EL ÉXODO DE EGIPTO
LAS
HISTORIAS DEL GÉNESIS SON ESENCIALMENTE LEYENDAS FAMILIARES. En el libro del
Éxodo encontramos una historia más amplia que trata con el nacimiento de un
pueblo. Esta historia está relacionada con el Génesis mediante la historia de
José, aunque trata con tradiciones de clase diferente.
El
tema principal de la historia es el éxodo de los Israelitas de Egipto. Es el
evento más celebrado en toda la Biblia, y el más importante para la posterior
identidad de Israel y el Judaísmo. La historia comprende desde la esclavitud de
Egipto a la revelación del Monte Sinaí en el capítulo
19. Siguen unas series de leyes en los capítulos
20-24, comenzando con los Diez Mandamientos y continuando con la
colección conocida como el Libro de la Alianza. Continúa con una larga
descripción sobre la construcción del Tabernáculo o Santuario del desierto y
sus utensilios. Hay después un interludio narrativo en los capítulos 32-34 que incluyen la historia del
becerro de oro. A continuación los capítulos finales describen la construcción
y erección del tabernáculo.
Es
bastante más difícil distinguir las fuentes J
y E en el Éxodo que en el Génesis. La
mayoría de los analistas adjudican solo dispersos versículos a E. Después de Éxodo 6, todas las fuentes usan el nombre propio
divino YHWH para Dios en todos los casos. La tendencia sacerdotal es muy
prominente en Éxodo. Incluye la revelación del nombre divino en el capítulo 6, el relato de la Pascua en el capítulo 12, la travesía del mar en el capítulo 14, las instrucciones para el Tabernáculo
(caps. 25-31), y el relato de su
construcción (caps. 35-40).
EL ÉXODO COMO HISTORIA
La
cronología interna de la Biblia sugiere una fecha cercana al 1445 a.C. para el
Éxodo. Pero hay poca evidencia que permita corroborar el relato bíblico
relacionándolo con otras fuentes. El Éxodo, tal como aparece en la Biblia, no
está atestiguado en ninguna fuente antigua no Bíblica. Aunque se podría
argumentar que el escape de los Israelitas no tuvo consecuencias para los
Egipcios, y no está por lo tanto registrado, de hecho los Egipcios mantenían un
estricto control sobre sus frontera oriental y llevaban estrictos registros de
la actividad allí. Si un gran grupo de Israelitas hubiese escapado habría que
esperar algún tipo de mención de esto. Para un relato Egipcio del origen de
Israel hay que esperar hasta la
época Griega, cuando un sacerdote llamado Maneto escribió una historia de
Egipto en Griego. Maneto dice que Jerusalem fue construida “en el país ahora
llamado Judea" por los Hyksos, después que estos fueron expulsados de
Egipto. Continúa relatando una historia más elaborada acerca de un intento de
expulsar a los leprosos de Egipto. Unos ocho mil de ellos, dice, incluyendo
algunos sacerdotes, fueron reunidos y enviados a trabajar en canteras de
piedra. Se rebelaron, no obstante, bajo el liderazgo de un tal Osarseph,
también llamado Moisés. El relato es mencionado por el historiador Judío Josefo
en “Contra Apion 1.228-52”, Maneto
probablemente no inventó esta historia. Otro escritor Helenista bastante
temprano, Hecateo de Abdera, también dice
que Jerusalem fue construida por un pueblo, liderado por Moisés, quien había
sido expulsado de Egipto. Había una fuerte memoria popular de los Hyksos en
Egipto en tanto que extranjeros muy odiados de Asia que habían conquistado y
gobernado el país. Pero la idea que Jerusalem había sido construida por esta
gente es probablemente una especulación tardía: Proporcionaba a los Egipcios
una explicación del origen de los pueblos extraños detrás de sus fronteras. No
es probable que Maneto tuviese a su disposición ninguna tradición acerca del origen de Israel.
El
relato bíblico en sí mismo ofrece pocos detalles específicos que puedan ser
corroborados mediante la experiencia externa. No se da el nombre del faraón: se
le llama simplemente “el rey” o “el faraón” como si fuese un personaje de un cuento
popular. Las referencias más específicas en el texto bíblico se encuentran en
Éxodo 1, donde se nos dice que un faraón “que no
conoció a José” estaba preocupado con el tamaño y poder de los
Israelitas y los puso a trabajar en la construcción de las ciudades Piton y
Ramsés. Ramsés es presumiblemente la ciudad de Pi-Ramsés, construida sobre el
lugar de la antigua capital de los Hyksos, Avaris. Fue repoblada en tiempos de
Ramsés II (1304-1237) a.C. La localización de Piton (Per-Atum) no es segura.
Uno de los posibles lugares fue también reconstruido en tiempos de Ramsés. Todo
lo que se puede decir, sin embargo, es que el relato bíblico fue escrito
después de la construcción de Pi-Ramsés y Per-Atum, y que posiblemente el autor
conocía algunas tradiciones que asociaban a trabajadores semitas con esos
sitios. Si la historia del éxodo tiene alguna base histórica, entonces el siglo
XIII a.C. ofrece el escenario más probable.
La
existencia de esclavos Semitas en Egipto a finales del segundo milenio está
bien atestiguada. Hay evidencia de que los Habiru o `Apiru trabajaban en la
construcción de la ciudad-capital de Ramsés II.
(Papyrus Leiden 348 contiene una orden: “Distribuid las raciones de grano a los soldados y a los
`Apiru que transportan las piedras a la gran torre de Rameses”). El
Papiro Anastasi demuestra que el acceso a Egipto estaba estrictamente
controlado en el siglo XIII a.C. Un pasaje registra la entrada en Egipto de
toda una tribu durante una sequía. Otro informa de la persecución de esclavos
que habían escapado al desierto. Estos documentos ofrecen apoyo circunstancial
a la plausibilidad de una éxodo de esclavos desde Egipto en este periodo,
aunque no corroboran para nada la historia específica que encontramos en la
Biblia. Se ha sugerido que el relato de las plagas contiene reminiscencias de
una epidemia de a mediados del siglo XIV llamada la “enfermedad
Asiática” (comparar con la historia de los leprosos de Maneto). No hay
duda, las plagas eran familiares en Egipto, y es arbitrario identificar las
plagas bíblicas con un incidente específico. Aunque paralelos como este
sugieren que hay cierta cantidad de “colorido local”
Egipcio en el relato, este se queda demasiado corto a la hora de establecer la
historicidad del Éxodo.
Otra
consideración contra estos elementos es que según los arqueólogos actuales la
cultura material del Israel temprano, en la zona de los altos centrales de
Palestina, era esencialmente Cananea. Si hubo un éxodo de Egipto, entonces,
debe haber sido a una escala muy pequeña. Es más, la afirmación en Éxodo 12:37 de que unos seiscientos mil hombres,
además de niños, salieron de Egipto es hiperbólica en cualquier caso. Algunos
estudiosos actuales suponen que el relato bíblico puede transformar varios
éxodos pequeños, que tuvieron lugar a lo largo de los siglos, en una dramática
narrativa. En cualquier caso, la afirmación que el Israel temprano estaba
formado por gente que había escapado de Egipto, y sus descendientes, es
problemática a la luz de la evidencia arqueológica.
Además,
el género de las historias en Éxodo es legendario y folclórico. La historia
está repleta de incidentes milagrosos, desde el rescate de Moisés en el Nilo,
hasta la zarza ardiente –que ardía sin consumirse-, y el enfrentamiento con los
magos en la corte del Faraón, y la travesía del mar. El relato del niño Moisés
(en Egipcio =niño) encontrado en una cesta de junco es un motivo folclórico.
Una historia similar se relata acerca del rey Sargón
de Akad (ca. 2300 a.C.), cuya madre lo puso en un canasto de cañas en un
río. La redacción del libro del Éxodo no es anterior al exilio en Babilonia,
unos 700 años después de los eventos que describe. La historia fue narrada por
motivos cultuales, para recordar a la gente su obligación de adorar a su Dios.
No es un ejercicio de historiografía, ni siquiera según los antiguos
estándares, como se puede ver en la diferencias de estilos entre los libros del
Éxodo y el de los Reyes.
De
todas forma, parece que hay ciertas memorias históricas subyacentes a la
tradición del éxodo. El nombre Moisés es de origen Egipcio. La palabra
significa “niño” y normalmente ocurre como elemento en un nombre más largo, que
suele comenzar con el nombre de un dios, como sería Ptah-moisés-, Ra-moisés, o
Thut-moisés. Es difícil imaginar por qué la tradición Israelita habría de
otorgar semejante prominente papel a alguien con nombre Egipcio si no hubiese
memoria de este personaje. También no parece probable que un pueblo afirmase haber
recibido el vergonzoso trato de esclavos si no hubiese una base histórica para
ello.
La
memoria del Éxodo parece haber sido especialmente importante en la zona
montañosa de Efraín. Cuando Jeroboam I condujo la revuelta de las tribus del
norte contra Rehoboam, hijo de Salomón, puso dos becerros de oro en Betel y
Dan, y le dijo al pueblo: “estos son tus dioses que te sacaron de Egipto” (1
Reyes 12:28). El relato en 1 Reyes lo realiza un redactor del sur y es hostil a
Jeroboam, aunque la referencia al Éxodo es de lo más importante por esta razón.
También hay un paralelo entre la carrera de Jeroboam y el comienzo del libro
del Éxodo. Jeroboam “estuvo al frente de toda la leva
de la casa de José bajo el reinado de Salomón”(1
Reyes 11:28). Se rebeló y hubo de huir a Egipto, pero regresó de Egipto
una vez fallecido Salomón. Moisés también se encuentra en una situación de
trabajos forzados, y ha de huir cuando mata al Egipcio. El motivo de los
trabajos forzados tiene especial resonancia en tiempos de Jeroboam. Está claro
según los profetas Amos y Oseas que el Éxodo era celebrado en Betel durante el
periodo de la monarquía. El éxodo ha sido descrito con buenas razones como el “acta constitutiva del mito” del reino del norte de
Israel. En contraste, el éxodo no figura prominentemente en los profetas del
sur, como Isaías de Jerusalem. También, hay sorprendentemente pocas referencias
al éxodo en los libros de los Jueces y Samuel, aunque esos libros fueron
editados por el Deuteronomista quien ciertamente tenía fuerte interés en el
Éxodo. Jeroboam no habría tomado el Éxodo como “mito
constitutivo” si no hubiera habido una tradición acerca de éste, aunque
la historia puede no haber sido tan prominente en la vida de Israel en el
periodo de la monarquía como vino a serlo posteriormente.
LA LIBERACIÓN DE EGIPTO
El
proceso de liberación comienza con el enfrentamiento entre Moisés y el Faraón
en Éxodo 7. Los capítulos 7-11 narran la lucha entre Yahvé y Moisés por un lado
y el faraón por otro. Yahvé endurece el corazón del Faraón de manera que se
niega a dejar partir a Israel. Entonces Yahvé golpea a los Egipcios con una
serie de plagas. La narrativa básica pertenece a la fuente J, con adiciones
suplementarias de P.
El
relato de las plagas muestra que el Éxodo no es sólo la historia de la
liberación de Israel, sino también de la derrota y humillación de los Egipcios.
El último aspecto de la historia involucra venganza nacionalista y étnica que
es menos que edificante. Las plagas afectan no solo al Faraón y sus capataces,
sino también, al pueblo común Egipcio, que también laboraba bajo el Faraón. La
muerte de los primogénitos denota al Dios enfadado, que ya aparece en Génesis
22. La idea que una fuerza destructiva puede ser evitada mediante una señal en
el dintel de la puerta (Éxodo 12:23) es
folclórica. Los Musulmanes tienen un ritual similar, llamado “fidya” o “fedu” (redención). Al menos Éxodo aprecia la profundidad
del sufrimiento al que da lugar, aunque al final hay poca simpatía hacia los
Egipcios. Subyacente a este episodio está la afirmación en Éxodo 4:22-23(J):
“Mi hijo primogénito es Israel. Por eso, te digo que
dejes salir a mi hijo para que me dé culto. Si te niegas a dejarle salir, yo
daré muerte a tu hijo primogénito”. La noción que Israel es el hijo de
Dios es muy importante, y la encontraremos de nuevo. En este contexto implica
una cruel afirmación de elección divina que hace de los Egipcios víctimas sacrificables.
La
historia de las plagas contiene una interesante noción teológica en el motivo de
el endurecimiento del corazón del Faraón. Este motivo está reflejado tanto en
las fuentes J(Éxod.
4:21) como P(7:3).
Presumiblemente Dios podría haber suavizado el corazón del Faraón y haberle
hecho dejar salir a los Israelitas. El endurecimiento sirve para justificar el
castigo que sigue. El Faraón es tenido como responsable de este duro corazón,
incluso cuando fue el Señor quien lo endureció. En gran parte de la Biblia
Hebrea el Señor es responsable de todo, lo bueno y lo malo.
Otro
motivo con interesantes implicaciones teológicas lo encontramos en Éxod. 7:1(P),
donde Dios le dice a Moisés: “Yo te hago un dios para
el faraón”. En el contexto, el punto es que Moisés es el portavoz de
Dios en su trato con el Faraón. Tradiciones posteriores especulan que Moisés
disfrutaba de un estatus superior al humano. Por ejemplo, el filósofo Judío
Filón escribió que Moisés disfrutaba de una relación más intima con Dios que el
resto de la gente, “pues fue nombrado Dios y rey de
toda la nación” (Filón, Vida de Moisés 1.158).
Normalmente la Biblia Hebrea implica una gran diferencia entre la humanidad y
la divinidad, aunque no siempre es el caso. La tradición Hebrea permite la
posibilidad que una persona excepcional como Moisés pueda en cierto sentido ser
un “´elohim” (dios), o “ser divino”.
LA PASCUA
Antes
que los Israelitas salieran de Egipto, celebraron la Pascua. Esta celebración
sólo la encontramos en la fuente Sacerdotal. Así como P
fundamenta el Sabbath en el relato de la
creación, igualmente fundamenta la Pascua en la historia del éxodo. Yahvé, se
nos dice, pasó de largo por las casas donde era celebrada la Pascua, y estaban
marcadas con sangre en el dintel, cuando estaba castigando a los primogénitos
Egipcios (Éxod. 12:13); en Hebreo “psh”, se traduce como “pasar
de largo, ignorar” y tiene las mismas consonantes que el nombre de la
fiesta). La Pascua tiene probablemente su origen en un ritual de primavera,
practicado por pastores, aunque vino a estar asociada con el éxodo antes que el
relato Sacerdotal fuese compuesto. P ofrece el relato más detallado y explícito
en la Biblia del supuesto origen de la Pascua en el contexto del Éxodo.
En
el Israel temprano, la Pascua era una fiesta familiar. No está incluida en las
fiestas de peregrinaje en los antiguos calendarios, en Éxodo
23 y 34. También es distinta de la fiesta de los Panes Acimos (Massot). La celebración fue cambiada por la reforma
del Rey Josías en el 621 a.C. Es entonces cuando se convierte en una fiesta de
peregrinaje, a ser celebrada en el santuario central (Jerusalem), y fue
combinada con la fiesta de los Panes Acimos. También aparece combinada en Éxodo 12. Si el relato del Éxodo asume que es
celebrada en el santuario central es algo más difícil de determinar. La
historia ocurre en Egipto, antes que hubiese un templo de Yahvé en Jerusalem.
Sería anacrónico hablar de una peregrinación al santuario central. Lo que Éxodo
dice es que el cordero ha de ser sacrificado por “toda
la congregación de la asamblea de Israel” (Éxod.
12:6). Esta formulación parece implicar que no es solamente una fiesta
familiar, aunque cada familia tome su propio cordero, sino una celebración
colectiva del conjunto del pueblo. Es probable que los escritores Sacerdotales
tuviesen en mente una celebración en un lugar central.
LA TRAVESÍA DEL MAR
El
relato del Éxodo alcanza su punto culminante en el episodio de la travesía del
mar(Éxod. 13:17-18)(normalmente adjudicado a
E). Dios no lleva a los Israelita a través de
la tierra de los Filisteos, aunque era el camino más corto, sino que da un rodeo
por el desierto, hacia una masa de agua conocida en Hebreo como “Yam sof”. La traducción convencional es “Mar Rojo”,
derivada de la traducción Griega de la Biblia Septuaginta, que fue adoptado por
la Vulgata Latina. En los tiempos modernos, el Mar Rojo es un cuerpo de agua
entre África y la Península Arábiga. La expresión Hebrea “Yam sof/sûp” se da varias veces en la Biblia para
referirse al golfo de Aqaba (por ejemplo en 1 Rey.
9:26 se dice que está en la tierra de Edom) y puede referirse al golfo
de Suez en otras ocasiones (por ejemplo, en Éxodo
10:19, donde Dios precipita las langostas en el “Yam sof”). La palabra Hebrea “sof/sûp”,
sin embargo, no significa literalmente “rojo”
sino “junco/caña”,
y algunos estudiosos han sugerido que en el relato del Éxodo el “Yam sof” no es un mar grande sino una marisma o lago
de cañas. La ruta principal de Egipto a Canán es llamada “el camino por la tierra de los Filisteos”
anacrónicamente en Éxodo 13, dado que los Filisteos entraron en la zona casi al
mismo tiempo del surgimiento de Israel. Es fácil adivinar por qué los fugitivos
evitaban esta ruta, dada la presencia de patrullas Egipcias y guardias
fronterizos. Es difícil, no obstante, entender por qué hubieron de ir hasta el
Golfo de Suez, menos aún al Golfo de Aqaba. Por esta razón muchos encuentran
atractiva la sugerencia del “Mar de las Cañas”. Pero la situación se complica
por el hecho que el mar del Éxodo parece ser distinguido del Yan Sof en Núm. 33:8-10 (perteneciente en parte a la fuente P aunque parece estar usando una antigua lista).
El
relato en prosa del cruce del mar en Éxodo 14
no identifica el mar en cuestión. En 15:4,
sin embargo, se nos dice que los soldados del Faraón se hundieron en Yam sof. Éxodo 15:1-18
es un himno, del cual se cree contiene unas de las poesías más antiguas de la
Biblia, más antigua que las fuentes J y E. (El argumento está basado en el uso de
expresiones arcaicas y similitudes con la poesía Ugarítica) Una parte del himno
es atribuido a la hermana de Moisés Miriam en 15:21.
El himno era evidentemente conocido en más de una forma.
El
himno básico se encuentra en 15:1-2,18. Versículos 13-17 son una expansión
posterior, probablemente de un editor Deuteronómico, y un cambio de enfoque de
himno de victoria sobre el Faraón a marcha triunfal de Israel hacia la tierra
prometida. El himno no menciona a ningún pueblo cruzando el mar, y no menciona
la tierra seca. El tema central es cómo Yahvé, el Señor, echa al Faraón y su
ejército en las profundidades del mar. Es importante recordar que este himno es
un himno, no una balada, y que su propósito es alabar a Dios, no describir un
evento histórico. La imaginería de hundir en el agua es usada en otros poemas
Hebreos como metáfora de situación de aflicción. En el Salmo 69 ora el
Salmista:
“Sálvame, oh Dios,
que estoy con el agua al cuello!
Me hundo en el cieno del abismo
Y no puedo hacer pie;
Me he metido en aguas profundas
Y me arrastra el oleaje”
A
medida que el Salmo sigue queda claro que el problema no es en absoluto
ahogarse. Más bien:
“Más que los pelos de mi cabeza
son los que me odian sin motivo
son poderosos los que me destruyen,
los que me hostigan sin razón”
De
igual manera un Salmo en Jonás 2 dice: “las aguas me asfixiaban el aliento, el abismo me envolvía,
las algas enredaban mi cabeza. Bajé hasta los cimientos de los montes”(Jonás
se encuentra supuestamente en el vientre del pez, pero el salmo no fue
compuesto para este contexto). En estos casos, hundirse en las profundidades no
es una descripción de ninguna condición física, sino simplemente una metáfora
de angustia. Por analogía, se puede suponer que el himno en Éxodo 15
simplemente celebra la derrota del Faraón. Cuando dice que él y su ejército se
hundieron en las profundidades como una piedra es una forma metafórica de decir
que fueron completamente derrotados y destruidos. No conocemos en realidad de
qué derrota del Faraón se trata, o si el himno fue compuesto para celebrar el
éxodo. Puede haber sido una celebración de la huida de Egipto a Canán, o puede
haber tenido en mente una batalla específica. Su lenguaje es poético, y no se
deja reconstruir en eventos históricos.
Los
escritores en prosa bíblicos, sin embargo, querían describir la expulsión del
Faraón en términos más concretos y específicos. El relato en Éxodo 14 pertenece principalmente a la fuente
Sacerdotal, pero se puede reconstruir un relato de J
(sólo unos cuantos versículos son atribuidos a E).
El relato de J dice:
14:5b. El faraón y sus cortesanos cambiaron de
parecer sobre el pueblo y se dijeron: Qué hemos hecho? Hemos dejado marchar a
Israel de nuestra servidumbre” 6. El faraón hizo enganchar su carro y tomó consigo sus tropas.
9. Los egipcios
los persiguieron con los caballos, los carros del faraón, sus jinetes y su
ejército. 9. Los
Egipcios los persiguieron. 10. Al acercarse el faraón, los israelitas alzaron la vista y,
al comprobar que los egipcios marchaban tras ellos, se llenaron de temor y
clamaron a Yahvé. 13. Moisés respondió al pueblo: “No temáis; estad firmes, y
veréis la salvación que Yahvé os otorgará en este día, pues los egipcios que
ahora veis, no los volveréis a ver nunca jamás. 14.
Yahvé peleará de vuestro lado; vosotros no os
preocupéis…… etc.
Aquí
de nuevo no se nos dice que los Israelitas cruzasen el mar. Se da la impresión
de una ola de marea, que retorna y se traga a los Egipcios. Uno se puede
imaginar como puede haber sido inferido este relato según la poesía de Éxodo
15. El Yahvista añade unos cuantos retoques distintivos, como el papel de la
columna de nube.
El
relato sacerdotal añade más embellecimiento a la historia. A Moisés (el niño)
se le dice que extienda sus manos sobre el mar para que las aguas se separen (Gén. 1:6-10, donde Dios
separa las aguas, y reúne las aguas bajo el cielo en un solo lugar, de manera
que pueda aparecer la tierra seca). Los Israelitas pasan a través, pero
Moisés otra vez extiende de nuevo sus manos y hace que las aguas vuelvan a su
lugar tragándose a los Egipcios que vienen tras ellos. Este vívido relato es la
culminación de un largo proceso. No ha de ser visto como memoria histórica sino
como uno de una serie de intentos imaginativos para darle expresión concreta a
la creencia que Yahvé rescató a su pueblo y derrotó a los Egipcios.
La
imaginería del mar continúa ejerciendo un efecto poderoso sobre la imaginación
religiosa del antiguo Israel. Otros pueblos del Medio Oriente tenían historias
del combate entre un dios y el mar, o el monstruo marino. El mito Ugarítico de
Baal y Yamm es el más cercano al contexto de Israel. La batalla entre Marduk y Tiamat en el Enuma
Elish es también relevante. En los salmos bíblicos, también, se relata
como Yahvé batalla con el mar. En el Salmo 114
se nos cuenta como el mar huye ante el Señor. En Salmo
77 también se nos relata como el mar tiembla ante Dios. Uno de los
pasajes más vívidos es el de Isaías 51:9-11, donde el profeta pregunta: “No eres tú el que partió a Ráhab, el que atravesó al
Dragón? No eres tú el que secó la Mar, las aguas del gran Océano, que trocó en
camino el lecho del mar para que pasasen los rescatados?”. Ráhab y el
dragón eran monstruos marinos, supuestamente derrotados por Yahvé en el proceso
de la creación (aunque esta historia nunca es narrada en la Biblia). El éxodo,
según la visión de los profetas, fue un evento del mismo tipo. No sería
exagerado decir que el Éxodo fue el mito de la creación de Israel, y que la
imaginería del mar ofrecía una poderosa manera para dar expresión a su mítico
carácter. Igual que los antiguos mitos del Medio Oriente ofrecían paradigmas
mediante los cuales varios eventos podían ser vistos y dotados de sentido, el
Éxodo se convierte en el paradigma para la comprensión de eventos posteriores
en la historia de Israel. Los profetas imaginaron un nuevo éxodo, como la
manera en la cual Israel pudo empezar de nuevo, y renovar su relación con Dios.
Este motivo es especialmente importante después del exilio en Babilonia, sea en
la forma del retorno del exilio o la de una liberación final escatológica.
Otro
tema del relato del episodio en el mar requiere ser comentado. El himno en
Éxodo 15 declara: “Yahvé es un guerrero, Yahvé es su
nombre”! La idea que los dioses son guerreros es común en el antiguo
Medio Oriente. Una razón mayor por la que los Israelitas adoraban a Yahvé era
porque creían que era un poderoso guerrero, que podía ayudarles a derrotar a
sus enemigos (o simplemente derrotarlos en beneficio de ellos). Implícitamente
en esta imagen de Dios hay una pesimista visión de la vida, como un ruedo de
conflicto constante entre fuerzas competidoras. El libro del Éxodo para nada
nos da a entender que hemos de amar a nuestros enemigos. Esta visión de Dios y
la vida fue restringida considerablemente en tradiciones posteriores, aunque
nunca fue completamente rechazada. Persiste en el último libro de la Biblia
Cristiana, el libro del Apocalipsis, donde Jesús aparece como guerrero desde el
cielo para matar a los malos con la espada de su boca (Apoc.
19). Alguna gente en el mundo moderno puede encontrar la violencia de
esta imaginería repelente, pero su poder no puede ser negado. En el contexto del
Éxodo, es el poder de Dios como guerrero lo que le da al pueblo esperanza en la
esclavitud, y ha continuado dando esperanza a la gente que ha sufrido opresión
a lo largo de los siglos. Los dioses-Guerreros eran también vistos actuando a
favor de los poderosos, y en este caso la imaginería puede apoyar una visión
opresiva del mundo. En Éxodo, sin embargo, el Dios guerrero está de lado de los
débiles, y esta imaginería ha inspirado y apoyado movimientos de liberación en
los tiempos modernos.
CONCLUSIÓN
Al
final, poco se puede decir acerca del éxodo como historia. Es como si alguna
memoria histórica estuviera subyacente en el relato, aunque la narrativa tal y
como la tenemos está plagada de detalles legendarios y le falta evidencia de
fuentes arqueológicas o de otras fuentes no-bíblicas que la apoye. El relato de
la travesía del mar parece haber surgido de intentos para completar las
alusiones en el himno conservado en Éxodo 15. Este himno celebra una derrota de
algún tipo de un faraón, aunque las referencias al ahogamiento son poéticas, y
no pueden ser utilizadas para obtener información histórica.
Sean
cuales sean sus orígenes históricos el relato del Éxodo se convirtió en el mito
fundacional de Israel (especialmente del Reino del Norte) y del Judaísmo tardío.
Es más importante que cualquier otro relato bíblico para establecer la
identidad Israelita y Judía. Es repetidamente invocado como punto de referencia
en los Profetas, en los Escritos posteriores, y en el Nuevo Testamento. Ha
servido de paradigma de liberación de numerosos movimientos a lo largo de la
historia de Occidente, desde los Puritanos hasta Latino América. Puede ser
visto con justicia como uno de las historias más grande e influyente en la
literatura mundial.
------------------------
OTRAS LECTURAS
COMENTARIOS
Childs,
Brevard S. “The Book of Exodus”. OTL.
Philadelphia: Westminster, 1974. Contiene extensas discusiones de la historia
de la interpretación y significado teológico.
Coats,
George W. “Exodus 1-18”. FOTL 2A. Grand
Rapids: Eerdmans, 1999. Bueno para elucidar la estructura de los pasajes.
Greenberg,
Moshe. “Understandign Exodus”. New York:
Behrman, 1969. Comentario sensitivo desde una perspectiva Judía.
Noth,
Martin. “Exodus”. OTL. Philadelphia:
Westminster, 1962. Comentario clásico sobre la historia y tradiciones.
Propp,
William H.C. “Exodus 1-18”. AB 2. New York:
Doubleday, 1998. Philological commentary. Excepcional, pues asigna la mayor
parte del Éxodo a la fuente E.
A NIVEL DE HOMILÍA
Brueggemann,
Walter. “The Book of Exodus”. En NIB
1.677-981.
Fretheim,
Terence E. “Exodus”. IBC. Louisville:
Westminster, 1991.
TEMAS HISTÓRICOS
Asmann,
Jan. “Moses the Egyptian”. Cambridge:
Harvard Univ. Press, 1997. Trata con la tradición de Akhenaten como fondo para
Moisés.
Finkelstein,
Israel, and Neil Asher Silberman. “The Bible
Unearthed: Arhaeology´s New Vision of Ancient Israel and the Origin of Its
Sacred Texts”. New York: Free Press, 2001 (48-71). Visión escéptica de
la evidencia para una historicidad del Éxodo.
Frerichs,
Ernest S., and Leonard H. Lesko, eds. “Exodus: The
Etyptian Evidence”. Winona Lake, Ind.: Eisenbrauns, 1991. Útil discusión
del fondo Egipcio.
Hoffmeier,
James K. “Israel in Egypt: The Evidence for the Authenticity of the Exodus
Tradition”. New York: Oxford Univ. Press, 1997. Una visión conservadora de la
evidencia histórica.
Shanks,
Hershel, William G. Dever, Baruch Halpern, and P. Kyle McCarter. “The Rise of
Ancient Israel”. Washington, D.C.: Biblical Archaeolgoy Society, 1992. Útil
presentación de los temas históricos.
TEMAS
RELIGIOSOS Y LITERARIOS
Batto,
Bernard F. “Slying the Dragon: Mythmaking in the
Biblical Tradition”. Louisville: Wstminster, 1992 (102-52). El Éxodo
como mito.
Cross,
Frank Moore, “Canaanite Myth and Hebrew Epic:
Essays in the History of the Religion of Israel”. Cambridge: Harvard
Univ. Press, 1973 (112-44). Discusión clásica de la Canción del Mar a la luz
del mito Cananeo.
Dozeman,
Thomas B. “God at Warr: A Study of Power in the
Exodus Tradtion”. New York: Oxford Univ. Press, 1996. Buen análisis de
Éxodo 15.
INFLUENCIA DEL ÉXODO SOBRE LOS PURITANOS Y OTROS
Walzer,
Michael. “Exodus and Revolution”. New York:
Basic, 1984.
No hay comentarios:
Publicar un comentario