martes, 3 de febrero de 2015

JUAN BAUTISTA EN Q

JUAN BAUTISTA EN Q
Hasta qué punto la llamada tradición “Q” sobre la que se basan Mateo y Lucas refleja ya una interpretación desarrollada del papel de Juan en la historia redentora? Aparentemente Q contenía una colección de dichos concernientes a la relación entre Jesús y el Bautista (Mat. 11:2-11, 16-19; Lucas 7:18-19, 22-8, 31-5), así como un bloque sobre las enseñanzas de Juan(Mat. 3:7-10, 11-12; Lucas 3:7-9, 16-17). Si se consideran otros materiales de la doble tradición como Mat. 11:12-13/Lucas  16:16 y Mat. 21:32/Lucas 7:29f., surge una perspectiva teológica consistente. Muchas de estas tradiciones son de alto valor en tanto que “ipsissima verba” de Jesús. Aunque su efecto acumulativo es poner de relieve el significado de Juan para la crisis escatológica creada por la presencia de Jesús.

En primer lugar, la colección Q presenta dichos que ayudan a “crear” esta crisis colocando sobre los hombres el requerimiento absoluto de Dios en la hora última. Y es en la predicación de Juan en Q que este requerimiento se escucha por vez primera: “huir de la ira inminente….. Dad fruto…….. no presumáis……. La paja la quemará con fuego que no se apaga”(Mat. 3:7-12)(1). La urgencia de esta crisis es tan extrema que incluso Juan es juzgado por esta (Mat. 11:2-6) y es encontrado insuficiente (11:11). Sin embargo, la proclamación de Juan participa de la actividad de Dios; desde la perspectiva de Q, Juan está haciendo precisamente lo que Dios desea, hasta tal punto que el rechazo de la misión de Juan equivale al rechazo de Jesús y al mismo propósito de Dios mismo (Mat. 21:32/Luc. 7:29f.)!

En segundo lugar, Q conserva dichos que ilustran el papel de Juan en esta crisis. Es más que un profeta: es el mensajero de Dios que anuncia la inminente llegada del que había de venir (Mat. 3:11-12; 11:9-10)(2). Aunque la forma como Juan servía a Dios era de muchas maneras opuesta a la de Jesús, Juan está completamente dentro de la voluntad de Dios; cada uno cumpliendo su propio papel en el propósito redentor de Dios(Mat. 11:16-19). Así se puede ver en la doble tradición un esquematismo escatológico en el cual Juan “inicia” la crisis mesiánica como predicador del juicio y del arrepentimiento(Mat. 11:12). No hay “periodo preparatorio”, ni “entre tiempos”. La predicación de arrepentimiento de Juan es ya parte del Reino de Dios y revela su nueva calidad de amplitud universal, en lo que es dirigida a los “recolectores de impuestos y prostitutas” (Mat. 21:32)(3). Es con Juan, según Q, que el radicalismo decisivo de la predicación del reino comienza, dado que lanza el reino completamente abierto a los desheredados espiritualmente(4).

La alarma causada por el ministerio de Juan a los “fuera de la ley” y “los pobres” está reflejada en Mat. 11:12f./Luc. 16:16. La forma del dicho de Mateo se enmarca en el contexto de un grupo de dichos acerca de Juan el Bautista, el de Lucas en una discusión acerca de la Ley. Ninguno de los dos contextos parecen ser originales. La forma del dicho de Mateo es la más difícil y es probablemente más antigua. La historia del dicho muestra que se está tratando con un tradición verdaderamente primitiva, ya ininteligible en la época de los Evangelista. El paralelismo de βιάξεται y άρπάξουσιν en Mat. 11:12 seguramente denota una acto de violencia en sentido negativo. Kümmel, sugiere la traducción: “desde la aparición del Bautista hasta el momento presente el Reino de Dios está siendo violentamente asaltado y los hombres violentos desean robarlo”(5). Esta parece ser la lectura propia. Pero qué significa?

F.W. Danker(6) entiende el pasaje como un “logion oposición”, o sea, una queja de los Fariseos contra los eventos iniciados por Juan, los cuales Jesús invierte como testimonio del éxito de Juan. Los Fariseos murmuran indignados: “el reino de la Ley y el orden han llegado a su fin”. Esto sucede desde que apareció Juan. El reino de Dios ha sido públicamente proclamado y popularizado, con el resultado que no sólo los justos, sino “todo el mundo” incluyendo publicanos y pecadores, lo toman por la fuerza. Esta es la objeción básica de los Fariseos. Jesús acepta esto: “Y es verdad (según la objeción pronunciada) que desde Juan Bautista el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos (publicanos y pecadores) lo toman por la fuerza”.

Sea cual sea la interpretación, sin embargo, lo que es remarcable acerca de este dicho es lo que nos dice de Juan Bautista. El escenario es de conflicto entre Jesús y los Fariseos, aunque la fuente del conflicto no es Jesús sino Juan. Es la antigua cuestión de la autoridad de Juan(cf. Marcos 11:28-33). La versión de Lucas revela su comprensión de “la Ley y los profetas” como pertenecientes a una fase distinta en la historia de la redención(7). Mateo mantiene su énfasis característico en las Escrituras como proféticas: “Todos los profetas y la Ley profetizaron hasta Juan”. Detrás de ambas versiones yace la noción que Juan ha, de alguna manera, sido el instrumento de Dios en la inauguración del reino de Dios, esto en virtud de su indiscriminada oferta del bautismo a todos los que se arrepientan, incluso a los recolectores de impuestos y prostitutas. Es poco probable que la iglesia, involucrada como estaba en afirmar la superioridad de Jesús sobre Juan, hubiese creado un pasaje que acredita a Juan con el acto decisivo en el cambio de era, o que hubiera retratado a Jesús como mero sucesor de Juan. Aparentemente se puede trazar esta concepción escatológica del papel de Juan en la predicación del reino a cargo de Jesús e, indirectamente, mediante su murmullo y queja, a los mismos fariseos.

La interpretación de Mateo 11:12f./Lucas 16:16 encuentra confirmación en el material de Q en Mat. 11:16-19/Lucas 7:31-5.

Porque vino Juan, que no comía ni bebía , y dicen: “Está endemoniado”. Viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores”.

Esta generación” es descrita como niños malintencionados que ven a Juan Bautista como un asceta fanático y a Jesús como un derrochador. Jesús no corrige este juicio, se limita a mencionarlo. Aunque implica un juicio contra ellos por haber visto aunque no percibido. Qué es lo que no percibieron? Que el mensaje de arrepentimiento de Juan es la última advertencia de Dios antes del juicio, y que la “licencia” y el “no estar dentro de la Ley” de Jesús es la señal de que el reino mesiánico ha comenzado(8). El sentido de la parábola y su aplicación está en la afirmación que con Juan y Jesús, cada uno a su manera, el reino de Dios se ha hecho una realidad entre los hombres. Los pobres y los pecadores reconocían esto demostrando así ser “hijos de la sabiduría”(Luc. 7:35); los Fariseos y los Escribas negaron a Juan y rechazaron a Jesús mostrando así estar ciegos ante las señales escatológicas ante sus ojos(9). El hecho que Jesús conciba su trabajo en unidad con Juan a pesar de sus diferencias indica que tenía en mente un papel muy definido para Juan. Es “más que un profeta”: es el heraldo del reino de Dios(Mat. 11:9)(10). Hasta el negativismo de Juan participa en la buena nueva, pues con Juan las puertas del reino se abran de par en par a todos los que se sometan al juicio de Dios y entren.

LIMITACIONES A LA ESTIMA DE JUAN
Al lado de estas elevadas valoraciones de Juan hay dos pasajes en Q que ponen limitación a la estima a otorgar a Juan. La autenticidad de ambos pasajes ha sido puesta en duda. El primero es Mat. 11:2-6/Lucas 7:18-23, el relato de la delegación de Juan el Bautista a Jesús. Kraeling argumenta(11) que la pregunta hecha por Juan es una imposibilidad, pues el Por Venir trascendente (el Mesías) que él esperaba que destruiría al malvado en el fuego que no se apaga difícilmente sería evocado por la figura de Jesús. Kraeling busca un escenario en la vida de la iglesia que explique el desarrollo de la narrativa. Lo encuentra en un periodo temprano de fraternización entre Cristianos y discípulos de Juan, cuando las líneas de comunicación aún estaban abiertas y los dos grupos se veían comprometidos en una causa común. Esos Cristianos, la mayoría anteriormente discípulos de Juan, buscaban justificar su fe en Jesús como Mesías, tanto para ellos mismos como para los que aún seguían las enseñanzas de Juan, apelando al poder de Jesús como cumplimiento de las promesas de las Escrituras concernientes al que está “Por Venir”(Isa. 35:5; 61:1)(12). La ausencia de una posterior respuesta de Juan indica lo que los partidos de ambos lados sabían era un hecho, que Juan “no” aceptó a Jesús como “el que Había de Venir”. Pero la adaptabilidad de la narrativa sugiere la convicción de la iglesia, posteriormente hecha explícita en el Cuarto Evangelio, que hace que si Juan hubiera vivido el tiempo suficiente como para ver y oír lo que los Cristianos habían visto y oído, habría sin duda reconocido en el poder de las obras de Jesús las señales indicadoras del Día mesiánico(13). Si el relato de la delegación de Juan a Jesús fuese esencialmente histórico(14), su modificación para uso apologético con la comunidad del Bautista habría procedido en la misma línea de la arriba sugerida(15).

En cualquier caso la tradición de Q revela una situación en la cual la iglesia está trabajando para definir la relación de Juan con el Reino de los Cielos. Aparentemente la adulación de Juan a cargo de Jesús en los versículos que siguen (Mat. 11:7-9[Q]) vino a ser molesta para la iglesia. Mat. 11:2-6 aplica el antídoto. El juicio implícito en v.6 es que Juan se sintió “ofendido” por Jesús. Juan es por lo tanto excluido del Reino de los Cielos, a pesar de la alta estima de Jesús hacia él, dado que nunca alcanzó la fe en Jesús como Mesías.

La necesidad de clarificar la relación de Juan con el reino de los cielos también llevó a la modificación de Mat. 11:11(=Lucas 7:28). Aparentemente el logion original sobrevive solamente en 11:11a –“En verdad os digo que entre los nacidos de mujer, no ha aparecido uno mayor que Juan el Bautista”; a lo que la iglesia ha añadido la calificación en 11:11b –sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Si 11:11a hubiera quedado sin calificar, la afirmación de la Iglesia que Jesús era el Cristo quedaría invalidada. Por lo tanto la iglesia ajustó la perspectiva escatológica de Jesús y excluyó a Juan del tiempo de la realización del Reino. Juan puede ser más grande que nadie en “esta generación” o cualquier otra, dado que mediante su trabajo se enfrentó la crisis escatológica del juicio y salvación. Sin embargo, incluso el último de los discípulos de Jesús es mayor que Juan, porque ya participa del tiempo mesiánico que él solamente pudo esperar(16).

Aquí de nuevo el hecho histórico que Juan fuese asesinado antes de tener la oportunidad de entrar de lleno en los eventos del ministerio de Jesús es puesto como juicio teológico sobre él. Negándose a suprimir la alta estima de Jesús hacia Juan, una estima que Jesús había ya definido en su ministerio escatológicamente, la iglesia simplemente compensó el entusiasmo de Jesús con calificaciones que dejaron claro su percepción de la distinción fundamental entre aún esperando “al que ha de venir” y aceptando a Jesús como Mesías. Las implicaciones apologéticas/polémicas del pasaje son obvias.

En fin, se puede ver a la iglesia comprometida en maniobras evangélicas con el remanente de los discípulos de Juan aún no absorbidos por la iglesia. El hecho sorprendente no es que la iglesia ha creado o modificado materiales para su uso, sino que permitiese que los dichos de Jesús acerca de Juan sobrevivieran, molestos como eran para la iglesia en su situación apologética.

Resumiendo, hay en Q y los dichos relacionados una doble visión de Juan. Por un lado se puede ver la concepción de Jesús que Juan era la señal escatológica de que el Reino de los Cielos estaba cerca; por el otro se puede ver a la iglesia, bastante molesta, buscando circunscribir el papel de Juan y la estima a él debida. Los intentos de la iglesia en subordinar a Juan sólo sirven para elevar la impresión que Juan era el agente mediante el cual Jesús percibió la cercanía del Reino de los Cielos. Incluso al comienzo de la tradición, Juan es evaluado completamente en términos de su relación con el Evangelio y el reino de Dios.                                                     
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1.     (1)Bultmann (“The History of the Synoptic Tradition”, p. 117)cree que Mat. 3:7-10/Luc. 3:7-9 y Luc. 3:10-14 son palabras de Jesús puestas en boca de Juan con el deseo de tener algún registro de la predicación de arrepentimiento de Juan. La iglesia no parece haber sugerido que el mero arrepentimiento sería suficiente para la salvación aparte de creer en Jesús como el Cristo (Percy, “Die Botschaft Jesus”, 1953, p. 9. 
2.     T.W. Manson, siguiendo a J. Weiss y A. Merx, cree que Lucas 7:27 es una interpolación en el texto de Lucas debido a la influencia del Evangelio de Mateo (The Sayings of Jesus”, 1949, p. 69). La evidencia para este punto de vista es demasiado escasa. Conzelmann, “The Theology of St. Luke”(1960), pp. 158 n. 5 y 167 n.1, piensa que Lucas 7:27 es una variante de Q, igualmente aparentemente lo hace Bultmann, “The History of the Synoptic Tradition”, p. 165. Si esto es así, entonces Q podría estar dando testimonio de la creencia que Jesús tenía a Juan como “el cumplimiento de la predicción de Malaquías de un profeta-Mesías, y que él (Jesús) estaba ahora buscando momentáneamente el reino de Dios y al Hijo del Hombre, de cuya venida Juan había sido el heraldo y precursor escogido por Dios”(John Knox, “The Prophet in the New Testament Christology”, “Lux in Lumine: Essays to Honor W. Norman Pittenger”, ed. Por R.A. Norris, Jr., 1966, p. 26).
3.     F. Mussner, “Der nicht erkannte Kairos”(Mat. 11:16-19 = Luc. 7:31-5), Biblica, Xi(1959), 609 n. I.
4.     Lohmeyer, “Johannes der Täufer”, pp. 53-6, fue el primero en reconocer el radicalismo implícito en el ministerio de Juan a “los pobres”. Entre sus conversos había recolectores de impuestos (Lucas 3:12; 7:29; Mat. 21:32), prostitutas (Mat. 21:32) y soldados (Lucas 3:14). Estos pasajes revelan la misma tendencia reflejada en la hipérbole frecuentemente recurrente que “todo” el pueblo iba a oírle(Marcos 1:5; 11:32; Mat. 3:5; Lucas 3:3; 7:29; Hechos 13:24). Hasta Josefo refleja esta tradición: “todos iban a Juan”(Antig. XVIII, 5, 2). Aparentemente mediante el rito del bautismo Juan había encontrado un medio mediante el cual la gente común y otros “pecadores”, quienes debido a su laxitud respecto a las exigencias de la Ley eran vistos como ritual y moralmente “impuros”, podían ser regenerados aparte de una meticulosa observación de la Ley. Juan ha de ser acreditado con el inicio del ministerio a “los pobres”, una acción que los evangelistas ven como señal escatológica en relación a Jesús(Lucas 4:18 = Isa. 61:1; Lucas 14:13,20; Lucas 7:22/Mat. 11:5). La petición de Juan a las multitudes para que compartieran con los pobres que no tienen nada(Lucas 3:11) también refleja esta preocupación por los pobres. Llega incluso a describir al que ha de venir como un campesino, un hombre de la tierra (cortando árboles, recogiendo cosechas) en lugar de cómo un rey. Así, ya en su ministerio Juan había ya efectuado esta ruptura entre el pueblo y sus líderes que caracterizaría posteriormente el ministerio de Jesús(ibid).
5.     Promise and Fulfilment”, trad. Por D.M. Barton(1957), p. 123; cf. E. Käsemann, “Essays on New Testament Themes”, Trad. Por W.J. Montague(1964), pp. 42f.; G. Schrenck, “βιάξομαι”, TWNT,I,611.
6.     Lucas 16, 16 –“Un logion de oposición”, JBL, LXXVII(1958), pp. 231-43.
7.     Hans Conzelmann, “The Theology of St Luke”(1960), pp. 157ff.
8.     F. Mussner, “Der nicht erkannte Kairos”, Biblica, XL (1959), 599-602. La unidad de Mat. 11:16-19 ha sido puesta en duda por Bultmann, “The History of the Synoptic Tradition”, pp. 172, 199, que ve los vv. 16-17 como una parábola auténtica de Jesús a la que se han añadido los vv. 18-19 como interpretación de la iglesia Helena. Bultmann mantiene que la aplicación original de la parábola es irrecuperable, aunque no incluía referencia alguna a Juan. Es probablemente verdad que la iglesia modificó la forma del pasaje con el paso del tiempo (ήλθεν y ό υίος τού άνθρώπου parecen términos técnicos); por otro lado, hay que señalar el presente verbal de λέγουσιν y έχει. Cualquiera que sea la historia de la transmisión es difícil concebir a la iglesia llamando a Jesús “glotón y borracho” armando así a sus oponentes, o creando un paralelismo de igualdad entre Juan y Jesús cuando todos los demás trataban de subordinar a Juan.
9.     Cullmann, “Peter”, pp. 21f., recuerda mediante una comparación con Mat. 16:17 con Juan 1:42 y 21:15f., que “Jonás” puede servir como  forma de abreviación de Johanan (Juan) es posible que “la señal de Jonás” (Lucas 11:29-30/Mat. 12:38-41) es una alusión deliberadamente velada al mensaje de arrepentimiento de Juan(cf. Kraeling, “John the Baptist”, pp. 136f., considera que la forma de Lucas es una dicho auténtico de Jesús). Mediante este juego de palabras, Juan es certificado como profeta en la tradición de Jonás, cuya misión era predicar el arrepentimiento prior a una acción de Dios anticipada como juicio aunque recibida como gracia. Este pasaje sería así un testimonio más de la gran solidaridad entre Juan y Jesús, que fundamenta el significado de todo su ministerio en esta simple señal escatológica: “El mensaje de arrepentimiento de Juan”.
10.   Adolf Schlatter, “Das Evangelium nach Matthäus”, p. 175: “Juan no sólo profetizó; él mismo fue profetizado. Le dio a la gente no solo esperanza para el futuro, con él comenzó el cumplimiento de esta esperanza”.
11.   John the Baptist, pp. 128-31. Cf. También Bultmann, “The History of the Synoptic Tradition”, pp. 23f.; M. Goguel, “Jean-Baptiste”, pp. 63-5; y E Lohmeyer, “Johannes der Täufer”, p. 18.
12.   Kraeling, “John the Baptist”, pp. 172 ff. y 130.
13.   Bultmann, “The History of the Synoptic Tradition”, p. 24, suscita la vaga posibilidad que los discípulos de Juan hubieran reivindicado para su maestro el cumplimiento de Isa. 35:5f.: “Que había en circulación relatos de los milagros de Juan es bastante creíble, pues la afirmación que no realizó ninguno (Juan 10:41) es obviamente polémica. No implica Marcos 6:14 que los informes de los milagros de Juan Bautista eran corrientes?” Fridrichsen, “Le Problème du Miracle” (1925), pp. 66-9, está probablemente más cerca de la verdad cuando dice que la tensión reflejada aquí entre la iglesia y el Bautista surge, no porque Juan sea declarado Mesías o hacedor de milagros por sus discípulos, sino porque los discípulos de Juan creían que el mesías sería alguien completamente diferenta a Jesús.
14.   Como argumenta Dibelius, “Johannes der Täufer”, p. 18; también W.G. Kümmel, “Promise and Fulfilment”, pp. 109 ff. (“……. El Bautista de ninguna manera aparece aquí dando testimonio de Cristo, sino como alguien que pregunta partiendo de la incertidumbre, lo que contradice la tendencia de la temprana Iglesia a hacer de él un testigo……”).
15.   Ejemplos de esta modificación son el uso que hace Mateo de “Cristo” en 11:2, o el emparejamiento que realiza Lucas de los discípulos de Juan y la adición de 7:21.

16.   Cullmann, “ό όπίσω μου έρχόμενος”, In “The Early Church”(1956), p. 180, tiene en cuenta la sugerencia de Franz Dibelius que “el último” en Mat. 11:11b se refería originalmente a Jesús y no a los Cristianos en general, “ό μικρότερος” que deriva del Arameo y significa y significa “joven” así como “menor”. El superlativo Griego surge aquí de una mala comprensión; el comparativo está en paralelo con “μείβων” en 11:11ª. El punto es que el “más joven” (término rabínico para discípulo) y por lo tanto “menor” de los dos se ha convertido en más grande que su maestro: “el menor (i.e. Jesús como discípulo de Juan) es más grande que él (i.e. Juan) en el reino de los cielos” (Cf. También Cullmann “The Christology of the New Testament”, pp. 24, 32). Mat. 11:11 sería pues equivalente a Mat. 3:11. Cualquiera que sea el sentido original del pasaje, no obstante, su significado en Q es obvio.                      

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