miércoles, 2 de enero de 2013

BREVE COMENTARIO DE LA CARTA DE SANTIAGO


LA CARTA DE SANTIAGO
El documento más ignorado en el Nuevo testamento es la carta escrita por Santiago. Ha estado tan marginalizada que muchos Cristianos ni siquiera son conscientes de su existencia. Y eso que forma parte de cada Biblia Cristiana, aunque ahí apartada en un rincón al final del Nuevo Testamento. Cuando se comenzó a canonizar el Nuevo Testamento en el siglo IV, o sea, cuando se determinó qué libros serían incluidos y cuales no en el Nuevo Testamento, la carta de Santiago fue cuestionada. No fue incluida en el “Fragmento –o canon- Muratoriano”, nuestra primera lista de libros del Nuevo Testamento que fue aceptada como escritura en Roma a finales del siglo segundo(1). En el siglo III a.D. Orígenes y Eusebio la situaron ambos en la lista de libros dudosos(2). Incluso los grandes estudiosos occidentales Jerónimo y Agustín aceptaron la carta a regañadientes y pasó, finalmente, a formar parte del canon del NT no porque su contenido satisficiese a los posteriores estudiosos teólogos de la iglesia, sino sobre el fundamento de llevar el nombre de Santiago, el hermano de Jesús.

Esos primeros Cristianos que cuestionaron el valor de la carta de Santiago se sentían turbados dado que Jesús es mencionado sólo dos veces de paso y cada referencia puede ser fácilmente eliminada sin que afecte al contenido de la carta o los puntos que Santiago quería dejar claros (Santiago 1:1; 2:1). Además, la carta no hace ninguna referencia al punto de vista de Pablo acerca de Jesús como Hijo Divino de Dios, su muerte salvadora en la cruz, o su glorificada resurrección. Cómo podía un documento del Nuevo Testamento al que le faltaba estas enseñanzas ser considerado “Cristiano”? De hecho, Santiago disputa directamente la enseñanza de Pablo acerca de “la salvación por la fesin necesidad buenas acciones. No menciona el nombre de Pablo pero la referencia es inconfundible, dado lo que sabemos por las cartas de Pablo acerca de la fe en Cristo como requisito suficiente para obtener la salvación. Santiago habla positivamente de la perdurable validez de la Torah Judía, o Ley de Moisés, e insiste en que todos sus mandamientos han de ser observados:

Qué le aprovecha, hermanos míos, a uno decir: “Yo tengo fe”, si no tiene obras? Podrá salvarle la fe?.......Así también la fe, si no tiene obras, es de suyo muerta”.(Santiago 2:14,17).

En cambio, el que considera atentamente la Ley perfecta de la libertad y se mantiene firme, no como oyente olvidadizo, sino como cumplidor de ella, será feliz practicándola”. (Santiago 1:25).

Porque quien observa toda la Ley, pero falta en un solo precepto, se hace reo de todos”. (Santiago 2:10).

Santiago dirige su carta a las “Doce Tribus en la Diáspora”(1:1). El término “Diáspora” se refiere a la noción del gran número de Israelitas o pueblo Judío  que habían sido dispersados entre las naciones y ya no vivían en la tierra natal. Santiago se refiere directamente a las Doce Tribus dispersas o perdidas de Israel, sobre las que Jesús había prometido a los doce apóstoles que gobernarían. Como cabeza de este Israel nuevamente constituido, que se esperaba emergiese completamente cuando el Día apocalíptico del Señor llegase, Santiago intenta que su carta sea una llamada a todo Israel para prepararse para el Día del Juicio inminente (Santiago 5:7-9). La carta refleja un contexto cultural temprano Palestino-Judío, quizá en los 40 d.C., antes que tuviera lugar la estricta separación entre los seguidores Nazarenos de Jesús y otros grupos Judíos. Por ejemplo, Santiago se refirió al encuentro local o asamblea de protoCristianos como “una Sinagoga”, no una iglesia, reflejando así su comprensión Judía del movimiento Cristiano (Santiago 2:2). Aunque la carta está escrita en Griego, al menos tal como la tenemos hoy, lingüísticamente refleja numerosas expresiones Arameas y Hebreas e investigaciones recientes han revelado un medio ambiente Palestino-Judío(3).

Lo particularmente notable acerca de la carta de Santiago es que el contenido ético de su enseñanza es directamente paralelo a las enseñanzas de Jesús que conocemos por la fuente Q. Q es la colección más temprana de las enseñanzas de Jesús que los estudiosos datan alrededor del año 50 d.C. El documento no ha sobrevivido intacto pero tanto Mateo como Lucas lo usan ampliamente. Comparando Mateo y Lucas y extrayendo el material que usan en común pero que no deriva de la fuente principal, o sea Marcos, podemos llegar a una construcción razonable de este “evangelio de Q” perdido. Consiste de unas 235 versículos que son mayormente aunque no completamente los “dichos” de Jesús. La fuente Q nos lleva hacia atrás a la enseñanza original de Jesús sin la gran estructura teológica que los evangelios subsiguientemente añadieron(4). Quizá la característica más sorprendente de Q en términos de reconstrucción de los orígenes Cristianos es que no contiene “nada” de la teología de Pablo, particularmente, su Cristología o visión de Cristo.

Las partes más familiares de Q para los lectores de la Biblia están en “El Sermón de la Montaña” de Mateo (Mateo 5-7) y en las Bienaventuranzas de Lucas (Lucas 6). Si uno toma la carta de Santiago, tan corta como es, no hay menos de treinta referencias directas, ecos, y alusiones a las enseñanzas de Jesús que encontramos en la fuente Q! Algunos paralelos:

ENSEÑANZA DE JESÚS EN Q
“Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de Dios”. (Lucas 6:20).

SANTIAGO
“Hermanos míos carísimos: No escogió Dios a los pobres según el mundo para enriquecerlos en  la fe y hacerlos herederos del reino que tiene prometido a los que le aman?” (2:5).

JESÚS EN Q
“Si, pues, alguno descuidase uno de esos precepto……., será tenido por el menor en el reino de los cielos”. (Mat. 5:19).

SANTIAGO
“Porque quien observe toda la Ley, pero quebrante un solo precepto, viene a ser reo de todos”. (Santiago 2:10).

JESÚS EN Q
“No todo el que dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre” (Mat. 7:21).

SANTIAGO
“Poned por obra la palabra y no os contentéis sóo con oírla….” (Santiago 1:22).

JESÚS EN Q
“Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan” (Mat. 7:11)

SANTIAGO
“Toda dádiva buena y todo don perfecto que recibimos viene del Padre” (Santiago 1:17).

JESÚS EN Q
“Ay de vosotros, los ricos!, porque ya habéis recibido vuestro consuelo”. (Lucas 6:24).

SANTIAGO
“Así que vosotros, los ricos, llorad y …… por las desgracias que van a caer sobre vosotros”. (Santiago 5:1).

JESÚS EN Q
“No juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios; ni por la Tierra porque es el estrado de sus pies………. Limitaos a decir: Sí, sí, no, no”. (Mat. 5:34,37).

SANTIAGO
No juréis ni por el cielo ni por la tierra,, ni por ninguna otra cosa. Que vuestro sí sea sí, y vuestro no, no” (Santiago 5:12).

La carta de Santiago tiene otras conexiones importantes con el mensaje de Jesús más allá de esas características enseñanzas éticas. Santiago conoce la práctica de ungir con aceite a los enfermos, como lo había hecho Jesús y la enseñó a sus discípulos (Marcos 6:13; Santiago 5:14). Jesús había enseñado que a uno se le perdonan los pecados y es “justificado” ante Dios mediante el arrepentimiento y la oración –o sea, directamente invocando a Dios. Santiago escribió que la confesión de los pecados y la oración eran el camino a la salvación (Santiago 5:15-16). Todo esto está en línea con la enseñanza de Jesús en la fuente Q. Jesús relata una historia donde dos oraban en el Templo, uno se sentía orgulloso de su rectitud y el otro se consideraba a sí mismo tan indigno que ni siquiera levantaba sus ojos. Éste último golpeaba su pecho y gritaba “Dios ten piedad de mí, soy un pecador”. Jesús enseña que “éste quedó justificado ante Dios, no el otro” (Lucas 18:14). Esto está en línea con la manera como los Judíos entendían el perdón de los pecados. Como expresan los Salmos: “Apiádate de mí, oh Dios!, según tu benignidad. Por vuestra gran misericordia borra mi iniquidad”(Salmo 51:1). El Judaísmo no enseña la “salvación” por el mérito humano como muchas veces se asume, sino más bien que todos los seres humanos son “justificados” por la gracia, encuentran el perdón de los pecados mediante el arrepentimiento y la oración –“invocando el nombre de Dios”(Joel 2:32). Incluso los sacrificios animales en el Templo Judío nuca fueron entendidos como pago para el perdón de los pecados mientras uno no se volviese hacia Dios en fe y pidiera gracia y perdón(Salmo 51:16).

Lo que uno obtiene de la carta de Santiago es el enlace más directo posible con la enseñanza del mismo Jesús. Santiago está seguro que el “Juez” está a las puertas, y el Reino de Dios está cerca (Santiago 5:9). Advierte a los ricos y a aquellos que oprimen al débil que muy pronto el juicio de Dios les alcanzará. Santiago parece estar haciéndose eco directamente y afirmando lo que había aprendido y transmitido de su hermano Jesús. Es importante señalar que Santiago no cita con su nombre directamente a Jesús o le atribuye ninguna de esas enseñanzas –incluso cuando son enseñanzas de Jesús. Para Santiago el mensaje Cristiano no es la persona de Jesús sino el mensaje que Jesús proclamó. La carta de Santiago no tiene ni una sola enseñanza característica del apóstol Pablo ni toma nada en absoluto de las tradiciones de Marcos o Juan. Lo que está conservado en este precioso documento es una reflexión de la proclamación apocalíptica original de Jesús –el “evangelio del reino de Dios” con sus implicaciones políticas y sociales.

Si nos movemos fuera del Nuevo Testamento, hay un nuevo e importante testimonio que ha surgido recientemente que permite trazar más claramente la trayectoria de este olvidado mensaje del Cristianismo más temprano. Un texto conocido como la Didaché fue descubierto en 1873 en una librería de Constantinopla, por casualidad, por un sacerdote Griego, el Padre Bryennios(5). Este documento data de comienzos del siglo segundo d.C. o incluso antes, es tan antiguo como algunos de los libros incluidos en el canon del Nuevo Testamento. Es más, dentro de algunos círculos del Cristianismo temprano tanía estatus casi canónico.

La palabra Didaché en Griego significa “Enseñanza” y el documento obtiene su nombre de su primera línea, que funciona como título: “Enseñanza del Señor mediante los Doce Apóstoles a las Naciones”(6). La obra está dividida en dieciséis capítulos y pretendía ser un “libro de bolsillo” para los conversos Cristianos. Los primeros seis capítulos ofrecen un sumario de la ética Cristiana basado en las enseñanzas de Jesús, dividido en dos partes: “el camino de la vida y el camino de la muerte”. Gran parte del contenido es similar a lo que tenemos en el “Sermón de la Montaña” y el “Sermón del Llano”, o sea, las enseñanzas éticas básicas de Jesús obtenidas de la fuente Q. Comienza con dos “grandes mandamientos”, amar a Dios y amar al prójimo como a uno mismo, así como una versión de la Regla de Oro: “Lo que no quieras que te hagan a ti mismo, no lo hagas a los demás”. Contiene muchos requerimientos y exhortaciones familiares, aunque a menudo con adiciones no encontradas en los Evangelios.

Bendice a los que te maldicen, ora por tus enemigos, y ayuna por aquellos que te persiguen”.(1.3).

“Si alguien te golpea en la mejilla derecha, ponle también la otra y serás perfecto”.(1.4).

“Da a todo el que pida, y no pidas nada a cambio, porque el Padre quiere que a cada uno le sea dado algo de los muchos regalos que él mismo proporciona”.(1.5).
                                                                                
Aunque también contiene muchos dichos y enseñanzas no encontradas en los Evangelios del Nuevo Testamento pero que son no obstante consistentes con la tradición que conocemos de Jesús y de su hermano Santiago:

“Deja que tu ofrenda caritativa sude en tus manos hasta que sepas a quien dársela”.(1.6).

“No tengas doble mentalidad o hables desde ambos lados de tu boca, pues hablar desde ambos lados de tu boca es trampa mortal”.(2.4).

“No seas de los que extiende sus manos para recibir pero las esconden a la hora de dar”.(4.5).

“No rehúyas a una persona en necesidad, comparte más bien todo con tu hermano y no digas que algo es tuyo”.(4.8).

A continuación  de las exhortaciones éticas hay cuatro capítulos acerca del bautismo, ayuno, oración, la Eucaristía, y la unción con aceite, que recuerdan la clase de instrucciones que uno encuentra en las enseñanzas de Jesús conservadas en la fuente Q. La Eucaristía es una simple comida de acción de gracias de vino y de pan con referencias a Jesús como “la vid santa de David”. Termina con una oración: “Hosanna el Dios de David”. El linaje Davídico de Jesús es pues enfatizado. Ausente está la idea de Pablo que el pan representa la carne de Jesucristo y el vino su sangre, derramada para el perdón de los pecados del mundo.

Los capítulos finales tratan sobre probar a los profetas y nombrar líderes íntegros. De nuevo las instrucciones parecen reflejar un contexto Palestino, similar al que se puede observar en la fuente Q, donde maestros itinerantes y profetas operaban dentro de varias comunidades. El último capítulo contiene advertencias acerca de “los últimos días”, la venida de un falso profeta final, y la resurrección de los justos ya fallecidos. Finaliza con lenguaje similar al usado en la carta de Judas, el hermano de Jesús, y Santiago, en el Nuevo Testamento. Las frases clave están tomadas de Zacarías y Daniel: “El Señor vendrá con todos sus santos con él” y “Entonces el mundo verá al Señor viniendo sobre las nubes del cielo”. Ambas referencias al “Señor” se refieren a Yahvé, el dios de Israel.

Todo el contenido y tono de la Didaché hace recordar la fe y piedad que encontramos en la carta de Santiago, y en las enseñanzas de Jesús en la fuente Q. Los más sorprendente acerca de la Didaché en términos de los dos tipos de fe Cristiana –la de Pablo y la de Jesús- es que no hay nada en este documento que se corresponda con el Evangelio de Pablo –“ni divinidad de Jesús, ni rescate mediante su carne y sangre, y ni siquiera hay referencias a la resurrección de Jesús”. En la Didaché Jesús es quien ha traído el conocimiento de vida y fe, aunque no hay énfasis alguno en la figura de Jesús aparte de su mensaje. El sacrificio y el perdón de los pecados en la Didaché vienen mediante buenas acciones y una vida consagrada (4.6). Lo que sobrevive en la Didaché es un testimonio implícito de una forma de fe Cristiana que se remonta a Jesús y fue llevada y perpetuada por Santiago, y el resto de los doce Apóstoles.

Pero si nos fijamos en Pablo y examinamos los elementos de su comprensión del mensaje Cristiano, es importante situarlo dentro de este mundo de Jesús y el tipo de Cristianismo que encontró al unirse al movimiento. Pablo tiene su propio –fieramente independiente- “Evangelio”, que contrastaba agudamente con el Cristianismo de Jesús, Santiago, y sus primeros seguidores. Pablo lo transformó todo en la tierra y en el cielo.
       
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1.    Ver Bruce Metzger, “The Canon of the New Testament” (Oxford: Clarendon Press, 1987), pp. 191-201.
2.    Eusebio, “Historia de la Iglesia” 2.23.24-25.
3.    Ver Peter H. Davids, “Palestinian Traditions in the Epistle of James”, en “James the Just and Christian Origins”, eds. Bruce Chilton and Craig A. Evans (Liden: Brill, 1999), pp. 33-57.
4.    He encontrado este enlace en Castellano para obtener el texto íntegro de la Didaché: http://www.corazones.org/doc/didache.htm
5.    Pronunciado: “díd-a-kay”.
6.    Otra traducción en Inglés en la página: http://www.earlychristianwritings.com/didache.html 













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