SUMERIOS
Los hititas celebraban la victoria del Ungido sobre el dragón, que es sin duda una variante del mito de Marduk enfrentado a Tiamat. Esta o este, la bestia sobre la cual triunfa la joven divinidad, es un dragón hambriento que devora cuanto muere en el mundo y que simboliza el infierno. Es una de las formas del infierno animado, provisto de voluntad y personalidad (ver Leviatán). En los frisos y los relieves más antiguos, tanto mesopotámicos como egipcios, suele representarse con forma de enorme serpiente, cocodrilo, hipopótamo o pez descomunal.
En Babilonia, esas celebraciones anuales de renovación o renacimiento consiguieron un éxito excepcional. Durante diez días se representaba la comedia de un rey humillado a quien ponían de rodillas y abofeteaban. Luego, lo devolvían al poder tras ejecutar una serie de ritos de purificación. Las procesiones de imágenes reunían a toda la ciudad en las calles. Participaban en ellas numerosas cofradías, casi siempre formadas por devotos de los diversos gremios y oficios. El momento más emocionante, el rito más importante de la ceremonia, llegaba en el cuarto día con la declaración por parte del numeroso coro de una epopeya en siete cantos. Dicha pieza poética es el Enuma Elish.
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