EL ÉXODO COMO MITO
Sin
negar que la revelación bíblica frecuentemente ha girado alrededor de eventos
históricos, es importante reconocer que el mito, no menos –quizá o incluso más-
que la historia, también ha servido como medio de la revelación bíblica. Cualesquiera
que sea la historicidad de los eventos detrás de la narrativa bíblica, el Éxodo
“como relato” ha sido elevado a proporciones míticas de manera a enfatizar su
carácter paradigmático para todas las subsiguientes generaciones.
La
elección del éxodo es deliberada debido a su reconocida centralidad dentro de
la religión Israelita. El tema en cuestión es si la tradición concebía el éxodo
como evento histórico o si la tradición bíblica intentaba presentar el Éxodo
como historia intemporal. Era la intención de los escritores bíblicos presentar
el Éxodo como un evento del pasado, algo que ocurrió a sus antepasados en un
lugar geográfico particular en un tiempo particular en el pasado? O era la
intención de los escritores bíblicos explotar el éxodo como evento que
trasciende las particularidades de tiempo y espacio, haciendo de este la
historia de cada Israelita en cada generación? Resumiendo, es la narrativa del
Éxodo primariamente memoria histórica o es un mito?
B.W.
Anderson ha definido el Éxodo como “la experiencia
histórica crucial que hace a Israel una comunidad histórica auto-consciente –un
evento tan decisivo que los sucesos más tempranos y las consiguientes
experiencias fueron vistas en esta luz”(1).
Martin Noth enfatizó igualmente el carácter fundamental del tema del Éxodo en
el Antiguo Testamento: “En el caso de la “guía fuera
de Egipto” estamos tratando con una “confesión primaria (Urbekenntnis) de
Israel, expresada más bien estrictamente en forma de himno y al mismo tiempo
con el núcleo de toda la tradición Pentateuca”(2).
Aunque el Éxodo con el que estamos tratando en este caso no es el evento
histórico, cualesquiera que éste haya sido, sino el Éxodo de la tradición. Este
último ha sido ampliamente mitologizado y reinterpretado como un evento de
carácter supra-histórico a través de varios procesos mito-poéticos.
El
relato del Yahvista, presumiblemente el más antiguo de la narrativa en prosa,
presenta una descripción relativamente “naturalista” del escape a través del
mar(3). Los Israelitas en su huida se ven
atrapados entre el ejército Egipcio que los persigue y el mar, claman a Dios y
a su siervo Moisés. Moisés les pide que tengan fe en su Dios, que esperen y
vean como Yahvé derrota al enemigo. Durante la noche Yahvé seca el fondo del
mar temporalmente con un fuerte viento del este. Por la mañana Yahvé hace que
cunda el pánico entre los Egipcios y hace que estos se introduzcan en el lecho
del mar seco, y entonces las aguas retornan a su posición normal y los Egipcios
perecen ahogados. Los Israelitas alaban a su Dios y continúan su camino. Hay
que señalar en esta versión la ausencia del motivo familiar del cruce del mar a
pie seco por parte de los Israelitas. Sólo los Egipcios entran en el mar; los
Israelitas no se mueven. Son meros espectadores del combate entre Dios y los
Egipcios. Esta versión, pues, predata la re-escritura sacerdotal de la
narrativa como extensión del Mito del Combate. El énfasis de J está en cuán
completamente el Creador está unido con su imperfecto aunque elegido pueblo, de
manera tal que Yahvé continuamente cuida en promover el bienestar de los
Israelitas a pesar de su poca fe y devoción.
El
Elohista está algo mal representado en esta sección(4).
Aquí Dios no guía a su pueblo por el camino de la costa sino a través de una ruta
sinuosa cerca del Mar Rojo. De lo demás, poco más se le puede atribuir con
certeza a E más allá de la afirmación que el Faraón, al saber que los
Israelitas “habían huido”, salió en su persecución con su ejército de carros.
Debido a la forma tan truncada en la cual E es trasmitido, ninguna referencia
cierta a ningún milagro en el Mar ha sido conservada(5).
La
versión de P es la más familiar(6). Cuando los
Israelitas, atrapados entre el Mar Rojo y los Egipcios que les perseguían,
gritaron a Yahvé para obtener ayuda, Yahvé ordena a Moisés que extienda su vara
hacia el mar. Moisés lo hace y el mar se divide en dos. Los Israelitas marchan
dramáticamente sobre terreno seco atravesando el mar, un muro de agua a la
derecha y otro a la izquierda y los Egipcios detrás, persiguiéndoles. Cuando
alcanzan el otro lado, Moisés, obedeciendo el mandato de Dios extiende de nuevo
su cayado. Los muros de agua colapsan y los Egipcios perecen ahogados.
La Canción del Mar, aunque situada en la narrativa como canción de victoria que celebra
la derrota de los Egipcios a manos de Yahvé, tenía originalmente un escenario
distinto. Esta antigua composición puede datar del siglo diez a.C.(7). El himno alaba a Yahvé no solo por su victoria
contra el Faraón sino que también por conducir a los Israelitas a la Tierra
Prometida y plantarlos firmemente en el monte de su heredad. Esta combinación
de Éxodo y conquista sugiere un origen en el culto de Gilgal(8). En lo que respecta a lo que ocurre en el Mar, si
uno pone a un lado el lenguaje mito-poético, la Canción dice poco a parte que
los Egipcios perecieron en el mar.
La
función del mar en cada una de esas cuatro tradiciones sirve como buen
indicador del grado hasta el cual la “historia” ha sido mitologizada en la
narrativa del éxodo. En J el mar funcionad ambiguamente en cierto sentido.
Parece como si fuera completamente pasivo. Es hecho retroceder por un fuerte
viento del este y posteriormente vuelve a su curso, aparentemente porque el
viento deja de soplar. El mar se traga a los Egipcios, aunque dadas las
circunstancias esto no puede ser interpretado como fenómeno completamente
natural. Uno podría apenas advertir matices mitológicos si no fuesen estos tan
prominentes en otros niveles de la tradición y la idea del mar no estuviese en
sí misma tan cargada con connotaciones mitológicas en todo el Oriente Cercano.
No
hay duda alguna que en P el mar está cargado de tonos mitológicos. La
indicación más clara de esto está en el concepto de “dividir”(bq`) el mar, un motivo claramente tomado del Mito
del Combate Semita Occidental acerca del combate contra el Dragón(9). En este mito el Dios creador vence a su enemigo, el marino Dragón del Caos, partiéndolo en dos. En la versión
Babilonia del Enuma Elish, Marduk derrota Ti´amat lanzando contra ella sus
vientos de la tormenta en su boca. Marduk parte en dos la carcasa de Ti´amat
formando con una mitad la tierra y con la otra los cielos. En otras palabras, P
usa el viento como lo hace en Génesis 1:2 y 8:1-2, como instrumento del divino
soberano en la batalla contra el caos en todas sus manifestaciones(10).
Como
ya se ha señalado, la especulación mito-poética basada en este Mito del Combate
surge en la comunidad Israelita aproximadamente durante el exilio en Babilonia(11). Deutero-Isaías usó esta imaginería para
profetizar que Yahvé liberaría a los exiliados de su cautividad. El motivo
dominante en Deutero-Isaías es propiamente un nuevo “éxodo” mediante el cual
Yahvé liberaría de nuevo a su pueblo del cautiverio en un país extranjero.
Aunque inseparablemente interrelacionado con este motivo del éxodo están
también los motivos de la creación. Yahvé, sólo, no otro dios es afirmado como
el auténtico creador y único señor del mundo (Isa.
40:12-31; 45:18-22; 48:12-19)(12). Para
el Deutero-Isaías la actividad creativa más importante de Yahvé no era la
creación primordial sino la creación de un pueblo para sí mediante el Éxodo de
Egipto. Sin embargo, por muy importante que fuera el primer “exódo” histórico
fuera de Egipto para Israel, este no tendría comparación con el nuevo éxodo con
el que Yahvé inauguraría al Israel escatológico, le dice este profeta
escatológico a su audiencia(13).
Pero
más importante que el hecho que el Deutero-Isaías interprete el éxodo como acto
de creación divina es la manera como lleva a cabo la interpretación. Para él el
éxodo en tanto que evento “histórico” tiene
poco valor. Más bien el éxodo era significativo en tanto que realidad en curso; Yahvé está
perpetuamente redimiendo a su pueblo mediante un éxodo sin fin (Isa. 43:1-3).
Es
difícil capturar en la traducción el uso polivalente de los verbos en futuro en
el Deutero-Isaías. La peculiar combinación de imperfectos, perfectos, y
participios sugieren un intento consciente del poeta para trascender las
categorías del pasado, presente, y futuro(14).
No sería exacto hablar de un nuevo éxodo en tanto que evento escatológico. Para
el Deutero-Isaías el éxodo es una actualización eterna de la actividad
redentora de Dios; pasada, presente, y futura unida como una única acción
divina que irrumpe en el ámbito humano en momentos providenciales en la
“historia”. Quizá Isaías 43:18 ayudaría a
dilucidar el significado.
No
es que Deutero-Isaías no tenga en cuenta los mitos de la creación primordial.
Sí que los tiene. Pero estos no son eventos que pertenzcan al pasado. Son el
mismo fundamento de la realidad presente, de la continuación de la voluntad
creadora de Dios.
En
la llamada Oda al Brazo de Yahvé Deutero-Isaías re-aplica el Mito del Combate a
Yahvé. Aunque Deutero-Isaías no se conforma con re-contar el mito, sustituyendo
el nombre de Yahvé por el de Marduk o Baal. Mediante un proceso de especulación
mito-poética el poeta re-interpreta el combate con el dragón del mar
aplicándolo al Éxodo (Is. 51-9-10)
Invariablemente
los traductores modernos fallan en reconocer el lenguaje mítico del
Deutero-Isaías que nos transmite su mensaje en pretérito imperfecto, “No fuiste
tú el que partió Rahab….” En tanto que lectores pos-Ilustrados, también
nosotros proyectamos en el autor bíblico nuestra propia comprensión, o sea, que
aniquilar al dragón marino es un símbolo solamente, un vestigio de una
mentalidad primitiva hoy desaparecida. Pero para el Deutero-Isaías esos no eran
símbolos arcaicos. Por esta razón usa el participio, como a lo largo de toda su
composición(15). Los participios connotan
realidades recurrentes, “eventos” que no están
ligados al tiempo. El escritor afirma que la batalla contra las fuerzas
nihilistas del caos, lejos de ser un tema del pasado, aún está ahí.
Cualquiera
que sea el núcleo histórico, es transformado en proporciones míticas incluso en
su composición más temprana. La Canción del Mar exhibe la misma estructura
básica que el Enuma Elish y el ciclo Ugarítico de Baal(16).
El Guerrero Divino vence a su enemigo marítimo del caos, creando un orden nuevo
en el proceso.
La
estructura del mito de la creación de la Canción es una confirmación de que el
Faraón y sus huestes han sido metamorfoseadas en el enemigo primordial del
Creador. Por esta razón el poeta hace que el faraón y sus huestes sean
devorados por el mar y se hundan en sus abismales profundidades. El faraón y el
mar se funden en una sola entidad. Esto explica por qué en los versículos 6-8 la ira de Yahvé parece trasladarse
del Faraón al mar.
La
imaginería mitológica en la Canción del Mar es aún más penetrante que una mera
similitud estructural con el Mito del Combate. Detrás de la referencia a “yam suf”(mar de suf)(15:4)
yace otra alusión mítica ampliamente no reconocida en Éxod.
15:4-5. Se ha traducido “Yam suf” como
Mar Rojo para sugerir que tenemos aquí una memoria auténticamente histórica de
que Israel escapó de Egipto cruzando a través de los pantanos de papiro –de ahí
el nombre “Mar/pantano de los juncos”- que los perseguidores Egipcios fueron
incapaces de cruzar con sus pesados carros. Pero “yam
suf” no es una memoria auténticamente histórica que indique que la
batalla tuvo lugar en algún “mar de juncos”. Esta hipótesis no es sino mera
imaginación de parte de los estudiosos. El “yam suf” bíblico se refiere al mar
Rojo, sea a su parte norte o al sur. Aún así, esto no quiere decir que la
liberación de Israel tuviese lugar en o cerca del Mar Rojo en la Canción del
Mar ni que esta fuese una auténtica memoria histórica.
Más
bien “yam suf” tiene aquí connotaciones mitológicas inherentes en el nombre
mismo. Yam Suf significa literalmente “el Mar del Fin/Extinción” (de la raíz
Hebrea “suf”, “llegar
al final”, “cesar”). Para estos
antiguos Israelitas “yam suf” era el mar al
final del mundo. Así pues, tenía fuerte connotaciones mitológicas asociadas con
el mar primordial. Localizado al otro extremo del mundo creado, lo más alejado
del lugar sagrado del Creador en el Monte Sión y del centro del cosmos donde
era posible la existencia con sentido, “el Mar del Final” implicaba una
condición de no-creación y no-existencia. Pero dado que los antiguos concebían
el mundo creado como flotando sobre las aguas primordiales, “yam suf” también
estaba bajo el cosmos. Igualmente, las imágenes del gran Abismo (tehom/tehomot) y las profundidades (mesolot) estaban igualmente presentes (v.5), así
como las demás imágenes del caos primordial (Sheol, mundo subterráneo, el foso,
la muerte, etc.). Hay que señalar que en el v. 12 la acción del mar es paralela
a la acción del mundo subterráneo (´eres) que se traga a los Egipcios. Por lo
tanto el “yam suf” en Éxodo 15:4 es un término usado por sus connotaciones
mitológicas con el océano primordial. La batalla contra el Faraón era vista
como una extensión de la batalla cósmica de la deidad contra el caos. A través
de este mítico lenguaje el poeta expresa la creencia que el surgimiento de
Israel como pueblo durante el éxodo es debido a la actividad creadora de Yahvé
igual a la de la creación original del mismo cosmos. Los Egipcios, son la
fuerza mala que amenaza la existencia de esta nueva creación y son echados al
mar para que ahí perezcan.
El
mensaje implícito está claro –especialmente si, como parece probable, la
audiencia de P está en el exilio en Babilonia. El Creador que muestra su poder
contra el poder del caos “en el comienzo” es el mismo Yahvé que ha elegido a
Israel como suyo.
La
distinción entre mito e historia tan importante para los Ilustrados lectores de
hoy día parece completamente ausente en la narrativa del éxodo. Es más, el
Escritor Sacerdotal parece haber deliberadamente borrado los límites entre los
dos en cuanto el mito se mezcla con la historia y la historia con el mito.
----------------------------
1. ”Understanding
the Old Testament” (Englewood Cliffs, N.J.: Prentice Hall, 1972), 49.
2. ”A
History of Pentateuchal Traditions”, B.W. Anderson (Englewood Cliffs,
N.J.: Prentice-Hall, 1972), 49.
3. A J
se le asignan los siguientes versículos: 13:21-22;
14:5-6, 9, 10, 11-14, 19, 20, 21, 24, 25, 27, 30-31.
4. a E
se le asignan los siguientes versículos: 13:17-19;
14:5, 7, 19, 25.
5. Éxod. 14:25, alusión a como Dios atascó
las ruedas de los carros Egipcios de manera que no pudieran ser conducidos por
los Egipcios, puede darse en un medio como el lecho del mar seco. Sin embargo,
la acción es igualmente apropiada para una historia de “huida”. También hay
controversia acerca de si este fragmento es verdaderamente de E o no.
6. a P,
se le asignan los siguientes versículos: Éxod.
13:20, 14:1-4, 8, 9-10, 15-18, 21-23, 26-27, 28-29.
7. Las referencias patentes a
Sión como montaña donde reside Yahvé establecen que este poema in su forma
presente no puede ser anteriores al siglo décimo a.C., contra F.M. Cross, Jr.,
y D.N. Freddman, “The Song of Miriam”, JNES
14(1955), 237-250; F.M. Cross, “Canaanite Myth and
Hebrew Epic” (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1973),
121-124. Aunque la Canción puede haber sido objeto de posteriores desarrollos,
parece que se originó en el culto de Gilgal antes del siglo séptimo a.C.
8. Ver arriba.
9. F.M. Cross, “Canaanite Myth and Hebrew Epic”, 112-144.
10. ver arriba.
11. A. Lauha, “Das Schilfmeermotif im Alten Testament”, VTS
9(1963), 32-46.
12. Carroll Stuhlmueller, “Creative Redemption in Deutero-Isaiah”, AnBib 45
(Roma: Bbiblical Institute, 1970), 143-162.
13. Ibid., esp. Chs. 4 y 9.
14. Ibid., 41-56 y 110
15. Ver Stuhlmueller, “Creative Redemption”, 41-56.
16. Ver Cross, “Canaanite Myth
and Hebrew Epic”, 138-144; S. Norin, “Er Spaltete das Meer: Die
Auszugsüberlieferung in Psalmen und Kult des Alten israel”, ConB, OT Series 9
(Lund: CWK Gleerup, 1977), 94 y 105.
No hay comentarios:
Publicar un comentario