lunes, 2 de enero de 2012

MITRA (I)

MITRA (I)

PROTOHISTORIA
El significado original del nombre de Mitra continua siendo discutido. En védico, “mitra” significa “amigo” en masculino, “alianza, amistad” en neutro. El avéstico “mithra” designa el “contrato”. Desde A. Meillet(1), muchos admiten que Mitra es la personificación del contrato. En efecto, el proceso según el cual un nombre neutro de abstracción o de apariencia abstracta se convierte en nombre de una divinidad está bien atestiguado en otras partes (en latín Venus, Fides, Cupido). El problema es que los atributos y representaciones del Mitra védico como las del Mitra iraní van más allá de la noción de “contrato”, al menos en el sentido moderno y jurídico del término.

Provisto de un sufijo instrumental “-tra (-tro: cf. lat. “aratrum” -útil de labor-; gr. “arotron” con el mismo sentido; “eretron” –remo-), el apelativo “mitra” estaría formado en su grado cero (*mi) de una raíz *mei-/moi- que se encuentra en todas las lenguas indoeuropeas (lat., munus/moenus, communis, mutuus, Mutare; alem. “gemeinsam”; Lituan. “maina”) con la idea de “intercambio” (Meillet). Los pactos de amistad están caracterizados por intercambios de regalos que atestiguan la buena voluntad recíproca de los contratantes. Otros (Peterson, Günter, Walde y Pokorny, Scherer, Eilers) relacionan “mitra” con una raíz *mei- que significa “ligar, juntar” (cf. gr. “mitra” –cintura, lazo), que tendría pues un valor muy próximo al sentido que le da Meillet. Recientemente, W. Lentz ha descifrado la idea de “pietas” haciendo derivar el nombre “mitra” de una raíz ma- (me) que significa “medida, medida justa” (cf. gr. “metron”), grantía del lazo social y familial. En fin, J. Gonda hace valer otra raíz mei-/moi del sánscrito “máyah” (restauración, revigoración), glosando un poco sobre los textos védicos relativos a Mitra(2).

Ninguna de estas dos últimas explicaciones ha superado la de Meillet que es la que aceptan hoy día la mayor parte de especialistas, incluso cuando el lingüista francés tuvo la torpeza de entender la palabra “contrato” en sentido restrictivo oponiéndola a la noción de amistad. Mitra (contrato) y mitra (amigo) no ilustran un caso de “homonimia accidental” (I. Gershevitch), porque no hay amistad sin compromiso “mutuo”. Esta reciprocidad crea un lazo, una alianza: prolongación semántica natural que no tiene por qué estar aislada de la raíz mei-/moi (intercambiar). El esquema evolutivo: “obligación mutua (mediante el intercambio de regalos)” = “amigo, amistad” = “dios Mitra” es históricamente verosímil(3). La raíz *mei- “ligar” se confunde probablemente con la idea que, por la noción misma de intercambio, connota la idea de reciprocidad.

Mitra sería pues inicialmente el garante de la “fides”, del acuerdo que consagra el orden del mundo y de la sociedad. O sea, tanto las relaciones entre los dioses y los hombres como entre los hombres mismos. Esta función fundamental elucida a la vez las representaciones védicas y avésticas, ver la identificación ulterior del dios con el sol o la luz. En la época Romana, será el dios de la fe que se da a los contratantes mediante la “dexiosis”, estrechamiento de manos, juramento sobre el fuego del altar.

EL MITRA VÉDICO
En un tratado concluido hacia el 1380 a.C. entre el rey hitita Subbiluliuma y el rey de Mitani Mativaza son invocados como testigos y garantes del compromiso Indra y los Gemelos Nasatya. Esta secuencia, que transcribe teológicamente las tres funciones de la sociedad indo-europea, coincide con la que se encuentra en la religión Védica, y da que pensar que estos Arios de Mitani representaban una rama de los futuros Indios extraviada en Occidente.

Mitra y Varuna védicos están normalmente acoplados (bajo la forma dual Mitra-Varuna) como las dos caras antitéticas y complementarias de la soberanía. Mitra encarna el aspecto jurídico-sacerdotal, benevolente, conciliador, luminoso, cercano a la tierra y los hombres; Varuna, el aspecto mágico, violento, terrible, tenebroso, invisible y lejano. Esta oposición en el interior de un mismo género no está tan clara en los himnos del Rig Veda como en los comentarios litúrgicos y teológicos que pertenecen a una época posterior. Pero no hay razón alguna para interpretar esta diferencia en términos evolutivos, ni sobre todo para llevar los dos términos da la antinomia a una casi sinonomia, como lo ha intentado P. Thieme (tratando de explicar el nombre Varuna como “La Verdadera Palabra”, etimología puramente conjetural y muy controvertida). Mitra y Varuna garantizan los dos, en tanto que dioses soberanos, el “rta”, es decir el orden cósmico, religioso y moral. Pero el primero –dios “amigo”- arregla los problemas de manera amistosa, mediante contactos entre las partes y su buena voluntad recíproca: armoniza y, como lo dice un himno del Rg Veda (3, 59), hace que “la gente se entienda” (L. Renou traduce: “que jerarquiza a los hombres”), mientras que Varuna, dios “enlazador”, es el guardián estático y temible del “rta”. Mitra encarna pues algo de la negociación razonable, de la equidad. Es “fuerza deliberante”, mientras que Varuna es fuerza actuante”. En la función soberana, representa al rey-sacerdote (es Brahman) y tiene afinidades con los Vasu, divinidades ligadas a la tercera función, Varuna dotado del “kstrá” (poder de la fuerza) es puesto a veces sobre el mismo plano que Indra, dios guerrero. También se le han atribuido (guardando todas las proporciones) los poderes “espirituales” y “temporales”. Desde este punto de vista también, G. Dumézil ha comparado al dúo védico con el de los dos primeros reyes de Roma, Romulo y Numa, quienes corresponderían respectivamente a Varuna y Mitra.

Para concluir un contrato o acuerdo, hay que ofrecer una víctima blanca a Mitra. Pero curiosamente a este dios sacerdotal que, en el mitraismo romano, dará el ejemplo de la tauroctonía (o inmolación del toro) le repugnan los sacrificios sangrientos. Se niega a asociarse con los dioses que quieren asesinar a Soma alegando que los toros se apartarán de él y diciendo: “Yo soy el amigo de todos”. Sin embargo, participa al final en el sacrificio, y H. Lommel ha visto en esta historia la prefiguración de la tauroctonía: Soma personifica la lluvia fecundante que proviene de la Luna y vivifica todos los seres, como la sangre del toro tal y como los relieves mitraicos lo mostrarán en la época romana. Es cierto que el “Soma” es una bebida fermentada (equivalente al “haoma” iraní) y que el rey de Persia se embriagaba una sola vez al año, durante la fiesta de Mitra precisamente. Pero en el mito indio Mitra no hace sino colaborar en la ejecución de Soma, no es el sacrificador por excelencia; y Soma no es un toro, incluso si tiene alguna relación con la Luna, como la víctima del Mitra greco-romano.

Por lo demás, el Mitra védico anuncia en ciertos aspectos al Mitra Helenístico y occidental. Responsable con Varuna del cielo y de la tierra, de las revoluciones solares y lunares, está más precisamente atento a la Creación y a las criaturas terrestres; cuida de las comunidades humanas, protege a sus fieles, venga la honestidad burlada. Este dios socorrista de la mañana luminosa, defensor de la buena fe y de la verdad, garante del acuerdo que mantienen el orden cósmico, ritual y social, que “sostienen el cielo y la tierra” (Rg Veda, 3, 59), no es extraño al futuro Mitra salvador y “kosmokrator”.

EL MITRA AVÉSTICO
Los Gatha que contienen o reflejan el pensamiento de Zoroastro se diferencian teológicamente de las otras partes del Avesta. La reforma Zoroastriana fundada sobre un monoteísmo moral ha eliminado a los dioses en beneficio del único Ahura Mazdah escoltado por seis entidades, las “Amesha Spenta” o “Inmortales benefactores”. Pero en los dos primeros, “Vohu Manah y Asha” (Buen Pensamiento y Orden), se detecta la transcripción del antiguo dúo Mitra-Varuna. El politeísmo aflora de nuevo en el Avesta reciente con los “Yazata”, subordinados como “ángeles” a estos “arcángeles” que son los Amesha Spenta, mientras que Indra y los Nasatya son rechazados, degradados como demonios. Entre los “Yazata” cuenta notablemente Mitra.

En el Yasht Xº (o himno) que le es consagrado y que evoca una situación de geografía política quizá contemporánea de Ciro el Grande (hacia el 550-530 a.C.), se encuentra la expresión fosilizada Mitra-Ahura que es paralela a la “syzygie” (unión) védica (la locución Ahura-Mitra no es sino una corrección hecha ulteriormente en función de la preeminencia de Ahura Mazda). Pero la pareja no perduró puesto que los reyes persas se creían investidos, nos dice Plutarco, por un “Mesoromasdes” donde S. Wikander descifra los nombres de Mitra y Ahura Mazda, es decir de los dioses responsables de la soberanía. Ritualmente, los Aqueménidas permanecieron fieles a la más antigua teología indo-europea.

Mientras tanto Ahura Mazda prevalece como dios supremo y Mitra, aunque permanece ligado más o menos estrechamente, toma un carácter guerrero que le acerca a la segunda función. Próximo de Verethragna, Yazata de la victoria, tiende incluso a tomar el lugar que tenía Indra en el sistema védico. Pero, como Vohu Manah, se interesa por el buey, lo que le lleva hacia la tercera función. El Yasht de Mitra invoca en él al dios que hace “crecer” y “expande las aguas”, el que hace “crecer las plantas” y “da la vida”. Mitra –dios del contrato y el acuerdo- hace de lazo de unión entre diferentes niveles de la sociedad, de los que garantiza el orden, igual que el Mitra védico. Su Yasht le glorifica como “tan digno de culto y de oración que Ahura Mazda”, como “el soberano ….. que otorga el bienestar de la Ley y la soberanía”, pero igualmente como el dios “de los amplios pastizales”, atento al ganado y a la fecundidad. Este protector de criadores de ganado y agriculturas patrocina al mismo tiempo a aquellos que defienden su territorio. Le sacrifican “los jefes del país que van a la guerra contra las hordas asesinas”. Mitra “recluta los ejércitos….los prepara para la batalla….. vence a los batallones enemigos”. “Hace estallar la cabeza “ de aquellos que le mienten. …….

Esta anexión del dominio militar está en la lógica de sus atributos en tanto que dios garante del orden y cercano al hombre, defensor, por lo tanto, del hombre. Justiciero que todo lo sabe, destructor de la mentira y soldado vigilante de la Verdad, “dador de la vida”, personifica una especie de providencia activa al servicio de todos aquellos que lo honoran mediante el respeto de la ley y del contrato. La lealtad es solidaria de la luz. También Mitra es dios de la aurora que se alza sobre el monte Hara. El Yasht del Sol (VI) termina con una invocación a Mitra, el más luminoso de los Yazata. Guardián caritativo de las criaturas, omnisciente y victorioso, tiene la vocación de dios salvador y solar que se convertirá en el “deus inuictus” del mitraismo greco-romano.


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1. Journal Asiatique, 10, 1907, p. 144. C.f. M. Mayrhofer, “Die Fisher vorgeschlagenen Etymologien und die ältesten Bezeugungen des Mithra-Namens, Etudes mithriaques” (= Acta Iranica, 17), Teherán-Liège, 1978, p. 317.
2. The Vedic Mitra, Leyde, 1972.
3. Cf. en último lugar G. Bonfante, “The Name of Mithra”, Etudes mithriaques (= Acta Iranica, 17), Téheran-Liège, 1978, p. 47

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