martes, 20 de marzo de 2012

EL FIN DE LOS TIEMPOS

EL FIN DEL MUNDO III
Pensaba Pablo que el regreso del Señor, la transformación de los vivos y resurrección de los muertos, significaba el fin del mundo? Es posible reconstruir 1 Tesalonicenses 3:13-18 de esta manera: los creyentes transformados se encuentran con el Señor en los aires y permanecen ahí, y el reino está en el cielo. Pero es más probable que Pablo pensara que ascenderían para encontrarse con el Señor para después regresar a la tierra con él. De acuerdo con Filipenses 3:20 “La comunidad Cristiana es del cielo”, y espera la venida del Salvador desde éste”. Viene probablemente con un propósito: establecer su reino en la tierra. De manera similar en 2 Corintios 5:1, Pablo habla de un edificio/morada que es del Cielo/de Dios; o sea que descenderá y absorberá lo que es mortal (“del Cielo” no está claro en la mayoría de las traducciones). Finalmente, hay que señalar que Pablo esperaba que todo el universo físico sería transformado. La creación será liberada de la esclavitud de la corrupción” (Rom. 8:21). Es muy posible, pues, que Pablo aceptara la visión común Cristiana que Jesús establecería su reino en la tierra, pero en una tierra transformada, no más sujeta a la corrupción.

Por otro lado, 1 Corintios 15:24,28 apunta hacia una final disolución del mundo: después que Cristo haya reinado durante un tiempo, y destruido todos los enemigos, entregará el reino a Dios. El Hijo estará sometido a Dios, “para que Dios sea todo en todos” (como traducen correctamente, the New English Bible (NEB), la Biblia de Jerusalén (BJ), la New International Version (NIV) y la New Revised Standard Version (NRSV); e incorrectamente la Revised Standard Version (RSV) que dice “Dios será todo para todos”).

PARA ESTAR CON EL SEÑOR INMEDIATAMENTE DESPUÉS DE LA MUERTE
Otra dificultad llevó a una formulación diferente de las expectativas de futuro. La dificultad fue el encarcelamiento de Pablo cuando escribió Filipenses. No se sabe cuando o donde tuvo lugar, y no se puede afirmar, por consiguiente, que un desarrollo cronológico había tenido lugar, pero el encarcelamiento hizo que Pablo considerara la posibilidad de su propia muerte antes del regreso del Señor. En cierta manera la esperaba:

“Y aunque mi sangre se derrame como libación sobre el sacrificio y la ofrenda de vuestra fe, me alegro y congratulo con vosotros” (Fil. 2:17).

“Pues para mí la vida es Cristo, y el morir, una ganancia. Pero si el vivir en el cuerpo significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger…. Me siento apremiado por ambos extremos. Por un lado desearía partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; mas, por otro, quedarme en el cuerpo es más necesario para vosotros. Con esta convicción, sé que me quedaré y seguiré con todos vosotros….”(Fil. 1:21-5).

Aquí se puede ver que Pablo pensaba que si moría “partiría” y “estaría con Cristo”. Conceptualmente, esto es diferente a la expectativa de la transformación o resurrección de todos los creyentes en la Venida del Señor. Se aprecia aquí la idea Griega de la inmortalidad del alma, que es más bien individualista que comunal. Concibe la ascensión del alma de cada persona después de la muerte, en lugar de la transformación de todo el grupo de seguidores, vivos o muertos, al regreso de Cristo. Sin plantearse estas dos concepciones a sí mismo como alternativas, Pablo simplemente acepta ambas. Si muere, estará inmediatamente con Cristo; en el fin el Señor regresará y llevará a los suyos, en un estado transformado, para estar con él.

EL COMIENZO DE LA TRANSFORMACIÓN
En 2 Corintios 3:52-5:50 se ven esfuerzos adicionales para formular como será el estado final de los creyentes. Serán transformados pero Pablo considera que la transformación ya esta teniendo lugar en el presente: “…..Y todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen, cada vez más gloriosos. Así es como actúa el Señor, que es Espíritu” (2 Cor. 3:18); “….. Además, aunque nuestro hombre/naturaleza exterior se va desmoronando, el hombre/naturaleza interior se va renovando día a día” (2 Cor. 4:16). Por un lado la transformación de la antigua a la “nueva creación” ya está en progreso; por el otro el proceso no es visible sino interno.

Pablo regresa a la más pura noción Griega del alma en el cuerpo, de donde escapará: “….Mientras habitamos en el cuerpo, vivimos desterrados lejos del Señor….Estamos, pues, llenos de buen ánimo y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor” (2 Cor. 5:6-8).

Algunos han visto un desarrollo cronológico de la idea Judía de resurrección de cada uno al mismo tiempo hacia la idea “Griega” de la inmortalidad de las almas individuales. Esta, sin embargo, no es la explicación. En 2 Corintios 3-5 encontramos sucesivamente “renovación interior” (3:18), la promesa de resurrección (4:14) y la idea que el individuo, para estar “en casa con el Señor”, ha de estar “fuera del cuerpo” (5:6-8). Las que parecen ser ideas conceptuales diferentes yacen conjuntamente.

La distinción neta entre las categorías “Griega” y “Judía” es probablemente un tanto engañosa. No solo no fueron postuladas como alternativas por Pablo, es bastante posible que algunas Sinagogas de la Diáspora hubiesen combinado desde hacía tiempo inmortalidad y resurrección. En la literatura tardía Judía y Cristiana ambas aparecen explícitamente armonizadas: después de la muerte el alma asciende al cielo, para esperar la resurrección; en la resurrección alma y cuerpo se reúnen.

La expectativa del fin del orden del mundo presente –una de las convicciones centrales de Pablo- aparece en la que parece ser su última carta sobreviviente, Romanos (quizá porque Filipenses y Filemón, las epístolas desde la cárcel, no pueden ser datadas):

“Tened en cuenta el momento en que vivís e id pensando en espabilaros del sueño, pues la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada; el día se acerca…” (Rom. 13:11-12).

Pablo, en la medida que podemos entender su pensamiento, continuaba esperando la Llegada del Señor. Tuvo que alterar aspectos de esta esperanza en ciertas situaciones –la crisis en Tesalónica y la posibilidad de su propia muerte- y también hizo uso de la idea de inmortalidad individual. Pero al final sus convicciones básicas permanecieron.

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