SALOMÓN Y LA MONARQUÍA DIVIDIDA
La historia del Deuteronomista continua en los libros de los
Reyes. Aquí de nuevo la división entre los libros es artificial y tardía.
Primera de Reyes comienza con la época antigua y la muerte de David, la cual
concluye la historia de David, comenzada en 1
Samuel. El reinado de Ahaziah en el
norte de Israel marca la división entre 1 y 2 Reyes.
Los primeros once capítulos de 1 Reyes
tratan con la ascensión y reinado de Salomón. Por lo tanto 1 y 2 Reyes hace una crónica de las historias
paralelas del reino del norte de Israel y el reino del Sur de Judá.
Un número de fuentes están explícitamente identificadas en
los libros de Reyes. Primera Reyes 11:41
remite al lector al “libro de los hechos de Salomón”.
Hay varias referencias al “libro de los anales de los
reyes de Judá”(14:29; 15:7; 23, etc.)
y los anales correspondientes de los reyes de Israel(14:19;
15:31; 16:5, 14, etc.) ninguno de estos libros-fuente ha sobrevivido. Es
posible que sean completamente ficticios, mencionados para darle un áurea de
autenticidad al relato, aunque parece probable que el autor tuvo algunos
registros de los reyes de Israel y Judá a su disposición. Se ha asumido
ampliamente que se mantenían crónicas en las cortes reales de Israel y Judá, al
igual que lo eran en Egipto y Mesopotamia (ver ANET,
265-317). El ejemplo mejor conocido de una crónica real semejante es la Crónica Babilonia, la cual puede ser más o menos
contemporánea con la Historia Deuteronómica. Las listas de reyes eran
recopiladas en Mesopotamia desde tiempos antiguos. La información histórica
también era registrada en las inscripciones reales. Los relatos en el Cercano
Oriente son presentados generalmente como listas de eventos, con muy poca
elaboración narrativa. Los libros de Reyes tienen una narrativa mucho más
desarrollada que las Crónicas Mesopotamias, aunque generalmente son menos
expansivas que los relatos en los libros de Samuel. Los libros de Reyes también
tienen como referencia algunas fuentes de carácter diferente, la mayoría notablemente
en las leyendas acerca de los profetas Elías y
Eliseo, que probablemente circularon
independientes antes de ser incorporadas a la Historia Deuteronómica.
La mano de los editores Deuteronomistas es más obvia en los
libros de Reyes que en los de Samuel. Los reinados de los diferentes reyes son
redactados usando el mismo patrón. Una introducción típica a un rey de Israel
lee: “En el año x de x, rey de Judá, x hijo de x,
etc…. Hizo lo malo a los ojos de Yahvé”. Las introducciones a los reyes
de Judá añaden normalmente la edad del rey, cuándo ascendió al trono y el
nombre de su madre. Las diferencias entre las fórmulas en los dos reinos apoyan
el punto de vista que el Deuteronomista está adaptando documentos fuente. El
final del reinado de un rey también es expresado usando la misma fórmula: “El resto de los hechos de X, todo cuanto hizo, está
escrito, como se sabe, en el libro de los Anales de los reyes de Israel. X
reposó con sus antepasados y su hijo ocupó su trono”. El Deuteronomista
admite que algunos reyes de Judá (Hezekiah, Josiah) hicieron lo bueno a los
ojos de Yahvé, aunque son claramente una excepción. La uniforme evaluación
teológica de los reyes es una característica del Deuteronomista. También los
son los criterios para la evaluación –primero si un rey dado permitió culto
sacrificial fuera del Templo de Jerusalem. El primer rey del norte de Israel,
Jeroboam, estableció templos en Bethel y Dan como rivales al de Jerusalem, y
todos los reyes del norte promovieron el culto fuera de Jerusalem. Por lo tanto
se dijo de ellos que “caminaron en el pecado de
Jeroboam”. Otros temas importantes Deuteronómicos en los libros de los
Reyes son la teología del templo expuesta por Salomón en su oración en 1 Reyes 8, y la continuidad de la dinastía Davídica
en el reino del Sur.
LA SUCESIÓN A DAVID (1 Reyes 1-2)
Los capítulos de apertura de 1
Reyes son vistos a menudo como conclusión de la Narrativa de la Corte o
Documento de Sucesión en 2 Samuel. Más
específicamente son una apología a favor de la sucesión de Salomón al trono.
Dado que es el hermano menor su sucesión no está fundamentada en ningún derecho
establecido. Más bien es realizada a base de intrigas de palacio. Adonijah, de
quien se podría pensar tenía más derecho al trono que Salomón, hace una salida
en falso haciéndose proclamar rey sin la aprobación de David. Salomón, no
obstante, tiene el apoyo de su madre Betsabé y del profeta Nathan. El apoyo de
David es decisivo. Salomón es aceptado por el pueblo como rey legítimo.
El entrenamiento de un nuevo rey era a menudo la ocasión de
un baño de sangre en el mundo antiguo, y también en tiempos posteriores.
Salomón actúa de manera despiadada para eliminar a cualquiera que pueda
considerar una amenaza. Adonijah, el general de Joab que le apoyó, y Shimei, que
había maldecido a David, todos fueron pasado por la espada. La narrativa ofrece
una apología para las acciones de Salomón tratando de prevenir las críticas.
Salomón, se nos cuenta, llegó a ser rey debido a que esta era la voluntad de
David (aunque el rey era evidentemente anciano y estaba muy debilitado).
Además, David le había específicamente aconsejado que eliminase a Joab y
Shimei. David le dice que “actúe con la sabiduría que
está en ti”. Salomón viene a ser legendario por su sabiduría. En este
caso, no obstante, su sabiduría es una especie astucia callejera que le lleva a
matar a sus enemigos antes que estos le maten a él. Joab, se nos cuenta, merece
morir por la manera como mató a otros generales, aunque no sufrió las
consecuencias de estas acciones mientras estuvo al servicio de David. Adonijah
habría salvado su vida si se hubiese abstenido de más agitación, al pedir la
concubina de David. Hasta Shimei se habría salvado si hubiera cumplido las
condiciones que le ofreció Salomón. No obstante la crueldad de las acciones de
Salomón es alta y bien clara. Saca a Adonijah y Joab de los altares donde había
buscado refugio. Le promete a Bathsheba que cumplirá su petición a favor de
Adonija, aunque cambia de parecer cuando esta le dice lo que quiere. A la luz
de esta realpolitik sin escrúpulos, el comienzo de la
despedida de David en 1 Reyes 2 es irónico: “Guarda
lo que Yahvé tu Dios manda guardar, siguiendo sus caminos, observando sus
preceptos, órdenes, sentencias e instrucciones, según está escrito en la Ley de
Moisés”(1 Reyes 2:3). Este es el
ideal Deuteronómico para un rey. Según 1 Reyes 2:4,
la promesa de una dinastía eterna es condicional a la obediencia de los
herederos de Salomón. Es evidente, sin embargo, que el Deuteronomista tenía una
fuente, o tradiciones, acerca de Salomón que mostraban que no le preocupaba
mucho la Ley de Moisés. Estaba mucho más interesado en eliminar a cualquiera
que fuese una amenaza para su reinado.
EL REINADO DE SALOMÓN (1 Reyes
3-11)
El reinado de Salomón es descrito en 1 Reyes como una época de oro. “Judá
e Israel era tan numerosa como la arena del mar; comían y bebían y eran felices”.
“Salomón era soberano de todos los reinos desde el
Éufrates hasta el país de los Filisteos, e incluso hasta la frontera de Egipto;
todos pagaron tributo y estuvieron sometidos a Salomón todos los días de su
vida”(1 Reyes 4:20-21) O: “El rey Salomón superó a todos los reyes de la tierra en
riqueza y sabiduría. Todo el mundo quería ver personalmente a Salomón para
escuchar la sabiduría con la que Dios había dotado su mente. Y cada cual
aportaba su presente, año tras año: objetos en plata y oro, vestiduras, aromas
y perfumes, caballos y mulos”(10:23-25).
Se dice que realizó alianzas de casamientos con todos los pueblos vecinos,
Moabitas, Amonitas, Edomitas, Sidonios, e Hititas e incluso recibió una hija
del faraón en casamiento. Realizó grandes construcciones en Jerusalem,
incluyendo su propio palacio, una casa para la hija del Faraón, y, la más
famosa, el Templo. Se le acredita la construcción de Hazor, Megiddo, y Gezer.
Comerció internacionalmente e importó oro de Ophir(posiblemente en el sur de
Arabia) y de Tarshish (España?). La Reina de Sheba (Yemen?) vino a visitarle
cargada de objetos preciosos.
Los historiadores modernos son escépticos acerca de este
relato sobre la grandeza de Salomón. La arqueología ha mostrado que Jerusalem
era un lugar muy pequeño hasta finales del siglo octavo a.C., cuando se
expandió súbitamente, seguramente debido a la caída del reino del norte a manos
de los Asirios. Antes de esta fecha Jerusalem no era más que una jefatura
local, no diferente de los estados-ciudad Cananeos. La afirmación que todo el
territorio desde la frontera de Egipto al Éufrates pagaba tributo a Salomón
corresponde a la promesa hecha a Abraham en Génesis
15 (ver también las referencias a los Amoritas, Hititas, Perizitas,
Hivitas, y Jebusitas en 1 Rey. 9:20; y Gén. 15:19). Los estudiosos de la generación
anterior aceptaron la historicidad del imperio de Salomón y argumentaron que la
promesa en Génesis 15 fue formulada después
de estos hechos, y podía por lo tanto ser datada en el reinado de Salomón. Los
estudiosos más recientes son escépticos. La promesa puede solo reflejar las
aspiraciones de los reyes de Judá, y las afirmaciones a favor de Salomón pueden
haber sido inferidas de la promesa. La gran riqueza de la que supuestamente
disfrutó Salomón(1 Rey. 10:14) no ha dejado
señal alguna en los restos materiales. El fabuloso imperio de Salomón es visto
hoy día por muchos estudiosos como
una ficción, un sueño de gloria de un tiempo posterior.
El tema, no obstante, es controversial, y parece que seguirá
siéndolo. Parte del problema es que el lugar donde estuvo el palacio de Salomón
y el Templo están en el sitio donde posteriormente se construyó el Templo de
Herodes. Este Templo del Monte es uno de los lugares más santos para el
Judaísmo y el Islam. Es imposible excavar el lugar hoy día, y es pues imposible
verificar las afirmaciones de los proyectos de construcción de Salomón en
Jerusalem. Aparte de Jerusalem, Hazor, Megiddo, y Gezer han sido ampliamente
excavadas. En cada uno de estos lugares, los arqueólogos identificaron un
estrato Salomónico. Las características de este estrato eran enormes portales
con seis cámaras. Algunas estructuras también fueron identificadas como
establos. Algunos estudiosos recientes, sin embargo, han cuestionado la fecha
de estos portales y estructuras, argumentando que pertenecen al siglo nueve no
al décimo. Todo este tema está aún en disputa. En parte depende de si los
arqueólogos están dispuestos a usar el relato bíblico como llave para
interpretar sus descubrimientos.
Aquellos que defienden la historicidad del esplendor de
Salomón argumentan que los críticos argumentan desde el silencio. Semejantes
argumentos son arriesgados, especialmente cuando un lugar importante como el
Templo del Monte está fuera del límite de los arqueólogos. Quizá surja nueva
evidencia que pueda apoyar la historicidad del relato bíblico. En 1993 y 1994,
se encontraron fragmentos de una inscripción en Arameo en Tel Dan al norte de Galilea, que hacía mención a “Beth David”, la casa de David. Se sabe que el
reino del norte de Israel era conocido como “la
casa de Omri” y el reino de Damasco como “la
casa de Hazael”. Esta inscripción, que data de la segunda mitad del
siglo noveno a.C., confirma que el reino de Judá era conocido como “la casa de David”. Los críticos más escépticos,
que incluso llegan a cuestionar la existencia de David y Salomón y la
existencia en algún momento de la historia de una monarquía unida, han
realizado varios intentos para cuestionar la autenticidad de esta inscripción o
la interpretación de las palabras. A los ojos de la mayoría de estudiosos, no
obstante, esta inscripción es una verdadera advertencia de los peligros de argumentar
desde el silencio.
Los estudiosos que defienden la historicidad del relato del
reinado de Salomón también señalan algunos rasgos de la narrativa que sugieren
que el autor o editor tenía a mano algunas buenas fuentes históricas. Hay una
lista de los principales funcionarios de Salomón en 1
Rey. 4:2-6(cf. Lista de funcionarios de David en 2 Sam. 23:8-39). Primera de Reyes
4:9-19 lista a los doce principales funcionarios de Salomón y sus
distritos. El relato de las actividades constructoras del rey en 9:15-18 también aparece en forma de lista. Estas
listas reflejan el tipo de registros producidos por los escribas como parte de
la administración de un reino. Es por supuesto posible que un escriba posterior
inventase semejantes listas para dar la impresión de autenticidad histórica,
aunque no es aparente que sirvieran a ningún propósito ideológico para el
Deuteronomista. Además, hay algunas tensiones en la narrativa que sugieren que
los editores heredaron un retrato de Salomón con el que no se sentían confortables.
Se puede notar en 1 Reyes 4:6 que uno de los
funcionarios de Salomón estaba a cargo de los trabajos forzados. En 9:20-22 el editor afirma cuidadosamente que
Salomón reclutó a la fuerza a los Amoritas y otros no-Israelitas que fueron
dejados en el país, “aunque de los Israelitas Salomón
no hizo esclavos”. Es aparente, sin embargo, por la revuelta de los
Israelitas después de la muerte de Salomón que no fue así. El intento del
editor de glosar acerca del uso que hizo Salomón de la fuerza de trabajo Israelita
muestra que hubo una tradición sobre el asunto que había que ser tratada.
También hay tensión entre el retrato de Salomón como rey sabio que amaba al
Señor y los informes de sus sacrificios y culto a otros dioses(1 Rey. 3:3). El Deuteronomista no inventó el
relato sobre el reinado de Salomón fuera de todo el entramado. Este relato
alaba a Salomón a pesar de que algunas de sus prácticas estaban en flagrante
violación de la ley Deuteronómica. Por supuesto, de esto no sigue que el
retrato pre-Deuteronómico de Salomón debe ser históricamente confiable, pero al
menos ha de ser relativamente antiguo, ciertamente pre-exílico, un producto de
la corte real en Jerusalem.
Tres aspectos del relato de Salomón requieren más
comentarios. Son su sabiduría, la construcción del Templo, y su culto a dioses
extranjeros.
LA SABIDURÍA DE SALOMÓN
La sabiduría de Salomón es proverbial. El libro de
Proverbios le es atribuido, al menos en parte, al igual que lo es el
deuterocanónico (o apócrifo) “Sabiduría de Salomón”,
que fue escrito en Griego en Alejandría cerca de comienzos de nuestra era. Los
reyes se suponía, habían de ser sabios, aunque ningún otro rey es acreditado
con la sabiduría en semejante grado. La literatura Sapiencial estuvo asociada
especialmente a los escribas y la corte real. Es posible que Salomón
estableciera una escuela de escribas en Jerusalem. Si en realidad gobernó un
imperio, como se dice en 1 Reyes, habría
necesitado escribas para la administración. Otros reinos, especialmente el
Egipto de los faraones, tenían una gran cantidad de escribas. La hipótesis que
estableció una escuela de escribas explicaría esta fuerte asociación con la
sabiduría. No hay, sin embargo, evidencia que apoye esto, y nada se dice acerca
de semejante escuela en el texto bíblico. Algunos estudiosos piensan que
Jerusalem era una ciudad demasiado pequeña en el siglo décimo como para
necesitar una escuela de escribas, y que la necesidad de escribas habría
surgido en tiempos de Hezekiah, unos dos siglos después.
Los estudiosos de la generación anterior atribuyeron una
gran cantidad de actividad literaria a la corte de Salomón. El Yahvista se
supone compuso la fuente J del Pentateuco allí, describiendo el reino de
Salomón como el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham. El estudioso Alemán
Gerhard von Rad, a mediados del siglo veinte, habla de una ilustración
Salomónica, estimulada por la nueva riqueza adquirida y por las relaciones
internacionales. Sin embargo, una fecha tan temprana para la fuente J es
ampliamente rechazada hoy día. El debate a comienzos del siglo XXI no es si se
puede hablar de una ilustración en el reinado de Salomón, sino si se puede
asumir mucha actividad literaria en Jerusalem en esta temprana época.
Primera de Reyes trata con la sabiduría de Salomón en el capítulo
3, y de nuevo en 5:10-14 (TM 4:29-34). Primera de Reyes 3:5-14
informa de un sueño en el cual el Señor invita a Salomón a “pídeme lo que crees debo darte”. Salomón pide un
corazón atento para juzgar al pueblo. El Señor le garantiza su deseo y también
le garantiza cosas que no ha pedido, riqueza y honor toda su vida. Estas cosas
se suponía eran los dones de la sabiduría en cualquier caso: “En su mano derecha hay larga vida, en su izquierda, riqueza
y gloria”(Prov. 3:16). El relato del
sueño de Salomón es claramente una composición Deuteronómica. Concluye con una
promesa condicional: “Si caminas por mis sendas,
guardando mis preceptos y mandamientos, como hizo David, tu padre, prolongaré
los días de tu vida”(1 Rey. 3:14).
El relato del sueño de Salomón continúa mediante una
ilustración de su sabiduría en el juicio de las dos mujeres que reclaman un
niño como suyo. La sabiduría de la solución no dejará pasmado a ningún lector.
Depende de la asunción que la mujer que no era la verdadera madre dejaría matar
al niño. Pero en cualquier caso, el relato resalta un aspecto de la supuesta
sabiduría del rey –su habilidad de realizar un juicio con criterio.
Un diferente tipo de sabiduría es resaltado en el capítulo 5. Aquí la sabiduría es enciclopédica.
Consiste en un conocimiento de los proverbios y canciones, y también de un
exhaustivo conocimiento de la naturaleza. El pasaje muestra una clase de
material que era valorado como sabiduría en el temprano Israel. Este tipo de
conocimiento enciclopédico no es especialmente prominente en los libros
sapienciales bíblicos, aunque sí está implícito en algunos pasajes en el libro
de Job(Job 28:38-39). No hay nada
característico Israelita en esta sabiduría. Salomón es comparado con otros
hombres sabios legendarios del mundo antiguo. La Reina de Sheba pudo apreciar
esta sabiduría cuando vino a visitarle. El libro de los Proverbios fue
influenciado por la sabiduría Egipcia en algunos puntos. La Sabiduría era un
fenómeno internacional, fomentado especialmente en las cortes reales.
EL TEMPLO
Probablemente la realización más importante atribuida a
Salomón fue la construcción del Templo. Los materiales para el Templo se
obtuvieron en el Líbano, y al menos algunos trabajos fueron realizados por los
artesanos Fenicios(1 Rey. 7:13-47 describe
el trabajo de un tal Hiram de Tiro, que era también el nombre del rey de Tiro).
El precio de la ayuda Fenicia fue bastante substancial. Según 1 Reyes 9:11 Salomón cedió veinte ciudades en
Galilea a Tiro, en un trueque de tierra-por-oro. El hecho que Salomón
necesitase realizar esto da lugar a algunas cuestiones acerca de su fabulosa
riqueza.
No es sorprendente que el Templo se conformase al típico
esquema de los templos en Siria-Palestina. El esquema básico del Templo era un
rectángulo, 100 codos de largo y 50 codos de ancho. Había tres secciones
principales: el “`Ulam” o vestíbulo, el “hekal” o nave principal(la misma palabra se usa
para el Templo como un todo), y el “debîr”
o santuario interior (El Santo de los Santos). Había puertas para entrar en las
cámaras segunda y tercera. Varias pequeñas habitaciones estaban localizadas a
lo largo del templo. Dos columnas de bronce, llamadas “Jachin”
y “Boaz”, estaban a la entrada del Templo.
También había un mar de bronce, que era un objeto circular, que reposaba sobre
doce bueyes. El simbolismo de estos objetos no es explicado, aunque el mar
recuerda la prominencia de Yamm (Mar) en los
mitos Ugaríticos. En el santuario interior había dos enormes querubines, hechos
de madera de olivo. Esos también estaban sobre el Arca, que representaba la
presencia de Dios, el cual, se decía, estaba entronizado sobre los Querubines.
Los Querubines criaturas híbridas-aladas, con rasgos de varios animales. Estas
criaturas híbridas eran popular en el Oriente Cercano, especialmente en el arte
Asirio.
En el mundo antiguo, un Templo se suponía era la casa del
dios o diosa, y la deidad se suponía vivía allí. Mientras el dios o la diosa
estaban presentes en el templo, ningún daño podía ocurrirle a la ciudad. El Lamento por la Destrucción de Ur a comienzos del
segundo milenio a.C., se queja de que los dioses han abandonado sus templos (ANET, 455-63). Posteriormente Ezekiel tiene una
visión de la gloria del Señor dejando Jerusalem antes de ser destruida por los
Babilonios. La teología asociada con el Templo de Salomón en el periodo
pre-exílico puede apreciarse en los Salmos. No se sabe cuan desarrollada estuvo
esta teología en tiempos de Salomón, o cuan consistentemente fue mantenida. En
la medida en que coincidía con la teología del templo común en el Cercano
Oriente, se puede asumir que también era típica del Templo de Jerusalem.
Los salmistas algunas veces hablan abiertamente acerca del
templo como el lugar donde habita Yahvé. “qué amables
son tus moradas, Yahvé Sebaot! Mi ser languidece anhelando los atrios de Yahvé”(Sal. 84:1-2). Este Salmo también señala
pintorescamente que los pájaros construyen sus nidos en el Templo. Según el Salmo 46, Jerusalem es “la
ciudad de Dios, la santa morada del Altísimo. Dios está en ella, no será eliminada”.
La presencia del Señor es fuente de gran seguridad: “Por
eso no tememos si se altera la tierra, si los montes vacilan en el fondo del
mar”(46:3). De nuevo, el Monte Sión
se dice es la santa montaña de Dios “en el norte”(el
Monte Sión no estaba en realidad en el norte, pero tradicionalmente la montaña
sagrada de Baal, el Monte Zaphon, estaba asociado con el norte). El salmista
supone que cualquier enemigo que ataque Jerusalem huirá presa del pánico. Quizá
este salmo estuvo inspirado por el hecho que Jerusalem no fue destruida por los
Asirios, como lo fue Samaria(ver 2 Rey. 18-19),
aunque también es posible que esta creencia en “la
inviolabilidad de Sión” fuese más antigua. La importancia del templo
para el pueblo de Judá es ampliamente evidente en los Salmos: “Vale más un día en tus atrios que mil en mis mansiones,
pisar el umbral de la Casa de mi dios que habitar en la tienda del malvado”(84:11).
Comparada con la teología del templo que se encuentra en los
Salmos, la teología atribuida a Salomón en 1 Reyes
es más bien modesta. La principal articulación de esta teología se encuentra en
su oración en 1 Reyes 8, que es claramente
obra del escritor Deuteronómico. Salomón recuerda la promesa a David, aunque la
entiende como condicional: “Nunca te faltará uno de
los tuyos en mi presencia que se siente en el trono de Israel, siempre que tus
hijos guarden su camino, procediendo ante mí como tú has procedido”(8:25). Reflexiona a continuación sobre el problema
básico del Templo: “Habitará Dios con los hombres en
la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte,
cuánto menos este Templo que yo te he construido!”(8:27). Este dilema es resuelto mediante el
compromiso Deuteronómico: Dios hace que su nombre habite ahí. El nombre aún
representa la presencia de Dios, aunque no llega a decir que Dios en realidad
habita en el Templo, protegiendo así la trascendencia de Dios. Salomón explica
el Templo como lugar donde el pueblo puede tener acceso a Dios, para realizar
sus peticiones y expiar los pecados. Posiblemente era también posible orar a
Dios en otros sitios, pero el Templo ofrecía un punto o foco que era de ayuda
para el pueblo. Nada se dice que sugiera que la ciudad está protegida por la
presencia de Dios en el Templo. El Templo se ha convertido en una casa de
oración, más cerca de la comprensión de la posterior sinagoga que de la antigua
comprensión como casa donde habita Dios.
La oración de Salomón en la consagración del Templo puede
haber sido escrita en el exilio Babilonio o posteriormente, cuando el mito de
la inviolabilidad de Sión desapareció. El Templo, no obstante, permaneció como
punto central del culto Judío a lo largo del periodo Bíblico. Aunque el
Deuteronomio desmitifica el Templo cuando dice que el “nombre”
de Dios vive ahí, en lugar del Dios mismo, aumenta la centralidad del Templo
declarándolo único lugar válido para el culto sacrificial.
SALOMÓN IDÓLATRA
El Deuteronomista se enorgullece del legendario esplendor,
aunque una parte de la tradición Salomónica era ofensiva para los editores. No
sólo ofreció Salomón sacrificios en los altos(1
Reyes 3:3), sino que “amó a muchas mujeres
extranjeras” de las naciones con las que el Señor había prohibido el
matrimonio. Además, también sucumbió al culto a sus dioses y diosas(11:5-8). La conducta de Salomón tiene sentido si
estuvo involucrado en asuntos internacionales. Una de las formas en las que los
reyes en la antigüedad cimentaban alianzas era dando y tomando a sus hijas en
casamiento. La afirmación que Salomón tuvo setecientas princesas entre sus
esposas es un tributo no a su energía sexual sino a sus diplomacia. El éxito de
esta estrategia requiría que las esposas se sintiesen felices, y que se les
facilitara el culto a sus dioses y diosas. Por ello se nos dice que Salomón
construyó templos a los dioses Moabitas y Amonitas. Hay un paralelo entre el
curso de Salomón a este respecto en el reinado de Herodes el Grande, unos mil
años después. Herodes también fue un gran constructor, y tuvo poco escrúpulo a
la hora de construir santuarios a los dioses paganos, aunque tuvo buen cuidado
de no hacerlo en Jerusalem. Se puede confiar en que la tradición del culto de
Salomón a dioses paganos no fue invento del Deuteronomista. Si es o no un
reflejo exacto del reinado de Salomón, demuestra que hubo una tradición de
tolerancia en Jerusalem hacia los dioses y diosas de los pueblos vecinos, antes
de la reforma de Josías. Esto no ha de sorprender a nadie, dado el fondo
Cananeo de Jerusalem y la tradición según la cual sus reyes eran “según el orden de Mequisedec”.
Aunque es poco probable que los Deuteronomistas hayan
inventado el culto de Salomón a dioses extranjeros, sí pudieron usarlo para sus
propósitos. Fue debido a esto, se nos dice, que Dios hizo surgir enemigos
contra Salomón, como es el caso de Hadad el Edomita(11:14).
Más importante aún, es la razón por la que el Reino Unido no perduró. Diez
tribus se separaron bajo el liderazgo de Jeroboam el hijo de Nebat porque
Salomón adoró a Astarté, diosa de los Sidonios, Chemosh dios de Moab y Milcom
dios de los Amonitas(11:33). No obstante, el
reino no le es quitado completamente a Salomón y sus herederos. La promesa a
David permanece, a pesar de las faltas de Salomón en observar las leyes. Es un
tanto irónico que la única tribu que permaneció unida a Judá fue la de
Benjamín, la tribu de Saúl.
LA DIVISIÓN DEL REINO
La explicación Deuteronómica de la división del reino es
puesta en boca del profeta, Ahijah el Silonita, que realiza una acción
simbólica desgarrando su túnica en doce piezas dándosela a Jeroboam(1 Reyes 11:30-31). A partir de aquí los profetas
tienen un papel más prominente en la historia. Una de sus funciones es nombrar
o destituir reyes. Hay vario ejemplos de acciones simbólicas en los libros de
los profetas, sobretodo en Oseas, Isaías, Jeremías y Ezekiel. Las acciones
simbólicas de los profetas han sido descritas como una especie de teatro
callejero, una vívida forma de comunicación que algunas veces era más efectiva
que las palabras.
Está claro según la narrativa, sin embargo, que las tribus
que se separaron del hijo de Salomón Rehoboam no estaban motivadas por
preocupaciones relacionadas al culto de otros dioses. El tema que dio lugar a
la revuelta fue la práctica opresiva de los trabajos forzados introducidos por
Salomón. Los ancianos de su séquito aconsejaron a Rehoboam que suavizara la
carga sobre el pueblo, mientras
que los jóvenes le dijeron que la aumentara. Eligió la última opción, lo que
dio lugar al cisma. Jeroboam había estado encargado de toda la fuerza laboral
de la casa de José. Cuando se rebeló, con el apoyo del profeta, huyó a Egipto.
Hay aquí un claro paralelo entre los trabajos forzados de Salomón y la opresión
de los Israelitas en Egipto en el relato del Éxodo. La misma palabra Hebrea, “mas” o “missîm”,
se usa para referirse a los trabajos forzados en ambos relatos. Después de la
muerte de Salomón, Jeroboam regresó de Egipto. Cuando se convierte en rey, hace
del recuerdo del Éxodo el centro del culto en los santuarios reales en Bethel y
Dan(12:28). Jeroboam puede haber trazado un
paralelo con la tradición más antigua acerca del Éxodo para otorgar legitimidad
a su revuelta, aunque también es posible que la celebración del Éxodo viniese a
ser central al culto de Yahvé sólo en este tiempo.
También es aparente que las tribus del norte, o al menos
algunas de estas, viesen a Judá como un cuerpo extraño. El grito de guerra de
Jeroboam(“qué parte tenemos con David”) se
hace eco del de Sheba hijo de Bichri, en 2 Samuel
20:1. Así, las tribus del norte constituirían el Reino de Israel. Puede
ser significativo que la rebelión tuviera lugar en el antiguo centro de Siquem,
en lugar de Hebrón, donde David fue coronado. El reino del norte permaneció más
cerca al tipo de liderazgo carismático que se puede observar en Jueces que la
dinastía del Sur. Hubo frecuentes golpes y alzamientos. El reino del norte tomó
de manera clara el Éxodo como mito nacional y lo celebraba en el culto. En
Judá, en contraste, poca atención se le da al Éxodo hasta la reforma de Josías.
Jeroboam construyó Siquem como primera capital del reino del
norte. El gobierno se instaló en Tirzah al comienzo de la monarquía. La acción
que más preocupó al Deuteronomista, sin embargo, fue la construcción de dos
santuarios, uno en Bethel, justo al norte de la frontera y no muy lejos de
Jerusalem, y el otro en Dan en el norte del país. Estos lugares fuero elegidos
por razones geográficas. Bethel estaba asociado a Jacob, quien le había
supuestamente dado el nombre, “Casa de Dios”.
Si Jeroboam estaba basándose en una antigua tradición acerca de la sacralidad
de Bethel, o si la historia de Jacob fue inventada para dar legitimidad al
sitio, es algo que no se sabe.
El relato de las acciones de Jeroboam lleva el sello del
Deuteronomista, y es sin duda antipático para con el líder del norte. Este es
virtualmente acusado de idolatría cuando estableció los dos becerros de oro(el relato del Becerro de Oro en Éxodo 32 fue sin duda una
polémica contra el culto establecido por Jeroboam, aunque este relato es
complicado por el hecho que el culpable es Aaron, el ancestro del sacerdocio en
Jerusalem). Es poco probable que Jeroboam fuese culpable de idolatría.
La deidad puede haber sido concebida estando en los becerros, igual que era
concebida estando sobre los Querubines en el culto en Jerusalem. El crimen de
Jeroboam era, a los ojos del Deuteronomista, el haber promovido un culto
sacrificial fuera de Jerusalem. Esto es lo que es llamado, en el relato, el
pecado de Jeroboam. De hecho, Jeroboam estuvo más conectado a las tradiciones
de las tribus de lo que lo estuvo Rehoboam, cuya capital había sido una plaza
fuerte Jebusita poco más de una generación antes.
El Deuteronomista ofrece un juicio explícito sobre Jeroboam
en 1 Reyes 13, donde se dice que un hombre
de Dios profetizó que un rey Davídico llamado Josías destruiría un día el altar
en Bethel. La mención explícita de Josías aquí no deja duda que la reforma de
este rey es el punto culminante del relato. Este episodio es seguido por una
extraña leyenda sobre como el hombre de Dios fue devorado por un león, después
de haber sido engañado para desobedecer sus órdenes. Este relato probablemente
se originó como leyenda popular. El Deuteronomista lo utiliza para demostrar
los peligros de la desobediencia de manera pintoresca. Un juicio incluso más
explícito aparece en el capítulo 14
realizado por Ahijah el Shilonita. Jeroboam no tendrá descendencia masculina,
ostensiblemente debido a su promoción del culto fuera de Jerusalem. Cualquiera
que haya leído los libros de Samuel puede apreciar la ironía cuando se le dice
a Jeroboam que no había sido como “mi siervo David,
que guardó mis mandamientos y me siguió con todo su corazón, haciendo sólo lo
que considero recto”(1 Reyes 14:8).
La ambigüedad moral que enriqueció el retrato de David en los primeros libros
se ha perdido aquí. Ahijah profetiza la destrucción del reino del norte y el
exilio de su gente “más allá del Éufrates”
debido al pecado de Jeroboam(14:15-16). En
este punto, la historia del Deuteronomista tiende a reducirlo todo a una causa
y se hace simplista. Se puede realizar un análisis más complejo y convincente
de los problemas del norte de Israel en los profetas del siglo octavo.
Todos los reyes de Judá no lo hicieron mucho mejor que los
del reino del Norte según el juicio del Deuteronomista. Rehoboam desiste
inicialmente de pelear contra Jeroboam debido a las palabras de un profeta(12:24). Aunque se nos informa posteriormente que
hubo guerra continua entre Rehoboam y Jeroboam(14:30),
que continuó a lo largo de los reinados de sus sucesores inmediatos. El
Deuteronomista se mueve rápidamente a lo largo de varios reinados. Aquí parece
como si los editores hubiesen adaptado una crónica que daba información básica
acerca de cada rey, e inserta juicios basados en el criterio del
Deuteronomista. La campaña del Faraón Shishak (14:25-26)
también es conocida por las fuentes Egipcias. Su inclusión aquí no tiene un fin
teológico, apoya más bien el punto de vista que los editores Deuteronómicos
tenían a mano antiguos anales. Los juicios editoriales sobre los reyes son un
tanto duros. Entre los primeros reyes, solo Asa de Judá obtiene una nota
positiva por suprimir algunas prácticas cultuales, aunque no suprimió los
altos. La sucesión de reyes Davídicos tiene lugar suavemente, de acuerdo con la
promesa divina. En el reino del norte, sin embargo, tiene lugar un golpe en la
segunda generación, en cumplimiento del juicio contra la casa de Jeroboam, y
otras dos generaciones más tarde, debido a que Baasha “caminó
por los caminos de Jeroboam”. Zimri, usurpa el trono y mata al hijo de
Baasha, reinando sólo siete días. La primera dinastía real en el norte de
Israel es establecida por Omri(16:16-17) en
el 885 a.C. aproximadamente.
Omri es el primer rey de Israel que deja huella en las
fuentes no-Bíblicas. La Estela de Moab, descubierta en 1868, habla del
conflicto entre Mesha rey de Moab, y Omri, quien dominó a Moab durante muchos
años aunque al final fue derrotado(ANET, 321).
La inscripción es remarcable por la similitud que muestra entre la religión de
Moab y la de Israel. Mesha actúa a petición de su dios Chemosh, igual que los
Israelitas actuaban a petición de su dios Yahvé. Lo más interesante es que
Mesha presume de haber acabado con todo hombre, mujer, y niño en Nebo, “pues los destruí en devoción (al dios) Ashtar-Chemosh”.
El hijo de Omri, Ahab, es mencionado en la Inscripción en el Monolito del rey
Asirio Shalmaneser por haber contribuido con dos mil carros y diez mil soldados
de infantería a una coalición Aramea que impidió un avance Asirio (ANET, 279). Los registros Asirios se refieren
continuamente a Israel como “la casa de Omri”
mucho después que los descendientes de Omri ya habían dejado de gobernar. Omri
y Ahab fueron reyes a tener en cuenta. Hay mucha más evidencia fuera de la
Biblia de su poder e influencia de la que hay respecto a Salomón.
Fue Omri quien compró y fortificó la colina de Samaria, que
siguió siendo la capital de Israel desde entonces. La arqueología ha demostrado
que fue una ciudad espléndida. La acrópolis real era un gran recinto
rectangular que ocupaba un área de cuatro acres, el tamaño de una ciudad típica
de la época. Estaba pavimentada y rodeada por un muro. Uno de los edificios de
la acrópolis contenía marfiles tallados, la colección más importante de arte
del antiguo Israel. La dinastía de los Omridas también construyó o expandió
Hazor y Meggido, y las fortificó con grandes murallas. Grandes y adornadas
columnas y capiteles al estilo proto-Aeolico, se han encontrado en Samaria,
Hazor, y Meggido.
El editor Deuteronómico del sur desestima a Omri: “Omri hizo lo que Yahvé detesta, actuando peor que cuantos
le precedieron”(16:26). Su hijo Ahab
aparece como un carácter más colorido: “No le bastó
con seguir los pecados de Jeroboan, hijo de Nabat, sino que, además, tomó por
mujer a Jezebel, hija de Ethbaal, rey de los sidonios”(16:31). La llegada de Ahab y Jezebel establece el
marco para una confrontación mayor entre los devotos de Yahvé y el culto a
Baal, y el primer debate mantenida sobre la profecía en la Biblia Hebrea.
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REFERENCIAS
Comentarios:
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10” New York: Doubleday, 2000. Comentario histórico y filológico.
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conciso.
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2001(169-205). Punto de vista Escéptico sobre el reinado de Salomón. Argumenta
que es posible que las ciudades atribuidas a Salomón fueron construidas en un
periodo posterior.
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Trata del estatus de Jerusalem en los siglos noveno y décimo a.C.
Knoppers, Gary N. “Two Nations
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Levenson, Jon D. “Sinai and
Zion: An Entry into the Jewish Bible”. Minneapolis: Winston,
1985(89-184). Lúcida exposición de la teología de Sión.
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