REYES
Las sociedades históricas Indo-Europeas tenían gobernantes de diferentes clases en diferentes épocas, pero en sus fases tempranas el patrón normal era que un hombre era reconocido como gobernante de un dominio pequeño o grande. Varios títulos están atestiguados, la mayoría confinados a un solo lenguaje o grupo de lenguajes, incluso cuando tienen etimologías inteligibles Indo-Europea. Una pareja es supra-regional. La Micena y Griega “wanak(t)” (también en Frigio, pero quizás tomada prestada del Griego) tiene un posible afín en Tochario (antiguo pueblo del Asia Central), “natäk” (=señor). El prototipo reconstruido es “*w(n)natk-“, una extraña palabra que puede ser de origen no Indo-Europeo.
El término Indo-Europeo para “rey” y “reina” ha sido reconstruido de acuerdo con la evidencia Indo-Irania y Celta. El Védico “rajni” y el Antiguo Irlandés “rígain” (=reina) ambos se relacionan hacia atrás con ”(H)regnih”; este debe ser la contraparte del masculino “*(H)reg-o/*(H)regn-, el cual aparece debidamente en Védico como “rajan”- (=rey), y quizás en Griego “aregón” (=defensor). Estos nombres derivaron de la raíz verbal “*(H)reg, vista en Védico “rasti/rajati” (=gobierna, dirige), en Latín “rego” (=trazo recto, regulo, gobierno), Galo “regu” (=yo enderezo), Antiguo Irlandés “rigid” (=extiendo, despliego, gobierno). También existían compuestos verbales con “*(H)reg” como segundo elemento, significando “gobernando, gobernante”. De estos, el Italo-Céltico (y quizás de forma limitada el Indo-Iranio) abstrajeron “*(H)reg”, que desplazó la raíz original “n”, como palabra para “rey”: Antiguo Irlandés “rí” (genitivo ríg), Galo “rix” (en nombres personales, Dumnorix, Vercingetorix, etc.), Latín “rex”, Védico “raj”.
Es sorprendente que esos viejos términos para rey y su consorte están prácticamente confinados a las extremidades del mundo Indo-Europeo, al Celta e Itálico en el oeste y al Indo-Iranio en el este. Han de ser sobrevivientes arcaicos de lo que fue una vez un uso más generalizado. Hay, de hecho, una evidencia vestigial de los territorios centrales, porque además del Griego “aregón” (si es que es afín) una forma del mundo antiguo que probablemente aparece en nombres reales Tracios “R(h)esos”, y un derivado en los nombres de los palacios Tracios.
El adjetivo Latino “regius” (=regio) tiene una formación paralela en Sánscrito “Rajya”. Su neutro “*(H)reg(i)yom” forma un segundo nombre: Rig Veda 7.6.2. “rajiyám” (=dominio), proto-Celta “*rigion”, Antiguo Irlandés “rige” (=realeza, reino), Galo Medio “riya”; del Celta viene también el Noruego “riki” (=reino, dominio, poder), Antiguo Inglés “rice”, Antiguo Alto Germano “rihhi” (moderno Reich), etc. El neutro o femenino aparece también en nombres de lugares, sin duda señalando donde el rey de una región tenía su trono. Ptolomeo relata que había dos “Regiai” en Irlanda; También está la bien conocida R(h)egium en Calabria (correctamente interpreta por Estrabón 6.1.6 como “Basileion”); con un cambio de sonido como en el caso de “Rhesos”, un suburbio de Bizancio llamado “Resion”.
La relación entre la palabra “rey” y el significado del verbo “enderezar, “dirigir” es una pista importante respecto a la naturaleza original de reinado. Hay una clara conexión semántica entre enderezar las cosas y trazar fronteras rectas, dirigir algo en línea recta, y gobernar justamente y eficientemente. La oposición de recto y sinuoso es una de las más básicas de las imágenes éticas, reflejadas en muchas lenguas. De la misma raíz que el verbo tenemos, por ejemplo, en Sanscrito “rju” (=recto, justo); en Avesta “arazu, aras”; Antiguo Irlandés “diriug” (=recto), “recht” (=ley); en Latín “rectus” (=recto, correcto). Usando raíces diferentes pero la misma metáfora, los Griegos hablan de “izeîa o eizeîa díke” (=recta justicia). El antiguo “*(H)rego” como un “izintér” Griego, era un rector, un director, un corrector, alguien que asegura que las cosas funcionen verdaderamente en su dominio. Había un aspecto sagrado de este oficio, pero el ritual religioso estaba determinado y administrado por un sacerdocio a parte.
En términos antropológicos parece haber sido un “jefe”, o sea el funcionario ejecutivo principal con algunas funciones centralizadas en lo que esencialmente era una sociedad tribal, basada en relaciones de parentesco y a menudo incorporando pequeñas unidades sociales basadas en el parentesco. Por lo tanto una jefatura es una unidad política autónoma, normalmente comprendiendo un número de clanes habitando en pueblos o comunidades pastoriles bajo el liderazgo de un jefe principal.
La evidencia de varias sociedades tempranas Indo-Europeas –Hitita, Védica, Romana, Céltica, Germánica—sugiere que la monarquía puede originalmente haber sido no hereditaria sino electiva. Después de todo, los hijos del rey anterior pueden haber sido demasiado jóvenes o no aptos, para actuar como un jefe efectivo en una época donde no se había aún desarrollado el aparato cortesano de oficiales o servicio civil. En cualquier caso, el rey dependía en práctica del apoyo y buena voluntad de una comunidad de hombres armados. Generalmente parece que las candidaturas eran limitadas, por la costumbre o estatutos, a una familia particular o grupo de familias, y de haber habido acuerdo sobre quién elegía al rey y mediante que procedimiento. A menudo había un heredero supuesto durante la vida del rey. La evidencia Iraní e Irlandés indica que llevaba el título de “Segundo después de rey”.
LA REINA
En muchas historias el reino viene de una muje: un hombre deviene rey casándose con una reina o la viuda o hija del rey. Margalit Finkelberg ha demostrado que este es un patrón recurrente en la mitología heroica Griega, y hay numerosas instancias en la temprana historia Irlandesa. Saxo (4.1.16 p.90) relata que Herminthrud, la reina de Escocia, se ofreció a sí misma al joven rey Danés Amleth (Hamlet), diciendo que ella misma era merecedora del reino si no fuera por su sexo, y que cualquiera que ella viese apto para ser su marido sería el rey de su reino.
Este mecanismo no contradice necesariamente el principio electivo. Donde hubiere una mujer de un estatus tal que la unión con ella fuese vista como deseable para legitimizar al nuevo rey, los elección del rey a cargo de los electores era al mismo tiempo una elección de quién debería casarse con ella. En el Mabinogion un rey de Francia muere dejando sólo una hija con el dominio en sus manos. Llefelys, hermano de Lludd el rey de Bretaña, va a pedir su mano, enviando mensajeros a los nobles Franceses para explicarles su propósito, “y mediante consejo común de los nobles de Francia y sus príncipes la doncella fue dada a Llefelys, y la corona del reino junto a ella.
Por qué estos casamientos conferían legitimidad al nuevo rey? Varios factores pueden estar involucrados tras el antiguo principio de herencia matrilineal. Puede parecer justo y natural, y en interés de la continuidad, que el hombre que iba a tomar la casa real debiera también tomar a la hembra más relacionada con ésta. De otra manera ella podría devenir un elemento valioso para cualquier otro rival. Un rey en vida podía esperar asegurar sus fronteras o expandir su influencia casando a su hija con un amigo noble, estableciéndolo como gobernante de un territorio vecino.
Pero hay signos de que la reina era más esencial a la realeza de lo que lo es hoy día, dado que recibe un título nobiliarios y mucho respeto pero no es una parte intrínseca del oficio. La correspondencia entre el “rajni” Védico y el Antiguo Irlandés “rigain” señala la existencia de un título Indo-Europeo “gobernante-femenino”, y no es evidente que la esposa del rey mereciera semejante designación especial hasta que tuvo un papel particular que realizar. La reina Hitita, la “tawananna”, no sólo ejercía funciones importantes en materias de culto y estado, sino que mantenía su posición de por vida, incluso después de la muerte de su esposo, y sólo después de su propia muerte pasaba a la esposa del rey vigente. Su pariente más próximo en algunas circunstancias adquiría lazos esenciales en la sucesión real.
En algunos casos hay algo divino acerca de la reina. Peisetairos, el héroe de “Los Pájaros” de Aristófanes, termina como rey de los nuevos dioses después que Zeus es forzado a ceder su cetro a los pájaros y darle a Peisetairos Basileia “la Reina” como esposa. Basileia es una bella moza y custodia el poder, sabiduría, y justicia de Zeus. En varias leyendas Irlandesas la esposa del rey es una diosa que representa la Soberanía, o el país del cual él va a ser soberano. Por ejemplo, los cinco hijos de Eochaid Mugmedón salen de cacería, preparan una comida, y se dan cuenta que les falta agua. Cada uno va por turno a un pozo, guardado por una repugnante arpía. Esta les pide un beso como precio por el agua. Sólo el quinto hermano, Niall, está dispuesto a darle un beso en condiciones, e incluso yace con ella, y he aquí que se transforma en una jóven de belleza superior. Se revela como la Soberana de Tara, y Niall y sus descendientes lo tendrán para siempre. Estas uniones simbólicas parece tenían estatus ritual. Los Anales de Loch Cé relatan que en 1310 Fedhlim el hijo de Aedh “se casó con la provincia de Connacht”. La idea de que el rey de Irlanda estaba casado con Irlanda, y los reyes locales con sus propios territorios, se mantuvo durante siglos.
La heroína mítica Medb, quien cohabitó con nueve reyes de Irlanda y no permitía que nadie fuese rey de Tara si no la tomaba a ella como esposa, era en origen una antigua diosa con quien el rey había de casarse. Su nombre es derivado de “mid” (*med(h)u) “aguamiel”, “*Med(h)w-a”. Esta tiene una sorprendente contraparte en la princesa Madhavi del Mahabharata (5.113-17), cuyo nombre es un derivado de “medhu”. Su empobrecido padrela dio en casamiento a cuatro reyes sucesivos, recibiendo una dote como precio por la novia de doscientos caballos cada vez; ella le otorgó a cada esposo progenie real antes de convertirse en virgen para el próximo. La reina-Aguamiel de esas historias parece representar un ritual de bebida de aguamiel con el cual el nuevo rey bebía la soberanía. Es una bebida (aunque sólo de agua) que mujer-Soberana concede a Niall y niega a sus hermanos en la leyenda citada arriba. En otros textos Irlandeses también los símbolos femeninos de soberanía conceden una bebida para un hombre que habrá de ser el rey, o se dice que los reyes han de beber la soberanía. El ofrecimiento de una bebida por una novia a su novio, y la aceptación de esta, era una costumbre de los casamientos Celtas que significaba el consentimiento mutuo para la unión.
Dejando a estas reinas divinas y regresando a las humanas. Hasta donde sabemos la reina no tenía parte en el cumplimiento ordinario de los deberes del rey, pero tenía un pepel importante en ciertas ceremonias religiosas. La Atenas Clásica ofrece un notorio ejemplo. El rey Ateniense (basileus) hacía tiempo que no tenía ningún significado político, pero sobrevivió como funcionario religioso. En el festival de Coes a comienzos de la primavera su esposa, acompañada por catorce santas matronas, realizaba un matrimonio ritual con Dionisos, dios del crecimiento y la fertilidad, por el bien de la comunidad. El rey Indo-Europeo era responsable de la fertilidad de la tierra y ganado. En este rito Ateniense el casamiento de su esposa con un dios es de alguna manera una contribución esencial para su éxito. Como se llevaba esto a cabo ha sido sujeto de especulación. Se ha supuesto que el mismo basileus hacía el papel del dios o que la dama se gratificaba ella misma con una estatua o hermes. También es posible que el ritual involucraba, o involucró una vez, a un animal representando la deidad, un chivo o toro.
Un detalle paralelo se puede discernir en el ritual real Hindú conocido como Asvamedha, aunque completamente diferente de la ceremonia Griega. Jaan Puhvel lo ha descrito como una “puesta en escena con un reparto de mil, incorporando muchos ritos asociados y representando en cierto sentido la suma del boato sacrificial de la Antigua India. Su preparación llevaba un año. El acto central era el sacrificio de un semental blanco o gris que no hubiese tenido contacto con yeguas durante ese tiempo y que hubiera tirado del carro del rey. Después que era sacrificado y antes de ser desmembrado, la reina principal yacía y pasaba la noche con éste bajo las mantas, y se cantaban versos animándolo para que la dejase embarazada. Aquí también el rey consorte era requerido para representar una especie de aparejamiento o “hiero gamos”,
REY Y CABALLO
Los estudiosos han notado una nalogía entre el Asvamedha y un desagradable ritual registrado por Donegal en el siglo doce. Cuando un nuevo rey era consagrado, la gente se reunía y él, declaraba ser un caballo, copulaba con una yegua blanca en frente de todos. El animal era de una vez sacrificado y desmembrado y la carne era cocida. Un gran barril era llenado con el caldo. El rey desnudo subía a este y se sentaba allí, metiendo su boca en la sopa, mientras los trozos de carne hervida eran distribuidos entre los espectadores (G. Cambrensis 1927). No hay mención del papel de la reina, pero la combinación del sacrificio del caballo real y real copulación con la víctima tiene un sorprendente paralelo con el antiguo rito Hindú.
Hay mucha evidencia acerca del sacrifico del caballo entre los Indo-Europeos (así como entre los Fino-Ugro y Turkos) (Grimm 1948). No tienen necesariamente conexión con la realeza, pero en un relato se dice que la asunción de la realeza Sueca por el pagano Svein fue ratificada por el sacrificio, desmembramiento, y consumo de una caballo (Saga de Hervarar, E.R. Anderson 1999). Puhvel llama la atención respecto al nombre real Arverno Epomeduos, que combina “caballo” (*ekwo) con el “aguamiel” mencionada arriba (J. Puhvel, 1970). El sacrificio Romano del Equus de Octubre, que tenía lugar en honor de Marte a mediados de Octubre, muestra vestigios de asociación con la realeza. El Campus Martius, la escena de la acción, era el antiguo “ager Tarquiniorum” (Livio 2.5.2), la cola cortada del caballo era llevada rápidamente a la Regia (sede del Colegio de pontífices) de manera que la sangre aún caliente goteara en el sacro hogar, y su cabeza era clavada en el muro de la Regia (si es que los hombres de la Via Sacra tenían éxito en defenderla de los hombre de la Subura). Dumézil señaló otro punto que liga el Octubre Equus con la Asvamedha. El evento romano comenzaba con una carrera de carros, y era el caballo del lado derecho de la pareja ganadora el elegido para el sacrificio. Similarmente, el rito Hindú prescribía que la víctima debía “destacar en lado derecho del yugo” (Festus, 190.11 L; W. Warder Fowler 1899).
El motivo de la relación sexual entre un hombre y una yegua está documentado esporádicamente en otros sitios, aunque no de manera que clarifique su relevancia respecto a la realeza. Un pintura sobre una roca de le Edad de Bronce en Bohuslän, Suecia muestra a un hombre alada “itifálico” con una máscara de pájaro y una espada acercándose a una yegua por detrás. La diosa Gala del caballo Epona se dice había nacido después que una Estela de Fulvio copulase con una yegua (Gelling-Davidson 1969).
Antes de dejar este tema acerca de la inauguración de los reyes, hay que señalar un punto de la costumbre Irlandesa que puede arrojar luz sobre el mito Griego. Píndaro (Pit. 4.72-96) relata que cuando Jasón se presentó él mismo en la corte de Pelias en Yolkos, el usurpador palideció al observar que el visitante tenía sólo un zapato. Había sido advertido por un oráculo se cuidase “tòn monokrepida”, de aquel que tuviese sólo un zapato, dado que lo destronaría. Jasón era el candidato por derecho al trono. En la poesía barde Irlandesa la frase “el hombre de un solo zapato” (fear an énais) o “el de un zapato de oro” (fear an énais óir) aparentemente se refiere a un reclamante de la jefatura o un jefe que inaugura su mandato. La explicación está en una práctica mencionada en los “Anales de los Cuatro Maestros en los años 1488 y 1589, donde un reclamante de la jefatura de O´Connors depositó un zapato como señal el cual se puso el día de su inauguración (M.A. O´Brien, Céltica, 2, 1954).
LAS CUALIDADES DEL REY
El rey, como hemos visto, era por etimología un “rector”, alguien que enderezaba las cosas. Algunas veces era descrito en términos metafóricos como auriga o timonel de un barco, o sea, como alguien que guía un transporte por camino co-rrecto. La imagen del auriga es común en el Rigveda, y tiene lugar también en el texto gnómico Antiguo Irlandés “Audacht Morainn” (22), donde el rey es aconsejado que sea como el conductor de un viejo carro que usa su experiencia para asegurar que el vehículo rueda en condiciones. La idea del gobernate como timonel (kibernetér) es familiar en Griego; nuestra palabra “gobernar” viene del Latín “gubernare”, “conducir” (un barco), “control”, que fue tomada prestada del Griego “kibernân”. La misma imagen es expresada en diferente lenguaje cuando Etocles en Esquilo (Siete contra Tebas cf. 62) habla del monarca como “manejando el timón de la nave en la popa de la ciudad”. Aparece también en el Ramayana: “esta majestad real, fundada en la justicia, le pertenecía a él, el gran y justo rey. Y ahora está a la deriva como un barco en el agua sin timonel” (2.75.6.). Barcos y carros, eran también imágenes antiguas alternativas en la espera de la poesía y la canción.
En varias tradiciones el rey es visto como un protector del pueblo. Es como un padre para ellos: Odisea 2.47,234, 5.12 “patér òs épios en”; Ramayana 2.51.12, “como un padre Rama guardaba la ciudad, ponderando qué era ventajosos para la gente”. Bajo el mejor rey los hombres vivían sin miedo como hijos en la casa de su padre (Mahabaarata 12.57.33). Más pintorescamente, el rey es concebido como el pastor de sus sujetos. Esta metáfora podía ser aplicada a los dioses, y estaba bien adaptada tanto en los Semitas como en los Indo-Europeos.
Hesiodo da la siguiente imagen del rey ideal (Teogonía 84-92):
“Al que honran las hijas del poderoso Zeus, y le miran al nacer, de los reyes vástagos de Zeus, a éste le derraman sobre su lengua una dulce gota de miel y de su boca fluyen melifluas palabras. Todos fijan en él su mirada cuando interpreta las leyes divinas con rectas sentencias y él con firmes palabras en un momento resuelve sabiamente un pleito por grande que sea. Pues aquí radica el que los reyes sean sabios, en que hacen cumplir en el ágora los actos de reparación a favor de la gente agraviada fácilmente, con persuasivas y complacientes palabras. Y cuando se dirige al tribunal, como a un dios le propician con dulce respeto y él brilla en medio del vulgo”.
Las cualidades aquí descritas, bella apariencia, elocuencia, sabiduría y persuasión, están todas entre las que se buscaban en el antiguo rey Irlandés. De acuerdo con Audacht Morainn (55) el rey debía ser compasivo justo, correcto, firme, generoso, de noble semblante, destreza marcial, etc.
Los “rectos juicios” del rey de Hesiodo reflejan el concepto original del “*Hrego” el rector. Él decide los que es recto. La frase del Avesta “ahura xratuguto” (Yt. 8.36) significa lo mismo, “xratu” siendo la sabiduría del gobernante manifiesta en sus juicios. En Irlanda también el rey era visto como fuente de justicia. Tenía especialistas en leyes que le aconsejaban, pero el juicio era suyo al menos que eligiera delegarlo.
Donde hay autoridad judicial, está claro, hay siempre la posibilidad de influenciarla mediante regalos o sobornos. El rey o funcionario que las aceptaba se decía en lenguaje Indo-Europeo que se las “comía”. Un texto de la sabiduría Hitita conocido como la “Canción de la liberación” contiene dos parábolas, realmente variantes de la misma parábola, acerca de un perro u otro animal que roba un trozo de pan de un horno, la mojó en aceite, y se la comió. Se explica que se refiere a un gobernador que arranca excesivo tributo y los malversa, es denunciado por los ciudadanos, y ha de “poner ante su señor aquellos artículos del tributo que se robaba”. Hesiodo se refiere a reyes “que se comen los regalos”. Mediante un idioma similar, un rey puede ser castigado como “devorador del pueblo” (Iliada 1. 231); humorísticamente hay un paralelo en el Rigveda, donde se dice que Agni (Fuego) se come los bosques como un rey a sus súbditos (1.65.7, ibhyan ná raja vanani atti).
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