jueves, 27 de octubre de 2016

SOBRE EL AMOR

Junto al prejuicio del género hay también una diferencia en la clase social en lo que al amor respecta según estudiosos actuales del tema. "Entre el público en general, el amor es definido primariamente como expresión de sentimientos y comunicación verbal, no como ayuda instrumental". Esto se da especialmente entre los más acaudalados; los pobres más bien ven la ayuda práctica y asistencia financiera como expresión de amor. En fin, al menos en América y Europa hay distintas percepciones masculinas/femeninas y estilos de amor, y en grado significativo se correlacionan con las clases sociales bajas y altas, respectivamente.

Esto según los científicos sociales y las relaciones de género en USA y Europa. Pero hay excepciones a esta generalizaciones, y la cuestión de la fiabilidad de las generalizaciones referentes al género a lo largo de la historia esta plagada con problemas y controversias. Cualesquiera sean las debilidades que uno encuentre en esta tipología, no obstante, si que ofrece un sorprendente paralelo respecto a la cuestión de amor y ley Divina.

Si uno trata de describir el amor basado en la Alianza tal como aparece en la Torá, habría que decir que el "amor" no es del todo un término inadecuado o impropio respecto a este fenómeno, aunque el amor en cuestión es más parecido a la percepción (según M. Cancian) que mantienen hombres y gente pobre que a la percepción característica que mantienen las mujeres y los más ricos. En particular el término de Cancian "ayuda instrumental" parece una manera muy apropiada de personificar la relación entre el soberano o protector y el vasallo. En el centro de esta relación están los deberes de ambos partidos, manifestados principalmente en la asistencia material que se ofrecen mutuamente. "Los hombres en realidad ven las acciones instrumentales como afecto", dice Cancian, podría igualmente estar estar caracterizando la cuestión semántica de cómo la Torá, y sus antecedentes y paralelos en el Cercano Oriente, podrían haber descrito la realización de deberes como amor.  La respuesta es que esas fuentes mantenían un concepto del amor que era más externo, orientado a la acción, y práctico que el que ha venido a dominar la cultura moderna Occidental.

Pero, en realidad, este tipo de amor es familiar, incluso en las sociedades modernas, como puede en principio parecer es el caso. Qué tal si hablamos del amor entre padres e hijos? En este caso podríamos más bien hablar de acciones que de afectos. Una madre y un padre trabajan horas extras para pagas la escuela de sus hijos, pagar las clases de música, o la ortodoncia; los padres de un adolescente rebelde sufren con paciencia las provocaciones respondiendo como les parece apropiado respecto a la situación aunque nunca abandonándolo. Por su parte, los hijos toman responsabilidades extras en la casa cuando han de ayudar a un familiar discapacitado; los hijos adultos asumen cargas especiales para asegurar que sus padres ancianos reciban los cuidados necesarios.  En todos estos casos, no sería razonable inferir una relación de amor de acuerdo con estas prácticas, incluso cuando hay una total ausencia de expresiones verbales de afecto, de besos y abrazos? Para que esta analogía respecto a la relación entre Dios y nosotros no parezca poco probable, vale la pena señalar que la metáfora de padre e hijo, a diferencia de la de marido y esposa ampliamente mencionada en los profetas también aparece en Deuteronomio, el libro que contiene la Shema y su mandamiento de "amar al Señor tu Dios con todo tu corazón" (6:5; 11:13).

Habría que asumir que los mandamientos de Dios junto a las normas de la Alianza no tienen conexión con el amor? O sería mucho más razonable asumir que la disciplina de Dios en sí misma es una expresión de amor -no romántico sino paternal? Pues este último está caracterizado no mucho más por las acciones que suscita que por palabras o gestos. Se trata de un amor que conlleva servicio.

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