miércoles, 1 de enero de 2014

DUALISMOS: PAGANISMO, HEREJÍA Y CRISTIANISMO

PAGANISMO, HEREJÍA Y CRISTIANISMO
La fundación del pagano imperio Búlgaro dio lugar a un abrupto giro en la historia religiosa de los Balcanes y abrió unos de los más complejos y oscuros periodos. Cualquier reliquia del orden eclesiástico Cristiano que pueda haber sobrevivido al comienzo de la Edad Oscura en los Balcanes, con sus devastadoras series de invasiones, difícilmente pudo prosperar en el ámbito pagano de los Kanes Búlgaros. Al contrario, el imperio Búlgaro ofrecía las perfectas condiciones para un resurgir y continuación de los cultos y tradiciones paganas que habían sido suprimidas cuando los Bizantinos controlaban partes de la península. La fundación del dominio Búlgaro coincidió con la convocatoria del Tercer Concilio Ecuménico de Constantinopla (680-1) que condenó y tomó medidas contra restos de misterios Dionisiácos y otros diferentes, aparentemente aún activos en los Balcanes. Los Búlgaros introdujeron influencias religiosas de Asia Central y las estepas y en los siglos siguientes la península permaneció abierta a semejantes influencias traídas mediante la llegada de los nuevos colonos e invasores  mayormente paganos. Sus creencias mitológicas y mágicas se mezclaron con varias paganas que aún perduraban desde la antigüedad para dar lugar a una herencia sincretista rica y perdurable, remanentes de las cueles aún se pueden observar hoy día. En el norte y este de los Balcanes los Búlgaros y los Eslavos encontraron reliquias del antiguo paganismo Balcánico, como eran los cultos religiosos Tracios, y quizá vestigios de las religiones de los misterios. Varias creencias y prácticas asociadas con los antiguos cultos de los misterios demostraron ser persistentes de forma inusual en los Balcanes, durando siglos en las costumbres folclóricas y casi-Cristianas. Aparte de promover reliquias folclóricas de los misterios Órficos y Dionisiacos en algunas regiones en Tracia, un conjunto de rituales conservados en el oeste de los Balcanes ha mostrado contener rasgos reconocibles del antiguo culto a los Dioscuros y los misterios clásicos de Samotracia.

La expansión del imperio pagano Búlgaro en el este de los Balcanes dio lugar a una revitalización de residuos paganos en sus nuevas tierras conquistadas y también un aumento de la presencia Cristiana en su esfera de control. Aunque el Cristianismo al no tener instituciones propias y control eclesial estuvo expuesto siempre a influencias heréticas-paganas. En Bizancio perduraron los residuos paganos en ciertas zonas del imperio hasta el siglo décimo cuando el Emperador Leon VI hubo de llevar a cabo una cruzada contra la región del Peloponeso aún fuertemente pagana debido a la influencia de Mani. Tradiciones heterodoxas y heréticas también existían y tenían fuerza en el mundo Bizantino, particularmente en Anatolia, en regiones como Frigia, donde la secta Judaizante de los Atingani sintetizó la observación del Sabbath con prácticas mágicas y astrológicas. El dominio pagano Búlgaro, al norte de Bizancio ofrecía buen refugio a los herejes perseguidos y también a los Judíos que habían huido durante la persecución del Emperador León III a comienzos del siglo octavo. La política Bizantina de trasplantar colonias de las provincias al este del imperio a Tracia enredó aún más el clima religioso de esta región tan volátil de los Balcanes. Esas colonias de herejes Sirios y Armenios se suponía habían de formar las guarniciones Bizantinas durante las guerras intermitentes entre Bulgaria y Bizancio en la disputa por la frontera con Tracia, aunque fracasaron en impedir el progreso Búlgaro, algunas –particularmente los Paulicianos- establecieron núcleos fuertes y duraderos de agitación hereje.

La colonia Pauliciana, trasplantada a Tracia en el 757 por Constantino V, fue probablemente posicionada también como contrapeso a sus oponentes Iconófilos. Posterior a la ejecución del primer líder religioso del movimiento Pauliciano, Constantino, uno de los perseguidores originales, el oficial imperial, Simeón, se convirtió al Paulicianismo. Simeón sucedió eventualmente a Constantino como “didaskalos” pero fue denunciado a Justiniano II y condenado a muerte, probablemente quemado en la hoguera entre el 685 y el 695. Continuó la persecución contra los Paulicianos aunque la crisis Iconoclasta cambió la suerte del movimiento. En el reinado de León III(717-41) se agudizó la controversia Iconoclasta, y en el 730 decretó la destrucción de las imágenes religiosas en todo el imperio –los círculos Iconoclastas tenían ahora un protector imperial. Durante el reinado de León, aparentemente después de su edicto del 730, el “didaskalos” contemporáneo, Timoteo, fue llamado para ser examinado por el Patriarca y, debido a una fuerte tendencia Iconoclasta dentro del Paulicianismo, obtuvo una audiencia más favorable de lo normal siendo declarado ortodoxo. Aún así, durante la revuelta Iconófila en el 742-3 Timoteo y sus seguidores huyeron a la Armenia ocupada por los Árabes. Durante las campañas de Constantino V en el este de Anatolia trajo a muchos Cristianos de las tierras de Armenia y los restableció en territorios imperiales más al oeste, incluyendo a los colonos Paulicianos establecidos en Tracia, fue así acusado de haber re-introducido a los herejes Paulicianos en el imperio. Los Paulicianos se vieron forzados a residir en territorio Bizantino o Árabe durante la lucha por el control de Armenia y estuvieron expuestos a las vicisitudes aunque no fueron objeto de persecución imperial incluso cuando el culto a los iconos fue restaurado bajo la Emperatriz Irene (797-802) y Niceforo I (802-11) era sospechoso de profesar creencias Paulicianas. Sin embargo, incitado por el Patriarca Nicéforo, Miguel I(811-13)se embarcó en una campaña de severa persecución con ejecuciones de Maniqueos ahora llamados Paulicianos y esta vez la restauración de los decretos Iconoclastas bajo su sucesor, León V(813-20), no trajo alivio de las medidas y legislación anti-Paulicianas. Los Paulicianos en Anatolia se vieron forzados a buscar refugio más allá de las fronteras orientales del imperio buscando así la protección de los poderes Islámicos como el del Emir de Melitene y Tarso. El heresiarca y misionero Pauliciano Sergio encontró refugio en tierras del emir de Meltiene al este de la Capadocia donde fundó iglesias Paulicianas. Es más, la transformación del siglo décimo del Paulicianismo de secta iconoclasta anti-eclesiástica a movimiento dualista militante ha sido atribuida a las reformas de Sergio, cuya huida a tierras del emir de Melitene allanaron el camino para el surgimiento de un principado Pauliciano harto agresivo en el alto Eúfrates. A continuación de la restauración de la ortodoxia Iconófila en Constantinopla en el 843, los Paulicianos sufriendo nuevas persecuciones violentas que las estimaciones de las infladas crónicas estimaban en 100.000 vidas Paulicianas. A consecuencia de esto más Paulicianos buscaron refugio en la Capadocia y su líder, Carbeas, asumió el poder en un estado separado apoyado por los Árabes junto al alto Eúfrates justo al este de la frontera Bizantina. Anteriormente oficial del ejército, cuyo Pauliciano padre había sido crucificado durante la persecución, Carbeas estableció su sede en Teprice en el montañoso noreste de Capadocia, desde donde lanzó una serie de invasiones a lo largo de la frontera oriental del imperio Bizantino. Paradójicamente, la fundación del principado dualista Pauliciano al este de la Capadocia coincidió con el colapso del imperio Uigur, donde el Maniqueísmo había sido la religión oficial durante casi un siglo, y la consiguiente supresión del Maniqueísmo en la China de los T´ang, que culminó con la masacre de un desconocido número de sacerdotes Maniqueos.

El resultado final de estas campañas anti-Paulicianas en Bizancio tuvo resultados más bien dudosos –el Paulicianismo quizá fue extinguido en los dominios del Imperio Bizantino pero se había establecido ahora en un estado teocrático apoyado por los Árabes que amenazaba directamente la frontera oriental del imperio. El conflicto religioso entre la Orotodoxia Bizantina Iconófila y el dualismo Pauliciano evolucionó en una confrontación política y militar a gran escala en el centro-oriental de Anatolia donde los ejércitos imperiales sufrieron graves derrotas y dos emperadores escaparon por poco de ser capturados por las fuerzas Paulicianas.


Simultáneamente, en el sureste de Europa, Bizancio tuvo que enfrentarse a la posibilidad de una alianza Franco-Búlgara con todas sus consecuencias para los intereses Bizantinos en los Balcanes. En la primera mitad del siglo nueve los Kanes Búlgaros negociaron con éxito con el hijo de Carlomagno, Luís el Piadoso, y su nieto, Luís el Germano, para una precisa demarcación de la frontera Franco-Búlgara en Europa Central. A mediados del siglo el Sublime Kan ya controlaba gran parte del territorio entre los dominios Carolingios, que comprendían casi toda la Cristiandad Occidental, y Bizancio, el baluarte del Cristianismo Oriental. Con su estratégica posición entre los dos grandes poderes Cristianos rivales, el dominio Búlgaro se vio inevitablemente involucrado en estas rivalidades imperiales y eclesiásticas en un tiempo en el que ya había sido testigo de los primeros conflictos pagano-Cristianos que dieron lugar al comienzo de una larga y exhaustiva lucha religiosa.                      

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