domingo, 28 de agosto de 2022

MAYA, EL VELO, EL ABSOLUTO

MAYA, EL VELO 

El Supra-Ser es lo Absoluto o lo Incondicionado, que por definición es infinito, luego ilimitado; pero se puede decir también que el Supra-Ser es lo Infinito, que por definición es absoluto. En el primer caso, el acento se pone sobre el simbolismo de la virilidad, en el segundo, sobre la feminidad; la suprema Divinidad es ora Padre, ora Madre. Las nociones de Absoluto y de Infinito no indican, pues, por sí mismas una polaridad, salvo cuando se las yuxtapone, lo que corresponde ya a un punto de vista relativo. Por una parte el Absoluto es el Infinito, y viceversa; por otra parte, el primero sugiere un misterio de unicidad, de exclusión y de contracción y, el segundo, un misterio de totalidad, de inclusión y de expansión. 
La Relatividad toma impulso en el aspecto de Ilimitación de lo Incondicionado, y procede por velamientos sucesivos hasta el punto límite de alejamiento, punto que nunca es alcanzado, puesto que es ilusorio, o que sólo es alcanzado simbólicamente; para nuestro mundo, este punto límite es la materia, pero se pueden concebir puntos límites indefinidamente más solidificados, y con mayor razón mucho más sutiles. Ahora bien, no hay cosmogénesis sin teogénesis; éste término es metafísicamente plausible, pero es malsonante por el hecho de que parece atribuir a las Hipóstasis un devenir, cuando no puede tratarse más que de sucesión principial en dirección a lo relativo. El punto final de la teogénesis es la Hipóstasis más relativa o más exterior, a saber, el "Espíritu de Dios", que, aun siendo ya creado puesto que ocupa el centro luminoso de la creación, es sin embargo todavía divino; él es el Logos que prefigura, por una parte, al género humano como representante natural de Dios en la tierra y, por otra parte, el Avatara como representante sobrenatural de Dios entre los hombres. 
La polaridad "Incondicionado-Ilimitado" --en la medida en que se puede tratar aquí de una polaridad, lo que resulta, no del sentido de estas palabras, sino únicamente de su yuxtaposición comparativa, la cual limita precisamente sus significados---, esta polaridad se repite en la estructura del Velo, o de Maya, o de la Relatividad, lo que nos lleva al simbolismo del tejido: el primer término de la polaridad es la urdimbre, o la dimensión vertical o masculina, mientras que el segundo término es la trama, o la dimensión horizontal o femenina; y cada una de estas dimensiones, en todos los niveles, comprende elementos de Existencialidad, de Conciencia y de Beatitud, conforme al ternario vedántico, y de una manera o bien activa, o bien pasiva, según los elementos procedan de la urdimbre o de la trama. La complementarieda "Incondicionado-Ilimitado", que incluye estos tres elementos, produce así, en un juego indefinido y tornasolado, el río inconmensurable de los fenómenos; el universo es así un velo que por una parte exterioriza la Esencia y por otra se sitúa en esta misma, como Infinitud. 
En lenguaje islámico, la polaridad divina, que he comparado con la urdimbre y la trama, se expresa mediante la letra alif, que es vertical, y la letra ba, que es horizontal; son las dos primeras letras del alfabeto árabe, una que simboliza lo determinativo y la actividad, y la otra la receptividad o la pasividad. Las mismas funciones se expresan mediante las imágenes del Cálamo (Qalam) y de la Tabla (lawh): en todo fenómeno y en cada nivel cósmico hay una "Idea" que se encarna en un receptáculo existencial; el Cálamo es el Logos creador, mientras que las Ideas que contiene y que proyecta proceden de la "Tinta" (Midad). La misma polaridad se encuentra en el microcosmos humano, ya que el hombre es a la vez "vicario" (khalifah) y "servidor" (abd), o intelecto y alma.
Según un célebre hadith, Dios era un tesoro oculto que quiso ser conocido y que por esta razón creó el mundo. Estaba oculto a los hombres todavía inexistentes; es por consiguiente la inexistencia de los hombres lo que constituyó el primer velo. Dios creó el mundo para los hombres a fin de ser conocido por ellos y de proyectar su propia Felicidad en innumerables conciencias relativas. Por esto se ha dicho que Dios creó el mundo por amor. 
Allí donde está Atma, allí está Maya, la Vida intrínseca y el Poder de despliegue extrínseco. En lenguaje islámico, y dejando de lado la noción de HIjab, se dirá que allí donde está Allah, allí está la Rahmah, la infinita Clemencia y Misericordia, y esto es lo que expresa esta fórmula fundamental que inicia las suras del Corán y, en la vida humana, todo escrito y toda empresa: "En el nombre de Dios el Muy Clemente, el Muy Misericordioso". El hecho de que se añadan estos nombres de infinita Bondad al nombre de Allah indica que la Bondad está en la Esencia misma de Dios y que no es, como la mayoría de las cualidades divinas, un elemento que sólo aparece por refracción en el plano ya relativo de los atributos; esto quiere decir que la Rahmah pertenece a la Dhat, la Esencia, y no los atributos, Sifat. La Rahmah es Maya, no en el aspecto de Relatividad y de Ilusión, sino en el de Infinitud, Belleza y Generosidad. 

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