CÓMO LOS SUMERIOS CREARON SUS DIOSES
Dado que los textos curriculares de Nippur y Ur eran vistos como normativos en el programa educativo de la “eduba”, y puesto que así permanecieron hasta el periodo de Samsu-iluna, merecen el título de “clásicos”. Su estatus canónico está indicado por tres factores: la estructura y composición del curriculum es casi idéntica en los principales “catálogos”(1); en el material de las dos principales academias en Nippur y Ur, que constituyen la mayor parte de la literatura Sumeria tal y como se conoce actualmente.
El término Sumeria ha de ser entendido de manera cultural y sociohistórica, no como una designación étnica. Es cierto que el idioma hablado ya era difunto desde hacia algunos siglos antes del gran florecimiento de la “eduba” en la Antigua Babilonia. Pero aunque dentro de un medio ambiente fonético completamente Acadio, el Sumerio siguió siendo no sólo el vehículo, sino en un alto grado el lenguaje usado en el sistema educativo. Además, el tema principal de esta literatura Sumeria producida principalmente por hablantes Acadios, está fundamentalmente relacionado con tradiciones Sumerias, sus valores y reminiscencias –con tradiciones, valores, y reminiscencias relacionadas con el Sumer “histórico” del pasado, y por lo tanto percibidos como Sumerios.
Lo que hoy entendemos como literatura o poesía era una rama de la educación de escribas, igual que lo eran las matemáticas, etc. Todo lo que era enseñado en la “eduba” tenía un nombre: “nam-dubsara o tupsarrutu” “arte de escriba/tradición/conocimiento/sabiduría”. Esta unidad básica o subyacente de las artes y ciencias –y también de la sabiduría- era percibida explícitamente como residente en los mismísimos signos cuneiformes. El signo era el depósito, y por lo tanto la expresión, de todo tipo de “significados”, linguísticos, estéticos, fundamentales, simbólicos, icónicos… el signo es todo eso, y más. Por lo tanto, cualquier ensamblaje de signos –o texto- puede y tiene una multiplicidad de significados, igual que ocurre con los signos “naturales” o la configuración de los mismos, que juntos hacen –representan- el universo. El universo es un texto (cuneiforme), y un texto cuneiforme es la llave para comprender el universo.
El material literario era el sostén intelectual y negocio diario de un grupo restringido de gente altamente educada, pero el sistema era también la única manera en la que la cultura, expresada por los términos gemelos “nam-dubsara” que significa “la tradición de todo lo que está escrito, cómo leerlo, y cómo escribirlo”, y “nam-lu-ulu”, que significa “cómo llegar a ser un ser humano completo”, estaban disponibles, aunque solo en parte, a un gran número de burócratas que constituían la columna vertebral del estado. También, hay que señalar que todo este pensamiento y escritura venían de aquellos que eran tenidos como las mejores mentes del momento, y ciertamente los mejores intelectos de sus tiempos.
HISTORIA DE LOS DIOSES
Los textos raramente hablan de cómo los primeros dioses vinieron a la existencia. Hay, no obstante, algunas veces indicaciones del momento en el tiempo en que este importante evento tuvo lugar: justo después que la tierra fuese separada del cielo. Pero hay una interesante dificultad aquí: en una tradición –una tradición menor- se dice que “nammu, la madre de todos ellos, primero parió el divino cielo (an) y la divina tierra (ki). Dado que el signo para “nammu” es también el signo para “engur”, la idea parece ser que todo el cosmos salió del agua primordial subterránea, que es “engur”. Esto parece difícil de imaginar, pero ahí está. Otra fórmula popular que indica el comienzo de todo es la mención de Enlil o los dioses en general decidiendo los destinos. El debate entre Pájaro y Pez comienza,
“En aquellos días, cuando fueron decretados los buenos destinos,
y después que An y Enlil hubieron establecido las leyes del cielo y la tierra…” (ver provisionalmente S. N. Kramer (1964).
La primera línea de la Inscripción en el Cilindro de Gudea puede ser vista como un intento de combinar las dos fórmulas:
“El día en que los destinos del cielo y la tierra fueron decretados…..”
En cualquier caso, el primer día de la existencia del universo tal y como lo conocemos, vio también el comienzo de una especie de seres a los que llamamos dioses, y su sociedad estaba organizada de manera similar a la sociedad humana. Tienen familias, diferentes clases de acciones interactivas, jerarquías, y una “historia familiar”, expresada por diferentes genealogías (3).
Aunque había una genealogía principal de los dioses, también había muchas variantes locales, de manera que no se puede hablar con exactitud de “un” panteón. Como quiera que sea, el esquema global parece ser aquel en el que un grupo de dioses es dirigido por el dios-cielo An (quien en el mayor de los casos es un “deus otiosus o absconditus”) seguido de diez grandes dioses con sus esposas, que tienen estatus similar:
Utu (Serida) sol Larsa, Sippar
Nanna(r) (Ningal) luna Ur
Iskur (Sala) tormenta, rayo Karkara
Enki (Damgalnuna) sabiduría Eridug
Martu(4) nómadas
Nusku ministro de Enlil
Inana (Dumuzid) sexualidad, controversia, guerra, Venus Uruk
Ereskigal 1(5)(Nergal) mundo subterráneo
2(Enlil)
3(Ninazu)
Bau o(Baba)1(Ningirsu) Lagash
2(Zababa)
Enlil(6) (Ninlil) jefe ejecutivo Nippur
Esta lista es muy simple, pero revela tres aspectos significantes de la divinidad. Primero, el principio de parejas divinas unidas en matrimonio con todo lo que ello conlleva; segundo, la incompleta distribución de funciones; tercero, hay una estrecha relación entre el dios y la ciudad.
El crecimiento de la población depende de la institución del matrimonio, y por consiguiente de los nacimientos, y por lo tanto de la sexualidad. De hecho, las acciones de los dioses tal y como aparecen en los registros tratan con la procreación mucho más que con la creación. Generalmente este importante tópico es tratado de dos maneras: una insistencia en la predominante sexualidad masculina, y una especie de etiología de la institución del matrimonio en tanto que instrumento civil. Respecto a la primera, hay una evidencia algo conflictiva. En Enki y Ninhursan se puede ver un cuadro curioso de un dios lujurioso que fecunda primero la tierra, creando así las marismas. En las marismas fecunda a Nin-hursan, que da a luz a Nin-sar. Éste fecunda a Nin-sar, que da a luz a Nin-kura. Nin-kura da a luz a Uttu. Acto seguido, Nin-hursan toma el semen de Enki de los muslo de Uttu y hace crecer algunas plantas de este. Enki las come y cae enfermo, ahí Nin-hursan trae una serie de seres medicinales que curan a Enki. Hay alguna peculiaridades en este texto: la copulación es vista como normal en términos de conducta sexual animal o humana. Pero los embarazos son milagrosamente cortos: nueve días en lugar de nueve meses. Otro rasgo consiste en el hecho que la secuencia de la copulación que da lugar a nacimientos está formulada en términos de un “carré d´amour” (H. Vanstiphout 1987) que consiste de (A) un lujurioso amante, (B) la chica deseada, (C) un representante de la familia de la chica se opone a esta manera irregular de hacer el amor, y (D) un ayudante del amante. La principal tarea de (D) es amañar una cita, un encuentro entre el amante y la chica, y verificar que todo tipo de bienes son transferidos de (A) a (B) o, quizá más importante a (C) –así regulando el asunto. Esta es la clásica estructura de todo bien regulado matrimonio, así que la historia es a cerca del matrimonio en tanto que institución.
En cuanto a la comida de los dioses no se dice mucho en las fuentes. El concepto de un alimento específicamente reservado para los dioses, que asegura su inmortalidad, como el néctar Homérico y la ambrosía, parecen estar ausentes. Al contrario, cuando los dioses almuerzan, comen la comida producida con el trabajo de los terrenales. Hay buenas ilustraciones de la dependencia divina de la comida producida por los humanos. Como en la fiesta que Lugalbanda(7) le prepara a los dioses que lo han rescatado de la muerte. Dice el texto:
“A la salida del Sol,
Lugalbanda, invocando el nombre de Enlil,
Hizo que An, Enlil, Enki y Ninhursan
Se sentaran para un banquete en el foso de la matanza,
El lugar en los altos que había preparado.
El banquete estaba listo, las libaciones vertidas;
Cerveza negra, bebida fuerte, cerveza blanca,
Vino, bebidas placenteras al paladar,
Que vertió sobre la planicie como libiación.
Cortó la carne de las cabras marrones
Y tostó los oscuros hígados;
Como incienso sobre el fuego, dejó que subiera el humo…”
Es una pena que la versión Sumeria de la “Historia del Diluvio” esté tan fragmentada y que no podamos saber si también Zi-usudra ofreció a los dioses un banquete, como hace Uta-napistim en el texto Babilonio, pero es bastante razonable pensar que lo hizo. Parece ser que los dioses tenían las mismas preferencias en cuestiones culinarias y sexuales que los humanos. En cualquier caso la noción de un mundo sobrenatural separado no parece existir. Pero sí hay un mundo subnatural separado y bien definido: el Mundo Subterráneo. Pero éste está restringido a las divinidades que ahí gobiernan, específicamente Ereshkigal y su clan, Dumuzi la mitad del tiempo, y, quizá, los antiguos “dioses asesinados”, o “dingirugge”, de los que conocemos a penas nada. La razón es muy simple, los dioses no mueren. Excepto el Mundo Subterráneo, todo el mundo natural constituye el territorio divino. Pero este territorio está dividido en cuatro partes diferentes, cuya ordenación no está muy clara. Estas son: los cielos, la tierra habitada, el océano subterráneo, y las partes desconocidas de la tierra inalcanzables para los humanos. Esta última parte puede ser llamada el “el lado sombrío”. La localización de la residencia de los dioses es principalmente doble: su verdadera casa es sea el cielo o el océano subterráneo, y su secundaria dirección es su templo en la tierra. Dado que su residencia celestial no es fija, pueden deambular libremente por la tierra, aunque la noción de omnipresencia, tan típica en la religión del Libro, parece ausente. Los dioses no habitan el lado sombrío como tal, aunque lo controlan.
El “espacio-tiempo otorgado a los dioses tiene algunas contradicciones. Hay un comienzo definido, en lo que su primera manifestación ocurre en la separación del cielo y la tierra, cuando fueron decretados todos los destinos. Por lo tanto, el tiempo divino puede ser representado por una flecha. Pero no hay “Götterdämmerung” (ocaso de los dioses); al contrario, el tiempo deviene un círculo sin comienzo ni fin –un rasgo al que se alude regularmente, que incluso es subyacente a la filosofía Babilonia de la historia (política), como se puede ver, por ejemplo, en la Lista de Reyes Sumerios y en las conclusiones de las “Lamentaciones “Históricas””(8). Además, el término técnico para los ciclos históricos, mediante cuyo principio el gobierno terreno se alterna de una ciudad a la otra, es “bala”, literalmente “eje, huso”. De manera diferente, la naturaleza cíclica del tiempo también es ilustrada por el ciclo sin fin de vida y muerte de Dumuzi, el único gran dios que muere(9) –y resucita cada año. Así, la “historia” en su más amplio significado, a saber, la historia del todo, incluyendo las divinidades, humanidad y universo, es una combinación de las metáforas “flecha” y “ciclo”. Después del singular momento inicial, o de un corto estallido de unilineales eventos únicos(10), comienzan los ciclos del tiempo: este ciclo, en lo que se refiere a los dioses y la historia de la humanidad (trascendente al destino individual de los mortales) consiste en los patrones recurrentes que reaparecen en un mundo que permanece esencialmente sin cambio.
Finalmente, que forma asumían los dioses? Según los datos podemos inferir que tenían forma al menos humanoide. Piden casas –en ciudades- basadas en la arquitectura normal. También la estructura familiar, su familia, sexualidad, sus comidas y bebidas preferidas, ropas, armas y otros utensilios… son idénticos a los de los humanos. Parece que generalmente los dioses tenían tamaño sobrehumano, pero también eran invisibles en su cielo. Esto nos lleva a una dificultad: cuál era el estatus de las estatuas de los dioses? Sabemos que eran vistas como idénticas en cierta manera al mismo dios: se las alimentaba, vestía, etc. como si fueran seres vivientes. Pero los rituales y otras referencias (pobremente comprendidas aún hoy) dejan claro que esto era mera piadosa fantasía. Había un momento en el ritual en el que la estatua sufría una “Transubstanciación”(11) y venía a ser un dios viviente, pero no tenemos evidencia de esto(12). Hay algunas raras indicaciones de dioses apareciéndose disfrazados. Enlil que se disfraza tres veces para seducir Ninlil. También existe la posibilidad que en los “Lamentos de la Ciudad” la tormenta que asola la ciudad no es otra que Enlil. Pero aquí la cuestión puede ser si se piensa que esto se suponía así, o era un denso uso de la transferencia. También se da el hecho que en muchos casos uno u otro atributo del dios se puede referir al dios mismo, pero estos ejemplos son meros trucos poéticos. Todo esto nos deja con una amplia categoría. Aunque para muchos dioses –no todos- hay una segunda categoría de representación, o de forma: son identificados por y como sus estrellas u otros cuerpos celestes. Pero este es otro tema que trataré, si el tiempo lo permite, en otro escrito.
LOS MES
Cuál es el poder de un dios? Hay un límite a sus poderes? Hay, bien entendido, un esquema organizado, en el cual la competencia y poder de cada dios están confinados o restringidos por las competencias de sus colegas. Pero dentro de sus propias competencias, son ellos verdaderamente omnipotentes, y, completamente libres en sus acciones? Un concepto básico en el pensamiento Sumerio es el concepto de ME –el cual es también el verbo “ser” en Sumerio. Todo lo que existe en el mundo, desde los material hasta lo organizacional tiene su ME. El concepto es difícil de traducir. Es, quizá, algo similar a la “idea” Platónica, pero también ha sido entendido como “esencia”. Aunque hay algunos problemas con esta terminología. No se aclara si el carácter divino de los ME pertenece al ME en sí mismo, o al dios que en cualquier momento dado está en posesión del ME, o simplemente el ME pertenece a la esfera divina. Ampliamente hablando uno puede entender ME como la abstracta pero no menos real quintaesencia de todas las cosas, procedimientos, acciones, interrelaciones… Sin su ME, nada puede existir. Y el punto de cualquiera de las “cosas” existentes es conformarse lo más cerca posible a su forma ideal que es su ME. Pero la relación entre los dioses y los MES es aún problemática, y lo era igualmente para los pensadores Babilonios. Tenemos el hecho problemático que la divinidad de “nam-dinir” es ella misma uno de los MES. Dado que un dios es un dios sólo en virtud de su ME uno puede difícilmente decir que el dios es independiente del ME, o que gobierna el ME. También se mantiene en los textos que los MES son esencialmente incambiables; aunque cierto pasaje en el “Lamento de la Ciudad” acusa a los dioses de cambiar los MES o tratar de hacerlo. Finalmente, hay dioses que están mas o menos a cargo de los MES. Como en el caso del mito de “Inanna y Enki”, donde Inanna roba los MES a Enki y se los lleva a su propia ciudad. El texto da un catálogo de 110 MES, que es repetido cuatro veces. Probablemente relacionado con este motivo está el epíteto algunas veces usado para Inanna: “me u-a”. Traducido como “la que lleva los MES”. Quizá se pueda traducir como “la que guía/gobierna los MES”, en el sentido que, en tanto que diosa, es responsable de la correcta aplicación de los MES. Parece, pues, que los dioses no son completamente libres respecto a los MES. Los MES son los primeros principios incambiables y eternos, o la quintaesencia de todo lo que existe. Son el anteproyecto de cada cosa que existe, en el sentido que prescriben cómo debe existir. Limitan el poder divino. No creo que Dios pueda hacer que 3+4=8, ha de conformarse a los principios (éticos, morales, matemáticos..) que gobiernan el cosmos y Le preceden. S. Agustín no pensaba lo mismo. Aunque un Platónico, afirmaba que todo lo que existe en el Cosmos viene de Dios, también los principios eternos. Pero este no es el tema de este escrito.
CONCLUSIÓN
Vamos a tratar de reconstruir las líneas principales del proceso de evolución del pensamiento como creo ocurrió. No sabemos tanto como nos gustaría sobre las más tempranas etapas de la escritura Sumeria. Pero lo que sabemos parece presentar el siguiente cuadro. En el comienzo los dioses eran principalmente fuerzas deificadas o elementos de la naturaleza: agua, cielo, animales, tierra…..
Pronto algunas de esas deidades, que pueden haber tenido diferentes nombres aunque representaran la misma fuerza natural, estaban relacionadas a ciudades individuales. Mediante un proceso de interrelaciones e intentos de escalar a nivel territorial y político, en un cierto punto surgió un sistema donde algunas de estas deidades, aunque permanecían ligadas a su ciudad alcanzaron un significado nacional, presumiblemente al comienzo en que las ciudades comenzaron a ser importantes. Por ejemplo, An, el dios-cielo, también es el dios de la ciudad de Uruk, y Uruk es una de las primeras, si no la primera, ciudad de tamaño y ambición metropolitano. En parte ya en el periodo dinástico temprano, y ciertamente durante los periodos de Akad y Ur III, el estado o incluso el “Imperio” tomó forma, y los estados sucesores de Ur III compartieron la ideología ya bien establecida.
Posiblemente, incluso probablemente, ya en el periodo de Ur III, y ciertamente durante los primeros años de la dinastía de Isin, a estas evoluciones políticas y culturales les fue dada una nueva expresión en palabras de la escuela de literatura. Así, el periodo primitivo, cuando los dioses hacen su trabajo creativo, incluyendo algunas veces la creación de la humanidad, fue relegado a unos pocos textos a cerca de Enlil y Enki eyaculando en Sumeria la prosperidad, o a muy cortas introducciones a los textos con un propósito totalmente diferente. Pero a esto siguió “el periodo de la organización”: un grupo de textos ahora enfatizan la creación o invención de las instituciones sociales, como el matrimonio, comercio, agricultura, etc., dando lugar a la obra maestra de Enki organizando el mundo (Sumer). Siguen dos nuevos desarrollos: historias a cerca de héroes famosos del pasado que (aunque todavía muy de cerca relacionados a la tribu divina) tomaron el centro del escenario, y los dioses comienzan a perder su exclusividad y dominio. Los héroes humanos no son ya exclusivamente dependientes de los dioses. Pero también la cercana identidad del dios de la ciudad y la ciudad virtual son cada vez más enfatizados, de manera que el dios deviene un mero símbolo, o un representante, de la ciudad. Así, el “aspecto humano” viene a ser más importante en los dioses, y también en un plano más abstracto. Teóricamente inclinados como eran algunas veces, los escribas comenzaron a darle más y más importancia a los grandes principios, o quintaesencias, o MES, que a los dioses en tanto que personas divinas. Los escribas incluso inventaron un género especial para esto: comenzaron a componer debates entre dos fenómenos en los cuales cada uno defiende su propio ME contra el otro. El dios que se supone ha de juzgarlos no puede llegar a una decisión basado en el mérito, así que premia al que debate con más destreza. Los escribas han vencido: su destreza con un idioma muerto y una elitista dicción es a lo que se refieren esos debates. No conviene leer todo esto como una historia de la literatura Sumeria: todas las diferentes etapas son presentadas a un mismo tiempo, algunas veces en la misma composición. La supuesta “historicidad” es en la mayoría de los casos una invención de los escribas.
No hay que pasar por alto que en la mayoría de los casos de las piezas que pertenecen al gran curriculum se pueden detectar indicios o incluso declaraciones descaradas a cerca de los dioses altamente irónicas. Es esto evidencia de una especie de familiaridad con la tribu divina, o es una expresión de escepticismo? No se sabe, pero parece que los escribas podrían estar de acuerdo con Ovidio: “Nos podría ser útil si los dioses existiesen, por lo tanto es conveniente creer en ellos”.
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(1) los catálogos son tablillas con un listado de las líneas de apertura de un conjunto de composiciones. El concepto de “título” no era conocido; las líneas de apertura tenían la función de título, igual que todavía las Bulas papales.
(2) H. Vanstiphout, nota que escribir/leer (o sea el reconocimiento de los signos) domina nuestra comprensión del texto o del universo. No los clasifica. La razón de por qué no fue expresada claramente por J.L. Borges: “notoriamente no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón es muy simple: no sabemos que cosa es el universo”.
(3) Queda sin resolver una dificultad importante: estaban ya ahí los dioses cuando el cielo y la tierra fueron separados, o vinieron a la existencia en el momento de la separación? Es razonable suponer que el decidir los destinos era tarea de los dioses. Pero es el mismo evento que la separación?
(4) Ver, “El casamiento de Martu” S. N. Kramer. En tradiciones posteriores parece haber estado en matrimonio con “Belet-seri” (en Acadio: Señora del desierto).
(5) Los diferentes esposos representan diferentes tradiciones, no una serie de matrimonios.
(6) Probablemente secundario, creo que la interpretación de Michalowski de Enlil como “interpretatio sumerica” de un término relacionado con la palabra Acadia para “dios” (ilum) es muy plausible.
(7) Hay que señalar que Lugalbanda es un mero mortal, no un dios. Pero comulga con los dioses en el episodios, literalmente, y y toda la historia es a cerca de elevación a una especie de santo salvador de su pueblo. Claro, esto le añade más intensidad y profundidad a la historia.
(8) En estos los cánticos finales no sólo oran por el retorno de los días felices que precedieron la catástrofe; sino que están seguros que esto ocurrirá. “El Lamento de Nippur” (ver Steve Tinney, “El Lamento de Nippur: Retórica Real y Legitimación Divina en el Reino de Ishme-Dagon de Isin” (1953-1935 a.C.).
(9) De hecho, puede legítimamente cuestionar su muerte. Los textos dicen meramente que es llevado al Mundo Subterráneo.
(10) Tales como hacer la creación, o fijar los destinos de “todas las cosas que son necesarias”.
(11) El ritual conocido como “mis pî” y “pêt pî” (“lavado de la boca” y “apertura de la boca” se entienden generalmente como evidencia para una cierta especie de transubstanciación.
(12) De hecho, no sabemos que apariencia tenían esas estatuas, incluso en el periodo tardío. Lo podríamos saber si Nabucodonosor I hubiera dejado la estatua de Marduk en Susa, junto con el código de Hammurabi y la estela de Naram-Sin.
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