martes, 23 de abril de 2013

CAOS PRIMORDIAL VI

EGIPTO Y GOG COMO SÍMBOLOS MÍTICOS EN EZEQUIEL
En gran medida la interpretación del libro de Ezequiel está relacionada con su estructura. Tiene este libro una fina arquitectura. A pesar de la anterior generación de estudiosos críticos que dudaban de la autenticidad de los numerosos oráculos y asignaban amplias porciones del libro a un periodo mucho más tardío(1), los expertos actuales defienden la unidad esencial y estructura del libro. Moshe Greenberg va tan lejos como para afirmar la autoría del libro al profeta histórico Ezequiel(2). Igualmente, Lawrence Boadt señala los temas y freses recurrentes dispersos a lo largo del libro como estrategia deliberada del autor para unir las diferentes partes del libro mutuamente(3). No es posible aquí extenderse más sobre este punto. Partiremos de la tesis de que la estructura general del libro ha de ser considerada deliberada y expresión del significado intencional del autor. Aquí, tanto el contenido como la situación de los oráculos contra las naciones y Gog en los capítulo 25-32 y 38-39, respectivamente, no solo son auténticos respecto a la formulación original del libro sino esenciales al mensaje del autor. Lawrence Boadt señala que las muchas palabras del vocabulario inusual o expresiones comunes a ambas secciones difícilmente pueden ser accidentales, particularmente dado que son únicas en Ezequiel y en toda la Biblia(4). En mi opinión, ni los oráculos contra las naciones ni los oráculos de Gog deben ser considerados como intrusiones secundarias, como algunos estudiosos han propuesto(5).

El autor hace hincapié  en la correlación entre Egipto y Gog haciendo que Dios le diga al Faraón y a Gog, “Yo pondré un aro en tus quijadas” (Ezeq. 29:4) y 38:4). Esta imagen está obviamente inspirada en el Mito del Combate del creador subyugando al monstruo acuático del caos, puesto que la misma imagen se encuentra en Job 40:25-26 donde Yahvé demuestra su dominio sobre el Leviatán. Veamos, pues, el tema de Egipto y Gog como míticos símbolos en Ezequiel.

EGIPTO Y GOG COMO SÍMBOLOS MÍTICOS
La gran abundancia de alusiones míticas en Ezequiel es bien conocida. Quizá el ejemplo más claro puede ser encontrado en el oráculo contra Tiro (Ezequiel 28). En este oráculo la hubris del rey de Tiro es caricaturizada bajo la doble imagen de un hombre que afirma ser un dios(vs. 2-10) y de un ser perfecto que una vez habitó en el Jardín del Edén(12-19). Además, Jon Levenson(6) ha llamado la atención sobre las alusiones míticas en los capítulos 40-48. El “monte muy alto”(Ezeq. 40:2) al que es transportado Ezequiel en su visión es al mismo tiempo el Monte Sión y la Montaña Cósmica del mito, el “axis mundi”, el centro de la creación. Este lugar de la visión, con el santuario de Yahvé en el centro, es simultáneamente Sión y el Jardín del Edén restaurados, con el río de la vida fluyendo desde el santuario en su centro hacia fuera a través del desierto estéril hasta el Mar Muerto, para producir condiciones paradisíacas a lo largo de todo el país(Ezeq. 47). Ya no habrá más muerte pues “el árbol de la vida” está de nuevo disponible en la forma de árboles a lo largo de las orillas del río, árboles cuyos “frutos servirán de alimento, y sus hojas de medicina”. Hasta el Mar Muerto, famoso por su ausencia de vida, estará lleno de peces a medida que reciba el agua del río de la vida. En un idioma teológico más familiar, esto es nada menos que una visión del escatológico reino de Dios, similar al del libro del Apocalipsis (caps. 21-22).

La comparación con el apocalíptico libro del Apocalipsis es bastante apropiada. Ezequiel, que puede bien ser caracterizado como obra proto-apocalíptica(7), comparte con lo apocalíptico una expectativa de que el escatológico reino de Dios vendrá sólo después que la intervención divina ponga un fin definitivo, primero, al poder del mal que gobierna este mundo, segundo y más importante, al poder mismo del mal en sí mismo(8). Semejante doble eliminación del mal es el propósito de unir en tándem los oráculos contra las naciones(caps. 25-32) y los oráculos contra Gog de Magog(caps. 38-39). El primero representa la destrucción de los poderes terrenales hostiles (o históricos) que se oponen al establecimiento del pueblo de Dios; el segundo representa el poder meta-histórico del mal. Ambos poderes, histórico y meta-histórico, se oponen a los designios del creador y han de ser destruidos. Esta destrucción en dos etapas del mal corresponde al programa en el libro del Apocalipsis donde primero la bestia que es Babilonia-Roma, la manifestación terrena del mal, es vencida(caps. 17-19); después el dragón, Satán, es derrotado y eliminado(cap. 20). Solamente después que ambos poderes son eliminados puede ser desvelada la nueva creación(21:1 – 22:5). Es obvio que el autor del libro del Apocalipsis es dependiente de Ezequiel, como demuestra su mención de Gog y Magog(20:8) y del río con el árbol de la vida(22:1-2; cf. Ezeq. 47:1-12)(9).

Si esta interpretación de Ezequiel es correcta, entonces no tiene sentido identificar Gog y Magog con entidades históricas conocidas del mundo antiguo(10). Con esto no quiero decir que la descripción de Ezequiel de Gog y Magog no pueda haber sido parcialmente concebida partiendo de personaje(s) o nación(es) antiguos legendarios del Cercano Oriente(11), sino que el autor trataba de representar con Gog y Magog una realidad meta-histórica(12). La llegada del Reino de Dios –si bien, primariamente un reino jerárquico y cultual, de acuerdo con la teología sacerdotal de Ezequiel- involucra necesariamente la eliminación de la misma fuente del mal.

Las dimensiones míticas de esta definitiva batalla están sin duda en que la batalla es definida como un conflicto entre creación y no-existencia, entre “cosmos” y “caos”. Gog ha reunido una horda de aliados malos con el propósito de atacar a un Israel perdonado y restaurado. Aquí no estamos tratando con la nación histórica de Israel sino con el pueblo escatológico de Dios. Por lo tanto, el Israel escatológico es descrito mediante la tradicional terminología mítica como poseyendo la creación completa. El pueblo de Israel “habita en el centro (navel) de la tierra” (tabbur ha´ares, 38:12) junto a la montaña santuario del divino rey y creador. Viven en una tierra de “ciudades sin murallas”(38:11); no hay necesidad de fortificaciones, barras, o puertas, dado que obviamente del país, al vivir bajo la alianza de La Paz, han desaparecido toda hostilidad, de hombre o bestia (34:25-31)(13).

En este contexto mítico, Gog es un símbolo del caos. Al representar a Gog procedente de “las extremas regiones del Septentrión”(yarkete-sapon)(38:15; 39:2), el autor parece querer retratar a Gog como la antítesis de la creación. En la tradición bíblica “yarkete sapon” es mucho más que una distante región geográfica en el norte; también tiene fuertes connotaciones míticas. En la tradición Cananea el Monte Zafón es la residencia de El, el dios creador y cabeza del panteón. Por lo tanto, yarkete-sapon puede referirse al lugar más sublime de esta montaña-santuario del creador y soberano divino. Tal es el referente en Isaías 14:13, donde Babilonia es excoriada por su arrogancia al exaltarse a sí misma como si fuera dios:

Y tú decías en tu corazón,
Al cielo voy a subir,
Por encima de las estrellas divinas
Voy a establecer mi trono;
Me sentaré en el Monte de los dioses,
Allá por los confines del Norte.
Subiré sobre las crestas de las nubes,
Me haré semejante al Altísimo”.

El profeta tiene en mente la jactancia Babilonia de que su dios patrón Marduk había ascendido a la posición de rey de los dioses cuando las otras deidades se mostraron incapaces de dominar al dragón del caos, una afirmación que rechaza el profeta como sin sentido dado que Yahvé es indiscutiblemente el divino soberano.

Un uso similar lo encontramos en Salmo 48:1-3. En este Salmo también el monte Sión es igualado con el “yarkete-sapon”, con la obvia intención de promover a Yahvé en lugar del dios Cananeo El como rey del universo.

Ezequiel, sin embargo, usa la frase yarkete-sapon de manera muy distinta. Para él yarkete-sapon no es la montaña cósmica sino el punto sobre la tierra más alejado del “centro de la tierra”. Es la antítesis de la creación. A este respecto se asemeja más a yam sup, el mar al final del mundo con connotaciones de ser un lugar de no-existencia e incluso de oposición al creador(14).

El significado de Ezequiel está claramente relacionado, aunque no es idéntico, con misterioso enemigo del norte en Jeremías que aparecerá de pronto y extenderá el terror y la destrucción sobre la tierra (ver esp. Jer. 6:22; 25:32; 31:8; 50:41)(15). En posteriores etapas de la tradición de Jeremías este enemigo será entendido como Babilonia. Así es como el Rey Jeoaquín interpreta la profecía de Jeremía(Jer. 36:29). De igual manera, en Jeremías 25:26 hay una mención de todos los reyes del norte, tanto cercanos como lejanos (Kolmalke hassapon haqqerobim weharehoqim), esas naciones “beberán el cáliz de las manos de Yahvé”(v.17). La última en beberlo es Babilonia(16). Sin embargo, el significado original de los enemigos de Jeremías del norte no está tan determinado, es más mítico(17). En Jeremías 6-8 este enemigo es identificado solo como “un pueblo que viene del norte(sapon), y una gran nación que surge de los confines de la tierra(miyyarkete-´ares)”(Jer. 6:22). Es importante señalar para nuestro propósito las consecuencias de la llegada de este enemigo del norte. La tierra vuelve al estado caótico anterior a la creación!

Miré a la tierra: un caos informe;
a los cielos: faltaba su luz.
Miré a los montes,
Y estaban temblando;
Todos los cerros trepidaban.
Miré, y no había un alma,
Las aves del cielo habían volado.
Miré, y el vergel era un yermo,
Todas las ciudades estaban arrasadas
A causa de Yahvé,
Del ardor de su cólera”.(Jer. 4:23-26)

Hay aquí una intrínseca conexión entre el caos y su carácter de los confines del norte. Su presencia significa la destrucción de la creación.

De manera similar en Jeremías 25:30-33, el enfoque deja de ser principalmente un juicio contra los enemigos de Israel procedentes del norte para convertirse en una escena escatológica del Día de Yahvé:

“Ruge Yahvé desde lo alto,
desde su santa morada lanza su voz;
El clamor llega hasta los confines de la tierra,
Porque juzgará Yahvé a las naciones;
Y será este juicio contra toda carne,
Los malvados los entregó al filo de la espada,
Oráculo de Yahvé.
Así dice Yahvé de los ejércitos:
He aquí el mal pasará
De nación en nación,
Una gran tormenta se desencadena
Desde los extremos de la tierra (miyyarkete-´ares)”.

En este pasaje, también, el mal parece originarse en yarkete-´ares, y solo se manifiesta secundariamente en naciones históricas situadas en el norte. Esto está muy cerca de los misteriosos enemigos del norte de Jeremías que surgen “desde los más lejanos confines de la tierra” (yarkete-´ares) hasta el Gog de Magog de Ezequiel que se origina en “las extremas regiones del septentrión”(yarkete sapon).

El Gog de Magog, que viene de una región que está en los confines de la creación, o más allá aún, es el último símbolo de Ezequiel de la anti-creación y de todo lo que está en oposición a la voluntad del divino soberano. En términos apocalípticos, Ezequiel visualiza el establecimiento del reino de Dios mediante una batalla cósmica entre Yahvé y Gog tan enorme en su ámbito que el mundo temblará en sus mismos fundamentos (38:19-23). “La tierra será purificada del mal cuando Gog y sus seguidores sean enterrados”(39:11-16) o, alternativamente, “servirán de carroña a los carroñeros”(39:17-20).

Aunque si en el esquema Ezequieliano Gog es el símbolo del mal metahistórico, Egipto es la personificación del mal histórico. En los oráculos contra los siete enemigos históricos de Israel, Egipto es el séptimo y el último nombrado y presumiblemente el peor de todos. Además, Ezequiel dirige siete oráculos contra Egipto solo; y esos oráculos toman tanto espacio como los oráculos contra las siete otras naciones juntas(18). Egipto es considerada como la que más merece la ira de Dios respecto a todas las demás naciones de la tierra.

Una solución parcial a por qué Ezequiel retrata a Egipto como la bestia negra del mundo antiguo puede ser debido quizá a la desastrosa política de Egipto hacia Judá en lo referente a la alianza contra Babilonia(17:17; 29:6-7, 16). Como Jeremías, Ezequiel ve a Babilonia como instrumento en manos de Yahvé para castigar los pecados de Judá(17:18-22; 21:18-27; cf. 26:7-14; 30:10-12). Someterse a Babilonia era, pues, someterse a la voluntad divina –lo que sin duda hay que tener en cuenta dado que no hay oráculo contra Babilonia ni en Jeremías ni en Ezequiel(19). Aunque en Ezequiel la animosidad contra Egipto es más radical aún.

Egipto era la fuente del “pecado original” de Israel, ya desde su juventud. Fue en Egipto donde Israel aprendió la idolatría y adquirió la adicción de ir en busca de otros dioses, una adicción que ni Israel ni Judá fueron capaces de superar durante el periodo de su existencia como nación. La alegoría de las hermanas Oholah y Oholibah, en el capítulo 23 es la más explícita:

“……Se prostituyeron en Egipto siendo todavía jóvenes. Allí fueron palpados sus pechos y acariciado su seno virginal(v.3).

(Oholibah)multiplicó sus prostituciones, acordándose de cuando era joven, cuando se prostituía en Egipto(v.19).

Yo pondré fin a tu inmoralidad y a las prostituciones que comenzaste en Egipto; no volverás a ansiar su presencia ni volverá a acordarte de Egipto(v.27).

De manera similar en el capítulo 20, en otra larga diatriba contra Israel debido a su infidelidad, Yahvé recuerda a los Israelitas su admonición hacia ellos cuando los sacó de Egipto:

Pero les advertí: Arrojad los ídolos que seducen vuestros ojos, no os contaminéis con las basuras de Egipto; yo soy Yahvé, vuestro Dios. Pero ellos se rebelaron contra mí y no quisieron escucharme. Ninguno arrojó los ídolos que seducían sus ojos; ninguno abandonó las basuras de Egipto. Pensé entonces derramar mi furor sobre ellos y desahogar en ellos mi cólera, allí en el país de Egipto”(vs. 7-8).

Así, aunque Israel puede haber adorado los ídolos de muchas naciones, incluidos los de Babilonia(23:14-17), Egipto es elegido como único culpable. Según Ezequiel, Egipto era la fuente del pecado de Israel, y como tal, la encarnación histórica del poder que se opone a Yahvé.

Esta visión le da forma a la manera en que Ezequiel construyó sus siete oráculos contra Egipto. Hay más bien, obviamente, un movimiento que va de la acusación a la sentencia y de ahí a la imposición de la pena de muerte y al entierro. Primero hay que tratar con el “pecado” de Egipto. Básicamente es declarado culpable de ser el monstruo del caos, y como tal ha de ser eliminado de la faz de la tierra. El cargo aparece en el primer oráculo(29:3):

Aquí estoy contra ti, faraón,
rey de Egipto,
gran cocodrilo, recostado
en medio de sus Nilos,(20)
tú que has dicho: Mi Nilo es mío,
yo mismo lo/me he hecho”(21).

El “gran dragón” (hattannim haggadol) es, bien entendido, el monstruo del caos acuático primordial conocido por el Mito Semítico del Combate común. Contrariamente a lo que muchos piensan, esta no es una paranomasia o juego de palabras acerca de la imagen de los reyes Egipcios en tanto que divinos, tomando la forma zoomórfica del cocodrilo. La imagen del faraón, como se informa en 32:2, es la de un “león entre las naciones”. En contraste, el título “monstruo del caos” es una etiqueta hostil contra el faraón y “todo Egipto” puesta por el profeta en nombre de Yahvé(22).

La introducción de la etiqueta “monstruo del Caos” puede haber sido parcialmente inspirada por el deseo de contradecir las pretensiones Egipcias de que el faraón era la encarnación del dios principal Egipcio, frecuentemente visto como el creador. La declaración del faraón en 29:3, “yo mismo me he hecho”, parece implicar cierta clase de pretensión de ser el creador, igual que con las palabras “El Nilo es mío” que quizá impliquen no sólo posesión sino también creación del Nilo. Ezequiel implica que el Faraón (Egipto) no es la encarnación de la deidad sino del monstruo del caos. Sea como sea, Ezequiel parece más interesado en explotar temas inherentes al Mito del Combate, o sea, a la creación versus el caos,  y al creador versus el monstruo del caos. Egipto es acusado de hubris al intentar usurpar la autoridad del verdadero creador.

CONCLUSIÓN
En Ezequiel el significado es determinado por la estructura y el contenido de los oráculos individuales. El autor ha deliberadamente emparejado Egipto y Gog como símbolos históricos y meta-históricos del caos o mal, respectivamente. Adaptando creativamente motivos míticos tradicionales, especialmente aquellos del Mito del Combate, Ezequiel ha establecido una nueva visión del fin de la historia de la creación Israelita. La creación quedará completada sólo cuando Israel sea establecido bajo una alianza de paz centrado en el trono de la montaña cósmica de Yahvé en Sión. Antes que esto ocurra sin embargo, el nihilista poder del mal ha de ser completamente eliminado de la faz de la creación. En el pensamiento apocalíptico de Ezequiel, esto significa la eliminación de Egipto, la fuente principal de la tentación de Israel de dar la espalda a su creador y Dios.

Ezequiel expresó este mensaje teológico en lenguaje del mito, el más poderoso símbolo conocido por él y su audiencia. Ezequiel, mediante este mensaje trata de socavar la posición del enemigo y enriquecer la fe Yahvista de su propia comunidad(23). A este respecto su método no difiere significativamente del sacerdotal en la Torah mediante el cual reformó el mito primordial de los orígenes para hacerlo encajar en su agenda teológica.                               
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1.    G. Hölscher (“Hesekiel: Der Dichter und das Buch”, BZAW 39 [Giessen: Töpelmann, 1924] argumenta que solo una séptima parte del libro procede del Ezequiel histórico; el resto es el trabajo de un redactor poco imaginativo redactor del siglo quinto que transformó radicalmente la naturaleza de la composición original, incluyendo el añadido de toda la proclamación de la salvación en cap. 33-48. S. Herrmann (“Die prophetischen Heilserwartungen im Alten testament” BWANT 85 [Stuttgart: Kohlhammer, 1965], 241ff.) afirma de manera similar que cada expectativa de salvación en el libro ha de ser vista como la obra de una mano posterior. C.C. Torrey (“Pseudo-Ezekiel and the Original Prophecy”. Yale Oriental Studies 18[New Haven, Conn.: Yale University Press, 1930]) mantuvo que todo el libro era un seudo epígrafe originado en el siglo en el 230 a.C. V. Herntrich (Ezechielprobleme, BZAW 61 [Giessen:Töpelmann, 1933]) asignó la forma básica de caps. 1-39 a un Ezequiel activo en Jerusalem antes de 587, el resto (incluyendo el programa de restauración de los caps. 40-48) a un redactor que vivía en el exilio ca. 573. Ver los sumarios de los estudiosos críticos de Ezequiel de O. Kaiser, “Introduction to the Old Testament: A Presentation of Its Result and Problems” (Minneapolis: Augsburg Publishing House, 1975), 248-257; y B. Childs, “Introduction to the Old Testament as Scripture”(Philadelphia: Fortress Press, 1979), 353-372.
2.    Moshe Greenberg (Ezekiel, 1-20, AB 22[Garden City , N.Y.: Doubleday & Co., 1983], 26-27) afirma: “Las varias operaciones asumidas en este comentario prueban la hipótesis de trabajo que el Libro de Ezequiel es el producto de diseño y arte inteligente… Una consistente tendencia de pensamiento expresada en un estilo distintivo surge, dando la impresión de una mente individual de proclividad poderosa y apasionada. La cronología de los oráculos y las circunstancias históricas reflejadas en ellas las asignan a un estrecho rango temporal bien dentro del periodo de una sola vida. La persuasión crece en uno a medida que pieza tras pieza cae en los patrones establecidos e ideas de que está surgiendo una coherente visión del mundo, contemporánea con el profeta del siglo sexto y decisivamente por él modelada, si es que no son las palabras del mismo Ezequiel.
3.    L. Boadt, “Rhetorical Strategies in Ezekiel´s Oracles of Judgement”, en “Ezekiel and His Book: Textual and Literary Criticism and Their Interrelation” BETL 74, ed. J. Lust (Leuven: Leuven University Press”, 1986), 182-200.
4.    Boadt, “Rhetorical Strategies”, 196-199.
5.    Prescindo aquí de la cuestión de si el profeta histórico Ezequiel o algún “discípulo” compuso el libro de Ezequiel; lo que argumento es que la forma y el contenido del libro canónico derivan substancialmente del genio del autor original, quien quiera que fuese. Contrastar, por ejemplo, W. Eichrodt (“Ezekiel: A Commentary”, OTL [Philadelphia: Westminster Press, 1970], 352), que, aunque acepta que algunos de los oráculos contra las naciones derivan del profeta Ezequiel, argumenta que este “pequeño libro contra las naciones” existió independientemente y que “su inserción en medio del texto del libro profético tiene toda la apariencia de un cuerpo extraño abriéndose camino en el todo orgánico y en el proceso separando cosas originalmente conectadas juntas”. Así mismo, en lo que se refiere a los oráculos de Gog, Eichrodt (p. 519) los encuentra intrusivos y “contrarios a las intenciones del profeta”. De manera similar R. Ahroni, “The Gog Prophecy and th eBook of Ezekiel”, HUCA 1 (1977), 1-27.
6.    Jon Levenson, “Theology of the Program of Restoration of Ezekiel” 40-48, HSM 10 (Missoula, Mont.: Scholars Press, 1975).
7.    D.S. Russell (“The Method and Message of Jewish Apocalyptic”, OTL [London: SCM Press, 1964], 88-91) observa que aunque Ezequiel 38-39, Zacarías 9-14, e Isaías 24-27 no pueden propiamente ser llamados apocalípticos, esos pasajes contienen las semillas de las que se desarrolló la apocalíptica; Ahroni (“Gog Prophecy”, 15-18) ve Ezequiel 38-39 como pura apocalíptica. Para un punto de vista contrario ver Hanson, “Dawn of Apocalyptic”, 228-240.
8.    Comparar Joel 3 y Zacarías 14, donde la venida del reino escatológico de Dios está ligada con la prior destrucción de las naciones extranjeras.
9.    Ver A. Vanhoye, “L´utilization du livre d´Ezechiel Dans l´Apocalypse”, Bib 43 (1962), 436-476.
10.  Para un sumario de intentos en identificar Gog y Magog y los varios países asociados con Gog en esos oráculos, ver Walther Zimmerli, “Ezequiel 2” (Philadelphia: Fortress Press, 1983), 299-302; y M. Astour, “Ezekiel´s Prophecy of Gog y and the Cuthean Legend of Naram-Sin”, JBL 94 (1976), 567-579.
11.  (15)Astour (“Ezekiel Prophecy”, 572-579) postula los orígenes de la profecía de Gog en el poema didáctico Babilonio conocido como la leyenda de los Cuteos de Naram-Sin, en la cual las legendarias hordas del norte conocidas como los Umman-manda fueron rechazadas mediante la intervención divina. Aunque incluso si Ezequiel conocía y fue influenciado por semejante mítica literatura, la perícopa de Gog era muy probablemente una composición creada por Ezequiel basado en elementos míticos anteriores, como hace en el caso de Tiro; ver Williams, “Mythical Background of Ezekiel 28:12-19?” 49-61.
12.  Dos consideraciones refuerzan esta interpretación. Primera, Gog de Magog se dice viene de “la parte más lejana del Norte”(Yarkete-sapon), i.e., de las regiones más alejadas del centro de la tierra; cf. “el Mar del Fin” (yam sup) como símbolo comparable del caos/mal localizado al borde de la creación. Segundo, se trata de una interpretación de los antiguos confirmada por el hecho que el autor de Apocalipsis 20:8 asocia Gog y Magog con la derrota del mismo Satán, en lugar de con la anterior destrucción de la bestia (Babilonia-Roma)
13.  Para una discusión de este motivo ver “Covenant of Peace”, 187-211 (Batto).
14.  Ver número 16
15.  Ver Zimmerli, “Ezekiel 2”, 299-300
16.  En TM “Sheshak”, un código para Babilonia; cf. Jer. 51:41.
17.  Aunque ostensiblemente argumenta a favor de una identificación “mundana” de los enemigos del norte, D.J. Reimer (“The Foe and the North in Jeremiah”, ZAW 101 [1989], 223-232) llega a una conclusión comparable: en Jeremías “sapon” hace referencia no a un punto en la brújula sino al lugar donde habita Yahvé desde donde se lleva a cabo el juicio, el cual puede tomar la forma de enemigos históricos.
18.  Cuatro, o sea, la mitad, de los ocho capítulos de oráculos contra las naciones están dedicados a Egipto.
19.  Ver Zimmerli “Ezekiel 2, 3-4”.
20.  El plural “Nilos” es una referencia a los varios brazos del Nilo en la región del Delta en el bajo Egipto.
21.  Texto Masorético lee como el “lectio difficilior”. Las versiones leen un sufijo pronominal personal diferente después del verbo; Los LXX: “autous” , también en v. 9; Siriaco: -h.
22.  Egipto es igualmente caracterizado en otras partes de la Biblia. En Salm. 87:4 e Isa. 30:7 Egipto es llamado Rahab, otro nombre para el enemigo primordial del creador; ver Mary K. Wakeman, “God´s Battle with the Monster: A Study in Biblical Imagery” (Leiden: E.J. Brill, 1973), 56-62. Sin embargo en Isaías 27:1 la imagen del monstruo del caos (Leviatán…….) se puede también aplicar a Egipto(ver 27:12-13).






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