lunes, 23 de octubre de 2023

LOS ESENIOS Y LOS ROLLOS DEL MAR MUERTO V

 


MISTICISMO EN LOS ROLLOS
No debemos suponer, sin embargo, que los sectarios sólo se preocupaban por la ley religiosa. Es evidente que tuvieron una disputa con el Templo. El Documento de Damasco dice que "ninguno de los que han sido introducidos en el pacto entrará en vano en el Templo para encender su altar" (CD 6). No está claro si esto significa que no deben entrar en el Templo en absoluto, o sólo que deben tener cuidado de seguir los procedimientos correctos (según los estándares sectarios). Los relatos de la práctica esenia a este respecto son inconsistentes. Filón dice que muestran su piedad no ofreciendo sacrificios, sino purificando sus mentes. Josefo, sin embargo, dice que envían ofrendas al templo, pero usan diferentes rituales y se les prohibe entrar en el recinto común. Este último relato puede ser compatible con lo que leemos en el Documento de Damasco. La Regla de la Comunidad, sin embargo, no dice nada sobre el envío de ofrendas al Templo, sino que considera a la comunidad misma como un sustituto del culto del Templo:
Será... una casa de santidad para Israel, una asamblea de santidad suprema para Aarón... ellos serán los elegidos de buena voluntad, que expiarán la tierra y pagarán a los impíos su recompensa (1 QS 8).
Normalmente, el culto del Templo expiaba el País ofreciendo los sacrificios prescritos. Puesto que el Templo, a los ojos de los sectarios, estaba contaminado, les correspondía a ellos realizar la expiación por la forma en que vivían. Es probable que haya habido una cierta progresión entre la situación prevista en el Documento de Damasco y la de la Regla Comunitaria. La ruptura con el Templo se había hecho más completa. 
Separados como estaban del Templo, los sectarios trataron de armonizar sus vidas con la liturgia de los ángeles en el cielo. Un texto publicado por primera vez en 1959 por John Strugnell, conocido como los Cantos de los Sacrificios del Sábado, fue originalmente llamado "Liturgia Angélica". Describe, pero no cita, las oraciones y bendiciones pronunciadas por varios ángeles, por ejemplo: "En el nombre du su santidad, el séptimo de los príncipes soberanos bendicirá con siete palabras su maravillosa santidad a todos los fundadores del conocimiento". Presumiblemente, la comunidad humana se unió a esta alabanza. Los Himnos de Acción de Gracias, o Hodayot, también indican que los miembros de la comunidad creían que estaban en comunión con los ángeles. El himnista da gracais a Dios porque "has limpiado un espíritu perverso de gran pecado, para que esté con las huestes de los Santos, y entre en comunidad con los Hijos del Cielo" (1 QHa 11). Había, pues, una dimensión mística en la vida sectaria. Un himno adjunto al final de la Regla de la Comunidad dice:
Mis ojos han contemplado lo que es eterno, la sabiduría oculta a los hombres, el conocimiento y el sabio designio (oculto) a los hijos de los hombres... Dios se los ha dado a sus escogidos como una posesión eterna y les ha hecho heredar la suerte de los Santos. Ha unido su asamblea a los Hijos del Cielo para ser un Consejo de la Comunidad. (1QS 11). 
No está claro si los miembros de la secta tenían prácticas místicas mediante las cuales experimentaban el ascenso al cielo, como los místicos judíos posteriroes. (La mayoría de los textos místicos judíos clásicos provienen de la Alta Edad Media). Tenemos el Himno de Autoexaltación, donde el orador se jacta de tener un trono en el cielo y de ser contado con los dioses. El difunto Morton Smith, que tenía una visión un tanto idiosincrásica de Jesús como mago y practicante de artes ocultas, afirmó que ese texto mostraba que otros judíos de principios de la era tenían prácticas místicas mediante las cuales podían ascender al cielo. Esto, pensó, daba credibilidad a la opinión de que Jesús también era un místico. Pero la figura en el Himno de Autoexaltación es excepcional en cualquier caso, y no está claro si se pensaba que había hecho un viaje de ida y vuelta al cielo durante su vida terrenal. Puede ser una figura imaginaria, como el Sumo Sacerdote escatológico, o un mesías de algún tipo. Los himnos de acción de gracias hablan de estar en comunión con los ángeles. No hablan de subir al cielo. Puede ser que suponía que los ángeles iban a bajar, o que le espacio era irrelevante. En los apocalipsis de Enoc y Daniel, la comunión con los ángeles en el cielo era la recompensa prometida a los justos después de la muerte. En los Rollos del Mar Muerto, los sectarios alcanzaron este estado cuando se unieron al nuevo pacto y participaron en sus liturgias. Por extraño que parezca, los Rollos no hablan claramente de la resurrección (hay algunos pasajes en disputa), aunque afirman claramente la vida eterna para los justos y la condenación para los malvados. No pueden haber ignorado la muerte  física; había un enorme cementerio a tiro de piedra de los edificios de Qumrán. Pero parecen haber creído que habían hecho la transición esencial cuando se unieron a la comunidad. Josefo dice que los esenios creían en la inmortalidad del alma, pero no en la resurrección del cuerpo. Esto era poner el asunto en un lenguaje que los lectores griegos y romanos pudieran entender. Los hablantes de hebreo no tenían el concepto platónico del alma. Sin embargo, parece que Josefo tenía esencialmente razón. La vida del espíritu, por la cual las personas podían mezclarse con los ángeles incluso en esta vida, continuaría después de la muerte, independientemente de la descomposición del cuerpo.
Todos estos textos de los Rollos son importantes para la historia del misticismo judío, aunque aquí no esté tan desarrollado como lo estaría siglos después. 

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