martes, 11 de noviembre de 2014

JESÚS Y EL TEMPLO

JESÚS Y EL TEMPLO
Quizá la cuestión de la actividad de Jesús en el Templo sea el punto de comienzo más seguro para una investigación, aunque habría que señalar que la cuestión de Jesús y el templo conlleva una gran cantidad de incertidumbre normal en el estudio de los Evangelios. No hay acuerdo firme acerca de la unidad e integridad de los pasajes básicos concernientes a la “purificación del templo” (Marc. 11:15-19)(1), ni certeza absoluta acerca de la autenticidad de los dichos acerca de la destrucción del templo(Marc. 13:2(2); Mat. 26:61//Marc. 14:58(3)). A pesar de esto, es muy probable que Jesús hiciera algo en el Templo y dijese algo acerca de su destrucción(4). La acusación que Jesús amenazó al templo está reflejada en tres otros pasajes: la escena de la crucifixión(Mat. 27:39; Marc. 15:29); el discurso de Esteban (Hechos 6:13); y, posterior a la interpretación de la Pascua de Resurrección, en Juan 2:18-22. El conflicto sobre el templo parece profundamente implantado en la tradición, y parece indiscutible que dicho conflicto existió(5).

LA PURIFICACIÓN DEL TEMPLO
La comprensión más antigua del evento y la que aún predomina, es que se trata de la “limpieza” del templo. Esto implica una profanación o contaminación prior, y dicha profanación ha sido encontrada en la realización del comercio dentro o alrededor(6) del precinto del templo. Para muchos esto es la degradación de la religión verdadera, y Jesús intentaba purificar el templo de manera que este cumpliese mejor su propósito. Edersheim era de la opinión que “todo este tráfico -cambio de dinero, venta de palomas, y mercado de ovejas y bueyes- era en sí mismo, y según las circunstancias de sus servidores, una terrible profanación”(7). Hay que señalar que Abrahams, en desacuerdo con Edersheim, acepta, no obstante, sus principales premisas: lo externo es malo, y Jesús estaba en lo correcto cuando atacaba esto. Edersheim aceptó el cargo de corrupción (cueva de bandidos, Marc. 11:17) como componente necesario de cualquier tipo de comercio(8). Abrahams afirma en contra con la observación que aunque algunos abusos individuales pueden haber ocurrido, una generalización de esto sería injustificada(9). Aunque él también aprueba el ataque de Jesús contre el “externalismo”. Cuando Jesús tumbó las mesas de los que realizaban el cambio de dinero y expulsó a los vendedores de palomas del Templo, le hizo un gran servicio al Judaísmo(10). Extraña postura para alguien que adopta y argumenta que la compra y venta eran necesarias para la continuación de los sacrificios en el templo(11). Esto muestra la gran influencia de la opinión que Jesús se oponía a lo externo en nombre de la verdadera interioridad religiosa.

Parece ser que la asunción es que Jesús hizo, y quería que aceptaran sus contemporáneos, una distinción entre este tipo de “práctica” y el “verdadero propósito” del Templo. Esto parece que debe más al punto de vista del siglo diecinueve que al punto de vista Judío durante el siglo primero(12). Aquellos que escriben acerca del deseo de Jesús de hacer que el templo cumpliese con su propósito original y verdadero, el cultopurode Dios(13), parecen olvidar que la principal función de cualquier templo es servir como lugar de sacrificio, y que los sacrificios requieren del abastecimiento de animales apropiados. En tiempos de Jesús, el Templo era desde hacía tiempo el único lugar en Israel donde se podían ofrecer sacrificios, y esto significa que animales y pájaros debían estar disponibles en el enclave del Templo. No hubo nunca un “tiempo” original en el que el Templo estuviese limpio del comercio que requería el sacrificio de animales. Además, nadie recuerda un tiempo cuando los peregrinos no llevaran monedas diferentes. En el punto de vista de Jesús y sus contemporáneos, el requerimiento del sacrificio debe siempre haber involucrado el abastecimiento de animales sacrificables, su inspección, y el cambio de dinero. Uno se pregunta qué tienen en mente los estudiosos que hablan acerca del deseo de Jesús de acabar con este “uso particular” del Templo. Qué quedaría del servicio si los supuestamente corruptos externalismos de los sacrificios, y el comercio necesario hubieran sido eliminados? Como siempre vemos aquí el fallo en pensar concretamente y una preferencia por las vagas abstracciones religiosas.

El punto más importante a reconocer es  que el requerimiento de presentar una paloma “sin defecto” como sacrificio por ciertas impurezas o trasgresiones era un requerimiento “dado por Dios a Israel a través de Moisés”(14). Los negocios en el Templo eran “necesarios” si se quería cumplir con los mandamientos. Un ataque contra lo que era necesario no es un ataque contra las “prácticas que se llevaban a cabo”.

Si estas eran las circunstancias, había algo relacionado con el Templo que hubiera podido dar lugar a los ataques contra “las prácticas del momento” como distintas a lo que había de ser el servicio mismo? Se conocen ataques basados en una distinción entre “práctica” e “ideal” que tienen como centro la pureza del templo. Ayudará esto a situar a Jesús como reformador religioso, con tendencia a limpiar el Templo? Parece que no. Los ataques se fundan en cargos acerca de los cuales los Evangelios guardan silencio: la idoneidad de los sacerdotes para realizar sus oficios. Estos cargos ya aparecen en el periodo bíblico. Así en Malaquías 3 el “mensajero de la alianza purificará a los hijos de Leví” hasta que presenten “oblaciones legítimas”. Esto puede haber sido tomado en sentido escatológico, aunque el énfasis del capítulo es que los Levitas eran impuros (3:3) y que todo Israel estaba robando a Dios quedándose con porte de los diezmos(3:6-10). Debían cambiar sus conductas o enfrentarse a la destrucción.

Estas acusaciones continuaron en el periodo posterior. En tiempos de los Asmoneos, hubo objeciones a la combinación de los oficios de sacerdote y rey(15) y contra “su usurpación” del sumo sacerdocio(16). El autor(es) de los Salmos de Salomón también objeta contra los sacerdotes contemporáneos debido a que sirven en el Templo en estado de inmoralidad e impureza. Son acusados de cometer adulterio, robo del santuario, y ofrecer sacrificios en estado impuro debido a haber estado en contacto con sangre menstrual(8:9-14). Los Sectarios del Mar Muerto acusaron al “Sacerdote Malvado” de cometer acciones abominables y profanar el Templo (IQpHab 12:8f). También “robaba a los Pobres sus posesiones” (ibid. 12:10; cf. 11:4-7), aunque esto se refiere aparentemente a sus actos en tanto que rey, como queda aclarado en 8:8-11 (cf. 11:4-7). Acusaciones similares pueden observarse en el Documento de Damasco:

Y ellos también contaminan el Templo pues no mantienen separado de acuerdo con la ley, sino que se acuestan con la que ve la sangre de su flujo menstrual. Y toman por mujer a la hija de su hermano y a la hija de su hermana…..” (CD 5:6-8).

El cargo de impureza en parte refleja disputas haláquicas como la duración de la impureza en una mujer después de su menstruación(17), y otras disputas más. Así, la Secta del Mar Muerte habría seguido un calendario diferente del usado en Jerusalem, con el resultado que todos los sacrificios eran, desde su punto de vista, en el día equivocado (ver de nuevo 1QpHab 2 7)(18). Hay que suponer que los Fariseos también se querellaron con la práctica Saducea debido a desacuerdos haláquicos(19).

La crítica de cualquiera que maneja dinero o mercancías es fácil y obvia tanto más cuando los sacerdotes del segundo Templo eran tenidos aún como deshonestos(20). Muchos estudiosos del Nuevo Testamento suponen que semejantes preocupaciones estaban tras la manifestación de Jesús.

Si Jesús hubiera sido un reformador religioso con tendencia a corregir los “abusos” y las “prácticas del momento”, se deberían oír cargos de inmoralidad, deshonestidad y corrupción “contra los sacerdotes”(21). Pero semejantes cargos están ausentes en los Evangelios (excepto en Marc. 11:17), y este no es el motivo de la acción en el Templo. Al contrario, el ataque era contra el comercio que era necesario para los sacrificios no importa quienes fueran los sacerdotes y sin mención del “halakot” que seguían. Parece, pues, que Jesús se manifestó contra todo lo que los demás habrían considerado necesario para el sistema sacrificial, en lugar de contra la práctica del momento.

Si el dicho en Marcos 11:17 es un comentario original de Jesús sobre por qué “purificó” el Templo, sin embargo, habría que aceptar que era de hecho el comercio y los sacrificios lo que le preocupaba, posiblemente debido a la deshonestidad en ello involucrada(22). En este versículo la cita mezclada de Isa. 56:7 y Jer. 7:11 dice que el Templo debía ser casa de oración(Marcos dice “para todos los/las Gentiles/gentes”), y “vosotros” la habéis convertido en cueva de ladrones. El dicho es rechazado correctamente por la mayoría de los estudiosos como una adición(23). Roloff ve el versículo 17 como un añadido debido a la introducción “Y les enseñaba, diciendo”(24). A.E. Harvey propuso que la cita en Marcos 11:17 no puede representar un dicho de Jesús. “Casa de oración para todos los Gentiles” “difícilmente pudo haber sido extraída de la versión Hebrea que Jesús habría usado”. Añade que “cueva de ladrones” es inapropiado, dado que “ladrón” siempre implica “ataque/invasión”, nunca “timador/estafador”(25). Que estos y otros estudiosos que rechazan el v. 17 piensan que Jesús se oponía a la práctica del momento, no al templo mismo, muestra cuan profundamente arraigado estaba el punto de vista que mantiene que Jesús se opuso al corrupto externalismo. Toman esto como si el mero hecho de comprar y vender, sin ningún cargo de robo, era visto por Jesús como en contradicción con la pureza del templo.

Si uno pasa por alto el “ladronismoen Marcos 11:17 y se centra en “casa de oración”, uno puede argumentar que Jesús estaba contra el sacrificio mismo. Este punto de vista ha sido ocasionalmente apoyado(26), para ello se ha citado a Os.6:6 en Mat. 9:13 y 12:7, “Misericordia quiero, que no sacrificio”. Pero como Davies señala correctamente descartando este punto de vista, “Mat. 5:23-24 y Hech. 2:46 serían inexplicables si mantenemos este punto de vista acerca de Jesús”(27).

Hay una última posibilidad de ver a Jesús con tendencia hacia la purificación y la reforma: quería eliminar todo comercio fuera del recinto del Templo. El comercio que se realizaba dentro del recinto del Templo se llevaba a cabo en el patio de los Gentiles(28). Acaso difería Jesús de sus contemporáneos al querer expandir la zona santa a todo el recinto? Que se sepa, nadie ha propuesto esta interpretación aunque se podría hacer(29). Este punto de vista podría haber sido sugerido por la última frase en Zacarías 14:20:

“…….Y aquel día no habrá más comerciantes en el templo de Yahvé Sebaot”.

En un contexto en el cual todos los utensilios de cocina en Jerusalem han de ser ritualmente puros, de manera puedan ser usados para preparar la carne del sacrificio, no debía haber comerciantes en el recinto; toda la zona debía ser purificada.

Es muy poco probable que éste sea aquí el motivo detrás de la acción de Jesús. Un pasaje, Marcos 7:1-5, describe a los seguidores de Jesús rechazando la extensión a la gente laica de las leyes de pureza bíblicas que gobernaban al sacerdocio. Dudo de la autenticidad de este disputa, pero en cualquier caso no hay evidencia para atribuir a Jesús la intención de expandir el código de pureza de la forma que deseaba Zacarías.

Esto lleva una vez más a ver que la noción detrás de la discusión sobre la “pureza” a cargo de los estudiosos del Nuevo Testamento es moderna. Los estudiosos del Nuevo Testamento que escriben acerca de la preocupación de Jesús por la pureza del Templo parecen tener en mente una idea familiar a los Protestantes: el culto “puro” consiste en la Palabra, y todo rito externo ha de ser purgado. En el Judaísmo del siglo primero la preocupación por una pureza ampliada seguramente involucraba una expansión de los ritos, como en el caso de las abluciones. Habría que descartar el punto de vista que la acción de Jesús estaba relacionada con la purificación del culto a Dios(30).

No parece que Jesús realizare ningún gesto a favor de incluir a los Gentiles en el reino, aunque puede haber considerado su inclusión en el eschatón. La evidencia muestra que Jesús no estaba directamente interesado en los Gentiles. A la luz de todo esto, el lugar de comercio, y consecuentemente de la acción de Jesús, ha de ser visto como casual y no determinativo para el significado del evento(31). Cualquier acción pública debe haber sido realizada en un lugar en el cual las actividades relacionadas con el Templo eran realizadas y al cual Jesús tenía acceso. En orden a derivar el significado del evento directamente del lugar donde fue llevado a cabo (presumiblemente en el patio de los Gentiles), o de la actividad particular que fue atacada (el comercio necesario preliminar al sacrificio), habría que pensar que Jesús seleccionó el lugar y la actividad de entre varias disponibles. Este, sin embargo, parece no ser el caso. Jesús podía tener acceso al Atrio de los Sacerdotes, y por lo tanto a un lugar más directamente conectado con la preparación de los sacrificios, si hubiera pretendido presentar una ofrenda por pecado o culpa; pero a parte de usar semejante ardid se trataría solamente del comercio en el patio de los Gentiles lo que habría sido atacado.

La propuesta que la acción de Jesús fue a favor de los Gentiles tiene el mérito de entenderla como simbólica.

Hay otra afirmación acerca del significado de la acción de Jesús en el Templo a señalar. Se piensa que Jesús actuó primariamente resentido con la jerarquía del Templo, aquellos que tenían bastante interés en los beneficios derivados de la venta de aves de ofrenda y cambio de dinero. Así, por ejemplo, Trautmann argumenta que Jesús objetó a los Saduceos por combinar políticas y economía con el Templo y también se opuso a su teología de expiación mediante el sacrificio y el culto(32)-como si los demás Judíos no creyeran en la expiación mediante sacrificios. Se ha realizado a menudo una distinción entre el ataque de Jesús a la Ley, que se cree fue dirigido contra los Fariseos y los escribas, y su ataque al comercio del Templo, dirigido contra los sacerdotes y los Saduceos(33). Esta distinción es bastante engañosa. La Ley era generalmente reverenciada, y el Templo era el centro de esperanza y devoción religiosa en todo el Judaísmo. No hay indicación que señale que la acción de Jesús estuviese dirigida solamente contra alguna práctica en particular.

Hay pues buenas razones para dudar de los puntos de vista prevalecientes acerca del evento en la zona del Templo: que la acción fue la de un reformador religioso, con inclinación hacia las prácticas “purificadoras”; que la localización, el patio de los Gentiles, indica que la acción tenía primariamente que ver con abrir el culto del Templo a los no-Judíos; que la acción iba dirigida principalmente contra los dirigentes del Templo y el partido de los Saduceos.

Hay otra interpretación que parece completamente correcta. La acción de Jesús ha de ser vista como una manifestación simbólica(34). La cuestión es qué simbolizaba esta acción. Como bien ha señalado Hengel, cualquier esfuerzo real para acabar con el comercio necesario para el servicio del Templo habría requerido un ejército, y no hay evidencia alguna de conflicto marcial(35). Es razonable pensar que Jesús (y quizá algunos de sus seguidores, aunque ninguno es mencionado) tumbasen algunas mesas como acción demostrativa. Aunque parece que la acción no fue lo suficientemente substancial como para interrumpir la rutina diaria; porque si lo hubiera sido sin duda habría sido arrestado en el lugar. Así que aquellos que hubieran presenciado esto, y aquellos que lo hubieran oído, se habrían dado cuenta que se trataba de un gesto que trataba de señalar una dirección más bien que de obtener un resultado concreto; o sea, habrían visto la acción como simbólica.

La discusión acerca de si Jesús tuvo éxito en interrumpir el funcionamiento del Templo señala en la dirección correcta para ver lo que la acción simbolizaba aunque no cumplía: simbolizaba destrucción. Este es uno de los significados más obvios de la acción. Algunos se dieron cuenta de esto, pero la fuerza de la obviedad de este punto queda oscurecida dado que continuaron pensando que Jesús se estaba manifestando contra el aprovechamiento de los Saduceos y a favor de una purificación del Templo de todo externalismo(36). Si Jesús hubiera querido realizar un gesto que simbolizara purificación, lo habría realizado sin duda. La libación con agua viene a la mente. El tumbar las mesas de los cambistas señala hacia destrucción.

Lo importante para aquellos que presenciaron u oyeron acerca esta acción fue seguramente, o al menos en parte, que Jesús estaba atacando al servicio del Templo ordenado por Dios. No sólo los sacerdotes se habrían sentido ofendidos, sino todos aquellos que creían que el Templo era el lugar donde se les había exigido a todos los Israelitas ofrecer sacrificios, para expiar sus pecados. Además, es difícil imaginar cómo Jesús podría haber visto todo esto si no en esos términos. Hay que suponer que Jesús “sabía lo que estaba haciendo”: como otros muchos, veía los sacrificios como ordenados por Dios, sabía que requerían una cierta cantidad de comercio, y sabía que realizar este gesto hacia la interrupción del comercio representaba un ataque contra los sacrificios ordenados por la divinidad. Por lo tanto la acción simbolizaba finalmente un ataque, y dicho “ataque” no estaba muy lejos de la “destrucción”.

Pero qué significa esto? Sobre qué se fundamentaba Jesús para atacar –y simbolizar la destrucción de- lo que había sido ordenado por Dios? La respuesta obvia es que la destrucción, a su vez, mira hacia la restauración(37).

DICHOS ACERCA DE LA DESTRUCCIÓN DEL TEMPLO
La primera forma que se encuentra en los Evangelios de un dicho acerca de la destrucción del Templo es una de simple “predicción”, sin implicar amenaza:

Al salir del Templo, uno de sus discípulos exclamó: Maestro, mira qué piedras y qué construcciones. Jesús le dijo: Ves estas grandiosas construcciones? No quedará piedra sobre piedra, ni una que no sea derruida”(Marc. 13:1-2).
                                                                                               
A esta predicción los sinópticos añaden un “pequeño Apocalipsis”. Parece como si la frase fuese originalmente independiente de todo este contexto(tanto la introducción, que, como observa Butlmann, parece concebida para suscitar el dicho(38), y el Apocalipsis adjunto), pero parece que Jesús dijo algo parecido y lo aplicó al Templo. De hecho, otras tradiciones contienen la acusación que “amenazó” al Templo, una de estas es la escena del juicio:

Algunos, levantándose, dieron contra él este falso testimonio: Nosotros le oímos decir: Yo destruiré este Santuario hecho por hombres y en tres días edificaré otro no hecho por hombres”(Marc. 14:57-58)

Al fin se presentaron dos, que dijeron: Éste dijo: Yo puedo destruir el Santuario de Dios y reedificarlo en tres días”(Mat. 26:60-61).

Los informes de lo que se dijo en la escena del juicio son muy difíciles de verificar. De hecho, uno podría preguntarse si o no el “juicio” entero ante el sumo sacerdote y otros no es mayormente ficción. Incluso si la escena entera fue compuesta después de la Pascua, aún parecería que esta acusación específica está basada en una memoria precisa del punto principal en el que Jesús ofendió a muchos de sus contemporáneos. Uno puede imaginarse la consiguiente pluma Cristiana “corrigiendo” la escena en la que Jesús es acusado de blasfemia por afirmar ser el Hijo de Dios(Marc. 14:61-64), aunque cuesta imaginar un origen completamente ficcional de la acusación de haber amenazado de destruir el Templo. Sin duda, esto no lleva a ningún sitio. Según los evangelistas, el testimonio de los testigos de lo que Jesús dijo no concuerda, y la acusación fue aparentemente descartada. Por otro lado, la implicación de insurrección física que parece contener la acusación es algo en lo que difícilmente habría pensado un autor Cristiano. Lucas elimina la acusación de la escena del juicio, y Mateo y Marcos la caracterizan como falsa. El contraste en Marcos “hecho por (manos de) hombres”, “no hecho por (manos de) hombres” puede también ser un intento de anular esta implicación(39).

Más sorprendente es la reaparición del cargo en otras tradiciones. En la escena de la crucifixión Mateo (27:40) y Marcos (15:20)(aunque de nuevo no en Lucas) describen a la muchedumbre llamando a Jesús “aquel que iba a destruir el Templo y reconstruirlo en tres días”. De acuerdo con Hechos 6:14 la acusación contra Esteban era que había dicho –incluso después de la muerte y resurrección de Jesús- que “este Jesús de Nazaret destruirá este lugar”(el Templo). Si se pudiese estar completamente seguro de la historicidad de esta acusación contra Esteban, quedaría claro que Jesús había hablado de manera tan firme que aún los Cristianos continuaban esperando la inminente destrucción del Templo. Hay que señalar que el autor de Hechos dice que la acusación contra Esteban fue realizada por falsos testigos(Hechos 6:13). Esto es más evidencia de la reticencia de los primeros Cristianos en admitir esta acusación, y ayuda a confirmar que Jesús sí dijo algo que fue tomado como amenaza.

Finalmente, hay que citar a Juan 2:18-22:

Los judíos entonces le dijeron: “Qué signo puedes darnos que justifique que puedes obrar así? Jesús les respondió: “Destruid este santuario y en tres días lo levantaré”. Los judíos le contestaron: Cuarenta y  seis años se ha tardado en construir este santuario, y tú lo vas a levantar en tres días? Pero él hablaba del santuario de su cuerpo. Cuando fue levantado de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de esto que había dicho, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había pronunciado Jesús”.


En el relato de Juan este intercambio sigue inmediatamente después de la expulsión de los mercaderes del Templo. Este pasaje es bastante sorprendente. Se puede observar aquí la estrategia característica de Juan de hacer que Jesús diga algo que sus interlocutores entienden en un nivel, lo que da la oportunidad al evangelista de explicar el verdadero significado, el cual reside en otro nivel. La afirmación de Juan 2:19 muestra cuan profundamente incrustada en la tradición estaba la amenaza de destruir y la promesa de reconstruir el Templo. Estaba tan firmemente establecida que no fue puesta a un lado, sino más bien interpretada. Juan, deja caer, “Yo destruiré”, y enfatiza la declaración en segunda persona que implica una condición, “(Si) destruyes”. El cambio es necesario para la explicación del evangelista de que el Templo es el cuerpo de Cristo. Jesús no pudo haber dicho que iba a destruir su propio cuerpo(40). Es razonable ver el cambio de sujeto como obra de Juan y suponer que Juan tenía la tradición contenida en Marcos 14:58, Mat. 26:61, Marc. 15:29, Mat. 27:40, y Hechos 6:14: Jesús amenazó con la destrucción del Templo (y quizá predijo su reconstrucción en tres días).

Parece que se trata de una tradición histórica bien establecida, aunque hay incertidumbre acerca de qué es lo que es esta tradición. Predijo Jesús la destrucción del Templo (Marc. 13:1) o “amenazó” con ello (Marc. 14:58)?(41). Mencionó la destrucción-reconstrucción, o solamente la primera? El uso cristológico de la predicción que sería reconstruido después de tres días es evidente, aunque incluso así Jesús puede haber predicho sólo esto, pues la aplicación a la resurrección no siempre es explícita(Marc. 15:29). Si Jesús amenazó o predijo la destrucción del Templo y su reconstrucción después de tres días, o sea, si el dicho en cualquiera de sus formas es siquiera aproximadamente auténtico, su significado estaría claro: predijo la aparición inminente del juicio y de la nueva era.

El dicho y la acción se corresponden. Ambos señalan hacia la destrucción del orden presente y la aparición de uno nuevo. Habría que pensar probablemente que esta expectativa era la de un Templo nuevo que sería dado por Dios desde el cielo, una expectativa que no es desconocida durante el periodo, incluso aunque no fuera universal. En este caso la caracterización del Templo “no hecho por manos humanas” podría ser original, en lugar de una interpretación espiritualizante. Pero si (siguiendo Marc. 13:1; Hech. 6:14) no había predicción de reconstrucción, el significado sería sólo un poco menos concreto. Jesús sea amenazó o predijo que Dios pondría fin al Templo presente: o sea, el fin estaba cerca. Si dijo “destruiré”, se vio a sí mismo como agente de Dios. Difícil es determinar con certeza la forma original del dicho. Se pueden excluir, no obstante, algunas posibilidades. Hay que observar primero que la existencia de la forma de amenaza(“Destruiré”, Marc 14:58; implicada por Marc. 15:29 y Hech. 6:14, y quizá Juan. 2:19) hace virtualmente increíble que el dicho pueda ser un vaticinio “ex eventu”, una profecía después del evento.

Después que el Templo fuese destruido por los Romanos en el año 70, los Cristianos no habrían compuesto una amenaza de Jesús de destruirlo, ni habrían convertido una profecía existente de que el Templo sería destruido en semejante amenaza. Si sólo tuviéramos las predicciones, se podría creer que es un “vaticinium”, aunque quizá no uno muy probable(42), aunque no se puede explicar el origen de la doble forma de esta manera. Uno tendría que suponer que la predicción fue compuesta después que fue cumplida en el 70, que un evangelista o alguien en la tradición pre-Evangélica convirtió creativamente la predicción en una amenaza e hizo de esta el objeto de un cargo ante el sumo sacerdote que fracasó por falta de acuerdo en el testimonio, que una de las fuentes de Lucas en los primeros capítulos de Hechos llegó al mismo cargo independientemente(difícilmente Lucas pudo haber compuesto esto, habiéndolo descartado en los Evangelios), y que el cuarto evangelista entendió que la forma de amenaza del dicho era tan bien conocida que tuvo que tenerla en cuenta. Es mejor, no obstante, creer que Jesús dijo algo que está detrás de las tradiciones. Pero predijo él un desastre militar? No es inconcebible que en tanto que persona sagaz viese a donde el zelotismo llevaría a la nación una generación más tarde, aunque no hay razón para pensar que este tipo de observación esté detrás de la doble tradición de predicción y amenaza tal como la tenemos.

Sea lo que sea lo que Jesús dijo, de una manera u otra se hizo público. Marcos presenta la predicción de destrucción siendo realizada a un discípulo(13:1), mientras Mateo tiene “a sus discípulos”(24:1). Lucas le da al dicho un escenario más amplio(21:5). Aquí como en otros partes hay que suponer que el escenario es secundario. La naturaleza pública de la afirmación está implicada al ser usada en cargos contra Jesús y Esteban.

Se puede concluir que Jesús predijo o amenazó públicamente la destrucción del Templo, que esta declaración era un reflejo de su expectativa de la llegada del “eschaton”, que probablemente también esperaba un nuevo Templo dado por Dios desde el cielo, y que hizo una demostración que simbolizaba proféticamente el evento venidero.

Bornkamm, dice que la “limpieza” del Templo es “más que un acto de reforma para restaurar el servicio del Templo a su pureza original. Jesús también “limpió el Santuario para la inminente llegada del Reino de Dios”(43). Aquí la amenaza de destrucción es puesta de lado al igual que la conexión radical con la escatología.

Según esta hipótesis  la acción y el dicho forman una unidad. Jesús predijo (o amenazó) la destrucción del Templo y realizó una acción simbólica de su destrucción manifestándose contra la realización de sacrificios. No quería purificar el Templo, ni de un comercio deshonesto ni del comercio contrastándolo con el culto “puro”. Ni se oponía a los sacrificios del Templo que Dios ordenó a Israel. Trataba, más bien, de indicar que el fin estaba cerca y que el Templo sería destruido, de manera que pudiese surgir un Templo nuevo y perfecto(44).

La pregunta que aún sigue en pié es si los contemporáneos de Jesús habrían bien comprendido el simbolismo de la profecía. Seguramente los Judíos piadosos, no sólo los aprovechados de la clase sacerdotal, se habrían sentido ofendidos por esta acción en el Templo. Esto se sigue tanto de la posibilidad intrínseca como de la consecuencia –Jesús fue condenado a muerte, aparentemente con la aprobación de muchos en Jerusalem. Pero habría la muchedumbre entendido sin ambigüedad que Jesús trataba de simbolizar la inminente intervención escatológica de Dios? A esta pregunta no se le puede dar respuesta cierta(45). Había en ciertos círculos una expectativa de destrucción y reconstrucción del Templo. Parece pues razonable que la intención de la acción de Jesús estaba clara para sus contemporáneos. Incluso si era entendido, la acción y el dicho continuaban siendo ofensivo. Jesús atacó el funcionamiento del Templo, donde eran expiados los pecados de Israel, y la muchedumbre pudo simplemente haber desconfiado de su predicción escatológica o resentido su auto-afirmación personal. Intentar obtener una respuesta real a todo esto sería llevar una reconstrucción hipotética demasiado lejos. Es dudoso que se pueda saber con total seguridad cuan bien era comprendido Jesús y por cuantos de sus contemporáneos.                                                                                    
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1.      Bultmann (History) p. 36; Marc. 11:15, 18 vienen del editor; v. 17 es un añadido que ha reemplazado a otro, que quizá esté conservado en Juan 2:16. Se puede conjeturar que 11:17-33 seguía inmediatamente a 11:16, aunque probablemente no como parte de la misma unidad. Roloff (Der irdische Jesus), p. 93: la forma más antigua de la narrativa era Marcos 11:15, 18a, 28-33. Vincent Taylor (The Gospel According to St. Mark, 1959) p. 461: la unidad original es 11:15b-17. Marcos añadió vv. 15a, 18f. Boismard (Synopse des quatre Évangiles en Français II: Commentaire, 1972), pp. 334-6: Marcos 11:27-33 originalmente seguía la escena de la “purificación”. Los versículos 17f., 19 son inserciones posteriores. La expulsión de los mercaderes (11:15) era originalmente seguida por un dicho mejor conservado en Juan 2:16b.  Hay que señalar que Marcos 11:16, ausente tanto en Mateo como en Lucas, juega un papel muy pequeño en estos análisis. Esta especie de prohibición general (ver I. Abrahams, “Studies in Pharisaism and the Gospels I”, 1917), pp. 84f., no encaja bien con el vuelco de las mesas y es probablemente una adición posterior, aunque pasa normalmente inadvertida. Se puede dudar también que la admonición sea apropiada para el templo de Jerusalem, a la vista de la situación de las puertas. En cualquier caso, no juega papel alguno en este análisis. 
2.      Para una lista de estudiosos respecto a Marcos 13:2 como inauténtico, ver G.R. Beasley-Murray, “A Commentary on Mark Thirteen”, 1957, p. 23. El pasaje es aceptado a menudo como auténtico, de hecho el templo fue destruido por el fuego (ver Taylor, “St. Mark”, p. 501). Lloyd Gaston (“No Stone on Another”, 1970, pp. 12f., 65, 244, 424f.) ha señalado correctamente que sólo el marco redaccional de Marcos 13:2 y paralelos menciona el templo, y propone que la profecía de destrucción se encuentra en su forma original en Lucas 19:44, donde se refiere a la destrucción de Jerusalem. Ofrece en p. 65n.I una bibliografía de estudiosos que combinan Marcos 13:2 con 14:58 y 15:29 y considera que Jesús sí predijo o amenazó con la destrucción del templo.
3.      Para la visión que Marcos 14:58 es tanto auténtico como inauténtico, ver Taylor, “St. Mark”, p. 566. Taylor ve el pasaje como auténtico.
4.      M. Goguel, “Jesus and the Origins of Christianity”, vol. 1, “The Life of Jesus”, pp. 412-15, argumenta que el acto y el dicho no forman una unidad (cf. N. 1), aunque propone que el dicho contra la profanación del templo era auténtico y que el acto de tumbar las mesas no es histórico y había sido creado sobre la base del dicho. Los estudiosos no han seguido la propuesta de Goguel. La acción contra los cambistas y las frecuentes acusaciones en que Jesús amenazó con destruir el templo se apoyan mutuamente.
5.      Ver el examen de opiniones a cargo de W.D. Davies, “The Gospel and the Land. Early Christianity and Jewish Territorial Doctrine”, 1974, pp. 349-52.
6.      Hay cierto debate acerca de lo que tenía lugar dentro del precinto del Templo y lo que fue relegado a la zona exterior. Según J. Klausner (“Jesus of Nazareth”, p. 314), los Fariseos no habrían permitido ventas o cambio de dinero en el Templo, aunque los Saduceos, entonces en control, pueden haberlo permitido en el patio exterior. Ver Abrahams, “Studies”, pp. 86: los cambistas no habrían sido permitidos en el precinto del Templo, aunque los que daban los beneficios al Templo habrían sido permitidos dentro durante una semana, desde el 25 de Adar al 1 de Nisan. La compra-venta de animales para sacrificio normalmente tenía lugar fuera. No se puede establecer la localización precisa, pero se puede asumir que el comercio era permitido solamente en el patio de los Gentiles, si es que lo era en algún lugar dentro del Templo. Jeremías ha explicado mejor la mishnah que se aplica a los visitantes de la zona del Templo (turistas y otros), a los que se les prohíbe llevar dinero, no a los que vienen a ofrecer un sacrificio. Ver J. Jermías, “Zwei Miszellen:1. Antik-Jüdische Münzdeutungen. 2. Zur Geschichtlichkeit der Tempelreinigung”, NTS 23, 1977, pp. 179f.
7.      Edersheim, “The Life and times of Jesus the Messiah I”, 1936, p. 370.
8.      Ibid.: “La mayoría de la transacciones impropias eran realizadas para aprovecharse de los pobres”.
9.      Abraham, “Studies I”, p. 87.
10.    Ibid., p. 88.
11.    Ibid., p. 84.
12.    Ver el argumento de Robert Banks “Jesus and the Law in the Synoptic Tradition”, 1975, p. 208. Según el cual una distinción interno/externo es anacrónica (discutiendo Mat. 5:17).
13.    Más explícitamente, Bornkamm habla de la acción como “más que un acto de reforma para restaurar el servicio del Templo a su pureza original”, “Jesus of Nazareth”, pp. 158., aunque también trataba esto.
14.    Hirsch, “Sacrifice”, JE 10, p. 617, resume el uso de palomas y tórtolas en los sacrificios así: “servían como holocausto y ofrendas por los pecados en casos de lustraciones. También servían como holocausto privado, y eran aceptadas como ofrendas por los pecados de los más pobres y como ofrendas de purificación…..” Josefo, Anti. Jud. III. 230. Se requerían muchos pájaros sin defecto.
15.    Salmos de Salomón 17:6-8. Ver Adolf Büchler, “Types of Jewish-Palestinian Piety from 70 a.C. to 70 d.C.”, 1922, pp. 170-4.
16.    Testamento de Moisés 6:1; Büchler, ibid.
17.    CD 5:7; Salm. Salom. 8:13; cf. Niddah 4:2. Ver “Paul and Palestinian Judaism”, p. 404.
18.    Para una crítica del culto sobre el fundamento de una diferente halakah, ver Yigael Yadin, “The Scroll of the War of the Sons of Light Against the Sons of Darkness”, 1962, pp. 198f.
19.    Yoma 19b; “Paul and Palestinian Judaism”, p. 151.
20.    Nahman Avigad, comentando sobre un descubrimiento de lo que cree fue una tienda que suplía de incienso y semejantes al Templo, describe al dueño habiendo “usurpado” el privilegio para su propio beneficio. Esta información no viene de la arqueología, sino de aplicar una generalización a una persona particular. Los sacerdotes en general, escribe “abusaban de su posición…….. mediante el nepotismo y la opresión” (Discovering Jerusalem), 1983, pp. 130.
21.    Gaston “No Stone on Another”, p. 85, ofrece una bibliografía de aquellos que ven a Jesús como reformador religioso y comenta propiamente: “En contraste con la manera como los Esenios habrían limpiado el Templo, comenzando con el Sumo Sacerdote y continuando con una reforma de todo el culto, Jesús no puede ser visto como reformador religioso, limpiando el templo de abusos”.
22.    Albert Nolan, “Jesus before Christianity”, 1980, p. 102; el tema era solamente el “abuso del dinero y comercio”. Nolan continúa afirmando que hay evidencia de fraude y robo, citando a Jeremías, “Jerusalem in the Time of Jesus”, pp. 33. Sin embargo esas páginas no contienen semejante evidencia.
23.    La autenticidad de Marcos 11:17 es puesta en duda también por Georg Klinzing, “Die Umdeuteung des Kultus in der Qumrangemeinde und im Neuen Testament”, 1971, p. 209. Ver también Maria Trautmann, “Zeichenchafte Handlungen Jesu”, 1980. No duda nunca que “purificar” es el término correcto, aunque argumenta persuasivamente contra la autenticidad de Marc. 11:17(pp. 87-90).
24.    Roloff, “Der irdische Jesus”, p. 93.
25.    Harvey, “Constraints”, p. 132 y notas.
26.    ver W.D. Davies, “The Gospel and the Land”, p. 349. Ver el trato sensitivo a cargo de Moule, “Birth”, pp. 21-5.
27.    Davies, loc. Cit.
28.    En beneficio del argumento se acepta el punto de vista que el comercio, o parte de este, se realizaba en el patio de los Gentiles. Devies defiende esta localización, “The Gospel and the Land”, pp. 350.
29.    Comparar el argumento de J.D. M. Derrett, “The Zeal of thy House and the Cleansing of the Temple”, Downside Review 95, 1977, pp. 79-94. Propone que la expulsión de los mercaderes es algo que ya contemplaban los profetas, ver Zac. 14:21 y otros pasajes que no parecen ser muy relevantes.
30.    Uno puede concebir que Jesús quería purificar el Templo, y simultáneamente redefinir lo que es la pureza de manera tal a eliminar los estándares de distinción entre lo sagrado y lo profano. La redefinición involucraría purgar lo externo (sacrificios) a favor de lo interno (oración). Se puede pensar, por ejemplo, en el punto de vista de Käsemann de que esto es lo que Jesús hizo en Marc. 7:15: “no es la comida lo que hace impuro, sino lo que sale del corazón”.
31.    Gaston “No Stone on Another”, p. 87. Objeta fuertemente a sacar demasiadas conclusiones sobre la posibilidad que la “purificación/limpieza” tuviese lugar en el patio de los Gentiles.
32.    Trautmann, “Zeichenhafte Handlungen”, pp. 120-22.
33.    Ver Jeremías, “Proclamation”, p. 145; Meyer, “Aims”, p.238; H.W. Bartsch, “Jesus. Prophet und Messias aus Galiläa”, 1970, p. 48; Boismard, “Synopse II”, p. 408: era la casta sacerdotal la que estaba exasperada al ver a Jesús posar como reformador religioso respecto a la práctica del culto.
34.    Por ejemplo, Roloff, “Der irdische Jesus”, p. 95; Brandon, “Jesus and the Zealots”, p. 338; cf. Meyer, “Aims”, p. 170: La acción de Jesús estaba cargada de simbolismo; Gaston, “No Stone on Another”, p. 86: La acción era simbólica.
35.    (58)Hengel, “Was Jesus a Revolutionist?”, pp. 16f. Cf. Dodd, “Founder”, pp. 144. La fuerza que efectuó esto era simplemente la autoridad personal con la que Jesús se enfrentó a la muchedumbre.
36.    Ver la siguiente nota.
37.    A favor de esta interpretación, ver R.J. McKelvey, “The New Temple. The Church in the New Testament”, 1969, p. 66 (señala la venida del reino de Dios); pp. 71 (La nueva era tendrá su templo……); James D.G. Dunn, “Unity and Diversity in the New Testament”, 1977, p. 324(Los discípulos de Jesús entendieron la acción como señal de una renovación escatológica centrada en el Monte Sión y en un Templo escatológicamente renovado o reconstruido);Trautmann, “Zeichenhafte Handlungen”, pp. 124, 126, 129, 386. En la página 130 argumenta que la acción no era “profética”, dado que no se invoca al Señor. Su posición es interesante, dado que mantiene que Jesús intentó purificar el Templo de las prácticas corruptas del momento, aunque posteriormente ve en ello que la acción apunta hacia un nuevo Templo. La fuerza real de un evento es más aguda en su manifestación cuando no es confundida con otra interpretación que compita con ella.
38.    Bultmann, “History”, p. 36.
39.    La principal alternativa para comprender el significado en Marcos ha sido bien argumentada por Donald Juel, “Messiah and Temple: The Trial of Jesus in the Gospel of Mark”, 1977. Su principal conclusión es que el autor de Marcos tenía en mente a la comunidad Cristiana en tanto que Templo no hecho por hombres. Ver también Dodd, “Founder”, pp. 89.; Klinzing, “Umdeutung”, pp. 202. Klinzing (p. 204) también argumenta que las frases “hecho por hombres” y “no hecho por hombres”, no aparece en Mateo, serían una adición secundaria.
40.    Cf. Gaston, “No Stone on Another”, p. 71.
41.    Bultmann: Un dicho acerca del Templo se remonta a Jesús, pero hay que permanecer en la incertidumbre acerca de la forma (History, pp. 120; Ergäzungsheft, pp. 46, con bibliografía). En el Ergänzungsheft corrige su primer punto de vista de que el dicho tiene una base mitológica y lo sitúa correctamente en el marco de lo apocalíptico Judío(en el sentido de la escatología). Dieter Lührmann trata el dicho de manera instructiva. Dice que Marcos veía la amenaza en Marcos 14:58 como no auténtica, aunque aceptó la predicción de 13:2. Se puede estar seguro que hubo un dicho y sospechar que la versión en 14:58 está más cerca del original. Ver Lührmann, “Markus 14:55-64. Christologie und Zerstörung des Tempels im Markusevangelium”, NTS 27, 1981, pp. 457-74.
42.    Gaston (No Stone on Another, p. 45) cita un verdadero “vaticinium ex eventu” sobre la destrucción de Jerusalem de Lactantius, “Divine Institutions IV.21”. es mucho más explícito y detallado que cualquier otro en los Evangelios.
43.    Bornkamm, “Jesus of Nazareth”, pp. 158.
44.    El punto de vista que Jesús esperaba un Templo nuevo para el fin de los tiempos, no es de ninguna manera único, aunque está a menudo mezclado con la interpretación de la acción como limpieza(Trautmann y otros. Para el punto de vista que Jesús esperaba un nuevo Templo, ver Klinzing, “Umdeutung”, p. 205; Meyer, “Aims”, pp. 168-70; 181-5; 197.
45.    Harvey, “Constraints”, pp. 133, propone que la acción no fue entendida inmediatamente, sino que habría sido entendida como una afirmación de su autoridad.   
 














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