MITRA (II)
DEL IMPERIO AQUEMÉNIDA A LOS PIRATAS CILICIOS
El problema más arduo es el de saber por qué y como el Mitra iraní pudo imponerse en ciertos sectores del Oriente aqueménida, posteriormente helenístico, hasta el punto de alcanzar posteriormente el Occidente Romano. Más difícil aún es el tema de las circunstancias históricas en las que este culto persa se convirtió en una religión de los misterios, con su liturgia y su teología especificas, o sea: cómo, partiendo del Mitra oriental, se formó un mitraísmo greco-romano?
En reacción a F. Cumont, S. Wikander a negado toda relación entre el Mitra iraní y el de los misterios: tesis paradójica e insostenible. Hay que examinar el lugar que ocupaba Mitra en el reino persa, y en las monarquías helenísticas posteriores donde está presente sea materialmente en la iconografía y las inscripciones, sea onomásticamente.
LA PERSIA AQUEMÉNIDA
El nombre de Mitra es ignorado en los Gatha (incluso cuando es disimulado funcionalmente bajo el nombre de Vohu Manah). También es ignorado en la epigrafía de los primeros reyes aqueménidas que se consideran a menudo como “zoroastrianos”. Mitra era, no obstante, el “Baga” (dios) por excelencia. También, cuando en su proclamación de Behishtun, Darío declara: “el gran Baga, es Ahura Mazda”, uno se pregunta si no está haciendo profesión del Zoroastrismo, porque ésta es una manera de excluir a Mitra. Esta “revolución blanca” hace pensar que los predecesores de Darío honoraban a otros “bagas” diferentes a Ahura Mazda. J. Duchesne-Guillemin(1) ha interpretado el rosetón esculpido en la parte frontal de la tumba de Ciro como símbolo de Mitra. Más tarde el nombre del dios se leerá como Mithra y Mitra que es en Medo (en antiguo Persa, es *Missa que debería ser el Mithra del Avesta). Ciro habría, pues, adorado a un dios medo, y el hecho que se conserve su nombre medo indicaría que en el culto persa de Mithra hay una tradición nor-iraní.
Pero los Magos eran una tribu meda y, según Xenofón, es Ciro quien los habría instalados en Persia. Además, la reacción anti-meda de Darío, quien persiguió a algunos Magos después del intento fallido de usurpación del trono de Gaumata, coincide con la desaparición oficial de Mitra, lo que no quiere decir que todos los Magos estuvieran ligados a Mitra. Xerxes tuvo aparentemente la misma política religiosa que su padre. Habiendo reprimido (en Babilonia?) una revuelta que se apoyaba en cultos locales, dijo haber destruido un santuario de “daiva” (demonios) e instaurado en su lugar el culto a Ahura Mazda. Según R.C. Zaehner, los mitraistas procedían de los devotos iraníes de los “daiva” que habrían encontrado refugio en Mesopotamia durante la época de las prohibiciones promulgadas por Xerxes. Esta hipótesis no tienen ningún fundamento serio.
Incontestablemente, Mitra está ahora eclipsado en el culto real por el gran dios zoroastriano. Pero la antroponomia persa atestigua su popularidad, sobre todo bajo el nombre de “Baga”. Inscripciones en Persépolis nos hacen conocer a sacerdotes elamitas y Magos que honoran a Ahura Mazda al mismo tiempo que Mitra. Oficialmente, no obstante, el dios no reaparece en la epigrafía sino a partir de Artaxerxes (405-359). El gran rey dice haber reconstruido con el favor de Ahura Mazda, de Anahita y Mitra el palacio que había ardido bajo el reinado de su abuelo Artaxerxes I; ora a los tres dioses de protegerlo del mal. En una inscripción de Artaxerxes III, solo Ahura Mazda y Mitra son invocados: “Que me protejan, así como a mi país y lo que he construido”! Este dúo Ahura Mazda-Mitra se corresponde con el “Mesoromasdes” al que se encomendaban los reyes de Persia, con inversión del orden de los nombres conforme al mazdeísmo oficial (cf. la sustitución de Ahura-Mitra por el Mitra-Ahura en el Avesta).
Mitra permanecía estrechamente asociado al dios supremo como divinidad tutelar del soberano (el Romance de Alejandro designa a Darío como compartiendo el trono de Mitra, “Sintronos to Mitra”. Esta relación particular con la función real está ilustrada por la fiesta de los Mithrakana (convertidos en Mihragan), único día en el que el rey de Persia sacrificando personalmente a Mitra tenía derecho a embriagarse; este día también los sátrapas de Armenia le hacían un regalo de veinte mil caballos. En la inscripción trilingüe de Xanthos (Licia), al dios griego Apollon (Apolo) le corresponde en la versión aramea el nombre de Hshatrapati, “Señor del poder”. Ahora bien el Mitra Avéstico como el Mitra védico, era un dios de “poder”, y sus atributos solares no podían sino facilitar la equivalencia atestiguada en Xanthos. Bajo el nombre de “Shadrapha”, es el mismo dios (Apollon-Mithra) que iba a prosperar en el mundo púnico(2).
El par que forman Mitra y Anahita corresponde probablemente ya al del Sol y la Luna. Es debido a sus lazos con la diosa que Herodoto le da el nombre de Mitra a la Afrodita persa. Ella se identifica con la diosa guerrera en el templo en el que se hizo consagrar rey Artaxerxes II en Pasargada (Plutarco, Artax., 3:1). Mitra es también el dios del Juramento. Los reyes Persas juraban o hacían jurar por Mitra invocando la luz (Plutarco, Alex., 30), lo que lo asimilaba al astro diurno, testigo y guardián de la verdad. Estrabón (XV, 3:13) escribe que los Persas dan al Sol el nombre de Mitra. En fin, Quinto Curcio nos muestra a Darío III Codomano orando “al Sol, Mitra y al fuego eterno” para que inspire a los soldados una Valentía digna de sus antepasados, lo que hace de él un dios de los ejércitos, comparable al Mitra del Yasht X. Después de una especie de evicción a favor de Ahura Mazda, Mitra regresa al primer plano de la teología oficial, quizá bajo la presión de la fe popular o la influencia de los Magos, como los de Persépolis, y, sin duda, el entorno del rey también, como bien lo indican los nombres teofóros de padres o dignatarios.
Si no, cómo se explica la difusión ulterior del culto mitraico? Según F. Cumont, los Magos establecidos en Babilonia habrían sido influenciados por la astrología Mesopotamia, y el mitraísmo procedería de este sincretismo “caldeo-persa”. Con matices y argumentos variados, esta hipótesis apoyada por F. Saxl y R.C. Zaehner ha recibido recientemente la aprobación de G. Gnoli y de A.D.H. Bivar. “La iconografía de Mitra petrogeno remontaría a la de Shamash emergente de la montaña; el Nergal mesopotamio habría inspirado la imagen del Tiempo leontocéfalo; la identificación en Commagene de Mitra con Hermes transcribiría los lazos del babilonio Nabu con el planeta Mercurio”.. Se ha hecho valer también la adopción del cómputo babilonio para los Mthrakana, convertidos en fiesta de primavera después de haber coincidido durante mucho tiempo con el comienzo del invierno.
En fin, ningún monumento atestigua ni en Babilonia, ni en la Baja Mesopotamia el desarrollo de un “protomitraísmo” (el relieve de Uruk-Warka no tiene nada de mitraico). Se ha hecho un caso muy grande de la astrología, que, sin duda, cuenta considerablemente en la religión mitraica. Pero esta astrología es helenista, y no “babilonia”. La escala mística de los mitraistas (Orignes, Contra Celso., VI, 22) reposa sobre la semana planetaria que no es de origen caldeo. Las búsquedas recientes sobre la herencia meda del nombre Cautes “el dadóforo del Sol ascendiente en la imaginería mitraíca”, nos orientan más bien hacia el norte o el noroeste de Irán, igual que algunos otros datos onomásticas. Se ha sobrevalorado la importancia del clero babilonio en la formación del mitraismo.
EL MUNDO HELENO
La conquista de Alejandro y la caída del Imperio Persa no hicieron desaparecer las aristocracias locales de descendencia iraní que permanecían fieles a sus dioses ancestrales. Muchas dinastías se reclamaban de ascendencia aqueménida. Fue el caso de los reyes de Armenia, Capadocia, del Ponto y de Comagene. Precisamente en estas regiones el culto de Mitra está bien atestiguado. Los nombres teóforos de los reyes del Ponto (del famoso Mithridates VI Eupator, sobretodo) confirman esta devoción. De los reyes Partos (Mithridates Iº el Grande, en cuyo reinado algunos sitúan la redacción del Yasht X), a partir del siglo II a.C., y de los reyes del Bósforo (siglo I a.C.) llevaron este nombre que significa “dado por Mitra". De todas formas, el dios no aparece explícitamente en las monedas partas o pónticas. Pero en la época helena, Mitra está presente del este al oeste, de Partia al Ponto Euxino.
En Armenia el nombre de los templos paganos, “Mehean” (*Mihriyan), es el mismo de los antiguos “Mithraea”. Una leyenda Armenia hace de Mitra (Meher) un dios caballero que se mete en una caverna en compañía del cuervo negro, para no salir sino al fin de los tiempos: el Tauróctono greco-romano será también un dios del antro acompañado del cuervo, y el título de “Cuervo” será el primer grado de la jerarquía iniciática(3). La costumbre caucasiana de sacrificar un toro robado no es extraña tampoco a la religión del dios “Bouklopos” o “ladrón del buey” (Porfirio, “De antro Nympharum”, 18). Por otro lado, el Pseudo-Plutarco sitúa la historia de Mitra petrógeno del lado del Araxe en Armenia, y G. Widengren acerca la del héroe Osetio Sozryko al sur del Caucaso, cerca del norte de Media(4).
Es en Asia Menor (en lugar de Mesopotamia) que hay que conjeturar los contactos greco-iraníes de donde procederán los misterios mitraicos. El éxito ulterior del mitraismo en las regiones danubianas se explica en función de la cercanía del Bósforo y del Ponto. Pero el problema de las condiciones en las cuales se pudo organizar un culto iniciático está por resolver. Donde los testimonios son de lo más explícitos, ningún documento arroja el más mínimo de luz sobre este tema. Los monumentos de Mithradates Kallinikos y de Antioco Iº , su hijo, rey de Comagene durante el siglo I antes de nuestra era, ilustran bien el sincretismo greco-iraní de la época helena. Las inscripciones de Nemrud Dagh identifican a Mitra con Helios-Apollon (Apolo) y Hermes (se podrá encontrar en el culto romano un Mitra-Mercurio). En la imaginería esculpida, la astrología, y la “dexiosis” también tienen su lugar, pero Mitra (coronado con rayos solares) no es el único dios que estrecha la mano del rey: Zeus-Oromasdes, Hércules, la Comagene personificada hacen otro tanto. Mitra cuenta como protector oficial del soberano, pero no es aún el dios de los misterios. El corredor rupestre descubierto en el santuario de Arsameia sobre el Ninfeo no tiene nada de “spelaeum” mitraico. Hasta hoy día la arqueología comagenia no ha descubierto ninguna representación de Mitra tauróctono, ni el más mínimo índice de una estructura iniciática.
LOS PIRATAS CILICIOS
El primer testimonio relativo a un Mitra mistérico nos lleva al Asia Menor. Plutarco (que escribió hacia el 100 d.C., pero depende de fuentes más antiguas, quizá de Posidonio) nos dice que los piratas cilicianos combatidos por Pompeyo realizaban “sacrificios extraños” en Olimpos en Licia y que de estas ceremonias derivarían los misterios mitraicos celebrados en su tiempo. la validez de este texto ha sido puesta en duda; pero Plutarco leía probablemente de su informador detalles que le autorizaban a hacer esta comparación con la liturgia del Tauróctono, conocida en Roma hacia el 90, durante la época en la que el historiado allí vive. La Cilicia era vecina de la Comagenia donde Mitra recibía un culto real y en parte helenizado. Un altar consagrado por un sacerdote y “Padre” de Zeus-Helios-Mitra atestigua su culto en Anazarbos en el siglo II d.C. Cuando Gordiano III (238-244) salió en campaña contra los Persas, la ciudad de Tarso en Cilicia hizo acuñar una moneda que llevaba en el reverso un Mitra radiante inmolando al toro.
El hecho que este culto mistérico hubiera iniciado su desarrollo en un medio de resistencia armada contra el orden Romano es en sí significativo. Estos “terroristas” estaban dirigidos, al menos en parte, por antiguos oficiales del ejército de Mithridates que en fuga después de la muerte del rey, quisieron continuar la lucha. Se puede pensar que no eran extraños a la adopción de Mitra como garante divino de su guerra “anti-imperialista”. Al tratarse de una organización militar clandestina, se concibe que el título de “soldado” (Miles) hubiera podido devenir un grado iniciático. Se comprende también que un dios del “contrato” haya patrocinado a grupos de combatientes unidos por un compromiso mutuo bajo la fe del juramento.
Según G. Widengren, Mithriadates habría explotado los oráculos atribuidos a Histaspes en su guerra psicológica contra los Romanos. En esta colección de profecías apocalípticas, la historia del mundo contaba siete milenios que se cumplían en el del Sol, siguiendo un esquema que se encuentra más tarde en el símbolo mitraico de la escala de siete puertas. Este esquema que coincide con una semana planetaria al revés (de sábado a domingo) es tributario de la astrología babilonia, a pesar de lo escrito por F. Cumont. El oráculo anunciaba a un salvador, “gran rey” enviado por Zeus como “jefe de la santa milicia” (dux sanctae militiae). El Mitra de los misterios greco-romanos será él también el protagonista de una “sancta militia2. Pero que la difusión de estas profecías haya abierto el camino al éxito de Mitra es indemostrable.
LOS MAGOS
Cuál fue el papel de los “Magos helenizados” (por retomar el título del libro publicado en 1938 pro J. Bidez y F. Cumont) en la elaboración de los misterios greco-iraníes y sin duda también en una doctrina escatológica?
Los dioses de los Magos persas se establecieron en Asia Menor. No venían necesariamente de Babilonia (como los “Maguseanos” de los que habla Basilio de Cesarea –siglo IVº de nuestra era!). La herencia de los pueblos del Este sería suficiente para explicar la penetración progresiva en el Oeste y el Noroeste de las tradiciones medo-persas. Cerca de los comienzos de nuestra era, Estrabón describe el culto del fuego practicado por los Magos en Capadocia. Pero no hace referencia alguna a una liturgia mitraica. Un siglo más tarde, el retórico Dion Crisóstomo, originario de Asia Menor, parafrasea los himnos que los Magos cantaban, parece ser, “en sus ceremonias secretas”. Pero nada prueba, como sostuvo F. Cumont, que se tratase de los misterios de Mitra cuyo nombre no es mencionado. Según Plinio el Viejo (Hist. Nat. 30, 17), Tiridates llegado a Roma para hacerse coronar rey de Armenia habría iniciado al emperador Nerón en los “banquetes de los Magos”, y estos banquetes hacen pensar en los banquetes mitraicos tanto más por cuanto este Tiridates habría saludado a Nerón llamándole Mitra (Dion Casio, 63, 1, 7). Pero la alusión de Plinio es imprecisa. La asimilación de Nerón con Mitra puede explicarse en función de las pretensiones solares del emperador cítaro y de las atribuciones del dios iraní en materia de soberanía.
Es cierto, por lo tanto, que la tradición literaria helena ligaba el culto de Mitra con los Magos. Eubulo hablaba de manera circunstancial en su obra perdida sobre Mitra (Porfirio, “De abstientia, IV, &). Este mismo Eubulo hablaba también de Zoroastro como fundador de los misterios: primero habría consagrado una gruta en honor de Mitra (Porfirio, “De antro Nympharum, 6”). En el siglo IVº d.C., Firmico Maternus (“De errore profanarum religionum, 5”) atribuye a los Magos una teología del fuego bífido cuya hipóstasis masculina corresponde a Mitra.
La epigrafía y la arqueología confirman esta creencia que solidarizaba al mitraismo y los Magos. En el Mithraeum de Dura-Europos en el Eufrates, el nicho que abriga los relieves cultuales está flanqueado por los retratos de dos Magos vestidos a lo persa que presiden como doctores, con un libro en la mano (se les ha identificado como las figuras de Zoroastro y Ostanes). Entre los grafitis de este santuario se ha descifrado el título de “mago”. El adjetivo “magicas” se lee igualmente como “graffito” en el Mithraeum del Gran Circo de Roma. En estos dos últimos casos, se trata de documentos con fecha en el siglo III d.C. Pero es en el siglo IIIº antes de nuestra era, según E. Benveniste (en el siglo I después, según H. Gregoire), que tendría lugar la inscripción de Ariaramneia (Farasha), en Capadocia: un “strategos” iraní de nombre y ascendencia consagró el recuerdo de un “sacrificio del Mago” ofrecido en homenaje a Mitra. En realidad, “maga” significaría “ofrenda, sacrificio”, según algunos iranizantes(5), y los Magos serían primitivamente los “sacrificadores”. De hecho, Herodoto (I, 132) nos dice que no se puede sacrificar sin un Mago. Los Magos habrían tenido entre los Persas, igual que los druidas entre los Galos, el monopolio de los sacrificios. Su presencia en el culto de Mitra, al menos en el origen, se explica fácilmente y es posible que algunos de entre ellos hayan contribuido a la formación de una religión de los misterios. Pero, a parte de Dura, el título de Mago no aparece ni en la terminología del personal sacerdotal, ni en la jerarquía iniciática. Todo lo que se puede afirmar es que algunos mitraistas de la época romana se decían de Zoroastro y de los Magos como santos fundadores de sus liturgias mistéricas.
El mitraísmo no surgió armado de un espíritu genial, como lo afirma R. Merkelbach. La organización de los misterios y la elaboración de una doctrina no fueron el trabajo de un día. En tanto que religión iniciática, al margen de los cultos griegos y públicos de las ciudades, el mitraísmo aparece (parece ser) en Asia Menor en el siglo I a.C., en un contexto político-militar de oposición a Roma. Lo que no quiere decir que existía tal y como lo mostrarán los monumentos epigráficos y figurativos del siglo II d.C. Antes de la época antonina, donde no se descifra nada respecto a la jerarquía y ritual que reglamentarán los siete grados iniciáticos. Pero los indicios que nos da Plutarco autorizan al menos a considerar que el Mitra de los piratas cilicios está lo suficientemente diferenciado del Mitra medo-persa y sobretodo del Mitra avéstico como para llevar todas las promesas del mitraísmo greco-romano. Aparece en el primer plano del culto; patrocina una sociedad de hombres y más exactamente de “soldados”; es honorado mediante sacrificios de un tipo particular que deben haber tenido relación con la tauroctonía. Estas tres características lo designan como un dios salido de la crisálida Iraní.
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1. Le Dieu de Cyrus, Acta Iranica, 3, Teheran-Liege, 1974, p. 17.
2. A. Dupont-Sommer, “L´énigme du dieu “Satrape” et le dieu Mithra”, CRAI, 1976, p. 648.
3. J.A. Boyle, “Ravens´s Rock: a Mithraic Spelaeum in Armenian Folklore?, Etudes Mithriaques (Acta Iranica, 17)”, p. 59-73.
4. Se ha creído poder reconocer al Mitra caballero en un dibujo en una ánfora encontrada en Georgia datable del siglo IVº a.C., y se ha supuesto que su culto había llegado a la Cólquida desde el reino aqueménida: G.R. Tsetskhladze, “The Culto f Mithras in Ancient Colchis”, RHR, 209, 1992, p. 115-124. Pero la identificación del dios ha de ser tomada con cuidado.
5. M. Molé, “Culte, mythe et cosmologie dans l´Iran ancien. Le problème zoroastrien et la tradition mazdéenne, Paris, 1963, 148.
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