MITOPOETISMO EN EL NUEVO TESTAMENTO
Esencialmente,
lo apocalíptico afirma que este mundo está amenazado por un mal tan radical que
la voluntad creadora de Dios se encuentra en peligro. Aunque el mal se
manifiesta en las personas históricas y eventos, su origen es supra-histórico y
como tal requiere un poder supra-histórico para vencerle y restaurar la
voluntad creadora de Dios. La Apocalíptica mira más allá de la historia hacia
una resolución escatológica en la cual el mal sea completamente eliminado y la
voluntad creativa de la deidad sea establecida definitivamente y eternamente.
En breve, el Mito del Combate ha sido transformado de un mito primordial de los
orígenes en un mito escatológico(1) en el cual
el archienemigo del Creador ha evolucionado convirtiéndose en “Satán”(2).
Una
temprana escatologización de la batalla contra el caos se puede encontrar en el
libro de Daniel(3). En particular en Daniel 7 los cuatro vientos que agitan el océano
se relacionan con el motivo del antiguo Mito del Combate donde la deidad usa el
viento como arma con la cual derrota al mar primordial. La práctica de
historizar al monstruo del caos como enemigo nacional continúa en la
representación de los cuatro reinos de Babilonia, Media, Persia, y Grecia como
las cuatro bestias que surgen del mar. Particular atención se pone en el “pequeño cuerno” que crece en la cabeza de las
cuatro bestias, una alusión a Antioco IV Epifanes
(175-164 a.C.). Este rey Seléucida del mismo
periodo que el autor estaba llevando a cabo una brutal persecución contra
aquellos Judíos que mantenían fidelidad a su religión. Se les daba ánimo a
estos perseguidos religiosos mediante la visión apocalíptica de Daniel 7 en la que esas malas bestias serían
destruidas en un futuro cercano. Muy pronto Dios ascendería a su trono para
ejercer su divina soberanía.
La
imaginería del Mito del Combate en Daniel 7 está clara. Sin embargo, en una
sorprendente innovación en la tradición Bíblica, Dios (el
anciano de los días) confiere su autoridad a una figura divina más joven,
“uno como un hijo de hombre”. Este personaje
muy probablemente representa a Miguel, el ángel patrón de Israel. La fuente de
esta imagen de Dios transfiriendo parte de su poder a Miguel parece haber sido
tomada del mito Cananeo de Baal; en este mito el canoso anciano El, cabeza del panteón Cananeo, sienta al vigoroso dios
Baal a su lado como socio. Lo más interesante acerca de esto es que muestra
cuan persistente puede ser la tradición mítica. A pesar de la prohibición de
las prácticas religiosas Cananeas en Israel, este motivo mítico Cananeo,
conocido desde el siglo catorce a.C. en un texto en Ugarit, perduró fuera de la
tradición religiosa oficial Israelita para resurgir como motivo completamente
operativo en el Judaísmo del siglo segundo a.C.(4).
En
el Nuevo Testamento, el autor del libro del Apocalipsis igualmente retrata la
batalla contra el monstruo del caos como evento que ocurrirá en el fin de los
tiempos(5). En esta adaptación Cristiana del
Combate Semítico común, como cabría esperar, el divino soberano hace del
Cordero (Jesucristo) su asociado en el ejercicio del gobierno cósmico. La
voluntad de Dios es anunciada en la proclamación de los ciudadanos celestiales
que rodean el trono de Dios:
“Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza”.
Y oí que todas las criaturas del
Cielo, de la tierra, de debajo de la tierra y
Del mar, y todo lo que hay en ellos- respondían:
“Al que está sentado en el trono y al Cordero
alabanza, honor, gloria y poder
por los siglos de los siglos”.(Apoc. 5:12-13)
Así
investido con la autoridad divina, el Cordero marcha como “Rey de reyes y Señor de señores”(19:16) para derrotar a una modernizada versión del
monstruo del caos y sus confederados. “Dominó al
Dragón, la serpiente antigua que es el diablo y Satanás- y lo encadenó por mil
años”(20:2). Después de mil años el
dragón será liberado temporalmente para la batalla definitiva con el Cordero.
Tomada de la imaginería de Ezequiel, el dragón reúne a sus cohortes “de los cuatro extremos de la tierra, a Gog y a Magog”(20:8), para presentar batalla contra Dios y el
Cordero. Como en el antiguo mito, el dragón y sus confederados son
completamente subyugados, aunque esta vez para siempre de la faz de la creación
y “arrojado al lago de fuego y azufre,
. Allí serán
atormentados día y noche por los siglos de los siglos”(20:10).
Cuando
la batalla contra el caos termina definitivamente y el reino de Dios y del
Cordero es establecido firmemente, el autor del Apocalipsis pinta un nuevo
cuadro de cómo será el cosmos conforme a los designios del Creador(21:5). Incluso la Muerte, reconocida en el mito
Cananeo y las escrituras Hebreas como asociada con el dragón del caos, será
destruida(20:14;21:4) en esta nueva creación.
No hay lugar para el mar en este mundo nuevo(21:1).
El mar, bien entendido, era una muy antigua metáfora en el antiguo Oriente
Medio de la no-creación. El mar aparece como Ti´amat
en Mesopotamia, en Canaán como Yam, en
Israel como Yam o Yam
Suf. En Daniel 7 y Apocalipsis 13 el mar es el lugar de donde surgen
las bestias para atacar a los justos. Con la llegada del Reino de Dios la mar
ya no es más. En el centro de este nuevo mundo está la montaña
cósmica sobre la cual se asentará la nueva y perfecta Jerusalem (21:10; cf. Ezequiel
40:2). De su centro donde están situados los Tronos de Dios y del
Cordero, surge un río de aguas de vida, que
transforma el cosmos en un paraíso el cual mencionan Ezequiel y el Escritor
Sacerdotal(22:1-5; cf. Ezeq. 47:1-12 y Génesis
2)(6).
Sin
lugar a dudas, el autor del libro del Apocalipsis estaba siguiendo la ya larga
tradición bíblica haciendo teología mediante la especulación mito-poética.
Revisa el Mito del Combate común Semítico para incorporar la doctrina Cristiana
que afirma que Jesús es el Mesías
enviado por Dios a este mundo para inaugurar el reino de Dios. Dado el
apocalíptico espíritu del ministerio de Jesús, predicando la inminencia del
Reino de Dios y expulsando demonios, era inevitable que los discípulos de Jesús
le interpretaran como el agente escatológico de Dios (Apoc.
19:16) cuya misión era destruir finalmente al monstruo del caos.
MITO-POÉTICA EN LOS EVANGELIOS
Uno
de los principales temas en los Evangelios Sin-ópticos de Mateo, Marcos, y
Lucas es que la venida de Jesús significa que el reino de Dios ha comenzado. El
corolario de esto es que el reino del Malo, o Satán, ha llegado a su fin. El
pecado, la enfermedad, y la muerte son manifestaciones del poder del mal sobre
este mundo, como afirma la doctrina estándar bíblica. Según los Evangelios
Sinópticos Jesús perdonó los pecados, curó a los enfermos, y resucitó a los
muertos. Y lo que es más importante aún, Jesús también atacó la fuente del
poder del mal expulsando demonios, las cohortes de Satán, en anticipación a la
batalla escatológica final con Satán. Esto no era una mera postura. Se trata de
una batalla contra la muerte en la que solamente puede haber un vencedor. Los
demonios entendieron esto muy bien. Por ello gritaban alarmados, “Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? Has venido
a destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios”(Marcos
1:24).
Dentro
del contexto de esta escatológica guerra entre las fuerzas de Dios y Satán, los
evangelistas modelan cuidadosamente sus Evangelios y manipulan lo mejor posible
sus materiales para transmitir su visión y mensaje. Uno de los métodos que usan
es la especulación mito-poética. Los dos relatos de Jesús calmando el mar y
Jesús caminando sobre las aguas particularmente el relato de Mateo- ilustran
este punto muy bien.
El
relato de Jesús calmando el mar lo encontramos en Mat.
8:23-27, Marc. 4:35-41, y Lucas 8:22-25. El relato de Jesús caminando sobre
las aguas lo encontramos en Mat. 14:22-33, Marc. 6:45-52, y Juan
6:16-21(7). Ambos relatos sólo se
encuentran en Mateo y Marcos. Si la mayoría de los estudiosos del Nuevo
Testamento están en lo cierto, Marcos fue escrito primero. Después, unos años
más tarde Mateo compuso su propio Evangelio, usando a Marcos como una de sus
fuentes. Si esta reconstrucción histórica es correcta, se puede discernir el
propósito y mensaje de Mateo señalando cómo cambió su Evangelio respecto al de
Marcos. En la formulación Marcana ambos relatos son
epifanías, o sea, revelan la verdadera
identidad de Jesús en tanto que ser divino. En la Biblia Hebrea el poder
de calmar y hendir el Mar(8) y de aplastar la
espalda del Mar(9) pertenece a Dios solamente.
Aunque mediados por Marcos principalmente mediante tendencias bíblicas, estos
motivos derivan últimamente del Mito del Combate
común Semita en el cual el Creador triunfa sobre el mar primordial
calmándolo y hendiéndolo. No es accidental que Marcos describa a Jesús
caminando sobre el mar con el mismo lenguaje usado para describir a Yahvé
aplastando la espalda del mar(10). Así mismo en
Jesús calmando el mar utiliza el lenguaje de Yahvé calmando el mar hostil
increpándole(11).
Presumiblemente,
Jesús calmando el mar en Marcos retiene las antiguas connotaciones del divino
soberano luchando contra el monstruo del caos (como en Job
26:11-13), en lugar de la “desmitologizada” imagen del Creador
controlando meramente a una de sus criaturas (como en Salmos
107:29). En Marcos el mar es personificado e increpado en términos más
bien idénticos como lo es el demonio en Marcos 1:25(12). También, cuando Jesús expulsa la “Legión” de demonios de un poseído en Gerasene, los
demonios entran en los cerdos que se precipitan por un “abismo” al “mar”. La imagen
es apropiada, dado el antiguo símbolo del mar como morada del anti-dios y
fuente del mal(13).
El
evangelista Marcos comprendió bien el poder
de este símbolo y lo usó con gran efectividad para sugerir que Jesús era divino. La imagen de Jesús
tranquilamente durmiendo en la barca en medio de tremenda tormenta en el mar
está modelada de acuerdo con el sueño del rey
divino. No se trata de un signo de la confianza del humano Jesús en el
poder de Dios para protegerle, como algunos han sugerido.
Lucas no parece encontrarse a gusto en esta tradición y trata de pasar por alto los elementos
míticos. Quizá se deba a una falta de comprensión de la tradición mítica
particular involucrada o debido a que no le gustaba teologizar acerca de Jesús.
En cualquier caso, Lucas parece quitar énfasis deliberadamente a los tonos
míticos de la versión Marcana reinterpretando el incidente como un “evento natural”.
Mateo
entendió bien el valor epifánico de los
relatos acerca de Jesús calmando el mar y caminando
sobre el agua como lo demuestra la manera como orquesta
estas historias en su Evangelio para revelar la verdadera identidad de Jesús.
En Mateo el tema de la identidad de Jesús está conectado con el de su
autoridad. El que Jesús pueda curar enfermedades y enseñar con autoridad es
causa de asombro (4:23-25; 7:28) aunque no necesariamente de fe. Jesús calmando el mar
evoca “el asombro de los discípulos”(8:27) no su fe(8:26). En este punto los discípulos son incapaces
de captar el valor de la señal de la que son testigos. Esos “hombres de poca fe” se dirigen a Jesús con el título
“Señor”(kyrie)
y le piden que les salven(8:25). Aunque al final
meramente se maravillan y asombran sin comprender, “Quién
es éste que hasta los vientos y el mar le obedecen?”(8:27). Así, perciben a Jesús sólo como hombre,
aunque uno extraordinario, pero hombre al fin y al cabo.
En
profundo contraste con la falta de comprensión de los discípulos, los demonios reconocen completamente el significado
como se ve en la escena siguiente cuando preguntan a Jesús, “Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? Has venido aquí
para atormentarnos antes de tiempo?”(8:29).
No sólo los demonios reconocen que Jesús es el Hijo de Dios, sino que también
realizan que se acerca el fin de los tiempos cuando habrán de confrontar y ser
derrotados- al representante divino.
El
tema de la identidad y autoridad de Jesús continúa en los siguientes episodios.
Los Fariseos razonan equivocadamente que la autoridad de Jesús sobre los
demonios debe derivar de su asociación con el “príncipe
de los demonios”(9:43). Desde su
celda en la prisión Juan Bautista comienza a cuestionarse si en realidad Jesús
es “el que había de venir, o si habría que esperar a
otro?”(11:3). La gente pregunta, “No es éste el hijo del carpintero?”(13:55). Herodes cree que Jesús es el espíritu de
Juan Bautista, que ha venido a atormentarle(14:2).
En
contraste con Marcos, Mateo hace que los discípulos al menos comiencen a
comprender el carácter epifánico de Jesús caminando sobre las aguas. Pedro, el
portavoz, se dirige a Jesús mediante el título divino “Señor”, y añade con
doble sentido, “si eres tú (ej. No un
fantasma, sino el Señor) mándame ir hacia ti sobre
las aguas”(Mat. 14:28). Si Jesús es
el Señor, entonces también tiene el poder de hacer que Pedro camine sobre las
aguas como si fuera tierra seca, igual que hizo Yahvé al sacar a su pueblo
fuera de Egipto. Jesús demuestra que, de hecho, tiene ese poder. Cuando Pedro
comienza a hundirse no es tanto porque dudase de su propia capacidad de caminar
sobre las aguas como por la duda que Jesús sea realmente el que sugiere la
epifanía: “Hombre de poca fe, por qué dudas?”(14:31). Jesús salva a Pedro y de nuevo increpa al
viento (y por implicación, al mar también). En contraste a la postura de
incomprensión en la epifanía previa, esta vez los discípulos comienzan a
comprender lo que desde hacía tiempo ya habían comprendido los demonios, que “aquel a quien obedece el mar” no es meramente un
hombre. Así pues, “se postraron (le adoraron) ante él
diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios”.
Que
Mateo ha manipulado su material para enfatizar su valor epifánico completo está
confirmado por la manera como altera la escena en Cesarea de Filipo dos
capítulos después. En esta historia como está narrada en Marcos, a la pregunta
de Jesús acerca de su identidad, Pedro responde, “Tú
eres el Cristo”(Marc. 8:29). Mateo
embellece la respuesta de Pedro: “Tú eres el Cristo,
el Hijo del Dios vivo”(Mat. 16:16).
Además, Mateo añade un escena completamente nueva en la cual Jesús reconoce que
la respuesta de Pedro es correcta, cuando dice que esta “revelación” no viene del conocimiento humano (carne y sangre) sino de Dios (mi Padre que está en los Cielos). Ahora que al menos
Pedro comprende la verdadera identidad de Jesús, éste asocia a Pedro consigo
mismo en su misión para destruir el reino del Malo y establecer el reino de
Dios; hace de Pedro el fundamento de su iglesia, con la cual “los poderes de la muerte (Infierno en Griego) no
prevalecerán”(16:17-19). Esta escena
sirve como conclusión de la primera mitad del Evangelio de Mateo. La cuestión
de la verdadera identidad de Jesús ha sido resuelta al fin.
CONCLUSIÓN
Quizá
hay una saludable moraleja a ser aprendida de todo esto. La que trata con los
progresos reales del estudio bíblico en el último cuarto de siglo como
apreciación de la extensión hasta la que los diferentes libros bíblicos son
verdaderas obras de literatura, o sea, que cada uno es un texto único con su
propio peculiar propósito, mensaje, y técnica de composición. Ahora se puede
apreciar el valor positivo de hacer teología mediante la especulación
mito-poética, o sea, re-contando los antiguos mitos de manera tal que lleguen a
lo largo de los siglos a nuevas audiencias.
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1. Ya en los profetas, el mito primordial es
remodelado en esperanza escatológica. Ver “The
Covenant of Peace”, CBQ 49 (1987), 187-211.
2. Sobre la evolución de la figura de Satán, ver
Neil Forsyth, “The Old Enemy: Satan and the Combat
Myth”(Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1987).
3. Ver John Day, “God´s Conflict with the Dragon
and the Sea” (Cambridge: Cambridge Universtiy Press, 1985), 141-178; J.J.
Collins, “The Apocalyptic Vision of the Book of
Daniel”(Missoula, Mont.: Scholars Press, 1977), 95-147.
4. J. Collins, “The Apocalyptic Vision of the
Book of Daniel”, 101-104. Señala ejemplos de las tradiciones míticas en el
mundo antiguo durante un periodo de un milenio o más entre círculos de
escribas. Esto es sin duda un canal importante de transmisión, como bien da
testimonio de ello la tradición bíblica. Pero esta tradición habría perdido su
vitalidad de no haber continuado estando operativa como mito entre la comunidad
que la conservaba.
5. Ver J. Gunkel, “Schöpfung
und Chaos in Urzeit und Endzeit. Eine religionsgeschichtliche Untersuchung über
Gen 1 und Ap Joh” 12(Gïttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1895),
171-398; A.Y. Collins, “The Combat Myth in the Book
of Revelation” (Missoule, Mont.: Scholars Press, 1976); idem, “The Apocalypse”, New Testament Message 22
(Wilmington, Del.: Michael Glazier, 1979), esp. 84-89.
6. ver arriba.
7. Ver John Paul Heil, “Jesus Walking on the
Sea: Meaning and Gospel Functions of Matt 14:23-33, Marc. 6:45-52 and John
6:15-21, AnBib 87(Roma: Instituto Bíblico, 1981).
8. Job 26:12; Isa 51:!5; Jer.
31-35; cf. Salm. 89:9; 107:29.
9. Job 9:8; Hab. 3:15; Salm. 77:19.
10. Cf. Peripaton epi
tes thalasses “(se aproximó hacia ellos) caminando sobre el mar” (Marc. 6:48; cf Mat. 14:25b y Ju. 6:19b) esp. La
Septuaginta Griega en Job 9:8b, “kai
peripaton hos esp´adaphous epi thalasses” (caminando sobre el mar como si
caminase sobre tierra firme). Ver Heil, “Jesus
Walking on the Sea”, 37-56.
11. Comparar Marcos
4:39, “Él habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: Calla,
enmudece!” con Job 26:11-12, “Vacilan las
columnas del cielo, se estremecen a una amenaza suya. Con su fuerza hendió el
Mar, con su astucia aplastó a Rahab”. El mar es también increpado por Dios en Salm. 18:15 (= 2 Sam.
22:16); 104:7; 106:9; e Isa. 50:2.
Satán es igualmente increpado en Zac. 3:2.
12. Comparar “siopa, pephimoso” “Quieto! Calla!”
(4:39) con “phimotheti” “Silencio!”(1:25) (mis traducciones). La reacción similar de
los presentes es más evidencia de que Marcos trataba de igualar estos dos
eventos (cf. 4:41 con 1:27).
13. Dan. 7:2-3; Apoc. 13:1; contrastar con Apoc.
21:1.
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