viernes, 26 de abril de 2013

CAOS PRIMORDIAL VII


MITOPOETISMO EN EL NUEVO TESTAMENTO
Esencialmente, lo apocalíptico afirma que este mundo está amenazado por un mal tan radical que la voluntad creadora de Dios se encuentra en peligro. Aunque el mal se manifiesta en las personas históricas y eventos, su origen es supra-histórico y como tal requiere un poder supra-histórico para vencerle y restaurar la voluntad creadora de Dios. La Apocalíptica mira más allá de la historia hacia una resolución escatológica en la cual el mal sea completamente eliminado y la voluntad creativa de la deidad sea establecida definitivamente y eternamente. En breve, el Mito del Combate ha sido transformado de un mito primordial de los orígenes en un mito escatológico(1) en el cual el archienemigo del Creador ha evolucionado convirtiéndose en “Satán”(2).
                                                                                
Una temprana escatologización de la batalla contra el caos se puede encontrar en el libro de Daniel(3). En particular en Daniel 7 los cuatro vientos que agitan el océano se relacionan con el motivo del antiguo Mito del Combate donde la deidad usa el viento como arma con la cual derrota al mar primordial. La práctica de historizar al monstruo del caos como enemigo nacional continúa en la representación de los cuatro reinos de Babilonia, Media, Persia, y Grecia como las cuatro bestias que surgen del mar. Particular atención se pone en el “pequeño cuerno” que crece en la cabeza de las cuatro bestias, una alusión a Antioco IV Epifanes (175-164 a.C.). Este rey Seléucida del mismo periodo que el autor estaba llevando a cabo una brutal persecución contra aquellos Judíos que mantenían fidelidad a su religión. Se les daba ánimo a estos perseguidos religiosos mediante la visión apocalíptica de Daniel 7 en la que esas malas bestias serían destruidas en un futuro cercano. Muy pronto Dios ascendería a su trono para ejercer su divina soberanía.

La imaginería del Mito del Combate en Daniel 7 está clara. Sin embargo, en una sorprendente innovación en la tradición Bíblica, Dios (el anciano de los días) confiere su autoridad a una figura divina más joven, “uno como un hijo de hombre”. Este personaje muy probablemente representa a Miguel, el ángel patrón de Israel. La fuente de esta imagen de Dios transfiriendo parte de su poder a Miguel parece haber sido tomada del mito Cananeo de Baal; en este mito el canoso anciano El, cabeza del panteón Cananeo, sienta al vigoroso dios Baal a su lado como socio. Lo más interesante acerca de esto es que muestra cuan persistente puede ser la tradición mítica. A pesar de la prohibición de las prácticas religiosas Cananeas en Israel, este motivo mítico Cananeo, conocido desde el siglo catorce a.C. en un texto en Ugarit, perduró fuera de la tradición religiosa oficial Israelita para resurgir como motivo completamente operativo en el Judaísmo del siglo segundo a.C.(4).

En el Nuevo Testamento, el autor del libro del Apocalipsis igualmente retrata la batalla contra el monstruo del caos como evento que ocurrirá en el fin de los tiempos(5). En esta adaptación Cristiana del Combate Semítico común, como cabría esperar, el divino soberano hace del Cordero (Jesucristo) su asociado en el ejercicio del gobierno cósmico. La voluntad de Dios es anunciada en la proclamación de los ciudadanos celestiales que rodean el trono de Dios:

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza”.
Y oí que todas las criaturas –del
Cielo, de la tierra, de debajo de la tierra y
Del mar, y todo lo que hay en ellos- respondían:
“Al que está sentado en el trono y al Cordero
alabanza, honor, gloria y poder
por los siglos de los siglos”.(Apoc. 5:12-13)

Así investido con la autoridad divina, el Cordero marcha como “Rey de reyes y Señor de señores”(19:16) para derrotar a una modernizada versión del monstruo del caos y sus confederados. “Dominó al Dragón, la serpiente antigua –que es el diablo y Satanás- y lo encadenó por mil años”(20:2). Después de mil años el dragón será liberado temporalmente para la batalla definitiva con el Cordero. Tomada de la imaginería de Ezequiel, el dragón reúne a sus cohortes “de los cuatro extremos de la tierra, a Gog y a Magog”(20:8), para presentar batalla contra Dios y el Cordero. Como en el antiguo mito, el dragón y sus confederados son completamente subyugados, aunque esta vez para siempre de la faz de la creación y “arrojado al lago de fuego y azufre, …. Allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”(20:10).

Cuando la batalla contra el caos termina definitivamente y el reino de Dios y del Cordero es establecido firmemente, el autor del Apocalipsis pinta un nuevo cuadro de cómo será el cosmos conforme a los designios del Creador(21:5). Incluso la Muerte, reconocida en el mito Cananeo y las escrituras Hebreas como asociada con el dragón del caos, será destruida(20:14;21:4) en esta nueva creación. No hay lugar para el mar en este mundo nuevo(21:1). El mar, bien entendido, era una muy antigua metáfora en el antiguo Oriente Medio de la no-creación. El mar aparece como Ti´amat en Mesopotamia, en Canaán como Yam, en Israel como Yam o Yam Suf. En Daniel 7 y Apocalipsis 13 el mar es el lugar de donde surgen las bestias para atacar a los justos. Con la llegada del Reino de Dios la mar ya no es más. En el centro de este nuevo mundo está la montaña cósmica sobre la cual se asentará la nueva y perfecta Jerusalem (21:10; cf. Ezequiel 40:2). De su centro donde están situados los Tronos de Dios y del Cordero, surge un río de aguas de vida, que transforma el cosmos en un paraíso el cual mencionan Ezequiel y el Escritor Sacerdotal(22:1-5; cf. Ezeq. 47:1-12 y Génesis 2)(6).

Sin lugar a dudas, el autor del libro del Apocalipsis estaba siguiendo la ya larga tradición bíblica haciendo teología mediante la especulación mito-poética. Revisa el Mito del Combate común Semítico para incorporar la doctrina Cristiana que afirma que Jesús es el Mesías  enviado por Dios a este mundo para inaugurar el reino de Dios. Dado el apocalíptico espíritu del ministerio de Jesús, predicando la inminencia del Reino de Dios y expulsando demonios, era inevitable que los discípulos de Jesús le interpretaran como el agente escatológico de Dios (Apoc. 19:16) cuya misión era destruir finalmente al monstruo del caos.

MITO-POÉTICA EN LOS EVANGELIOS
Uno de los principales temas en los Evangelios Sin-ópticos de Mateo, Marcos, y Lucas es que la venida de Jesús significa que el reino de Dios ha comenzado. El corolario de esto es que el reino del Malo, o Satán, ha llegado a su fin. El pecado, la enfermedad, y la muerte son manifestaciones del poder del mal sobre este mundo, como afirma la doctrina estándar bíblica. Según los Evangelios Sinópticos Jesús perdonó los pecados, curó a los enfermos, y resucitó a los muertos. Y lo que es más importante aún, Jesús también atacó la fuente del poder del mal expulsando demonios, las cohortes de Satán, en anticipación a la batalla escatológica final con Satán. Esto no era una mera postura. Se trata de una batalla contra la muerte en la que solamente puede haber un vencedor. Los demonios entendieron esto muy bien. Por ello gritaban alarmados, “Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios”(Marcos 1:24).

Dentro del contexto de esta escatológica guerra entre las fuerzas de Dios y Satán, los evangelistas modelan cuidadosamente sus Evangelios y manipulan lo mejor posible sus materiales para transmitir su visión y mensaje. Uno de los métodos que usan es la especulación mito-poética. Los dos relatos de Jesús calmando el mar y Jesús caminando sobre las aguas –particularmente el relato de Mateo- ilustran este punto muy bien.

El relato de Jesús calmando el mar lo encontramos en Mat. 8:23-27, Marc. 4:35-41, y Lucas 8:22-25. El relato de Jesús caminando sobre las aguas lo encontramos en Mat. 14:22-33, Marc. 6:45-52, y Juan 6:16-21(7). Ambos relatos sólo se encuentran en Mateo y Marcos. Si la mayoría de los estudiosos del Nuevo Testamento están en lo cierto, Marcos fue escrito primero. Después, unos años más tarde Mateo compuso su propio Evangelio, usando a Marcos como una de sus fuentes. Si esta reconstrucción histórica es correcta, se puede discernir el propósito y mensaje de Mateo señalando cómo cambió su Evangelio respecto al de Marcos. En la formulación Marcana ambos relatos son epifanías, o sea, revelan la verdadera identidad de Jesús en tanto que ser divino. En la Biblia Hebrea el poder de calmar y hendir el Mar(8) y de aplastar la espalda del Mar(9) pertenece a Dios solamente. Aunque mediados por Marcos principalmente mediante tendencias bíblicas, estos motivos derivan últimamente del Mito del Combate común Semita en el cual el Creador triunfa sobre el mar primordial calmándolo y hendiéndolo. No es accidental que Marcos describa a Jesús caminando sobre el mar con el mismo lenguaje usado para describir a Yahvé aplastando la espalda del mar(10). Así mismo en Jesús calmando el mar utiliza el lenguaje de Yahvé calmando el mar hostil increpándole(11).

Presumiblemente, Jesús calmando el mar en Marcos retiene las antiguas connotaciones del divino soberano luchando contra el monstruo del caos (como en Job 26:11-13), en lugar de la “desmitologizada” imagen del Creador controlando meramente a una de sus criaturas (como en Salmos 107:29). En Marcos el mar es personificado e increpado en términos más bien idénticos como lo es el demonio en Marcos 1:25(12). También, cuando Jesús expulsa la “Legión” de demonios de un poseído en Gerasene, los demonios entran en los cerdos que se precipitan por un “abismo” al “mar”. La imagen es apropiada, dado el antiguo símbolo del mar como morada del anti-dios y fuente del mal(13).

El evangelista Marcos comprendió bien el poder de este símbolo y lo usó con gran efectividad para sugerir que Jesús era divino. La imagen de Jesús tranquilamente durmiendo en la barca en medio de tremenda tormenta en el mar está modelada de acuerdo con el sueño del rey divino. No se trata de un signo de la confianza del humano Jesús en el poder de Dios para protegerle, como algunos han sugerido.

Lucas no parece encontrarse a gusto en esta tradición y trata de pasar por alto los elementos míticos. Quizá se deba a una falta de comprensión de la tradición mítica particular involucrada o debido a que no le gustaba teologizar acerca de Jesús. En cualquier caso, Lucas parece quitar énfasis deliberadamente a los tonos míticos de la versión Marcana reinterpretando el incidente como un “evento natural”.

Mateo entendió bien el valor epifánico de los relatos acerca de Jesús calmando el mar y caminando sobre el agua como lo demuestra la manera como orquesta estas historias en su Evangelio para revelar la verdadera identidad de Jesús. En Mateo el tema de la identidad de Jesús está conectado con el de su autoridad. El que Jesús pueda curar enfermedades y enseñar con autoridad es causa de asombro (4:23-25; 7:28) aunque no necesariamente de fe. Jesús calmando el mar evoca “el asombro de los discípulos”(8:27) no su fe(8:26). En este punto los discípulos son incapaces de captar el valor de la señal de la que son testigos. Esos “hombres de poca fe” se dirigen a Jesús con el título “Señor”(kyrie) y le piden que les salven(8:25). Aunque al final meramente se maravillan y asombran sin comprender, “Quién es éste que hasta los vientos y el mar le obedecen?”(8:27). Así, perciben a Jesús sólo como hombre, aunque uno extraordinario, pero hombre al fin y al cabo.

En profundo contraste con la falta de comprensión de los discípulos, los demonios reconocen completamente el significado como se ve en la escena siguiente cuando preguntan a Jesús, “Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?”(8:29). No sólo los demonios reconocen que Jesús es el Hijo de Dios, sino que también realizan que se acerca el fin de los tiempos cuando habrán de confrontar –y ser derrotados- al representante divino.

El tema de la identidad y autoridad de Jesús continúa en los siguientes episodios. Los Fariseos razonan equivocadamente que la autoridad de Jesús sobre los demonios debe derivar de su asociación con el “príncipe de los demonios”(9:43). Desde su celda en la prisión Juan Bautista comienza a cuestionarse si en realidad Jesús es “el que había de venir, o si habría que esperar a otro?”(11:3). La gente pregunta, “No es éste el hijo del carpintero?”(13:55). Herodes cree que Jesús es el espíritu de Juan Bautista, que ha venido a atormentarle(14:2).

En contraste con Marcos, Mateo hace que los discípulos al menos comiencen a comprender el carácter epifánico de Jesús caminando sobre las aguas. Pedro, el portavoz, se dirige a Jesús mediante el título divino “Señor”, y añade con doble sentido, “si eres tú (ej. No un fantasma, sino el Señor) mándame ir hacia ti sobre las aguas”(Mat. 14:28). Si Jesús es el Señor, entonces también tiene el poder de hacer que Pedro camine sobre las aguas como si fuera tierra seca, igual que hizo Yahvé al sacar a su pueblo fuera de Egipto. Jesús demuestra que, de hecho, tiene ese poder. Cuando Pedro comienza a hundirse no es tanto porque dudase de su propia capacidad de caminar sobre las aguas como por la duda que Jesús sea realmente el que sugiere la epifanía: “Hombre de poca fe, por qué dudas?”(14:31). Jesús salva a Pedro y de nuevo increpa al viento (y por implicación, al mar también). En contraste a la postura de incomprensión en la epifanía previa, esta vez los discípulos comienzan a comprender lo que desde hacía tiempo ya habían comprendido los demonios, que “aquel a quien obedece el mar” no es meramente un hombre. Así pues, “se postraron (le adoraron) ante él diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios”.

Que Mateo ha manipulado su material para enfatizar su valor epifánico completo está confirmado por la manera como altera la escena en Cesarea de Filipo dos capítulos después. En esta historia como está narrada en Marcos, a la pregunta de Jesús acerca de su identidad, Pedro responde, “Tú eres el Cristo”(Marc. 8:29). Mateo embellece la respuesta de Pedro: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”(Mat. 16:16). Además, Mateo añade un escena completamente nueva en la cual Jesús reconoce que la respuesta de Pedro es correcta, cuando dice que esta “revelación” no viene del conocimiento humano (carne y sangre) sino de Dios (mi Padre que está en los Cielos). Ahora que al menos Pedro comprende la verdadera identidad de Jesús, éste asocia a Pedro consigo mismo en su misión para destruir el reino del Malo y establecer el reino de Dios; hace de Pedro el fundamento de su iglesia, con la cual “los poderes de la muerte (Infierno en Griego) no prevalecerán”(16:17-19). Esta escena sirve como conclusión de la primera mitad del Evangelio de Mateo. La cuestión de la verdadera identidad de Jesús ha sido resuelta al fin.

CONCLUSIÓN
Quizá hay una saludable moraleja a ser aprendida de todo esto. La que trata con los progresos reales del estudio bíblico en el último cuarto de siglo como apreciación de la extensión hasta la que los diferentes libros bíblicos son verdaderas obras de literatura, o sea, que cada uno es un texto único con su propio peculiar propósito, mensaje, y técnica de composición. Ahora se puede apreciar el valor positivo de hacer teología mediante la especulación mito-poética, o sea, re-contando los antiguos mitos de manera tal que lleguen a lo largo de los siglos a nuevas audiencias.                  
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1.     Ya en los profetas, el mito primordial es remodelado en esperanza escatológica. Ver “The Covenant of Peace”, CBQ 49 (1987), 187-211.
2.     Sobre la evolución de la figura de Satán, ver Neil Forsyth, “The Old Enemy: Satan and the Combat Myth”(Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1987).
3.     Ver John Day, “God´s Conflict with the Dragon and the Sea” (Cambridge: Cambridge Universtiy Press, 1985), 141-178; J.J. Collins, “The Apocalyptic Vision of the Book of Daniel”(Missoula, Mont.: Scholars Press, 1977), 95-147.
4.     J. Collins, “The Apocalyptic Vision of the Book of Daniel”, 101-104. Señala ejemplos de las tradiciones míticas en el mundo antiguo durante un periodo de un milenio o más entre círculos de escribas. Esto es sin duda un canal importante de transmisión, como bien da testimonio de ello la tradición bíblica. Pero esta tradición habría perdido su vitalidad de no haber continuado estando operativa como mito entre la comunidad que la conservaba.
5.     Ver J. Gunkel, “Schöpfung und Chaos in Urzeit und Endzeit. Eine religionsgeschichtliche Untersuchung über Gen 1 und Ap Joh” 12(Gïttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1895), 171-398; A.Y. Collins, “The Combat Myth in the Book of Revelation” (Missoule, Mont.: Scholars Press, 1976); idem, “The Apocalypse”, New Testament Message 22 (Wilmington, Del.: Michael Glazier, 1979), esp. 84-89.
6.     ver arriba.
7.     Ver John Paul Heil, “Jesus Walking on the Sea: Meaning and Gospel Functions of Matt 14:23-33, Marc. 6:45-52 and John 6:15-21, AnBib 87(Roma: Instituto Bíblico, 1981).
8.     Job 26:12; Isa 51:!5; Jer. 31-35; cf. Salm. 89:9; 107:29.
9.     Job 9:8; Hab. 3:15; Salm. 77:19.
10.   Cf. Peripaton epi tes thalasses “(se aproximó hacia ellos) caminando sobre el mar” (Marc. 6:48; cf Mat. 14:25b y Ju. 6:19b) esp. La Septuaginta Griega en Job 9:8b, “kai peripaton hos esp´adaphous epi thalasses” (caminando sobre el mar como si caminase sobre tierra firme). Ver Heil, “Jesus Walking on the Sea”, 37-56.
11.   Comparar Marcos 4:39, “Él habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: Calla, enmudece!” con Job 26:11-12, “Vacilan las columnas del cielo, se estremecen a una amenaza suya. Con su fuerza hendió el Mar, con su astucia aplastó a Rahab”. El mar es también increpado por Dios en Salm. 18:15 (= 2 Sam. 22:16); 104:7; 106:9; e Isa. 50:2. Satán es igualmente increpado en Zac. 3:2.
12.   Comparar “siopa, pephimoso” “Quieto! Calla!” (4:39) con “phimotheti” “Silencio!”(1:25) (mis traducciones). La reacción similar de los presentes es más evidencia de que Marcos trataba de igualar estos dos eventos (cf. 4:41 con 1:27).
13.   Dan. 7:2-3; Apoc. 13:1; contrastar con Apoc. 21:1.

















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