miércoles, 12 de septiembre de 2007

LOS MISTERIOS

EL SACRIFICIO DEL CERDO

El sacrificio de los misterios se distingue de los ritos del sacrificio normal en que el animal a sacrificar era asignado individualmente al iniciado, o sea, cada uno había de traer su propio cerdo para el sacrificio. Plutarco describe al iniciado bañándose en el mar con su cerdo. Los Griegos mencionan explícitamente que el iniciado someta a muerte al animal y que una vida era cambiada por otra. El sacrificio del cerdo como sustituto estaba muy extendido en los festivales de iniciación entre las culturas agrarias de los mares del Sur; una conexión histórica distante con los misterios de Demeter es posible.

Entre los Griegos, la palabra e imagen del Xoiros tenía asociaciones definidas que Aristófanes no pudo resistir: Xoiros es un símil de los genitales femeninos. El animal que debía morir en el sacrificio preliminar en lugar del iniciado mismo era experimentado como una entidad femenina: el sacrificio del cerdo tenía el carácter del sacrificio anticipatorio de una doncella.

La mitología griega explica el sacrificio del cerdo como el descenso al infierno (mundo subterráneo) de una doncella, o sea, el rapto de Coré por Hades. Cuando el Señor de los muertos se hunde en la tierra con su novia secuestrada, los cerdos del pastor Eubuleo también se hundieron en las profundidades.

Las mujeres en las Thesmophoria echaban cerdos bajo tierra. En otra versión, Demeter no podía encontrar rastro de su hija secuestrada, debido a que una piara de cerdos había pasad y borrado las huellas. Coré había desaparecido y en su lugar los cerdos correteaban, por consiguiente los cerdos debían morir en el santuario de Demeter, así como Perséfone había caído ante el dios de la muerte.

El secuestro de Coré/Perséfone es uno de los más conocidos en Grecia. No es, de ninguna manera, específicamente Eleusino. Una higuera fue sembrada donde Coré descendió en Eleusis. Pero había otros lugares mucho más famosos donde se pensaba que Hades había descendido con su novia bajo tierra, como, por ejemplo, el lago Enio o la fuente de Kyane cerca de Siracusa. Como el sacrificio del cerdo, este mito es uno de los rasgos generales del culto a Demeter en el mundo Griego e incluso más allá de este.

Desde antiguo, el mito de Coré ha sido visto como una descripción del ciclo agrícola: Coré es el grano que ha de ir bajo tierra así que, de esta muerte aparente, el nuevo fruto aparece. Amenaza el hambre cuando desaparece Coré, pero para deleite de los dioses y los hombres, retorna, y con ella la bendición del grano de Demeter.

En Atenas había incluso una metonimia popular que permitía que el grano y la harina fuesen invocados como si fuesen Perséfone. Ahora, los detalles tal y como ocurren, por ejemplo, en los himnos Homéricos, no concuerdan con la interpretación agrícola. Coré se dice pasaba cuatro meses en el mundo subterráneo, ocho meses a la luz del sol; el grano, sin embargo, brota justo unas semanas después de la siembra. En el área Mediterránea no está en la tierra durante cuatro meses: brotan en otoño, no en primavera. Los misterios Eleusinos, por otro lado, no eran celebrados ni en el tiempo de la siembra, ni en el tiempo en que brotaban, ni durante la cosecha, sino un mes antes de sembrar en otoño.

Martin P. Nilsson aboga por una interpretación más de acuerdo con la naturaleza. El camino de Coré hacia el mundo subterráneo es el almacenamiento del grano, específicamente, el grano semilla, en graneros subterráneos durante los meses de verano. En este punto del verano Mediterráneo toda la vida vegetal muere. Entonces, durante las primeras lluvias de Otoño las reservas del estado son sacadas de los contenedores subterráneos: Coré retorna al mundo de arriba y el ciclo de la vegetación comienza de nuevo. El gran y probable papel sagrado del granero en los pueblos Neolíticos encaja con esta interpretación, igual que la conexión entre vasijas para el almacenamiento y el concepto del mundo subterráneo omo ocurría con el gran Pithoi enterrado en tiempos Minoícos-Micénicos. Los cuatro meses pueden ser explicados así. No hay evidencia, sin embargo, que los griegos de los tiempos históricos comprendieran el mito de esta manera. El himno Homérico establece explícitamente el retorno de Coré en primavera. Así, la tesis de Nilsson ha sido generalmente aunque quizá demasiado generalmente rechazada.

El mito puede, como ya se ha visto, estar relacionado con los eventos del año de dos o más maneras, adquiriendo cada vez una relevancia y transparencia particular. En su totalidad, no obstante, no puede ser derivado de las condiciones naturales. Qué acciones del agricultor pudieron dar lugar a semejantes esenciales y penetrantes rasgos como, por un lado, la recogida de flores de Coré en la pradera y, por otro, el deambular de Demeter en busca de su hija? El mito no está moderado por fenómenos naturales sino por temas puramente humanos: casamiento y muerte, pena y enfado, y finalmente reconciliación. Es cierto, en cualquier caso, que los festivales del culto a Demeter –Coré estaban de acuerdo con estos temas. Festivales de recogida de flores, “la jornada abajo” y “la jornada arriba” (Cátodos y Anodos), están atestiguadas frecuentemente en el mundo Griego y están solamente débilmente conectadas con las estaciones. La Thesmophoria podía ser celebrada inmediatamente antes de la siembra, como en Atenas, pero también podía tener lugar a mediados del verano. Cuando quiera se celebrasen, los festivales se establecían de acuerdo con un calendario. Incluso los cuatro meses establecidos corresponden mejor a un calendario no sagrado que a un período de la vegetación. Los rituales eran establecidos por tradición en tanto que autosuficientes en su función interpersonal; por lo tanto el mito aunque apunta hacia los rituales del festival y eventos naturales, conservaba en su núcleo un drama humano.

Porque, contra todas las interpretaciones de la vegetación, el mito no habla de un ciclo. Lo que ocurre demuestra ser irrevocable. No hay victoria sobre la muerte: Hades cumple su propósito. La oposición de Hades y Zeus justifica una doble existencia entre los mundos de arriba y de abajo en la que los derechos de este último no son infringidos. La vida ha adquirido la dimensión de la muerte, pero esto también significa que la muerte contiene una dimensión e vida.

Ser raptada por Hades, casarse con él, significa simplemente morir. El mito de Coré relaciona la muerte de una doncella con la aprobación de Zeus: describe el sacrificio de una doncella. Como en la mayoría de los mitos de sacrificio, la tragedia de una doncella es solo una preparación para lo que sigue: para el cazador, es la gran cacería, el terrible y liberador acto de matar; entre los pescadores es la llegada de los peces y la gran pesca. Si Demeter es la diosa del grano, entonces, para ella, la alimentación a base de grano es la meta que responde a la sumisión de la doncella. El mito y culto de Demeter son una transformación simbolizante del ritual sacrificial más antiguo en términos agrícolas; así que, el festival de la cosecha tomó el lugar de la comida sacrificial. Los nuevos temas funcionaban sólo como sustitutos dentro de estructuras preestablecidas y, por esta misma razón, la conexión con la agricultura es sólo parcial. Los rituales del festival podían separarse de las estaciones y realizar por su propia fuerza lo que siempre habían realizado, o sea, orden y renovación de la sociedad; con el desarrollo de la iniciación personal, podían incluso dar forma a la fe del individuo enfrentado con el problema de la muerte.

Hay variantes significativas del mito de Coré en el que la conexión agrícola desaparece completamente. Una extraña forma del secuestro aparece en algunos relieves votivos del Lokroi Epizephyrioi en el Sur de Italia. Un joven héroe (héroe local?) raptó a la doncella pero después la lleva ante un hombre barbudo y solemne, el dios del mundo subterráneo. El carácter de renuncia en el sacrificio de la doncella está claro: la doncella, a quien el joven tenía en sus brazos, se somete al dios de la muerte. En Lokroi había un extraño rito del sacrificio de una doncella. En el templo de Afrodita, las jóvenes del pueblo habían de entregarse a los extranjeros. También esto significa una renuncia, un intercambio de papeles en la transición crítica de la virginidad a la madurez. Naturalmente los extranjeros tenían limitaciones durante la noche; durante el día el orden estaba en manos de los Lodrianos. Así pues, en Abydos, contaban la expulsión y derrota de aquellos que habían disfrutado los placeres de Afrodita en el templo de Afrodita Porneia. Los Lorquianos creían que debían sus victorias militares a su Afrodita. Aquí, pues, el sacrificio de una doncella, realizado en forma de una iniciación, era una renuncia sexual anticipada que garantizaba gran éxito.

En el mito Sumerio del descanso de Inanna al mundo subterráneo, el ejemplo literario más antiguo de un Cátodos, no hay relación directa con el grano, aunque no está sin relación con el mito de Coré. Cuando en 1951, se conoció el final de este mito, hubo una gran sorpresa. Hasta entonces se había conectado el descenso de Ishtar al infierno con la conjetura de la resurrección de Dumuzi-Tammuz y se veía en ello un reflejo del ciclo de la vegetación. Ahora, sin embargo, el mito da un giro más agresivo, la parte más importante describe un ritual que lleva a la muerte, el sacrificio de una doncella. La pura Inanna decid por su propia voluntad ir al infierno, el mundo subterráneo. Se adorna y emprende el camino hacia el País del no retorno. Los siete portales del mundo subterráneo se abren ante ella, y a medida que pasa por cada uno de ellos, ha de despojarse de una pieza de su vestimenta: la corona, el bastón, el collar etc.. Los siete jueces del mundo subterráneo la miran con ojos de muerte, después de lo cual es colgada de un clavo. En el mundo terrenal, su sirviente lamenta la desaparición de Inanna de ciudad en ciudad, Erek, Ur, y Eridu. Los seres mágicos creados por Enki traen a Inanna de vuelta a la vida. Las palabras “Inanna asciende desde el mundo subterráneo” se repiten una y otra vez como contraseña, a medida que se eleva, acompañada por los Gallu, seres peligrosos del mundo subterráneo armados, que ni comen ni beben sólo destruyen. Ante ellos, todo el mundo se postra rostro a tierra en el polvo. Sólo Dumuzi permanece sentado en su trono, por ello los Gallu lo agarran y lo llevan al mundo subterráneo.

En este caso no hay drama madre-hija, sólo la muerte, transfiguración, y retorno de la diosa pura. Hasta ahora no se ha aducido ningún ritual que pueda corresponder a este mito, y, además, el puente hasta el mundo Griego parece construido por la Madre Anatolia, Cibeles, y su séquito de enloquecidos Galloi. Es ella quien trae la castración y la muerte al infiel Attis. La madre de los dioses, tronando en las montañas con sus salvajes sirvientes, es más cazadora que donadora del grano. Su ira se abate solo cuando recibe el tímpano procedente del sacrifico de un toro (en Babilonia, a los sacerdotes Kalu les era confiado el conocimiento de cómo fabricar el tímpano en ceremonias secretas). Como con Demeter, la furia de la madre y la cacería salvaje son motivadas por a pérdida de la hija: el sacrificio de la virgen es, ahora como antes, una preparación, liberando feroces poderes y presionando hacia un sacrifico mediante el cual los mundos de arriba y de abajo alcanzan una tensión llena de equilibrio.

Cuando los indios Americanos hablan de la muerte de la doncella, la ira de la madre, el retorno sin éxito desde el mundo subterráneo, el exitoso establecimiento de la muerte y, al mismo tiempo, ciertas danzas al son del tambor entre los hombres; cuando un tema del mito Japonés y Polinesio es la muerte de una diosa como condición para obtener el don del alimento; cuando ya en el Neolítico en Çatal Häyük las dos diosas parecen ser madre e hija, la primera conectada con el grano –uno comienza percibir las dimensiones de un tema que ha sobrevivido sólo en indicaciones aisladas, islas como los picos de montañas hundidas. Eleusis, con todas sus peculiaridades, no está sola en el tema de la muerte, del dolor, y expectativas; buscando, fallando en encontrar y encontrando. Y, para el iniciado receptivo, la rutina del sacrificio del cerdo misterioso siempre podía asumir una dimensión más profunda: estando ahí al borde de la muerte, destruye una vida en lugar de la suya; el acto de matar es irrevocable y debe provocar una respuesta. Las escalas del equilibrio de la vida son señaladas y, si existe un equilibrio en el centro del ser, las escalas han de moverse hacia atrás de nuevo. Es la esperanza del iniciado que el camino hacia la muerte le lleva a la vida.

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