MIQUEAS, ELÍAS Y ELISEO; LOS
PROFETAS Y EL FIN DE LOS REINOS DE ISRAEL Y JUDÁ
1 Reyes 12 – 2 Ryes 25
Las narrativas en 1 Reyes 17-22
y 2 Reyes 1-9 están fuera de su contexto en
los libros de los Reyes. Se apartan de las series analísticas de informes sobre
los reinados de los reyes y ofrecen narrativas más desarrolladas en las que los
caracteres centrales son profetas. Estos relatos probablemente circularon
independientemente antes de ser incorporados en la Historia Deuteronómica. La
mayoría de estos conciernen a Elijah y Elisha (Elías y Eliseo), los cuales
probablemente circularon juntos. Estas son historias altamente legendarias.
Aunque se refieren a personajes y eventos históricos conocidos, su carácter
milagroso aconseja no tratarlos como fuentes históricas. Son sobretodo de
interés por la luz que arrojan sobre el lugar de la profecía en la sociedad
Israelita de los reinos divididos.
MICAIAH ben IMLAH
Una impresión de lo que puede ser llamado el contexto normal
de la profecía en el antiguo Israel se puede obtener de la historia de Micaiah
ben Imlah en 1 Reyes 22, uno de los relatos
proféticos que no involucran a Elijah o Elisha. Este relato narra
ostensiblemente la muerte del Rey Ahab. Inicialmente, no obstante, el rey de
Israel no es identificado, aunque su contraparte, Jehoshaphat de Judá, es
mencionado. Sólo en el v.22 se nos dice que
el rey es supuestamente Ahab. Posteriormente, es de nuevo anónimo, hasta que el
editor se refiere a “El resto de los hechos de Ahab”
en v.39. La fórmula expresiva “Ahab reposó con sus antepasados” en v.40, no obstante, implicaría normalmente que su
muerte fue normal. Parece, pues, que la historia se refería originalmente a un
rey anónimo de Israel, que sólo de manera secundaria fue identificado con el
gran Ahab.
El relato es establecido en un tiempo de buenas relaciones
entre Israel y Judá, aunque en un tiempo de guerra intermitente entre Israel y
Aram (Siria). Los reyes de Israel y Judá se ponen de acuerdo para lanzar una
campaña contra la disputada ciudad de Ramot-Gilead. Antes de llevarla acabo el
rey de Judá propone “consultar primero la palabra del
Señor”. No se menciona a Baal aquí, como se podría esperar de otras
narrativas referentes al reinado de Ahab. Se podría explicar esto por la
participación del rey de Judá.
En orden a consultar al Señor, el rey de Israel reúne a
cuatrocientos profetas. Un número similar de profetas participan en el palacio
real en la historia de Elías. La mayoría de los profetas no eran individuos
aislados, como se podría pensar por lo libros proféticos canónicos. Eran
miembros de cofradías y operaban en grupos. El profeta que seguía su propio
camino era la excepción. Una de las funciones de los profetas en el periodo
temprano parece haber sido elevar el entusiasmo al comienzo de una campaña.
Aquí los profetas realizan una campaña a favor del rey. No sólo afirman que ha
de subir, y prometen que Dios le dará la victoria, sino que actúan
simbólicamente representado la batalla. Uno de ellos el hijo de Zedekiah de
Chenaanah, cuyo nombre indica que era un profeta de Yahvé, se hizo unos cuernos
de hierro para ilustrar cómo el rey haría huir a sus enemigos. Todo esto tuvo
lugar en la era a la entrada en la puerta de Samaria. Este era un espacio
abierto como una especia de plaza, donde tenían lugar las asambleas públicas.
Posteriormente, en los libros proféticos, encontramos oráculos contra las
naciones proclamando maldiciones contra los enemigos de Israel. El mitin a la
entrada de Samaria es el Sitz in Leben de
estos oráculos.
Micaiah es identificado desde el comienzo como disidente. “Le detesto”, dice el rey, “pues
nunca profetiza nada bueno para mí, sólo desastres”. Las simpatías
personales y políticas tenían mucho que ver con el contenido de la profecía. El
mensajero que fue a llamar a Micaiah es muy amable: “Los
oráculos de los profetas son unánimemente favorables al rey. Que tu oráculo sea
como el de cualquiera de ellos y sea favorable lo que anuncies”. Esto
equivale a admitir que los profetas como grupo le dicen al rey lo que este
quiere oír. Micaiah, inevitablemente, no lo hace así. Dice haber tenido una
visión de todo Israel dispersado como ovejas sin pastor. Esto implica que el
rey será muerto en combate.
El aspecto más interesante de este relato es como Micaiah
explica su desacuerdo con los otros profetas. Se podría haber esperado que los
acusara de conspirar, como de hecho lo habrían hecho a la luz del comentario
del mensajero. Pero hacer esto habría creado mucho incredulidad en la profecía.
Más bien, Micaiah informa de una extraordinaria visión que tuvo. Vio al Señor
sentado en su trono. De acuerdo con una tendencia en la tradición Israelita, un
ser humano no podía ver a Dios y seguir vivo(cf. Ex.
33:20). Micaiah, no obstante, representa una tradición que se puede ver
también en Isaiah 6 y Ezekiel 1, en la cual los profetas afirman haber
tenido visiones de Dios. Esta tradición está en la raíz del posterior
desarrollo del misticismo Judío. No se puede pasar por alto la similitud entre
el Señor, en su trono, rodeado de sus huestes, y los reyes de Israel y Judá en
sus tronos en Samaria. Dios es imaginado a semejanza del ser humano, aunque más
exaltado. El profeta tiene acceso a las deliberaciones del concejo Ceslestial.
El Señor consulta a sus cortesanos, su pregunta es remarcable: “Quién engañará a Ahab para que suba y caiga en
Ramoth-Gilead”? El Señor está conduciendo al rey al desastre, como lo
había hecho con el faraón en el Éxodo, endureciendo su corazón. La solución la
ofrece un “espíritu” que se compromete a ser
el espíritu de mentira en las bocas de los profetas. Ya se vio en 1 Samuel cómo el Señor envió un espíritu malo al
rey Saú. Aquí pone un espíritu de mentira en la boca de los profetas. Micaiah
no niega que sus compañeros profetas estén inspirados. El problema es que el
espíritu de inspiración es engañoso.
Los cuatrocientos profetas que profetizaron éxito al rey se
basaban en su estado extático como evidencia de su inspiración. Pero la
inspiración en sí era falsa, a quién había de creer el rey? Tanto él como
Micaiah adoptan una actitud de esperar y ver. El rey no mata a Micaiah en el
momento, como podría haberlo hecho, sino que lo encarcela, pendiente del
resultado de la batalla. Micaiah acepta que si el rey vuelve del campo de
batalla, “el Señor no ha hablado por mi boca”.
En este evento, Micaiah es vindicado, aunque es demasiado tarde para que el rey
pueda hacer algo por él.
La historia de Micaiah ben Imlah ilustra tanto la manera
como operaba la profecía en la sociedad Israelita y los problemas inherentes en
esto. Los profetas afirmaban hablar la palabra del Señor, y es esto lo que
hacía que sus pronunciamientos fuesen poderosos. Pero algunas veces no se
ponían de acuerdo y se contradecían mutuamente. Cómo, entonces, podía uno
decidir quién estaba en lo cierto?
Finalmente, la única manera satisfactoria de saber si una profecía era
correcta era esperar y ver, aunque esto podía ser demasiado tarde, como es al
caso de Ahab. El rey habría sido mejor aconsejado de decidir si ir a la guerra
de acuerdo con los méritos del caso: era esta una guerra necesaria como para
arriesgar su vida participando en ella? El hecho que los profetas le dijeran
que iba a tener éxito(o que sería muerto) no era suficientemente confiable como
para ser el fundamento de su decisión.
ELÍAS
La figura de Elijah domina 1
Reyes 17-19, 21, y 2 Reyes 1-2. Los relatos acerca de Elijah están
muy de cerca relacionados con los de Elisha. Cada profeta realiza un milagro en
beneficio de una viuda haciendo que su reserva de aceite aumente (1 Rey. 17:8-16; 2 Rey. 4:1-7). Los dos resucitan a
un niño ya fallecido(1 Rey. 17:17-24; 2 Rey.
4:18-37). Los relatos acerca de Elijah, sin embargo, reflejan un nivel
más elevado de interés teológico que los de Elisha. Elijah polemiza contra el
culto a Baal, y se alza como campeón de la justicia social, mientras que Elisha
es más como un hacedor de milagros. Según esto, algunos estudiosos consideran
los relatos sobre Elisha más antiguos que los de Elijah. Hay dudas acerca de la
historicidad de Elijah. Su nombre significa “YHWH es
mi dios”, y las historias que a él se refieren tienen obviamente
significado simbólico. La historicidad de esos relatos no puede ser verificada
en ningún caso. Son de interés principalmente por el cuadro que ofrecen de la
vida y religión en el reino del norte de Israel.
Hasta qué punto esas historias fueron editadas por el
Deuteronomista es algo que está en discusión. Los cargos contra Ahab en los
capítulos 17-19 son que “siguió a los Baales”, no que siguió el camino
pecaminoso de Jeroboam. Elijah ofrece un sacrificio en el Monte Carmelo, a
pesar de la restricción Deuteronómica de sacrificar sólo en Jerusalem. Algunos
llegan tan lejos como para sugerir que el ciclo de Elijah fue incorporado en 1 Reyes después de la edición Deuteronómica de la
obra. Aunque los Deuteronomistas también condenan el culto a Baal, y el
sacrificio en el Monte Carmelo era integral a la obra. En cualquier caso, las
historias seguramente se originaron en el norte de Israel antes de la reforma
de Josiah. Trozos de cerámica encontrados en Samaria demuestran que “Baal” era
un elemento común en los nombres propios, lo que apoya el punto de vista que su
culto estaba bien extendido. Queda claro según el profeta Hosea que el culto a
Baal continuó floreciendo en el siglo octavo, hasta el fin del reino del norte.
El caso más evidente de una inserción Deuteronómica se puede observar en el capítulo 19, cuando Elijah va a “Horeb la montaña de Dios” y toma el carácter de “un profeta como Moisés”(cf. Deut. 18:15).
El conflicto entre el culto a YHWH y el de Baal llega a su
máximo en 1 Rey. 17 debido a una sequía, la
cual Elijah interpreta como castigo a Ahab debido a su culto a Baal. Baal era
un dios de la tormenta, “el que cabalga sobre las
nubes”, y como tal se suponía era el que daba la lluvia que hacía
posible la fertilidad y la vida. En el ciclo de los mitos de Baal en Ugarit,
cuando Baal es tragado por la muerte la tierra se seca y los dioses se
lamentan, “Baal está muerto, qué será de las gentes”?
Cuando vuelve a la vida, “los cielos derraman aceite,
en los ríos corre la miel”. En palabras del profeta Hosea, la disputa en
Israel concernía a qué dios producía “el grano, el
vino, y el aceite”, YHWH o Baal(cr. Hos. 2:8).
Este es también el tema en los relatos de Elijah.
En 1 Reyes 17 Elijah
realiza dos milagros que demuestran que es YHWH no Baal el que da la vida. Uno
concierne la multiplicación del aceite y la comida. El segundo involucra la
resurrección del niño fallecido. En cada caso Elijah enfatiza que actúa
mediante el poder de YHWH. Las raíces del conflicto son aclaradas en el capítulo 18. Aquí se dice que Jezebel estaba
asesinando a los profetas de YHWH. Mucha gente en el antiguo Israel
probablemente no veía conflicto entre el culto a YHWH y Baal. Elijah aparece
como zelote, negándose a tolerar el culto a ningún dios excepto YHWH. La
historia sugiere que Jezebel puede también haber sido intolerante en su
promoción de Baal. Estos conflictos entre cultos rivales eran relativamente
raros en la antigüedad. El ejemplo mejor conocido antes de Elijah fue el intento
del Faraón Akhenaten de promocionar el culto al dios sol Aten excluyendo a
todos los demás dioses. El conflicto tuvo claras implicaciones políticas. Se
nos dice que 450 profetas de Baal y cuatrocientos profetas de Asherah comían a
la mesa de Jezebel (o sea, eran mantenidos por Jezebel; 18:19). El cuadro de un gran séquito de profetas en la corte
real concuerda con el relato de Micaiah ben Imlah. Si el culto de Baal y
Asherah requería semejante cortejo, había una razón práctica para excluir un
número igual de profetas de YHWH. Desde la perspectiva del rey, Elijah es un
“agitador de Israel” dado que está interfiriendo con la política real. Desde la
perspectiva del profeta, es Ahab el que crea problemas a Israel mediante su
política religiosa que causa la sequía y el desastre.
El enfrentamiento entre Elijah y los profetas de Baal es
dramático. El reto que propone Elijah es que “el dios
que responda con fuego es el verdadero Dios”. Los profetas de Baal usan
varias técnicas para entrar en éxtasis. La práctica de hacerse heridas era
también practicada en Israel por algunos profetas. Uno de los últimos pasajes
en el corpus profético, Zac. 13:5-6, prevé
un tiempo en el que la gente sentirá vergüenza de admitir que son profetas y lo
negarán. “Y si alguien le dice: Y esas heridas que
hay en tus manos?, responderá: las he recibido en casa de mis amigos”.
Estas heridas eran evidentemente una señal de profecía. Elijah se burla de los
profetas de Baal y sugiere que su dios está dormido. No todas las oraciones
obtienen siempre respuesta. Los devotos de Baal sintieron presumiblemente que
sus oraciones obtenían respuesta algunas veces, o de lo contrario no habían
seguido rindiéndole culto. El relato bíblico es polémico, no está interesado en
una justa representación de los oponentes. La manera como Elijah produce fuego,
vertiendo agua sobre la ofrenda y en una zanja, hace suponer que algún
truco(que involucraba líquido inflamable) tuvo lugar. Los magos en todo el
mundo parecen realizar acciones milagrosas mediante juegos de manos. Aunque en
verdad no se sabe si hay algún fundamento histórico para esta historia. El
narrador quiere dar la impresión de la realización de una prueba decisiva, que
demostraba sin duda alguna que YHWH era Dios. Elijah toma ventaja haciendo
degollar a todos los profetas de Baal.
Elijah es guiado por la mano del Señor que le infunde fuerza
y le capacita para correr más rápido que los carros del rey. Manifiesta un tipo
de religión carismática, similar a la que se puede apreciar en algunas partes
del libro de Jueces. La masacre de los profetas está en el espíritu de “herem”, el sacrificio total que era ordenado
algunas veces en los libros de Josué y 1 Samuel, y del que presume el rey
Moabita Mesha en su inscripción(comparar el juicio sobre el rey Ahab por salvar
a Ben-hadad de Damasco en 1 Rey. 20:42). En
la tradición posterior Elijah era recordado como un personaje con celo e
incluso llegó a identificársele con Phinehas, el paradigmático zelote de Números 25. Esta disposición a sacrificar a los
oponentes en el nombre de Dios es muy creíble en el contexto del siglo noveno
a.C.(e incluso creíble en nuestro tiempo). Es difícilmente un ideal religioso a
imitar en nuestro mundo moderno.
Otro aspecto del enfrentamiento de Elijah es preocupante. Él
y los profetas de Baal se ponen de acuerdo en que “el
dios que responda con fuego, ese es el Dios”. Pero es este un criterio
adecuado para identificar a Dios? YHWH era originalmente adorado como un dios
que se manifiesta en el fuego sobre una montaña. Las más tempranas teofanías, o
manifestaciones, de YHWH son muy similares a las del dios Cananeo de la
tormenta Baal. En la Biblia, no obstante, YHWH difiere de Baal sobretodo por su
carácter ético. Esta diferencia no es aparente en el relato de Elijah en el
Monte Carmelo en 1 Reyes 18.
Esta historia, sin embargo, es seguida inmediatamente por
otra, en el capítulo 19, que sirve de
correctivo, y que es al menos en parte la obra de un editor Deuteronómista.
Elijah ha de huir de la ira de Jezebel, y se marcha hacia el sur, al desierto.
Es milagrosamente alimentado en el desierto, como lo fue Israel durante el
éxodo(este motivo es ya anticipado en 17:6,
donde es alimentado por cuervos). Entonces se marcha durante cuarenta días y
cuarenta noches a “Horeb la montaña de Dios”
–el nombre de la montaña donde tuvo lugar la revelación según la tradición del
Deuteronomio. Los cuarenta días y noches corresponden a los cuarenta años que
pasaron los Israelitas en el desierto. El mismo tema es destacado en el Nuevo
Testamento en referencia a las tentaciones de Jesús.
En la montaña Elijah tiene un experiencia similar a la de
Moisés en Éxodo 33:21-23. A Moisés no se le
permite ver la faz de Dios, aunque sí que pudo ver su espalda. Elijah no ve a
Dios en forma humana, aunque sí que experimenta una teofanía. Dios, se nos
dice, no estaba en el viento, el terremoto, o el fuego que eran las formas
típicas de las teofanías, incluso en el relato de la revelación en el Monte
Sinaí en Éxodo 19. Más bien, Dios estaba en
“en el susurro de una brisa suave” (“en un sonido de completo silencio, o, Elijah oye la “voz”
de este silencio”, es una traducción más difícil)(1 Reyes 19:12). Por supuesto, un sonido del
silencio es una contradicción en los términos, aunque el punto que se quiere
resaltar elocuentemente es que Dios no ha de ser confundido con las fuerzas de
la naturaleza. La palabra traducida como “sonido”
también significa “voz”. En la teología
Deuteronómica, Israel en Horeb permanece al pie de la montaña mientras esta “ardía en llamas que llegaban hasta el mismo cielo, rodeada
de tenebrosa nube y nubarrón. Yahvé os habló de en medio del fuego. Vosotros
oíais rumor de palabras, pero no percibíais figura alguna, sino sólo una voz”(Deut. 4:11-12). La teofanía de Elijah en 1 Reyes 19 corrige la impresión que puede haber
dado el capítulo 18, de Dios manifestándose
primariamente en el fuego o en el poder de la naturaleza. Más bien, el
Deuteronomista insiste en que Dios se manifiesta primariamente mediante la voz
y las palabras de los mandamientos.
Pero aunque el Deuteronomista corrige la teología del relato
tradicional relativizando la importancia del fuego, no corrige la ética de
Elijah. La virtud de su zelo (asesino) es afirmada, y se le da una nueva
misión, ungir al nuevo rey en Siria y ungir a Jehu como rey de Israel. De hecho
es Elisha quien unge a Jehu, aunque Elisha deriva su autoridad de Elías. Como
se puede observar en 2 Reyes, Jehu actúa con
el mismo celo que Elijah a la hora de masacrar a los enemigos de YHWH. Elijah
es también encargado de ungir a Elisha como su sucesor. No se le dice de
ordenar al joven profeta, aunque echa sobre él su manto, lo que tiene el mismo
efecto. El acto de ungir no ha de ser tomado literalmente. El punto esencial es
que confiere la autoridad sobre Elisha y lo nombra para la tarea de profeta.
Una diferente clase de relato acerca de Elijah aparece en 1 Reyes 21. Aquí el tema no es el culto a Baal
sino la injusticia social. Ahab quiere la viña de Naboth el Jezrelita, situada
detrás de su palacio de verano. Se ofrece para comprarla, pero Naboth se niega,
dado que es su herencia ancestral. Ahab se siente frustrado aunque Jezebel
entra en acción. Inventa falsas acusaciones contra Naboth y hace que lo
apedreen. Ahab toma posesión de la viña. La situación es reminiscente del
incidente de David con Bathsheba. Aquí también un rey quiere algo que pertenece
a otra persona, y termina recurriendo al asesinato para obtener lo que quiere.
Aquí también el rey se ve enfrentado por un profeta. Hay, sin embargo, un
marcado contraste entre como actúa Nathan y como lo hace Elijah. Nathan induce
a David a condenarse a sí mismo apelando a valores que el rey compartía.
Semejante apelación no era posible en el caso de Ahab. En cualquier caso,
Elijah no intenta ganarse al rey, sino que pronuncia un juicio, o sea, una
maldición, sobre Ahab y Jezebel. De hecho, el golpe que acabó con el linaje de
Ahab no tuvo lugar durante su vida sino durante la de su hijo. El
Deuteronomista explica esto diciendo que Ahab se humilló a sí mismo y le fue
otorgado un respiro.
La confrontación entre Elijah y Ahab, no obstante, establece
el patrón que a menudo aparece repetido en los libros de los profetas. Los
profetas cuyos oráculos se conservan en esos libros son en la mayoría de los
casos “alborotadores de Israel”(al menos hasta
el exilio de Babilonia). Sus relaciones con los reyes de Israel y Judá son
normalmente de enemistad. El tema de la viña de Naboth también es
representativo de las preocupaciones de muchos de aquellos profetas,
especialmente aquellos del siglo octavo a.C. Isaiah pronuncia maldiciones
contra aquellos que “juntan casa con casa, y
anexionan campo a campo”(Is. 5:8), y
un tema similar domina el libro de Amos. No solo trata con la posesión de
parcelas de terreno particulares sino del carácter de la sociedad Israelita y
Judía, donde los dueños independientes de terrenos se veían cada más forzados
en la servidumbre mientras la riqueza quedaba concentrada en manos de las
clases superiores. Como Elijah, esos profetas insistieron en el culto a YHWH
sólo, aunque también señalaron que el culto a YHWH entrañaba una dedicación a
la justicia social.
El final de la carrera terrenal de Elijah es descrito en 2 Reyes 2. Su afinidad con Moisés queda reflejada
en el incidente cuando divide las aguas del Jordán. Entonces es llevado al
cielo en un carro de fuego. Elijah comparte con Enoch la distinción de ser
llevado vivo al cielo (de Moisés se creía algunas veces haber sido elevado al
cielo. Aunque se dice explícitamente que murió en Deut.
34:5-6, “nadie hasta hoy ha conocido su tumba”).
Dado que Elijah no murió, se creía que vendría de regreso a la tierra “antes del día grande y terrible del Señor”(Mal. 4:5). Esta creencia está atestiguada en el
libro de Malaquías por vez primera, en el 400 a.C. Estaba ya bien establecida
durante el periodo Heleno, como se puede ver en Eclesiástico
48:10 y los Rollos del Mar Muerto(4Q558, y por alusión en 4Q521).
Según el Nuevo Testamento(Marc. 9:11; Mat. 17:10),
Elijah se supone vendrá antes que el Mesías. En Apocalipsis
11 uno de los dos testigos que aparecen antes del fin del tiempo está
basado en Elijah(Tiene el poder de cerrar los cielos e impedir la lluvia). En
la tradición Judía hay un lugar para Elijah en la Pascua como anticipación a su
regreso.
ELISHA
Elisha hereda una doble porción del espíritu de Elías, y
algunas de sus milagrosas acciones son similares a las de su mentor. Sin
embargo, las carreras de los dos profetas son muy diferentes. Elisha no entra
en conflicto con el culto a Baal, y nunca lucha por la justicia social como lo hizo
Elijah en el caso de la viña de Naboth. Algunos de sus milagros son, en el
mejor de los casos, amorales. Maldice a unos niños que se mofaban de él, unas
osas se los comen(2 Reyes 2:23-25). Hace
flotar en el agua un hacha de hierro(6:17).
Profetiza que el Señor hará que los reyes de Israel y Judá arrasen Moab, aunque
no hay ningún tema moral evidente entre manos. También descubre los planes
secretos del rey de Aram y hace varios milagros para ayudar a los Israelitas en
la batalla contra él. Estas historias se refieren a manifestaciones de poder
sobrenatural con muy poca preocupación por temas morales.
Un rasgo notable de estos relatos es la manera como la gente
cruza las fronteras estatales. Elijah había sido encargado de ungir a Hazael
como rey de Aram en 1 Reyes 19. Elisha
realiza el encargo, o al menos le dice a Hazael que el Señor ha dicho que él ha
de ser rey (2 Reyes 8:13). No hay razón
moral aparente para elegir a Hazael, quien se envalentona debido al profeta
para asesinar al rey convaleciente, Ben-Hadad, y hará mucho daño a Israel. El
encuentro con Hazael tiene lugar porque el rey quiere consultar a Elisha. La
reputación del profeta como persona con acceso al conocimiento y poder
sobrenatural trasciende los límites étnicos y cultuales. Hay varias situaciones
en esas historias de gentes que buscan ayuda de los dioses de otros pueblos. Un
rey de Israel, Ahaziah, consulta a Baal-zebub, el dios de Ekron (ciudad
Filistea) en 2 Reyes 1, y es condenado por
Elijah como resultado de esto. La historia más elaborada de una consulta a un
dios de otro pueblo es el relato de Naaman el Sirio en 2
Reyes 5. En este caso, el relato alcanza su máximo en la confesión que “no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel”(2 Reyes 5:15). Al mismo tiempo, el relato muestra
que la gente que no es Israelita puede beneficiarse del poder de YHWH(comparar
la historia de Jesús y la mujer Cananea en Marc.
7:24-30).
Quizá el episodio más remarcable en estos capítulos se
encuentre en 2 Reyes 3:26-27. Cuando el rey
de Moab vio que estaba perdiendo la batalla con Israel, tomó a su primogénito,
que había de sucederle en el trono, y lo ofreció como sacrificio en la muralla
de la ciudad. Los sacrificios humanos también se daban en Israel, en
circunstancias excepcionales(un ejemplo en 1 Reyes
16:34, donde Hiel de Bethel se dice sacrificó dos de sus hijos como
ofrenda fundacional cuando reconstruyó Jericho). El punto extraordinario en el
caso del rey de Moab es que el sacrificio fue eficaz, incluso cuando fue
ofrecido a un dios pagano. “Una cólera inmensa” se
desató sobre los Israelitas, que se retiraron. Es un caso raro donde la
Biblia admite, al menos implícitamente, el poder de un dios pagano.
En todas las historias sobre Elisha, y en algunas de Elijah,
la acción divina es reconocida especialmente por el poder sobrenatural en ella
involucrado. Muestran poco interés por la moral que domina la mayor parte de la
Biblia Hebrea. Aunque las historias son legendarias, y su historicidad no puede
ser demostrada, ofrecen un fascinante cuadro de religión popular. La gente
buscaba a dios y los santos cuando estaba enferma, o se encontraban frente a
una crisis debida a la sequía, hambruna, pestilencia, o guerra. Cuando lo
hacían se preocupaban más que nada por la reputación del dios o del santo para
salvarles. Si el dios, o profeta, de un pueblo vecino tenía fama de poderoso,
iban hacia él. Este tipo de religión popular no es muy comentada en la Biblia
Hebrea, aunque estaba evidentemente bien viva en tiempos de Jesús, donde la
misma mentalidad queda reflejada en los relatos de los milagros en los
Evangelios.
EL GOLPE DE JEHU
La carrera de Elisha alcanza su máximo en 2 Reyes 9, en el relato del golpe de Jehu. La
historia es memorable primariamente por su carácter sanguinario. El rey Ahaziah
de Judá es asesinado igualmente que Joram de Israel. Jezebel encuentra su
destino con cierta grandeza, se viste de gala para la ocasión. Su destino es
horrible, no obstante. Es arrojada desde una ventana y los perros se comen su
cuerpo. A lo largo de esta historia hay un interés en el cumplimiento de la
profecía, en este caso la predicción de Elijah en 1
Reyes 21:23. El relato testifica el odio a Jezebel en los círculos que
conservaban las historias de Elijah y Elisha. Incluso es más horrible la
decapitación de los setenta hijos de Ahab a manos de los líderes de Samaria. Al
final, Jehu mata a todos los que quedaron de la casa de Ahab y a todo aquel
asociado con la casa real. También masacra a los familiares de Ahaziah de Judá,
a los que encuentra en el camino. Finalmente, mata a todo aquel que adora a
Baal en Samaria. Este baño de sangre está justificado “conforme
a la palabra que Yahvé había comunicado a Elijah”(10:17). A la vista de cómo son justificadas las
acciones de Jehu recurriendo a la profecía, parece bastante plausible que los
relatos proféticos fueron editados en la corte de uno de sus
descendientes(cuatro de sus descendientes reinaron en Samaria, y la dinastía
duró cien años). El editor Deuteronomista añadió sólo una nota característica
de reprobación: incluso aunque Jehú supuestamente prohibió el culto a Baal, aún
caminó en los pecados de Jeroboam, manteniendo lugares de culto fuera de
Jerusalem(2 Reyes 10:29). El “pecado de Jeroboam” no es citado en los relatos en 1 Reyes 17 – 2 Ryes 9.
Algunos preguntas acerca de la historicidad del golpe de
Jehu han surgido debido a la inscripción de Tel Dan que menciona a la casa de
David. La inscripción ha sido reconstruida como sigue: “Maté a Jehoram hijo de [Ahab] rey de Israel, y maté [Ahaz]iahu hijo de
[Jehoram re]y de la Casa de David. Y dejé [sus ciudades en ruinas y dejé] sus
tierras en [ruinas]”(Finkestein y Silberman, “The
Bible Unearthed”, 201 si esta reconstrucción es correcta, parece que el
rey Sirio responsable de la inscripción (probablemente Hazael) reclamaba las
muertes de los Israelitas y reyes de Judá. Es posible que viese a Jehu como su
instrumento, de manera que los relatos no son incompatibles. Hay que señalar
que la inscripción es en su mayor parte una reconstrucción, y que las partes
entre paréntesis son conjeturales. En cualquier caso, la cuestión de la
historicidad no altera significativamente el tema moral que suscita la historia
en 2 Reyes.
La dinastía de Jehu rivalizó con la de Omri en cuanto a
longevidad. No llegó a alcanzar el mismo nivel de prosperidad, no obstante.
Según 2 Reyes 10, el Señor comenzó a reducir
el territorio de Israel, mediante el ostigamiento de Hazael de Damasco. Además,
Jehu había seriamente roto las relaciones entre Israel y Fenicia al asesinar a
Jezebel, y con Judá al asesinar a Ahaziah y sus parientes. Incluso en el norte
de Israel, su intento de justificar su golpe sangriento no tuvo completo éxito.
Unos cien años después, hacia finales de la dinastía de Jehu, el profeta Hosea
anunció que Dios castigaría a la casa de Jehu por el baño de sangre de Jezreel.
Este juicio no mostraba simpatía alguna hacia la casa de Omri, aunque reconocía
que la manera como Jehu llevo acabo su golpe era digna de condena. Hay un
juicio similar contra el imperio Asirio a cargo del profeta Isaiah(Isaías 10). Asiria, según el profeta, era “la vara de la ira de YHWH”. Sin embargo, era
culpable por la manera arrogante en la que realizó el juicio divino.
EL FINAL DEL REINO DE ISRAEL
Después del relato del golpe de Jehu, la narrativa de 2
Reyes vuelve al formato de análisis de 1 Reyes(cita
de los anales son también intercaladas en las narrativas proféticas, para
ofrecer un marco cronológico). La sucesión de los reyes en Judá tuvo lugar
normalmente de manera tranquila, debido a la fuerza de la dinastía Davídica. La
única excepción se da en un gobernante supremo que fue una reina. Athaliah,
madre del asesinado Ahaziah, tomó el trono en Judá(2
Reyes 11) y trató de acabar con todos los rivales. Aunque uno de los
hijos de Ahaziah se salvó de la matanza. Después de siete años fue coronado rey
en un golpe de palacio, y la reina fue ejecutada. Athaliah era nieta del rey
Omri, de Israel (2 Reyes 8:26) y fue por lo
tanto el único gobernante no-Davídico de Judá durante el periodo de la dinastía
Davídica. Su sucesor, Jehoiada, destruyó un tempo de Baal. Se puede inferir que
el culto a Baal había sido introducido en Jerusalem por la reina Omrida.
El periodo de la dinastía de Jehu en el norte de Israel(más
o menos desde mediados del siglo noveno a.C. hasta mediados del octavo) fue
turbulento debido a las guerras con Siria (Aram). El punto de máximo dominio
Sirio tuvo lugar durante la última mitad del siglo noveno, cuando Hazael era
rey en Damasco(este es el periodo reflejado en la inscripción de Tel Dan). La
suerte de Israel mejoró durante el largo reinado de Jeroboam II(786-746 a.C.). Según 2
Reyes 14:25, Jeroboam restauró las fronteras de Israel, desde el Líbano
hasta el Mar Muerto(el mar del Arabah). La afirmación en 14:28, sin embargo, que también “recuperó Damasco y Hamath” parece bastante
improbable, y no está apoyada por ninguna otra evidencia. El profeta Amos se
dice profetizó durante el reinado de Jeroboam, y sus oráculos arrojan una luz
menos favorables sobre su reinado de la que se podría esperar de la breve nota
en Reyes.
El reinado de Jeroboam fue paralelo en Judá al de Uzziah o
Azariah, quien reinó cincuenta y dos años según 2
Reyes 15:1(La verdadera duración de su reinado es disputada, aunque duró
más de cuarenta años). Uzziah vino a ser un leproso y hubo de ceder su trono a
su hijo, Jotham. Ambos reyes parecen haber sido eclipsados por sus homólogos
del norte. Una inscripción que identifica el lugar de reposo de los huesos de
Uzziah ha sobrevivido(Miller and Haves, “History”,
310).
Después de la muerte de Jeroboam, hubo una rápida sucesión
de gobernantes en el norte de Israel. Seis reyes gobernaron en el espacio de
unos veinte años. Cuatro de ellos fueron asesinados. Zechariah, hijo de
Jeroboam, fue asesinado después de unos meses en el trono, y su asesino,
Shallum, sobrevivió sólo un mes. Menahem(745-737), hubo de tratar con un nuevo
factor en la historia Israelita, la intrusión del Imperio Asirio. Menahem pagó
un fuerte tributo al rey Asirio, Tiglath-pileser, y a cambio fue confirmado en
el trono(2 Reyes 15:19). El rey Joash, padre
de Jeroboam, ya había pagado tributo a Asiria a comienzos del siglo octavo,
aunque la amenaza Asiria disminuyó en esa época. El poder Asirio era una mucho
más seria amenaza en el 730 de lo que había sido sesenta años antes. El hijo de
Menahem, Pekahiah, fue asesinado por un tal Pekah, hijo de Remaliah, mencionado
en Isaías 7. La afirmación que Pekah reinó
durante veinte años (15:28) ha de ser un
error. Los historiadores modernos le acreditan un corto reinado de tres o
cuatro años. Durante este reinado, Tiglath-pileser de Asiria capturó el
territorio del norte de Israel, en Gilead, Galilea, y Naphtali, y llevó
cautivos a Asiria(Damasco fue destruida en esta época). Poco después Pekah fue
asesinado por Hoshea, el último rey de Israel. Gobernó nueve años, pagando
tributo a Asiria, pero al final cometió el desastroso error de conspirar con
Egipto y dejar de pagar el tributo. En el 722 Samaria fue destruida por los
Asirios, y fue puesta bajo gobierno directo Asirio.
Hay numerosas inscripciones Asirias de este periodo que
mencionan a menudo Israel. Desafortunadamente, no hay textos históricos
referentes al rey Asirio Shalmaneser V, que gobernaba cuando se rebeló Hoshea.
Sí hay inscripciones de su sucesor, Sargon II, que ofrecen información acerca
de Israel después de su destrucción. Sargon informa que Samaria volvió a pagar
tributo. Dice: “Sitié y conquisté Samaria, llevándome
un botín de 27.290 habitantes”. “La ciudad la reconstruí mejor de lo que estaba
antes del asedio y establecí allí gente de países que yo mismo había
conquistado. Puse a uno de mis oficiales como gobernador sobre ellos y les
impuse un tributo como es costumbre para los ciudadanos Asirios”(ANET, 284-85; Miller and Hayes, “History”, 338).
El relato en 2 Reyes 17:5-6, 24
está esencialmente en consonancia con esto, aunque es muy breve desde un punto
de vista histórico. Quizá, no había crónica Israelita de esos eventos. Los
Deuteronomistas que escribieron en el sur un siglo más tarde, estaban más que
nada interesados en una explicación teológica de los eventos: “Esto sucedió porque los israelitas habían pecado contra
Yahvé, su dios, que los había sacado de la tierra de Egipto, sustrayéndolos a
la mano del faraón, rey de Egipto”(2 Reyes
17:7). El pueblo de Israel había pecado al dar culto a otros dioses y
teniendo en los altos columnas y palos(Asheras). Sobretodo, “Jeroboan provocó que Israel se alejara de Yahvé y cometiera
un grave pecado”(17:21) promoviendo
el culto sacrificial fuera de Jerusalem. El desastre ya había sido anunciado
por los profetas. Cualquier cosa que se piense de las prácticas cultuales en el
norte de Israel, la explicación Deuteronomista de la destrucción de este reino
es simplista. Hubo muchos otros factores involucrados, principalmente el expansionismo
Asirio y su poder militar. Los problemas internos en Israel contribuyeron al
problema, aunque estos también eran más complejos que el fallo en implementar
la reforma de Josiah y la ley Deuteronómica.
El relato bíblico y los registros Asirios concuerdan en que
gente de otros lugares fueron establecidas en Samaria. Según 2 Reyes 17, los nuevos colonos encontraron
problemas (el Señor les envió leones) que atribuyen al dios del país, cuyo
culto había sido olvidado. Así pues, un sacerdote de YHWH fue enviado de
vuelta. Vivía en Bethel y enseñó al pueblo cómo habían de dar culto al Señor.
Según 17:33, “Daban
culto a Yahvé y servían a la vez a sus dioses, según las costumbres de las
naciones de las que habían sido deportados”. Todo esto lleva
directamente a la caracterización de la gente que vivía en Samaria cuando fue
copilada la Historia Deuteronomista. A pesar de la admisión que adoraban al
Señor además de a sus dioses extranjeros, los editores insisten: “No rinden culto a Yahvé y no siguen sus preceptos y sus
ritos, la Doctrina y la Instrucción que Yahvé mandó a los hijos de Jacob”(17:34). O sea, su manera de dar culto al Señor no
era satisfactoria. Desde el punto de vista de los editores Deuteronomistas, los
nuevos habitantes de Samaria no eran descendientes legítimos del antiguo
Israel, y no compartían el culto a Yahvé. Este juicio al pueblo de Samaria
vendría a ser una fuente de conflicto después del exilio en Babilonia, en la
época de Ezra y Nehemiah, y complicaría las relaciones entre Judíos y Samaritanos
en el periodo del Segundo Templo y posteriormente.
JUDÁ EN LA CRISIS ASIRIA
En Judá, la época Asiria tuvo lugar durante el reinado
Hezekiah, el primer rey que obtuvo la no-cualificada aprobación de los
Deuteronomistas. Hezekiah llevó a cabo una reforma similar a la que
posteriormente realizó Josiah. Eliminó los lugares altos, destruyó los pilares,
y cortó los palos sagrados. Incluso destruyó la serpiente de bronce, Nehushtan,
que supuestamente Moisés había hecho en el desierto(Núm.
21:6-9). Es difícil juzgar la amplitud de la reforma de Hezekiah, o
hasta que punto tuvo lugar. Según 2 Reyes 18:1,
Hezekiah comenzó a reinar en el tercer año de Hoshea, Samaria cayó en el año
sexto de su reinado. Esto requeriría una fecha cercana al 727 a.C. para su
ascenso al trono. Aunque la invasión de Sanaquerib, conocida por haber tenido
lugar en el 701, se dice ocurrió en el año catorce de Hezekiah(18:13). Esto situaría su ascensión al trono en el
715. Además, se dice que tenía veinticinco años de edad cuando comenzó a reinar(18:2), aunque su padre, Ahaz, se dice murió a la
edad de treinta y seis, por lo que tendría once años cuando nació Hezekiah!
Alguna de estas fechas está evidentemente equivocada.
Se sabe por la arqueología que el tamaño de Jerusalem se
expandió ampliamente durante el reinado de Hezekiah. Seguramente tuvo lugar un
influjo de refugiados procedentes del norte. La supresión de los lugares altos
puede ser entendida como parte de una estrategia de centralización y control
del diezmo debido a la amenaza Asiria. Hay un relato mucho más elaborado acerca
de las reformas de Hezekiah en 2 Crónicas 29-32,
aunque el valor de Crónicas en tanto que fuente histórica es controversial.
Si de hecho Hezekiah intentó suprimir los altos y el culto a
dioses extranjeros, tuvo poco éxito. Todos estos cultos florecían un siglo más
tarde cuando Josiah realizó su reforma. Quizá tuvo lugar una recaída en tiempos
del sucesor de Hezekiah, Manasseh, o puede ser que Hezekiah no fue muy estricto
a la hora de realizar su reforma.
LA INVASIÓN DE SANAQUERIB
No es seguro si Hezekiah estaba ya en el trono cuanto tuvo
lugar la destrucción de Samaria. Jerusalem pudo evitar la destrucción esta vez,
quizá debido al pago del correspondiente tributo. Sargón II repobló Samaria y
afirma en una inscripción que “subyugó al país de
Judá que está muy lejos” (ANET, 287).
La principal narrativa en 2 Reyes trata de eventos que tuvieron lugar después
de la muerte de Sargón en el 705 a.C. Hezekiah había hecho preparativos para
rebelarse. Estos incluían la construcción del túnel de Siloam, para traer agua
desde la fuente de Gihon a un lugar más seguro(la construcción del túnel es
mencionada en una famosa inscripción, ANET, 321).
También realizó una alianza con otros reyes de la zona. Inevitablemente, los
rebeldes confiaban mucho en el apoyo Egipcio. El nuevo rey Asirio, Sanaquerib,
tuvo que sofocar rebeliones en varias zonas, incluyendo Babilonia, pero en el
701 puso su atención en Siria-Palestina. La campaña es descrita en sus
inscripciones(ANET, 287-88) y en 2 Reyes 18-19. El relato en Reyes es repetido en Isaiah 36-37. El primer parágrafo del relato en
Reyes(2 Reyes 18:13-16), donde Sanaquerib
describe sus tratos con Hezekiah, no se encuentra en Isaiah.
El tributo incluía treinta talentos de oro, ochocientos
talentos de plata, y las hijas de Hezekiah, concubinas, y músicos/as. El relato
bíblico dice que Hezekiah pagó treinta talentos de plata(2 Reyes 18:14)(los registros Asirios son
jactanciosos con tendencia a exagerar). Aunque el relato bíblico dice que Hezekiah le dio a los
Asirios toda la plata que había en la casa del Señor y en su palacio, y que
desmontó el oro de las puertas y jambas del Templo. Hay, pues, una
correspondencia razonable entre el relato Asirio y 2
Reyes 18:14-16. Los registros Asirios también confirman que Hezekiah no
fue ni muerto ni depuesto, y Jerusalem no fue destruida.
El relato bíblico continúa con una narrativa pintoresca y
problemática. Los emisarios Asirios llegan a Jerusalem desde Lachish y se mofan
del rey. Su discurso es seguramente una composición Judía, probablemente
Deuteronómica, aunque arroja luz sobre las percepciones antiguas de la guerra.
La lucha entre naciones es una lucha entre sus dioses. El poder del dios de
Asiria se hace evidente por la derrota de una larga lista de naciones,
incluyendo el Israel del norte. Estos pueblos, sin embargo, pueden explicar el
curso de los eventos de manera diferente. Los Israelitas podía decir que su
Dios estaba enfadado y no les defendía. Era difícil, no obstante, refutar la
afirmación Asiria que su Dios no era capaz de liberarlos. Además, los Asirios
argumentan que Yahvé quizá estaba descontento con Hezekiah por haber destruido
los lugares altos. Los Deuteronomistas afirmaban lo contrario. Era verdad que
los Judíos tenían poca esperanza fuera de la intervención divina. Egipto era
una caña rota, siempre incitaba a los pequeños estados en Siria-Palestina a
resistir a los poderes Mesopotamios, aunque nunca hicieron nada para ayudarles
en la práctica. Hezekiah no tenía el poder militar para enfrentarse a los
Asirios.
Dos otros rasgos del discurso Asirio son importantes.
Primero, el Arameo era ya el lenguaje común en el Cercano Oriente, y los
oficiales de Hezekiah podían hablarlo. Segundo, la apelación Asiria a los
soldados de Judá muestra una fina ironía: promete llevarlos a “una tierra como la vuestra, tierra de trigo y mosto, de pan
y de vino, de aceite y de miel, para que viváis y no muráis”(2 Reyes 18:32). Sin duda, esta es una visión
optimista del exilio Asirio! Una elección similar entre la vida y la muerte es
presentada al pueblo durante la crisis Babilonia un siglo después, en Jer. 21:8-9, otro pasaje probablemente editado por
el Deuteronomista.
De cara a la humillación y el desastre, Hezekiah consulta al
profeta Isaiah. Esta es una rara mención de un profeta canónico en los libros
históricos(Jonah es mencionado brevemente en 2
Reyes 14:25). Dado que este material se repite en el libro de Isaiah,
hay que discutir la respuesta de Isaiah en este contexto, a la luz de toda la
carrera de Isaiah. De momento es suficiente señalar que Isaiah le dice al rey
que no tenga miedo, y predice que Dios liberará a Jerusalem por causa de su
siervo David. Hay que señalar que el profeta también dice que los Judíos
tendrán que comer “lo que rebrote, lo que nazca de sí
al año siguiente. Al año tercero sembrad y segad”.
La manera como se realiza la liberación es milagrosa. El
ángel del Señor acabó con 185.000 en el campamento Asirio. Sanaquerib no tuvo
otra elección sino regresar a casa.
Es ciertamente sorprendente que Sanaquerib no destruyese
Jerusalem. Hay varias explicaciones posibles. Una epidemia en el campamento
Asirio puede haber dado lugar a la tradición que el ángel del Señor intervino.
Hay un informe en Herodoto(2.141) de que el ejército Asirio fue devastado por
una plaga de ratones en la frontera de Egipto, aunque el informe de Herodoto es
también bastante fantástico y no inspira mucha confianza. Según 2 Reyes 19:9, Sanaquerib tuvo noticias de que el “Rey Tirhakah de Etiopía” había salido a su
encuentro(Tirhakah se convirtió en faraón de Egipto sólo cerca del 690 a.C.,
aunque fue general el ejército Egipcio bastante antes de esto). Sanaquerib
proclamó la victoria en esta batalla(ANET, 287), aunque la victoria puede haber
sido mucho menos decisiva de lo que afirmaba. Otra posibilidad la sugiere las
palabras de Isaiah en 2 Reyes 19:7: “Infundiré en él un espíritu que le hará oír ciertos
rumores, y entonces se volverá a su tierra”. Sin duda, Sanaquerib podría
haber conquistado Jerusalem aunque le habría llevado tiempo. Quizá tenía
asuntos urgentes pendientes en su país. Una oportuna sumisión de Hezekiah pueda
haber salvado la ciudad y su propia vida.
El relato en 2 Reyes, sin
embargo, presenta dos diferentes resultados del episodio. En el primero,
Hezekiah tiene que quitar el oro del templo para pagar a los Asirios. En el
segundo, el ejército Asirio es devastado y regresa a casa derrotado. Algunos
estudiosos han argumentado que Sanaquerib invadió Judá dos veces. La mención de
Tirhakah como rey, lo que tuvo lugar en el 690 a.C., apoya en cierto sentido
este punto de vista, aunque no lo suficiente. No hay otra evidencia
arqueológica o histórica de una segunda campaña. Así es más probable que
tengamos dos informes del mismo incidente, desde diferentes puntos de vista.
No hay duda que Judá fue puesto de rodillas por los Asirios.
Para los habitantes en Jerusalem, no obstante, el punto más importante era que
la ciudad no había sido destruida. Esta inesperada liberación es celebrada en
el relato sobre el ángel del Señor. Contribuyó al mito de la inviolabilidad de
Sión, que está conectado con la ideología del templo. Según Salmo 46:5, “Dios está
en medio de la ciudad, no vacila, Dios la socorre al despuntar el alba”.
Salmo 48 cuenta cómo los reyes que vinieron
contra Jerusalem fueron presa del pánico y huyeron. Es posible que esos Salmos
estuviesen inspirados por el hecho que Sanaquerib no destruyó Jerusalem. Más
probable, la creencia que la ciudad estaba protegida por Yahvé era más antigua,
aunque fue reforzada por esta liberación. Un siglo más tarde, la confianza
inspirada por este mito demostró ser falsa cuando los Babilonios destruyeron la
ciudad.
EL FIN DEL REINO DE JUDÁ
El “buen” rey Hezekiah es seguido en 2 Reyes 21 por Manasseh, quien reinó cincuenta y cinco años e
hizo “estos actos abominables, superando todo el mal
que cometieron los Amorreos antes de él”(21:11).
Manasseh hace todo lo que el Deuteronomista desaprueba, restaurando los lugares
altos que Hezekiah había destruido, erigiendo altares a Baal, e incluso
haciendo “pasar por el fuego” a sus hijos como
ofrenda. También se dice que practicó la adivinación y trató con médiums. Cuán
tradicionales eran esas prácticas en Judá, y hasta dónde fueron introducidas
por Manasseh bajo la influencia Asiria, es algo en lo que no hay acuerdo. Al
menos los altos y el culto a Baal eran tradicionales, aunque el culto a Baal no
estaba tan extendido en Judá como lo estaba en el norte de Israel. El
Deuteronomista pinta a Manasseh en colores estridentes, en parte para explicar
por qué había tanto abuso cuando Josiah subió al trono, y en parte para
explicar el destino que cayó sobre Judá, a pesar de las reformas de Hezekiah y
Josiah. Según 21:10-15, es debido a los
pecados del Manasseh que el Señor resuelve destruir Jerusalem.
El relato de las reformas de Josiah en conexión con el libro
del Deuteronomio ofrece indirectamente un vívido cuadro de la religión en Judá
antes de la reforma, con un culto a Baal y Asherah muy extendido. Las reformas
representan el punto máximo de la Historia Deuteronómica. La primera edición de
la obra fue probablemente promulgada durante el reinado de Josiah. Se podría
esperar que la reforma le otorgaría a Judah un respiro a los ojos del Señor,
pero no es esto lo que ocurrió. Cuando el faraón va a encontrarse con el rey de
Asiria en el Éufrates, Josiah va a encontrarse con él en Megiddo, y, se nos
cuenta, que el faraón lo asesinó. El relato paralelo en 2 Crónicas 35:20-24 deja claro que Josiah fue a luchar contra
el faraón, aunque no está claro por qué hizo esto. Las Crónicas explican que
Josiah fue muerto por arqueros en la batalla. El relato en Reyes es ambiguo. El
faraón puede haber hecho ejecutar a Josiah por cualquier razón. En cualquier
caso, la muerte prematura del rey reformador confunde las expectativas de la
teología Deuteronómica. Los editores, sin embargo, ofrecen una explicación. En 2 Reyes 22:20 el Señor le dice a Josiah: “Te reuniré con tus antepasados y serás enterrado en paz en
tu sepulcro; tus ojos no verán todo el desastre que yo acarrearé sobre este
lugar”. Josiah se salvará de la destrucción de Jerusalem por los
Babilonios. El problema con esta explicación es que la muerte a manos del
faraón no fue de ninguna manera una muerte pacífica.
“Año 7, mes de Kislimu: El rey de
Akkad dirigió su ejército hacia el país de Haddi, sitió la ciudad de Judah, y
el rey tomó la ciudad el segundo
día del mes de Addaru. Puso en ella un(nuevo) rey de su gusto, tomó un gran
botín y lo llevó a Babilonia”(Crónica
Babilonia, trad. A. Leo Oppenheim, ANET, 564).
El relato de la destrucción de Jerusalem es bastante
escueto. Babilonia ahora reemplaza a Asiria como poder invasor, bajo el
liderazgo de Nabucodonosor II. El hijo de Josiah Jehoiakim se sometió durante
un tiempo, pero terminó rebelándose. Murió antes que pudiera haber sido
castigado. Su hijo Johoiachin se rindió pronto, y fue llevado prisionero a
Babilonia en el 597 a.C., junto con miles de gente de clase alta de la sociedad
Judía. El tío de Jehoiachin, Zedekiah, fue hecho rey en su lugar. Sirvió a
Babilonia durante un tiempo, pero al final sucumbió a la tentación de
rebelarse. Su castigo fue brutal. Sus hijos fueron muertos ante sus ojos, y le
sacaron sus ojos. Jerusalem fue destruida y el templo quemado. Los Babilonios
supuestamente se llevaron al exilio “al resto de la
población” excepto algunos de los más pobres, que se quedaron “para cultivar las viñas y los campos”(25:12).
La explicación Deuteronómica de estos desastrosos eventos es
simple, incluso simplista: “Esto le ocurrió a Judá
por orden de Yahvé, que la echó de su presencia por los pecados cometidos por
Manasseh”, (24:3). La asunción es que
el curso de la historia está controlado por Yahvé, cualquier cosa que ocurra
refleja su voluntad. Aunque también se asume que el curso de la historia está
determinado por la conducta de Israel y Judá. La política Babilonia y del
Cercano Oriente no cuentan. Es debido al mérito de esta explicación que los
Judíos buscaron en ellos mismos las causas de sus desgracias, en lugar de
sentirse víctimas de la historia. Finalmente, esta explicación de la historia
demostró no ser satisfactoria. Culpaba demasiado a las víctimas. Algunas de las
voces más creativas y poderosas en la Biblia Hebrea(el profeta llamado Segundo
Isaías, Job) pondrán en duda y minarán esta teología de la historia.
La Historia Deuteronómica, no obstante, termina con una nota
positiva. Después de treinta y siete años de exilio, el Rey Jehoiachin fue
puesto en libertad y tratado con respeto por el rey de Babilonia. La vida
continúa. Los exiliados Judíos regresarán a Jerusalem. La destrucción de Israel
y Judá establecerá la base para la emergencia del Judaísmo como religión
mundial.
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REFERENCIAS
Cogan, Mordechai, and Hayim Tadmor. “II Kings. AB 11”. New York: Doubleday, 1988. Buen comentario
histórico y filológico.
Fritz, Vokmar. “1 y 2 Kings”.
Trad. A. Hagedron. Minnepolis: Fortress Press, 2003. Comentario Académico que
pone énfasis en los detalles históricos y geográficos.
Hobbs, T.R. “2 Kings. WBC 12”.
Waco, Tex.: Word, 1985. Buena discusión literaria e histórica”.
Long, Burke O. “2 Kings. FOTL 10”.
Grand Rapids: Eerdmans, 1991. Comentario Crítico. Clarifica la estructura
literaria.
Finkelstein, Israel, and Neil Asher Silberman. “The Bible Unearthed: Archaeology´s New Vision of Ancient
Israel and the Origino f Its Sacred Texts”. New York: Free Press,
2001(206-25, 229-959. Información arqueológica actualizada.
Sweeney, Marvin A. King. “Josiah
of Judah: The Lost Messiah of Israel”. New York: Oxford Univ. Press,
2001. Un intento especulativo en reconstruir los objetivos de Josiah, basándose
en las fuentes proféticas y 2 Reyes.
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