lunes, 31 de octubre de 2011

LA TRADICIÓN ESCATOLÓGICA

LA TRADICIÓN ESCATOLÓGICA
Borg es consciente que hay que discernir cierta tensión en el argumento que afirma que aunque la orientación escatológica de los primeros cristianos ha sido algo exagerada, fue precisamente la Iglesia la que desarrolló gran parte de los sentimientos escatológicos que encontramos hoy en los Sinópticos. Por qué, si la iglesia no estaba involucrada en un entusiasmo escatológico, transformó a Jesús de un sabio aforístico en un profeta escatológico? Es plausible descartar el carácter escatológico de las primeras comunidades y echarle la culpa a la Iglesia de insertar en la tradición los dichos apocalípticos del Hijo del Hombre, Marcos 13, las profecías que anuncian un fin próximo (Marc. 9:1; 13:30), etc.? Ernst Käsemann, hay que recordar, salva a Jesús de la escatología apocalíptica enfatizando el ferviente carácter apocalíptico de las comunidades Cristianas tempranas(1).

Borg, sin embargo, toma otro camino más prudente. Sugiere que no fueron las primeras comunidades Cristianas las que alteraron la tradición de Jesús. Más bien, los eventos en los 40 y 60 dieron lugar a un influjo de ideas escatológicas e incluso apocalípticas en la iglesia. Esta es la revivificación de una hipótesis que ha permanecido de una forma u otra durante mucho tiempo. B. H. Streeter, Ernst von Dobschütz, C. H. Dodd, John A. T. Robinson, y C. L. Mearns, entre otros, han mantenido que la iglesia copió cada vez más, a medida que pasaba el tiempo del apocalipticismo Judío(2). Hay alguna plausibilidad inicial en la sugerencia que primero la crisis de Calígula y después la inestabilidad política en los 60 llevó a un aumento de la especulación acerca de temas escatológicos. La composición de Marcos 13 ha sido asociada con un episodio o el otro y los comentarios relacionan el intento de Calígula de colocar una estatua de sí mismo como Júpiter en el Templo de Jerusalem con temas escatológicos en 2 Tes.(3).

Seguramente muchos primeros Cristianos, de acuerdo con la expectativa Judía, interpretaban la venida del Espíritu como signo escatológico(4). Y su proclividad igualitaria así como antagonismos hacia muchas convenciones culturales armoniza perfectamente con el entusiasmo escatológico, que espera que Dios dé un vuelco a las presentes circunstancias. Estos son rasgos regulares de los movimientos mesiánicos o milenarios, los correlatos necesarios de creencia en un cambio escatológico inminente(5). Uno piensa en la “asombrosa democratización del antiguamente exclusivo oficio de sacerdote”(6) en Isaías 61:6 “Os llamarán sacerdotes de Yahvé”; de la igualdad de todos en los Oráculos de la Sibilina, 8(7); del igualitarismo y espíritu revolucionario de los seguidores de Joaquín de Fiore; de John Ball (d. 1381), que creían que Adán y Eva eran iguales en el Edén, que la igualdad entre hombre y mujer se daría en el futuro; y de la generalización de Gershom Scholem sobre el mesianismo Judío: “Hay un elemento anárquico en la misma naturaleza del utopismo mesiánico: la disolución de las antiguas ataduras que pierden su sentido en el nuevo contexto de libertad Mesiánica. La novedad total por la que las esperanzas utópicas entran en tensión momentánea con el mundo de la Halakah”(8).

La escatología es entre otras cosas una expresión de descontento con el presente, y los cultos milenarios fomentan típicamente solidaridad entre individuos que se sienten impotentes o alienados de las estructuras de la sociedad(9). A pesar de su jerarquía, la comunidad escatológica detrás de los Rollos del Mar Muerto “comían en común, oraban en común, y deliberaban en común” (1QS 6:2-3). Lo que Borg encuentra en el Cristianismo primitivo –igualitarismo y la subversión de lo convencional- es lo que uno ha de esperar encontrar en un movimiento poseído por convicciones escatológicas(10).

La afirmación de Bultmann de que “La iglesia Temprana (la comunidad Palestina de los 30) se veía a sí misma como la congregación del fin de los días(11) es muy probable. Casi todo lo que sabemos acerca del Cristianismo temprano lo marca como un movimiento escatológico. Sabemos que muchos primeros Cristianos construyeron su teología partiendo de la Biblia Judía, en la que encontraron profecías que, según ellos, se habían cumplido en su comunidad(12). Este centrarse en el cumplimiento, con su tan cercano paralelo en los Rollos de Qumran, refleja necesariamente la convicción de que “el fin de los tiempos había llegado” (1 Cor. 10:11). También sabemos que el Cristianismo temprano dio lugar a una explosión misionera. Aquí también la escatología se ofrece como al menos una explicación parcial. Pues las expectativas apocalípticas de los pocos animaba la proselitización de los muchos; así es como se producen tan rápidamente los grandes movimientos milenarios la mayoría de las veces (Marc. 13:10)(13). Muy pronto, después de la Pascua, los Cristianos “reconocieron a Jesús como el Mesías. Que se sepa no declararon que Jesús era un sabio maestro”. Su comprensión fundamentalmente Cristológica tenía un contenido escatológico: el Mesías había llegado –una creencia de que la consumación se estaba realizando.

Tenemos también el hecho que muchos, si no todos los Cristianos, practicaban el bautismo. Por qué? Qué significaba este rito? Seguramente Bultmann tenía razón: “El significado del bautismo no puede haber sido distinto del bautismo de Juan, que Jesús y sus discípulos habían recibido. O sea, el bautismo en conjunción con el arrepentimiento era un baño de purificación (muy de cerca relacionado con el arrepentimiento) para la venida del Reino de Dios(14).

Los primeros Cristinos esperaban el regreso de Jesús, algo que el mismo Jesús nunca esperó, uno puede garantizar que Jesús nunca predijo su resurrección seguida de un periodo interino al que seguiría su Parousia. Pero se puede desechar la posibilidad de que la creencia en el retorno de Jesús creciera de la identificación pos-Pascual de Jesús con el Hijo del Hombre, acerca de quien el mismo Jesús habló como si fuera otra figura preexistente?(15). Y, por suponer otra posibilidad, sería imposible suponer que la idea que Jesús, como argumenta Joachim Jeremías, anticipó una vindicación escatológica, que él mismo asoció algunas veces con la resurrección y otras con la imaginería en Dan. 7:14, y que la iglesia pos-Pascual introdujera los ajustes necesarios a la luz de su creencia en la resurrección?(16).
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1. Ernst Käsemann, “New Testament Questions of Today”, Philadelphia: Fortress, 1969, pp. 82-107.
2. B.H. Streeter, “Professor Burkitt and the Parables of the Kingdom”, The Interpreter 7, 1910-11, pp. 241-47; “Synoptic Criticism and the Eschatological Problem”, Oxford Studies in the Synoptic Problem, ed. W. Sandy – Oxford Clarendon, 1911, pp. 425-36. Paul J. Achtemeier, “An Apocalyptic Shift in Early Christian Tradition: Rfelctions on Some Canonical Evidence” CBQ 45, 1983, pp. 231-48. Este punto de vista encaja con la transición que va desde las primeras epístolas Paulinas (ej. 1 Tesalonicenses) a las Paulinas posteriores y las producidas por su círculo (ej. Efesios): El lenguaje apocalíptico disminuye a medida que pasa el tiempo. Este es también el patrón usual dentro de los movimientos milenaristas.
3. Para el intento de asociar el origen de Marc. 13 con la crisis de Calígula ver Gerd Theissen, “The Gospels in Context: Social and Political History in the Synoptic Tradition” – Minneapolis Fortress, 1991, pp. 125-65; también N.H. Taylor “Palestinian Christianity and the Caligula Crisis, Part II. The Markan Eschatological Discourse”, JSNT 62, 1996, pp. 13-41. Sobre la posible conexión con las guerras Judías ver Joel Marcus, “The Jewish War and the Sitz im Leben of Mark”, JBL 113, 1992, pp. 441-62.
4. Norman Cohn: “The Pursuit of the Millennium: Revolutionary Millenarians and Mystical Anarchists of the Middle Ages”, rev. ed. – New York: Oxford University Press, 1970. Discute varios movimientos bajo la rubrica, “el milenio igualitario” (cap. 10-13). El igualitarismo ya formaba parte de ciertas corrientes de la antigua escatología Zoroastriana; Ver Bruce Lincoln, “The Earth becomes Flat” –A Study of Apocalyptic Imagery”, Comparative Studies in Society and History, 25 -1983-, pp. 136-53.
5. Norman Cohn: “The Pursuit of the Millennium: Revolutionary Millenarians and Mystical Anarchists of the Middle Ages, rev. ed. New York –Oxford University Press, 1970.
6. Paul D. Hanson, “The Dawn of Apocalyptic: The Historical and Scoiological Roots of Jewish Apocalyptic Eschatology”, rev. ed. –Philadelphia: Fortress, 1979, p.68.
7. Or. Sib. 8:110-21: “Nadie es escalvo aquí, ni señor, ni tirano, ni reyes, ni líderes que son muy arrogantes… la época será común para todos”.
8. Gershom Scholem, “The Messianic Idea in Judaism an Other Essays on Jewish Spirituality”, New York: Schoken, 1971, p. 19.
9. Peter Worsley comenta respecto a los movimientos milenarios: “The Trumpet Shall Sound”, pp. 243-54. Según Annemarie de Waal Malefijt, “Religion and Culture” –New York: Macmillan, 1968, p. 331, “Si es verdad que los movimientos milenarios esperan un un futuro mejor en este mundo, se sigue que el descontento con la condición existente favorece el surgir de estos movimientos.
10. Ver Victor Turner, “The Ritual Process: Structure and anti-Structure” –Ithaca: Cornell University Press, 1969, pp. 111-12, 153-54, y John J. Gager, “Kingdom and community: The Social World of Early Christianity” –Englewood Cliffs: Prentice-Hall, 1975, pp. 32-36.
11. “Theology of the Neu Testament”, vol. 1 –New York: Charles Scribner & Sons, 1951, p. 37.
12. C.H. Dodd, “According to the Scriptures: The Sub-Structure of New Testament Theology” –London: Fontana, 1965; Donald Juel, “Messianic Exegesis: Christological Interpretation of the Old Testament in Early Christianity” –Philadelphia: Fortress, 1988.
13. Oscar Cullmann, “Eschatology and Missions in the New Testament, in The Background of the New Testament and Its Eschatology”, ed. W.D. Davies and D. Daube –Cambridge. Cambridge University Press, 1964, pp. 409-21; también Gager “Kingdom and Community”, pp. 37-49; y Johannes Munck, “Paul and the Salvation of Mankind” –London: SCM, 1959.
14. Bultmann, “Theology”, vol. 1.p. 39. Ver también Adela yarbro Collins, “Cosmology and Eschatology in Jewish and Christian Apocalypticism”, JSJS 50 –Laiden: E.J. Brill, 1996, pp. 312-38.
15. Ver Adela Yarbro Collins, “The Apocalyptic Son of Man Sayings”, en The Future of Early Christianity”, ed. Birger A. Pearson –Minneapolis: Fortress, 1991, pp. 220-28.
16. Joachim Jeremias, “Eine der Zukunftsaussagen Jesus”, Theologischer Blätter 20, 1941, pp. 216-22. Comparar C.K. Barret, “Jesus and the Gospel Tradition” –London: SPCK, 1967, pp. 77-86, y Ben F. Meyer, “The Aims of Jesus” –London: SCM, 1979, pp. 202-9.

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