lunes, 18 de noviembre de 2024

MAHOMA Y EL CORÁN

 Según la tradición musulmana más extendida, Mahoma nació en el año de la Batalla del Elefante, mencionada en la azora 105 del Corán, pero uno de los primeros testimonios al respecto es el de Ibn Al Kali, en torno al 800, que dató su nacimiento 25 años después de dicha batalla, o sea, en torno al 575 d.C. Pertenecía a la familia de los Bang Hashim que, junto a la de los Bang Omeya, constituía uno de los clanes principales de la tribu de los Bang Qurays, miembros de los Banu Kanana. Los quraysíes detentaban el poder en esa ciudad asentada en un oasis clave para las rutas caravaneras. El padre de Mahoma tuvo el cargo de "guardián del pozo" de la Meca, pero falleció dejándolo huérfano aún muy pequeño al cuidado de su tío Abu Talib. Casó con una viuda mayor que él pero rica, Jadiya, encargándose de sus caravanas y con la condición que mientras ella estuviese con vida no tendría otras esposas. Es posterior a la muerte de Jadiya que Mahoma se casa con varias mujeres hijas de jeques de la península arábiga en orden a mantener la unidad de todas las tribus. En un viaje a Jerusalén, probablemente en el territorio transjordano, conoció a un monje cristiano llamado Bahira que identificó en sus omóplatos una mancha que lo identificaba con el Paráclito o Enviado del Final de los Tiempos. Pero este no fue el primer contacto de Mahoma con los cristianos, ya que Waraqa Ibn Nawfal, primo de Jadiya, era un sacerdote cristiano que tradujo al árabe textos sagrados hebreos y cristianos poco antes de su muerte en el 610. La tradición islámica lo califica de había, o sea, monoteísta puro como Abraham, por lo que hay que descartar que profesase el monofisismo y considerarlo nestoriano, arriano o, incluso más probablemente, judeocristiano, dado que Mahoma mantendría importantes ritos y tabúes judíos que rechazaban nestorianos y arrianos como la circuncisión o la prohibición del cerdo entre muchos otros. 

Ese mismo año, mientras Mahoma meditaba en una cueva del desierto, se la apreció el acángel Gabriel y le recitó el Corán. No es casualidad que la aparición de Gabriel coincida con la muerte de Ibn Nawfal, el sacerdote cristiano primo de Jadiya y el final de su labor traductora de himnos y oraciones judías y cristianas. Durante doce años, Mahoma predicó su enseñanza pacíficamente en la Meca logrando un importante número de seguidores. Su tío Abu Talib logrando protegió de las amenazas de la aristocracia mecana. En 619 murieron su tío y su esposa y empezaron a agravarse los problemas. En 620 tendría lugar su viaje astral a Jerusalén. En aquella época los musulmanes rezaban mirando hacia Jerusalén, como los judeocristianos, practicaban las abluciones antes de la oración como los elkasaítas, y celebraban fiestas judías, así como la Pascua y el Yom Kipur. En 621 su suegro Abu Bakr le salvó de morir lapidado por los mecanos. 

Finalmente en 622 realizó la Hégira o huida a Yatrib, fecha con que comienza actualmente el calendario musulmán. En la ciudad de Yatrib (hoy Medina) había tres tribus judías que lo acogieron. Muchos de sus miembros se convirtieron en seguidores, y los que no lo hicieron acabaron siendo tratados como enemigos. En Yatrib, a partir de entonces denominada Medinat al Nabi, la Ciudad del Profeta, cambió la actitud de tolerancia hacia los judías, se sustituyó la fiesta de la Pascua por la fiesta del Cordero y el rezo hacia Jerusalén por el rezo mirando hacia la Meca. Del anterior pacifismo se pasó a una guerra abierta contra la Meca. Tras las batallas de Badr (624) y de la Trinchera (625), sin vencedores, en 628 se permitió la primera peregrinación de los musulmanes a la Meca, en que tendría lugar la purificación de la Kaaba. Finalmente, en 630 el líder Omeya de la ciudad, Abu Sufián, acabó rindiéndose y convirtiéndose al Islam, como ya lo había hecho antes su sobrino segundo Utman, que sería el tercer califa (644-656). También lo haría el hijo de Abu Sufián, Muawiya, que sería el quinto califa (661-680) tras derrotar al cuarto, Alí (656-661), primo y yerno de Mahoma, casado con su hija Fátima. 
No está claro cuál fue el testamento de Mahoma respecto a la sucesión porque, aunque parece indudable que designó a su suegro Abu Bakr (632-634), padre de Aisha, hay versiones contradictorias sobre si dictaminó que el califato debería permanecer en manos de sus parientes más cercanos o se permitía la elección del más justo. A la muerte de Abu Bakr fue designado como segundo califa Omar (634-644), otro suegro de Mahoma, padre de Hafsa. Según los partidarios de Alí, los chiíes, la sucesión le correspondía a él no sólo porque estaba casado con Fátima, sino también porque él había dicho que el califato debía quedar dentro del clan hashemi (aunque ni Abu Bakr ni Omar pertenecían en realidad al clan) Por tanto, para los chiíes la designación del Omeya Utmán como tercer califa fue ilegítima, de ahí que fuera asesinado. Los partidarios de Muawiya, primo segundo de Utmán, argumentaron que existía un dicho de Mahoma que se había transmitido oralmente según el cual el califato debía quedar dentro de la tribu quraysí, a la que pertencían tanto los Omeya como los hashemíes. Por tanto, el asesinato de Utman debía considerarse un crimen, por lo que Alí --al que acusaban de haberlo instigado-- no podía ejercer el califato. Los partidarios de los Omeya recibirían con el tiempo el nombre de sunníes porque fueron los primeros en recoger por escrito las colecciones de dichos o dichos de Mahoma a las que se denominaría "Sunna". Hay un tercer grupo, el de los jariyíes, que consideraba que Mahoma no había dejado dicho nada respecto al califato y que por tanto debía elegirse al más justo de los musulmanes. El triunfo de Muawiya supuso la consolidación de la dinastía Omeya, que gobernaría el califato islámico desde Damasco hasta el 750, momento en que serían sustituidos por los abasíes de Bagdad. 
Esta biografía del Profeta no se basa en el Corán, donde apenas hay noticias de este tipo, sino en las Suras (Sirah o Sirat) o "Vidas de Mahoma". La más relevante es la Sirat Ibn Hisam, cuyo autor nació en Basora en la segunda mitad del siglo VIII, ejerció de gramático del reino de Himyar en el sur de Arabia, y murió en torno al 834 en El Cairo. Aunque se escribiera dos siglos después de la muerte del Profeta, era una edición revisada de una obra mnás antigua actualmente perdida. La Sirat Ibn Ishaq, cuyo título original sería "Kitab al Magazín" o "Libro de las campañas", centrado en las batallas del Profeta. Mohammed Ibn Ishaq (704-767) recopiló las tradiciones sobre Mahoma en Medina, su ciudad natal, y en Alejandría, a la que se trasladó en 733 para estudiar con el sabio nublo Yazid Ibn Abi Habib (690-745, aproximadamente), famosos transmisor de hadices o dichos del Profeta, Ibn Ishaq escribió su obra por petición del segundo califa abasí de Bagdad, Al-Mansur (745-775), que lo había nombrado preceptor de su hijo Al-Mahdi. Sus investigaciones, en definitiva, serían un siglo posterior a la vida del Profeta. 
Otro "LIbro de las campañas" relevante para reconstruir las conquistas de Mahoma es el de Al-Waqidi (747-823), también medienense, que se trasladó a Bagdad durante el califato de Harún al Rashid (786-809). Pero su obra empieza en 622. Otra biografía importante es la Sura del persa At-Tabaré (839-923), muy completa pero más alejada en el tiempo. 
Hay fuentes no musulmanas bastante antiguas que hablan de Mahoma. La más importante es Juan Damasceno, que debió nacer en el 675 o 676, o sea, menos de cincuenta años después de la muerte de Mahoma. Habla de él en los capítulos de su obra "Contra los Herejes" e incluso aporta una nota biográfica relevante: Mahoma fue instruido en su doctrina por un cristiano arriano. Hay que destacar que Juan Damasceno fue un alto funcionario de la corte del tercer califa Omeya, Abd al Malik (685-705), hasta que este realizó una importante reforma administrativa privilegiando a los que hablaban y escribían árabe y rechazando a los que usaban sólo el griego. Fue durante la denominada "revolución de Abd al Malik" cuando se introdujeron los puntos diacríticos en la escritura árabe. Entre los que fueron apartados se encontraba Juan Damasceno, que entonces se ordenó sacerdote y se retiró a un monasterio. Pero antes conoció de cerca a los gobernantes árabes y sus creencias. Significativamente no los calificaba de musulmanes ni los consideraba miembros de una nueva religión, sino "ismaelitas", término con el que los designaba a como una herejía más del cristianismo. No los situó en una categoría diferente, como la de los judíos, sino que los colocó junto a arrianos, nestorianos, jacobitas, etc. Sin embargo, el hecho de que hablara de Mahoma y de los libros de los sarracenos, prueba que no los identificaba ya como simples seguidores del arrianismo o el nestorianismo, sino como un grupo diferenciado con un líder y unas Escrituras sagradas propias. Aunque algunos hayan usado su testimonio para defender que el Islam aún no existía, en realidad es más bien lo contrario, la prueba de que a finales del siglo VII y principios del VIII ya se consideraba a los seguidores de Mahoma como miembros de un grupo religioso diferenciado. 
La doctrina Iacobi, es aún más antigua que la obra de Juan Damasceno, ya que fue escrita poco después de la conversión forzada de los Judíos de Cartago en el 632. Aunque no mencione al nombre de Mahoma, habla de la aparición de un profeta de los sarracenos predicando la llegada del Ungido, el Mesías, por lo que debe considerarse como una prueba más de su historicidad. Otra fuente, datada en en 660, la Crónica armenia de Sebeos, sí llama al profeta por el nombre de Mahoma y añade que era un comerciante que se habría presentado a los judíos de Endesa para explicarles de nuevo la religión de Abraham, ordenarles no comer carne, abstenerse del vino y de la fornicación, y predicarles que la Tierra Prometida les pertenecía, por lo que los animaba a conquistarla junto a los hijos de Ismael. Estas dos obras no parece que conocieran directamente los hechos ni convivieran de cerca con los califas Omeyas, como Juan Damasceno, pero son también válidas para apoyar la historicidad de Mahoma. Juntas, las tres fuentes suponen más base histórica de lo que para Jesús significa el Testimonium Flavianum o pasaje de Flavio Josefa, y las leves menciones de Plinio, Suetonio y Tácito. Al igual que en esos casos, se trata De Fuentes de religiones diferentes a la vinculada con el fundador, por lo que no son sospechosas de subjetividad.
Crónicas posteriores Iranías nos hablan de los judíos de Isfahán recibiendo a los conquistadores árabes como salvadores, con danzas y cantos. Esta visíón concuerda con la de otras crónicas del siglo VII, contemporáneas a la conquista de Jerusalén, como las de Anastasio del Sinaí o el peregrino europeo Artur, que mencionan que se estaban haciendo obras en el monte del Templo y que los judíos pensaban que los sarracenos estaban reconstruyendo el Templo.
El debate sobre si en ese momento aún no se había fundado una religión denominada Islam es un debate inútil, porque ni siquiera se había consolidado la categoría conceptual moderna de religión como sistema de creencias metafísicas y prácticas éticas y rituales, y los límites entre religiones --parafraseando a Daniel Boyarin-- no se habían alzado como en la actualidad. Entre otros la palabra Din coránica (como su equivalente la palabra hebrea Dat), no significaba entonces "religión" sino "modo de vida musulmán", "forma de actuar de los musulmanes". El Din consistía en cumplir la sharia. En árabe se distinguiría Sharia (sistema de normas legales, morales y rituales, equivalente al hebreo Torah, que se transmitieron por la Revelación, siendo un conocimiento exotérico), de habida (sistema de conocimientos esotéricos sobre la verdad oculta, a la que se accede mediante la Hikma o Sabiduría, que Averroes consideraba "hermana de leche" de la Revelación).
En cualquier caso, los sarracenos o ismaelitas a los que Juan   refiere, sin duda, celebraban ya un culto diferenciado y aparte del que los judíos practicaban en sus sinagogas y los cristianos en sus iglesias, un culto dictado por "recitaciones" y normas establecidas en la versión del Corán que se hubiese desarrollado en su época. Se aprecia en determinados azoras del Corán un claro esfuerzo de diferenciación religiosa (mukhalafa) con respecto a los judíos de Medina, con tradiciones claramente rabínicas, como ha estudiado Haggai Mazuz analizando las diferencias haláquicas en cuento al divorcio, a la llamada a la oración, a la orientación durante la oración, al número de oraciones diarias, al ayuno, a las leyes menstruales, al año bisiesto, al testimonio contra los adúlteros y a la pena por perjurio. 
Esto nos lleva a una cuestión diferente: si el Corán actualmente difundido es el que recitaba Mahoma y que fue copiado durante el Califato Perfecto o es una versión de época abasí. 


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