jueves, 16 de mayo de 2013

EL BECERRO DE ORO


EL BECERRO DE ORO
La ocasión por la que se hubo de dar una segunda ley en el Sinaí la ofrece el relato del becerro de oro en Éxodo 32. La división de las fuentes en este capítulo es problemática. Se está de acuerdo en que 32:7-14 es una adición del Deuteronomista, aunque este pasaje no concierne a la línea del relato principal. El resto de la narrativa le es atribuido tanto a J como a E de manera variada, y la confusión surge de indicaciones contradictorias en el texto. Por un lado, es extraordinario que Aaron, hermano de Moisés y sumo sacerdote, sea el que tome la iniciativa a la hora de fabricar el ídolo para el pueblo. Aaron era visto en la tradición posterior como el antepasado de la línea sacerdotal que oficiaba en el Templo de Jerusalem. La historia que le implica en la idolatría puede solamente haber sido compuesta como polémica contra el templo de Jerusalem y su sacerdocio. Esto señala a un origen en el norte para esta parte de la historia, y tendría sentido como parte de la narrativa de E. Por otro lado, el becerro de oro recuerda la fundación del reino del norte por Jeroboam, después de la muerte de Salomón. En 1 Reyes 12:28-29 se nos dice que el rey “fabricó dos becerros de oro” y le dijo al pueblo: “Basta ya de subir a Jerusalem. Éste es tu dios, Israel, el que te hizo subir de la tierra de Egipto”. Esto es exactamente igual a cómo el pueblo aclamó al becerro de oro en Éxodo 32:4. (Ninguno de los dos relatos involucra el culto a otro dios que no sea Yahvé. El plural “dioses” refleja la palabra Hebrea “´elohim”, que tiene la forma plural pero es usada también para significar Dios en el singular). Los becerros establecidos por Jeroboam eran probablemente pensados como pedestales, sobre los que estaba la deidad invisible, aunque son ridiculizados como ídolo en Éxodo 32 igualmente, esta historia también arroja una luz negativa sobre el culto establecido por Jeroboam. La polémica contra el culto en el norte apunta a un origen en el reino del sur de Judá. Probablemente la historia fue editada más de una vez. Quizá una historia que originalmente intentaba condenar al becerro de oro fue revisada por un editor del norte para poner la culpa sobre Aarón, que era reverenciado en el Sur. Tal como la tenemos hoy, la historia implica crítica tanto del culto desarrollado en el reino del norte como del sacerdocio Aarónico que floreció en Jerusalem.

La historia es también remarcablemente severa en su tono. La afirmación que “sentóse el pueblo a comer y a beber y se levantó a divertirse” es citada en el Nuevo Testamento (1 Cor. 10:7) como paradigma de disoluta conducta que conduce al juicio. Incluso aunque se dice que la celebración es una “fiesta en honor de Yahvé”(Éxod. 32:5), Moisés “ardió en ira” al ver el espectáculo y el becerro de oro. los Levitas se ponen de su lado, y ponen fin a la celebración “matando cada uno a su hermano, a su amigo y a su pariente”. Los Levitas eran el clero del país, que servían en los santuarios rurales especialmente en el norte de Israel. Fueron posteriormente desplazados cuando fueron suprimidos los santuarios en el país y el culto quedó centralizado en Jerusalem mediante la reforma Deuteronómica, quedando subordinados a los sacerdotes Aarónidas. Éxodo 32 se puede leer en parte como venganza de los Levitas sobre la línea de Aarón. Aquí los Levitas son verdaderos seguidores de Yahvé, y Aarón es el apóstata. Es más, no hay duda que los Levitas fueron tradicionalmente seguidores del culto de Yahvé. El tipo de celo que aquí exhiben es ilustrado en Números 25, donde un sacerdote llamado Phineas lidera la matanza de Israelitas que han participado en el culto a Baal. Yahvé, como se nos dice en Éxodo 20:5, es un Dios celoso. La intolerancia de cualquier conducta desviada está profundamente inserta en la religión del antiguo Israel y en las Escrituras Hebreas que fueron aceptadas como Antiguo Testamento por la Cristiandad.

Aunque también hay un lado diferente de este Dios, enfatizado en Éxodo 34:6-7, cuando Moisés se dirige a Él como: “Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por mil generaciones y perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado”. Esta fórmula se repite a menudo en la Biblia Hebrea (ej. Núm. 14:18; Salm. 86:15; Neh. 9:17) y es una de las afirmaciones centrales acerca de Dios en la tradición bíblica. No niega el carácter “celoso” de Dios, pero lo califica. Hay que señalar que el retrato bíblico de Dios no es único en el mundo antiguo. Una oración Babilonia a Marduk se dirige a él como “guerrero Marduk, cuya ira es el diluvio, cuya transigencia es la de un padre clemente” (B.R. Foster, “From Distant Days” [Bethesda, Md.: CDL, 1955] 247).

Otro aspecto de la deidad es tratado en Éxodo 33. Se trata de lo evasivo de la divina presencia. En 33:7 se nos dice que Moisés instaló la tienda del encuentro fuera del campamento, y que todo el que quisiera encontrarse con el Señor había de ir allí. Es sorprendente, dado que gran parte de la segunda mitad del libro del Éxodo trata con el establecimiento del “tabernáculo de la tienda del encuentro”, aunque este no es establecido hasta el capítulo 40. El pasaje en capítulo 33 evidentemente refleja una más antigua tradición, que involucra una tienda menos elaborada. Que está desplazada del campamento es significativo, en lo que la narrativa pone cierta distancia entre Dios y los Israelitas. Se les dice que Dios no irá con ellos en su viaje a la tierra prometida (33:1-3), aunque en el versículo 15 esto es matizado, de manera que su presencia irá con ellos. De nuevo se le permite a Moisés ver a Dios de espaldas, no su cara, porque nadie puede ver la cara de Dios y vivir. (Algunos profetas, entre ellos Isaías, afirman valientemente haber visto al Señor). En lenguaje teológico tradicional, la narrativa trata de equilibrar la trascendencia e inmanencia de Dios –cuando afirma que Dios está presente y al mismo tiempo tiene en mente la misteriosa naturaleza de esta presencia. En las narrativas del Sinaí, la presencia de Dios es manifiesta normalmente por una nube.

Las leyes en Éxodo 34 duplican algunos rasgos de Éxodo 20-23, aunque también los modifican en algunos puntos. Los mandamientos están entremezclados con el calendario cultual. La más significativa variante de las leyes tempranas es 34:20 donde se dice explícitamente que “el primero de los nacidos ha de ser rescatado”. Al contrario de 22:29, no deja abierta la cuestión del sacrificio de niños.

OTRAS LECTURAS
Cross, Frank Moore. “Canaanite Myth and Hebrew Epic: Essays in the History of the Religion of Israel”. Cambridge: Harvard Univ. Press, 1973 (145-94). Abundante uso de paralelos Cananeos.

Crüsemann, Frank. “The Torah: Theology and Social History of Old Testament Law”. Trad. A.W. Mahnke. Minneapolis: Fortress Press, 1996 (27-57). Análisis de los estratos literarios en Éxodo 19-24. Propone que su forma última des Deuteronomista.

Dozeman, Thomas B. “God on the Mountain: A Study of Redaction, Theology, and Canon in Exodus 19-24”. SBLMS 37. Atlanta: Scholars, 1989. Cuidados discusión de las varias tradiciones en Éxodo 19-24.

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