martes, 31 de mayo de 2022

EL ETERNO RETORNO

EL ETERNO RETORNO
El cosmos indio es un proceso cíclico y recurrente en el que ni siquiera los dioses son eternos. El universo es reducido periódicamente por el fuego para renacer de nuevo con brío e inocencia. Sin esa infancia cósmica de energía renovadas, el cansancio cósmico no permitiría las hazañas de los héroes ni la liberación de los sabios. Esta idea de la disolución periódica fue compartida por los presocráticos. Heráclito consideraba que el mundo había surgido del fuego (semejante al ardor original de Prajapati) y volvería al fuego. Parménides llegó a sugerir que el cambio era sólo un fenómeno aparente y que las transformaciones del mundo obedecían a los dictados de la repetición. También los pitagóricos, los estoicos y los gnósticos estaban familiarizados con el eterno retorno, que para los últimos convierte el cosmos en una tediosa prisión. 
Platón llamó a este fenómeno "reminiscencia" (anamnesis), y la idea pudo tener un origen oriental. Consiste en que toda la verdad se encuentra de antemano en el alma de cada individuo, pero velada por las heridas del vivir, por experiencias o emociones  negativas (la miseria, la codicia, el odio) que acaban por sepultarla. Desvelarla es tarea del sabio, tanto en el Egeo como a orillas del Ganges. 
Las Upanishads tardías insisten en que el universo está hecho de conciencia y naturaleza. El magnetismo entre ambas crea el receptáculo  que habitan lo seres. Una idea que probablemente tenga su origen en el Samkhya y el budismo. La singular belleza de las transformaciones de la materia  tiene una razón de ser: "el deleite y la recreación de la conciencia (purusha)". Sin ese testigo, que contempla la plasticidad creativa de la naturaleza (prakrti), el despliegue cósmico carecería de sentido. Esa tensión erótica es la que mantiene la marcha del mundo. 

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