FRACASÓ JESÚS?
Jesús
murió la muerte de un criminal, la misma de muchos rebeldes Judíos sin éxito en
su lucha contra Roma(1). Según el relato más
temprano sus palabras antes de morir fueron, Dios
mío, Dios mío, por qué me has abandonado?(Marc.
15:34). Los observadores paganos y Judíos acusaron a los Cristianos
durante los dos siglos siguientes de venerar a un criminal, obviamente un
hombre cuya carrera terminó en tragedia(2).
Muchos escritores hasta nuestros días concluyen que Jesús de Nazaret fracasó(3).
Fracasó
Jesús? Flavio Josefo parece tomar una posición relativamente ambivalente,
posiblemente típica de la actitud con la que muchos Judíos del siglo primero
habrían visto a Jesús. Jesús para éstos era probablemente un
hombre bueno, que parecía tenía mucho que ofrecer. Pero al final, como tantos
otros, fue víctima de sus propias ilusiones, que dejaron tras de sí una
multitud de leales seguidores igual que otros antes de él Juan el Bautista, el Maestro de Justicia de Qumran, el
falso profeta de Egipto, etc. (a este respecto la perspectiva de un
moderado como era el maestro de San Pablo, Gamaliel
el Viejo también parece bastante creíble tal como informa Hechos 5:34-39: El
tiempo dirá si el movimiento de Jesús es otro pasajero y extravagante religioso.
Por
otro lado, para las Cristianos tempranos Jesús era claramente el Mesías
prometido. El testimonio Cristiano más temprano acerca de Jesús sobrevive en
los escritos de la primera carta de Pablo a los
Tesalonicenses, probablemente escrita en el 50 d.C., donde afirma, creemos que Jesús murió y resucitó(4:14; también 2:15).
Otras cartas de Pablo contienen información adicional acerca de Jesús (ej. 1 Cor. 11:23-26; 15:3-5,
fechadas ca. 55 d.C.); y por supuesto los Cuatro Evangelios, aunque
probablemente editados posteriormente, contienen gran cantidad de tradiciones
Palestinas más tempranas. La narrativa histórica Cristiana más temprana acerca
de Jesús probablemente era similar al discurso de Pedro en la casa de Cornelio:
Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús
de Nazaret, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por
el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo cuanto
hizo en la región de los judíos y en Jerusalem, do cómo le dieron muerte colgándolo
de un madero; de cómo Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de
manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido
de antemano: a nosotros, que comimos y bebimos con él después que resucitó de
entre los muertos. Él nos mandó que predicásemos al Pueblo y que diésemos
testimonio de que él está constituido por Dios juez de vivos y muertos. Todos
los profetas dan testimonio de que quien crea en él alcanzará, por su nombre,
el perdón de los pecados(Hechos 10:38-43).
Aproximadamente
hablando, este es el más temprano resumen de la predicación del Evangelio,
el mensaje Cristiano debe haber sido parecido a
esto. El énfasis de la historia está en la muerte de Jesús y en lo que ocurrió
después. La perspectiva da por hecho que Jesús era el Mesías, aunque no acentúa
lo que él mismo pensaba de lo que estaba
haciendo, antes de su muerte. Todo lo que se
nos dice es que pasó haciendo el bien y curando a
todos los oprimidos por el diablo.
LOS PROPÓSITOS DE JESÚS: EL MINISTERIO GALILEO
Jesús
aparece en la escena del siglo primero en Palestina dentro del contexto del
ministerio de Juan el Bautista, descrito en el Nuevo Testamento y en Josefo.
Juan era un predicador carismático en el desierto que exhortaba al pueblo a
prepararse para la venida del Reino de Dios bautizándose como señal de
arrepentimiento y el perdón de sus pecados por Dios. Jesús se unió al
movimiento de renovación popular por Juan iniciado, y su bautismo a manos de
Juan en el Río Jordán parece haber sido una
profunda experiencia espiritual que cambió su vida. En conexión con todo esto
oímos acerca de su visión como poderosa llamada, en la cual vio al Espíritu Santo descender sobre él en forma de
paloma aleteando(4). Al mismo tiempo oyó una voz
que en términos del Salmo 2 e Isaías 42 que le llamaba Mi
Hijo, Amado; en quien me complazco(Marcos
1:11).
Dentro
del contexto Galileo en el siglo primero, este tipo de
lenguaje tenía considerable significado. Hijo de
Dios y Amado eran maneras de
referirse al Mesías, y en el Antiguo Testamento, hablar del Espíritu Santo descendiendo sobre alguien normalmente significaba
que éste era divinamente designado (ungido) para una tarea particular. De esta
manera fueron designados los 70 ancianos para ayudar a Moisés (Núm. 11:16-25), Balaam profetiza (Núm. 24:2), varios Jueces han de gobernar, y Saúl
es rey (siendo cambiado en una persona diferente,
1 Sam. 10:6). De particular significado
habrían sido las profecías de Isaías acerca del Príncipe de la Paz Davídico en
quien reposaría el Espíritu de Dios (Isa. 11:2),
y acerca del Siervo por Dios Elegido en quien él se complace (42:1-4); cf. La voz desde el cielo, Marcos 1:11) y en quién había puesto su Espíritu.
TENTACIÓN EN EL DESIERTO
Inmediatamente
después de esto, los Evangelios describen a Jesús sufriendo una profunda crisis
personal en el desierto. Otros antes que él, como Juan el Bautista (Marcos 1:4) y Banno (Josefo,
Vida 11), se retiraron al desierto para meditar y reflexionar. En el
caso de Jesús, esta reflexión aparentemente centrada en el significado de su
visión bautismal, especialmente en ser llamado Hijo
de Dios. Mateo y Lucas presentan al Tentador desafiándole en el tema de
su designación divina: si eres el Hijo de Dios
.
(Mat. 4:3,6; Lucas 4:3,9).
Esta
crisis al haber sido superada, la identidad específica de Jesús parece menos
explícita en el primer plano de los capítulos siguientes. Comienza a reunir un
grupo de seguidores masculinos y femeninos de una variedad de estratos
culturales y sociales, el núcleo del grupo tenía eventualmente doce miembros
un significativo símbolo de los doce patriarcas del Antiguo Testamento (hijos de Jacob) y de una reconstrucción de las
doce tribus de Israel(5).
EL MINISTERIO Y MENSAJE TEMPRANO DEL REINO DE DIOS
A
diferencia de Juan el Bautista, Jesús sana y enseña mayormente en público, en los pueblos y ciudades de Galilea(6). Como Juan, no obstante, llama a la gente al
arrepentimiento en vista del inminente Reino de Dios(Mat.
3:2; 4:17), aunque aparentemente con énfasis reducido en el bautismo
(contrastar los Sinópticos con Juan 4:1) y
una vida ascética bastante más reducida (Mat. 11:18).
E igual que su predecesor llama a sus discípulos, los entrena y comisiona,
inicialmente sólo para replicar su ministerio y
mensaje. En la primera comisión Jesús envía a los discípulos principalmente
para expulsar los demonios, sanar, y anunciar el Reino; no predican a Jesús (Marc. 6:7-13).
El
tema más importante y favorito en la enseñanza de Jesús es sin duda el Reino de
Dios. Como muchos Judíos en su día, vio esto como la era prometida del gobierno
universal de Dios y la restauración del pueblo elegido a la plenitud y relación
con Dios, una era donde su voluntad sería hecha tanto en la tierra como en el
cielo. La enseñanza de Jesús acerca de su Reino es simple y memorable, y como
los rabinos relata frecuentemente parábolas, historias populares que usa para
ilustrar y enfatizar la naturaleza de los propósitos de Dios. Aunque también
hace uso de poderosas instrucciones morales directas cuya contundencia asombra
a la audiencia, pues no es como la de los escribas
con su estilo deliberadamente más académico(Mat.
7:29).
LA PRAXIS DEL REINO Y CONTROVERSIA INICIAL
Esta
primera parte de la narrativa del evangelio describe el tiempo en el cual Jesús
pasó haciendo el bien, como dice Pedro en Hechos 10. En cierto sentido Jesús se habría
parecido mucho a cualquiera de las muchas carismáticas figuras Galileas del
siglo primero que sanaban y enseñaban y eran conocidas por su cercana relación
personal con Dios(7). No obstante, incluso hoy
día hay una peculiar urgencia e inquietud acerca de Jesús: su convicción de que
el Reino está cerca(Marc.
1:15), parece entender su ministerio como instrumental para con este
Reino, simbolizándolo e incluso inaugurándolo. Comienza contrastando lo nuevo
de su mensaje con lo antiguo
de la teología de los escribas, por ejemplo en parábolas como la del vino nuevo
en odres nuevos (Marc. 2:22). Al aplicar de
manera práctica esta convicción, su ministerio comienza a rebasar los límites
de la religión convencional, de manera más controversial y flagrante.
No
sólo veía Jesús su mensaje y ministerio como instrumentales para la venida del
Reino, sino que comenzó a actuar en consecuencia, viendo las necesidades y
exigencias del Reino como de mayor importancia respecto a otras preocupaciones
en el aquí y ahora. Reclamaba autoridad como ser humano para perdonar los
pecados de un paralítico (Marc. 2:1-12; Mat. 9:8). Al demostrar el poder del Reino de Dios
para expulsar los espíritus malos, parecía estar empleando prácticas mágicas de
exorcismo que los teólogos veían como sospechosas(Marc.
3:22). Curaba en público y en las sinagogas incluso durante el Sabbath,
declaraba que el ser humano era señor del Sabbath(Marc. 2:27). Desobedecía la tradición oral
establecida de la religión Farisea convencional donde parecía restringir los
requerimientos de su ministerio del Reino, rompiendo los límites de lo
correctamente religioso permitiendo a sus discípulos arrancar espigas(Marc. 2:23), tomando un punto de vista liberal
sobre las tradiciones alimenticias Fariseas(Marc.
7:1-23)(8) o diciéndole a un discípulo
potencial que dejase el entierro de su padre y diera prioridad a seguirle a él(Mat. 8:22). De manera similar, le dio prioridad a
la lealtad a sus discípulos que a la de su propia familia(Marc. 3:31-35). Un rasgo inusual en el Judaísmo
del siglo primero era la relativa prominencia de mujeres entre sus seguidores(9), y parece incluso haber desconcertado a sus
discípulos por su alta estima hacia los niños(Marc.
10:13-16)(10).
Quizá
lo más controversial de todo era que Jesús daba la impresión de estar
traspasando la línea entre piedad e inmoralidad en lo que se asociaba con
recolectores de impuestos, prostitutas, y otros con dudosa reputación,
compartiendo incluso mesa con ellos sin exigirles siquiera se arrepintieran de
su manera de vivir. Muchos Fariseos solamente habría tratado así a aquellos que
se hubiesen arrepentido de sus caminos, pero Jesús se hacía odioso extendiendo
su compañía y la gracia incondicional de Dios a la gente tal como era(11). El arrepentimiento, del que otros habrían hecho
una precondición, era dejado a que se produjera debidamente en el curso de los
acontecimientos como señal que la salvación había llegado.
Al
mismo tiempo, uno no debe creer que Jesús sólo se juntaba con los pobres y
marginados. Sus contactos incluían gente como el presidente de la Sinagoga,
gente de negocios bien situada y señoras ricas, aristócratas de Jerusalem, e
incluso un centurión Romano. Él quería contactar con los pecadores, los
perdidos, y los enfermos aunque igualmente (con los justos y saludables)
que uno encuentra siempre en el camino de la vida.
LAS DISPUTAS TEOLÓGICAS Y OPOSICIÓN
Al
mismo tiempo a medida que crecían sus seguidores, Jesús comenzó a atraer la ira
de la clase dirigente religiosa. No hay por qué exagerar esto dado que en Galilea, las autoridades de la sinagoga y los
aristócratas sacerdotales no eran tan poderosos como en Judea o Jerusalem. Pero
la noción de los investigadores que venían hasta Galilea desde Jerusalem (Marc. 3:22), o de los poderosos intereses que
identificaban a Jesús como un riesgo político con el que había que
tratar(Fariseos y Herodianos, Marcos 3:6; Lucas 13:31), no son tan improbables como algunas
veces se ha asumido(12).
En
las disputas y discusiones con los teólogos y líderes religiosos, Jesús chocó
repetidas veces en puntos de interpretación de las Escrituras y práctica
religiosa. Esto no era un problema mayor. De hecho, varios de los temas estaban
aún por resolver en esa época, por lo que la opinión de Jesús habría tenido el
apoyo de otras facciones dentro del Judaísmo(13).
En más de una ocasión la opinión de los rabinos terminaba tomando el punto de
vista de Jesús: un ejemplo es el caso de realizar milagros durante el Sabbath(14) o romper los votos en orden a ayudar a los padres
de uno(15). Sin embargo, los constantes choques
de Jesús con los líderes religiosos sobre estos temas no ayudaron a dar buena
impresión de él.
En
cualquier caso, junto con su ministerio público del Reino hay signos crecientes
de lo consciente que era Jesús de esta oposición: disputas en las sinagogas; su
evasión de las ciudades; enseñanzas en privado a sus discípulos que reconocían
que, igual que con los profetas, la mayoría de Israel se oponía a su mensaje(Marc. 4:10-12); y la desconfianza de su familia y
pueblo natal (3:21, 31-35; 6:1-3).
Al
mismo tiempo, el tema de la oposición creciente va de la mano con la apremiante
cuestión del papel e identidad de Jesús. El asunto lo saca a relucir el
lunático en la sinagoga de Cafarnaún, ante una muchedumbre sorprendida por sus
curaciones y enseñanzas, y por las diversas alusiones de Jesús a un estatus y
autoridad en un Reino especial (perdón de los pecados, señor del Sabbath, el novio
en la fiesta). Más exactamente, la cuestión surge debido a un número de
inusuales experiencias de las cuales aparentemente sólo los discípulos eran
conscientes, como la calma de la tormenta (Marc.
4:35-41), la alimentación de los cinco mil(Marc.
6:34-44; cf. 8:1-9), y Jesús caminando sobre las aguas(Marc. 6:47-51)(16).
Cualesquiera fuesen los incidentes originales subyacentes a estas historias,
servían sin duda para ilustrar la necesidad apremiante de una respuesta a la
pregunta de los discípulos, Quién es éste, que hasta
el vientos y el mar le obedecen?(Marc. 4:41).
De
ninguna manera está claro que el mensaje y ministerio de Jesús en esta etapa
ofreciera una respuesta o dirección a este respecto. Había gran desconcierto
por parte de los discípulos y gente en general, y sus propios intentos para
restringir la publicidad, al menos en Galilea, sugieren que quizá él mismo no
quería tratar el tema(Marc. 1:44, 3:12, 5:43;
contrastar con 5:19 en territorio Gentil de
la Decápolis).
LA EJECUCIÓN DE JUAN EL BAUTISTA
En
esta etapa de su ministerio en Galilea, hubo sobretodo un evento que forzó a
Jesús a tratar con las consecuencias de su carrera y por lo tanto con la
verdadera naturaleza de su llamada. Hasta aquí, el ministerio de Jesús parece
haber operado hasta cierto punto bajo la sombra de Juan el Bautista, de cuya
obra y enseñanza obtuvo mucho beneficio (ver Mat.
3:2 comparar con 4:17). Herodes
Antipas era el gobernante(tetrarca) títere nombrado por Roma en Galilea y Perea
más allá del Jordán durante los años 4 a.C. hasta el 39 d.C. Debido a su
mórbido miedo a una sublevación popular, y al rechazo público de Juan el
Bautista de su cuestionable casamiento con Herodias la esposa de su
medio-hermano, Antipas arrestó a Juan como seguro político y lo encarceló en su fortaleza de Macareo en el desierto, al este del
Mar Muerto. Ahí fue eventualmente ejecutado, aparentemente instigado por
Herodias (Marc. 6:17-29; Josefo, Ant. 18-116-119).
Aunque
había sido arrestado con anterioridad al comienzo del ministerio público de
Jesús en Galilea (Marc. 1:14), Juan era
aparentemente mucho más conocido que Jesús (ver Marc.
6:14-16). Sin embargo, cuando Jesús oyó acerca de la ejecución de Juan,
se retiró con sus discípulos a un lugar solitario(Marc.
6:32), probablemente realizando que estas noticias creaban problemas para su propio ministerio. Además, Lucas informa de
algunos Fariseos que advirtieron a Jesús que huyera inmediatamente puesto que
Herodes también quería matarle a él(Luc. 13:31).
También parece que, ante el crecimiento de la controversia, un significativo
número de seguidores puede haber abandonado a Jesús(Juan
6:60-66).
LA SEGUNDA MITAD DEL MINISTERIO DE JESÚS
Poco
después, Jesús parece haber realizado, junto a sus discípulos, un viaje a lo
que hoy son los Altos del Golán, fuera de la jurisdicción de Herodes Antipas en
la Tetrarquía de Filipo hermanastro de Herodes. Se instalaron en un lugar
llamado Cesarea de Filipo (Paneas, moderna Banyas en el Golán), al extremo
Norte del territorio de Filipo. Este era un lugar seguro, un lugar ideal para
esconderse en la seguridad de Siria, si Jesús así lo hubiese querido. Otros relatos dicen que Jesús pasó algún tiempo en la región de Tiro y Sidón igualmente(Mat.
15:21; Marc. 7:24,31).
En
esta situación de relativa paz y seguridad, Jesús parece haber pasado por un
periodo de búsqueda, quizá una segunda crisis de identidad después de su
anterior en las tentaciones en el desierto. Es cuando
consulta a sus discípulos: Quién dice la gente que
soy? La información que recibe le identifica con una variedad de
figuras proféticas y mesiánicas: Juan el Bautista, Elías, o uno de los
profetas. Cuando son presionados para que den su propia opinión, Pedro realiza
su famosa declaración, Tú eres el Mesías (Marc. 8:29); los cuatro Evangelios están de
acuerdo a este respecto en sustancia. Como en otras ocasiones cuando surge el
tema de su estatus Mesiánico, Jesús insta a un estricto silencio acerca de este
tema. Aunque hay clara evidencia que se ha alcanzado un punto de inflexión en
la propia auto-comprensión de Jesús. Parece aceptar, al menos tácitamente, la
confesión de Pedro.
Este
evento ampliamente atestiguado refleja quizá la comprensión que incluso aunque
no estuviese dispuesto a identificarse a sí mismo como el Mesías, alguna gente
sacaría inevitablemente esta conclusión debido a su enseñanza y milagros (Mat. 11:2-6 sugiere que él mismo animó al
encarcelado Juan el Bautista a hacerlo). Sin embargo, esta conclusión a su vez
significaba que su vida estaba en peligro. Y si había de continuar su
ministerio otorgado por Dios, la tarea involucraría inevitablemente sufrimiento
y posiblemente la ejecución.
Aquí
hay un punto decisivo. Al aceptar la confesión de Pedro, Jesús no sólo reconoce
la posibilidad de un final violento si continua con su ministerio en Palestina.
Para llevarlo a cabo requerirá una incorporación positiva de su martirio en
la comprensión de sí mismo. Es significativo que los tres Evangelios Sinópticos
inserten la primera de una serie de reflexiones sobre el inminente sufrimiento
y muerte de Jesús:
Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía
sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los
escribas; que le matarían y que resucitaría a los tres días(Marc. 8:31).
Dado
el contexto político e histórico de Jesús, algunas de estas
reflexiones sobre el significado y resultado de su ministerio contienen un alto
grado de probabilidad histórica. El propósito de este sufrimiento no es
explicado aquí, aunque se ha alcanzado un punto crítico cuando Jesús afirma que
un fin violento puede muy bien ser una parte de lo que ha sido llamado a
realizar. Es interesante que formule esta decisión en el contexto de estar
experimentando una segunda crisis siendo tentado por Satán (Marc. 8:33).
Es
difícil decir con certeza si Jesús en realidad habló acerca de su resurrección
en este punto; o si lo hizo, qué quería decir con esto. Pero la posible alusión
a después de tres días en Oseas 6:2 y su misteriosa frase acerca de la señal de Jonás (Jonás
1:17 con Mat. 12:39) significaba que la comprensión de sí mismo en la
tradición bíblica del justo sufriente puede haber incluido la igualmente
esperanza bíblica de algún tipo de subsecuente vindicación la cual, dado que
sigue a la muerte, pueda ser expresada en términos de resurrección(17).
TRANSFIGURACIÓN: CONFIRMACIÓN DIVINA DE LA LLAMADA DE JESÚS
En
los tres Evangelios Sinópticos aparece la narrativa de la transfiguración.
Cómo, dónde y por qué tuvo esto lugar es probablemente algo imposible de
reconstruir. La historia describe un tipo de experiencia visionaria
involucrando a sus tres más cercanos discípulos. En esta visión en la cima de
una montaña(18), Jesús se transforma con una
apariencia brillante y es visto conversando con Moisés y Elías, los dos
profetas más grandes en el Antiguo Testamento, ambos tenían significativas
connotaciones Mesiánicas en el pensamiento Judío.
Que
Jesús era un hombre de visiones y experiencias místicas no ha de causar
sorpresa alguna. La literatura Apocalíptica y otros escritos Judíos de siglos
antes de su nacimiento comparten perspectivas muy similares acerca del
misticismo como manera de experimentar más profundamente e inmediatamente las
realidades espirituales de la fe, incluyendo el Reino de Dios por llegar. Ya
hemos visto a Jesús en los relatos evangélicos experimentando una poderosa
visión de designación divina en su bautismo, seguida de su enfrentamiento con
Satán en el desierto. Lucas 10:18 dice que Jesús se alegra ante la información
de la misión de sus seguidores sobre sus curaciones y exorcismos
interpretándola a la luz de otra visión apocalíptica: Yo
veía a Satanás caer del cielo como un rayo(cf. Apoc.
12:9; 2 Enoch 29:3, etc.). Su anuncio del Reino y derrota de los poderes
opuestos a este eran sujeto de ardiente reflexión espiritual y mística para él.
Como
quiera que estas experiencias hubiesen tenido lugar (apariciones de Moisés y
Elías también tienen lugar en algunas historias rabínicas), los relatos de los
evangelios indican que los discípulos quedaron con una impresión exaltada del
significado de su Maestro en relación a los grandes profetas de Israel. En
Lucas, además, el centro del encuentro de Moisés y Elías con Jesús es
precisamente el punto culminante de su ministerio sobre el reino en Jerusalem(9:31). Lo que pueda significar esta historia para la
comprensión de sí mismo de Jesús es difícil de saber sin la debida
especulación. Pero si esta visión formaba parte de su ministerio pre-Pascual,
vendría a ser naturalmente una re-confirmación de su llamada divina durante su
bautismo: hay que señalar particularmente la repetición de la voz desde el
cielo que declara, Este es mi hijo, Amado(Marc. 9:7).
CAMINO DE JERUSALEM
Parece
ser que poco después de todo esto Jesús decidió realizar su habitual
peregrinaje a Jerusalem para la Pascua, consciente que éste podría ser el
último. (Es interesante señalar Juan 11:54-57:
Jesús se escondió con sus discípulos en las montañas de Efraín antes de esta
Pascua).
En
Mateo y Marcos esta decisión tiene lugar en la fase final de su ministerio,
aunque Lucas en este punto inserta nueve capítulos de material que Mateo y
Marcos sitúan en el escenario Galileo (Luc.
9:51-18:30). Incluso Lucas, sin embargo, sugiere que Jesús
deliberadamente fue a la capital a pesar del peligro que corría porque no conviene que un profeta perezca fuera de
Jerusalem(Luc. 13:33) reconociendo
que de una manera u otra su destino llegaría a su final en esta ciudad.
Los
relatos sinópticos ofrecen consistentemente la impresión que a partir de
entonces Jesús comenzó a actuar mucho más
deliberadamente con la convicción que su muerte estaba cerca. Incorporó
esto implícita y explícitamente en su enseñanza, situando su mensaje del Reino
mucho más claramente en un contexto de juicio y restauración Mesiánica de
Israel, la venida del día glorioso del Hijo del Hombre, en el cual de alguna
manera su propio sufrimiento y rechazo serían instrumentales.
Llegará tiempo en que desearéis ver un solo día del Hijo
del hombre, y no lo veréis. Os dirán: Helo allí o helo aquí. No vayáis ni le
sigáis, porque así como el rayo relampaguea y fulgura desde un extremo al otro
del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero antes ha de padecer
mucho y ser reprobado por esta generación.(Luc.
17:22-25)
Esta
conciencia y afirmación del sufrimiento futuro es evidente también en su bien
atestiguada réplica a la petición de Santiago y Juan para sentarse a su diestra
y siniestra de su Trono: No sabéis lo que pedís!
Podéis beber el cáliz que yo he de beber o ser bautizados con el bautismo con
que yo he de ser bautizado?(Marc. 10:38,
cf. 10:45)(19).
Jesús
también afirma que su sufrimiento sería redentor, y contribuiría a la salvación
de Israel. Esta idea tiene raíces en la tradición Judía. No sólo es una
evaluación positiva del sufrimiento del justo tan extendida en el Antiguo
Testamento, en Salmos, Lamentaciones, y Libro de Job (también el perseguido
hijo de Dios en Sabiduría 2), sino que una
variedad de textos interpretan positivamente estas experiencias de significado
salvífico. De influencia particular en la interpretación Judía era la historia
de la disposición de Abraham para sacrificar a su hijo Isaac, que según Gén. 22:16-18 aporta una bendición especial a sus
descendientes y a todas las naciones de la tierra. De manera similar, la muerte
de los mártires Macabeos en el siglo II inspiró aparentemente al autor de
Hebreos como uno de los grandes ejemplos de fe(20),
fue interpretada en algunos círculos como un sacrificio expiatorio por los
pecados de la nación (4 Mac. 6:29; 17:21.;
cf Mac.
6-7). A parte de sus potenciales raíces en la historia del Génesis 22,
esta interpretación del martirio se remonta en cualquier caso a Isaías 53,
donde la vida del siervo inocente de Dios es vista como sacrificio por los
pecados del pueblo (vv. 4-6, 8, 10) una
idea que vino a ser sujeto de continua reflexión en los posteriores textos
Judíos(21). Jesús mismo le da expresión a esta
tradición en pasajes como Marcos 10:45 y paralelos, ya mencionados: El Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir
y a dar su vida como rescate por muchos. Esta noción de sufrimiento
redentor es quizá aún más claramente afirmada en los relatos acerca de la
Última Cena. Dada la base Judía y del Antiguo Testamento de las afirmaciones de
Jesús, es legítimo sugerir que Jesús llegó a afirmar su muerte inminente no
meramente como resultado trágico inevitable de su carrera en tanto que profeta,
sino como parte integral de la voluntad de Dios para con él(22).
En
este punto también se hace significativo que los relatos tempranos de las
apariciones después de la resurrección enfatizan que el sufrimiento del Mesías
y su resurrección eran el cumplimiento no sólo de sus propias predicciones,
sino de las profecías de las Escrituras (Juan 20:9;
Lucas 24:27; 1 Cor. 15:3; los discursos de Pedro en Hechos 2). Este énfasis en la profecía y
confirmación de su curso es en parte apologético, y pretende respaldar la fe en la Cruz y resurrección contra el
cargo de innovación no fundada en las Escrituras y falsa profecía (cf. Deut. 13:1-4). Pero aún si las particulares
constelaciones de las profecías bíblicas en este contexto tienen una aplicación
únicamente Cristiana, la misma existencia de motivos como el vicario
sufrimiento del justo indican que Jesús ciertamente no carecía de guía bíblica
cuando reflexiona sobre la inminencia de su inmerecida muerte.
LA ENTRADA TRIUNFAL
A
pesar de la creciente reflexión en su probable sufrimiento, parece que Jesús
también continuó mostrando su autoconciencia Mesiánica. La demostración más
dramática de todo esto es su entrada triunfal en Jerusalem(Marc. 11:1-10), cuando deliberadamente entra
subido en un asno y es aclamado por sus seguidores, cumpliendo la profecía
Mesiánica en Zacarías 9:9. Esto
simultáneamente resalta la idea del triunfo de un reino Mesiánico, aunque el
estatus del Mesías es aquí de humildad, paz, y no-violencia(Zac. 9:10). (Esto también está reflejado en su
respuesta a la cuestión acerca de pagar tributo al César, Marc. 12:13-17)(23).
Jesús claramente parece aceptar las aclamaciones Mesiánicas de sus seguidores,
para consternación de los líderes religiosos.
Una
vez en Jerusalme, Jesús se refiere a sí mismo de manera oblicua como Hijo de Dios y último de los profetas en la
Parábola de los Viñadores Homicidas(Marc. 12:1-12),
una provocación dirigida temerariamente contra la clase sacerdotal(24). Estaba sin duda actuando de manera peligrosa
hacia un enfrentamiento con la aristocracia de Jerusalem.
JESÚS EN EL TEMPLO
En
Marcos y Lucas, el ímpetu final para el arresto de Jesús parte de su manifestación
en el Templo (Marc. 11:15-17; Juan 2 y otras consideraciones dan a entender que
al menos pronunció una amenaza contra el Templo en una ocasión anterior). Esta
acción ha sido tradicionalmente entendida como una limpieza del Templo
respecto a la práctica de vender animales para el sacrificio y el cambio de
dinero (requerido para pagar el impuesto del Templo). Pero Jesús parece estar
señalando hacia algo más que esto: implícitamente en los relatos sinópticos (y
explícitamente en Juan 2:19) la intención de Jesús es una demostración
provocativa que simboliza la futura destrucción del Templo, como parte de la
inminente aparición del juicio y la nueva era. Esto puede muy bien estar basado
en su ultraje ante la corrupción practicada por las ilegítimas familias
aristocráticas que controlaban no sólo el Sumo Sacerdocio sino que tenían el
monopolio virtual sobre las prácticas comerciales relacionadas con los
sacrificios. La actuación de Jesús en el Templo expresa simbólicamente el
juicio de Dios sobre la actual corrupción, y afirmaba la inminente destrucción del Templo como parte de la era de la
restauración. Esta actuación hizo a Jesús odioso y amenazante a los ojos de la
aristocracia gobernante. También dio lugar al miedo de una intervención
violenta de los Romanos, y así aceleró la decisión formal de acabar con él
(Juan 11:47-53). Claramente, las convicciones controversiales de Jesús acerca
del Templo eran integrales a sus miras y propósitos, y la demostración en el
Templo meramente sirvió para sellar su destino.
LA ÚLTIMA CENA
La
última noche de Jesús en libertad la pasó aparentemente en una celebración
privada con el círculo íntimo de sus discípulos. La naturaleza de esta comida
ha sido sujeto de un sin fin de debates a cargo de
los estudiosos, los detalles de la misma no pueden ser resueltos. Algunos
argumentan basados en Marcos 14:12-16) que
fue una comida típica de la celebración de la Pascua(25).
Esta sugerencia sólo puede ser mantenida descartando la afirmación en el Cuarto
Evangelio que Jesús fue crucificado antes del día de la Pascua (Juan 13:1; 18:28; 19:14, etc.). La fecha que da
Juan a la crucifixión de Jesús es también uno de los pocos textos del Nuevo
Testamento que encuentra confirmación en las fuentes Judías(26). La aparente cronología en Marcos 14:12 choca con
la ley de purificación Judía que prohíbe las ejecuciones en días festivos una
preocupación de la que se hace eco el cuarto Evangelio (Juan 18:28)(27).
Por
lo tanto la pascua que Jesús celebró con sus
discípulos la noche de su arresto fue probablemente una cena no oficial, se
comiese o no cordero(28). En la explicación de esta dificultad, se ha sugerido algunas veces que Jesús puede haber
celebrado la fiesta con anterioridad debido a que seguía el calendario solar de
los Esenios(29). Sin embargo, a parte de
evidencia claramente positiva, esta propuesta es débil teniendo en cuenta el
hecho que Jesús y sus discípulos daban la impresión de participar regularmente
en el culto del Templo. En cualquier caso, incluso los Evangelios Sinópticos
contiene evidencia que Jesús fue ejecutado antes
de la Pascual oficial. Tal es, en cualquier caso, la intención de sus
adversarios (Marc. 14:1), mientras que las
propias palabras de Jesús en Lucas 22:15-16(30) pueden sugerir un deseo no cumplido de comer la
Pascua con sus discípulos antes de su pasión. Puede ser que esta comida la
realizaron con anticipación a la celebración que sabía no viviría para verla?
En
cualquier caso, cualquier cosa que se quiera concluir acerca de la
cronología de la pasión, la proximidad más cercana de este comida final y los
consiguientes eventos a la fiesta de la Pascua impresionaron claramente las
conciencias de Jesús y sus seguidores en la medida que anticipaban (y
posteriormente reflejaron) su muerte inminente(31).
Y tanto como si esta comida fue o no la de la Pascua, la evidencia sinóptica
más bien requiere, y el resto del Nuevo Testamento permite, que la Última Cena
hubiera sido vista como lazo cercano con su muerte y con el significado de la
fiesta. La crucifixión tuvo lugar poco antes que los sacerdotes en el Templo
comenzasen a sacrificar lo miles de corderos para la Pascua en preparación para
la celebración durante la noche.
La
Pascua hoy día es una fiesta tradicional familiar con una comida litúrgica que
simboliza la redención de Israel de la opresión de Egipto, y espera con impaciencia la redención
Mesiánica por llegar. Mucho de este simbolismo, y quizá algo de la forma en la
celebración, ya podría haber sido efectivo en el siglo primero, incluso aunque
la comida era entonces a menudo celebrada por grupos de entre diez y veinte
hombres (Josefo, Guerra 6.423). El cabeza de
familia recita tradicionalmente unas palabras durante las diferentes partes de
la comida, explicando su simbolismo: hierbas amargas para la aflicción que los
Israelitas sufrieron en Egipto, perejil en agua con sal para sus lágrimas, etc.
Cuatro copas ceremoniales de vino forman parte de la ceremonia (ver Lucas 22:17-20,
menciona dos, una antes y otra después de la comida); sobre cada una de ellas
se pronuncia una bendición. La Pascua es una comida de recuerdo, en la cual los
participantes se ven a ellos mismos
como personas participantes en la redención de Egipto.
Aunque
no podamos identificar la forma de la Última Cena, podemos decir que Jesús le
asignó especial significado a su muerte en relación con esta comida. Es
interesante que use una clase de lenguaje similar a este es (este es mi cuerpo, esta
es mi sangre de la alianza: Marc. 14:22,24)
que seguramente se usaba en la Pascua. Como quiera que entendamos el contexto
de la Última Cena, está claro que ésta nos ofrece la reflexión más profunda y
explícita de Jesús sobre el significado de su inminente muerte: su sangre es la
sangres constitutiva de la alianza, derramada para el perdón del pueblo de
Dios(32). Para sus discípulos, esto forma parte
de su comida de recuerdo. En el mismo contexto, Jesús mismo promete que él
mismo no beberá vino hasta que el Reino de los Cielos sea establecido (Marc. 14:25). No es irrazonable ver aquí un deseo
expectante de que su sufrimiento cause la venida del Reino.
DE GETSEMANÍ A LA EJECUCIÓN
Esta
noche, después de la tercera y final crisis espiritual en oración en Getsemani,
un olivar(33) en el valle del Cedrón entre el
Templo y el Monte de los Olivos, Jesús fue arrestado. Mucho se ha dicho y
escrito acerca de las posteriores escenas de una audiencia informal en lugar de
un juicio, la sentencia (probablemente decidida tan pronto como dice Juan 11:53; cf. Marcos 11:18), y la crucifixión.
Se pueden ofrecer un par de observaciones finales sobre Jesús.
Primera,
ahora ya que no hay nada que perder, Jesús no esconde más su auto-comprensión.
En los tres Evangelios Sinópticos admite abiertamente sus pretensiones
mesiánicas ante el sumo sacerdote Caifás, y parece identificarse a sí mismo con
el Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder(Marc. 14:62). Esta afirmación a su vez evoca el
emotivo cargo de blasfemia del Sumo Sacerdote, ofreciendo a los miembros del
Sanedrín el conveniente fundamento para un veredicto de culpabilidad que ya
había sido decidido sobre otros fundamentos, que para los oficiales Romanos
estaba en cualquier caso basado en el cargo de sedición(Juan 19:21). La aparición de Jesús ante Pilatos fue sólo un
formalismo: fue enviado para ser ejecutado más bien inmediatamente, sin demora(34).
Más
allá de todo esto, no se necesita decir mucho más. La crucifixión fue un
procedimiento horrible, y es ridículo preguntar a un hombre que muere torturado
acerca de sus metas y propósitos. Es difícil realizar una reconstrucción
histórica fiable de las palabras de Jesús en la cruz, pero parece cierto que
incluyeron las palabras Dios mío, Dios mío, por qué
me has abandonado?, registradas en su forma original(35) en Mat. 27:46
(cf. Marc. 15:34). Este testimonio nunca
habría sido puesto en sus labios por sus seguidores. Más que nada porque son
las palabras de un hombre desesperado, abandonado incluso por sus mejores
amigos, que le dejan morir solo. Tomadas al pie de la letra, pueden también
reflejar el espíritu destrozado de alguien que quizá esperaba que Dios no le
dejaría perecer, que de alguna manera Dios intervendría dada su inocencia y
traería el Reino desde el cielo con poder (una posibilidad, aunque imposible de
demostrar, que puede ser vista compatible con su promesa en la Pascua en Marcos 14:25)(36).
Sin embargo, Jesús murió en agonía y sólo.
CONCLUSIÓN
Fracasó
Jesús? Claramente esta es la obvia conclusión; la que sacaron las autoridades
Romanas, los líderes Saduceos, y evidentemente hasta los discípulos. Los
Evangelios registran que incluso Pedro le negó, y dos días más tarde Cleofás en
el camino de Emaus hizo el comentario, Nosotros
esperábamos que iba a ser él quien liberaría a Israel(Lucas 24:21). Para todos ellos parecía que Jesús
había fracasado. El marco de referencia de un historiador moderno desinteresado
también habría llegado a esta conclusión, como de hecho llegaron varios
historiadores.
Desde
una perspectiva teológica puede parecer natural en este punto quererse aferrar
a la resurrección para obtener una respuesta a estas cuestiones como de hecho
se hace, en cierto sentido. Una conclusión significativa es que el éxito o
fracaso de Jesús depende en realidad de la resurrección, igual que el tema de
si era el Mesías. Pero hay otro punto importante. Si la creencia en la
resurrección es algo más que una glosa acerca de hechos considerados
deprimentes, si es verdaderamente una garantía de Jesús como Mesías, como alguien que ha realizado lo que se había propuesto, entonces debe
sostener tanto al Jesús de la fe como al Jesús de la historia. Debe poder
confirmar no sólo las convicciones Cristianas acerca del plan eterno de
salvación de Dios en su único Hijo, sino también los
propósitos y expectativas del carpintero de Galilea aplastado por una aristocracia
de Jerusalem ansiosa de poder en cooperación con la maquinaria de las fuerzas
de ocupación imperiales Romanas la resurrección sólo puede demostrar que Jesús
tuvo éxito si también confirma que el Jesús pre-Pascual cumplió sus propósitos.
Esos
propósitos parecen haber evolucionado y alcanzado una clara definición a lo largo de la carrera de Jesús. En su bautismo por Juan,
Jesús experimentó una visión de afirmación divina y designación carismática en
términos mesiánicos. Después de trabajar sobre esto en el desierto, su
ministerio temprano de curaciones y enseñanzas se centró
en el anuncio y promulgación del inminente Reino de Dios. La creciente
controversia y oposición llevó a una segunda crisis poco después de la
ejecución de Juan el Bautista, que fue cuando tuvo claro que las dimensiones
Mesiánicas de su ministerio auguraban peligro. Esta realización le llevó a la
consciente reflexión y afirmación del sufrimiento como parte integral de su
llamada, cada vez más llevándole a interpretar su posible muerte como rescate y
expiación para Israel, y como instrumento positivo para traer el Reino de Dios.
Él vio esto como completamente compatible con el papel Mesiánico. Al mismo
tiempo, continuó creyendo en una final, y posiblemente inminente vindicación
mediante la llegada del Hijo del Hombre celestial, con quien se asociaba a sí
mismo(especialmente en Marcos 14:62).
Visto
en estos términos, que son los del propio marco de referencia de Jesús, es
consistente decir que su muerte no significa que fracasó. De hecho, no es por
casualidad que sus propias palabras durante su muerte en desesperación
estén tomadas del Salmo 22: un lamento del
justo sufriente que sin embargo termina en vindicación(v.
22-31).
Concluyendo
su extensa discusión sobre los objetivos de Jesús, Ben F. Meyer escribe,
Pero
qué es, al final, lo que hizo a Jesús operar de esta manera, qué es lo que
vigoriza su incorporada muerte en su misión, su enfrentamiento con ésta y su
marcha al encuentro con ella?
El
rango de posibles abstractas respuestas es enorme. Y hasta que no se tenga una
respuesta satisfactoria la intención interior de la vida de Jesús permanece
ambigua. Nos hemos referido a estudios críticos que disminuyen substancialmente
lo indeterminado del tema. Pero, como bien dijo Kant acerca de la intención
central de un pensador, que esta sale a la luz poco a poco y alcanza estatus
temático en la tradición que genera, así es sobretodo con la tradición generada por Jesús en la que podemos descubrir lo que le
hizo actuar de la manera que actuó, que fue lo que le hizo representar su vida
en el único acto de ir hacia la muerte: me amó y se
entregó a sí mismo por mí(Gal. 2:20); cf.
Efe. 5:2); Él que había amado a los suyos que
estaban en el mundo, los amó hasta el final(Juan
13:1); Al que nos ama y nos ha purificado con
su sangre de nuestros pecados(Apoc. 1:5).
Si la autenticidad está en la coherencia entre palabra (Marc. 12:28-34) y acción(Gál. 2:20;
Efe. 5:2; Juan 13:1; Apoc. 1:5), nuestra pregunta encuentra aquí su
respuesta.(37).
Es
por esto, que a pesar de su sorpresa inicial, sus seguidores llegaron a la
conclusión que si Jesús había resucitado de entre los muertos, esto debía
significar su vindicación y exaltación para ser el Hijo de Dios en gloria y
poder.
------------------------
1. Josefo, Guerra 2.253, 3.321;
y Martin Hengel, The Cross of the Son of God
(London: SCM, 1986), 138-142.
2. E.g. Plinio, Tácito, y otros
citados en Hengel, Cruz, 93.
3. El más reciente ejemplo es
quizá Geza Vermes, The Religion of Jesus the Jew(London:
SCM, 1993).
4. Un texto recientemente
publicado de los Rollos del Mar Muerto habla del Espíritu del Señor planeando sobre su pueblo en la época de la
redención cuando liberará a los prisioneros, dará la vista a los ciegos,
resucitará a los muertos, y proclamará las buenas nuevas a los pobres. Ver
Robert H. Eisenman, A Messianic Vision,
Biblical Archaeology Review 17(November/December 1991) 65; Dale C. Allison,
Jr., The Baptism of Jesus and a New Dead Sea
Scroll, Biblical Archaeology Review 18(March/April 1992) 58-60.
5. Ver William Horbury, The Twelve and the Phylarchs, New Testament
Studies 32(1986) 503-527.
6. Las pocas excepciones pertenecen
en su mayor parte al oculto significado de las parábolas (Marc. 4:10), algunos milagros naturales (4:36-41; 6:47-52; posiblemente 6:35-44; 8:4, 14-21)
y el propósito de Dios para el futuro(13:1-37).
7. Ver Geza Vermes, Jesús el Judío, p. 69-80 sobre las historias de
Honi el dibujante del Círculos y Hanina ben Dosa.
8. Es interesante comparar la
nota de Josefo acerca del líder rebelde Juan de Giscala, quien se hizo servir
una comida ilegal y abandonó las reglas establecidas de pureza de nuestros
antepasados(Guerra 7.264).
9. Pasajes relevantes incluyen Lucas 8:2; 10:38-42; y especialmente los relatos
de la crucifixión y resurrección. Ver la completa discusión del tema en Ben
Witherington III, Women in the MInistry of Jesus(Cambridge
etc. Cambridge University Press, 1984)
10. Marc. 9:36;
Mat. 21:15. Ver
J.D.M. Derrett, Why Did Jesus Bless the Children?
Novum Testamentum 25 (1983) 1-18; E. LaVerdiere, Children
and the Kingdom of God, Emmanuel 98(1992) 78-84, 130-135,164; Joachim
Jeremias, New Testament Theology, trad. J.
Bowden (London:SCM, 1971), 227.
11. Comparar Sanders, Jesus and Judaism, 206-208. Sin embargo, Sanders
está probablemente equivocado al negar la creencia de Jesús en la importancia
del arrepentimiento: ver Marc. 11:25 y
pasajes como la conversión e Zaqueo (Luc. 19:1-10)
o la parábola de los siervos malos (Mat. 18:23-35);
también Juan 5:14; 8:11.
12. Comparar también la
delegación de los tres Fariseos y un sacerdote despachados a Galilea por el
Sumo Sacerdote Anano en orden a infiltrarse en la situación política allí:
Josefo, Vida 195.
13. Ej. El tema del divorcio.
14. Marcos 3:4; Mishnah,
Yoma 8:6
15. Marcos 7:8-13; Mishnah,
Nedarim 9:1; 11:4.
16. En Juan cf. También el
milagro del vino en Canán.
17. Cf. Hans F. Bayer, Jesus´Predictions of Vindication and Resurrection
(Tübingen: Mohr (Siebeck), 1986), passim;
tambien Jonge, Jesus the Servant Messiah.
18. El contexto narrativo
sugiere una localización cerca de Cesarea de Filipo en los altos del Golán para
Marcos 8:27-9:29. Desde el siglo IV (Cirilo
de Jerusalem, Jerónimo, Epifanio), sin embargo, la tradición ha optado
curiosamente por la cima del Monte Tabor una sugerencia considerada improbable
dado el pueblo que existía allí desde el siglo primero.
19. El significado de este
episodio respecto la petición en cuestión también ha sido enfatizado por Martin
Hengel, Jesus, der Messias Israels: Zum Streit
über das messianische Sendungsbewusstsein Jesu, en Messiah and
Christos: Studies in the Jewish Origins of
Christianity Presented to David Flusser on the Occasion of His Seventy-Fifth
Birthday, ed. Ithamar Gruenwald et al. (Tübingen: Mohr (Siebeck),
1992), 174 y passim.
20. Comparar Heb. 11:35 con 2 Mac.
6-7.
21. Testamento de
Benjamín 3:8 en
el (alterado) texto Armenio dice acerca de José, En
ti se cumplió la profecía del cielo sobre el Cordero de Dios, y
Salvador del
mundo, y que un ser inocente, se entregó por los hombres
sin ley, y un sin
pecado morirá por hombres impíos”. El Rabino Simlai en el siglo tercero
cita a Isa. 53:12 sugiriendo que la petición de Moisés de ser borrado del libro
de la vida(que has escrito)(Éxod. 32:32)
significa que ofreció su vida como expiación por el pueblo (B.T. Sotah 14). Algo más imaginativo, R. Ammi de la
generación siguiente explica por qué la notificación de la muerte de Miriam (Núm. 20:1) sigue justo después de la ley acerca de
la Vaca Roja: Dado que la vaca roja expiaba los
pecados, de igual manera la muerte de los justos trae consigo la expiación de
los pecados(B.T. Mo´ed Qatan 28a; Pesiqta de-Rab Kahana 26:11). Cf. Exodus Rabbah 35:4; BT. Sanhedrin
98b; Pesiqta Rabbati 36:2; 37:1 (sobre esto ver Arnold Goldberg, Erlösung durch Leiden, Frankfurter Judaische
Studien 4 (Frankfurt: Gesellschaft zur Förderung Judaistischer Studien, 1978),
47-64).
22. J.C. O´Neill, Why Did Jesus Go Up to Jerusalem? en idem Messiah: Six Lectures on the Ministry of Jesus(Cambridge:
Cochrane, 1986), 50-54; y recientemente Martin Hengel, Jesus, der Messias Israel, 174. Pace C.F.D. Moule, The Origin of Christology (Cambridge etc.:
Cambridge University Press, 1977), 109, para quienes el último viaje de Jesús y
su muerte en Jerusalem no fueron una cuestión de propósito deliberado sino el
resultado fatal e inevitable de su devoción inflexible al camino de la verdad.
23. Este pasaje es uno de los
más fuertes argumentos contra la postura de aquellos que (como S.G.G. Brandon,
ej. Jesus and the Zealots (Manchester:
Manchester University Press, 1967) han argumentado que Jesús era un Zelote
revolucionario. Sobre este tema hay que señalar el comentario de Sanders, Jesus and Judaism, 329: Del
hecho que Jesús y no sus discípulos fue condenado a muerte se sigue que nadie
pensó a Jesús como insurgente. Ver también la similitud de Marcos 12:17 con Romanos
13:7.
24. Igualmente el estudioso
Judío David Flusser, Caifás en el Nuevo Testamento,
Atiqot 21 (1992) 83, que continúa: La historia nos enseña que aquellos que son acusados de
actuar con malicia normalmente no responden con arrepentimiento. Al contrario,
generalmente devienen más obstinados y reaccionan a las acusaciones negándose a
cambiar sus maneras. Esto es lo que le ocurrió a los adversarios de Jesús.
25. Más prominentemente Joachim
Jeremías, The Eucharistic Words of Jesus,
trad. N. Perrin (London: SCM, 1966), capítulo 1; su This
is My Body
.. Expository Times 83 (1971-72) 201-202. Ver también, más
recientemente, E.P. Sanders, The Historical Figure
of Jesus (London: Allen Lane/Penguin, 1993), 250.
26. Ej. B.T. Sanhedrin 43.
27. Ver ej. La discusión en
Millar, Reflections on the Trials of Jesus,
375-378.
28. Hay que señalar que a pesar
de Marcos 14:12,14, incluso en los
Evangelios Sinópticos nunca se afirma que el cordero pascual fue comido en la
Última Cena (Millar, Reflections on the Trials of
Jesus, 356).
29. Annie Jaubert, La date de la Cène, Études Bibliques 15 (Paris: Gabalda,
1957), 116-133 y passim. En el calendario solar Esenio siempre el 14 de Nisan
siempre caía en Martes.
30. Os digo que ya no volveré a
comerla hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios.
31. ver especialmente 1 Cor.
5:7; y 1 Ped. 1:19; Apoc. 5:6, 12; y algunos de los padres de la iglesia del
siglo dos incluyendo Justino Mártir (Dialogue 40)
y Melito de Sardis.
32. Incluso E.P. Sanders, Jesus and Judaism, 324 admite, La interpretación
Cristiana de la muerte de Jesús como expiatoria fue tan inmediata y tan
concienzuda que incluso se podría argüir que incluso en esto Jesús preparó a
sus seguidores. Para la idea de la sangre redentora ver especialmente Éxodo 24:8 y Zacarías
9:11. El último aparece en el contexto inmediato de la profecía acerca
del rey humilde entrando en Sión montado en un asno.
33. Gat Shemanim (Getsemaní)
significa en Hebreo prensa de aceite. Ver Marcos 14:32; Juan 18:1.
34. Cf. El análisis de E.P.
Sanders del juicio de Jesús ante el Sumo Sacerdote y su breve aparición ante
Pilatos: The Historical Figure of Jesus
(London: Allen Lane/Penguin, 1993), 271-74.
35. I.e. Invoca en Hebreo y
pregunta en Arameo, también en el Targum del Salmo 22:2. La originalidad de
Mat. 27:46 es tratada por Joachim Jeremias, Él(e)ias,
Theological Dictionary of the New Testament 2
(1964) 935 y n. 62.
36. Cf. Ej. Sanders, Judaism,
332.
37. Meyer, The Aims of Jesus, 252. El parágrafo citado forma
parte del final del libro de Meyer.
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