal, aunque 1 Enoch
12:6, donde Enoch escribe su petición, sugiere más bien el papel de escriba(33). En este pasaje es plausible ver a los ángeles
caídos como sacerdotes caídos. Por eso le es dicho les diga: “A vosotros
corresponde interceder por los humanos y no a los humanos por vosotros”
(15:2). La implicación alegórica parece ser
que el culto oficial no está funcionando como es debido, pero el ascenso
místico ofrece un acceso alternativo al trono divino, al menos para un
individuo elegido como es Enoch. Los Rollos del Mar Muerto ofrecen más
evidencia de que la participación mística en el mundo celestial puede funcionar
como alternativa al culto del templo, cuando este era considerado
insatisfactorio.
Las detalladas
informaciones sobre la “casa” celestial, su
efecto sobre Enoch, y el trono van más allá de los prototipos bíblicos y
seguramente presupone especulación mística(34).
La visión también ilustra el componente místico en la literatura apocalíptica.
La correspondencias con Daniel 7 en la aparición de la divinidad, los ríos de
fuego por encima del trono, y el entorno de los Santos (diez mil veces diez
mil) sugiere que incluso los Apocalipsis más históricamente orientados tomaban
de las tradiciones místicas(35). El contexto de
la visión aquí ha de ser considerado. Aunque la escena no se desarrolla
específicamente en la corte, como en Daniel, sí es el escenario para la condena
de los Vigilantes. Los elementos numinosos en la visión tales como la
imaginería repetida del fuego y la cuidadosa observación de la reacción
aterrorizada de Enoch (me consumió el fuego y el terror se apoderó de mí 14:13)
adquieren significado añadido en este contexto. Si la visión es tan terrible
que incluso el justo Enoch tiembla, cuanto más lo será para todos aquellos que
se enfrenta a la condena. El propósito primario de la visión, sin embargo, es
seguramente establecer la autoridad de Enoch. La aceptación de Enoch en la
presencia de Dios resalta el estatus de toda su revelación(36).
VIAJE AL MÁS ALLÁ
En el cap. 17 Enoch
comienza su viaje, guiado por los ángeles. Los lugares que visita están más
bien localizados en los extremos del mundo, aunque no son accesibles a otros
humanos(37). Lo que ve son los fundamentos del
universo, desde las aguas de la vida hasta la boca del abismo. De nuevo, este
material seguramente se basa en la tradición de especulación cosmológica. En el
contexto en 1
Enoch 1-36 la especulación no es de ninguna manera desinteresada. La
primera etapa del viaje culmina con “la prisión de las estrellas y las huestes del cielo”
(18:14), donde permanecerán hasta el día del
gran juicio. Si el libro hubo tiempo terminaba en 19:3(38),
el punto del viaje en los caps. 17-19 parece ser el de reforzar la certeza del
juicio mostrando que el lugar del juicio está “realmente” ahí, aumentando así
el temor de Dios.
Tal como está ahora
el viaje se prolonga en cap. 21. La extensión en caps. 21-23 es primariamente
escatológica. Capítulo 22 describe los lugares donde los “espíritus de las
almas de los muertos” serán retenidos hasta el día del juicio. Están en tres
compartimentos: los justos, los malos que no fueron castigados en la tierra, y
los pecadores que fueron matados(39). El interés
escatológico persiste en cap. 25 con un discurso acerca de un árbol fragante
que le será dado a los justos cuando Dios “descienda a visitar la tierra para
bien”, y en caps. 26-27 con una descripción de la Gehenna. Sólo en caps. 28-36
falta el material explícitamente escatológico. Estos capítulos complementan la
gira comprensiva de los fines de la tierra e incluyen el Jardín del Edén en
cap. 32.
Incluso si el
material escatológico de los caps. 21-23 es una extensión del libro original,
solo hace explícito lo que estaba implícito desde un principio. El juicio de
los Vigilantes es paradigmático para los pecadores humanos. Estos capítulos
añaden, no obstante, una dimensión a la escatología del libro cuando trata el
juicio de los muertos. Capítulo 5 mencionó la vida de los justos de manera más
bien de-éste-mundo reminiscente de los profetas. En caps. 10-11 la resolución
de la crisis con los Vigilantes ofrece un prototipo de juicio escatológico. Por
otro lado, al ángel Rafael se le ordena “atar a Azazel de
pies y manos, y echarlo en las tinieblas, abrir el desierto que está en Dudael
y arrojarlo en él. Echar sobre él piedras ásperas y cortantes, y cubrirlo de
tinieblas; y dejarlo allí eternamente sin que pueda ver la luz, y en el gran
día del Juicio sea arrojado al fuego” (10:4-6).
De manera similar, Shemihazah y sus seguidores
son encadenados “bajo
las colinas de la tierra hasta el día de su juicio y de su consumación, hasta
que el juicio que es para todo la eternidad sea cumplido. Y en esos días los
llevarán al abismo de fuego, a los tormentos y al encierro en la prisión eterna”(10:12-13). Por otro lado, a Rafael también se le
dice que “sane
la tierra que los Vigilantes (ángeles) han corrompido”(10:7). Esto es explicado más adelante en 10:16-22 “haz que aparezca la planta de la justicia….. En ese
tiempo los justos escaparán y vivirán hasta que engendren millares, y todos los
días de su juventud y ancianidad se completarán en paz”. La
resolución de la crisis con los Vigilantes, pues, tiene dos aspectos: el
confinamiento de los pecadores hasta el día del juicio final, y la sanación de
la tierra. A la vista de los caps. 21-22 parece que el juicio final no es
solamente para con los Vigilantes. Los espíritus de los muertos, de los justos
y de los malos, son también retenidos hasta el día del juicio. Este juicio de
los muertos no está claramente correlacionado con la esperanza de la sanación
de la tierra. En los caps. 10-11 la restauración de la tierra es “para todas
las generaciones de la eternidad”, pero en 10:10 “vida eterna” es sinónimo de
“quinientos años”. En breve, no está claro si la restauración de la tierra es
terminada o afectada por el juicio final. El autor del Libro de los Vigilantes
no ofrece un relato preciso de los desarrollos escatológicos. Es aparente que
mira hacia una restauración de la tierra, que será definitivamente
satisfactoria, dure o no para siempre. Queda también claro según el cap. 22 que
mira hacia un juicio de los muertos más allá de esta vida, donde el destino de
los justos y los malos es últimamente decidido.
El viaje de Enoch no
tiene paralelo en las escrituras Hebreas, y no parece estar modelado de acuerdo
con fuente alguna no-bíblica tampoco. Las analogías parciales abundan. Ya se
han señalado las afinidades de Enoch con los héroes Mesopotámicos Enmeduranki y
Utuabzu, de los que se decía que ascendieron al cielo. El viaje de Enoch es de
manera limitada reminiscente de los viajes de Gilgamesh. Se usan motivos tanto
Babilonios como Griegos en la descripción de las moradas de los muertos en cap.
22(40). La difusión del motivo de la ascensión
celestial ofrece un telón de fondo general, aunque el desarrollo de este motivo
en Enoch es bastante distinto. El Libro de los Vigilantes es incluso
significativamente diferente respecto a las ascensiones que encontramos en los
Apocalipsis Judíos, que describen una ascensión más ordenada a través de un
número de cielos. Hay que reconocer un grado considerable de originalidad en la
manera en que varios motivos tradicionales están combinados. La posibilidad que
el autor tuviese una experiencia mística no ha de ser descartada, aunque se
puede discutir la obra más provechosamente como producto literario, y
considerar así su función y efecto.
Un modelo para
comprender el viaje de Enoch ha sido derivado de la antigua diplomacia en el
Cercano Oriente tal como está ilustrado en 2 Reyes 20, donde Ezequías muestra sus tesoros a la comitiva
Babilonia(41). La función de
mostrarles sus riquezas es para intimidar e impresionar. Esta propuesta ayuda
hasta cierto punto para aclarar lo racional del viaje. El ámbito celestial es a
menudo modelado según las convenciones de la realeza en la mitología del
Cercano Oriente –de ahí concepciones como el Consejo Divino, los guardianes
celestiales, y quizá también los tesoros. Aún así la analogía con la diplomacia
real no tiene en cuenta adecuadamente algunos aspectos fundamentales de la
historia de Enoch. Es de importancia crucial que el viaje de Enoch lo llevara
fuera del mundo que normalmente es accesible a la humanidad. Su ascensión
exitosa y apropiada al mundo celestial ofrece la contraparte del desastroso
descenso de los Vigilantes. Es debido a la localización sobrenatural de su
viaje que su revelación se califica como “misterio” superando el misterio sin valor de
los Gigantes. Los elementos del misterio y misticismo en la ascensión y viaje
no son clarificados por la práctica diplomática reflejada en 2 Reyes 20.
La historia de 2 Reyes no ofrece analogía explícita para la correlación de
cosmología y juicio, que no sólo es esencial para 1 Enoch sino que también es
típica en otros Apocalipsis. Incluso los detalles del viaje tratan
necesariamente con las maravillas cosmológicas de orden diferente respecto a
los esplendores de un reino terrenal.
Así el viaje
despliega la sabiduría de Dios y su poder. También establece la sabiduría de
Enoch, aunque esta sabiduría depende de la revelación divina y así del poder y
sabiduría de Dios. Esta dependencia se hace muy explícita también en Daniel y
es además típica de la literatura apocalíptica. La conexión íntima de poder y
sabiduría se hace patente también en la equivalencia con las “tablas de
sabiduría” y las “tablas del destino” en los textos
Mesopotámicos(42).
La demostración de
poder tiene un claro propósito. A nivel de comunicación interna con el texto,
invita a los Vigilantes a observar las grandes obras de Dios y desesperar. A
nivel externo, los lectores también han de compartir el temor de Enoch ante los
misterios de la creación y el juicio. La emoción que suscita el viaje de Enoch
es primariamente temor –incluyendo
un fuerte componente de miedo aunque también de esperanza y consuelo.
La demostración de
sabiduría no es menos importante. A un nivel convence a los Vigilantes de la
realidad del juicio, dado que el lugar del juicio ya está preparado. En otro
nivel capacita a los seres humanos que están sometidos por la violencia y
corrupción expresadas en la historia de los Vigilantes a creer que hay otra
dimensión en el mundo. Los sufrimientos del presente pueden ser vistos desde la
perspectiva de la última trascendencia. Lo que se ofrece no es sólo esperanza
sino también conocimiento, garantizado por la revelación sobrenatural. Su
certeza es establecida por la abundancia de detalles cosmológicos. El viaje
comprensivo del cosmos está diseñado para mostrar que el destino de la
humanidad no es dejado al azar sino que está construido dentro de la estructura
del universo. El foco escatológico está expresado en la localización culminante
de la prisión de los Vigilantes en los caps. 18-19 y por la cantidad de espacio
dedicado a la escatología en los caps. 21-27. Es verdad que la escatología es
sólo un componente en la visión comprensiva del cosmos, pero es también un
componente esencial y está completamente integrado con las especulaciones
cosmológicas(43).
De manera más
definitiva que la narrativa en los caps. 6-16, el viaje al otro mundo ofrece la
respuesta a la crisis evocada por los Vigilantes. El viaje de Enoch a las
regiones ocultas del cosmos ofrece un marco dentro del cual los problemas
humanos son vistos en una nueva perspectiva. Cualquiera sea la crisis que
contamina la tierra, los fundamentos del cosmos, sus regiones externas y los
lugares de juicio permanecen intactos, igual que, por supuesto, la corte
celestial. El marco es tanto espacial como temporal: se refiere tanto a las
regiones ocultas atravesadas por Enoch como al juicio venidero. El Libro de los Vigilantes no trasmite el sentido del
fin inminente característico de algunos Apocalipsis. Es suficiente que haya un
juicio eventual. Es también importante que los lugares de juicio estén ahí en
el presente y puedan ser contemplados mediante la revelación de Enoch.
EL ESCENARIO
La interpretación del
Libro de los Vigilantes ha tenido lugar sobre
la asunción que la crisis de los ángeles caídos es una alegoría de alguna
crisis de la época Helena. Ésta asunción está bien fundada por la analogía con
otros Apocalipsis. No se puede determinar precisamente qué crisis era la que
generó el Libro de los Vigilantes, en cualquier
caso la alegoría podía re-aplicarse en varias diferentes situaciones. Hay que
señalar que no hay indicación de que se conciba ningún tipo de persecución
religiosa aquí. La crisis original puede haber sido de naturaleza más bien
general, como la expansión de la cultura Helena en el Este.
El Libro de los
Vigilantes en sí mismo nos da poca clara indicación de su escenario específico.
Ofrece bastante luz, sin embargo, sobre la técnica literaria de un Apocalipsis.
Cualquiera sea la crisis que generó este texto, es vista desde una perspectiva
apocalíptica abstracta. La situación es traspuesta al tiempo mítico de Enoch mediante
el mecanismo del seudónimo. No es descrita directamente sino cubierta por la
alegoría de los Vigilantes. De esta manera le resultado de la crisis es ya
conocido y también garantizado. Al mismo tiempo, la situación humana es puesta
en perspectiva por la geografía del otro mundo, donde los lugares de juicio ya
están preparados. El Libro de los Vigilantes,
pues, no se dirige explícitamente a ninguna crisis de la época Helena ni aboga
por ninguna conducta específica. Más bien, ofrece lentes a través de las cuales
se puede ver cualquier crisis. Evocando un sentido de temor e infundiendo
convicción en su revelación del mundo trascendente y del juicio venidero, el
Apocalipsis hace posible que los fieles enfrenten la crisis del presente
creando así las pre-condiciones para la acción justa de cara a la
adversidad.
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1. R.H. Charles, APOT, 2:168-70; ibid., The
Book of Enoch (Oxford: Clarendon, 1893). Éste es uno de los pocos casos en el
cual la división de un libro apocalíptico por parte de Charles ha resistido la
prueba del tiempo.
2. Texto y traducción: M.A. Knibb, “The Ethiopic
Book of Enoch” (2 vols.; Oxford: Clarendon, 1978). Ver también la
información textual ofrecida por E. Isaac, “1 Enoch”,
en J.H. Charlesworth, ed., OTP. 1:6, 10-12; y M. Black, “The Book of Enoch or 1 Enoch
(SVTP 7; Leiden: Brill, 1985).
3. M. Black, “Apocalypsis Henochi Graece”
(PVTG 3; Leiden: Brill, 1970). Extractos de la literatura Griega y Latina eran
conocidos antes del descubrimiento del texto Etíope.
4. J.T. Milik, “The Books of Enoch: Aramaic Fragments from
Qumran Cave 4” (Oxford: Clarendon, 1976) 4. Sobre el Libro de los
Gigantes que fue conservado y adaptado en el Maniqueísmo, ver Milik, Books of Enoch,
298-339; J.C. Reeves, Jewish Lore in Manichaean Cosmogony: Studies in the Book
of Giants Traditions (Cincinnati: Hebrew Union College, 1992); L.T.
Stuckenbruck, The
Book of Giants from Qumran (Tübingen: Mohr-Siebeck, 1997).
5. D. Dimant, The Biography of Enoch and the Books of
Enoch VT33 (1983) 14-29.
6. Milik, Books of Enoch, 7. Sobre la identificación de
los fragmentos, ver J.C. VanderKam, Enoch and the Growth ofan Apocalyptic Tradition
(CBQMS 16; Washington, D.C.: Catholic Biblical Association of America, 1984)
80-83.
7. Ver M.E. Stone, “The Book of Enoch and Judaism in the Third
Century B.C.E”., CBQ 40 (1978) 479-92; idem, Scriptures, Sects, and Visions: A Profile
of Judaism from Ezra to the Jewish Revolts (Philadelphia: Fortress,
1980) 80-83.
8. RSV, pero ver VandeKam, que argumenta que ´elohîm
(Dios) ha de ser traducido como “ángeles” (Enoch and the
Growth of an Apocalyptic Tradition, 31). Comparar Dimant, “Biography of
Enoch”, 21.
9. Comparar VanderKam, “Enoch and the Growth of an Apocalyptic
Tradition”, 33-51; idem, Enoch: A Man for All Generations (Columbia,
SC: University of South Carolina Press, 1995) 6-8; P. Grelot, “La légènde
d´Hénoch dans les apocryphes et dans la Bible: Son origine et signification”,
RSR 46
(1958) 5-26, 181-210; H.S. Kvanvig, “Roots of Apcalyptic: The Mesopotamian Background of the
Enoch Figure and of the Son of Man” (WMANT 61; Neukirchen-Vluyn:
Neukirchener Verlag, 1988) 160-213.
10. G. Widengren, “The Ascension of the Apostle and the
Heavenly Book” (Uppsala: Almqvist & Wiksell, 1950) 7-8; W.G.
Lambert, “Enmeduranki
and Related Matters”, JCS 21 (1967) 126-38; VanderKam, Enoch and the
Growth of an Apocalyptic Tradition, 39-41.
11. R.Borger, “Die Beschwörungsserie Bit Meseri und die
Himmelfahrt Henochs”, JNES 33(1974) 183-96.
12. ANET, 95.
13. Ibid.
14. M. Braun, “History and Romance” (Oxford:
Oxford University Press, 1938); J.J. Collins, Between Athens and Jerusalem: Jewish
Identity in the Hellenistic Diaspora (New York: Crossroads, 1983)
cap. 1.
15. Eupolemus PE 9.17.2-9; VanderKam, Enoch: A Man for
All Generations, 108-10.
16. Ver “The Apocalyptic Technique: Setting and Function in the
Book of the Watchers”. CBQ 44 (1982) 91-111; también G.W.E.
Nickelsburg, “The
Books of Enoch in Recent Research”, RelStudRev 7 (1981) 210-17.
También P. Sacchi, Jewish Apocalyptic and Its History (Sheffield:
Sheffield Academic Press, 1997) 32-71.
17. J.C. VanderKam, “Enoch Traditions in Jubilees and Other
Second-Century Sources”, en P.J. Achtemeier, ed., Society of
Biblical Literature 1978 Seminar Papers (2 Vols.; Missoula, MT:
Scholars Press, 1978) 1:235.
18. Milik, Books of Enoch, 25.
19. Sobre la tradición teofánica y sus
alusiones míticas, ver F.M. Cross, “Canaanite Myth and Hebrew Epic” (Cambridge,
MA: Harvard University Press, 1973) 100-105.
20. R.A. Argall, 1 Enoch and Sirach: A Comparative Literary
and Conceptual Analysis of the Themes of Revelation, Creation, and Judgment
(Atlanta: Scholars Press, 1995) 101-7.
21. L. Hartman, “Asking for a Meaning: A Study of 1 Enoch
1-5” (Lund: Gleerup. 1979). Comparar la tesis de E.P. Sanders de que
1 Enoch comparte el patrón del “legalismo de alianza”; ver su Paul and
Palestinian Judaism (Phladelphia: Fortress, 1977). C. Münchow
reconoce que la ley está situada en un contexto más amplio en 1 Enoch, Ethik
und Eschatologie (Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1982)
39-40.
22. G.W.E. Nickelsburg, “Apocalyptic and Myth in 1 Enoch 6-11”,
JBL
96(1977) 383-405; P.D. Hanson, “Rebellion in Heaven: Azazel and Euhemeristic Heroes in 1
Enoch 6-11”, JBL 96 (1977) 195-233. El nombre `Asa´el
es original en el Arameo y presupuesto en el Griego. El Etíope tiene a Asael
en 6:7 aunque Azazel
en otra parte. El nombre Azazel se encuentra en los fragmentarios Pesher on Azazel
and the Angels (4Q180) en Qumran. Ver Milik, Books of Enoch , 248-52.
23. D.W. Suter, “Fallen Angel, Fallen Priest: The Problem of
Family Purity in 1 Enoch 6-16, HUC 50 (1979) 115-35.
24. G.W.E. Nickelsbrug, “Jewish Literature between the Bible and the
Mishnah” (Philadelphia: Fortress, 1981) 54; idem, “Enoch, Levi, and
Peter: Recipients of Revelation in Upper Galilee”, JBL
100 (1981) 586-87.
25. 4QTLeviª 8.3.6-7 es citado por Milik como
la alusión más temprana al Libro de los Vigilantes (Books of Enoch, 23-24). El
contexto del fragmento es el “Testamento de Levi 14”. Se refiere a una
acusación de Enoch, que presumiblemente corresponde a su acusación contra los
Vigilantes que es aplicada a los hijos de Levi. El manuscrito data del siglo
dos. En el “Testamento
de Levi 14:1” (Griego), Levi le dice a sus hijos que ha “aprendido de los
escritos de Enoch que en el fin cometerán transgresión contre el Señor”
y enfatiza el pecado sexual y el matrimonio con las Gentiles. La referencia a
los Vigilantes en CD 2:16 no está explícitamente aplicada al sacerdocio.
26. Independientemente, J.-C. Picard, “Observations sur
L´Apocalypse grecque de Baruch I”, Semitica 20 (1970) 87-90; J.G.
Gager, “Kingdom
and Community: The Social World of Early Christianity (Englewood
Cliffs, NJ: Prentice-Hall, 1975) 54-55. Ver C. Lévi-Strauss, Structural
Anthropology (New York: Basic Books, 1963) 186-205.
27. Para una formulación sucinta de la teoría
de Lévy-Strauss, ver E. Leach, “Lévi-Strauss in the Garden of Eden: An Examination of
Some Recent Developments in the Analysis of Myth”, en E. Nelson
Hayes and Tanya Hayes, eds., Claude Lévi-Strauss: The Anthropoligist as Hero
(Cambridge, MA: MIT Press, 1970) 51.
28. Este punto está enfatizado especialmente
por Sacchi, Jewish Apocalyptic, 72-87.
29. 1 Enoch 16:3. El Griego está corrupto y lee “un misterio que era de Dios”.
30. H.D. Betz, “On the Problem of the Religio-Historical
Understandign of Apocalypticism”, JTC 6 (1969) 146-54. Betz
discute los paralelos del Kore Kosmu y de las homilías Seudo-Clementinas.
31. I. Gruenwald, “Apocalyptic and Merkavah Mysticism”
(Leiden: Brill, 1980) 36; C.Rowland, “The Visions of God in Apocalyptic Literature”,
JSJ
10 (1979) 137-54.
32. M. Himmelfarb, “From Prophecy to Apocalypse: The Book of
the Watchers and Tours of Heaven”, en A. Green, ed., Jewish
Spirituality: From the Bible through the Middle Ages (New York:
Crossroad, 1986) 149-51.
33. Collins, “A Throne in the Heavens: Apotheosis in
Pre-Christian Judaism”, en Collins and M. Fishbane, eds., Death, Ecstasy,
and Other Worldly Journeys (Albany: State University of New York,
1995) 46.
34. Para precedentes bíblicos y elaboraciones
posteriores, ver Gruenwald, Apocalyptic and Merkavah Mysticism, 29-72.
35. C. Rowland, “The Open Heaven: A Study of Apocalyptic in
Judaism and Early Christianity” (New York: Crossroad, 1982) 255.
36. J.D. Tabor, “Things Unutterable: Paul´s Ascent to
Paradise in Its Greco-Roman, Judaic, and Early Christian Contexts”
(Lanham, MD: University Press of America, 1986) 75, clasifica la ascensión de
Enoch como “ascensión para recibir revelación”.
37. Rowland, “The Open Heaven”, 124-26.
38. Milik, “Books of Enoch”, 25. Esta opinión está apoyada
por la aparente finalidad de 19:3: “Yo Enoch, solo, he visto la visión, el final de todas las
cosas y ningún humano ha visto lo que yo he visto”.
39. Originalmente fueron concebidos cuatro
compartimentos. Ver el tratamiento detallado por M.T. Wacker, “Weltordnung und
Gericht: Studien zu 1 Henoch 22” (Würzburg: Echter 1982).
40. Ibid., 132-133. La entrada en la base de la
montaña es un motivo Babilonio. La fuente de agua y la luz en el habitáculo del
justo son motivos Órficos-Griegos.
41. C.A. Newson, “The Development of 1 Enoch 6-19: Cosmology
and Judgment”. CBQ 42 (1980) 310-29.
42. Widengren, “Ascension of the Apostle”, 10.
La asociación del poder y sabiduría en la tradición bíblica es especialmente
evidente en el Segundo Isaías y Daniel 2-6, ambos tienen un escenario
Babilonio. Sobre las tablas celestiales ver S. Paul, “Heavenly Tablets and the Book of Life”,
Journal of the Ancient Near Eastern Society of
Columbia University 5 (1973) 345-53.
43. Ver G.W.E. Nickelsburg, “The Apocalyptic
Construction of Reality in 1 Enoch”, J.J. Collins y J.H.
Charlesworth, eds., Mysteries and Revelations: Apocalyptic Studies Since the
Uppsala Colloquium (JSPSup 9; Sheffield: JSOT Press, 1991)
51-64.
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