EL DILUVIO COMO EXTENSIÓN DE LA BATALLA CONTRA EL CAOS
Los
antiguos comprendieron bien que el mito era un testimonio de realidades
permanentes. La experiencia humana les enseñó que los ideales de un mundo
divinamente ordenado podían ser fácilmente hechos añicos por fuerzas
nihilistas, malas, que amenazaban a diario con destrozar una vida y existencia
con sentido(1). La batalla contra el caos era
una lucha eterna. El texto Egipcio conocido como “El
Rechazo del Dragón” relata como cada día el dios sol Ra surge del océano primordial Nun para rechazar
de nuevo al dragón/serpiente Apofis,
disipando así la oscuridad y el caos del mundo(2).
Los Babilonios celebraban la Fiesta de Año Nuevo en honor de Marduk. Al menos
durante los tiempos Neo-Babilonios, el Enuma Elish
era ritualmente recitado durante
el curso de la fiesta, entendida quizá como una renovación periódica y como la
victoria primordial de Marduk sobre Ti´amat.
Una oración al final del Enuma Elish sugiere
que la batalla de Marduk con Ti´amat era entendida como conflicto permanente”.
“Plázcale vencer a Ti´amat, que su vida sea estrecha y
corta;
en el futuro de la humanidad, cuando los días hayan envejecido,
que ella retroceda sin cesar, que permanezca alejada para siempre”.
(VII, 132-134)
El
Redactor Sacerdotal en la Biblia manipuló su historia primordial para expresar
el mismo concepto básico. El relato del diluvio no formaba parte del Mito del
Combate Semita común. Incluso el autor Babilonio del Enuma Elish no pensó en
incorporar la escena del diluvio en su mito, a pesar del hecho que sí se
apropió de otras escenas “del relato Babilonio del diluvio” de Atrahasis en su
composición. Sin embargo, el escritor sacerdotal recompone un nuevo mito
primordial reintegrando la historia del diluvio y la de la batalla contra el
caos. Mientras que en J las aguas del diluvio vienen de un diluvio de cuarenta
días de lluvia(Gén. 7:4, 12; 8:2b), en P las
aguas del diluvio inundan la tierra cuando se rompe la barrera puesta por Dios
para contener el océano primordial (1:6-7):
“El año seiscientos de la vida de Noé, el mes
segundo, el día diecisiete del mes, se hendieron todas las fuentes del gran
abismo y las compuertas del cielo se abrieron”(7:11).
Por lo tanto la arremetida de las aguas fue debida a una ruptura en el firmamento,
en lugar de ser causada directamente por Dios(3).
La fuerza del caos era demasiado grandes para ser contenida por el “firmamento” y el caos de nuevo inundaba la tierra
seca. En breve, el orden bueno establecido por Dios era destruido y el mundo
revertido al caos.
Este
punto es reveladoramente señalado en Génesis
6:11-12: “La tierra estaba corrompida en la
presencia de Dios: la tierra se había llenado de violencias. Dios miró a la
tierra y vio que estaba viciada: todas las criaturas tenían una conducta
viciosa sobre la tierra”. El Escritor Sacerdotal atribuye el diluvio al
hecho que la faz de la tierra estaba contaminada con la violencia de sus
habitantes. La línea literaria de P no contiene historia intermedia del pecado.
La referencia debe ser a la historia del Yahvista situada entre el relato de la
creación de P y el diluvio, o sea, al relato de la revuelta de la humanidad
contra Dios en el Edén, el crimen de Caín contra su hermano, y la
desconsiderada matanza de Lamec de cualquiera que le hiriese. P intentaba que
estas historias fuesen leídas como evidencia de la gran violencia sobre la faz
de la tierra. El poder del caos se infiltro de nuevo gradualmente a través de
la violencia humana hasta que alcanzó a toda la creación. Una vez que el buen
orden establecido por el Creador fue invertido, la vida en sí misma era
imposible. Por lo tanto el caos o teológicamente traducido, el mal- era el
responsable de acabar con la vida. Dios no solo confirma lo que los humanos se
han acarreado a ellos mismos mediante su propia violencia(4).
Dios
demuestra que es aún el divino soberano subyugando de nuevo el océano
primordial. Reminiscente de los dioses de la tormenta Baal y Marduk en sus
respectivas batallas con el Mar y Ti´amat, “Dios hizo
soplar un viento de manera que las aguas decrecieron y se cerraron las fuentes
del abismo y las compuertas del cielo y cesó la lluvia” (8:1-2). La victoria sobre el océano primordial
mencionada ya en Génesis 1:1-2:3 es de nuevo confirmada. Se oyen aquí de nuevo
ecos de la primera escena. El viento que subyuga el agua en 8:1 es
aparentemente el mismo que “el viento de Dios”
que “aleteaba sobre la superficie de las aguas”
en 1:2 mientras Dios realizaba su
transformación creadora sobre el Abismo. El Abismo mismo es de nuevo contenido
y la tierra habitable reaparece de nuevo. La creación de nueva vida no es
necesaria aquí, bien entendido, dado que todas las formas de vida son
preservadas en el arca. Pero el mandamiento de poblar la tierra es promulgado
de nuevo (9:1-7).
Ahora
se hace transparente el método del autor. Ha recompuesto el Mito del Combate y
el mito primordial del Yahvista en otra nueva historia original completamente
nueva. Usa el relato de la batalla contra el caos como esqueleto de la historia
y la viste con la historia del mito del Yahvista. Imitando la línea narrativa
de su fuente básica, divide en dos el relato de la batalla contra el océano
primordial, y en el proceso crea una nueva historia. Separando la batalla en
dos escenas pudo revelar los dos lados del caos. Uno es la metahistórica fuerza
del mal que está fuera de la historia aunque ejerce una poderosa negativa
influencia sobre al existencia humana. La otra es una realidad histórica, la
tendencia de la humanidad a hacerse violencia mutuamente eliminando así el orden
divino establecido. El genio del Escritor Sacerdotal es que revela la
interconexión de las dos manifestaciones del caos y muestra a continuación al
divino soberano victorioso sobre ambas. En la perspectiva sacerdotal, las aguas
del océano primordial (Génesis 1) se mezclan
con las aguas del gran diluvio (Génesis 6-8).
Si la batalla hubo de ser narrada en dos escenas, lo mismo sería es el caso con
la creación. Sólo con el restablecimiento del orden y la vida después del
diluvio quedó asegurada y completada la victoria sobre el caos-dragón.
También
podemos entender, una vez comprendido el método literario del Escritor
Sacerdotal, por qué separó la escena del arco de su contexto tradicional
situándola en el episodio final de la escena del diluvio(9:8-17). En el Enuma Elish Marduk cuelga su arco
de guerra en el cielo cuando termina de construirse su palacio, después de
destrozar a Ti´amat. Con este patrón habría que esperar encontrar una escena
similar dentro del contexto del Génesis 2:1-3.
Pero P lo reserva hasta el capítulo 9. En el relato de P, solamente en este
punto se hace claro que el mito de la soberanía de Dios también ofrece garantía
contra la amenaza de la destrucción del mundo a manos de los humanos. (Es
difícil no leer esto como composición exílica, escrita para dar ánimos a la
comunidad, tentada de abandonar toda esperanza que su mundo, destrozado por los
Babilonios, pudiese ser reconstruido). Igual que con la estrella arco en el
mito Babilonio, el arco iris es concebido
como el arco de guerra que la deidad usó en su batalla contra el
monstruo del caos. El que la divinidad lo ponga aparte evidente en su
visibilidad al estar colgado en el cielo- era un símbolo reconfortante del
firme control de Dios sobre la creación(5).
Para
el Escritor Sacerdotal el colgar el arco significaba tanto el final del periodo
primordial como el comienzo del periodo histórico. De esta manera seguía el
patrón de sus dos fuentes. El Enuma Elish concluye a parte del cántico de
alabanzas a Marduk- con el dios de la tormenta colgando su arco en el cielo.
También el Yahvista termina su periodo primordial con la historia del diluvio.
Ya en este punto el carácter esencial de la humana existencia queda
establecido. Lo que faltaba era relatar cómo la humanidad se desarrolló, partiendo
de los hijos de Noé, en familias de naciones que poblaron la tierra, y cuál era
su relación con Dios y con el pueblo elegido.
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1. Levenson, “Creation
and the Persistence of Evil”.
2. Ver S. Morenz, “Egyptian Religion” (Ithaca, N.Y.: Cornell
Univeristy Press, 1973, 167-169).
3. Gén. 6:17 no es probablemente una
contradicción de esta afirmación dado que el versículo hace referencia no a la
causa próxima del diluvio sino a Dios como última causa de todo ser.
4. Patrick D. Miller, Jr. (Genesis 1-11: “Studies
in Structure and Theme”, JSOTSup 8[Sheffield: University of Sheffield,
1978], 33-señala que el castigo corresponde al crimen, expresado a través de la
paranomasia de la raíz “sht”: Dios envía el
diluvio “para destruir(lesahet) toda carne” (6:17,
cf. 13) porque “toda carne había corrompido(hishit) sus caminos”(6:12, cf.11).
5. Para una completa discusión
del símbolo del arco dibujado y no dibujado en las representaciones Asirias y
los paralelos en Génesis 9, ver G.E.
Mendenhall, “The Tenth Generation”
(Baltimore/London: Johns Hopkins University Press, 1973), 44-48. Ver además E.
Zenger, “Gottes Bogen in den Wolken: Untersuchungen
zu Kimposition und Theologie der priesterschriflichen Urgeschichte”,
Stuttgarter Bibelstudien 112 (Stuttgart: Verlag Katholisches Bibelwer, 1983),
124-131.
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