domingo, 9 de febrero de 2014

ORÍGENES ISRAELITAS

ORÍGENES ISRAELITAS
El país de Madián jugó un importante papel en la historia del antiguo Israel, en los orígenes Israelitas. Los Madianitas eran Semitas Occidentales y probablemente hablaban un dialecto Semita. El papel del sacerdote de Madián es bastante más extraordinario en la tradición épica, particularmente si nos atenemos a la tradición más tardía, que define a los Madianitas como enemigos intratables. En efecto, Moisés se casó con la hija de Jethro (Éx. 2:15-22). La descendencia sacerdotal de Moisés era pues mitad Israelita, mitad Madianita de acuerdo con la tradición. También esto es extraordinario, y el hecho que esta tradición fuese conservada exige una explicación.

Aunque Madián juega un papel mayor en las tradiciones tempranas de la vida y trabajos de Moisés los Madianitas desempeñaron posteriormente un papel siniestro en otras tradiciones. En la tradición sacerdotal los Madianitas son archienemigos que llevaron a Israel a cometer horribles pecados (Núm. 25 y 31). Por otro lado, la tradición Épica hace de la judicatura Israelita una creación del sacerdote de Midián (Jethro)(Éx. 18:14-27). Y una antigua tradición dice que el sacerdote de Madián realizó sacrificios y se unió a la fiesta comunal con Aarón (mirabile dictu), y los ancianos de Israel (Éx. 18:12).

Estas raras tradiciones, quizá se pueda decir tradiciones infundadas, han dado lugar a la hipótesis Madianita. Un defensor principal de esta fue el gran historiador Alemán Eduard Meyer, cuyo “Geschichte des Altertums” (Historia de la Antigüedad) es uno de los monumentos de la antigua academia del Cercano Oriente. Los estudiosos en este campo propusieron que el dios Yahweh era una deidad Madianita, patrón de una liga Madianita con la cual elementos de Israel, incluido Moisés, estuvieron asociados en el sur y Transjordania, antes de la entrad de Israel en la Tierra Prometida. En parte, los orígenes religiosos de Israel pueden ser trazados hasta Madián. Hay nueva evidencia desde que Meyer y sus seguidores formularon la hipótesis Madianita, y creo que se puede proponer ahora una hipótesis Madianita nueva y más detallada.

Pero dónde está Madián? Madián limita con el sur de Edom y probablemente ocupaba parte de la zona que vino a ser el sur de Edom en lo que es hoy el sur de Transjordania. También incluía el noroeste de Hejaz; un país de formidables montañas y desiertos. Madián están en la frontera noroeste de lo que es hoy Arabia Saudita. Los Sauditas no han permitido excavaciones en esta zona a pesar de los esfuerzos realizados por Peter Parr y otros hace unos años representando las Escuelas Americanas de Investigación Oriental y la Escuela Británica de Arqueología.

Madián no está en el Sinaí sino que la península del Sinaí está en Madián. Aunque no se pueda categóricamente afirmar que todos los estudiosos están de acuerdo con esto, sí es cierto que el consenso mayor es que el antiguo Madián estaba situado al sur de Elat del lado Saudita. Hay que recordar que la tradición mantiene que los Madianitas controlaban las rutas al norte de Edom y Moab al igual que los Nabateos posteriormente, y que Madián en la poesía temprana Israelita está asociado con Edom, el Monte Seir y Temán.

La noción que la “montaña de Dios” llamada Sinaí y Horeb estaba localizada en lo que hoy se denomina como Península del Sinaí no tiene ninguna tradición antigua que la apoye excepto la de la época Bizantina. Es uno de los muchos lugares sagrados creados para los peregrinos en la época Bizantina en el siglo cuarto. Hay nueva evidencia que apoya que Sinaí estaba situado en la esquina noroccidental de la península Arábiga. En los finales de los sesenta y setenta cuando Israel controlaba la Península del Sinaí, especialmente en el periodo poco antes que la península fuese devuelta a Egipto, ésta fue explorada sistemática e intensamente por arqueólogos. Lo que encontraron perteneciente a los siglos 13 y 12 a.C., la época de Moisés y de la entrada de Israel en Canán, fue un vacío arqueólogico, nada, excepto lugares de minería Egipcios en Serabit el-Khadem y Timna cerca de Elat. No encontraron evidencia alguna de ningún tipo de ocupación. Ni siquiera en el lugar identificado como Kadesh-Barnea (´En Qudeirat), que no fue ocupado hasta el siglo diez a.C. como muy pronto. La fortaleza fue construida sólo en el siglo nueve.

Por otro lado, investigaciones recientes en Madián han producido sorprendentes descubrimientos de una civilización desarrollada precisamente en el periodo en cuestión, el fin de la Edad de Bronce tardía y comienzo de la Edad de Hierro, siglos 13 al 12. En Qurayyah, los arqueólogos descubrieron una ciudadela fortificada, un pueblo amurallado y amplias obras de irrigación. La cerámica característica llamada Madianita –normalmente llamada cerámica de Hejaz en los periódicos Sauditas- abarca la zona entre el norte de Hejaz hasta el sur de Transjordania y sitios cerca de Elat, notablemente Timna. Es extraordinaria su ausencia en el Sinaí. En breve, tenemos un Sinaí vacío y una vibrante cultura en Madián en esta época.

Las tradiciones Bíblicas conservan muchas tradiciones Madianitas. Al final de su vida, Moisés es descrito desplazándose al norte al distrito del Monte Nebo y Monte Peor en Transjordania. Tanto la fuente Épica como la Sacerdotal en el ciclo de Balam en el Libro de Números registran tradiciones de presencia Madianita en esta zona. Evidentemente ellos ejercieron al menos una cierta hegemonía comercial, controlando el desarrollo del nuevo comercio del incienso. En las fuentes Israelitas, esta zona de Transjordania estuvo asignada a Rubén pero fue tomada por Moab muy pronto y es a menudo llamada “los llanos de Moab” en la Biblia. Sabemos por la Estela de Mesha del siglo noveno a.C. que hubo ahí un santuario en la ciudad de Nebo. Moisés fue enterrado en este valle. Balam promulgó sus oráculos (Núm. 23:28), se nos dice, desde el monte Peor; y la notoria orgía en la que hubo unión con mujeres Madianitas(Núm. 25:1-5) está ahí localizada igualmente.

Por lo tanto el monte Nebo lo situamos en el centro del valle en un sitio de la Edad de Hierro temprana cerca del Monte Peor en lugar de su situación Bizantina en el sur. Es justo decir que se puede trazar un ciclo de cultura Madianita partiendo de la localización de la Montaña de Dios en Madián, y hacia el norte en Rubén. El Libro del Deuteronomio sitúa la segunda entrega de la Ley de Moisés (Deut. 4:44 hasta el capítulo 26) y la renovación de la alianza de las tribus en Rubén (Deut. 20-31). Se nos dice que en este mismo distrito tuvo lugar la formación de la milicia y la entrada en la Tierra Prometida comenzó (Josué 2-4): “Pueblo mío recuerda…. Y lo que ocurrió desde Sitín a Gilgal”, como nos recuerda Miqueas (Miqueas 6:5).

Pero muchos estudiosos afirman que de todas maneras la ruta del Éxodo tendría que haber atravesado el Sinaí al abandonar Egipto. Pero lo único que se puede hacer referente a esto es especular. Hay toda una montaña de papeles escritos tratando de localizar las estaciones del Éxodo en Números 33. Hay tantas opiniones como estudiosos del tema. Uno de los tratamientos más persuasivos es el de Martin Noth. Argumenta él que subyacente al documento Sacerdotal (y a la lista de estaciones en Deuteronomio 10:6-7) había una lista de estaciones de peregrinaje desde Rubén hasta Madián, suplementada secundariamente para cruzar Egipto. Los peregrinajes a la montaña del sur están reflejados en la narrativa del viaje de Elías al Sinaí. El pequeño lugar de Kuntillet `Ajrud, desde el siglo noveno a.C., es probablemente una estación de peregrinaje en el camino hacia Elat y el sur. Los textos sobre los Peregrinos mencionan a “Yahvé de Samaria”, y sobretodo a “Yahvé de Temán”, probablemente una referencia a un lugar de culto Madianita sea en Madián o en el Monte Seir.

Pero no es el desplazamiento de los Israelitas hacia Arabia Saudita la dirección opuesta en la que querían ir? Depende de cual era su meta. Muchos dirán que su meta era la Tierra Prometida, pero las cosas son bastante más complicadas. El historiador tiene grandes dificultades a la hora de separar la historia de la leyenda y tradición remodelada según los intereses literarios de los poetas y videntes. Hay alguna razón en creer que hay un núcleo histórico en la tradición donde algunos elementos de lo que posteriormente vino a ser Israel –el grupo de Moisés, podríamos llamarlo, proto-Israel- huyó de Egipto y eventualmente (una generación, o 40 años después, según la cronología Bíblica) acabó invadiendo Canán desde la zona Rubenita de Transjordania. También hay evidencia arqueológica de que elementos tribales se desplazaron desde el este al oeste cuando ocuparon la zona central montañosa de Canán. Sin duda hubo movimientos de otros grupos de gente de estirpe patriarcal hacia la zona montañosa en este mismo periodo que no pertenecían al grupo de Moisés. En la tradición Deuteronómica se nos dice que rodearon el Monte Seir muchos días(1).

No se puede uno imaginar a Israel dejando Egipto yendo en línea recta hacia la Tierra Prometida. Si la tradición de su larga estancia en el desierto tiene una base histórica, entonces hay que preguntar cómo esta tradición sobrevivió. Incluso si el grupo era pequeño, unos cientos en lugar de millones, como la tradición en Números afirma (Núm. 1:46), no podrían haber sobrevivido toda una generación en el deshabitado Sinaí –al menos que uno tome al pie de la letra la leyenda del maná procedente del cielo y las codornices(Éx. 16:4-36).

Sin duda, si el contingente Israelita procedente de Egipto sobrevivió durante largo tiempo en el desierto del sur, fue porque se dirigieron hacia una zona donde había civilización, zonas de cultivo, medios para sobrevivir. El sur de Edom y Madián cubren estas necesidades, y por lo tanto se puede suponer que se dirigieron allí. Y esto ni siquiera menciona la alianza mediante matrimonio entre la familia de Moisés y la casa sacerdotal de Madián. Que esta alianza tiene un fundamento histórico es difícil de negar –dado que era profundamente inaceptable para los muchos círculos en Israel, incluyendo la escuela Sacerdotal, que fue la que finalmente editó el Tetrateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, y Números). Aún así fue incluida.

Los descendientes de los patriarcas, por otro lado, son más o menos gente que hablaba el lenguaje y llevaba los nombres personales que podemos llamar patriarcales o, mejor, Hebreos. Mucho se ha escrito sobre los términos Apiru y Hebreo (`ibri) y su relación. El término “`apiru” significa “cliente” o “miembro de un grupo de clientes”. Los `Apiru de hecho no tenían estatus en el orden feudal Cananeo sino que estaban con este relacionado en una variedad de funciones –en el servicio militar, como trabajadores agrícolas, etc. O, dado que no tenían estatus legal, podían convertirse en gente fuera de la ley.

Esta clase de clientes, despreciada por la nobleza Cananea antes de la aparición de Israel en Canán, devino “`Ibrim”, Hebreos, una clase o grupo –solamente posteriormente el término conllevó un tono étnico- con quien se identificó Israel y que tuvo un estatus especial en la cultura legal Israelita. Seguramente en la consolidación de la liga Israelita, siervos (“hupshu” que devinieron hombres libres, “Pozzi”, un desarrollo lingüístico parecido al de “´apiru convirtiéndose en ´ibri), clientes y esclavos fueron absorbidos en la nación, imprimiendo en Israel una conciencia de ser de origen bajo, extranjeros en la sociedad Cananea.

Los `Apiru son mencionados a menudo en inscripciones de la Edad de Bronce tardía en Siria y Egipto, y especialmente en las cartas de Amarna, correspondencia del siglo 14 a.C., principalmente entre reyes vasallos Cananeos y sus señores Egipcios. Por esas cartas sabemos que un grupo de `apiru liderados por un tal Lab´ayyu tomó la importante ciudad de Siquem y aterrorizó a los reyezuelos de los alrededores, los cuales instaban al faraón para que viniese en su ayuda.

Las cartas de Amarna revelan que el sistema feudal en Palestina estaba en plena decadencia y que elementos disidentes creaban todo tipo de problemas. Egipto bajo el faraón Akenatón estaba muy debilitado y en proceso de perder el control del imperio, el cual incluía Canán.

George Mendenhall y Norman Gottwald propusieron la teoría que Israel vino a la existencia en el país como resultado de una revolución social. Es posible que esta teoría no carezca de mérito, pero no es probable que esta explicación de (Gottwald, marxista)los orígenes de Israel sea toda la historia.

Israel también se desplazó desde el este hasta la zona montañosa de Canán, una zona muy deshabitada. Albrecht Alt, y más recientemente Israel Finkelstein, han argumentado que los elementos Israelitas, pequeños grupos de pastores nómadas, se infiltraron pacíficamente en las zonas deshabitadas en Cisjordania y poco a poco comenzaron a establecerse a lo largo del siglo 13 y comienzos del 12 a.C. Este modelo también tiene mucha validez, aunque es algo simple.

La tradición bíblica de una conquista militar sistemática general es, sin duda, exagerada, y hay algunos elementos contradictorios incluso en la tradición de la conquista tal y como la tenemos en la Biblia. Aunque no hay que creer que Israel se movió dentro del país sin conflicto alguno. Los pueblos tribales son mayormente por definición guerreros así como poseedores de pequeñas cantidades de ganado, (ovejas y cabras principalmente en este periodo). Y la rápida y agresiva formación de la liga debe haber llevado a confrontaciones militares.

Es sorprendente el hecho que, dada la amplia evidencia de destrucción en Canán al final de la Edad de Bronce y comienzos de la Edad de Hierro, algunos estudiosos se inclinen en atribuir la violencia a varios pueblos, a pesar de la falta de registros escritos, excluyendo a Israel, del cual tenemos elaborados registros escritos sobre conflictos armados. La noción de conquista, ampliamente desacreditada en estos días, igualmente también en la estereotipada, versión Deuteronómica, no carece de testimonio, tanto arqueológico como literario. Los himnos promonárquicos Israelitas, “Canciones de las Guerras de Yahvé”, dan testimonio de guerras y conquistas tempranas.

En breve, es preferible una explicación compleja de los orígenes de Israel que ninguno de los simples modelos hoy de moda. Inserta en la tradición bíblica hay evidencia histórica de una migración o incursión desde Rubén de elementos de Israel que vinieron del sur y tenían lazos con Madián, cuyo líder original era Moisés.

Pero venían de Egipto? Moisés es un nombre Egipcio (=niño, el), y la tradición temprana y tardía lo sitúan en casa del faraón. Sus descendientes, también, exhiben algunas veces nombres Egipcios. No hay razón para dudar que muchos de los que llegaron a Rubén (o los llanos de Moab, como es llamada frecuentemente en la Biblia)llegaron al norte procedentes del Edom en el sur y del norte de Madián, donde la liga Madianita floreció, y donde estaba localizada la Montaña de Dios. Eran refugiados de Egipto o, en términos tradicionales, gente patriarcal que habían sido liberadas de la esclavitud en Egipto.

En cuanto a dónde podía estar situado el Monte Sinaí es algo que no sabemos. Hay varias montañas enormes en lo que es el noroeste de Arabia Saudita. Jebel el-Lawz es la montaña más alta en Madián, más alta que cualquier montaña en la península del Sinaí. Aunque el Monte Sinaí Bíblico no tiene por qué ser la montaña más alta. Hay algunas razones para buscarla en el sur de Edom, que era tierra Madianita antes de la expansión de los Edomitas hacia el sur. La poesía arcaica en la Biblia describe a Yahvé viniendo de Edom. Por ejemplo, en Jueces 5:1-31, la más antigua de las canciones en la narrativa bíblica (finales del siglo 12 a.C.), leemos:

Cuando saliste de Seír, Yahvé,
cuando avanzaste por los campos de Edom,
tembló la tierra, gotearon los cielos,
las nubes en agua se fundieron.
Los montes se licuaron
Delante de Yahvé, el del Sinaí,
Delante de Yahvé, el Dios de Israel”(Jue. 5:4-5).

Y la bendición de Moisés, la cual es también muy antigua, dice:

Ha venido Yahvé del Sinaí.
Para ellos desde Seír se ha levantado,
Ha brillado desde el monte Parán”(Deut. 33:2).

El nombre “Seír” se refiere al distrito montañosos de Edom. Los versículos que siguen se encuentran en Habacuc 3:3-7 (uno de los himnos más primitivos en la Biblia Hebrea):

Viene Eloah de Temán,
el Santo, del monte Parán.
Su majestad cubre los cielos,
De su gloria está llena la tierra.
Su fulgor es como la luz rayos tiene que saltan de su mano……
Se planta y tiembla la tierra,
Mira y estremece a las naciones;
Se desmoronan los montes eternos,
Se hunden los collados antiguos,
Las órbitas eternas son destruidas.
En apuros veo las tiendas de Cusán,
Tiemblan los pabellones de Madián”.

Sin duda estas arcaicas canciones que localizan a Yahvé en el sureste –en Edom, Seír, Temán, Madián, Cusán- son la más confiable evidencia para localizar el Sinaí/Horeb, la montaña de Dios. La búsqueda de los orígenes y la reconstrucción de la historia partiendo del material que tenemos en la tradición oral es siempre una tarea precaria. Los cantantes de poemas narrativos siguen ciertos patrones tradicionales que incluyen elementos mitológicos. No contienen lo que podría llamarse historia en el sentido moderno del término. Aquí estamos tratando con lo épico, que no encaja fácilmente en los géneros ni de ficción ni de historia.

Cómo puede el historiador averiguar la memoria histórica válida en estas narrativas? Quizá no pueda. Aunque se puede pensar, no obstante, que las antiguas tradiciones que no tienen función social en el Israel tardío –o tradiciones que en realidad descartan la posterior ortodoxia- puedan conservar memorias históricas auténticas, memorias demasiado fijadas en la poesía arcaica para ser revisadas o suprimidas. Por ejemplo, en el Israel tardío, los Madianitas, eran enemigos de Israel según un estrato de la tradición. Solo hay que leer el relato Sacerdotal del episodio de Ba´al Peor y la guerra en la que los Madianitas fueron aniquilados por Israel(2). Moisés es descrito presenciando todo esto pasivamente, permite la orgía y la apostasía  sin reprimenda alguna, según la fuente Sacerdotal; el héroe es al Aarónida Pineas, a quien, como premio por su intervención, le es otorgado el sacerdocio eterno. Los ritos de fertilidad incluyen lo que eufemísticamente puede ser llamado matrimonio sagrado entre una mujer Madianita y un varón Israelita, ambos de linaje elevado. Pineas atraviesa con la espada a la pareja en delito flagrante.

Junto a estas tradiciones hay relatos más antiguos de los sacerdotes de Madián ayudando a Moisés en el monte Sinaí, de un descendiente de Madián guiando a Israel en el desierto, del casamiento de Moisés con una mujer Madianita, de Moisés engendrando descendientes mixtos, de Miriam blanca como la nieve cubierta de lepra por criticar el casamiento de Moisés con una mujer de piel oscura Madianita. Es más, cuando se buscan en las tradiciones JE(3), tradiciones Épicas opuestas a la fuente Sacerdotal posterior, no hay rastro de polémica contra Madián. Al contrario, en este estrato de la tradición, es Aaron quien crea el Becerro de Oro y lleva a Israel a la apostasía, idolatría y ritos orgiásticos (Éx. 32). Y son los Levitas, no los Aarónidas, los que reciben el sacerdocio eterno al pasar a la espada a tres mil participantes en este asunto.

En los relatos de la estancia en el desierto del Sinaí, hay una serie de “relatos de conflictos”, especialmente entre Moisés y sus aliados, incluyendo Madián, y, por otro lado, Aarón, Miriam y sus aliados. Los cantantes épicos Israelitas no conservaron estas tradiciones en orden a minar la reputación de Moisés. Evidentemente las tradiciones Madianitas estaban firmemente establecidas en las antiguas fuentes como para ser suprimidas u olvidadas –y de ahí que tengan probablemente un núcleo histórico.

Ni tampoco eran las tradiciones sobre Aarón tramas para manchar su dignidad y degradar su autoridad. La etiología cultual de Aarón y el becerro probablemente tiene sus raíces en las tradiciones Israelitas de los sacerdotes Aaronidas en Betel los cuales, en los siglos noveno y el octavo a.C. después de la ruptura de la monarquía unida en dos, postularon a Aarón como creador de la iconografía que adornaba su templo –el becerro, el cual, desde su punto de vista, no era menos ortodoxo que la iconografía de los Querubines en Jerusalem, la capital de Judá. La expresión “He aquí tu(s) dios(es) Israel …” aparece en Éxodo 32 y 1 Reyes 12:28 cuando Jeroboam, rey del reino del norte, estableció su culto en Dan y Betel. La leyenda concerniente a Aarón se convirtió remontando hacia atrás en polémica de la mano no de sacerdotes Aarónidas, para ser preciso, sino por parte de sacerdotes que trazaban su linaje hacia Moisés y cuyas tradiciones se encuentran en la fuente Épica Elohísta.

El relato del conflicto es inexplicable si no hubiera tenido lugar históricamente como rivalidad entre el grupo de Moisés y el de Aarón, más precisamente en la rivalidad y conflicto entre las dos casas sacerdotales de Israel, una la familia Zadokita que surge de Aarón, la otra la Musita o Levítica que afirmaba descender de Moisés.

Hay evidencia de rivalidad desde la época de David cuando eligió éste dos Sumos Sacerdotes para su santuario y culto nacional –un fenómeno remarcable que responde a una necesidad política de David en su intento de unificar su ámbito y legitimizar su nuevo santuario en Jerusalem. El Sumo Sacerdote Zadok se remonta a los Aarónidas de Hebrón, lugar de un antiguo santuario en Judá; el Sumo Sacerdote Abiatar, se remonta al antiguo sacerdocio Musita del santuario de Shiloh en el norte. Eventualmente, los Levitas de descendencia Mosaica perdieron sus derechos como sacerdotes ante el Altar en Jerusalem y vinieron a ser un clero de segunda clase sirviente.

La evidencia del amargo conflicto entre las casas sacerdotales aparece en las tradiciones Bíblicas. La tendencia sacerdotal Aarónida (los Zaodquitas), cuando acabaron de dar forma a esta masa que es la tradición Tetrateuca, no se preocuparon en suprimir las historias de conflictos, a pesar del hecho que en su tiempo los Aarónidas eran dominantes. Los relatos ya se habían convertido en parte de una tradición Épica autoritativa y bien conocida.

Las tradiciones sobre Rubén también aportan evidencia de la historia religiosa y social tempranas de Israel. Rubén desaparece de su territorio –y probablemente de cualquier papel serio en la posterior historia Israelita- en el curso del siglo 11 a.C. La dotación tribal dejó de llamarse Rubén, y vino a ser nombrada esta zona como “Llanos de Moab”. En el siglo 11 encontramos en la Bendición de Moisés (Deut. 33) la suplica: “Viva Rubén y nunca muera, aunque sean pocos sus hombres”. Aunque extrañamente, Rubén es llamado primogénito de Jacob.

Las genealogías en el antiguo Israel –y de manera más amplia entre los grupos tribales que crearon genealogías segmentadas- siempre reflejan alguna realidad sociológica o histórica. El Cronista refleja, si no perplejidad ante su posición en la genealogía, sí un claro juicio de que Rubén no era merecedor del derecho de primogenitura, y que, de hecho, esta pasó a José, aunque Judá vino a ser preeminente(4). Sin embargo, Crónicas deja claro que se han de escribir las genealogías con Rubén como primogénito. Seguramente la posición de Rubén en la genealogía es evidencia que Rubén jugó alguna vez un papel principal en la sociedad Israelita, incluso uno dominante, fuese político o religioso o ambos.

Tan importante fue el papel de Rubén que no pude ser ni erradicado ni olvidado. Siguiendo esta línea se llega a la conclusión que el ciclo de tradiciones enraizadas en los llanos de Moab, antiguo Rubén, en los cuales Moisés juega un papel dominante, y en la tradición Madianita relacionada, se fundamentan en memorias históricas, memorias épicas muy tempranas. Esto no significa que el historiador moderno haya de tratar esas memorias sin crítica como historia. Las memorias tradicionales pueden haber distorsionado o reformado el núcleo. Esto ocurre con la transmisión de la narrativa oral, incluso cuando es conservada en las fórmulas y temas de la poesía oral. Aunque al realizar esta crítica, el historiador moderno puede a menudo encontrar material importante para la historia de la religión Israelita y su sociedad.                        
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1.     Ver Deuteronomio 2:1. El “Mar Rojo” aquí y en Números 14:25 (igual que en 1 Reyes 9:26 y Jeremías 49:21) es sin duda una referencia al Golfo de Aqaba, como es reconocido generalmente por los estudiosos. Ver, por ejemplo, Noth, “Numbers: A Commentary” (Philadelphia: Westminster Press, 1968), p. 110.
2.     Números 25(25:6-18) y Números 31.
3.     Ver “El Poeta y la Historia”, ed. Richard E. Friedman, Harvard Semitic Studies 26 (Chico, CA: Scholars Press, 1983), pp. 13-39.
4.     1 Cro. 5:1-2.









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