EL MILENIO IGUALITARIO: MESÍAS, REVOLUCIONARIOS Y APOCALÍPTICOS EN
EL CRISTIANISMO EUROPEO
EL TAMBORILERO DE NIKLASHAUSEN I
En
1343 el ejército Taborita fue derrotado, casi aniquilado, en la batalla de
Lipan, por un ejército no de católicos extranjeros, sino Bohemios Utraquistas,
y a partir de ahí la fuerza del ala Taborita del movimiento Husita declinó
rápidamente. A pesar de todo una tradición Taborita sobrevivió en la secta
conocida como los Hermanos Bohemios o Moravios en forma puramente religiosa,
pacifista, no-revolucionaria y apolítica. Sin embargo, una corriente
underground de milenarismo militante sobrevivió en Bohemia. En los 1450 o 1460
dos hermanos pertenecientes a una rica y noble familia, Janko y Livin de
Wirsberg, comenzaron a diseminar profecías escatológicas.
En
el centro de esta doctrina estaba un Mesías llamado el Salvador Ungido de quien
se esperaba inaugurase la Tercera y Última Era. Los dos hermanos afirmaban que
este hombre, no Cristo, era el Mesías profetizado en el AT, el verdadero hijo
del hombre. Su misión no era simplemente salvar a la humanidad sino al mismo
Dios; puesto que Dios estaba sufriendo debido al pecado de los hombres.
Aunque
semejante tarea no podía ser realizada sin derramamiento de sangre, así el
nuevo Mesías comenzaría golpeando al AntiCristo el Papa- y destruiría a todo
el Clero, solo se salvarían las Órdenes Mendicantes. Sólo 14.000 (no confundir
con los 144.000 de los T. de Jehová).
Este
remanente salvado unido en una sola fe, una comunidad sin culto externo, y sobre
ésta el Salvador Ungido reinará a la vez como Emperador Romano y como Dios
(Sicut Caesar imperator et Deus). La masacre en sí misma iba a ser realizada
con la ayuda de bandas de mercenarios idea curiosa, y no sin significado. En
esa época los territorios fronterizos a Bohemia estaban de hecho siendo
devastados por mercenarios desmovilizados Bohemios que había conservado lo
suficiente de los Taboritas como para llamarse a ellos mismos “Hermanos, y su
campo fortificado Tabor”. Aunque esta gente no eran fanáticos sino simplemente
bandidos, para los entusiasmados Bohemios como en el caso de los hermanos
Wirsberg- aparecían como verdaderos sucesores de los revolucionarios
milenaristas de 1420. El nuevo orden que surgiría de la masacre tendría rasgos
igualitarios: “El clero sobreviviente los Mendicantes- no tendrían propiedad
alguna, los nobles abandonarían sus castillos y vivirían en la ciudad como
burgueses ordinarios. Esta doctrina animó al populacho a los desheredados,
prostitutas, ladrones, vividores, etc.- a lazarse en sediciosa rebelión contra
todo superior, tanto religioso como civil
. Y no dudaron a la hora de comparar
todo esto con la doctrina de los “Pikarti” Bohemios que querían construir una
Paraíso en la tierra.
Los
creadores de esta doctrina no parecen haber sido los hermanos Wirsberg sino un
Franciscano que había roto con su comunidad y creía que él mismo era el
Salvador Ungido. Los hermanos estaban completamente dominados por este
personaje y contentos al verse ellos mismos como emisarios. Decían tener tantos
seguidores en Alemania que, unidos podrían enfrentarse a cualquier príncipe.
Obviamente esto era una exageración.
El
año señalado para la venida del Salvador Ungido era 1467, aunque lo que
ocurriría nunca se supo, porque un año antes las autoridades eclesiásticas,
lideradas por el Legado papal, decidieron que ya era hora de suprimir el
movimiento. Janko de Wirsberg parece haber huido su suerte es desconocida-
pero Livin, se retractó de todos sus errores para evitar la hoguera, fue confinado
en la cárcel del Obispo de Regensburg, donde falleció después de dos años.
Los
territorios Alemanes fronterizos con Bohemia ofrecían un campo bien abonado
para la propaganda Taborita. La centenaria tradición herética de Bavaria
continuó durante el siglo XV. A mediados de siglo el Obispo de Eichstatt
consideró necesario amenazar con la excomunión a los flagelantes frente a las
iglesias y a los Bogardos los cuales observaban “pobreza voluntaria” y vagaban
por el país pidiendo limosna y creían que habían alcanzado la perfección. El
Sínodo de Würzburg prohibió de nuevo predicar a los itinerantes Bogardos de
“pobreza voluntaria”. En semejante medioambiente la tradición radical Taborita
pudo continuar y se hizo sentir sobretodo en Bavaria. Hay testimonio de
innumerables quejas episcopales de los vicios del clero bajo, muchos de ellos
se dedicaban a beber, jugar y mantener amantes llevándolas con ellos incluso a
los sínodos. Los obispos poco hacían para ganar la devoción de sus rebaños.
La
situación era particularmente explosiva en los territorios del Príncipe-Obispo
de Würzburg. Durante generaciones los obispos había tenido un comportamiento
horrible con los burgueses de Würzburg. Los impuestos eran enormemente altos,
asfixiaban al pueblo. Para los laicos que llevaban desde hacia mucho tiempo
oyendo de generación en generación a los predicadores heréticos decir que el
clero había de vivir en pobreza total, esta pesada carga de los impuestos les
parecían enormemente monstruosa. Esta actitud no cambió a pesar que Rudolph de
Scherenberg, obispo de Würzburg
era un hombre capacitado y responsable. En la ciudad y diócesis de Würzburg ya
no era posible en 1470 que el obispo, cualesquiera fuesen sus cualidades
personales, fuese visto por el pueblo, especialmente los pobres, sino como un
explotador.
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