jueves, 2 de octubre de 2014

MIQUEAS, ELÍAS, Y ELISEO

MIQUEAS, ELÍAS Y ELISEO; LOS PROFETAS Y EL FIN DE LOS REINOS DE ISRAEL Y JUDÁ

1 Reyes 12 – 2 Ryes 25

Las narrativas en 1 Reyes 17-22 y 2 Reyes 1-9 están fuera de su contexto en los libros de los Reyes. Se apartan de las series analísticas de informes sobre los reinados de los reyes y ofrecen narrativas más desarrolladas en las que los caracteres centrales son profetas. Estos relatos probablemente circularon independientemente antes de ser incorporados en la Historia Deuteronómica. La mayoría de estos conciernen a Elijah y Elisha (Elías y Eliseo), los cuales probablemente circularon juntos. Estas son historias altamente legendarias. Aunque se refieren a personajes y eventos históricos conocidos, su carácter milagroso aconseja no tratarlos como fuentes históricas. Son sobretodo de interés por la luz que arrojan sobre el lugar de la profecía en la sociedad Israelita de los reinos divididos.

MICAIAH ben IMLAH
Una impresión de lo que puede ser llamado el contexto normal de la profecía en el antiguo Israel se puede obtener de la historia de Micaiah ben Imlah en 1 Reyes 22, uno de los relatos proféticos que no involucran a Elijah o Elisha. Este relato narra ostensiblemente la muerte del Rey Ahab. Inicialmente, no obstante, el rey de Israel no es identificado, aunque su contraparte, Jehoshaphat de Judá, es mencionado. Sólo en el v.22 se nos dice que el rey es supuestamente Ahab. Posteriormente, es de nuevo anónimo, hasta que el editor se refiere a “El resto de los hechos de Ahab” en v.39. La fórmula expresiva “Ahab reposó con sus antepasados” en v.40, no obstante, implicaría normalmente que su muerte fue normal. Parece, pues, que la historia se refería originalmente a un rey anónimo de Israel, que sólo de manera secundaria fue identificado con el gran Ahab.

El relato es establecido en un tiempo de buenas relaciones entre Israel y Judá, aunque en un tiempo de guerra intermitente entre Israel y Aram (Siria). Los reyes de Israel y Judá se ponen de acuerdo para lanzar una campaña contra la disputada ciudad de Ramot-Gilead. Antes de llevarla acabo el rey de Judá propone “consultar primero la palabra del Señor”. No se menciona a Baal aquí, como se podría esperar de otras narrativas referentes al reinado de Ahab. Se podría explicar esto por la participación del rey de Judá.

En orden a consultar al Señor, el rey de Israel reúne a cuatrocientos profetas. Un número similar de profetas participan en el palacio real en la historia de Elías. La mayoría de los profetas no eran individuos aislados, como se podría pensar por lo libros proféticos canónicos. Eran miembros de cofradías y operaban en grupos. El profeta que seguía su propio camino era la excepción. Una de las funciones de los profetas en el periodo temprano parece haber sido elevar el entusiasmo al comienzo de una campaña. Aquí los profetas realizan una campaña a favor del rey. No sólo afirman que ha de subir, y prometen que Dios le dará la victoria, sino que actúan simbólicamente representado la batalla. Uno de ellos el hijo de Zedekiah de Chenaanah, cuyo nombre indica que era un profeta de Yahvé, se hizo unos cuernos de hierro para ilustrar cómo el rey haría huir a sus enemigos. Todo esto tuvo lugar en la era a la entrada en la puerta de Samaria. Este era un espacio abierto como una especia de plaza, donde tenían lugar las asambleas públicas. Posteriormente, en los libros proféticos, encontramos oráculos contra las naciones proclamando maldiciones contra los enemigos de Israel. El mitin a la entrada de Samaria es el Sitz in Leben de estos oráculos.

Micaiah es identificado desde el comienzo como disidente. “Le detesto”, dice el rey, “pues nunca profetiza nada bueno para mí, sólo desastres”. Las simpatías personales y políticas tenían mucho que ver con el contenido de la profecía. El mensajero que fue a llamar a Micaiah es muy amable: “Los oráculos de los profetas son unánimemente favorables al rey. Que tu oráculo sea como el de cualquiera de ellos y sea favorable lo que anuncies”. Esto equivale a admitir que los profetas como grupo le dicen al rey lo que este quiere oír. Micaiah, inevitablemente, no lo hace así. Dice haber tenido una visión de todo Israel dispersado como ovejas sin pastor. Esto implica que el rey será muerto en combate.

El aspecto más interesante de este relato es como Micaiah explica su desacuerdo con los otros profetas. Se podría haber esperado que los acusara de conspirar, como de hecho lo habrían hecho a la luz del comentario del mensajero. Pero hacer esto habría creado mucho incredulidad en la profecía. Más bien, Micaiah informa de una extraordinaria visión que tuvo. Vio al Señor sentado en su trono. De acuerdo con una tendencia en la tradición Israelita, un ser humano no podía ver a Dios y seguir vivo(cf. Ex. 33:20). Micaiah, no obstante, representa una tradición que se puede ver también en Isaiah 6 y Ezekiel 1, en la cual los profetas afirman haber tenido visiones de Dios. Esta tradición está en la raíz del posterior desarrollo del misticismo Judío. No se puede pasar por alto la similitud entre el Señor, en su trono, rodeado de sus huestes, y los reyes de Israel y Judá en sus tronos en Samaria. Dios es imaginado a semejanza del ser humano, aunque más exaltado. El profeta tiene acceso a las deliberaciones del concejo Ceslestial. El Señor consulta a sus cortesanos, su pregunta es remarcable: “Quién engañará a Ahab para que suba y caiga en Ramoth-Gilead”? El Señor está conduciendo al rey al desastre, como lo había hecho con el faraón en el Éxodo, endureciendo su corazón. La solución la ofrece un “espíritu” que se compromete a ser el espíritu de mentira en las bocas de los profetas. Ya se vio en 1 Samuel cómo el Señor envió un espíritu malo al rey Saú. Aquí pone un espíritu de mentira en la boca de los profetas. Micaiah no niega que sus compañeros profetas estén inspirados. El problema es que el espíritu de inspiración es engañoso.

Los cuatrocientos profetas que profetizaron éxito al rey se basaban en su estado extático como evidencia de su inspiración. Pero la inspiración en sí era falsa, a quién había de creer el rey? Tanto él como Micaiah adoptan una actitud de esperar y ver. El rey no mata a Micaiah en el momento, como podría haberlo hecho, sino que lo encarcela, pendiente del resultado de la batalla. Micaiah acepta que si el rey vuelve del campo de batalla, “el Señor no ha hablado por mi boca”. En este evento, Micaiah es vindicado, aunque es demasiado tarde para que el rey pueda hacer algo por él.

La historia de Micaiah ben Imlah ilustra tanto la manera como operaba la profecía en la sociedad Israelita y los problemas inherentes en esto. Los profetas afirmaban hablar la palabra del Señor, y es esto lo que hacía que sus pronunciamientos fuesen poderosos. Pero algunas veces no se ponían de acuerdo y se contradecían mutuamente. Cómo, entonces, podía uno decidir quién estaba en lo cierto?  Finalmente, la única manera satisfactoria de saber si una profecía era correcta era esperar y ver, aunque esto podía ser demasiado tarde, como es al caso de Ahab. El rey habría sido mejor aconsejado de decidir si ir a la guerra de acuerdo con los méritos del caso: era esta una guerra necesaria como para arriesgar su vida participando en ella? El hecho que los profetas le dijeran que iba a tener éxito(o que sería muerto) no era suficientemente confiable como para ser el fundamento de su decisión.

ELÍAS
La figura de Elijah domina 1 Reyes 17-19, 21, y 2 Reyes 1-2. Los relatos acerca de Elijah están muy de cerca relacionados con los de Elisha. Cada profeta realiza un milagro en beneficio de una viuda haciendo que su reserva de aceite aumente (1 Rey. 17:8-16; 2 Rey. 4:1-7). Los dos resucitan a un niño ya fallecido(1 Rey. 17:17-24; 2 Rey. 4:18-37). Los relatos acerca de Elijah, sin embargo, reflejan un nivel más elevado de interés teológico que los de Elisha. Elijah polemiza contra el culto a Baal, y se alza como campeón de la justicia social, mientras que Elisha es más como un hacedor de milagros. Según esto, algunos estudiosos consideran los relatos sobre Elisha más antiguos que los de Elijah. Hay dudas acerca de la historicidad de Elijah. Su nombre significa “YHWH es mi dios”, y las historias que a él se refieren tienen obviamente significado simbólico. La historicidad de esos relatos no puede ser verificada en ningún caso. Son de interés principalmente por el cuadro que ofrecen de la vida y religión en el reino del norte de Israel.

Hasta qué punto esas historias fueron editadas por el Deuteronomista es algo que está en discusión. Los cargos contra Ahab en los capítulos 17-19 son que “siguió a los Baales”, no que siguió el camino pecaminoso de Jeroboam. Elijah ofrece un sacrificio en el Monte Carmelo, a pesar de la restricción Deuteronómica de sacrificar sólo en Jerusalem. Algunos llegan tan lejos como para sugerir que el ciclo de Elijah fue incorporado en 1 Reyes después de la edición Deuteronómica de la obra. Aunque los Deuteronomistas también condenan el culto a Baal, y el sacrificio en el Monte Carmelo era integral a la obra. En cualquier caso, las historias seguramente se originaron en el norte de Israel antes de la reforma de Josiah. Trozos de cerámica encontrados en Samaria demuestran que “Baal” era un elemento común en los nombres propios, lo que apoya el punto de vista que su culto estaba bien extendido. Queda claro según el profeta Hosea que el culto a Baal continuó floreciendo en el siglo octavo, hasta el fin del reino del norte. El caso más evidente de una inserción Deuteronómica se puede observar en el capítulo 19, cuando Elijah va a “Horeb la montaña de Dios” y toma el carácter de “un profeta como Moisés”(cf. Deut. 18:15).

El conflicto entre el culto a YHWH y el de Baal llega a su máximo en 1 Rey. 17 debido a una sequía, la cual Elijah interpreta como castigo a Ahab debido a su culto a Baal. Baal era un dios de la tormenta, “el que cabalga sobre las nubes”, y como tal se suponía era el que daba la lluvia que hacía posible la fertilidad y la vida. En el ciclo de los mitos de Baal en Ugarit, cuando Baal es tragado por la muerte la tierra se seca y los dioses se lamentan, “Baal está muerto, qué será de las gentes”? Cuando vuelve a la vida, “los cielos derraman aceite, en los ríos corre la miel”. En palabras del profeta Hosea, la disputa en Israel concernía a qué dios producía “el grano, el vino, y el aceite”, YHWH o Baal(cr. Hos. 2:8). Este es también el tema en los relatos de Elijah.

En 1 Reyes 17 Elijah realiza dos milagros que demuestran que es YHWH no Baal el que da la vida. Uno concierne la multiplicación del aceite y la comida. El segundo involucra la resurrección del niño fallecido. En cada caso Elijah enfatiza que actúa mediante el poder de YHWH. Las raíces del conflicto son aclaradas en el capítulo 18. Aquí se dice que Jezebel estaba asesinando a los profetas de YHWH. Mucha gente en el antiguo Israel probablemente no veía conflicto entre el culto a YHWH y Baal. Elijah aparece como zelote, negándose a tolerar el culto a ningún dios excepto YHWH. La historia sugiere que Jezebel puede también haber sido intolerante en su promoción de Baal. Estos conflictos entre cultos rivales eran relativamente raros en la antigüedad. El ejemplo mejor conocido antes de Elijah fue el intento del Faraón Akhenaten de promocionar el culto al dios sol Aten excluyendo a todos los demás dioses. El conflicto tuvo claras implicaciones políticas. Se nos dice que 450 profetas de Baal y cuatrocientos profetas de Asherah comían a la mesa de Jezebel (o sea, eran mantenidos por Jezebel; 18:19). El cuadro de un gran séquito de profetas en la corte real concuerda con el relato de Micaiah ben Imlah. Si el culto de Baal y Asherah requería semejante cortejo, había una razón práctica para excluir un número igual de profetas de YHWH. Desde la perspectiva del rey, Elijah es un “agitador de Israel” dado que está interfiriendo con la política real. Desde la perspectiva del profeta, es Ahab el que crea problemas a Israel mediante su política religiosa que causa la sequía y el desastre.

El enfrentamiento entre Elijah y los profetas de Baal es dramático. El reto que propone Elijah es que “el dios que responda con fuego es el verdadero Dios”. Los profetas de Baal usan varias técnicas para entrar en éxtasis. La práctica de hacerse heridas era también practicada en Israel por algunos profetas. Uno de los últimos pasajes en el corpus profético, Zac. 13:5-6, prevé un tiempo en el que la gente sentirá vergüenza de admitir que son profetas y lo negarán. “Y si alguien le dice: Y esas heridas que hay en tus manos?, responderá: las he recibido en casa de mis amigos”. Estas heridas eran evidentemente una señal de profecía. Elijah se burla de los profetas de Baal y sugiere que su dios está dormido. No todas las oraciones obtienen siempre respuesta. Los devotos de Baal sintieron presumiblemente que sus oraciones obtenían respuesta algunas veces, o de lo contrario no habían seguido rindiéndole culto. El relato bíblico es polémico, no está interesado en una justa representación de los oponentes. La manera como Elijah produce fuego, vertiendo agua sobre la ofrenda y en una zanja, hace suponer que algún truco(que involucraba líquido inflamable) tuvo lugar. Los magos en todo el mundo parecen realizar acciones milagrosas mediante juegos de manos. Aunque en verdad no se sabe si hay algún fundamento histórico para esta historia. El narrador quiere dar la impresión de la realización de una prueba decisiva, que demostraba sin duda alguna que YHWH era Dios. Elijah toma ventaja haciendo degollar a todos los profetas de Baal.

Elijah es guiado por la mano del Señor que le infunde fuerza y le capacita para correr más rápido que los carros del rey. Manifiesta un tipo de religión carismática, similar a la que se puede apreciar en algunas partes del libro de Jueces. La masacre de los profetas está en el espíritu de “herem”, el sacrificio total que era ordenado algunas veces en los libros de Josué y 1 Samuel, y del que presume el rey Moabita Mesha en su inscripción(comparar el juicio sobre el rey Ahab por salvar a Ben-hadad de Damasco en 1 Rey. 20:42). En la tradición posterior Elijah era recordado como un personaje con celo e incluso llegó a identificársele con Phinehas, el paradigmático zelote de Números 25. Esta disposición a sacrificar a los oponentes en el nombre de Dios es muy creíble en el contexto del siglo noveno a.C.(e incluso creíble en nuestro tiempo). Es difícilmente un ideal religioso a imitar en nuestro mundo moderno.

Otro aspecto del enfrentamiento de Elijah es preocupante. Él y los profetas de Baal se ponen de acuerdo en que “el dios que responda con fuego, ese es el Dios”. Pero es este un criterio adecuado para identificar a Dios? YHWH era originalmente adorado como un dios que se manifiesta en el fuego sobre una montaña. Las más tempranas teofanías, o manifestaciones, de YHWH son muy similares a las del dios Cananeo de la tormenta Baal. En la Biblia, no obstante, YHWH difiere de Baal sobretodo por su carácter ético. Esta diferencia no es aparente en el relato de Elijah en el Monte Carmelo en 1 Reyes 18.

Esta historia, sin embargo, es seguida inmediatamente por otra, en el capítulo 19, que sirve de correctivo, y que es al menos en parte la obra de un editor Deuteronómista. Elijah ha de huir de la ira de Jezebel, y se marcha hacia el sur, al desierto. Es milagrosamente alimentado en el desierto, como lo fue Israel durante el éxodo(este motivo es ya anticipado en 17:6, donde es alimentado por cuervos). Entonces se marcha durante cuarenta días y cuarenta noches a “Horeb la montaña de Dios” –el nombre de la montaña donde tuvo lugar la revelación según la tradición del Deuteronomio. Los cuarenta días y noches corresponden a los cuarenta años que pasaron los Israelitas en el desierto. El mismo tema es destacado en el Nuevo Testamento en referencia a las tentaciones de Jesús.

En la montaña Elijah tiene un experiencia similar a la de Moisés en Éxodo 33:21-23. A Moisés no se le permite ver la faz de Dios, aunque sí que pudo ver su espalda. Elijah no ve a Dios en forma humana, aunque sí que experimenta una teofanía. Dios, se nos dice, no estaba en el viento, el terremoto, o el fuego que eran las formas típicas de las teofanías, incluso en el relato de la revelación en el Monte Sinaí en Éxodo 19. Más bien, Dios estaba en “en el susurro de una brisa suave” (“en un sonido de completo silencio, o, Elijah oye la “voz” de este silencio”, es una traducción más difícil)(1 Reyes 19:12). Por supuesto, un sonido del silencio es una contradicción en los términos, aunque el punto que se quiere resaltar elocuentemente es que Dios no ha de ser confundido con las fuerzas de la naturaleza. La palabra traducida como “sonido” también significa “voz”. En la teología Deuteronómica, Israel en Horeb permanece al pie de la montaña mientras esta “ardía en llamas que llegaban hasta el mismo cielo, rodeada de tenebrosa nube y nubarrón. Yahvé os habló de en medio del fuego. Vosotros oíais rumor de palabras, pero no percibíais figura alguna, sino sólo una voz”(Deut. 4:11-12). La teofanía de Elijah en 1 Reyes 19 corrige la impresión que puede haber dado el capítulo 18, de Dios manifestándose primariamente en el fuego o en el poder de la naturaleza. Más bien, el Deuteronomista insiste en que Dios se manifiesta primariamente mediante la voz y las palabras de los mandamientos.

Pero aunque el Deuteronomista corrige la teología del relato tradicional relativizando la importancia del fuego, no corrige la ética de Elijah. La virtud de su zelo (asesino) es afirmada, y se le da una nueva misión, ungir al nuevo rey en Siria y ungir a Jehu como rey de Israel. De hecho es Elisha quien unge a Jehu, aunque Elisha deriva su autoridad de Elías. Como se puede observar en 2 Reyes, Jehu actúa con el mismo celo que Elijah a la hora de masacrar a los enemigos de YHWH. Elijah es también encargado de ungir a Elisha como su sucesor. No se le dice de ordenar al joven profeta, aunque echa sobre él su manto, lo que tiene el mismo efecto. El acto de ungir no ha de ser tomado literalmente. El punto esencial es que confiere la autoridad sobre Elisha y lo nombra para la tarea de profeta.

Una diferente clase de relato acerca de Elijah aparece en 1 Reyes 21. Aquí el tema no es el culto a Baal sino la injusticia social. Ahab quiere la viña de Naboth el Jezrelita, situada detrás de su palacio de verano. Se ofrece para comprarla, pero Naboth se niega, dado que es su herencia ancestral. Ahab se siente frustrado aunque Jezebel entra en acción. Inventa falsas acusaciones contra Naboth y hace que lo apedreen. Ahab toma posesión de la viña. La situación es reminiscente del incidente de David con Bathsheba. Aquí también un rey quiere algo que pertenece a otra persona, y termina recurriendo al asesinato para obtener lo que quiere. Aquí también el rey se ve enfrentado por un profeta. Hay, sin embargo, un marcado contraste entre como actúa Nathan y como lo hace Elijah. Nathan induce a David a condenarse a sí mismo apelando a valores que el rey compartía. Semejante apelación no era posible en el caso de Ahab. En cualquier caso, Elijah no intenta ganarse al rey, sino que pronuncia un juicio, o sea, una maldición, sobre Ahab y Jezebel. De hecho, el golpe que acabó con el linaje de Ahab no tuvo lugar durante su vida sino durante la de su hijo. El Deuteronomista explica esto diciendo que Ahab se humilló a sí mismo y le fue otorgado un respiro.

La confrontación entre Elijah y Ahab, no obstante, establece el patrón que a menudo aparece repetido en los libros de los profetas. Los profetas cuyos oráculos se conservan en esos libros son en la mayoría de los casos “alborotadores de Israel”(al menos hasta el exilio de Babilonia). Sus relaciones con los reyes de Israel y Judá son normalmente de enemistad. El tema de la viña de Naboth también es representativo de las preocupaciones de muchos de aquellos profetas, especialmente aquellos del siglo octavo a.C. Isaiah pronuncia maldiciones contra aquellos que “juntan casa con casa, y anexionan campo a campo”(Is. 5:8), y un tema similar domina el libro de Amos. No solo trata con la posesión de parcelas de terreno particulares sino del carácter de la sociedad Israelita y Judía, donde los dueños independientes de terrenos se veían cada más forzados en la servidumbre mientras la riqueza quedaba concentrada en manos de las clases superiores. Como Elijah, esos profetas insistieron en el culto a YHWH sólo, aunque también señalaron que el culto a YHWH entrañaba una dedicación a la justicia social.

El final de la carrera terrenal de Elijah es descrito en 2 Reyes 2. Su afinidad con Moisés queda reflejada en el incidente cuando divide las aguas del Jordán. Entonces es llevado al cielo en un carro de fuego. Elijah comparte con Enoch la distinción de ser llevado vivo al cielo (de Moisés se creía algunas veces haber sido elevado al cielo. Aunque se dice explícitamente que murió en Deut. 34:5-6, “nadie hasta hoy ha conocido su tumba”). Dado que Elijah no murió, se creía que vendría de regreso a la tierra “antes del día grande y terrible del Señor”(Mal. 4:5). Esta creencia está atestiguada en el libro de Malaquías por vez primera, en el 400 a.C. Estaba ya bien establecida durante el periodo Heleno, como se puede ver en Eclesiástico 48:10 y los Rollos del Mar Muerto(4Q558, y por alusión en 4Q521). Según el Nuevo Testamento(Marc. 9:11; Mat. 17:10), Elijah se supone vendrá antes que el Mesías. En Apocalipsis 11 uno de los dos testigos que aparecen antes del fin del tiempo está basado en Elijah(Tiene el poder de cerrar los cielos e impedir la lluvia). En la tradición Judía hay un lugar para Elijah en la Pascua como anticipación a su regreso.

ELISHA
Elisha hereda una doble porción del espíritu de Elías, y algunas de sus milagrosas acciones son similares a las de su mentor. Sin embargo, las carreras de los dos profetas son muy diferentes. Elisha no entra en conflicto con el culto a Baal, y nunca lucha por la justicia social como lo hizo Elijah en el caso de la viña de Naboth. Algunos de sus milagros son, en el mejor de los casos, amorales. Maldice a unos niños que se mofaban de él, unas osas se los comen(2 Reyes 2:23-25). Hace flotar en el agua un hacha de hierro(6:17). Profetiza que el Señor hará que los reyes de Israel y Judá arrasen Moab, aunque no hay ningún tema moral evidente entre manos. También descubre los planes secretos del rey de Aram y hace varios milagros para ayudar a los Israelitas en la batalla contra él. Estas historias se refieren a manifestaciones de poder sobrenatural con muy poca preocupación por temas morales.

Un rasgo notable de estos relatos es la manera como la gente cruza las fronteras estatales. Elijah había sido encargado de ungir a Hazael como rey de Aram en 1 Reyes 19. Elisha realiza el encargo, o al menos le dice a Hazael que el Señor ha dicho que él ha de ser rey (2 Reyes 8:13). No hay razón moral aparente para elegir a Hazael, quien se envalentona debido al profeta para asesinar al rey convaleciente, Ben-Hadad, y hará mucho daño a Israel. El encuentro con Hazael tiene lugar porque el rey quiere consultar a Elisha. La reputación del profeta como persona con acceso al conocimiento y poder sobrenatural trasciende los límites étnicos y cultuales. Hay varias situaciones en esas historias de gentes que buscan ayuda de los dioses de otros pueblos. Un rey de Israel, Ahaziah, consulta a Baal-zebub, el dios de Ekron (ciudad Filistea) en 2 Reyes 1, y es condenado por Elijah como resultado de esto. La historia más elaborada de una consulta a un dios de otro pueblo es el relato de Naaman el Sirio en 2 Reyes 5. En este caso, el relato alcanza su máximo en la confesión que “no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel”(2 Reyes 5:15). Al mismo tiempo, el relato muestra que la gente que no es Israelita puede beneficiarse del poder de YHWH(comparar la historia de Jesús y la mujer Cananea en Marc. 7:24-30).

Quizá el episodio más remarcable en estos capítulos se encuentre en 2 Reyes 3:26-27. Cuando el rey de Moab vio que estaba perdiendo la batalla con Israel, tomó a su primogénito, que había de sucederle en el trono, y lo ofreció como sacrificio en la muralla de la ciudad. Los sacrificios humanos también se daban en Israel, en circunstancias excepcionales(un ejemplo en 1 Reyes 16:34, donde Hiel de Bethel se dice sacrificó dos de sus hijos como ofrenda fundacional cuando reconstruyó Jericho). El punto extraordinario en el caso del rey de Moab es que el sacrificio fue eficaz, incluso cuando fue ofrecido a un dios pagano. “Una cólera inmensa” se desató sobre los Israelitas, que se retiraron. Es un caso raro donde la Biblia admite, al menos implícitamente, el poder de un dios pagano.

En todas las historias sobre Elisha, y en algunas de Elijah, la acción divina es reconocida especialmente por el poder sobrenatural en ella involucrado. Muestran poco interés por la moral que domina la mayor parte de la Biblia Hebrea. Aunque las historias son legendarias, y su historicidad no puede ser demostrada, ofrecen un fascinante cuadro de religión popular. La gente buscaba a dios y los santos cuando estaba enferma, o se encontraban frente a una crisis debida a la sequía, hambruna, pestilencia, o guerra. Cuando lo hacían se preocupaban más que nada por la reputación del dios o del santo para salvarles. Si el dios, o profeta, de un pueblo vecino tenía fama de poderoso, iban hacia él. Este tipo de religión popular no es muy comentada en la Biblia Hebrea, aunque estaba evidentemente bien viva en tiempos de Jesús, donde la misma mentalidad queda reflejada en los relatos de los milagros en los Evangelios.

EL GOLPE DE JEHU
La carrera de Elisha alcanza su máximo en 2 Reyes 9, en el relato del golpe de Jehu. La historia es memorable primariamente por su carácter sanguinario. El rey Ahaziah de Judá es asesinado igualmente que Joram de Israel. Jezebel encuentra su destino con cierta grandeza, se viste de gala para la ocasión. Su destino es horrible, no obstante. Es arrojada desde una ventana y los perros se comen su cuerpo. A lo largo de esta historia hay un interés en el cumplimiento de la profecía, en este caso la predicción de Elijah en 1 Reyes 21:23. El relato testifica el odio a Jezebel en los círculos que conservaban las historias de Elijah y Elisha. Incluso es más horrible la decapitación de los setenta hijos de Ahab a manos de los líderes de Samaria. Al final, Jehu mata a todos los que quedaron de la casa de Ahab y a todo aquel asociado con la casa real. También masacra a los familiares de Ahaziah de Judá, a los que encuentra en el camino. Finalmente, mata a todo aquel que adora a Baal en Samaria. Este baño de sangre está justificado “conforme a la palabra que Yahvé había comunicado a Elijah”(10:17). A la vista de cómo son justificadas las acciones de Jehu recurriendo a la profecía, parece bastante plausible que los relatos proféticos fueron editados en la corte de uno de sus descendientes(cuatro de sus descendientes reinaron en Samaria, y la dinastía duró cien años). El editor Deuteronomista añadió sólo una nota característica de reprobación: incluso aunque Jehú supuestamente prohibió el culto a Baal, aún caminó en los pecados de Jeroboam, manteniendo lugares de culto fuera de Jerusalem(2 Reyes 10:29). El “pecado de Jeroboam” no es citado en los relatos en 1 Reyes 172 Ryes 9.

Algunos preguntas acerca de la historicidad del golpe de Jehu han surgido debido a la inscripción de Tel Dan que menciona a la casa de David. La inscripción ha sido reconstruida como sigue: “Maté a Jehoram hijo de [Ahab] rey de Israel, y maté [Ahaz]iahu hijo de [Jehoram re]y de la Casa de David. Y dejé [sus ciudades en ruinas y dejé] sus tierras en [ruinas]”(Finkestein y Silberman, “The Bible Unearthed”, 201 si esta reconstrucción es correcta, parece que el rey Sirio responsable de la inscripción (probablemente Hazael) reclamaba las muertes de los Israelitas y reyes de Judá. Es posible que viese a Jehu como su instrumento, de manera que los relatos no son incompatibles. Hay que señalar que la inscripción es en su mayor parte una reconstrucción, y que las partes entre paréntesis son conjeturales. En cualquier caso, la cuestión de la historicidad no altera significativamente el tema moral que suscita la historia en 2 Reyes.

La dinastía de Jehu rivalizó con la de Omri en cuanto a longevidad. No llegó a alcanzar el mismo nivel de prosperidad, no obstante. Según 2 Reyes 10, el Señor comenzó a reducir el territorio de Israel, mediante el ostigamiento de Hazael de Damasco. Además, Jehu había seriamente roto las relaciones entre Israel y Fenicia al asesinar a Jezebel, y con Judá al asesinar a Ahaziah y sus parientes. Incluso en el norte de Israel, su intento de justificar su golpe sangriento no tuvo completo éxito. Unos cien años después, hacia finales de la dinastía de Jehu, el profeta Hosea anunció que Dios castigaría a la casa de Jehu por el baño de sangre de Jezreel. Este juicio no mostraba simpatía alguna hacia la casa de Omri, aunque reconocía que la manera como Jehu llevo acabo su golpe era digna de condena. Hay un juicio similar contra el imperio Asirio a cargo del profeta Isaiah(Isaías 10). Asiria, según el profeta, era “la vara de la ira de YHWH”. Sin embargo, era culpable por la manera arrogante en la que realizó el juicio divino.

EL FINAL DEL REINO DE ISRAEL
Después del relato del golpe de Jehu, la narrativa de 2 Reyes vuelve al formato de análisis de 1 Reyes(cita de los anales son también intercaladas en las narrativas proféticas, para ofrecer un marco cronológico). La sucesión de los reyes en Judá tuvo lugar normalmente de manera tranquila, debido a la fuerza de la dinastía Davídica. La única excepción se da en un gobernante supremo que fue una reina. Athaliah, madre del asesinado Ahaziah, tomó el trono en Judá(2 Reyes 11) y trató de acabar con todos los rivales. Aunque uno de los hijos de Ahaziah se salvó de la matanza. Después de siete años fue coronado rey en un golpe de palacio, y la reina fue ejecutada. Athaliah era nieta del rey Omri, de Israel (2 Reyes 8:26) y fue por lo tanto el único gobernante no-Davídico de Judá durante el periodo de la dinastía Davídica. Su sucesor, Jehoiada, destruyó un tempo de Baal. Se puede inferir que el culto a Baal había sido introducido en Jerusalem por la reina Omrida.

El periodo de la dinastía de Jehu en el norte de Israel(más o menos desde mediados del siglo noveno a.C. hasta mediados del octavo) fue turbulento debido a las guerras con Siria (Aram). El punto de máximo dominio Sirio tuvo lugar durante la última mitad del siglo noveno, cuando Hazael era rey en Damasco(este es el periodo reflejado en la inscripción de Tel Dan). La suerte de Israel mejoró durante el largo reinado de Jeroboam II(786-746 a.C.). Según 2 Reyes 14:25, Jeroboam restauró las fronteras de Israel, desde el Líbano hasta el Mar Muerto(el mar del Arabah). La afirmación en 14:28, sin embargo, que también “recuperó Damasco y Hamath” parece bastante improbable, y no está apoyada por ninguna otra evidencia. El profeta Amos se dice profetizó durante el reinado de Jeroboam, y sus oráculos arrojan una luz menos favorables sobre su reinado de la que se podría esperar de la breve nota en Reyes.

El reinado de Jeroboam fue paralelo en Judá al de Uzziah o Azariah, quien reinó cincuenta y dos años según 2 Reyes 15:1(La verdadera duración de su reinado es disputada, aunque duró más de cuarenta años). Uzziah vino a ser un leproso y hubo de ceder su trono a su hijo, Jotham. Ambos reyes parecen haber sido eclipsados por sus homólogos del norte. Una inscripción que identifica el lugar de reposo de los huesos de Uzziah ha sobrevivido(Miller and Haves, “History”, 310).

Después de la muerte de Jeroboam, hubo una rápida sucesión de gobernantes en el norte de Israel. Seis reyes gobernaron en el espacio de unos veinte años. Cuatro de ellos fueron asesinados. Zechariah, hijo de Jeroboam, fue asesinado después de unos meses en el trono, y su asesino, Shallum, sobrevivió sólo un mes. Menahem(745-737), hubo de tratar con un nuevo factor en la historia Israelita, la intrusión del Imperio Asirio. Menahem pagó un fuerte tributo al rey Asirio, Tiglath-pileser, y a cambio fue confirmado en el trono(2 Reyes 15:19). El rey Joash, padre de Jeroboam, ya había pagado tributo a Asiria a comienzos del siglo octavo, aunque la amenaza Asiria disminuyó en esa época. El poder Asirio era una mucho más seria amenaza en el 730 de lo que había sido sesenta años antes. El hijo de Menahem, Pekahiah, fue asesinado por un tal Pekah, hijo de Remaliah, mencionado en Isaías 7. La afirmación que Pekah reinó durante veinte años (15:28) ha de ser un error. Los historiadores modernos le acreditan un corto reinado de tres o cuatro años. Durante este reinado, Tiglath-pileser de Asiria capturó el territorio del norte de Israel, en Gilead, Galilea, y Naphtali, y llevó cautivos a Asiria(Damasco fue destruida en esta época). Poco después Pekah fue asesinado por Hoshea, el último rey de Israel. Gobernó nueve años, pagando tributo a Asiria, pero al final cometió el desastroso error de conspirar con Egipto y dejar de pagar el tributo. En el 722 Samaria fue destruida por los Asirios, y fue puesta bajo gobierno directo Asirio.

Hay numerosas inscripciones Asirias de este periodo que mencionan a menudo Israel. Desafortunadamente, no hay textos históricos referentes al rey Asirio Shalmaneser V, que gobernaba cuando se rebeló Hoshea. Sí hay inscripciones de su sucesor, Sargon II, que ofrecen información acerca de Israel después de su destrucción. Sargon informa que Samaria volvió a pagar tributo. Dice: “Sitié y conquisté Samaria, llevándome un botín de 27.290 habitantes”. “La ciudad la reconstruí mejor de lo que estaba antes del asedio y establecí allí gente de países que yo mismo había conquistado. Puse a uno de mis oficiales como gobernador sobre ellos y les impuse un tributo como es costumbre para los ciudadanos Asirios”(ANET, 284-85; Miller and Hayes, “History”, 338).

El relato en 2 Reyes 17:5-6, 24 está esencialmente en consonancia con esto, aunque es muy breve desde un punto de vista histórico. Quizá, no había crónica Israelita de esos eventos. Los Deuteronomistas que escribieron en el sur un siglo más tarde, estaban más que nada interesados en una explicación teológica de los eventos: “Esto sucedió porque los israelitas habían pecado contra Yahvé, su dios, que los había sacado de la tierra de Egipto, sustrayéndolos a la mano del faraón, rey de Egipto”(2 Reyes 17:7). El pueblo de Israel había pecado al dar culto a otros dioses y teniendo en los altos columnas y palos(Asheras). Sobretodo, “Jeroboan provocó que Israel se alejara de Yahvé y cometiera un grave pecado”(17:21) promoviendo el culto sacrificial fuera de Jerusalem. El desastre ya había sido anunciado por los profetas. Cualquier cosa que se piense de las prácticas cultuales en el norte de Israel, la explicación Deuteronomista de la destrucción de este reino es simplista. Hubo muchos otros factores involucrados, principalmente el expansionismo Asirio y su poder militar. Los problemas internos en Israel contribuyeron al problema, aunque estos también eran más complejos que el fallo en implementar la reforma de Josiah y la ley Deuteronómica.

El relato bíblico y los registros Asirios concuerdan en que gente de otros lugares fueron establecidas en Samaria. Según 2 Reyes 17, los nuevos colonos encontraron problemas (el Señor les envió leones) que atribuyen al dios del país, cuyo culto había sido olvidado. Así pues, un sacerdote de YHWH fue enviado de vuelta. Vivía en Bethel y enseñó al pueblo cómo habían de dar culto al Señor. Según 17:33, “Daban culto a Yahvé y servían a la vez a sus dioses, según las costumbres de las naciones de las que habían sido deportados”. Todo esto lleva directamente a la caracterización de la gente que vivía en Samaria cuando fue copilada la Historia Deuteronomista. A pesar de la admisión que adoraban al Señor además de a sus dioses extranjeros, los editores insisten: “No rinden culto a Yahvé y no siguen sus preceptos y sus ritos, la Doctrina y la Instrucción que Yahvé mandó a los hijos de Jacob”(17:34). O sea, su manera de dar culto al Señor no era satisfactoria. Desde el punto de vista de los editores Deuteronomistas, los nuevos habitantes de Samaria no eran descendientes legítimos del antiguo Israel, y no compartían el culto a Yahvé. Este juicio al pueblo de Samaria vendría a ser una fuente de conflicto después del exilio en Babilonia, en la época de Ezra y Nehemiah, y complicaría las relaciones entre Judíos y Samaritanos en el periodo del Segundo Templo y posteriormente.

JUDÁ EN LA CRISIS ASIRIA
En Judá, la época Asiria tuvo lugar durante el reinado Hezekiah, el primer rey que obtuvo la no-cualificada aprobación de los Deuteronomistas. Hezekiah llevó a cabo una reforma similar a la que posteriormente realizó Josiah. Eliminó los lugares altos, destruyó los pilares, y cortó los palos sagrados. Incluso destruyó la serpiente de bronce, Nehushtan, que supuestamente Moisés había hecho en el desierto(Núm. 21:6-9). Es difícil juzgar la amplitud de la reforma de Hezekiah, o hasta que punto tuvo lugar. Según 2 Reyes 18:1, Hezekiah comenzó a reinar en el tercer año de Hoshea, Samaria cayó en el año sexto de su reinado. Esto requeriría una fecha cercana al 727 a.C. para su ascenso al trono. Aunque la invasión de Sanaquerib, conocida por haber tenido lugar en el 701, se dice ocurrió en el año catorce de Hezekiah(18:13). Esto situaría su ascensión al trono en el 715. Además, se dice que tenía veinticinco años de edad cuando comenzó a reinar(18:2), aunque su padre, Ahaz, se dice murió a la edad de treinta y seis, por lo que tendría once años cuando nació Hezekiah! Alguna de estas fechas está evidentemente equivocada.

Se sabe por la arqueología que el tamaño de Jerusalem se expandió ampliamente durante el reinado de Hezekiah. Seguramente tuvo lugar un influjo de refugiados procedentes del norte. La supresión de los lugares altos puede ser entendida como parte de una estrategia de centralización y control del diezmo debido a la amenaza Asiria. Hay un relato mucho más elaborado acerca de las reformas de Hezekiah en 2 Crónicas 29-32, aunque el valor de Crónicas en tanto que fuente histórica es controversial.

Si de hecho Hezekiah intentó suprimir los altos y el culto a dioses extranjeros, tuvo poco éxito. Todos estos cultos florecían un siglo más tarde cuando Josiah realizó su reforma. Quizá tuvo lugar una recaída en tiempos del sucesor de Hezekiah, Manasseh, o puede ser que Hezekiah no fue muy estricto a la hora de realizar su reforma.

LA INVASIÓN DE SANAQUERIB
No es seguro si Hezekiah estaba ya en el trono cuanto tuvo lugar la destrucción de Samaria. Jerusalem pudo evitar la destrucción esta vez, quizá debido al pago del correspondiente tributo. Sargón II repobló Samaria y afirma en una inscripción que “subyugó al país de Judá que está muy lejos” (ANET, 287). La principal narrativa en 2 Reyes trata de eventos que tuvieron lugar después de la muerte de Sargón en el 705 a.C. Hezekiah había hecho preparativos para rebelarse. Estos incluían la construcción del túnel de Siloam, para traer agua desde la fuente de Gihon a un lugar más seguro(la construcción del túnel es mencionada en una famosa inscripción, ANET, 321). También realizó una alianza con otros reyes de la zona. Inevitablemente, los rebeldes confiaban mucho en el apoyo Egipcio. El nuevo rey Asirio, Sanaquerib, tuvo que sofocar rebeliones en varias zonas, incluyendo Babilonia, pero en el 701 puso su atención en Siria-Palestina. La campaña es descrita en sus inscripciones(ANET, 287-88) y en 2 Reyes 18-19. El relato en Reyes es repetido en Isaiah 36-37. El primer parágrafo del relato en Reyes(2 Reyes 18:13-16), donde Sanaquerib describe sus tratos con Hezekiah, no se encuentra en Isaiah.

El tributo incluía treinta talentos de oro, ochocientos talentos de plata, y las hijas de Hezekiah, concubinas, y músicos/as. El relato bíblico dice que Hezekiah pagó treinta talentos de plata(2 Reyes 18:14)(los registros Asirios son jactanciosos con tendencia a exagerar). Aunque el relato  bíblico dice que Hezekiah le dio a los Asirios toda la plata que había en la casa del Señor y en su palacio, y que desmontó el oro de las puertas y jambas del Templo. Hay, pues, una correspondencia razonable entre el relato Asirio y 2 Reyes 18:14-16. Los registros Asirios también confirman que Hezekiah no fue ni muerto ni depuesto, y Jerusalem no fue destruida.

El relato bíblico continúa con una narrativa pintoresca y problemática. Los emisarios Asirios llegan a Jerusalem desde Lachish y se mofan del rey. Su discurso es seguramente una composición Judía, probablemente Deuteronómica, aunque arroja luz sobre las percepciones antiguas de la guerra. La lucha entre naciones es una lucha entre sus dioses. El poder del dios de Asiria se hace evidente por la derrota de una larga lista de naciones, incluyendo el Israel del norte. Estos pueblos, sin embargo, pueden explicar el curso de los eventos de manera diferente. Los Israelitas podía decir que su Dios estaba enfadado y no les defendía. Era difícil, no obstante, refutar la afirmación Asiria que su Dios no era capaz de liberarlos. Además, los Asirios argumentan que Yahvé quizá estaba descontento con Hezekiah por haber destruido los lugares altos. Los Deuteronomistas afirmaban lo contrario. Era verdad que los Judíos tenían poca esperanza fuera de la intervención divina. Egipto era una caña rota, siempre incitaba a los pequeños estados en Siria-Palestina a resistir a los poderes Mesopotamios, aunque nunca hicieron nada para ayudarles en la práctica. Hezekiah no tenía el poder militar para enfrentarse a los Asirios.

Dos otros rasgos del discurso Asirio son importantes. Primero, el Arameo era ya el lenguaje común en el Cercano Oriente, y los oficiales de Hezekiah podían hablarlo. Segundo, la apelación Asiria a los soldados de Judá muestra una fina ironía: promete llevarlos a “una tierra como la vuestra, tierra de trigo y mosto, de pan y de vino, de aceite y de miel, para que viváis y no muráis”(2 Reyes 18:32). Sin duda, esta es una visión optimista del exilio Asirio! Una elección similar entre la vida y la muerte es presentada al pueblo durante la crisis Babilonia un siglo después, en Jer. 21:8-9, otro pasaje probablemente editado por el Deuteronomista.

De cara a la humillación y el desastre, Hezekiah consulta al profeta Isaiah. Esta es una rara mención de un profeta canónico en los libros históricos(Jonah es mencionado brevemente en 2 Reyes 14:25). Dado que este material se repite en el libro de Isaiah, hay que discutir la respuesta de Isaiah en este contexto, a la luz de toda la carrera de Isaiah. De momento es suficiente señalar que Isaiah le dice al rey que no tenga miedo, y predice que Dios liberará a Jerusalem por causa de su siervo David. Hay que señalar que el profeta también dice que los Judíos tendrán que comer “lo que rebrote, lo que nazca de sí al año siguiente. Al año tercero sembrad y segad”.

La manera como se realiza la liberación es milagrosa. El ángel del Señor acabó con 185.000 en el campamento Asirio. Sanaquerib no tuvo otra elección sino regresar a casa.

Es ciertamente sorprendente que Sanaquerib no destruyese Jerusalem. Hay varias explicaciones posibles. Una epidemia en el campamento Asirio puede haber dado lugar a la tradición que el ángel del Señor intervino. Hay un informe en Herodoto(2.141) de que el ejército Asirio fue devastado por una plaga de ratones en la frontera de Egipto, aunque el informe de Herodoto es también bastante fantástico y no inspira mucha confianza. Según 2 Reyes 19:9, Sanaquerib tuvo noticias de que el “Rey Tirhakah de Etiopía” había salido a su encuentro(Tirhakah se convirtió en faraón de Egipto sólo cerca del 690 a.C., aunque fue general el ejército Egipcio bastante antes de esto). Sanaquerib proclamó la victoria en esta batalla(ANET, 287), aunque la victoria puede haber sido mucho menos decisiva de lo que afirmaba. Otra posibilidad la sugiere las palabras de Isaiah en 2 Reyes 19:7: “Infundiré en él un espíritu que le hará oír ciertos rumores, y entonces se volverá a su tierra”. Sin duda, Sanaquerib podría haber conquistado Jerusalem aunque le habría llevado tiempo. Quizá tenía asuntos urgentes pendientes en su país. Una oportuna sumisión de Hezekiah pueda haber salvado la ciudad y su propia vida.

El relato en 2 Reyes, sin embargo, presenta dos diferentes resultados del episodio. En el primero, Hezekiah tiene que quitar el oro del templo para pagar a los Asirios. En el segundo, el ejército Asirio es devastado y regresa a casa derrotado. Algunos estudiosos han argumentado que Sanaquerib invadió Judá dos veces. La mención de Tirhakah como rey, lo que tuvo lugar en el 690 a.C., apoya en cierto sentido este punto de vista, aunque no lo suficiente. No hay otra evidencia arqueológica o histórica de una segunda campaña. Así es más probable que tengamos dos informes del mismo incidente, desde diferentes puntos de vista.

No hay duda que Judá fue puesto de rodillas por los Asirios. Para los habitantes en Jerusalem, no obstante, el punto más importante era que la ciudad no había sido destruida. Esta inesperada liberación es celebrada en el relato sobre el ángel del Señor. Contribuyó al mito de la inviolabilidad de Sión, que está conectado con la ideología del templo. Según Salmo 46:5, “Dios está en medio de la ciudad, no vacila, Dios la socorre al despuntar el alba”. Salmo 48 cuenta cómo los reyes que vinieron contra Jerusalem fueron presa del pánico y huyeron. Es posible que esos Salmos estuviesen inspirados por el hecho que Sanaquerib no destruyó Jerusalem. Más probable, la creencia que la ciudad estaba protegida por Yahvé era más antigua, aunque fue reforzada por esta liberación. Un siglo más tarde, la confianza inspirada por este mito demostró ser falsa cuando los Babilonios destruyeron la ciudad.

EL FIN DEL REINO DE JUDÁ
El “buen” rey Hezekiah es seguido en 2 Reyes 21 por Manasseh, quien reinó cincuenta y cinco años e hizo “estos actos abominables, superando todo el mal que cometieron los Amorreos antes de él”(21:11). Manasseh hace todo lo que el Deuteronomista desaprueba, restaurando los lugares altos que Hezekiah había destruido, erigiendo altares a Baal, e incluso haciendo “pasar por el fuego” a sus hijos como ofrenda. También se dice que practicó la adivinación y trató con médiums. Cuán tradicionales eran esas prácticas en Judá, y hasta dónde fueron introducidas por Manasseh bajo la influencia Asiria, es algo en lo que no hay acuerdo. Al menos los altos y el culto a Baal eran tradicionales, aunque el culto a Baal no estaba tan extendido en Judá como lo estaba en el norte de Israel. El Deuteronomista pinta a Manasseh en colores estridentes, en parte para explicar por qué había tanto abuso cuando Josiah subió al trono, y en parte para explicar el destino que cayó sobre Judá, a pesar de las reformas de Hezekiah y Josiah. Según 21:10-15, es debido a los pecados del Manasseh que el Señor resuelve destruir Jerusalem.

El relato de las reformas de Josiah en conexión con el libro del Deuteronomio ofrece indirectamente un vívido cuadro de la religión en Judá antes de la reforma, con un culto a Baal y Asherah muy extendido. Las reformas representan el punto máximo de la Historia Deuteronómica. La primera edición de la obra fue probablemente promulgada durante el reinado de Josiah. Se podría esperar que la reforma le otorgaría a Judah un respiro a los ojos del Señor, pero no es esto lo que ocurrió. Cuando el faraón va a encontrarse con el rey de Asiria en el Éufrates, Josiah va a encontrarse con él en Megiddo, y, se nos cuenta, que el faraón lo asesinó. El relato paralelo en 2 Crónicas 35:20-24 deja claro que Josiah fue a luchar contra el faraón, aunque no está claro por qué hizo esto. Las Crónicas explican que Josiah fue muerto por arqueros en la batalla. El relato en Reyes es ambiguo. El faraón puede haber hecho ejecutar a Josiah por cualquier razón. En cualquier caso, la muerte prematura del rey reformador confunde las expectativas de la teología Deuteronómica. Los editores, sin embargo, ofrecen una explicación. En 2 Reyes 22:20 el Señor le dice a Josiah: “Te reuniré con tus antepasados y serás enterrado en paz en tu sepulcro; tus ojos no verán todo el desastre que yo acarrearé sobre este lugar”. Josiah se salvará de la destrucción de Jerusalem por los Babilonios. El problema con esta explicación es que la muerte a manos del faraón no fue de ninguna manera una muerte pacífica.

Año 7, mes de Kislimu: El rey de Akkad dirigió su ejército hacia el país de Haddi, sitió la ciudad de Judah, y el rey tomó la ciudad  el segundo día del mes de Addaru. Puso en ella un(nuevo) rey de su gusto, tomó un gran botín y lo llevó a Babilonia”(Crónica Babilonia, trad. A. Leo Oppenheim, ANET, 564).

El relato de la destrucción de Jerusalem es bastante escueto. Babilonia ahora reemplaza a Asiria como poder invasor, bajo el liderazgo de Nabucodonosor II. El hijo de Josiah Jehoiakim se sometió durante un tiempo, pero terminó rebelándose. Murió antes que pudiera haber sido castigado. Su hijo Johoiachin se rindió pronto, y fue llevado prisionero a Babilonia en el 597 a.C., junto con miles de gente de clase alta de la sociedad Judía. El tío de Jehoiachin, Zedekiah, fue hecho rey en su lugar. Sirvió a Babilonia durante un tiempo, pero al final sucumbió a la tentación de rebelarse. Su castigo fue brutal. Sus hijos fueron muertos ante sus ojos, y le sacaron sus ojos. Jerusalem fue destruida y el templo quemado. Los Babilonios supuestamente se llevaron al exilio “al resto de la población” excepto algunos de los más pobres, que se quedaron “para cultivar las viñas y los campos”(25:12).

La explicación Deuteronómica de estos desastrosos eventos es simple, incluso simplista: “Esto le ocurrió a Judá por orden de Yahvé, que la echó de su presencia por los pecados cometidos por Manasseh”, (24:3). La asunción es que el curso de la historia está controlado por Yahvé, cualquier cosa que ocurra refleja su voluntad. Aunque también se asume que el curso de la historia está determinado por la conducta de Israel y Judá. La política Babilonia y del Cercano Oriente no cuentan. Es debido al mérito de esta explicación que los Judíos buscaron en ellos mismos las causas de sus desgracias, en lugar de sentirse víctimas de la historia. Finalmente, esta explicación de la historia demostró no ser satisfactoria. Culpaba demasiado a las víctimas. Algunas de las voces más creativas y poderosas en la Biblia Hebrea(el profeta llamado Segundo Isaías, Job) pondrán en duda y minarán esta teología de la historia.

La Historia Deuteronómica, no obstante, termina con una nota positiva. Después de treinta y siete años de exilio, el Rey Jehoiachin fue puesto en libertad y tratado con respeto por el rey de Babilonia. La vida continúa. Los exiliados Judíos regresarán a Jerusalem. La destrucción de Israel y Judá establecerá la base para la emergencia del Judaísmo como religión mundial.
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REFERENCIAS
Cogan, Mordechai, and Hayim Tadmor. “II Kings. AB 11”. New York: Doubleday, 1988. Buen comentario histórico y filológico.

Fritz, Vokmar. “1 y 2 Kings”. Trad. A. Hagedron. Minnepolis: Fortress Press, 2003. Comentario Académico que pone énfasis en los detalles históricos y geográficos.

Hobbs, T.R. “2 Kings. WBC 12”. Waco, Tex.: Word, 1985. Buena discusión literaria e histórica”.

Long, Burke O. “2 Kings. FOTL 10”. Grand Rapids: Eerdmans, 1991. Comentario Crítico. Clarifica la estructura literaria.

Finkelstein, Israel, and Neil Asher Silberman. “The Bible Unearthed: Archaeology´s New Vision of Ancient Israel and the Origino f Its Sacred Texts”. New York: Free Press, 2001(206-25, 229-959. Información arqueológica actualizada.

Sweeney, Marvin A. King. “Josiah of Judah: The Lost Messiah of Israel”. New York: Oxford Univ. Press, 2001. Un intento especulativo en reconstruir los objetivos de Josiah, basándose en las fuentes proféticas y 2 Reyes.                       


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