sábado, 24 de julio de 2010

LA HIPÓTESIS DOCUMENTAL

LA HIPÓTESIS DOCUMENTAL

Julius Wellhausen
Más que ningún otro académico en el pasado, J. Wellhausen (1884-1918) ha influenciado tanto el estudio crítico de la Biblia Hebrea como nuestra comprensión de la religión de Israel en términos de su desarrollo histórico desde sus comienzos con la monarquía hasta el periodo después del retorno del exilio de Babilonia. En el 1878 Wellhausen publicó su “Prolegomena zur Geschichte Israels”, que fue rápidamente traducido al Inglés como “Prolegomena to the History of Ancient Israel”. El efecto de este libro popularizó un método de crítica del Pentateuco que había comenzado en 1753 cuando el físico Francés Jean Astruc publicó anónimamente su teoría que los dos primeros capítulos del Génesis tenían dos fuentes diferentes (Astruc 1753). Durante el siglo siguiente una variedad de estudiosos, incluido Goethe, refinaron esta hipótesis sobre el Pentateuco. En el 1866 Karl Heinrich Graf realizó un resumen de esta forma de crítica en términos de cuatro documentos originales o fuentes de las que se deriva esencialmente el Pentateuco.

Con los cuatro documentos situados en la secuencia aceptada, fue la contribución de Wellhausen la que explicó el todo en una presentación clara. El feliz encuentro de la filosofía detrás de esta teoría con la filosofía dominante en la época y la facilidad con que podía ser comprendida y aplicada llevó a una aceptación casi universal en el mundo académico Occidental de la investigación bíblica. La importancia particular de esta teoría para el estudio de la religión antigua Israelita yace en su rechazo de la posibilidad que el Pentateuco tenga orígenes significativos en los comienzos de la historia de Israel como nación, o sea, durante los tiempos de Moisés. Más bien, la obra se entendía había sido compuesta en varias partes, cada una de las cuales reflejaba actitudes religiosas y preocupaciones de los tiempos y lugares de los que derivaba. Así, el conocimiento histórico que nos ofrece el Pentateuco no era el de su descripción del Israel temprano y su viaje a través del desierto al sur de Palestina. Más bien, revelaba las preocupaciones políticas y religiosas de varios grupos de Israelitas en tiempos distintos durante el periodo de la monarquía y posterior a esta. Esto ha tenido un impacto significativo sobre el estudio de la religión Israleita y sus fuentes en el texto bíblico, tanta que virtualmente ningún comentario académico de cualquiera de los libros del Pentateuco puede ser escrito incluso actualmente sin tomar en cuenta esta reconstrucción. Vamos a ver esta hipótesis documental.

UNA EVALUACIÓN DE LA HIPÓTESIS DOCUMENTAL
La hipótesis documental presupone que hay diferentes documentos escritos detrás de los cinco libros que comprenden el Pentateuco. Estos documentos se piensa son el mejor modelo disponible para explicar las siguientes características en el Pentateuco. Primero, hay dobletes tales como las dos historias de la creación en Génesis 1 y 2, y un entretejido de dos historias del diluvio inidentificables en Génesis 6-9. Segundo, está el uso de diferentes nombres divinos, tales como Elohim, como nombre de Dios en Génesis 1. Además, el lenguaje en prosa sugiere claramente Yahvé-Elohim como nombre en Génesis 2 (vv. 4 y siguientes). Aunque hay muchos términos usados para identificar al Dios de Israel en la Biblia Hebrea, Yahvé y Elohim son los dominantes en los textos. La mayoría de las veces tienen lugar por separado, como Elohim en Génesis 1. Pero pueden también ser encontrados juntos como Yahvé – Elohim. Tercero, hay presencia de diferentes teologías o énfasis teológico. Por ejemplo, gran parte de la narrativa acerca de Abraham sugiere que este antepasado tenía comunicación directa con Dios. No obstante, otros textos suponen un intermediario que puede ser un sacerdote. Aplicando estas características como criterio, surgen cuatro documentos fuente del texto del Pentateuco, de acuerdo con la Hipótesis Documental. El más temprano consiste predominantemente en una narrativa llamada el documento J. El nombre viene porque en Alemán el nombre divino Yahvé se escribe con J: “Jahweh”. El documento J forma una narrativa continua desde la creación hasta la muerte de Moisés (1). Un énfasis teológico del documento J es la posibilidad de una relación inmediata con Dios sin intermediarios. De acuerdo con la comprensión documental clásica, J fue escrito en la corte temprana de Jerusalem en el siglo X o IX a.C. (2). La fecha puede ser en tiempos de David (comienzos del siglo X a.C.). su propósito era demostrar la legitimidad de la casa de David mostrando que era la intención de Dios que éste gobernara en Jerusalem y al pueblo elegido de Dios.

La segunda fuente según la secuencia cronológica es el documento E, así llamado debido a su uso predominante del nombre “Elohim”. Aunque es una narrativa como la de J, no está en forma de narrativa continua. El material de E en el Pentateuco es fragmentario. E conserva la tradición profética del reino del norte de Israel, o sea, la parte del reino del antiguo Israel que rompió con Jerusalem y Judá después de la muerte de Salomón (tradicionalmente ca. 722 a.C.). Fue escrito a mediados del siglo VIII a.C., quizá durante el próspero reinado de Jeroboam II.

El documento D se llama así debido a su conexión con el Deuteronomio. 2 Reyes 22-23 relata como, a comienzos del reinado de Josías en Jerusalem, se descubrió una copia de la Ley durante una reparación y limpieza del Templo. El contenido de este libro inspiró a Josías para realizar profundas reformas. Fue de Wette el primero en sugerir que este libro de la Ley podía estar relacionado con lo que conocemos como Deuteronomio. De Wette y otros que le siguieron sugieren que el texto del Deuteronomio fue escrito durante el reinado de Josías, y si fue o no puesto y después descubierto en el templo, sí vino a ser la justificación pública para las reformas que fueron realizadas por el partido de Josías, conocido como Deuteronomistas. El texto de D es primariamente el código legal del Deuteronomio, pero también hay evidencia de este en materiales editoriales en otras parte a lo largo del Pentateuco. Su ideología enfatiza como toda vida está bajo el control de Dios, el reino de Dios, la importancia del santuario central (presumiblemente el Templo de Jerusalem, aunque es significativo que este texto bíblico nunca haga esta identificación), y la importancia de la elección de Israel por parte de Dios, (Weinfeld, 1991).

El último de los documentos es la fuente P, así nombrada porque es atribuida a los sacerdotes de Israel. Su fecha pertenece al periodo posterior al exilio según Wellhausen y otros. En el 586 a.C. Jerusalem cayó en manos de los invasores Babilonios. En el 539 Babilonia cayó ante los Persas. El emperador Persa Ciro permitió a varios pueblos desplazados por los Babilonios retornar a sus países de origen y reconstruir sus templos. La comunidad resultante en Jerusalem vino a estar dirigida por sacerdotes. A finales de los siglos VI o V a.C., la fuente P fue puesta por escrito y añadida al Pentateuco. Sus contenidos y preocupaciones reflejan los valores de los sacerdotes de Jerusalem. Así, la historia de Israel fue estructurada de acuerdo a genealogías, las cuales estaban primariamente interesadas en determinar quien era un sacerdote, quien un Judío, y quien no. Las leyes de culto y sacerdotales fueron agrupadas juntas en el documento P.

La teología de P enfatiza la observación del Sabbath, la circuncisión, la revelación de la ley a Israel en el Monte Sinaí, y la Tienda o Tabernáculo donde Dios habitaba y se encontraba con Israel. En tanto que obra compuesta por sacerdotes, servía para otorgar legitimidad divina para reconstruir la comunidad alrededor del Templo después del exilio.

La mayoría de los estudios de la Biblia Hebrea y especialmente del Pentateuco desde 1878 ha estado dominados por la Hipótesis Documental. Se han realizado varios cambios en la teoría original de Wellhausen. Por ejemplo, están aquellos que enfatizan que los documentos son mejor comprendidos como series de redacciones o revisiones editoriales realizadas a lo largo del periodo de la monarquía y posteriormente. Otros estudiosos han argumentado a favor de la combinación de J y E en un solo documento (llamado JE). Otros sugieren que P debe ser fechado en el periodo anterior al exilio, tan pronto como el siglo VIII a.c. (Knohl, 1955); (Milgrom, 2000). Mientras que otros mueven la fuente J al periodo del exilio después del 586 a.C. y argumentan que su propósito era introducir la historia de Josué a lo largo de Reyes (Van Seters, 1992). A pesar de las variantes, el impacto de esta teoría de las fuentes ha sido poderoso y duradero. Algunos estudiosos insisten que este es el punto de partida fundamental para el estudio de la Biblia y que aquellos que no acepten este modelo no son competentes para trabajar como estudiosos de la Biblia. Richard Friedman es un ejemplo de éstos estudiosos (1987; 1991; 1996; 1998; 2003).

No obstante, a pesar del dominio de esta teoría en las Universidades y escuelas de Occidente, ha habido siempre estudiosos que han desafiado esta Hipótesis Documental. A mediados del siglo XX un académico bíblico Judío, Umberto Cassuto, publicó algunas evaluaciones críticas de la teoría y no la usó en sus comentarios acerca del Pentateuco (1961). A lo largo del siglo XX, varios estudiosos evangélicos Protestantes se opusieron a la Hipótesis Documental basándose en varios fundamentos literarios (Young, 1956). Friedman defiende aspectos de la Hipótesis Documental e insiste que cualquier crítica apropiada de la teoría de Wellhausen ha de tener en cuenta los numerosos y diferentes hilos argumentativos que une juntos. Cualquier evaluación de esta influyente teoría ha de considerar múltiples relatos (Friedman, 1996).

Un número de temas han de ser considerados a la hora de tratar con la Hipótesis Documental. El primero de todos es la falta de evidencia empírica. No hay ningún texto bíblico que haya sido descubierto en ningún manuscrito que conserve la clase de distinciones que aparecen en las fuentes propuestas por esta teoría. La copia más clara y temprana de un texto bíblico es la de las tiras de plata de Ketef Hinnom.




Tiras de plata de Ketef Hinnom

Descubiertas en 1979 en una tumba fechada ca. 600 a.C. y localizada al suroeste de la Ciudad de David, estos dos pequeñas tiras de plata, quizá usados como amuletos, conservan citas de Números 6:24-26, la bendición sacerdotal de Aaron, así como otro texto posiblemente del Deuteronomio. Sin embargo, la datación tradicional documental de P es post-exílica (después del 539 a.C.). no obstante, loas tiras mismas vienen de un contexto pre-exílico y la paleografía (forma de las letras) puede indicar una fecha incluso anterior, específicamente a mediados del siglo VII a.C. (3). Aunque todo esto es difícilmente conclusivo par toda la fuente P, es de interés que la única inscripción pre-exílica existente conserve un texto que la “Hipótesis” Documental fecha en el periodo post-exílico.

Aunque no hay evidencia textual tal en el Pentateuco, Tigay ha recogido evidencias del desarrollo editorial de una obra tal como la Épica de Gilgamesh, y de la fusión de diferentes fuentes en los Sellos del Mar Muerto y en el “Diatessaron” de Tatiano de los cuatros evangelios (Tigay, 1975). Sin embargo, ninguno de esos textos intenta integrar completamente diferentes tipos o géneros de materiales y entretejerlos juntos en una composición completa, como se afirma del Pentateuco. De hecho, el ejemplo más cercano de una combinación de narrativa, mandatos divinos, y algunas sanciones puede estar en los anales de los antiguos reyes del Cercano Oriente, especialmente los anales Asirios del tardío segundo y temprano primer milenio a.C.(4). Por lo tanto, la presencia de múltiples documentos existentes desde muchas generaciones y escritos como un solo texto en una fecha muy alejada de su primera composición no está ni demostrada ni es necesaria, ni son los paralelos citados tan cercanos como las narrativas compuestas de los anales Neo-Asirios que fueron originalmente escritos en esta forma sin fuentes antecedentes demostrables eliminadas a lo largo del tiempo de los textos que ahora tenemos.

Tercero, con la llegada de los ordenadores se han podido realizar estudios estadísticos. Andersen y Forbes, en sus análisis de patrones de ortografía (Andersen y Forbes, 1986; Forbes, 1992), concluyen que el Pentateuco tiene un estilo ortográfico consistente estadísticamente, sin muchas letras vocales, que contrasta con otros libros de la Biblia Hebrea. Describen este estilo como antiguo en comparación con el resto de la Biblia. Aunque este estudio no ha sido recibido sin críticas, ha resistido las objeciones de sus críticos que preguntan acerca de la antigüedad del material del Pentateuco (5). Más allá de las estadísticas, el Pentateuco conserva rasgos gramaticales anómalos que tienen lugar a través de la división de las fuentes pero que no se encuentran con tanta frecuencia en otras partes de la Biblia Hebrea(6). Estas observaciones aíslan al Pentateuco y resisten a una simple división de este en fuentes literarias. Además, en la medida que demuestran evidencias estilísticas y gramaticales normalmente adscritas a periodos más tempranos, sugieren una exitosa conservación de materiales auténticos.

Un cuarto apartado tiene que ver con la evidencia literaria, especialmente la presencia de dobletes, que fue usada desde le comienzo para argumentar a favor del uso de fuentes múltiples. Sin embargo, dobletes tales como aquellos encontrados en Génesis 1-2 y 6-9 pueden no ser fuentes separadas sino más bien técnicas literarias para enfatizar puntos específicos (7) (Wenham, 1987; Alter, 1981; Reis, 2001). También pueden servir a propósitos teológicos o ideológicos (Childs, 1986). Por ejemplo, Génesis 1-2 conserva dos historias de la creación: el primer capítulo es general en su descripción de todo el cosmos; el segundo se centra en la creación específica del hombre y su mundo. Para Wenham, Génesis 6-9 forma un estructura en forma de quiasma con su centro literario y teológico en 8:1. Además, otros textos como los antiguo relatos de la creación en el Cercano Oriente del mito de Enki y Ninma parecen conservar una doble historia, similar a la del Génesis 1-2 (Kikawada, 1983).

Una diferente clase de doblete ha sido identificada en Levítico 23:34-36 y 39-41, al final de un calendario ritual que describe las fiestas de Israel a lo largo de seis o siete meses del calendario anual. Ambos pasajes anuncian una fiesta el mismo día del año, llamada Fiesta de los Tabernáculos en el primer pasaje y una fiesta del Señor en el segundo. Se está más o menos universalmente de acuerdo que los vv. 39-41 constituyen una adición editorial posterior al calendario que finalizaba en el v. 38. El calendario cultual que comprendía seis meses del siglo XIII a.C. en Emar (Emar 446, el único calendario de medio año en el mundo Semita Occidental(8) a parte del calendario Bíblico) también describe dos festivales para dioses diferentes, Dagón y Shagar, el día 15 del primer mes (otoño). Así, tanto en Levítico 23 como en el texto de Emar, “las diferencias en varios detalles son igualadas por periodos paralelos de tiempo cuando las fiestas son celebradas, por acciones generales similares durante los días santos, y por una asociación o incluso identificación de las fiestas mutuamente”. Si en el texto de Emar no tenemos una segunda fuente o adición editorial posterior justo porque haya un texto paralelo o en doblete, lo mismo se puede decir de la Biblia en Levítico 23 (Fleming 2000). Bien entendido, esto no argumenta a favor de que el pasaje bíblico a finales de Levítico 23 no sea una adición editorial. Simplemente dice que los argumentos antiguos basados en la naturaleza de “doblete” del pasaje no pueden ser más usados para demostrar que la adición fue realizada posteriormente.

Quinto, uno puede cuestionar la asunción que el documento P fuese una composición pos-exílica con fuentes pos-exilicas. No todas las tradiciones han de ser fechadas tan tarde. Por ejemplo, la práctica de ungir a los sacerdotes con sangre y aceite (Éxod. 29 y Lev. 8) fue considerada primeramente pos-exílica. Los estudiosos pensaban que el ritual de la unción había sido aplicado sólo a los reyes. En el periodo pos-exílico los ciudadanos de Jerusalem y Judea no tenían rey propio. Los argumentos asumen que el sumo sacerdote sustituía al rey. Por lo tanto, el ritual de la unción fue copiado de los hechos realizados a los reyes para reconocer la autoridad de los sacerdotes pos-exílicos, como cabezas de la comunidad pos-exílica en y alrededor de Jerusalem. Sin embargo, un texto recientemente publicado de Emar describe un ritual de instalación para las sacerdotisas del dios de la tormenta en el cual las sacerdotisas eran ungidas con sangre y aceite (Fleming, 1998; Klingbeil, 2000) (9). Así, por muy razonable que sea, los fundamentos críticos que puedan haber habido para asumir un origen pos-exílico del rito de ungir a un sacerdote con aceite para compensar la pérdida del rey en Jerusalem han de ser revisados. Esto no “demuestra” que el ritual de unción sacerdotal de Levítico 8-9 debe tener fecha de finales de la Edad de Bronce Tardía (1550-1200 a.C.); sólo demuestra que las asunciones de un origen pos-exílico de este elemento de tradición dentro de P no puede ser aceptado prima facie.

Añade esta evidencia a la ya mencionada presencia de calendarios rituales de seis meses o más con ceremonias detalladas de siete días y otros ritos y listas de sacrificios –sin mención de un papel importante del rey (Lev. 23 y Núm. 28-29). Toda esta evidencia se relaciona más de cerca con los textos de Emar que con los textos tardíos. Lo que sugiere que el calendario no ha de ser visto como descendiente directo de los calendarios rituales tempranos Israelitas, sino más bien como trasmisores de elementos tempranos separados y auténticos. El cuadro que tenemos da lugar a dudas no sólo sobre la asunción detrás de varios aspectos del material P sino también sobre la asunción que el material Ugarítico es el paralelo extra-bíblico disponible más cercano de la religión Israelita.

Un sexto punto es bastante más controversial. Se ha argumentado que el Deuteronomio tiene forma de documento-tratado, o alianza (Lohfink, 1995). El concepto bíblico de alianza o “berît” tiene bastante antigüedad en el mundo del antiguo Israel(10). Lo mismo es verdad del tratado del antiguo Medio Oriente. Unos ochenta o noventa ejemplos de tratados hechos entre 2400 y 650 a.C. se conservan (Kitchen, 2003; Propp, 1999). Se dividen en dos grupos: los tratados realizados con los Hititas entre ca. 1400 y 1200 a.C., y aquellos de las regiones dominadas por el Imperio Neo-Asirio entre los siglos novenos y séptimo a.C.(11). Estos tratados entre estados servían para definir sus relaciones. Había dos tipos de tratados. El primer tipo vino a ser conocido como tratado de paridad porque estaba hecho entre dos poderes de igual fuerza. El segundo tipo el tratado-vasallo, así llamado porque era dictado por un estado de poder superior a una nación o estado súbdito. Los tratados de los Hititasfueron todos escritos antes del colapso final y desaparición de este imperio en las primeras décadas del siglo XII a.C.(12). Vamos a echar un vistazo a lo que más nos interesa, el tratado de vasallaje, por así llamarlo. Consideraba los siguientes elementos:

1. El Título, que introducía al rey; por ejemplo, “Así dice el Sol, Muwattallis, el Gran Rey, Rey de Hatti, amado del dios del tiempo, hijo de Mursilis, el Gran Rey, el héroe”. Otro propósito del título era la identificación del documento como decreto del Gran Rey.
2. La Narrativa Histórica que relata relaciones previas entre los Hititas y el reino vasallo. Sirve para motivar al vasallo a que tenga fe en su señor Hitita.
3. Las Estipulaciones toman la forma de caso y de leyes apodícticas y sirven para la sumisión del vasallo y su apoyo. Incluyen la provisión que el líder vasallo debe visitar la corte Hitita regularmente, aportar ayuda militar, informar de complots, pagar tributo, y extraditar fugitivos.
4. La Cláusula del Documento estipula tanto la conservación del texto en un lugar sagrado y su periódica lectura pública. Esta cláusula es rara en los tratados.
5. Los Testigos, normalmente una lista de dioses, atestiguan el juramento del vasallo al aceptar el tratado. Tanto los dioses de los Hititas y los dioses de los vasallos eran invocados como testigos.
6. Las Maldiciones y Bendiciones son los castigos y premios por la desobediencia y obediencia. Las maldiciones son más largas en números y tienen más colorido que las bendiciones.

Las partes 1, 3, y 6 siempre aparecen en los tratados Hititas. La Parte 2 tiene lugar en 22 de los 24 tratados-vasallos Hititas. La parte 5, los Testigos, ocurre en 20 de los 24 tratados. La Parte 4 es rara. En el primer milenio a.C. en los tratados del imperio Neo-Asirio, las maldiciones son mucho más importantes. la narrativa histórica y las bendiciones desaparecen (Kitchen, 1989).

Un análisis de la estructura del Deuteronomio revela que contiene todos los elementos del tratado Hitita de vasallaje (Kitchen, 1989). La Alianza bíblica ha sido entendida como una combinación de tratado y ley. La colección de leyes en el Antiguo Cercano Oriente del tercer y segundo milenio a.C. (Ur-Nammu, Lipit-Ishtar, Eshnunna, Hammurabi)- aunque ninguna posterior a estos- colocaban las bendiciones y maldiciones en el mismo orden que el Deuteronomio pero no como en los tratados Hititas.

A pesar de la diferencia en las formas, “el interés en conservar una fecha correspondiente a los siglos octavo o séptimo” para la composición de la obra ha inclinado a aquellos estudiosos que reconocen una estructura en los tratados a compararlos con los tratados Neo-Asirios (Frankena, 1965; Weinfeld, 1972; McCarthy, 1972, 1978; Kalluveettil, 1982).

En sí misma, la estructura distintiva del Deuteronomio, comparable sólo con los tratados y códigos de leyes del segundo milenio a.C., no dice nada acerca de una posible edición y adiciones posteriores, por no mencionar la actualización del lenguaje. Sin embargo, la forma conservada en sus primeros 28 capítulos sí cuestiona las teorías que afirman que el Deuteronomio fue compuesto completamente en los siglos VIII y VII a.C.

Como se ha mencionado arriba, el término Hebreo para alianza también tiene antecedentes en el segundo milenio a.C. lo mismo es verdad de la idea de una relación con la divinidad. Esto ocurre en el segundo milenio a.C. en las culturas Semitas Occidentales de Emar, Mari, y otros sitios (Lewis, 1996 y Fleming, 1999). Uno encuentra una aproximación verbal a la deidad jefe y una relación entre la deidad y toda la comunidad (Fleming, 1999). Aunque no está tan desarrollada como en el Deuteronomio ni es aplicada la forma del tratado de vasallaje.

Séptimo y último, el lector es remitido a los nuevos estudios literarios de la última mitad del siglo veinte. Éstos representan el consenso más fuerte que desafía las antiguas teorías. Norman Whybray, 1972 desafió las asunciones de la formación del Pentateuco según la “Hipótesis” Documental. He aquí algunas de sus afirmaciones: Primero, los documentos P y E carecen de ejemplos suficientemente grandes para alcanzar conclusiones significativas. Esto es particularmente verdad de E y una de las razones puede ser que algunas veces ha sido unido con J. Segundo, está el problema de que los documentos son encontrados mediante la aplicación de criterios que han sido creados para encontrar esos documentos. Whybray no fue ni el primero ni el último en señalar esto (Ver Cross, 2004). La naturaleza circular del argumento consiste en que la historia de Israel es dispuesta como la entiende Wellhausen y otros que seleccionan y definen los documentos de tal manera que confirmen lo que ellos han creado.

Es importante señalar que esas cuestiones referentes a la Hipótesis Documental no demuestran que el Pentateuco fuese compuesto en el segundo milenio a.C.. está claro que el lenguaje en general de los textos en prosa del Pentateuco se adapta al estilo del periodo monárquico en Israel y Judá (ca. 1000-586 a.C.), cualesquiera que sean los rasgos gramaticales. Muy señaladas han sido las glosas que sugieren una edición y desarrollo del texto tardíos –está la mención de los Caldeos, un pueblo del primer milenio a.C.-. A pesar de la presencia de formas gramaticales tempranas que distinguen el Pentateuco de otra literatura bíblica, permanece la impresión general de que en su presente forma fue compuesto con el Hebreo Clásico de la primera mitad del primer milenio a.C. En fin, he señalado que el antiguo consenso sobre el desarrollo de la religión de Israel no puede ser ya asumido. Más bien, cada tipo de literatura en el Pentateuco puede conservar tradiciones de una más grande antigüedad de lo que se asume normalmente.

El valor de la Hipótesis Documental está en la manera en la que varios tipos de literatura Pentateucal han sido identificadas: la literatura que considera los sacerdotes y sus cultos (P); la literatura que enfatiza la alianza de Israel y describe su relación con Dios como una obligación divina y de reciprocidad (D); aquellos elementos que sugieren el papel de Dios como uno de confrontación directa con los individuos y también el trabajo detrás de la escena de la historia humana (J); y aquellas secciones que enfatizan el papel de los profetas al proclamar el mensaje de Dios a la gente (E). Si éstas son o no religiones diferentes, sí representan diferentes énfasis y pueden reflejar la presencia de grupos especiales que se identifican con cada método de expresión religiosa.





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1. Era J una mujer? Esta pregunta fue realizada primero por Friedman, 1987, observando que, mientras los autores de P y D podrían ser sacerdotes en Israel, el autor de J podría haber sido una mujer. H. Bloom, 1990 ha argumentado que, de hecho, este es el caso. Aunque Friedman, 1991, ha criticado duramente el libro de Bloom. Argumenta que Bloom no identificó correctamente las secciones del Pentateuco que pertenece a J, secciones que los estudiosos sí identifican correctamente en la actualidad. También dice que Bloom no entiende el Hebreo bíblico y que muchas de sus traducciones no son exactas o están equivocadas. Finalmente, Friedman señala que cualquier intento de demostrar que J era una mujer ha de tener en cuenta los pasajes de J en Gén. 3:16 donde no se habla positivamente de las mujeres.
2. Van Seters (1983; 1992) busca una fecha posterior basandose en la literatura comparativa. Berge (1990) niega el valor de ésta y retiene la fecha del 950 a.C., también Coote y Ord (1989).
3. Aunque los estudiosos han tratado de argumentar que éste es un ejemplo de una tradición anterior incorporada en P, el excavador G. Barkay, 1992, sugiere que la bendición en el texto bíblico es más temprana y que las dos formas de esta bendición que tienen lugar en el Ketef Hinnom son posteriores. También señala otros términos de P que aparecen en las Tiras de plata, como la palabra “redentor” (g´l). Esto suplementa los argumentos lingüísticos de Hurvitz a favor de una fecha pre-exílica en los argumentos Lingüísticos de P. Hurvitz, 1988, criticado por Blenkinsopp, 1995, que señala correctamente que las diferencias en el uso del lenguaje no demuestran lo que Hurvitz y otros como Y. Kaufmann, 1960, tratan de demostrar. Waaler, 2002, también argumenta que Deut. 7:9 se encuentra en el primer amuleto como “cita” en la que diecisiete de las veinte letras son idénticas al texto en el Deuteronomio (la tres primeras son diferentes). Aunque su intento de fechar el amuleto entre 720-650 a.C. no es seguro, sus observaciones de que las “matres lectiones” (letras Hebreas usadas para representar las vocales) del texto del amuleto se corresponden con aquellas en el Texto Masorético son significativas. Así pues, esas tiras de plata son mejor comprendidas como copias escritas del texto bíblico que sugieren un texto reconocido y estandarazido que pudo haber sido usado por los sacerdotes del templo en Jerusalem.
4. Los anales reales Asirios fueron compuestos como narrativas complejas en su primera edición (Tertel, 1994). Por lo tanto no es imposible que documentos que contengan varios tipos de literatura existan a principios del primer milenio a.C. La estructura de los antiguos textos legales y textos de reforma combinan narrativa (historia), ley (lista), y sanciones, como en el Pentateuco (Watts, 1995). Además, el argumento de Lemche (1998) de que “la forma en prosa, que en el Pentateuco cubre varios géneros diferentes de literatura”, y que fue desarrollada primero por los Griegos en los siglos VI y V a.C. no es el caso cuando uno examina la evidencia de textos legales del segundo milenio a.C.
5. La naturaleza aleatoria del uso de letras vocales en el Texto Masorético es un argumento de James Barr, el crítico más severo de este estudio (Barr, 1988). No obstante, sus argumentos no han tenido éxito en superar la validez metodológica de este análisis (Forbes, 1992). Otras búsquedas no se han sostenido tan bien. Radday y Shore (1985), en su estudio sobre la autoría del Génesis usaron docenas de rasgos gramaticales y sintácticos para etiquetar cada palabra estudiada de este libro. Su conclusión, basada en el análisis con ordenador de todos los datos, argumenta que la Hipótesis Documental es inválida dado que el análisis falla a la hora de indicar estilos distintivos para cada uno de los documentos putativos. J y E son indistinguibles. J, E y P están mucho más relacionados mutuamente que las diferencias de estilos sugeridas por las divisiones de género entre Gén. 2-11, 12-36, y 37-49. Algunos como Abela (1987), continuaron usando este trabajo. Sin embargo, Forbes (1992) ha criticado severamente el método de Radday y Shore desde numerosos puntos de vista. Por ejemplo, la asignación de textos en Génesis a varias fuentes creó otras divisiones de fuentes que eran irreconocibles, al menos un 30% de discrepancia con aquellas encontradas en las divisiones de Eissfeldt. Además, una revisión de los datos y categorías en puntos aleatorios lleva a la evidencia de cierta confusión y falta de exactitud. Finalmente, Forbes no está persuadido de que multiplicar las etiquetas sintácticas haya aumentado la exactitud de la conclusión. Los métodos estadísticos continúan siendo empleados y debatidos. Asi, Houk (2002) intentó contar las sílabas de las palabras Hebreas para argumentar a favor de las fuentes en el Génesis, aunque O´Keefe (2005) demostró que dichas estadísticas no demuestran lo que afirmaba Houk.
6. Por ejemplo, la ortografía del epiceno (sin marca de género distintivo) del pronombre independiente de la tercera persona en singular.
7. También pueden ser desarrollos teológicos y matices en las repeticiones (Biddle, 1990).
8. Semítico Occidental es un término lingüístico: representa una familia de lenguas de las cuales el Hebreo es un ejemplo. Por ejemplo, en el primer milenio a.C. incluían, además de Israel y Judá, a los Filisteos, Edom, Moab, Amón, Aram, Fenicia, y, posteriormente, Cartago y otros sitios a lo largo del Mediterráneo donde el Púnico era hablado.
9. Ver también la adición de una antorcha a la ceremonia en el día final de la instalación cuando la sacerdotisa va a encontrarse con el dios y vivir en el templo. Compara esto con el “fuego extraño” que Nadab y Abihú ofrecen en Lev. 10:1-2. Estarían participando en un ritual Semita Occidental que involucrase el culto a otros dioses, dado que la antorcha era tan usada en el ritual de instalación sacerdotal en Emar (Hess, 2002).
10. La palabra alianza/convenio (br[y]t) aparecen en contextos Semitas Occidentales del segundo milenio a.C., en contextos socioeconómicos, religiosos, y tratados en Egipto, en Alalak y en Ugarit. Zevit, (2001) observa que al menos algunas de las leyes del Deuteronomio son mejor comprendidas antecedentes al siglo VII de Josías, porque no hay informes que Josías, un rey fuerte, castigase a nadie (individuo o grupo) de acuerdo con la legislación de la cual se supone era responsable.
11. Los Hititas descritos aquí eran el poder dominante de la antigua Anatolia hasta ca. 1200 a.C. Hay controversia acerca de si este imperio Hitita puede ser identificado con los pueblos Hititas mencionados en la Biblia. Los Asirios estaban centrados alrededor del Río Tigris en lo que hoy es el este de Irak.
12. Una rama de la familia real continuó en Carquemish, una ciudad en lo que es hoy día el sur de Turquía. Aspectos de la cultura Hitita continuaron en los estados Neo-Hititas del primer milenio a.C.. Sin embargo, ni el idioma Hitita ni esta forma de tratado sobrevivieron al colapso del imperio del segundo milenio.

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