lunes, 12 de junio de 2017

ÉXODO: TRADICIONES DETRÁS DE LOS RELATOS

ÉXODO: LAS TRADICIONES DETRÁS DE LOS RELATOS
El relato de base del siglo VII antes de la era Christiana no es una invención salida de la imaginación de sus autores. Se funda sobre una tradición más antigua que proviene probablemente del Reino del Norte.

El relato de 1 Reyes 12 describe cómo después de la muerte de Salomón, Jeroboán, después de haber fundado su propio reino con las tribus del Norte , habría construido dos santuarios uno en Betel y el otro en Dan donde habría erigido estatuas bovinas, que representaban al dios que había sacado a los Israelitas de Egipto:

28. Tras tomar consejo el rey, fabrican dos becerros de oro, y dijo al pueblo: “Basta ya de subir a Jerusalén. Éste es tu dios, Israel, el que te hizo subir de la tierra de Egipto”. 29. Instaló uno en Betel y el otro en Dan. 30. Este hecho fue ocasión de pecado. El pueblo marchó delante de uno a Betel y delante del otro hasta Dan.

Aquí, el dios nacional de Israel es identificado con el dios del Éxodo. La instalación de las estatua bovinas en Bethel y Dan corresponde a las fronteras norte y sur del reino. Para los arqueólogos, la mención de Dan para este evento que aparentemente tuvo lugar a finales del siglo X a.C. plantea un problema, porque Dan probablemente nu fue israelita sino a partir del siglo VIII a.C. En este caso, la fundación de un santuario en Dan podría ser una retroproyección de la época de Jeroboam II el cual, durante su reinado en el siglo VIII, pudo muy bien haber anexionado esta región y establecido un santuario yahvista. Los redactores de los libros de los Reyes habrían pues situado este evento bajo el “primer” Jeroboam. Se podría incluso especular que la personalidad de Jeroboam I es una construcción a partir del Jeroboam del siglo VIII cuyo reino se extiende durante un largo periodo de tiempo (hacia 787-747 a.C.).

Poco importa la cronología exacta, los autores bíblicos sugieren que, en los dos santuarios de Betel y Dan, Yahvé fue considerado como el dios del Éxodo. El plural en la exclamación de Jeroboam (he aquí tus dioses) es extraño; está retomado de la historia del becerro de oro relatada en Éxodo 32 que transfiere el “pecado de Jeroboam” al Sinaí, presentándolo como el “pecado original” de Israel. Éxodo 32 retomará o “citará” las palabras de Jeroboam poniéndolas en boca de los Israelitas en el Sinaí, deseosos de disponer de un dios visible: 

Éxod. 32:4: He aquí tus dioses, Israel, que te han hecho subir del país de Egipto.

1 Reyes 12:28: Estos son tus dioses Israel que te han hecho subir del país de Egipto.

Ex Éxodo 32, el plural es aún más extraño que en 1 Rey. 12, pero incluso en este relato, es el mismo dios Yhavé de Betel y Yahvé de Dan. Una hipótesis sería imaginar que se trata de una pareja divina en la que los dos miembros están entronados sobre pedestales zoomorfos. Se tendría aquí una alusión a una pareja divina, Yhavé en compañía de una diosa, probablemente Asherah. Aunque esto es bastante especulativo dado que no existe ningún testimonio de una asociación de Asherah o de otra diosa en el Éxodo. La solución más simple sería quizá emitir la hipótesis que, en el texto original, encontramos: “He aquí tu dios que te hizo subir de Egipto”, En efecto, en hebreo, la forma ´elohêka, que correspondería a la autopresentación de Yahvé en el Decálogo, puede traducirse por “tus dioses” o “tu Dios”. Solamente la forma verbal causativa “hacer subir” se distingue muy ligeramente en singular y en plural.

Es muy posible que los masoretas (los sabios Judíos que vocalizaron el texto bíblico) hayan retocado un singular original para hacer de este un plural y acusar así a los Israelitas del Norte no solamente de un culto icónico, idólatra, sino también de la veneración de varios dioses. 

A pesar de esta intención polémica, el texto de 1 Rey. 12 atestigua que la tradición del Éxodo está ligada primero a la veneración de Yahvé en el reino del Norte. Esta observación encuentra apoyo en el texto del libro de Oseas. En el capítulo 12, el profeta o sus editores oponen la tradición del Éxodo a la tradición del antepasado Jacob: en este texto Jacob está relacionado con en el dios “El”, y el Éxodo con el dios “Yahvé”. 

9. Si, me he enriquecido, me he labrado una fortuna, y nadie podrá acusarme de haberme enriquecido injustamente.

10. Yo soy Yahvé, tu Dios, desde el país de Egipto: aún te haré morar en tiendas como en el día del Encuentro. 

En esta oposición, se encuentra el enriquecimiento de Efraim (=Jacob, Israel) opuesto a la tradición de la salida de Egipto. La mención de las tiendas podría evocar un contexto más “nómada” que es utilizado para criticar la situación económica bajo Jeroboam II, que algunos califican de “proto-capitalismo”.

13. Huyó Jacob a las llanuras de Aram, por una mujer sirvió Israel, por una mujer guardó rebaños.

14. Pero por medio de un profeta sacó Yahvé a Israel de Egipto, y por un profeta fue guardado. 

Aquí, el texto opone, al origen del pueblo concebido como genealógico a “la mujer”, origen del éxodo concebido com profético; a la servidumbre de Jacob que se hace guardián, opone la subida fuera de Egipto de Israel gracias a Yahvé y guardada por un profeta. Si Oseas 12 data del siglo VIII, el texto critica quizá el intento de Jeroboam II de hacer igualmente de la tradición de Jacob una tradición oficial del reino del Norte, junto a la del Éxodo. 

Es, aparentemente, después de la destrucción de Samaria por los Asirios en el 722 antes de nuestra era que esta tradición llegó al reino de Judá donde fue elaborada la primera puesta por escrito, probablemente bajo el rey Josías, que hoy podemos reconstruir. 

Sobre el plan literario, es bastante difícil de reconstituir los contornos de esta tradición nordista. Moisés había ya sido ligado a esta tradición? Cuales recuerdos históricos habitan en ella? Esto nos lleva a la cuestión complicada de la historicidad del Éxodo. 

LA HISTORICIDAD DEL ÉXODO
Aunque la historia de la salida de Egipto fue puesta por escrito (por primera vez?) en el siglo VII a.C., no hay duda que los autores de esta historia se inspiraron en una tradición más antigua. Sin embargo el éxodo tal y como está relatado en la Biblia no está atestiguado en ninguna parte en los textos egipcios. La primera mención incontestada de Israel se encuentra en un documento egipcio de finales del siglo XIII a.C.: la estela de Merenptah (hacia 1210-1205). Esta estela de granito relata las victorias del rey de Egipto durante una campaña en el Levante. Se encuentran sobretodo las afirmaciones siguientes:

“166 Canaan está despojado de todo lo que es malo.
167 Ascalón es dirigido. Guezer ha sido tomado.
168 Yenoam no existe.
169 Israel está destruido, su simiente no es más.
170 Hourrou (Siria) se ha convertido en una viuda para Egipto.
171 Todos los paises están unidos; están en paz”.

El nombre “Israel” que figura en el centro del pasaje sobre las victorias en el Levante está, contrariamente a los otros nombres que se encuentren a su alrededor teniendo todos la determinación de un bastón arrojadizo que significa un país extranjero, determinado por un hombre y una mujer y por tres trazos verticales que indican el plural. Esto significa que se trata de un grupo importante y no de una región o de una localidad. La inscripción dice de este Israel que no tiene “semilla”. El significado de este término egipcio es doble: puede tratarse de semilla o de trigo. Existe la costumbre en Egipto (como en otros pueblos) de destruir los cambios de trigo de los territorios vencidos. La afirmación que Israel no tiene semilla puede igualmente evocar la práctica egipcia de cortar los penes de los enemigos muertos. El texto de la estela es quizá deliberadamente ambiguo, dado que el escriba habría podido traducir el término de manera completamente clara eligiendo tres granos de trigo para el significado “trigo” o el falo como determinativo para el sentido de “esperma, semilla”.

La identidad precisa de Israel, en esta inscripción, permanece abierta. Y qué hay que entender por “Siria”? Se trata de un sinónimo poético para Canaan? El texto de la estela sitúa a Israel sin duda entre Ascalón, Gezer al sur y Yenoam(Yanoam) al norte. Si, en esta enumeración geográfica, Ascalón y Gezer designan las extremidades sur y Yenoam el norte, se puede imaginar este Israel en la región montañosa de Efraim, o sea la región donde Saúl fundará más tarde su “reino”. Aparentemente, “Israel” en la estela de Merenptah es un grupo cuyo nombre es conocido por los Egipcios y que es considerado por ellos como un enemigo importante hasta tal punto que el Faraón o sus escribas lo juzgan digno de figurar en la lista de enemigos vencidos. 

La mención del nombre de Israel sobre esta estela no presupone de ninguna manera un “éxodo” ni una emigración de este grupo del país de Egipto. Nada se dice de una proveniencia exterior de Palestina. 

Por esta razón, se ha algunas veces contemplado un enlace entre el éxodo y la expulsión de los Hyksos que remonta a una época anterior. Se encuentra la palabra “Hyksos” por vez primera en una representación del siglo XIX en la tumba de un noble egipcio en Beni-Hasan en el Medio-Egipto. Se ve a un grupo de personajes “asiáticos” conducidos a Egipto por un grupo de soldados egipcios; el jefe del grupo semita es designado un “Hiksos” (Dueños de los países extranjeros). Aparentemente, estos Hyksos eran llevados a Egipto para trabajar. A continuación, en los siglos XVII y XVI, el término es aplicado a una dinastía que reinó en el Delta en Avaris, la nueva capital. Estos reyes, de los que se desconoce el nombre exacto, eran de origen Semita (probablemente surgidos en Siria-Palestina). Parece que estos Hyksos introdujeron la veneración del dios de la tormenta semita, Baal, en el panteón egipcio identificándolo con Seth. Las fuentes egipcias, sobretodo el historiados Maneto, consideran a estos reyes como usurpadores y sus reinados como una época particularmente oscura. Sin embargo, estos reyes habían asimilado la cultura egipcia y favorizaron el arte y la literatura. Los príncipes de Tebas vencieron a los Hyksos durante el reinado de Amosis (1539-1514), con el cual comienza el Nuevo Imperio. Amosis expulsa al último rey Hyksos hacia Palestina. Este evento sería quizá la base de las tradiciones sobre Moisés y sobre el Éxodo? Es poco plausible. La diferencia cronológica con el surgimiento de un etnia nombrada “Israel” en Palestina cerca del siglo XIII es demasiado grande. Por otro lado, los Hyksos son reyes y no una población situada en la parte baja de la escala social. Es, por tanto, difícil de identificar su reinado con la situación de servidumbre de los Hebreos que presupone el relato del Éxodo. Sin embargo, el recuerdo de este periodo era lo suficientemente fuerte para haber dejado algunas huellas en la Biblia. 

Los textos bíblicos indican que la estancia de los Israelitas en Egipto duró cuatrocientos años(Gén. 15:13) o incluso cuatrocientos treinta años (Éxod. 12:40); estas cifras tienen más que nada un valor simbólico y no son de directa pertinencia para el historiador; pueden, no obstante, reflejar la idea de una duración larga que no se correspondería con el relato del libro del Éxodo, el cual sitúa los eventos que corresponden a la estancia de los Hebreos en Egipto y su salida durante la vida de tres faraones. 

Durante el Nuevo Imperio, la presencia de grupos de población provenientes de Siria-Palestina constituye un fenómeno constante. Algunos de estos grupos llegan como prisioneros de guerra, otros son vendidos como esclavos, otros desciende por su propia cuenta a Egipto. Una lista del botín de Amenofis II (1438-1412) menciona entre los prisioneros a los “Shasu” (15 200) y a los “Apiru”(1) (3 600). Los Shasu designan a pequeños ganaderos, pastores sem-nómadas que pueden ocasionalmente dedicarse a actividades bélicas. Se los encuentra, según los textos Egipcios, en el Líbano, al sur de Palestina y en las montañas, en Transjordania, así como en la península del Sinaí. En una lista de Amenofis III de Soleb a Sudán (hacia el 1370), se encuentra entre otras diferentes menciones de estos nómadas la indicación de su territorio; tenemos entre ellas “país de los Shasu-Yhw(h)” o “Yhw(h) en el país de los Shasu”. La misma designación aparece en otro lugar, en Soleb, al igual que en un lista que se encuentra en un hall del templo de Ramses II en Amarah Oeste (igualmente en el Sudán)(2).

En esto textos, “Yhw(h)” parece ser un término geográfico (una montaña?) y, quizá también, un nombre divino; esto puede explicarse por el hecho que el dios de cierto lugar puede ser identificado con este lugar y así tomar el mismo nombre. Se podría pues imaginar que un grupo de Shasu, que mantenía relaciones conflictivas con Egipto, es el origen de la tradición del Éxodo y el que introdujo la veneración de Yahvé en Israel. En efecto, el Egipto de los siglos XV al XII, controlaba Siria-Palestina como lo confirma, por ejemplo, la correspondencia de El-Amarna(3). Numerosas inscripciones egipcias dan testimonio de un control Egipcio de Canaan particularmente intenso durante los siglos XIII y XII.

Se puede imaginar la construcción de una memoria cultural mediante la transferencia a Egipto de la situación en Canaan. Durante varios siglos, los faraones explotaron el Levante, deportaron a esclavos, exigieron fuertes tributos, etc. Ramsés III se vanagloria aún, según el papiro Harris I, de haber llevado a Egipto una decena de millares de prisioneros cananeos. La retirada de Egipto del Levante que se puede situar a grosso modo hacia finales de la época de los Ramsés (bajo Ramsés VI, 1141-1133) puede haber sido vivida como una liberación. A esto se puede añadir la observación que entre el comienzo de la monarquía Israelita hasta cerca del siglo VII, no hubo hostilidades entre Judá y Egipto. En la época del rey Josías, el faraón Neko II ocupó Siria-Palestina durante algunos decenios y pudo haber ya reducido a Josías a la posición de vasallo. Según algunos investigadores, sería solamente en este momento que la historia del Éxodo habría sido inventada por vez primera. Pero esta hipótesis plantea fuertes problemas cronológicos.    

Habría más bien que imaginar varias huellas de memoria que sirvieron para construir el relato del Éxodo. Entre estas huellas de memoria pueden figurar, como ya se ha visto, algunos recuerdos de los Hyksos y, quizá también, recuerdos del faraón iconoclasta Akenatón al que más tarde el sacerdote Maneto parece haber querido identificar con Moisés.

También es interesante mencionar en este contexto un texto Hurrita traducido al Hitita, que se ha dado en llamar a menudo “el cántico de la liberación”(4). Este texto que data aproximadamente del 1400 a.C., explica la caída de la ciudad de Ebla. El dios Teshub exige de los habitantes de Ebla la puesta en libertad de los habitantes de Igingallish (una ciudad del Norte de Siria, quizá se trate de Igakalish), o de lo contrario destruirá la ciudad -lo que finalmente hizo aparentemente (falta el texto). Se trata pues de una etiología de la caída de la ciudad de Ebla, que es explicada mediante un escenario comparable al del libro del Éxodo. Esto no quiere decir de ninguna manera que los autores del Éxodo conocieran este texto, sino que existen constelaciones donde un dios de la tormenta interviene mediante la guerra y la destrucción contra un pueblo/una ciudad que ha reducido a la esclavitud a un grupo del cual él se ocupa.

Se puede también imaginar que la tradición más antigua del Éxodo no incluía aún a Moisés. Esta hipótesis se funda en la observación que, en numerosos Salmos y textos poéticos, Yahvé mismo es el autor del Éxodo sin que Moisés sea mencionado, como es el caso, por ejemplo, en Deut. 26:5-9. Fuera del Pentateuco, Moisés en tanto que agente del Éxodo no es tan frecuentemente nombrado como se podría creer.

Aunque la búsqueda de la historicidad del Éxodo pueda ser apasionante, no hay que olvidar que no es la huída de un pequeño grupo de nómadas o marginales lo que constituye el Judaísmo, sino la construcción de un relato como el del libro del Éxodo. 

Por otro lado, el relato bíblico muestra en sí mismo que no quiere ser comprendido como un “relato histórico”, sino más bien como un relato teológico: los diferentes faraones no aparecen con sus nombres; la situación en Egipto es poco precisa. El relato del Éxodo no es pues histórico, es el resultado de una “nemohistoria” según el egiptológo Jan Assmann. 

No es el contexto histórico lo que importaba a los redactores del libro del Éxodo, sino los mensajes que querían transmitir. Esto no excluye alusiones históricas aunque estas hacen alusión a la época de la puesta por escrito de la epopeya del Éxodo.        
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  1. Los Apiru son grupos de marginales, mencionados frecuentemente, pero se ha asimilado el nombre al término “Hebreo”. El debate sobre este tema no está aún cerrado.
  2. Amarah Oeste fue el lugar donde estuvo establecida la administración Egipcia de la Alta-Nubia(Kush) a partir del reinado de Seti I (1306-1290 a.C.) que fue conocido con el nombre de “casa de Ramsés el amado de Amón. 
  3. La fecha exacta de esta correspondencia es incierta: se la puede situar entre 1380 y 1330 cuando la ciudad de Amarna es abandonada.
  4. Traducción al Alemán, G. Wilhelm, “Das hurritisch-hethitische “Lied der Freilassung””, TUAT, 2001, p. 82-91.

                            













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