domingo, 23 de enero de 2022

LA JERUSALEM CELESTIAL

LA JERUSALÉN CELESTIAL
La ciudad celestial es representada como vista desde arriba. Así se pudo mostrar las doce puertas de la ciudad, tres en cada una de las cuatro direcciones del espacio. Al oriente, tres puertas; al norte, tres puertas; al mediodía, tres puertas, y al occidente, tres puertas (Apocalipsis 21:13). La ciudad está dispuesta en cuadrado, y su longitud es igual a su anchura. Es la cuadratura del ciclo celeste, sus doce puertas  corresponden a los doce meses del año. La medida de 12.000 estadios, que el texto atribuye al contorno de la ciudad recuerda el “gran año” de los persas, que corresponde aproximadamente a la duración de la precesión y, más exactamente, a la “inversión” de los puntos equinocciales (12.960 años). Se sabe que la precesión de los equinoccios, según el antiguo sistema del mundo, representa la “medida-límite” del tiempo. 
En cada una de las puertas de la ciudad celestial está representado uno de los doce apóstoles. Tenemos en la India un dibujo que reproducía el “mándala” del Paraíso de “Vaikunta”, la morada celestial de “Vishnú”, así como un extracto del “Skanda Purana” que a él se refería. El paralelismo con la imagen de la Jerusalén celestial es impresionante; y aún es más explícito cuando se comparan los texto sagrados correspondientes. 
La morada divina de “Vaikunta”, igual que la Jerusalén celestial, posee doce puertas repartidas según las cuatro direcciones del espacio. El “mándala” representa esta disposicíón según la misma perspectiva que rige nuestra imagen de la Jerusalén celestial. Una cosa distingue las dos imágenes: mientras que en el centro de la Jerusalén celestial se yergue el Cordero, el de Vaikunta está ocupado por el Árbol de la Vida. Pero esta diferencia sólo es aparente; se debe a la economía gráfica, pues el Apocalipsis también habla del Árbol de la Vida en medio de la ciudad celestial: “En medio de la plaza dela ciudad y en las dos orillas del río se encuentra el árbol de la vida, que da doce cosechas, produciendo sus frutos cada mes….” (Apocalipsis. 22:2). El artista hubiera tendió dificultades para colocar a la vez el árbol y el cordero en el centro de la ciudad. 
El campo central del “mandala de Vaikunta” está dividido en cuadrados; según el texto del “Purana”, debería tener 12 X 12 compartimentos. La misma división de la “plaza de la ciudad” en 12 X 12 cuadrados se encuentra en algunos de los más antiguos manuscritos de la obra del Beato de Liébana. El producto de 12 X 12 es 144; ésa es la medida de la muralla de ciudad celestial, tal como está descrita en el Apocalipsis, y este número es, por otro lado, submúltiplo de 25.920, número delos años que dura la precesión completa de los equinoccios 144 X 180 = 25.920.
Los cuatro ángulos del Vaikunta-mandala representan santuarios secundarios; estos están divididos en 16 compartimentos cada uno, lo que hace la suma total de 64 cuadrados, número dela perfección cósmica. Además es el número de los compartimentos del tablero de ajedrez, del “astapâda”, que es un mandala del cosmos. 
Las puertas del Vaikunta, como las de la Jerusalén celestial están ornadas con doce círculos; probablemente, éstos indican los doce guardianes o “Pratiharinis”, que encarnan doce cualidades espirituales o divinas; estas cualidades corresponden a los doce ángeles de la Jerusalén celestial, así como a las doce piedras preciosas, cuya naturaleza es la incorruptibilidad y la luminosidad. Son las ventanas del piso superior de Vaikunta lo que está hecho de perlas. 
La sala sagrada (mandapa) de Vaikunta, igual que la Jerusalén celestia, está construida de cristal y oro, de piedras preciosas y perlas. Ambas moradas son luminosas por sí mismas: según el “Skanda Purana”, “en ella no lucen ni el sol, ni la luna, ni las estrellas”; según el Apocalipsis, “la ciudad no tiene necesidad ni del sol ni de la luna para que la iluminen pues la gloria De Dios la ilumina, y el Cordero es su antorcha” (Apocalipsis 21:23). 
En la cúspide del tejado de Vaikunta se encuentra un vaso lleno de Leche de inmortalidad. Este símbolo no tiene analogía directa en la descripción de la Jerusalén celestial; pero sí recuerda el simbolismo del Santo Grial. 
“Tal es la morada de “Nârâyana”, que está más allá del mundo cambiante e incluso más allá de lo que no cambia. 
Adoro a ese “Purushottama”, que en los tres mundos es el más difícil de alcanzar”. 

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