ORÍGENES ISRAELITAS
El país de Madián jugó un importante papel en la historia
del antiguo Israel, en los orígenes Israelitas. Los Madianitas eran Semitas
Occidentales y probablemente hablaban un dialecto Semita. El papel del
sacerdote de Madián es bastante más extraordinario en la tradición épica,
particularmente si nos atenemos a la tradición más tardía, que define a los
Madianitas como enemigos intratables. En efecto, Moisés se casó con la hija de
Jethro (Éx. 2:15-22). La descendencia
sacerdotal de Moisés era pues mitad Israelita, mitad Madianita de acuerdo con
la tradición. También esto es extraordinario, y el hecho que esta tradición fuese conservada exige
una explicación.
Aunque Madián juega un papel mayor en las tradiciones
tempranas de la vida y trabajos de Moisés los Madianitas desempeñaron
posteriormente un papel siniestro en otras tradiciones. En la tradición
sacerdotal los Madianitas son archienemigos que llevaron a Israel a cometer
horribles pecados (Núm. 25 y 31). Por otro
lado, la tradición Épica hace de la judicatura Israelita una creación del
sacerdote de Midián (Jethro)(Éx. 18:14-27).
Y una antigua tradición dice que el sacerdote de Madián realizó sacrificios y
se unió a la fiesta comunal con Aarón (mirabile dictu), y los ancianos de
Israel (Éx. 18:12).
Estas raras tradiciones, quizá se pueda decir tradiciones
infundadas, han dado lugar a la hipótesis Madianita. Un defensor principal de
esta fue el gran historiador Alemán Eduard Meyer, cuyo “Geschichte des
Altertums” (Historia de la Antigüedad) es uno de los monumentos de la antigua
academia del Cercano Oriente. Los estudiosos en este campo propusieron que el
dios Yahweh era una deidad Madianita, patrón de una liga Madianita con la cual
elementos de Israel, incluido Moisés, estuvieron asociados en el sur y
Transjordania, antes de la entrad de Israel en la Tierra Prometida. En parte,
los orígenes religiosos de Israel pueden ser trazados hasta Madián. Hay nueva
evidencia desde que Meyer y sus seguidores formularon la hipótesis Madianita, y
creo que se puede proponer ahora una hipótesis Madianita nueva y más detallada.
Pero dónde está Madián? Madián limita con el sur de Edom y
probablemente ocupaba parte de la zona que vino a ser el sur de Edom en lo que
es hoy el sur de Transjordania. También incluía el noroeste de Hejaz; un país
de formidables montañas y desiertos. Madián están en la frontera noroeste de lo
que es hoy Arabia Saudita. Los Sauditas no han permitido excavaciones en esta
zona a pesar de los esfuerzos realizados por Peter Parr y otros hace unos años
representando las Escuelas Americanas de Investigación Oriental y la Escuela
Británica de Arqueología.
Madián no está en el Sinaí sino que la península del Sinaí
está en Madián. Aunque no se pueda categóricamente afirmar que todos los estudiosos
están de acuerdo con esto, sí es cierto que el consenso mayor es que el antiguo
Madián estaba situado al sur de Elat del lado Saudita. Hay que recordar que la
tradición mantiene que los Madianitas controlaban las rutas al norte de Edom y
Moab al igual que los Nabateos posteriormente, y que Madián en la poesía
temprana Israelita está asociado con Edom, el Monte Seir y Temán.
La noción que la “montaña de Dios”
llamada Sinaí y Horeb estaba localizada en lo que hoy se denomina como
Península del Sinaí no tiene ninguna tradición antigua que la apoye excepto la de la época
Bizantina. Es uno de los muchos lugares sagrados creados para los peregrinos en
la época Bizantina en el siglo cuarto. Hay nueva evidencia que apoya que Sinaí
estaba situado en la esquina noroccidental de la península Arábiga. En los
finales de los sesenta y setenta cuando Israel controlaba la Península del
Sinaí, especialmente en el periodo poco antes que la península fuese devuelta a
Egipto, ésta fue explorada sistemática e intensamente por arqueólogos. Lo que
encontraron perteneciente a los siglos 13 y 12 a.C., la época de Moisés y de la
entrada de Israel en Canán, fue un vacío arqueólogico, nada, excepto lugares de
minería Egipcios en Serabit el-Khadem y Timna cerca de Elat. No encontraron
evidencia alguna de ningún tipo de ocupación. Ni siquiera en el lugar
identificado como Kadesh-Barnea (´En Qudeirat), que no fue ocupado hasta el
siglo diez a.C. como muy pronto. La fortaleza fue construida sólo en el siglo
nueve.
Por otro lado, investigaciones recientes en Madián han
producido sorprendentes descubrimientos de una civilización desarrollada
precisamente en el periodo en cuestión, el fin de la Edad de Bronce tardía y
comienzo de la Edad de Hierro, siglos 13 al 12. En Qurayyah, los arqueólogos
descubrieron una ciudadela fortificada, un pueblo amurallado y amplias obras de
irrigación. La cerámica característica llamada Madianita normalmente llamada
cerámica de Hejaz en los periódicos Sauditas- abarca la zona entre el norte de
Hejaz hasta el sur de Transjordania y sitios cerca de Elat, notablemente Timna.
Es extraordinaria su ausencia en el Sinaí. En breve, tenemos un Sinaí vacío y
una vibrante cultura en Madián en esta época.
Las tradiciones Bíblicas conservan muchas tradiciones
Madianitas. Al final de su vida, Moisés es descrito desplazándose al norte al
distrito del Monte Nebo y Monte Peor en Transjordania. Tanto la fuente Épica
como la Sacerdotal en el ciclo de Balam en el Libro de Números registran
tradiciones de presencia Madianita en esta zona. Evidentemente ellos ejercieron
al menos una cierta hegemonía comercial, controlando el desarrollo del nuevo
comercio del incienso. En las fuentes Israelitas, esta zona de Transjordania
estuvo asignada a Rubén pero fue tomada por Moab muy pronto y es a menudo
llamada “los llanos de Moab” en la Biblia. Sabemos por la Estela de Mesha del
siglo noveno a.C. que hubo ahí un santuario en la ciudad de Nebo. Moisés fue
enterrado en este valle. Balam promulgó sus oráculos (Núm.
23:28), se nos dice, desde el monte Peor; y la notoria orgía en la que
hubo unión con mujeres Madianitas(Núm. 25:1-5)
está ahí localizada igualmente.
Por lo tanto el monte Nebo lo situamos en el centro del
valle en un sitio de la Edad de Hierro temprana cerca del Monte Peor en lugar
de su situación Bizantina en el sur. Es justo decir que se puede trazar un
ciclo de cultura Madianita partiendo de la localización de la Montaña de Dios
en Madián, y hacia el norte en Rubén. El Libro del Deuteronomio sitúa la
segunda entrega de la Ley de Moisés (Deut. 4:44
hasta el capítulo 26) y la renovación de la
alianza de las tribus en Rubén (Deut. 20-31).
Se nos dice que en este mismo distrito tuvo lugar la formación de la milicia y
la entrada en la Tierra Prometida comenzó (Josué
2-4): “Pueblo mío
recuerda
. Y lo que ocurrió desde Sitín a Gilgal”, como nos recuerda Miqueas (Miqueas 6:5).
Pero muchos estudiosos afirman que de todas maneras la ruta
del Éxodo tendría que haber atravesado el Sinaí al abandonar Egipto. Pero lo
único que se puede hacer referente a esto es especular. Hay toda una montaña de
papeles escritos tratando de localizar las estaciones del Éxodo en Números 33.
Hay tantas opiniones como estudiosos del tema. Uno de los tratamientos más
persuasivos es el de Martin Noth. Argumenta él que subyacente al documento
Sacerdotal (y a la lista de estaciones en Deuteronomio 10:6-7) había una lista
de estaciones de peregrinaje desde Rubén hasta Madián, suplementada
secundariamente para cruzar Egipto. Los peregrinajes a la montaña del sur están
reflejados en la narrativa del viaje de Elías al Sinaí. El pequeño lugar de
Kuntillet `Ajrud, desde el siglo noveno a.C., es probablemente una estación de
peregrinaje en el camino hacia Elat y el sur. Los textos sobre los Peregrinos
mencionan a “Yahvé de Samaria”, y sobretodo a “Yahvé de Temán”, probablemente
una referencia a un lugar de culto Madianita sea en Madián o en el Monte Seir.
Pero no es el desplazamiento de los Israelitas hacia Arabia
Saudita la dirección opuesta en la que querían ir? Depende de cual era su meta.
Muchos dirán que su meta era la Tierra Prometida, pero las cosas son bastante
más complicadas. El historiador tiene grandes dificultades a la hora de separar
la historia de la leyenda y tradición remodelada según los intereses literarios
de los poetas y videntes. Hay alguna razón en creer que hay un núcleo histórico
en la tradición donde algunos elementos de lo que posteriormente vino a ser
Israel el grupo de Moisés,
podríamos llamarlo, proto-Israel- huyó de Egipto y eventualmente (una generación,
o 40 años después, según la cronología Bíblica) acabó invadiendo Canán desde la
zona Rubenita de Transjordania. También hay evidencia arqueológica de que
elementos tribales se desplazaron desde el este al oeste cuando ocuparon la
zona central montañosa de Canán. Sin duda hubo movimientos de otros grupos de
gente de estirpe patriarcal hacia la zona montañosa en este mismo periodo que
no pertenecían al grupo de Moisés. En la tradición Deuteronómica se nos dice
que rodearon el Monte Seir muchos días(1).
No se puede uno imaginar a Israel dejando Egipto yendo en
línea recta hacia la Tierra Prometida. Si la tradición de su larga estancia en
el desierto tiene una base histórica, entonces hay que preguntar cómo esta tradición sobrevivió. Incluso si el
grupo era pequeño, unos cientos en lugar de millones, como la tradición en
Números afirma (Núm. 1:46), no podrían haber sobrevivido toda una
generación en el deshabitado Sinaí al menos que uno tome al pie de la letra la
leyenda del maná procedente del cielo y las codornices(Éx.
16:4-36).
Sin duda, si el contingente Israelita procedente de Egipto
sobrevivió durante largo tiempo en el desierto del sur, fue porque se
dirigieron hacia una zona donde había civilización, zonas de cultivo, medios
para sobrevivir. El sur de Edom y Madián cubren estas necesidades, y por lo
tanto se puede suponer que se dirigieron allí. Y esto ni siquiera menciona la
alianza mediante matrimonio entre la familia de Moisés y la casa sacerdotal de
Madián. Que esta alianza tiene un fundamento histórico es difícil de negar
dado que era profundamente inaceptable para los muchos círculos en Israel,
incluyendo la escuela Sacerdotal, que fue la que finalmente editó el Tetrateuco
(Génesis, Éxodo, Levítico, y Números). Aún así fue incluida.
Los descendientes de los patriarcas, por otro lado, son más
o menos gente que hablaba el lenguaje y llevaba los nombres personales que
podemos llamar patriarcales o, mejor, Hebreos. Mucho se ha escrito sobre los
términos Apiru y Hebreo (`ibri) y su relación. El término “`apiru” significa
“cliente” o “miembro de un grupo de clientes”. Los `Apiru de hecho no tenían
estatus en el orden feudal Cananeo sino que estaban con este relacionado en una
variedad de funciones en el servicio militar, como trabajadores agrícolas,
etc. O, dado que no tenían estatus legal, podían convertirse en gente fuera de
la ley.
Esta clase de clientes, despreciada por la nobleza Cananea
antes de la aparición de Israel en Canán, devino “`Ibrim”, Hebreos, una clase o
grupo solamente posteriormente el término conllevó un tono étnico- con quien
se identificó Israel y que tuvo un estatus especial en la cultura legal
Israelita. Seguramente en la consolidación de la liga Israelita, siervos
(“hupshu” que devinieron hombres libres, “Pozzi”, un desarrollo lingüístico
parecido al de “´apiru convirtiéndose en ´ibri), clientes y esclavos fueron
absorbidos en la nación, imprimiendo en Israel una conciencia de ser de origen
bajo, extranjeros en la sociedad Cananea.
Los `Apiru son mencionados a menudo en inscripciones de la
Edad de Bronce tardía en Siria y Egipto, y especialmente en las cartas de
Amarna, correspondencia del siglo 14 a.C., principalmente entre reyes vasallos
Cananeos y sus señores Egipcios. Por esas cartas sabemos que un grupo de `apiru
liderados por un tal Lab´ayyu tomó la importante ciudad de Siquem y aterrorizó
a los reyezuelos de los alrededores, los cuales instaban al faraón para que
viniese en su ayuda.
Las cartas de Amarna revelan que el sistema feudal en
Palestina estaba en plena decadencia y que elementos disidentes creaban todo
tipo de problemas. Egipto bajo el faraón Akenatón estaba muy debilitado y en
proceso de perder el control del imperio, el cual incluía Canán.
George Mendenhall y Norman Gottwald propusieron la teoría que
Israel vino a la existencia en el país como resultado de una revolución social.
Es posible que esta teoría no carezca de mérito, pero no es probable que esta
explicación de (Gottwald, marxista)los orígenes de Israel sea toda la historia.
Israel también se desplazó desde el este hasta la zona
montañosa de Canán, una zona muy deshabitada. Albrecht Alt, y más recientemente
Israel Finkelstein, han argumentado que los elementos Israelitas, pequeños
grupos de pastores nómadas, se infiltraron pacíficamente en las zonas
deshabitadas en Cisjordania y poco a poco comenzaron a establecerse a lo largo
del siglo 13 y comienzos del 12 a.C. Este modelo también tiene mucha validez,
aunque es algo simple.
La tradición bíblica de una conquista militar sistemática
general es, sin duda, exagerada, y hay algunos elementos contradictorios
incluso en la tradición de la conquista tal y como la tenemos en la Biblia.
Aunque no hay que creer que Israel se movió dentro del país sin conflicto
alguno. Los pueblos tribales son mayormente por definición guerreros así como
poseedores de pequeñas cantidades de ganado, (ovejas y cabras principalmente en
este periodo). Y la rápida y agresiva formación de la liga debe haber llevado a
confrontaciones militares.
Es sorprendente el hecho que, dada la amplia evidencia de
destrucción en Canán al final de la Edad de Bronce y comienzos de la Edad de
Hierro, algunos estudiosos se inclinen en atribuir la violencia a varios
pueblos, a pesar de la falta de registros escritos, excluyendo a Israel, del cual
tenemos elaborados registros escritos sobre conflictos armados. La noción de
conquista, ampliamente desacreditada en estos días, igualmente también en la
estereotipada, versión Deuteronómica, no carece de testimonio, tanto
arqueológico como literario. Los himnos promonárquicos Israelitas, “Canciones
de las Guerras de Yahvé”, dan testimonio de guerras y conquistas tempranas.
En breve, es preferible una explicación compleja de los
orígenes de Israel que ninguno de los simples modelos hoy de moda. Inserta en
la tradición bíblica hay evidencia histórica de una migración o incursión desde
Rubén de elementos de Israel que vinieron del sur y tenían lazos con Madián,
cuyo líder original era Moisés.
Pero venían de Egipto? Moisés es un nombre Egipcio (=niño,
el), y la tradición temprana y tardía lo sitúan en casa del faraón. Sus
descendientes, también, exhiben algunas veces nombres Egipcios. No hay razón
para dudar que muchos de los que llegaron a Rubén (o los llanos de Moab, como
es llamada frecuentemente en la Biblia)llegaron al norte procedentes del Edom
en el sur y del norte de Madián, donde la liga Madianita floreció, y donde
estaba localizada la Montaña de Dios. Eran refugiados de Egipto o, en términos
tradicionales, gente patriarcal que habían sido liberadas de la esclavitud en
Egipto.
En cuanto a dónde podía estar situado el Monte Sinaí es algo
que no sabemos. Hay varias montañas enormes en lo que es el noroeste de Arabia
Saudita. Jebel el-Lawz es la montaña más alta en Madián, más alta que cualquier
montaña en la península del Sinaí. Aunque el Monte Sinaí Bíblico no tiene por
qué ser la montaña más alta. Hay algunas razones para buscarla en el sur de Edom, que era tierra
Madianita antes de la expansión de los Edomitas hacia el sur. La poesía arcaica
en la Biblia describe a Yahvé viniendo de Edom. Por ejemplo, en Jueces 5:1-31, la más antigua de las canciones en
la narrativa bíblica (finales del siglo 12 a.C.), leemos:
“Cuando saliste de Seír, Yahvé,
cuando avanzaste por los campos de
Edom,
tembló la tierra, gotearon los
cielos,
las nubes en agua se fundieron.
Los montes se licuaron
Delante de Yahvé, el del Sinaí,
Delante de Yahvé, el Dios de
Israel”(Jue. 5:4-5).
Y la bendición de Moisés, la cual es también muy antigua,
dice:
“Ha venido Yahvé del Sinaí.
Para ellos desde Seír se ha
levantado,
Ha brillado desde el monte Parán”(Deut. 33:2).
El nombre “Seír” se refiere al distrito montañosos de Edom.
Los versículos que siguen se encuentran en Habacuc
3:3-7 (uno de los himnos más primitivos en la Biblia Hebrea):
“Viene Eloah de Temán,
el Santo, del monte Parán.
Su majestad cubre los cielos,
De su gloria está llena la tierra.
Su fulgor es como la luz rayos
tiene que saltan de su mano
Se planta y tiembla la tierra,
Mira y estremece a las naciones;
Se desmoronan los montes eternos,
Se hunden los collados antiguos,
Las órbitas eternas son
destruidas.
En apuros veo las tiendas de
Cusán,
Tiemblan los pabellones de Madián”.
Sin duda estas arcaicas canciones que localizan a Yahvé en
el sureste en Edom, Seír, Temán, Madián, Cusán- son la más confiable evidencia
para localizar el Sinaí/Horeb, la montaña de Dios. La búsqueda de los orígenes
y la reconstrucción de la historia partiendo del material que tenemos en la
tradición oral es siempre una tarea precaria. Los cantantes de poemas
narrativos siguen ciertos patrones tradicionales que incluyen elementos
mitológicos. No contienen lo que podría llamarse historia en el sentido moderno
del término. Aquí estamos tratando con lo épico, que no encaja fácilmente en
los géneros ni de ficción ni de historia.
Cómo puede el historiador averiguar la memoria histórica
válida en estas narrativas? Quizá no pueda. Aunque se puede pensar, no
obstante, que las antiguas tradiciones que no tienen función social en el
Israel tardío o tradiciones que en realidad descartan la posterior ortodoxia-
puedan conservar memorias históricas auténticas, memorias demasiado fijadas en
la poesía arcaica para ser revisadas o suprimidas. Por ejemplo, en el Israel
tardío, los Madianitas, eran enemigos de Israel según un estrato de la
tradición. Solo hay que leer el relato Sacerdotal del episodio de Ba´al Peor y
la guerra en la que los Madianitas fueron aniquilados por Israel(2). Moisés es descrito presenciando todo esto
pasivamente, permite la orgía y la apostasía sin reprimenda alguna, según la fuente Sacerdotal; el héroe
es al Aarónida Pineas, a quien, como premio por su intervención, le es otorgado
el sacerdocio eterno. Los ritos de fertilidad incluyen lo que eufemísticamente
puede ser llamado matrimonio sagrado entre una mujer Madianita y un varón
Israelita, ambos de linaje elevado. Pineas atraviesa con la espada a la pareja
en delito flagrante.
Junto a estas tradiciones hay relatos más antiguos de los
sacerdotes de Madián ayudando a Moisés en el monte Sinaí, de un descendiente de
Madián guiando a Israel en el desierto, del casamiento de Moisés con una mujer
Madianita, de Moisés engendrando descendientes
mixtos, de Miriam blanca como la nieve cubierta de lepra por criticar el
casamiento de Moisés con una mujer de piel oscura Madianita. Es más, cuando se
buscan en las tradiciones JE(3), tradiciones
Épicas opuestas a la fuente Sacerdotal posterior, no hay rastro de polémica
contra Madián. Al contrario, en este estrato de la tradición, es Aaron quien
crea el Becerro de Oro y lleva a Israel a la apostasía, idolatría y ritos
orgiásticos (Éx. 32). Y son los Levitas, no
los Aarónidas, los que reciben el sacerdocio eterno al pasar a la espada a tres
mil participantes en este asunto.
En los relatos de la estancia
en el desierto del Sinaí, hay una serie de “relatos de conflictos”,
especialmente entre Moisés y sus aliados, incluyendo Madián, y, por otro lado,
Aarón, Miriam y sus aliados. Los cantantes épicos Israelitas no conservaron
estas tradiciones en orden a minar la reputación de Moisés. Evidentemente las
tradiciones Madianitas estaban firmemente establecidas en las antiguas fuentes
como para ser suprimidas u olvidadas y de ahí que tengan probablemente un
núcleo histórico.
Ni tampoco eran las tradiciones sobre Aarón tramas para
manchar su dignidad y degradar
su autoridad. La etiología cultual de Aarón y el becerro probablemente tiene
sus raíces en las tradiciones Israelitas de los sacerdotes Aaronidas en Betel
los cuales, en los siglos noveno y el octavo a.C. después de la ruptura de la
monarquía unida en dos, postularon a Aarón como creador de la iconografía que
adornaba su templo el becerro, el cual, desde su punto de vista, no era menos
ortodoxo que la iconografía de los Querubines en Jerusalem, la capital de Judá.
La expresión “He aquí tu(s) dios(es) Israel
”
aparece en Éxodo 32 y 1 Reyes 12:28 cuando Jeroboam, rey del reino del
norte, estableció su culto en Dan y Betel. La leyenda concerniente a Aarón se
convirtió remontando hacia atrás en polémica de la mano no de sacerdotes
Aarónidas, para ser preciso, sino por parte de sacerdotes que trazaban su
linaje hacia Moisés y cuyas tradiciones se encuentran en la fuente Épica
Elohísta.
El relato del conflicto es inexplicable si no hubiera tenido
lugar históricamente como rivalidad entre el grupo de Moisés y el de Aarón, más
precisamente en la rivalidad y conflicto entre las dos casas sacerdotales de
Israel, una la familia Zadokita
que surge de Aarón, la otra la Musita o Levítica que afirmaba descender de Moisés.
Hay evidencia de rivalidad desde la época de David cuando
eligió éste dos Sumos Sacerdotes para su santuario y culto nacional un
fenómeno remarcable que responde a una necesidad política de David en su
intento de unificar su ámbito y legitimizar su nuevo santuario en Jerusalem. El
Sumo Sacerdote Zadok se remonta a los Aarónidas de Hebrón, lugar de un antiguo
santuario en Judá; el Sumo Sacerdote Abiatar, se remonta al antiguo sacerdocio
Musita del santuario de Shiloh en el norte. Eventualmente, los Levitas de
descendencia Mosaica perdieron sus derechos como sacerdotes ante el Altar en
Jerusalem y vinieron a ser un clero de segunda clase sirviente.
La evidencia del amargo conflicto entre las casas
sacerdotales aparece en las tradiciones Bíblicas. La tendencia sacerdotal
Aarónida (los Zaodquitas), cuando acabaron de dar forma a esta masa que es la
tradición Tetrateuca, no se preocuparon en suprimir las historias de
conflictos, a pesar del hecho que en su tiempo los Aarónidas eran dominantes.
Los relatos ya se habían convertido en parte de una tradición Épica
autoritativa y bien conocida.
Las tradiciones sobre Rubén también aportan evidencia de la
historia religiosa y social tempranas de Israel. Rubén desaparece de su
territorio y probablemente de cualquier papel serio en la posterior historia
Israelita- en el curso del siglo 11 a.C. La dotación tribal dejó de llamarse Rubén, y vino a ser
nombrada esta zona como “Llanos de Moab”. En el siglo 11 encontramos en la
Bendición de Moisés (Deut. 33) la suplica: “Viva Rubén y nunca muera, aunque sean pocos sus hombres”.
Aunque extrañamente, Rubén es llamado primogénito de Jacob.
Las genealogías en el antiguo Israel y de manera más amplia
entre los grupos tribales que crearon genealogías segmentadas- siempre reflejan
alguna realidad sociológica o histórica. El Cronista refleja, si no perplejidad
ante su posición en la genealogía, sí un claro juicio de que Rubén no era
merecedor del derecho de primogenitura, y que, de hecho, esta pasó a José,
aunque Judá vino a ser preeminente(4). Sin
embargo, Crónicas deja claro que se han de escribir las genealogías con Rubén
como primogénito. Seguramente la posición de Rubén en la genealogía es
evidencia que Rubén jugó alguna vez un papel principal en la sociedad
Israelita, incluso uno dominante, fuese político o religioso o ambos.
Tan importante fue el papel de Rubén que no pude ser ni
erradicado ni olvidado. Siguiendo esta línea se llega a la conclusión que el
ciclo de tradiciones enraizadas en los llanos de Moab, antiguo Rubén, en los
cuales Moisés juega un papel dominante, y en la tradición Madianita
relacionada, se fundamentan en memorias históricas, memorias épicas muy
tempranas. Esto no significa que el historiador moderno haya de tratar esas
memorias sin crítica como historia. Las memorias tradicionales pueden haber
distorsionado o reformado el núcleo. Esto ocurre con la transmisión de la
narrativa oral, incluso cuando es conservada en las fórmulas y temas de la
poesía oral. Aunque al realizar esta crítica, el historiador moderno puede a
menudo encontrar material importante para la historia de la religión Israelita
y su sociedad.
------------------------
1.
Ver Deuteronomio 2:1.
El “Mar Rojo” aquí y en Números 14:25 (igual que en 1 Reyes 9:26 y Jeremías 49:21) es sin duda una
referencia al Golfo de Aqaba, como es reconocido generalmente por los
estudiosos. Ver, por ejemplo, Noth, “Numbers: A
Commentary” (Philadelphia: Westminster Press, 1968), p. 110.
2.
Números 25(25:6-18)
y Números 31.
3.
Ver “El Poeta y la
Historia”, ed. Richard E. Friedman, Harvard Semitic Studies 26 (Chico, CA:
Scholars Press, 1983), pp. 13-39.
4.
1 Cro. 5:1-2.
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