PROTOTIPOS MESIÁNICOS EN LAS ESCRITURAS
A) Moisés está representado
como rey en Ezequiel el Trágico (probablemente siglo segundo a.C.), Filón, y
mucha de la tradición rabínica. Esta interpretación es por supuesto adecuada a
su actividad como líder del éxodo y legislador. Se ha argumentado
convincentemente por J.R. Porter que las narrativas bíblicas de Moisés, que
parecen haber sido formadas en su mayor parte en Jerusalem durante la
monarquía, fueron en realidad modeladas de acuerdo con el modelo del rey Israelita(1). Deut. 33:5
puede traducirse “y fue rey en Yesurún”; quizá
ésta sea la traducción más natural, aunque otras traducciones no pueden ser
descartadas. Una interpretación real de Moisés parece aparecer en cualquier
caso en Isa. 63:11, donde Moisés es el
pastor del rebaño, y Éxod. 4:20 LXX, donde
recibe su cetro de Dios. En el mismo capítulo de los LXX se resalta
comparablemente un aspecto mesiánico de Moisés presentado en otra parte del
texto Hebreo: la congregación cree en Moisés. (Ver Éxodo
14:31 [la congregación cree en el Señor y en
Moisés], con Éxodo 4:1-9LXX, donde en
comparación con el texto en Hebreo dice “en ti”,
refiriéndose a Moisés, y se añade después de “creyeron”
en vv. 5, 8 y 9)(2).
En el centro del Pentateuco hay una figura que puede ser y fue interpretada
como la de un libertador real(3). Hay que
señalar que su suplica por su pueblo(Éxod. 32:11-32)
y su rechazo a manos de este introduce un elemento de “sufrimiento”
en su imagen real.
B) David: cuando los Salmos y
sus títulos son considerados junto con los libros históricos, un paso que
siempre se ha dado al editar 2 Samuel (ver 2 Samuel 22 = Salmo 18), David emerge como
sufriente y humillado aunque rey victorioso al final, sobretodo en Salmo 18 = II Sam. 22;
Salm. 21-22 y los salmos asociados en sus títulos con su huida de Saúl y
Absalón al desierto(3; 54; 57; 59; 62; 142);
ora para obtener ayuda divina en
sus batallas (ej. En Salm. 60, título; Salm. 20, 68,86) y canta alabanzas del Reino de
Dios(Salm. 22; 145); recibe el patrón divino
del templo y sus vasos, y ordena los cantos levíticos y la observancia de las
fiestas (1 Cro. 16; 18-29); es un exorcista(1 Sam. 16:14-23) y un profeta inspirado(2 Sam. 23:1-7; 1 Cro. 28:12, 19). El ungido del
Señor sufre como David, pero el juramento a David es recordado en su nombre, Salm. 89. Las profecías esperaban una venida de
David para gobernar un reino unido para siempre (Jer.
30:9; Ezeq. 34:23; 37:25; Os. 3:5). La divina elección de David recibe
continuo énfasis; ver Salm. 78:68; Salm. 89:20-21 (LXX
eclectós; 1 Rey. 8:16; 1 Cro. 28:4; 2 Cro.
6:5-56; y Salm. 151:6-7(2QPsª col 27),
LXX vv. 4-5.
El aspecto profético y
terapéutico de su perfil bíblico emerge en la lista de poemas de David en el Rollo de los Salmos en la Cueva
de Qumran 11, siguiendo inmediatamente una transcripción de sus últimas
palabras en 2 Sam. 23:1-7: “Y David hijo de Jesé fue un hombre sabio, una luz como la
luz del sol, un escriba”; escribió 4050 cánticos, incluyendo, etc. En el
Nuevo Testamento David es citado regularmente como profeta, algunas veces con
énfasis sobre su estatus como gran rey que profetiza a su “más grande que él” descendiente (Mat. 22:43 y paralelos, ver Salmo 110:1; Hechos
2:30, sobre Salmo 16:8-11); aunque el
Nuevo Testamento también refleja una expectativa del reino mesiánico como reino
renovado de David (Marc. 2:10 y paralelos; Lucas 1:32, 69; Juan 7:42). Esto aparece
igualmente en textos no Judeo-Cristianos como los Salmos
de Salomón (17: 4, 21, haciéndose eco de Jeremías
30:9), los Rollos del Mar Muerto (por ejemplo en el título “rama de David” en 4Q285,
haciéndose eco de Jeremías 23:5), y Seudo
Filón en “Antigüedades Bíblicas”(63:9, donde el reino de David es en esta época,
aunque de éste también deriva el reino por venir). El aspecto sufriente de la
figura real de David no es mencionado en la mayoría de las fuentes de los
tiempos de los orígenes del Cristianismo, aunque su prominencia bíblica en las
historias y salmos lo mantiene a la vista como queda reflejado en la referencia
a la huida de David en Marcos 2:25-26 y
paralelos. Este aspecto de la figura de David habría contribuido, junto con el
sufrimiento de Moisés arriba señalado, a la interpretación mesiánica del siervo
sufriente de Isaías y el pastor herido en
Zacarías.
C) El siervo de Isa. 53 es interpretado como Mesías en el Targum,
pero victorioso en lugar de sufriente. Esta interpretación no es antinatural,
porque el pasaje está precedido por una profecía de redención de Jerusalem (52:1-12), comienza con una referencia a una raíz
que crece en la tierra seca que recuerda a Isa. 11,
y sigue una visión de la restauración de la ciudad, y una referencia a “las fieles promesas hechas a David”(54; 55:1-5). El capítulo fue relacionado por
Justino Mártir con esta secuela, que también le da una interpretación
mesiánica, incluyendo sufrimiento, y dice que Trifón el Judío estuvo de acuerdo
con esto (Dial. 13:2-9; 18:2-90. I). El rey
Israelita aparece como un siervo sufriente en Salm.
89:39, y el Mesías es el siervo de Dios en Zacarías
3:8. Es probable que esta interpretación mesiánica de Isa. 53 no era invariable, dado que el Etíope en
Hechos de los Apóstoles (8:32-33) es
representado preguntando si el profeta habla de sí mismo, o acerca de otro. En
los LXX puede ser leída de acuerdo con una interpretación mesiánica aunque no
lo indica claramente. El capítulo se hace eco en el periodo pre-Cristiano en
contextos que tratan no con el Mesías, sino con el humilde y justo afligido(Dan. 12:3; Sabiduría 2 y 5; Ecc. 11:12-13)(4). En el Nuevo Testamento es citado relativamente con
frugalidad, pero en conexión con Jesús, sobretodo cuando lo describe como
mártir por los demás (Marc. 10:45). Quizá
esto se formó originalmente basado en el modelo del rey sufriente, y
probablemente hubiera una interpretación mesiánica en el periodo del Segundo
Templo, aunque el pasaje no era visto como obviamente mesiánico.
D) El pastor herido de Zacarías 13:7 forma parte de una serie de
profecías en Zacarías, comenzando con la venida de un rey
humilde en 9:9, que encuentra una
interpretación mesiánica en el Nuevo Testamento y en la literatura rabínica(5). En esta última está asociado con el Mesías ben
Josef o ben Efreín, que lucha contra Gog y Magog y muere en la batalla(6). La muerte de un Mesías ya está prevista en II Esdras 7, al final de la era mesiánica, y “matarán al ungido sin culpa” ya aparece como
predicción en Dan. 9:26. La noción de un
Mesías asesinado parece algo corriente en el periodo del Segundo-Templo, en
parte sobre la base de Zacarías, aunque parece claro que es menos prominente
que la expectativa de un rey glorioso. Las objeciones de los discípulos a la
expectativa de Cristo sobre su sufrimiento, descrita en los Evangelios, pueden
ser atribuidas no a su total ignorancia de la noción de un Mesías humillado,
sino a su negativa a aceptar que esto se pudiera aplicar en este caso.
E) El hijo del Hombre en Dan. 7
es visto como mesiánico en la interpretación temprana, que va desde mediados
del siglo primero a.C. hasta el siglo segundo d.C. en las Parábolas de Enoch,
II Esdras, el Quinto Libro de la Sibilina, en un dicho atribuido al R. Akiba, y
en el “Diálogo” de Justino Mártir. En su marco
en Daniel, no obstante, se entiende actualmente que representa a un libertador
angélico, probablemente Miguel, el patrón de Israel, mencionado en 12:1. Es un punto de vista atractivo, puesto que
los personajes humanos a menudo representan ángeles, en Daniel y otras partes,
y la importancia de los ángeles en lo que se refiere a la regulación de los
asuntos terrenales está clara no sólo en Daniel sino también en los Rollos del
Mar Muerto. De todas maneras, la interpretación mesiánica más temprana parece
ser la correcta. Tanto líderes angélicos como humanos funcionan en el Éxodo,
ambos son mencionados en el Rollo de la Guerra,
y ambos pueden ser concebidos sin dificultad en Daniel. En Daniel 2, la venida del reino de Dios,
representada por la piedra que destroza la imagen, puede naturalmente ser
asociada con un personaje mesiánico, como en el Rollo de la Guerra se dice que
el reino pertenece a Dios preeminentemente en los momentos cuando Israel es
liberado por David, los reyes de su linaje, o el Mesías. En Daniel 7 las bestias representan a reyes o reinos
(7:17, 23-24), no el ángel-príncipes que son
los enemigos del ángel-patrón de Israel(10:13,
20-21). Finalmente, la designación “Hijo de(l)
hombre” es cercana al uso de varias palabras que significan “hombre” en los oráculos mesiánicos pre-Daniélicos,
incluyendo Núm. 24:17; 2 Sam. 23:1 y Zac.
6:12, y Salm. 80:18, que tiene “ben adam”. De esos cinco personajes, pues, Moisés,
David, el pastor herido y el Hijo del hombre habrían influenciado el
crecimiento del mesianismo primeramente. En cada caso encajan bien en el
mesianismo real que hemos visto predominar, a pesar de la importancia del
mesianismo dual. Al final el siervo en Isaías 53 también contribuyó a la imagen
del rey mesiánico. La presuposición de una imagen más amplia que la que
reflejan individualmente los relativamente fragmentados pasajes mesiánicos es
un aspecto importante de los pasajes mesiánicos en general, desde el periodo
pre-exílico en adelante. El proceso de incorporación de estos personajes
sugiere la pre-existencia de lo que podría ser llamado una narrativa mesiánica
o mito, como sugieren especialmente los pasajes acerca del maravilloso
nacimiento del Mesías en Isa. 9; Miq. 5 y Salm. 110.
G.S. Oegema ha llamado la atención, a la manera de Wellhausen, sobre la posible
influencia de personajes políticos sobre las concepciones mesiánicas; así el
Hijo del Hombre en Daniel puede reflejar, sugiere, a un gobernante Ptolomeo,
mientras que el juez universal y vengador de 2 Esdras y obras similares
reflejaría nada menos que al emperador Romano(7).
Esta propuesta suena verdadera en general, aunque la política externa debería
probablemente ser considerada solamente como un factor importante en la
formación de las concepciones mesiánicas; interaccionaban estas con un mito
existente, y, flexible como era, tenía su propia coherencia e ímpetu.
Pero
aunque un largo desarrollo del mesianismo desde el Antiguo Testamento es obvio,
al menos cuando la influencia de prototipos mesiánicos es considerada, también
queda claro que el mesianismo es importante “dentro”
del Antiguo Testamento. Floreció especialmente en el periodo de la colección y
edición de los libros, influenció profundamente las versiones antiguas,
notablemente la Septuaginta y los Targums, aunque dentro del corpus de las
escrituras Hebreas estuvo integralmente relacionado con las esperanzas futuras
que forman un gran tema tanto en el Pentateuco como en los Profetas, y desde la
implantación de la monarquía Davídica y la captura Israelita de Jerusalem
estuvo ligado con las tradiciones de realeza en Sión.
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1. Porter, “Moses and Monarchy”; The Succession of Joshua.
2. Horbury, “Septuagintal and New Testament conceptions of the Church”
3. Este aspecto de Moisés
tiende a no ser tenido en cuenta en el examen de su papel por F. Grüsemann, “Die Tora”, Munich 1992; se concentra en Moisés
como legislador en lugar de cómo líder del éxodo.
4. Juel, “Messianic Exegesis”, 121-2.
5. Sobre Zac. 9-13 en Marcos ver Marcus, “Way”, 154-64
6. Sobre el Mesías ben Joseph,
Moore, “Judaism II”, 370-1; Agus, “Binding”, 207-8, 218-20.
7. Oegema, “Der Gesalbte und sein Volk” 70-3, 229-32.
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