EL PRÍNCIPE DE LUZ Y EL ÁNGEL DE LAS
TINIEBLAS
La noción de un agente sobrenatural que representa las
fuerzas del mal, pecado y desorden, que fue introducida en la época
intertestamentaria, vino a estar asociada con la ambigua narrativa bíblica de
la unión entre “los hijos de los dioses”, los “bnai ha-elohim”, y las “hijas de
los hombres”(Gén. 6:2-4). En el texto bíblico los bnai ha-elohim descienden
sobre “las hijas de los hombres” y su progenie fue una raza de gigantes, de
“héroes antiguos, y hombres de renombre”. En el periodo intertestamentario la
venida de los benai ha-elohim a la tierra fue vista como una caída desde el
cielo y causa de la rebelión de los ángeles caídos que se corrompieron con “las
hijas de los hombres” introduciendo el mal y pecado en este mundo. En la
literatura apócrifa Judía, y particularmente en el pensamiento apocalíptico
Judío, la rebelión y caída de los ángeles estuvo repetidas veces asignada al
Príncipe del Mal, llamado de varias maneras Satán, Belial, o Mastema. En el
relato apocalíptico de la caída de los “hijos de Dios” o los Vigilantes en la
sección del Libro Etíope de Enoch (I Enoch), en el Libro de los Vigilantes, los
ángeles rebeldes son identificados con las estrellas caídas y estaban liderados
por dos arcángeles, Samyaza y Azazael, el último fue condenado como primera
estrella que cayó del cielo.
Ahora bien, con todos los aparentes paralelos con la
historia sagrada del Zoroastrismo, en los dramáticos relatos de lucha cósmica
entre las fuerzas de la luz y las tinieblas en los Rollos del Mar Muerto no hay
un desarrollo del dualismo religioso. El dualismo entre el Príncipe de la Luz y
el Ángel de las Tinieblas. Aunque el esquema de Qumran de conflicto y oposición
cósmicos estuvo ciertamente afectado por el modelo del dualismo Zoroastriano,
la doctrina del dominio de Belial –la noción que Belial preside sobre este
mundo- es reminiscente del mito básico Zurvanita del reinado finito de Ahriman
sobre el mundo. Se ha intentado asociar el Belial de Qumran con el Ahriman del
Zurvanismo pero, a parte de los obvios paralelos, los mitos de los señores de
“La Tinieblas” Qumranita y Zurvanita fueron formulados basados en diferentes
líneas(1). El Zurvanita Ahriman obtuvo el
dominio finito sobre el mundo violando la voluntad y el propósito sacrificial
de su Padre primordial y le fue dado un “vestido oscuro-ceniza” de arrogancia y
autodestrucción como parte de un “acuerdo” con Zurvan, mientras que el Belial
Qumranita controlaba el mundo de acuerdo con los inescrutables designios de
Dios y mediante su poder natural mediante la corrupción hasta el momento de la
inquisición final. El Príncipe de la Luz Qumranita, a menudo visto como
defensor de los “hijos de la justicia” contra el reino de Belial (Rollo de la
Guerra, 13:10), es a menudo identificado con el arcángel Miguel, que vino a ser
elevado en la época pos-exílica como “archistrategos” (comandante) de las
huestes, y sancionador de los ángeles caídos y protector celestial de Israel.
De acuerdo con la antigua tradición que las guerras de las naciones estaban
correlacionadas con las guerras de las “huestes celestiales en el cielo” (Is.
24:21-22), el Libro de Daniel revela a Miguel como el patrón angélico de Israel
como rival del príncipe-ángel de Persia y Grecia y se esperaba surgiría como
liberador de Israel en el conflicto del fin de los tiempos (12:1). Según el
Rollo de la Guerra de Qumran (17:7), con la venida de la era final y la “luz
eterna”, el dominio de Miguel surgiría entre los ángeles e Israel sería
exaltado “entre toda carne”.
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1.
Paralelos entre los mitos Zurvanita y Qumranita,
incluyendo el tema de la predestinación, son discutidos en Duchesne-Guillemi, “The Western Response to Zoroaster”, pp. 92-4;
idem, “Le Zervanisme et les manuscrits de la Mer
Morte”. Argumentos a favor de la influencia Zurvanita sobre Qumran son
presentados en H. Michaud, “Un mythe zervanite Dans
un des manuscrits de Qumran”, VT, 5(1955), pp. 137-47; D. Dimant,
“Qumran Sectarian Literature”, en M.E. Stone (ed.), “Jewish Writings of the
Second Temple Period”(Philaelphia, 1984), pp. 538, 546; Boyce, “A History of
Zoroastrianism”, vol. 3, pp. 422-5(argumenta que la enseñanza de los Dos
Espíritus es al menos parcialmente de inspiración Zurvanita.
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