sábado, 18 de octubre de 2008

BAAL CONTRA YAHVÉ

BAAL CONTRA YAHVE


La importancia de los profetas del siglo IX, sobretodo Elías, en el conflicto crucial entre Yahvé y Ba´l.


La religión de Israel en su primer impulso creativo absorbió elementos míticos en su lenguaje de fe y en su culto, transformando de manera muy dinámica estos elementos al servicio de Yahvismo. Cerca del siglo noveno A.C., Israel era vulnerable al sincretismo, y de hecho la religión de Yahvé comenzó a dejar el camino abierto para el culto de Ba´l. Elementos míticos en el antiguo lenguaje de la tradición Yahvista ya no eran inofensivos, sino que eran usados como conductos para introducir la completa y sofisticada mitología del Ba´l Cananeo. La amenaza no era que Yahvé fuese olvidado sino que se convirtiese en un miembro ordinario del panteón Cananeo. La batalla contra el sincretismo y el Ba´lismo con sus profetas misioneros fue llevada a cabo por los profetas de Yahvé, al frente de los cuales tanto en símbolo como en hechos estuvo la figura gigante de Elías. En las leyendas del ciclo de Elías el conflicto se agudiza convirtiéndose en simple oposición: Yahvé versus Ba´l. En este crucial conflicto los profetas de Israel fuero probados y templados, y de ahí surgió la tradición clásica de la profecía Israelita.

No es mera coincidencia que el lenguaje de la teofanía y la imaginería de la revelación derivada de la mitología del dios de la tormenta quedase fuera de uso, a comienzos del siglo nueve, incluyendo los dos siglos siguientes, en el Yahvismo profético. Los profetas eligieron otro lenguaje, otra imaginería con la que describir su relación con Yahvé, sacada del concepto de mensajero de la Asamblea de ´El. Hasta donde uno puede ver, los profetas no trataron de suprimir de manera sistemática los antiguos himnos y tradiciones que usaban el lenguaje de la teofanía de la tormenta. El ataque era contra Ba´l y no sobre la noción de Yahvé controlando los elementos naturales. Sin embargo, usaron un lenguaje refinado y depurado de la revelación, porque Yahvé, por así decirlo, ya no usaba más la tormenta como modo de auto-manifestación. El lenguaje profético revisado fue también el lenguaje tradicional de la revelación, reducido y especificado por la evolución del oficio profético.

En los capítulos 18 y 19 de 1Reyes, el relato de la crisis en el Monte Carmelo y sus secuelas, la “segunda” revelación en el Monte Sinaí, encontramos los eventos centrales en la batalla de Elías contra Ba´l. Los dos capítulos están marcados por fuertes trazos de la composición oral, y en su forma actual han sido un poco reformados por el historiador Deuteronómico. Estos capítulos comparten con el ciclo de Elías como un todo la transformación de Elías en la figura del nuevo Moisés. El traslado de Elías al cielo en Transjordania es opuesta a Jericó es fuertementemente reminiscente de la muerte de Moisés. La dramática división del río Jordán por Elías, como la división del río en el culto de Gilgal, lleva impreso el simbolismo de la división del mar por Moisés. Eliseo hace de ministro de Elías (1 Reyes 17:21) así como Josué es ministro (mesaret) de Moisés, le sucede, y cruza el Jordán sobre tierra seca en línea con Josué.

Más importantes aún son los paralelos en los episodios entre el Carmelo y el Sinaí. En el Carmelo los eventos están formados de acuerdo al patrón de la Alianza. Como Moisés construyó un altar en el Sinaí y puso doce piedras para cada una de las doce tribus (Éxodo 24:4), y Josué erigió las doce piedras en Gilgal en el festival de la Alianza en Gilgal (Josué 4:3), así Elías construyó un altar de doce piedras “de acuerdo con el número de tribus” de Israel (1 Reyes 18:31). De manera similar encontramos el motivo-Alianza “eliminando a los dioses extranjeros” en el episodio del Carmelo, comenzando con palabras de Elías, “¿Hasta cuándo vais a estar cojeando sobre dos muletas? Si Yahvé es el Dios, seguidlo; si Baal lo es, seguid a Baal”, finalizando con la orden de Elías de asesinar a todos los profetas de Ba´l. Mientras que este motivo es más familiar con el discurso de Josué en Josué 24, también se encuentra en el Sinaí después del asunto del becerro de oro. Moisés dijo, “Los que estén del lado de Yahvé que se pongan a mi lado”. Moisés, entonces, ordena a los Levitas que pasen a cuchillo de los devotos del toro.

Paralelos entre Moisés y Elías en el episodio del Sinaí en 1Reyes 19 son aún más sorprendentes. In la tradición del Sinaí, Moisés retorna al monte por segunda vez, después del paso a cuchillo de los apostatas. Quizás esto sea un doblete en la tradición Épica. De todas maneras, la estancia de Elías en la montaña es paralela a su segunda estancia, que sigue inmediatamente al asesinato de los profetas de Ba´l. Con miedo, rabia, y desesperación, Elías huye, y bajo la guía y cuidado divino es guiado al Sinaí. El relato de la estancia en el monte en 1Reyes 19:9-14 muestra directa dependencia de la tradición arcaica del Éxodo 33:17-23; 34:6-8. Elías “entró en la cueva”, o sea, el “agujero en la roca” donde Moisés estuvo escondido. No solo Elías retorna a la montaña sagrada; retorna al mismo sitio de la revelación suprema de Yahvé a Moisés, la teofanía la cual Yahvé pasó al lado de Moisés en la cueva, susurrando su propio nombre, y, garantizando la petición de Moisés, le permite a él, un mortal, una visión de la espalda de Yahvé “al pasar” y la visión de Moisés de la espalda de Yahvé representó el último acercamiento de la divinidad a Israel, la revelación definitiva. La narrativa en 1Reyes 18 y 19 nos prepara para una repetición esta teofanía, el paralelismo más audacioso entre Moisés y Elías.

Desgraciadamente, en los versículos 9b-14, aparece como un doblete en la tradición que ha oscurecido la interpretación del climax de la leyenda. Carlson arguye que dicho doblete es meramente una repetición natural del estilo del ciclo de Elías. Otros afirman que una glosa ha sido introducida, que los versículos del 9b-11a deben ser omitidos, o alternativamente, los versículos 13b-14. Es posible que el relato original comprendía ambas versículos, una incubación y el “paso” de Yahvé mientras Elías permanecía de pie a la entrada de la cueva. Cualquiera que sea la solución, la intención básica del relato parece clara. La narrativa lleva a una teofanía inesperada siguiendo el patrón de la teofanía en el Sinaí. Uno no se extraña que Yahvé le hable a Elías libremente a lo largo del episodio. La descripción Épica de la teofanía original en el Sinaí presenta a Yahvé comunicando libremente con Moisés a la manera que (posteriormente) impartirá Su palabra a los profetas, a lo largo de la forma teofánica en la cual habla desde la nube o la tormenta, o desde su Gloria. Yahvé pasa cerca de Elías en la cueva en el Sinaí. Hay una repetición requerida. El Dios de Moisés se acerca a su gran profeta Elías. De nuevo el Sinaí es azotado por el viento tormentoso, por el terremoto, y por el fuego –las tres señales de la teofanía del dios de la tormenta. En este punto la repetición finaliza abruptamente, y las expectativas del oyente (o lector) del relato se rompen por un final sorprendente. Tres veces repite el narrador, “Yahvé no estaba en el viento tormentoso…. Yahvé no estaba en el terremoto… Yahvé no estaba en el fuego.” Yahvé pasó en un sonido susurrante, o sea, imperceptiblemente, en silencio. Yahvé no estaba (era) inmanente en la tormenta. La qol Ba´l, la voz tronante de Ba´l, deviene la qol demama daqqa, el imperceptible susurro. Y Elías no ve al dios oculto. Entonces sigue el triple oráculo, comisionándole la revolución profética la cual caerá sobre la casa de Omri.

La abrupta negativa de Yahvé para aparecer como en la teofanía tradicional en el Sinaí marca el comienzo de una nueva era en su modo de auto-presentarse. Este es la manera, creo, en que la antigua escuela profética de Elías veía el tema.

El historiador percibe aquí una polémica contra Ba´l y el lenguaje de su teofanía en la tormenta: también se percibe una leyenda de apoyo al lenguaje profético de la “palabra” o “juicio” de Yahvé…………… y el concilio de ´El.


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