domingo, 26 de octubre de 2008

MITO Y NARRATIVA EN LA BIBLIA

La Narrativa Israelita

LA NARRATIVA TRADICIONAL Y LOS COMIENZOS DE ISRAEL
La tradición de la narrativa temprana de Israel conservada en las fuentes más arcaicas del Tetrateuco se asemeja en cierto aspectos a la narrativa histórica, en otros aspectos al ciclo mítico. Nos cuenta el pasado de Israel, en especial los eventos que dieron lugar al nacimiento de Israel en tanto que nación. Si lugar a dudas, la narrativa esta llena de significado, compuesta para revelar el significado del pasado de Israel, y definir de esta manera la identidad y destino de la nación. Además, mientras que los actores son seres humanos principalmente, y los eventos parecen en la superficie accesibles al historiador, el principal héroe es el Guerrero Divino, Yahvé de los Ejércitos, que es quien llama a la nación, la guía a la victoria sobre sus enemigos realizando hazañas maravillosas, y se revela El mismo como su gobernante. En ambas la estructura del gran complejo de tradición y las unidades de poética individual están incrustadas ahí, un patrón mítico familiar se puede discernir. El Guerrero Divino iba delante con gran furia para obtener una victoria crucial. –en el mar, o en tradiciones variantes atravesándolo, rompiéndolo—y después llevaba acabo una procesión triunfal hacia su montaña, donde aparecía en gloria, construía su santuario, y establecía su reino. Un patrón similar si no idéntico de este tema se encuentra en el ciclo mítico de Ba´l en la Edad de Bronce tardía en Canán (Ugarit) y en la cosmogonía clásica Acadia conocida como el “Enuma Elish”. En el primero, Ba´l – Haddu, el joven dios de la tormenta, derrota al Príncipe del Mar y obtiene el reinado sobre los dioses. Crea su templo en el Monte Saphon, su “montaña de la victoria”, y despliega su gloria ante los dioses en la teofanía de la tormenta. En la cosmogonía de Mesopotamia, el Enuma Elish, el joven guerrero de los dioses, Marduk, derrota a Tiamat, cuyo nombre significa “el Abismo”, y da forma al orden cósmico con su cadáver. Retorna a la asamblea de los dioses, recibe el reinado sobre los dioses, y construye su templo. En ambos mitos, el Occidental y el Oriental, los actores son exclusivamente los dioses, el terreno cósmico (o sacro). El Guerrero Divino, mediante su victoria sobre el caos del agua, o el mar, crea el orden, concebido como un estado divino.


Debajo de la superficie de la las grandes composiciones míticas uno percibe un contrapunto: el establecimiento de la realeza terrena, incluso el imperio de Babilonia, y la inauguración de templos y cultos. Un dualismo característico que fija o trata de establecer instituciones humanas en el orden creado y eterno. Dos niveles subyacen a estas composiciones míticas, aunque hay que enfatizar que en estos mitos mayores del Medio Oriente el foco de la narrativa se centra en eventos cósmicos, y los actores divinos en el drama cosmogónico dominan exclusivamente la acción. En las narrativas tempranas Israelitas compuestas oralmente, estos dos niveles que podrían llamarse “divino/cósmico” e “histórico/político”, también están presente, pero de manera diferente. La acción narrativa tiene lugar, mayormente, en el espacio y tiempo ordinarios; los papeles principales los interpretan los enemigos humanos y los héroes humanos; aunque modelada por temas míticos, la narrativa es presentada en forma de eventos recordados. A la vista de estos rasgos, a pesar del papel jugado por el divino héroe Israelita, la categoría mito no define el complejo narrativo Israelita. Como tampoco es preciso o útil describir simplemente la narrativa temprana Israelita como “narrativa histórica” puesto que está formada en detalle y estructura por elementos míticos, notablemente el “magnalia dei”. Idealmente el término “narrativa histórica “ ha de ser reservado para el género literario, compuesto usualmente mediante la escritura, en la cual los eventos narrados son seculares, “ordinarios”, si es que son memorables, en los cuales el primer nivel de significado es inmanente en la secuencia de los eventos narrados. En la narrativa histórica, un género relativamente tardío y sofisticado en la literatura antigua la actividad divina cuando es aludida por el narrador, no es tan directamente percibida o presentada como en el mito.

Un género literario que encaja perfectamente con la narrativa temprana Israelita es la épica. La épica de Homero estaba compuesta por una técnica oral que utilizaba un complejo de temas tradicionales y un repertorio común de fórmulas poéticas. Los elementos épicos eran llevados por un continuo fluir de bardos remontándose a los tiempos Micénicos, la época heroica Griega. La épica Cananea contemporánea, la Edad de Bronce tardía de Siria, han sobrevivido en copias escritas en alfabeto cuneiforme. La épica en verso Cananea también revela fórmulas orales y temas característicos. No usa el verso épico en hexámetros. Su prosodia se caracteriza por un paralelismo en bícola y trícola, paralelismo en los niveles fonético, morfológico, y semántico. La poesía temprana Israelita sigue esta tradición Cananea utilizando sustancialmente el mismo repertorio de fórmulas y temas, diferenciados en el tiempo por diferencias de dialecto y diferencias culturales.

La épica de Homero se concreta y concentra en memorias del pasado que ofrecen una apariencia de narrativa histórica. Ahora bien, cuando es posible comparar los eventos de la épica con la historia real, uno ve que lo que se conserva en la poesía conlleva una relación especial con los hechos, mínima, pues es normal que los lugares, fechas, e incluso los caracteres de un hecho documentado sean confundidos y distorsionados. Además, los relatos épicos acerca del pasado heroico o normativo de la nación son remodelados usando estructuras y patrones del mito tradicional; la acción épica se desarrolla tanto en la esfera humana como en la divina. Todo en la Ilíada tiene lugar dos veces, dice C. Whitman, una en la tierra, y la otra en el mundo sin tiempo, de la deidad. La tradición épica y narrativa Israelita lleva esos mismos caracteres épicos. La búsqueda del núcleo histórico en la tradición temprana Israelita por parte de los críticos de la historia es paralela a los esfuerzos de las críticos homéricos en su búsqueda de eventos históricos detrás de la Ilíada con resultados similares. El papel de lo divino en Homero y en la épica Israelita es comparable, dada la peculiaridad de la preocupación de Israel con un solo Dios. La Teomaquia tan esencialmente estructural en la Ilíada se encuentra raramente en la literatura tradicional Israelita. Además, la épica Griega no tuvo el papel de culto central que sí tuvo el ciclo épico de Israel.

Martin Nibson inicio una fase nueva en los estudios Homéricos demostrando que la épica conservaba elementos de la cultura Micénica, su mitología, incluyendo los epítetos divinos arcaicos, su estructura social y política y costumbres, sus prácticas militares, su topografía. C. Whitman expresa lo siguiente: La memoria bárdica, embalsamada en fórmulas, pudo mantener el perfil general de una cultura claro; y aunque los detalles factuales y la historia en sentido moderno nunca fueron su principal preocupación, cuando estos eran relevantes respecto al patrón de la reconstrucción espiritual, sobrevivían con exactitud sorprendente…… A pesar de todas las fusiones, confusiones, y montaje, la épica nos da un cuadro de la realidad Micénica corroborado y refinado, en lugar de negado, por el aumento del conocimiento histórico.

De todas maneras Homero (o la escuela Homérica) no compuso la Ilíada como uno junta una manta a base de retazos. Un relato coherente diseñado de acuerdo con una tradición épica desde hacia tiempo formada le sirvió de marco y de argumento central.

En el estudio comparativo de la épica, Chadwicks define la épica como narrativa heroica. O sea, la épica trata con héroes, príncipes, y reyes, y sus seguidores, generalmente la elite militar, y se preocupa de las convenciones sociales de la edad heroica: coraje, fuerza, lealtad, y venganza. Es verdad que la épica Homérica y, además, la literatura épica Occidental son generalmente heroicas, y hay que reconocer que el Israel temprano no era una “sociedad heroica” según el patrón Homérico. Hay atributos heroicos ocasionales para Abraham o Moisés, Sansón o David. Pero la épica Israelita tiene a un solo héroe, Yahvé de los ejércitos. Se canta su ira, su brazo fuerte, su venganza. Él sólo derrota al Dragón, el rey glorioso, el guerrero, el que realiza portentos. La sociedad temprana Israelita era igualitaria, y, hay buenas razones para creer, que se desarrolló en consciente oposición a las estructuras feudales Cananeas. La época antigua de Israel no fue una de héroes y reyes, sus soldados eran milicianos.

Así que el uso del término épica por los estudiosos bíblicos y Orientalistas no distingue entre un puro ciclo mítico (como la épica de Ba´lo el Enuma Elish, épica de la creación, en realidad una narrativa cosmogónica sin actor humano y, la épica de tipo Homérico, o del tipo de Kirta, con su preocupación por los eventos tradicionales en tiempo y espacio ordinarios. Tampoco es correcto definir el ciclo del temprano Israel como “prosa histórica de ficción”. Creo que lo que el autor buscaba era cantar el pasado Israelita usando temas tradicionales, el material común de generaciones de cantantes y contadores de cuentos. Si historia, prosa o poesía, trataba con la interacción de Yahvé e Israel en el pasado normativo. El creador de ficción que desea salir fuera del mundo del mito no hace libre uso de semejantes temas míticos a la hora de dar forma a su ficción histórica. El término ficción, como el de historia, es un anacronismo cuando es aplicado a Israel y sus formas derivadas visto desde una arrogante interpretación Europea moderna. C. Whitman señala que no hay evidencia alguna de que el poeta de la Ilíada inventase un solo carácter o episodio en todo el poema. G. Nagy dice: No hay por qué cuestionar acerca de la libertad del poeta de decir exactamente lo que quiere decir. Lo que quiere decir está estrictamente regulado por la tradición. El poeta no tiene intención de decir nada que no sea tradicional.

El narrador de la épica nacional Israelita recibe un complejo bien formado y articulado de tradiciones narrativas y los refunda, elabora, e incluso transforma. Había, como en el caso de Homero, un elemento poderosamente creativo en su arte. Sin embargo, la invención ficcional es la expresión equivocada para definir/describir la actividad esencial del poeta tradicional o del contador de historias.

Se puede definir el término “épica” incluyendo los siguientes elementos que se aplican igualmente a la narrativa de Homero como a la Israelita.

1.Composición oral en fórmulas y temas de una literatura tradicional.
2.Narrativa en la cual los hechos de los dioses y los hombres forman un doble nivel de acción.
3.Una composición que describe eventos tradicionales de una época concebida como normativa.
4.Una composición “nacional”, especialmente recitada en los festivales de peregrinación.

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