ZOROASTRO
En cierto punto en la prehistoria no sabemos con exactitud
cuando- un reformador religioso apareció entre los Iranios pastores de Asia
Central. Zaratustra, o Zoroastro como es conocido en Occidente, se cree vivió
según algunos en el siglo trece y según otros en el siglo sexto a.C. Su lugar
de nacimiento ha sido situado en Occidente, en Azerbaijan por unos y otros lo
sitúan en Mongolia(1). El Zoroastrismo, la
tradición religiosa que traza su fundación hacia atrás en sus enseñanzas, está
representado hoy día por pequeñas comunidades de creyentes en India
(especialmente en Mumbai), Irán, y Norteamérica. Algunas composiciones, en
realidad himnos, atribuidas al mismo Zoroastro están conservadas en el libro
sagrado de los Zoroastrianos, el Avesta, conocidas como los Gathas. Estos
himnos están escritos en un dialecto Iranio muy antiguo, cercano al Sánscrito
Védico, y fueron transmitidos
oralmente durante siglos antes de ser incluidas en el Avesta en algún momento a
comienzos de nuestra era.
Zoroastro fue un predicador, probablemente perteneciente a
una familia sacerdotal, que deseaba reformar las prácticas religiosas de su
comunidad. Se opuso a ciertas tendencias comunes de varios pueblos Indoeuropeos, como las del sacrificio del toro
y la bebida ritual de “haoma” (Sansc. Soma), una bebida intoxicante que quizá estaba
relacionada con los sacrificios de sangre(2).
(En el Rig Veda, Soma es el segundo dios más
importante después de Indra). Zoroastro
también eligió a un solo dios o “ahura”
(Sansc. “asura”) de entre los del panteón
Iranio para un culto exclusivo, llamándolo Ahura
Mazda, o “Señor Sabiduría”. Los otros
dioses Iranios, los ahuras y los daevas (Sans. Deva), los degradó a demonios.
Zoroastro, pues, como Moisés, quien quizá fuese su
contemporáneo, parece haber estado entre los primeros líderes religiosos que
sembraron las semillas del monoteísmo. Su visión difiere de la de los antiguos
Israelitas, no obstante, en que explicaba el mal, proponiendo la existencia de
un dios malo, Angra Mainyu (Ahriman). Por esta razón el Zoroastrismo es
caracterizado algunas veces como religión dualista, en lugar de monoteísta.
Una asunción general que a veces se hace es que los
diferentes pueblos Iranios del “gran Irán” una zona cultural que iba desde
Mesopotamia y el Cáucaso hasta el Khorasan, la Transoxiana, Bactriana, y el
Pamir que incluía Persas, Medos, Partos, y Sogdianos, entre otros- eran todos
“Zoroastrianos” antes del Islam. Se piensa que “después de la conversión del
Rey Vishtasp (por Zoroastro), todo Irán se convirtió al Zoroastrismo, y
continuó siendo así hasta el imperio Sasánida”(3).
Este punto de vista, aunque común incluso entre los estudiosos del tema, sin
duda es exagerado(4). Mientras que los
diferentes pueblos Iranios sin duda compartían un panteón común y un conjunto
de mitos religiosos y símbolos, tenían una variedad de dioses a los que
adoraban- particularmente Mitra, el dios de los contratos, y Anahita, la diosa
de las aguas, y también otros muchos- dependiendo del tiempo, lugar y grupo en
particular.
El hecho que tanto el Zoroastrismo, como el Judaísmo, tenga
raíces antiguas, ambas religiones son un resultado esencial de la era
Cristiana. El zoroastrismo fue por primera vez codificado a partir del siglo
tercero d.C. como religión oficial del Imperio Sasánida Iraní, entre el 1.000
al 1.500 después de Zoroastro, el Judaísmo Rabínico comenzó a tomar forma casi
al mismo tiempo, como ocurrió con el Cristianismo canónigo, y en los tres casos
el proceso fue dinámico durando unos cuantos siglos.
Así, lo que sabemos del Zoroastrismo Sasánida no describe
necesariamente las creencias religiosas y prácticas del antiguo Irán. De hecho,
ninguna fuente Aqueménida conocida menciona al profeta Zoroastro, aunque,
curiosamente, sí lo hacen las fuentes Griegas. Hay que evitar proyectar hacia
atrás en la época Aqueménida y Parta la tradición “Zoroastriana” en su forma
Sasánida(5). Lo mismo es verdad para Asia
Central. Quizá sea más seguro hablar de “culto o
adoradores a/de Mazda” cuando uno se refiera a pueblos incluyendo los
Aqueménidas y muchos otros- que veneraban a Ahura Mazda (de hecho,
históricamente así es como los Zoroastrianos se definen ellos mismos), aunque
esto no incluye necesariamente a muchos grupos Iranios que mantienen a Mitra u
otros dioses en alta estima.
Se puede hablar en cualquier caso de una religión Irania en
sentido amplio, identificando algunos elementos que pertenecen claramente a
un grupo religioso Iranio de
mitos, deidades, símbolos, y rituales. La religión Irania puede ser entendida
en sus varios contextos locales como formada de elementos tomados de este
grupo. La mezcla varía dependiendo del tiempo y localización, con diferentes
elementos que tienen un peso mayor o menor, o ninguno, y con diversos elementos
regionales no-Iranios insertos.
Parece que tanto antes como después de Zoroastro muchas
comunidades Iranias veían al sol como forma visible de Ahura-Mazda. Las
inscripciones Asirias ofrecen la forma “Asara Mazas”
(proto-Iranio *Asura mazdas), en lenguaje Saka
“urmaysde” es la palabra que designa al sol(6). El sol, y su análogo terrestre, el fuego, ambos
sirven para purificar. Hay que recordar que los Indo-Arios adoraban a Agni, el
dios del fuego, y que la práctica India de purificar los cuerpos de los muertos
en piras funerarias tiene su raíz
en el mismo propósito que la práctica Iraní de exponer sus restos al sol. Como
señaló un estudioso, “
. El fuego y la luz son
agentes purificadores, que destruyen la materia muerta liberando el
alma no material hacia el paraíso. El paraíso mismo es concebido, en ambos
casos, como lugar de luz”(7).
Un culto a la luna también figuraba en el mundo religioso
Iraní. La luna era igualada con el Toro celestial, muy extendida en tiempos
antiguos, especialmente en Mesopotamia. En el lenguaje del Avesta la luna es
llamada “gao chithra” “la que contiene el semen del toro”. Según el mito Iranio todos
los animales terrenos nacen de este semen, mientras que las plantas fueron
creadas de las gotas que cayeron al suelo. La evidencia de culto al toro desde
comienzos del segundo milenio a.C. la podemos encontrar en Altin Tepe, actual Turkmenistan. Se ha sugerido que
el templo de Makh en Bukara
mencionado en las fuentes tempranas Islámicas era originalmente un templo de la
luna (en Persa “mah”, luna)(8).
Quizá el elemento más visible de la religión Irania es el
festival del año nuevo, llamado “No ruz”
(nuevo día), celebrado en el equinoccio de primavera. Este festival pan-Iranio
parece tener su origen conectado con “Jamshid”
(Avesta “Yima”), el “Hombre
Primordial” figura en la mitología Iraní, aunque sus orígenes distantes
son probablemente Mesopotamios.
En tiempos de los Aqueménidas varias deidades Iranias que
Zoroastro trató de situar entre los demonios aún estaban presentes en el
panteón religioso Iraní. Las inscripciones reales de Darío I criticaban a los
Sakas y Elamitas por no adorar a Ahura Mazda(9),
dando a entender la primacía que las élites Aqueménidas otorgaban a este dios,
aunque tenemos pocos datos sobre las creencias y prácticas religiosas de las
masas Iraníes. Hay abundantes evidencias del periodo tardío Aqueménida que
indican que la deidad más popular era Anahita, diosa de las aguas,
originalmente la diosa Ishtar de Mesopotamia.
En Asia Central, los gobernantes Aqueménidas intentaron
imponer un calendario basado en sus propias fiestas religiosas, pero parece ser
que no tuvieron éxito en ello. Los Sogdianos las sustituyeron con sus propios nombres, e inventaron nombres
nuevos para los días intercalados, lo que, en palabras de W.B. Henning,
“demuestra poca consideración hacia los Amesha Spentas (los “Inmortales” considerados en el Zoroastrismo como
aspectos o hipóstasis de Ahura
Mazda) y falta de familiaridad con los Gathas”(10).
Además, los textos e inscripciones Sogdianos y Bactrianos indican que se daba
culto a un gran rango de deidades Iranias y no Iranias, incluyendo la diosa
Griega Demeter y el dios Hindú Shiva. Como dice Nicholas Sims-Williams, “Uno de
los rasgos más notables de la religión tradicional Iraní en el este revelado
por los descubrimientos del siglo veinte es el grado en el que difiere de la de
los textos del Avesta y libros en Pahlavi”(11).
Entre las divinidades populares en Asia Central una era Baga
(Sansc. Bagha, Ruso, Bog), un dios asociado
con el vino y el matrimonio(12). Las “Antiguas Cartas” Sogdianas, documentos encontrados
cerca de Dunhuang, que probablemente datan de cerca del 313 d.C., antes que el Budismo, Cristianismo,
Maniqueísmo llegaran a Sogdiana, mencionan sólo “el
señor del templo” (Vgnpt) y no al
jefe de los magos (mogrt), dando a entender
que el primero era más importante en Sogdiana incluso durante le periodo
Sasánida(13). La diosa Nanai, una análoga local
a Anahita importada de Mesopotamia, es frecuentemente mencionada. La figura del
diablo lleva un nombre Sogdiano distinto, Shimnu,
el cual es derivado independientemente del Angra
Mainyu del Avesta(14). A la luz de tantas
diferencias locales, aplicar el término “Zoroastriano” a la religión de los
pueblos Iraníes de Asia Central es difícilmente justificable.
EL ENCUENTRO CON LA RELIGIÓN JUDÍA
La monarquía establecida en Palestina por el Rey David en el
siglo décimo a.C. fue eliminada por poderes provenientes del Este en dos etapas
principales, comenzando en el siglo octavo a.C. y concluyendo en el sexto. Los
Asirios aplastaron el reino del Norte de Israel en el 722 y re-localizaron a la
fuerza a sus habitantes en otros lugares de su imperios. El Libro de II Reyes
dice que las diez tribus de Israel fueron exiliadas en “Halah y Habor cerca del Río Gozan y en las ciudades de los Medos (18:11)”.
Dado que la primera localización ha sido situada en el este de Irán, en la
región del Khorasan, la presencia israelita en Asia Central puede ser
considerada teniendo su origen en esa época(15).
Se ha propuesto que estos primeros exiliados pueden haber realizado el comercio
de larga distancia(16). Esta hipótesis no es
imposible, aunque falta una sólida evidencia.
El reino del sur de Judá se las apañó para sobrevivir
durante siglo y medio más mediante la diplomacia, pero en el 586 otro nuevo
poder, los Babilonios, pusieron fin a la independencia Judía, destruyendo
Jerusalem y su Templo, que había sido el centro de la religión
sacrificial-sacerdotal de los Israelitas desde tiempos del Rey Salomón. Como
los Asirios, los Babilonios deportaron a los sobrevivientes Judíos a
Mesopotamia para trabajar como esclavos.
Menos de 50 años más tarde un ejército Persa bajo Ciro el
Grande conquistó Babilonia y liberó a los diferentes pueblos esclavizados,
incluidos los Judíos. Permitido el retorno a Judá, la mayoría de los Judíos
eligieron más bien permanecer en Babilonia como ciudadanos libres del nuevo
Imperio Persa, o trataron de buscar suertes en otros sitios de los territorios
controlados por los Persas. Muchos se establecieron en el este de Irán y
establecieron el fundamento para las comunidades Judías que han sobrevivido ahí
hasta hoy día, especialmente en las ciudades de Hamadán (antigua Ecbatana) e
Isfahan.
Como Ciro había también realizado conquistas al este, hasta
Bactria y Sogdiana, es probable que algunos de los Judíos Babilonios se
estableciesen en estas provincias también. El Libro de Ester afirma varias
veces (3:6, 8; 8:5, 12; y 9:20) que los
Judíos vivieron “en todas las provincias” del
Imperio Persa. Las comunidades actuales Judías de Bukara y Samarkanda, en
particular, trazan su historia hacia atrás a los tiempos Asirios, y se
consideran descendientes de las Diez Tribus(17). Aunque este origen es afirmado por Saadia Gaon de
Fayyum en el siglo décimo(18), no hay evidencia
directa de presencia Judía en Asia Central anterior al periodo Aqueménida como
está descrita en el Libro de Ester.
Sí parece probable que muchos de los colonos Judíos
posteriores al exilio en tierras Persas fueron comerciantes. Lo que sería
consistente con patrones posteriores de éstos en establecer redes comerciales
con familiares y otros Judíos en otras partes del Imperio Persa u otros
lugares. Las fuentes Romanas muestran que en tiempos de los Partos tanto los
Judíos Palestinos como los Babilonios estuvieron involucrados en el comercio
con China. Los nombres Hebreos que aparecen en fragmentos de cerámica en Merv
datan de los comienzos del siglo
tres d.C. dando así testimonio de la presencia de Judíos que allí vivían(19). Dado que los Judíos estaban dispersos a lo largo
de una zona bastante amplia, estaban muy bien situados para participar en el
comercio entre los dos imperios(20).
INFLUENCIA IRANÍ SOBRE EL JUDAÍSMO
Las influencias tomadas por las comunidades Judías en un
determinado medioambiente podían viajar fácilmente hacia comunidades conectadas
en otro lugar. Comenzando con el periodo Persa y continuando con el Heleno y el
Parto, un número de creencias y conceptos Iraníes comenzaron a abrirse camino
en el ámbito religioso Judío, una tradición que evolucionaría posteriormente en
el Judaísmo(21).
Las ideas escatológicas acerca de los “últimos días” y la
creencia en un salvador mesiánico, una resurrección corporal, y un juicio final
son algunas de las nociones que el Judaísmo (y subsiguientemente el
Cristianismo y el Islam) parecen haber tomado de los Persas. Los conceptos de
un paraíso celestial (en antiguo Persa “pairi daeza”)
y un infierno de castigo para los malos también existía en la antigua religión
Iraní, aunque no en las fuentes Israelitas anteriores al periodo Babilonio. El
espíritu del mal Iranio “Angra Mainyu”, o “Ahriman” evolucionó en el diablo Cristiano y
Musulmán, que aparece por vez primera en el libro de Job como “ha-satan”, el acusador.
El concepto de ángeles y demonios, igualmente, parece derivar de las creencias
Iranias. La antigua cosmología Iraní, con su numerología basada en el número
siete, puede ser el precedente de una evolución posterior en la filosofía
Griega y en el misticismo Judíos, Cristiano y Musulmán(22).
El libro de Ester, compuesto aparentemente en Irán en el
siglo cuarto antes de la era común, ofrece uno de los ejemplos más explícitos
de interacción entre las tradiciones Iraní e Israelita. También ofrece el
registro más temprano de numerosas tradiciones culturales Iranias, como es el
caso con el protocolo en la corte, el cual continuó hasta el periodo Islámico.
La costumbre de beber mencionada en Ester 1:7
y mencionada en el siglo décimo por el escritor Árabe al-Jahiz,
es un ejemplo. Otra es las funciones del Chamberlán en Ester
6:4-5, y el papel de los eunucos en 1:10(23).
Se ha demostrado que el Libro de Ester contiene numerosos
elementos derivados de la religión Iraní. El conspirador Teresh y la desleal esposa del ministro, Zeresh, aparecen como reflejos de los demonios Taurvi y Zairik en
el Avesta. Juntos parecen representar el paradigma de “la mentira”(druj) opuesta a la ley del rey(data), y por
extensión al libertinaje versus la castidad, y la violencia versus el pacifismo
de los justos(24).
La fiesta Judía de los Purim,
que tiene su origen en Libro de Ester, es seguramente derivada del festival antiguo Iraní de
primavera del Fravardigan, que, como los Purim, tiene lugar el catorce del
mes de Azar e incluye un intercambio de regalos(25).
Como algunos otros pueblos Indoeuropeos, los Iraníes creían
que el tiempo acabaría con un gran acontecimiento apocalíptico. Esta catástrofe
final (conocida como el Ragnarok en la
mitología Escandinava) era llamado “Frasho-kereti”
(hacer glorioso), o “Fraoshkart”, por los
antiguos Iraníes. No es seguramente coincidencia que los escritos apocalípticos
de la tradición Hebrea, como es el caso con los libros de Ezequiel y Daniel,
aparezcan en el contexto del cautiverio Babilonio y después de este.
Se han visto orígenes Iraníes en aspectos del Apocalipsis
Cristiano de San Juan. El pasaje en Apocalipsis
11:1-2 que profetiza que Jerusalem, no su Templo, será destruida deriva
de un texto apocalíptico Judío temprano escrito en Griego, los “Oráculos de Histaspes”. Esta obra, escrita lo más
probable en Partia, estaba a su vez basada en
un relato antiguo Iraní acerca del Rey Vishtaspa,
convertido por Zoroastro; el autor anónimo Judío presumiblemente deseaba dotar
su relato con la autoridad de una antigua profecía Iraní(26). Eventualmente el “Gran
Rey” del relato original Iraní evolucionó en la figura de Cristo en el
Apocalipsis de Juan. Así, durante siglos, lo que originalmente había sido una
escatología únicamente Iraní se desarrolló en un concepto Heleno, y
eventualmente Cristiano(27).
Se ha señalado que conceptos aparentemente Iranios en origen
se hicieron evidentes en las fuentes Judías no durante el periodo Persa (del
siglo sexto al cuarto a.C.), sino más tarde durante el periodo Heleno, en la
Palestina gobernada por los Griegos(28). Esto
apoya la teoría que la ideas Iraníes entraron en la cultura Judía mediante los
Judíos establecidos en el mundo Iranio, inmersos en la cultura Iraní. Los
Judíos Iraníes habrían transmitido estas ideas hacia el oeste a las comunidades
Judías en el Mediterráneo con las que permanecían en contacto.
JUDAÍSMO EN EL ESTE DE ASIA
Una única inscripción en piedra en una sinagoga en Kaifeng
cerca del Río Amarillo ofrece una tentadora sugerencia respecto a la temprana
presencia Judía en el Este de Asia. La inscripción, que data de 1663, dice:
“La religión comenzó en T´ien-chu
(lit. India, aunque también puede referirse a Occidente). Se construyó un
“Tz´u” ( pabellón ancestral) en “Ta-liang” (Kaifeng). Ha sufrido muchas
vicisitudes desde los Han, Tang, Sung, y Ming hasta nuestros hoy”(29).
Si hemos de creer esta inscripción, la comunidad Judía
descubierta a finales de siglo en el este de China parece fue fundada por
comerciantes que llegaron al Este de Asia, presumiblemente vía la Ruta de la
Seda, antes de finales del siglo tres a.C. Se ha sugerido que este proceso ya tuvo lugar durante el reinado
del rey David! Los que apoyan esta última teoría se basan en términos en la
Biblia Hebrea que afirman significan “seda”, aunque los detractores dicen que
estos significados están muy lejos de ser corroborados(30).
Durante mucho tiempo los entusiastas identificaron “el
país de Sinim” en el Deutero-Isaías con China, una conexión que carece
de pruebas(31). En 1993 los arqueólogos en
Egipto encontraron muestras de seda datadas
en el siglo décimo a.C.(32), y es posible que los comerciantes Israelitas o
posiblemente otros comerciantes la trajesen aquí. Se puede argumentar que los
Judíos quizá hubiesen participado en el comercio trans-Asiático desde tiempos
tempranos, aunque la fechas extremas son pura especulación.
Desafortunadamente la inscripción de Kaifeng no está corroborada por ninguna otra pieza de evidencia,
y puede quizá reflejar la afirmación más atrevida de antigüedad de la comunidad
Judía en China en su mito de origen. Una inscripción de 1512 y otra de 1679
datan la primera llegada de los Judíos a China en el periodo Han (202 a.C.-221
d.C.). de acuerdo con esta datación, algunos Judíos Chinos le dijeron a un
misionero Jesuita a comienzos del siglo XVIII que según su propia tradición oral,
sus antepasados llegaron por primera vez a Persia durante el reinado de Mingdi (58-75 d.C.)(33).
La comunidad de Kaifeng, pues, parece haber llegado por mar no antes del siglo
noveno d.C., separadamente y de manera distinta a los Judíos que había llegado por tierra a
territorio Chino mucho antes(34).
Aunque no hay evidencia firme, no hay que descartar que
mercaderes tanto Persas como Judíos estuviesen activos a lo largo de la Ruta de
la Seda desde tiempos muy tempranos.
Naturalmente sus ideas religiosas les acompañaban, y por lo tanto
habrían sido conocidas por la gente con la que se encontraron en sus viajes.
Basado en un estudio de palabras tomadas de idiomas extranjeros en Chino
antiguo, el sinólogo Victor Mair sugiere que adivinos Iraníes eran empleados
por la dinastía Zhou en China, o sea, antes del siglo octavo a.C(35).
Se puede afirmar que en tiempos antiguos algunas ideas
religiosas pueden haberse extendido geográficamente hacia el este, en el
sentido que aquellos que poseían dichas ideas se dirigieron hacia allí
físicamente. Con esto no se quiere dar a entender que los sistemas religiosos
Iranio o Judío realizaran una labor de proselitismo. Las grandes religiones
misioneras aún no habían entrado en escena en la historia del mundo.
En las sociedades tradicionales, las religiones al igual que
la gente, son generalmente consideradas como relacionadas con una localidad o
región particular, y por extensión a su propia cultura local. Desde un punto de
vista Asiático o Chino, cualquiera fuese la religión que un mercader Iraní o
Israelita practicaba era simplemente la religión de los Iraníes o de los
Israelitas; nadie pensaba en convertirse a esta religión.
Pero, a medida que los Turcos, Chinos, y otros pueblos
Asiáticos entraron en contacto con mercaderes Occidentales y se familiarizaban
con sus maneras de pensar, sutiles influencias penetraron en ambas direcciones
mediante las mutuas relaciones diarias. Se ha sugerido, por ejemplo, que los
Taoístas del periodo Han copiaron su término “el cielo más elevado”, “daluo” del Iraní “garo-dmana”,
“casa de alabanzas”, el más elevado de los cuatro cielos, asociado con Ahura
Mazda llamado en partes del Avesta “Dadhvah”(36).
Se ha argumentado por académicos Japoneses que el festival
de los espíritus, un ritual anual en el que se “alimentaba” a las almas
desatendidas que se hizo extremadamente popular durante el periodo Tang, era de
origen Iraní. El nombre chino del festival, “Yulanben”,
puede derivar del sogdiano “rw´n” (alma; en
Persa ravan), y un cuento popular asociado con
la fiesta, en el cual un monje, Mulian, desciende al infierno para rescatar a
su madre, parece estar basado en el mito Griego de Dionisos y Semele(37). Hay evidencia de otras influencias similares
durante los primeros siglos de nuestra era(38),
aunque intercambios similares pueden haber tenido lugar desde mucho antes, y si
los adivinos Iraníes estuvieron con los Zhou, probablemente tengamos aquí un
ejemplo.
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1.
Ver Mary Boyce, “Zoroastrianism:
Its Antiquity and Constant Vigour”, Costa Mesa, CA: Mazda Puglishers,
1992, pp. 1-26.
2.
Substancia alucinógena, considerada un misterio
durante 2.000 años, recientemente ha sido identificada como la planta conocida
como (Peganum harmala). Ver David S. Flattery y Martin Schwartz, “Haoma and Harmline: The Botanical Identity of the
Indo-Iranian Sacred Hallucinogen Soma and Its Legacy in Religion, Language, and
Middle Eastern Folklore”, Berkeley: University of California Press,
1989.
3.
Shahin Bekhradnia, “The Tajik Case for a
Zoroastrian Identity”, Religion, State and Society
22/1(1994), p. 109.
4.
Por ejemplo, Jamsheed Choksy, “Conflict and Cooperation: Muslim Elites and Zoroastrian
Subalterns in Medieval Iranian Society”, NY: Columbia Universtiy Press,
1997, p.4.
5.
Sobre la religión Aquménida ver Martin Schwartz,
“The Religion of Achaemenian Iran”, en Ilya
Gershevitch, ed., Cambridge History of Iran, vol. 2, “The
Median and Achaemenian Periods”, Cambridge: Cambridge Universtiy Press,
1985, pp. 664-697.
6.
Janos Harmatta, “Religions
in the Kushan Empire”, en “History of the
Civilizations of Central Asia”, vol. 2, Paris: UNESCO, 1994, p .315.
7.
K. Maurer Trinkhaus, “Mortuary
Ritual and Mortuary Remains”, Current Anthropology 25/5(1984), p.677.
8.
Arthur Christensen, “Die
Moschee Makh in Buhara”, Orientalische Litteraturzeitun 7(1904),
pp.49-51.
9.
Inscripción en Behistan, columna 5; Richard
Frye, “The Heritage of Central Asia”,
Princeton, NJ: Markus Wiener, 1996, p.83.
10.
W.B. Henning, “A
Sogdian God”, Bulletin of the Scholl of Oriental and African Studies”
28/2(1965), p. 251.
11.
Nicholas Sims-Williams, “Some Reflections on Zoroastrianism in Sogdiana and Bactria”, en
David Christian and Craig Benjamin, eds., Realms of
the Sil Roadas: Ancient and Modern, Turnhout: Brepols, 2000,p. 7. A
pesar de esa observación, Sims-Williams, al igual que su colega Frantz Grenet,
tiende a interpretar cualquier reliquia de la antigua religión Irania en Asia
Central como “evidencia a favor del Zoroastrismo”
12.
Henning, “A Sogdian
God”, p. 251.
13.
Ibid., p. 251; cf. Grenet and Sims-Williams, “The Historical Context of the Sogdian Ancient Letters”.
14.
Schwartz, “Religion
of Achaemenian Iran”, p.681; cf. Geo Widengren, “Les réligions de l´Iran”, Paris: Payot, 1968, p. 357.
15.
Allen H. Godbey, “From
Persia to China”, en William C. White, ed., “Chinese
Jews”, 2da. Edition, New York: Paragon, 1966, pp. 136-137.
16.
Irene Franck, “The
Silk Road”, New York, 1986, p. 63.
17.
Itzhak Ben-Zvi, “The
Exiled and the Redeemed”, Philadelphia: Jewish Publication Society of
America, 1957, p. 67; Julius Brutzkus, “Bukhara”,
Encyclopaedia Judaica, Berlin: L. Schneider, 1929, vol. 4, p. 1126. El musulmán
Pukhtuns de Afghanistan también tiene una tradición que afirma descendencia de
las Tribus Perdidas.
18.
L. Rabinowitz, “Jewish
Merchant Adventurers: A Study of the Radanites”, London: Goldston, 1948,
p. 51.
19.
V.A Livshits and Z.I. Usmanova, “New Parthian Inscriptions from Old Merv”, en
Irano-Judaica III, pp. 99-105.
20.
Jacob Neusner, “Jews
in Iran”, en Ehsan Yarshater, ed., Cambridge History of Iran, vol. 3, “The Seleucid, Parthian, and Sasanian Periods”,
Cambridge: Cambridge University Press, 1983, p. 912.
21.
Ver Shaul Shaked, “Iranian
Influence on Judaism: First Century B.C.E. to Second Century C.E.,” en
W.D. Davies and Louis Finkelstein, eds., “The
Cambridge History of Judaism”, vol. 1, Cambridge: University Press,
1984, pp. 308-325; David Winston, “The Iranian
Component in the Bible, Apocrypha, and Qumran: A Review of the Evidence”,
History of Religions 6 (1966), pp. 183-216. Para un punto de vista opuesto ver
James Barr, “The question of Religious Influence:
The Case of Zoroastrianism, Judaism, and Christianity”, Journal of the
American Academy of Religions 53 (1985), pp. 201-235.
22.
Ver, por ejemplo, Gedaliahu G. Stroumsa, “A Zoroastrian Origin to the Sefirot?” en Shaul
Shaked and Amnon Metzer, eds., Irano Judaica III, Jerusalem: Ben-Zvi, 1994, pp.
17-33.
23.
Shaul Shaked, “Iranian
Functions in Esther”, Irano-Judaica, Jerusalem: Ben-Zvi, 1982, pp.
292-303.
24.
James Russell, “Zoroastrian
Elements in the Book of Esther”, en Shaul Shaked and Amnon Metzer, eds.,
Irano-Judaica II, Jerusalem: Ben-Zvi, 1990, pp. 33-40.
25.
Almut Hintze, “The
Greek and Hebrew Versions of the Book of Esther and its Iranian Background”,
en Irano Judaica III, pp. 34-39.
26.
(43)David Flusser, “Hystaspes
and John of Patmos”, en Irano-Judaica, pp. 12-75.
27.
(44)Carsten Colpe, “Development
of Religious Thought”, en Ehsan Yarshater, ed., Cambridge History of
Iran, vol. 3, The
Seleucid, Parthian, and Sasanian Periods, Cambridge: Cambridge
University Press, 1983, pp. 831-833.
28.
Shaked, “Iranian
Influence”, p. 324.
29.
Citado en Leslie, “Survival
of the Chinese Jews”, p. 3.
30.
Michel Pollock, “Mandarins,
Jews and Missionaries”, Philadelphia: Jewish Publication Society, 1980,
pp. 255-256.
31.
Pollock, “Mandarins
.”,
p. 257.
32.
Wilford, “New Finds”.
33.
Leslie, “Survival”,
p. 4.
34.
Rudolf Loewenthal, “The
Jews of Bukhara”, Central Asian Collectanea, no. 8, Washington, D.C.,
1961, p. 6.
35.
Victor Mair, Antiguo Chino *Myang, Antiguo Persa
Mago, “Early China 15” (1990), pp. 27-47.
36.
Homer H. Dubs, “Taoism”,
en H.F. MacNair, ed., “Philosophy and Religion”,
Berkeley and Los Angeles: University of California Press, 1946, pp. 286-287.
37.
Iwamoto Yutak, “Bukkyo
setsewa kenkyu”, vol. 4: “Jigoku meguri no
bungaku”, Tokyo: Kaimei shoten, 1979, pp. 184-199; citado en Stephen F.
Teiser, “The Ghost Festival in Medieval China”,
Princeton, NJ: Princeton University Press, 1988, p. 24.
38.
Ver, por ejemplo, Ts´un-yan Liu, “Traces of Zoroastrian and Manichaean Activities in
pre-T´ang China”, en Selected Papers from the Hall of Harmonious Winds,
Leiden: Brill, 1976, pp. 2-55.
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