martes, 29 de enero de 2013

JUAN III


II JUAN
La un poco más larga segunda carta tiene algunas características formales en común con la tercera, aunque en su contenido en tanto que carta oficial del anciano a la comunidad está más cerca de la primera. Le falta el sabor personal de la carta a Gayo. Los rasgos privados están casi completamente ausentes de ella. Aquí podemos ver el mismo conflicto como en la primera carta y contra-medidas ofensivamente duras que han de ser explicadas desde la posición básicamente dualista del anciano. La carta del anciano “a la señora elegida y sus hijos” está dirigida a una comunidad individual, aunque esto no excluye la posibilidad que el anciano enviase una carta similar en tono a varias iglesias amenazadas(1). Al usar el bastante inusual apelativo “señora elegida” quiere resaltar el gran valor de la comunidad a la que se está dirigiendo(2), un estatus que aplica igualmente a la “hermana”, i.e. la comunidad desde la que escribe. Si “señora” y “hermana” denotan las comunidades como un todo, “los hijos” denotan miembros individuales de la comunidad. La acumulación de usos del término “verdad” que es único en el Nuevo Testamento (aletheia aparece cinco veces en los primeros cuatro versículos) indica que para él esta verdad está en peligro. Esta situación amenazante, a los ojos del presbítero, une las tres cartas juntas.

A la vista del prescripto con su inusual contenido y des-coordinada forma, podemos preguntar de nuevo si el anciano era correspondientemente elocuente. Probablemente se trataba del peligro del conflicto que había surgido lo que le forzó a desgana a tomar la pluma. La primera frase en el cuerpo de la carta revela una situación complicada: “Me alegré mucho al encontrar entre tus hijos a quienes viven conforme a la verdad, al mandamiento que recibimos del Padre”. Esta frase significa que el anciano está realizando una distinción entre los miembros de la comunidad: ha encontrado que algunos de ellos –hay que añadir, en la controversia ya surgida- no armonizan con su idea de la vida verdadera de fe. La fórmula paralela usada dos veces en la tercera carta a Gayo, “andas en la verdad”(v.3f)(3), muestra que también allí el conflicto permanecía activo en el fondo, incluso si no es explicado en detalle.

Ahora esto significa que los otros en la comunidad a los que escribe no están obviamente “caminando en la verdad”. Dado que difícilmente podemos suponer que el anciano había visitado la comunidad, se puede asumir que alguno de sus miembros habían visitado al anciano e informado de los peligros que amenazaban. El “eureka” (encontrar), indica un encuentro personal; es más fuerte que el mero “he oído” (akouein) y expresa fuerte conciencia de uno mismo: el anciano decide qué significa caminar en la verdad basado en su autoridad. Se refiere en primer lugar al mandamiento de amar recibido del Padre, que, él imprime en la comunidad, no es un nuevo mandamiento: “más bien, lo tenemos desde el comienzo” (i.e. los discípulos lo recibieron del mismo Jesús)(4). Todo el complejo del argumento está relacionado muy de cerca con la polémica más amplia contra los falsos maestros en la primera carta(5). El anciano no puede desarrollar en una sola hoja de papiro la relación entre el nuevo y el antiguo mandamiento –antiguo dado que Jesús lo dio al comienzo(6), pero nuevo porque en este se supera la oscuridad y en el brillo de la luz deviene manifiesto constantemente de nueva manera –como está desarrollado en I Juan 2 contra los falsos maestros, seguido de la invitación a la obra del amor a la que se refiere la primera carta. Sin embargo, lleva su pensamiento hacia un fin en una breve conclusión cíclica identificando caminar en la verdad con caminar en el amor. Quiere que su carta sea entendida en términos de estos dos básicos conceptos, verdad y amor.

LOS FALSOS MAESTROS
Solo después de establecer esta base puede argumentar la carta. Trata con la mortal actividad de los falsos maestros: “Ahora se han levantado en el mundo muchos seductores, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Este es el seductor y el anticristo”(v.7).

La repudiación de estos falsos maestros, que son la más grande amenaza para la escuela Joánica y las comunidades de alrededor, es la verdadera ocasión para escribir las tres cartas. En ellas el anciano aparece luchando por la verdad de su mensaje y por esta razón da admoniciones pastorales. Esta es también la diferencia más importante entre las cartas y el Evangelio. En el Evangelio vemos menos esta amenazante controversia dentro de la iglesia, sólo indirectamente.

La aguda polémica de las tres cartas, que apuntan a una severa crisis dentro de la escuela misma, que no aparece en el Evangelio de manera directa, explica por qué la argumentación teológica algunas veces suena diferente. Aquí también I Juan nos dice substancialmente más, aunque desafortunadamente “más” no significa más claridad a cada respecto. Uno de los misterios de las polémicas en el Judaísmo y Cristianismo tempranos es que difícilmente nombran a sus oponentes, aunque tienden a usar unas paráfrasis derogatorias. Esto es verdad en la polémica Esenia, que disfraza a sus oponentes en cifras, aunque también es verdad en los rabinos, que suelen esconder a diferentes grupos tras términos colectivos como “minim” o “sadduqim”(7). Incluso Pablo casi siempre esconde los nombres de sus más inmediatos adversarios y algunas veces los esconde tras sobrenombres(8), lo mismo para Ignacio, que escribe a la comunidad de Esmirna (7:3): “Es justo abstenerse de estos hombres y no hablar siquiera de ellos (los Docetistas) en privado o en público”(9).

Se obtiene la impresión que mencionar a un oponente con su nombre o describirlo con precisión era peligroso, como si llevara al que hace la descripción bajo el maleficio del oponente. Por consiguiente, el oponente ha de ser rechazado rigurosamente y al mismo tiempo disimulado. Los “herejes” Cristianos provenientes del mismo grupo que uno parecen aquí más peligrosos que enemigos como los Judíos y paganos.

I Juan 2:18 enfatiza que “la última hora” antes del fin, ha llegado, y que por ello la comunidad está esperando la inminente llegada del Anticristo(10) –como protagonista del último periodo de terror- así ahora están apareciendo anticristos como presagio preliminar(11). Esta aparición de falsos maestros en tanto que señal escatológica y advertencia contra ellos es un tema ampliamente difundido en el Cristianismo más temprano(12).

2:19 informa que los falsos maestros “salieron de nosotros pero no eran de los nuestros”. Probablemente por “ex hemon” “de nosotros”, el autor quiere decir “del estrecho círculo de la escuela Joánica”(13). Estos anteriores pupilos aparecieron con la afirmación que estaban continuando la revelación a través del Paráclito, aunque la comunidad a la que iba dirigida no necesitaba semejante nueva y seductora doctrina porque son ellos mismos enseñados por el Espíritu(2:20,27). Que los falsos maestros se referían al Espíritu se sigue de 4:1ff., donde se advierte de probar los espíritus y los falsos maestros son llamados pseudo-profetas. Aunque toda una serie de modos de conducta como la afirmación de pureza, rencor e irresponsabilidad social van unidos en la primera carta, la verdadera causa de ofensa donde Cristo y el anticristo se separan está relacionada con la “Cristología”. II Juan lo expresa claramente en la frase ya citada: que “los mentirosos no confiesan a Jesucristo en la carne”. Cualquiera que rechace esta confesión “es el seductor y anticristo”. Esta confesión es el centro del enfrentamiento.

Igualmente urgente es la admonición escatológica (v.8): “Mirad por vosotros, no vayáis a perder lo que “hemos/habéis” trabajado, sino haced por recibir un galardón cumplido”. En el “nosotros” de “ha eirgasametha”, literalmente “lo que hemos trabajado/realizado”, tenemos otra expresión de la conciencia del líder de que es él el fundador y cabeza de una escuela que también ha producido nuevas comunidades en Asia Menor como resultado de su expansión misionera(14). Como el “nosotros” en la tercera carta el “hemos trabajado” demuestra la auto-consciente …… afirmación del autor(15).

El peligro fatal de los falsos maestros consiste en su negación de la verdadera comprensión de la persona de Cristo de manera que se excluyen de la salvación ellos mismos y a aquellos que se dejan extraviar por ellos. Ellos apelan al Paráclito Joánico “que les llevará a la verdad” y derivan de él el derecho de “seguir adelante” más allá de la enseñanza del anciano(v.9 pas ho proagon). Esta enseñanza mediante el Paráclito, entendida como “progreso”, entró en conflicto con el mandamiento de Jesús de vivir en su palabra y observarla, “menein” y “terein” todo aquel que no permanece en la “enseñanza de Cristo” expuesta por el anciano se separa él mismo de Dios, en términos cristológicos, del “Padre y del Hijo”(v.9). Cuando el anciano habla de Dios en las cartas, detrás de sus palabras hay ya un concepto de Dios con contenido binitario (o incluso trinitario), que incluye al Hijo que es elevado al Padre. Aquí el anciano presupone entre aquellos a los que se dirige un claro conocimiento de la verdadera cristología en los puntos de disputa decisivos; o sea, ha presentado esto en su “escuela” como núcleo de su actividad y ahora necesita sólo hacer una breve alusión a esto. Primero se ha de decir que aquí “sarx Christi”, más exactamente la “venida en la carne” (v.7), el modo corpóreo-humano de la existencia de Cristo, juega un papel decisivo. Aunque el inusual participio presente “erchomenon en sarki” necesita más explicación. Así, para el anciano, de cara a los “seductores” y “el anticristo” la verdad salvadora de la creencia en Cristo está en peligro.

Esto explica su instrucción rigurosa y para nuestra comprensión moderna ofensiva: “Si alguno va a visitaros y no os lleva esta doctrina(16), no lo recibáis en casa ni lo saludéis, pues el que lo saluda se hace solidario de sus malas obras”(v.10). Recibir en la casa significa que a los falsos maestros no se les ha de dar la hospitalidad que se le ofrece a los misioneros itinerantes, ni incluso una bienvenida personal, que para los Cristianos no era un mero formalismo sino el establecimiento de una relación directa interpersonal. La bienvenida con el saludo de la paz(17) en sí creaba comunidad y esto podía tener fatales consecuencias en conexión con los seductores. Las obras malas no han de ser entendidas de manera “moralista”(18), sino en conexión con el pensamiento y lenguaje dualista del corpus Joánico. Es una cuestión de fe e incredulidad, de salvación o condena, verdad o mentira, vida o muerte. “Recibir en casa” sugiere la hospitalidad en la casa-comunidad y probablemente al mismo tiempo comunión en la eucaristía de esta comunidad. La prohibición de saludar no se refiere tanto al saludo en la calle como al saludo al extranjero como huésped (y hermano) en la casa que ofrece la hospitalidad. La bienvenida y saludo están relacionados, como en el caso del saludo a ser ofrecido por los discípulos a cargo de la misión en Q(19). Este paralelo de la enseñanza de Jesús muestra que el saludo de paz de los Cristiano-Judíos era una fuerza efectiva que podía ser retirada. No se ha de ofrecer al falso maestro, porque uno no puede ofrecer la paz a aquellos que “por excelencia” no la tienen, los heraldos del Anticristo.

Si señalamos con dedo moralista este riguroso procedimiento por parte del anciano, tan contrario a la desinteresada amistad humana en nuestras iglesias, le hacemos justicia. Sin duda surge una contradicción en este punto respecto al mandamiento incondicional del Señor, “Ama a tus enemigos”(Mat. 5:44), y hay buenas razones para una crítica teológica del contenido del pasaje igualmente. Aunque no habría que juzgar desde el punto de vista de la “superioridad moral iluminada”. En el Sermón de la Montaña, después de Mat. 5:44 también leemos 7:1-5. Antes que nada hay que considerar la posición del anciano en su contexto histórico(20). Además lo que dice tiene abundantes paralelos en la Cristiandad temprana. La Didaché promueve una bienvenida a todos aquellos que vienen “en el nombre del Señor” y a continuación un examen de su conducta ética, “Todo el que viniere en nombre del Señor, recibidle. Luego examinándole le conoceréis por su derecha y por su izquierda……… ”(12:1). Se ha de aceptar a los maestros que promulgaron las instrucciones de la Didaché. Pero si alguien enseña otra cosa diferente, no hay ni que oírle: “Pero si el mismo maestro, extraviado, os enseña otra doctrina para vuestra disgregación, no le prestéis oído”(11:1). Se puede concluir de esto que los viajantes que eran reconocidos como falsos maestros simplemente no eran aceptados. El Evangelio de Mateo advierte contra los falsos profetas que “en pieles de cordero son por dentro lobos”(7:15). La metáfora de la fiera hambrienta para con los falsos profetas se hizo popular posteriormente(21). Ya la encontramos en Ignacio: “Pues algunos están acostumbrados a llevar de un lado para otro el nombre (de Cristo, cf. III Juan 7), pero hacen lo que es para Dios indigno. “Debéis evitarlos como si fueran bestias salvajes. Son como perros rabiosos con una mordedura traicionera(22). Vosotros no tenéis bestias salvajes en vuestras casas, verdad?

Tenemos paralelos incluso más tempranos en Pablo, que repetidamente prohíbe a los Corintios tener nada que ver con miembros de la comunidad que vive en grave pecado; aquí están excluidos de cualquier tipo de mesa compartida (I Cor. 5:9,11). En un momento dado pueden incluso pedir a la comunidad que “entreguen al delincuente en las manos de Satán”(5:4f)(23). Sus acciones contra los falsos maestros eran incluso más rigurosas. Sufrían anatema(24),  i.e. separación de la salvación.

Las instrucciones del anciano, presentadas apodícticamente y con clara conciencia propia en una situación de peligro específico, no van básicamente más allá de instrucciones análogas Paulinas. Las órdenes dadas por ambos expresan una similar conciencia de autoridad que difiere de lo que sigue después en su tensa y evocativa dureza. La salvación que está en juego necesita esto. Según v.8 aquellos a los que va dirigida no perderán lo que la predicación de Cristo del anciano ha conseguido. En situación comparable Pablo expresa el miedo que pueda haber corrido en vano(25).

Las ofensivas instrucciones en II Juan 10f tienen como fin conservar la comunidad de la tentación diabólica y destrucción. Su línea básica ya se puede encontrar en el Evangelio mismo. Las raíces de esta conducta, por extraña que parezca, son básicamente Judías y dualistas. Encontramos las analogías más cercanas en la exclusión de los “minim” de la comunidad de la sinagoga en la que se fija la escuela Joánica, aunque también en la separación de los Esenios de la “massa perditionis” del resto del pueblo, que tuvo lugar cerca 200 años antes, y un poco después en la formación de los Fariseos, quienes prendieron una furiosa rebelión contra Alejandro Janeo; también se puede ver en la abrupta demarcación respecto a los “herejes” Samaritanos(26). El conocimiento de la verdad no sólo une a la gente; también produce separaciones dolorosas. Hay que hacer una distinción fundamental entre la cuestión histórica y el problema de la justificación ética o incluso imitación de la actitud del presbítero hoy día. Como en Juan 8:44 o Filp. 3:2 necesitamos reflexionar en la posibilidad de criticar el actual contenido del texto, sobre la base de las propias enseñanzas de Jesús (Mat. 5:43-48; Lucas 6:27-36). Aunque antes de condenar a los grandes maestros de la iglesia primitiva, Pablo y Juan, habría que entenderlos como hombres de su tiempo y en situaciones especialmente críticas contra las que se vieron obligados a reaccionar.                            
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1.    Entre otras cosas la exégesis de la iglesia temprana conjetura una carta a una mujer Cristiana: J.A. Cramer, “Catenae Graecorum patrum”(n.53), Vol.8, 147. Clemente de Alejandría piensa incluso en una mujer Babilonia de nombre Eklekte, cf. I Pedro 5:13, aunque la metafórica interpretación en términos de la iglesia predominó, lo que probablemente facilitase el reconocimiento como carta “Católica”, ver Lieu, “Epistles of John” (n8), 31. Según Clemente toda la carta estaba dirigida a las vírgenes (ad virgines scripta), “Adumbrationes”, en Clemente de Alejandría III, GCS 17:2, ed. O. Stählin, 215, también como el “subscriptio” en un “codex” Sahídico, ver Thiele, “Epistulae Catholicae”(n.8), 285; Lieu, “Epistles of John”(n.8). Algunos textos más tardíos Griegos y Latinos hablan de una carta a los Partos. La misma forma de dirigirse también aparece en la primera carta en diferentes variaciones o deslices de la pluma en manuscritos en Latín Antiguo y en los Padres Latinos después de Agustín, ver Thiele, 241ff., 385-99. Aquí uno podría conjeturar un error de lectura de “pros partenois” y una transferencia del título de la segunda a la tercera carta. Ver A. Bludau, “Die Epistula ad Partos”, “Theologie und Galube 11”, 1919, 223-36; R.E. Brown, “Epistles”, 772-4; Lieu, “Epistles of John”(n.8), 28f.; Theodor Zahn, FGNK II,1884, 92, 99ff.
2.    La interpretación de T. Zahn, “Einleitung in fas Neue Testament”, Leipzig 1907, II, 593, es aún plausible: “La comunidad no sólo es la novia de Cristo(Juan 3:29; Hechos 22:17), sino también su esposa” (Hechos 21:9; Éfes. 5:22-23, cf. Rom. 7:4), y lo que se aplica a toda la iglesia también se puede decir de la comunidad individual (II Cor. 11:2). Se podría uno también referirse a la mujer que personifica al pueblo de Dios en Apoc. 12 y Tertuliano, “ad Mart. 1.1. En las visiones de Hermes una mujer anciana aparecía a la que se dirigían frecuentemente como “Kuria”, que representa a la iglesia, ver H. Kraft, “Clavis Patrum Apostolicorum”, Darmstadt 1963, 286. En “Visiones2.4.1(=8.1) es presentada por el ángel intérprete como la iglesia. Para todo el tema ver Lieu, “Epistles of John”(n.8), 66f. Quizá uno deba señalar que la esposa real en el Cantar de los Cantares 6:9,10 es descrita como “éklékte”, y que en 7.1 el nombre de la novia, “la Sulamita”, es asimilado al del rey Salomón(shelomo). R. Akiba interpretó el Cantar alegóricamente, Ver H.P. Rüger, “Das Werden des christlichen Alten Testaments”, JBTh 3, 1988, 175-189: 180. 
3.    II Juan 4; III Juan 3 13f es idéntica, como lo es también la conclusión II Juan 12 y III Juan 13f. Esto indica que las cartas son un solo conjunto en el tiempo y en términos de situación. El formalismo “caminar en la verdad” es un Hebraísmo que tiene un paralelo en los LXX:IV Reg. 20:3(cf. III Reg. 3:6). 
4.    El doblete “que os améis los unos a los otros/así os améis también entre vosotros” en Juan 13:34 y 15:20.
5.    Cf. I Juan 2:3-11: los heréticos no observan los mandamientos (2:3f), por lo tanto “la verdad y el amor de Dios no están en ellos”(2:4f). Los “mandamientos” se concentran en el “antiguo” mandamiento, i.e. el que fue dado por Jesús y observado por la comunidad(2:7f.), que Jesús mismo hizo posible (Juan 13:34).
6.    En el discurso de despedida, Juan 13:34, es bien entendido el “nuevo” mandamiento de Jesús: el evangelista y autor de la carta es probablemente consciente de la diferencia en el tiempo entre entonces y ahora.
7.    Para la polémica Esenia y Farisea ver M. Hengel, “Rabinische Legende und Frühpharisäische Geschichte. Schimeon ben Schetach und die achtzig Hexen von Askalon”, AHAW.PH 2, 1984, ABAH.2.
8.    En ningún lugar en las cartas de Pablo aparecen los nombres de los oponentes. Cefás, Santiago y Apolo no pueden realmente llamados oponentes. Nombres ofensivos o perífrasis aparecen en II Cor. 11:5,13f.; 12:11; Gál. 5:12; Filp. 3:2; cf., también Gál. 1:7;3:1,10; 4:17; II Cor. 2:17; 4:2; Rom. 3:8; 15:31. Ni hay agitadores en Corinto mencionados por su nombre en I Clemente. En Apoc. 2:20 la pseudo-profetisa Jezabel es igualmente un sobrenombre, como en la “enseñanza de Balaam”(2:14). Los Nicolaitas, presumiblemente un antiguo y bien conocido grupo, en 2:6,15 son probablemente idénticos con los representantes de la enseñanza de Balaam. Sólo en las seudo-epigráficas Epístolas Pastorales los nombres de oponentes (ficticios- o anteriores) se acumulan; esto es inofensivo. En un seudo-epígrafe Joánico uno esperaría el nombre de Cerinto
9.    Cf. Esmirna 7:2: “Es correcto abstenerse de esta gente y ni siquiera hablar acerca de ellos en privado o en público, sino prestar oído a los profetas y especialmente al evangelio”. esta actitud también explica el tan extendido silencio de los rabinos acerca de los Cristianos Judíos. Sólo con Justino, Melito, Ireneo y los anti-Gnósticos, anti-Marcionitas y anti-Montanistas autores, i.e. al mismo tiempo a un nivel literario más alto, cambia esta actitud: ahora el oponente es mencionado con su nombre y también citado, como era costumbre en las controversias entre escuelas filosóficas. Aunque un Judío tan educado como Filón nos oculta los nombres de los “falsos maestros” en su polémica contra los alegoristas radicales, “Migr. Abr.” 89ff.
10.  Aparece en el Nuevo Testamento sólo en las cartas Joánicas: I Juan 2.18,22; 4:3; II Juan 7. El término está ausente en los padres Apostólicos con la excepción de Policarpo de Asia Menor, Filp. 7:1, donde la dependencia de I o II Juan y al mismo tiempo de la tradición de la escuela Joánica es bastante tangible. Cf. Brown, “Epistles”(n.1),333: “Así la Escuela Joánica puede haber acuñado el término “Anticristo” como concepto designado menos vívidamente en otros sitios”. Este, presumiblemente juega un papel en Melito en su obra sobre “El Diablo y el Apocalipsis”(Eusebio, HE4.26.2) y después de éste sobretodo en Ireneo, quien en “Adv. Haer.” 1.13.1 describe a los Valentinianos y a “Magnus” Marcos como “praecursor……Antichristi”. Cf., también 3.6.5; 3.7.2; 3.16.5 (cita de I Juan 2:18f.,21f.);3.16.8 (II Juan 7f. Y I Juan 4.1-3), etc. Aquí Ireneo trae consigo teología de Asia Menor y puede ser dependiente en detalles de Papias y Melito. Lo mismo es el caso con Hipólito y su interpretación, y sus escritos sobre Cristo y el Anticristo, y sobre el Evangelio de Juan y el Apocalipsis contra Gayo. El término no es desconocido ni siquiera por Clemente de Alejandría, ver “Excerpta ex Theodoto” 9.1.  
11.  Contra Brown, “Epistles”(n.1), 337, el “antichristoi” no sustituye al “Antichristos” que viene, aunque son sus heraldos, quienes indican el “fin de los tiempos”. El autor no quiso corregir la concepción tradicional del enemigo escatológico de Dios, sino hacerlo más preciso en vista de la nueva situación crítica. Habían “oído que el Anticristo estaba al llegar” igual que la enseñanza de la escuela.
12.  Cf. Marcos 13:22; Hechos 20:29f.; II Tes. 2:3ff.; I Tim. 3:1ff.; 4:3ff.; II Pedro 2:1. La concepción se remonta a la expectativa Judía de una apostasía de la fe en los últimos tiempos: Dan. 11:32ff.; 1QpHab 2:5ff.; mSota 9:15; sobre esto ver C. Spicq, “Les Épitres Pastorales”, EtB 1969, 1, 495ff.;2, 772f.
13.  Que este problema no está sólo limitado a la escuela Joánica o comunidad se sigue de Hechos 20:30; en I Juan 2:19 muestra que se trata de un grupo cercano al autor, ver Brown, “Epistles”(n.1), 338. II Juan 7, es formulada en términos más generales: quizá porque aquí el autor está escribiendo a una comunidad en otro lugar para la cual el enfático “ex imon” (de nosotros) estaría abierto a malentendidos. Al mismo tiempo hay que considerar la posibilidad que la instigación para ser extraviado viniese de fuera.
14.  ver Brown, “Epistles”(n.1), 670. Lieu, “Epistles of John” (n.8), 88f. Contra R. Schnackenburg, “Die Johannesbriefe”, HThK XIII.3, 1965, 314 etc.
15.  Lieu, “Epistles of John”(n.8), 89, ofrece esto como una de las razones para la –injustificada- preferencia por la segunda persona plural por numerosos exégetas. Aunque no reconoce que se trata de un  personal. El rasgo personal es que el anciano está hablando en nombre del círculo Joánico que él había fundado.
16.  El “pérei” signifca “llevar” o “presentar” enseñanza, ver K. Weiss, “Péro”, TDNT 9, 1974, 58.
17.  Aunque el texto puede indicar un medio Gentil; sin embargo, lo que se quiere dar a entender es el saludo Cristiano entre hermanos, cf. III Juan 15; Juan 20:19,21,26, ver también Juan 14:17; 16:33. La paz en el saludo Cristiano ofrece al otro la paz de Cristo. H. Windisch y H. Preisker, “Die katholischen Briefe”, HNT 1951, 139: “La prohibición del saludo indica que el saludo no era una cuestión, en términos generales, de forma para los Cristianos o para la gente del antiguo Oriente, sino que representaba un contacto interpersonal”. 
18.  Cf. III Juan 10f.; Juan 3:19ff.; 5:29; 7:7; 8:41; I Juan 3:8,12.
19.  Mat. 10:12f. = Lucas 10:5f. Cf. También Isa. 48:22; 57:21 y Rom. 3:17: uno no puede ofrecer la paz de Cristo al heraldo del Anticristo; cf. Isa. 48:22; 57:21. El procedimiento concreto descrito aquí significa más que una perífrasis de negación de “comunidad eclesial”: contra H. Conzelmann, “TDNT 9, 367 n.64. El vivir elemental de cada día y “la comunidad eclesial” tienen lugar completamente en casas privadas.
20.  Aunque Ireneo, “Adv. Haer. 1.16.3” cita a II Juan 11 aprobándolo, Clemente de Alejandría, “Adumbrationes in II Joh.”, GCS III, 215, le baja el tono al texto por razones morales: “….. Ni tampoco está permitida la oración juntos en la casa, porque la oración es seguida del saludo, “quae……gaudii [est] et pacis indicium”. Aquí es la voz del educado intelectual que no puede entender la rigurosa consistencia en el mandamiento del anciano. La protesta moral también aparece en F.C. Baur, “Die johanneischen Briefe”, ThJb (T) 7, 1848, 295-336 contra la exégesis de F. Lücke, “Commentar über die Briefe des Evangelisten Johannes”, 1856, 460f., sobre II Juan 10.: “Aunque uno no ha de declarar tan a la ligera, desde un punto de vista ortodoxo, semejante proclamación de “odio partisano” como el Cristianismo de Juan”. W.M.L. de Wette, “Kurze Erklärung des Evangeliums und der Briefe Johannis”, en “Kurzgefasster exegetisches Handbuch zum Neuen Testament I/3”, 1846, 279, es reprendido por su juicio el cual en términos del contenido es correcto: “Esta prohibición es completamente apropiada para el carácter de Juan tal como es presentada en su conducta hacia Cerinto y aparece con afirmaciones similares del apóstol Pablo (Filp. 3:2; Gál. 1:8; I Cor. 16:22) en el celo polémico y defensa contra lo que parecía dañino para la conservación de la iglesia, su justificación”. El Evangelio también muestra que el autor del corpus Joánico podía odiar. Por esta misma razón hay que poner los juicios morales generales a un lado en los temas históricas acerca del autor. Los apóstoles no eran santos morales. La substancia de las observaciones de W. Bauer en “Das Johannesevangelium”, HNT 6, 1933, 248 son correctas: “Juan reacciona a la antipatía del mundo con fuerte enfado…. Más bien estamos ante una naturaleza polémica dispuesta a intervenir en cualquier momento con todos los medios a su alcance en defensa y ataque a favor de la amada hermandad, sus maestros y su fe”. Esto es verdad tanto del Evangelio como de las Cartas.   
21.  Hechos 20:29; Did. 16:3; Ignacio, “Filad”. 2:2; II Clem. 5:2ff; Justino, “Apologia” 16:13; Diálogo 35:3 (las dos veces cita de Mateo 7:13). Según Eusebio, HE 5.16.17 la profetiza Montanista Maximila dijo dos veces: “Soy perseguida como un lobo tras las ovejas; No soy un lobo…..” En su obra contra Marciano y sus discípulos, el discípulo de Tatiano, Rodon llama a Marciano el “lobo Póntico”: Eusebio, HE 5.13.3 cf. También HE 4.24 y Lampe, “Lexicon”(n.15).
22.  Efes. 7:1 y con no menos agudeza Esmirn. 4:1: “Os advierto por adelantado contra las bestias en forma de hombres, a los no sólo no debéis recibir, sino si es posible ni conocer…”, cf. 7.2; Filad. 2.2; Tral. 9.1. Para las prohibiciones contra el contacto ver también Tito 3.10f. y sobre esto Spicq, “Épîtres pastorales”(n.71), II, 687: “un rechazo oficial de hermandad”. Ver también Policarpo y Cerinto, según Ireneo, “Adv. Haer. 3.3.4 = Eusebio, HE 5.20.7; si Policarpo hubiera oído esta falsa enseñanza se habría “tapado los oídos” y habría “salido corriendo del lugar donde ….. había oído estas enseñanzas….” 
23.  I Cor. 5:4f. El ejemplo de Pablo continúa teniendo efecto: I Tim. 1:20; Apoc. 2:22ff.
24.  Gál. 1:8f.; I Cor. 16:22; cf. II Cor. 11:13-15; Rom. 16:17; Fil. 3:2.
25.  I Tes. 3:5; Gál. 4:11, cf. 2:2; 3:3; Fil. 2:16; I Cor. 15:2b.
26.  Juan 4:9. Para la actitud hacia los Samaritanos ver Billerbeck 1, 538-60: la visión de los rabinos era controversial. R. Eliezer Hircano los identifica hasta cierto punto con los Gentiles; su pupilo Akiba y R. Gamaliel II con prosélitos. Aunque hemos de asumir que antes del 70 había grupos que rechazaban a los Samaritanos incluso de manera más radical. El odio entre los dos grupos era considerable, cf. Juan 8:48. Josefo, “Antig. 18.30; 20.118-36 = BJ 2.232-4; cf. 9.288-91; 11.303, 347; 13.74-9, etc. Sólo con este telón de fondo se puede encontrar la revolucionaria destrucción de una antigua “imagen del enemigo” como esta, en la parábola de Jesús en Lucas 10:30-37 queda claro. La conducta de un Cristiano ha de estar orientada en esta dirección y no en las formas obsoletas de las tempranas polémicas Cristianas.























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