LA RELIGIÓN INDO-IRANIA
No hay ninguna religión que tenga un comienzo absoluto. Todos los comienzos no son sino puntos en la historia que deben su existencia a eventos en el pasado. Las limitaciones impuestas sobre el conocimiento acerca de una tradición particular por las mismas limitaciones de la evidencia lo fuerzan a uno a aceptar fechas arbitrarias para los comienzos de éstas antiguas tradiciones. Que unas fuentes puedan estar a quinientos años de distancia de otra no tiene gran consecuencia, puesto las fuentes mismas presuponen una tradición ya de por sí larga y compleja. Los documentos más antiguos de la Antigua religión Irania son tan complejos y confusos como uno podría esperar.
Algunas veces las fuentes más antiguas presentan un límite absoluto más allá del cual no se puede penetrar. Las antiguas culturas no existían en aislamiento, sino que estaban sea relacionadas genéricamente a o influenciadas por contactos con otras culturas. El estudio de los documentos de estas relacionadas tradiciones puede aumentar grandemente el conocimiento de la cultura que uno está estudiando. Un ejemplo para ilustrar este punto: (1) El Antiguo Iraní posee una palabra, Antiguo Avesta, daewa, Antiguo Persa daiwa significando demonio, o dios falso u hostil. Otros términos usados por pueblos relacionados incluye el Antiguo Hindú deva celestial; dios; Latín deus, dios; Antiguo Irlandés dia, dios; y Antiguo Noruego tivar, dioses. Las diferencias en seignificado entre los términos Iranios y sus contrapartes en otras lenguas sugieren que, en el curos de la historia de la religión Iraní, ciertos cambios tuvieron lugar en la ideología que llevó a la demonización de los dioses. (2) El mito de Yima contiene, entre otros temas, un motivo referente al Arca de Noé. Dado que este mito parece tener origen Semítico, uno puede postular una copia Iraní de las culturas del Medio Oriente.
El nombre geográfico Iran (antiguo Eran) deriva de la antigua expresión en el Avesta mediante la cual los Iraníes designaban su territorio, airyana waejah, significando extensión, territorio de los Arios. Quienes eran estos Arios? Culturalmente y ligüísticamente eran parientes cercanos de otro grupo de gente que también se llamaban a sí mismos Aryas, hoy llamados Indo-Iranios en contra distinción a los Iranios. Los dos grupos, Arios e Indo-Iranios, estaban también relacionados lingüísticamente y culturalmente a la extensa familia de los Indo-Europeos, que incluye la mayoría de los grupos lingüísticos Europeos así como los grupos de Asia conocidos como Hititas y Tocarios. Hay demasiada controversia a la hora de localizar el lugar originario de los Indo-Europeos, es justamente cierto que los Indo-Iranios vivieron en las estepas de lo que es hoy el Asia Central, norte de los mares Caspio y Aral. En cierto momento en el tercer milenio A.C. tuvo lugar una división en el grupo que resultó en la división entre Indo-Arios e Iranios. Cerca del 1500 A.C., ambos grupos comenzaron a bajar fueras de las estepas hacia diferentes áreas de las antiguas civilizaciones, como parte de un movimiento más amplio de los pueblos Indo-Europeos. Aunque las rutas migratorias precisas no han sido conclusivamente demostradas, se sabe que los Indo-Arios se asentaron finalmente tanto en la parte noroeste de la India (Punjab) y en Anatolia; los Iranios se asentaron en Iran, o sea, en el área geográfica que incluye el Iran moderno, Afganistán, y partes del Asia Central, especialmente el área bordeando los ríos Oxus y Yaxartes (hoy, Sir Daria y Amu Daria).
El estudio de los restos lingüísticos de los Iranios e Indo-Arios revela que mientras hay características fácilmente identificables que definen a estos dos grupos, dentro de cada grupo había numerosos dialectos diferentes. Por ejemplo, el lenguaje de las inscripciones en la Antigua Persia (un dialecto del sudoeste), es bastante diferente del Avesta (un dialecto del Noreste),y, a su vez, el mismo Avesta es representado por dos dialectos. Así, aunque los principales rasgos culturales, lingüísticos, y religiosos eran comunes a las diferentes tribus, también había muchos puntos de diferencia. Así que a medida que uno trata la religión Indo-Irania, uno puede estar tratando con fenómenos tan diversos como, por así decirlo, el Calvinismo y el Catolicismo.
Pero si uno empuja la generalización demasiado lejos, es correcto decir que la religión refleja la sociedad, tanto sus instituciones sociales como su economía. Los Indo-Iranios eran pastores nómadas o seminómadas. Dependía principalmente de la vaca. Ésta daba leche, carne, cuero etc.; su orina era usada como medicina purificante; su excremento era usado para mantener el fuego; podía tanto tirar de carros como del arado. Por lo tanto la vaca ocupaba un lugar central en la religión. La riqueza de un hombre era medida no en dinero, sino en vacas. La dependencia del ganado y los pastos significa una vida errante en busca de pastizales. La vida pastoral está dividida en dos fases anuales. En invierno cuando el forraje es escaso, cuando la nieve y el frío impiden el movimiento, las comunidades, a menudo una sola familia expandida o un pequeño grupo de familias permanecían en un lugar fijo durante la estación. Una vez derretida la nieve y la hierba comienza a crecer, el ciclo de migraciones comienza. La gente que vivía en área montañosas seguían una ruta regular de migración desde los valles y tierras bajas hacia lugares más altos hasta el final del verano cuando descienden hacia las estaciones de invierno. También, la importancia del agua es un motivo común en la mitología Indo-Irania. Otro aspecto importante del nomadismo pastoral es la guerra –no en términos de grandes movidas de soldados bien organizados, sino especialmente en la forma de robo de ganado. Como gente de la estepa, los Arios hacían especial uso del caballo y de los carros de combate, una técnica que los hacía superiores a los agricultores sedentarios, a los que estaban destinados a conquistar en su invasión de la India e Iran.
Hay una cierta controversia acerca de la estructura de la sociedad Indo-Europea e Indo-Irania. Es ciertamente el caso que la sociedad era patriarcal. En cuestiones de religión, las mujeres, con algunas pocas excepciones, jugaban un papel menor. La unidad básica era la familia expandida, y un grupo de familias formaba una unidad conocida como un wik (Avesta wis, Ant. Indio vis). Un mayor número de familias formaban una tribu, conocida en Avesta como un zantu y llamada con diferentes nombres en el Indio Antiguo. Los Iranios reconocían incluso una categoría más amplia llamada dahyu gente, país, que parece haber incluido a todas las tribus relacionadas, pero más tarde significó simplemente una provincia y/o sus gentes. Algunos estudiosos especialmente Dumézil, creían que la sociedad Indo-Europea generalmente era tripartita en estructura, compuesta de plebeyos, guerreros, y sacerdotes. Aunque es verdad que una estructura tripartita puede ser demostrada conclusivamente para las sociedades de los Celtas, Iranios, e Indo-Arios para ciertos periodos históricos, no es del todo cierto que una partición primitiva pueda ser reconstruida fácilmente para la sociedad Indo-Europea o incluso la Indo-Aria, dado que no hay una terminología consistente en los diferentes lenguajes para estas supuestas clases. En Avesta una palabra para sacerdote, athrawan, vino a ser el término generalizado para cualquier sacerdote, aunque en el Iran occidental había lo que Herodoto llamó una tribu de sacerdotes Medos, los Magi (Antiguo Persa magu). En la India, brahmana, brahmin es una nueva formación sobre un término más antiguo, brahmán, uno que tiene que ver con bráhman (poder sagrado inherente en las oraciones, hechizos), de nuevo un término una vez específico es generalizado para incluir a la clase entera de especialistas en lo sagrado.
Miembros de la clase guerrera en Iran eran llamados rathaeshta, el que está en el carro, mientras que en la India son sea rajanya, regio, noble o ksatriya el que ejerce gobierno; hombre noble. El tercer estado es designado como wastryo fshuyant, campesino en Avesta; en Índico el término es vaisya, plebeyo. Esta situación, que es mucho más compleja de todo lo aquí indicado, se puede explicar mejor en términos de evolución independiente más bien que en los orígenes comunes. Hay una falaz asunción implícita en muchos intentos de reconstrucción de la religión Indo-Irania y su sociedad que el periodo reconstruido era de alguna manera prístino, o sea, no sujeto a los mismos problemas del flujo histórico que influencia toda historia documentada.
Gran parte de la antigua literatura que trata de la religión Indo-Irania asume la primacía de mitología natural. Está claro que muchos seres divinos tienen una base natura. Como ejemplo en el Avesta uno puede citar Wata y Wayu (dos dioses del viento) o Hwarexshaeta (el dios Sol) o Tishtrya (la estrella Sirio). Algunas veces la deidad es tan simple en su manifestaciones como el fenómeno natural en sí mismo; algunas otras la deidad despliega una complejidad tal que sobrepasa la del fenómeno. El problema real surge respecto a aquellas deidades que tienen asociaciones naturales, pero cuyas naturalezas están arraigadas en inquietudes muy diferentes. El dios Mitra (Mithra en Avesta) es un buen ejemplo. Muchas discusiones se han centrado en la naturaleza solar del dios. En los lenguajes Iranio Medio, varios reflejos de su nombre vienen a significar sol, (mihr), y, de hecho, hay varias referencias en el Avesta acerca de esta conexión con el sol. En los textos Védicos conocidos como Brahmanas también se puede encontrar la ecuación Mitra=Sol. Pero la palabra mitra o mithra significa acuerdo, contrato. Por lo tanto, la naturaleza básica de este dios no ha de ser recuperada construyendo una intrincada teoría respecto a su identidad con el sol, sino más bien realizando que es esencialmente una deidad ética. Una comprensión adecuada de Mitra debe comenzar con el concepto ético. Una vez hecho esto, muchos de los aspectos del dios pueden ser vistos procedentes del concepto central. En adición a las deidades que representan sea el fenómeno natural o los ideales de la sociedad, siempre hay un número de los llamados dioses especiales que presiden sobre cuestiones específicas (las deidades que gobiernan los cinco vigilantes diarios). Pero cada caso ha de ser examinado por sí mismo dado que no hay un método simple para entender el origen o la naturaleza de las diferentes deidades.
Los Indo-Iranios, como otros pueblos, dividieron consistentemente el cosmos en tres niveles; la tierra, el cielo, y el espacio intermedio, la atmósfera. Esta tripartición del cosmos, especialmente enfatizada por los Indo-Arios, provee la orientación básica de la religión. Puesto que los niveles están ordenados en grados ascendientes, presentan ante la perspectiva humana un orden de trascendencia. La tierra, aunque extremadamente santa, es el ámbito de la actividad humana y por consiguiente de la inmanencia. La atmósfera toca la tierra, envuelve al hombre, y aún se extiende más allá de la bóveda del cielo. Es un ámbito de aspecto siempre cambiante, aparentemente un vacío atravesado por vientos impredecibles, ahora suaves, ahora violentos, ahora seco, ahora trayendo nubes y tormentas. La atmósfera es una arena para la actividad constante de fuerzas temibles y a menudo violentas. Por encima de la atmósfera está la bóveda del cielo, y más allá el cielo mismo. Mientras que la atmósfera toca al hombre, el cielo está más allá de la esfera de la experiencia humana ordinaria. Su propia altura ofrece un símbolo natural de trascendencia.
Como resultado de la tripartición del cosmos, las deidades habitan característicamente uno u otro de los niveles cósmicos. Y, característicamente, aquellos que habitan el cielo, los llamados dioses del cielo, son creadores del cosmos, aunque en algunos casos se les requiere una actividad perpetua, como en el caso de Mitra, que ha de estar siempre alerta para que nadie rompa los contratos. Las deidades de la atmósfera, normalmente masculinas, tienden a ser violentas o al menos marciales por naturaleza. Habitan perpetuamente la atmósfera, como los dioses del viento (Wata, Wayu), o habitan en la montaña (normalmente la montaña cósmica) y surcan los cielos en sus carros o en cualquier otra de sus muchas formas animales. La tormenta y la guerra son sus ocupaciones principales. Las deidades de la tierra, normalmente femeninas, tienden a estar conectadas con la fertilidad, prosperidad, y preocupaciones diarias. Finalmente, hay deidades que por naturaleza ocupan todos los niveles cósmicos. El dios Fuego, por ejemplo, es principal medio de comunicación entre los ámbitos humano y divino. Conduce los dioses al sacrificio o lleva la ofrenda a los dioses. El Río Celestial que fluye desde las alturas de los cielos hacia la tierra, es especialmente en Irán, una diosa multivalente –que quizá por su itinerario- muestra rasgos de personalidad característicos de todos los niveles cósmicos. Estas categorías son solo aproximativas para ayudar a orientarnos, porque las situaciones varían y devienen demasiado complicadas como para ser adaptadas a esquemas simplistas.
Aunque los Indo-Iranios mantenían una cierta variedad de teorías acerca del origen del cosmos, mantenían ideas uniformes concernientes a la cosmografía, ej., la estructura del cosmos una vez que vino a la existencia. En adición a su tripartición interna, hay una amplia dualidad de seres ordenados (cosmos) y de seres no ordenados (caos); el cosmos surge, cualquiera que sea su agente, del caos. Además, el cosmos es como una fortaleza rodeada por el caos, normalmente simbolizado como las aguas, algunas veces como la oscuridad. También tiene lugar una diferenciación vertical en el caos; o sea, las aguas rodeando los cielos son la fuente de la Verdad, mientras que las de las regiones subterráneas y alrededor de la tierra son la fuente del principio anti-cósmico de la Mentira o Falsedad. Esto no es tan peculiar como parece a primera vista, puesto que la actitud humana hacia el estado primordial, pre-cósmico se manifiesta naturalmente a sí mismo en ambivalencia. La razón es que el caos, ser puro indiferenciado, contienen los gérmenes de todas las posibilidades, para el bien así como para el mal. Para el no místico, el ser puro es caos, un estado percibido con todas sus contradicciones al mismo tiempo terroríficas y atractivas. En términos mito-cosmográficos, semejante ambivalencia encuentra expresión en la diferenciación vertical del caos.
El cosmos era concebido como una especie de fortaleza. En los mitos, el cielo mismo, la bóveda celeste, está hecha de piedra. La palabra Irania para cielo era asman (Persa asman, Vedico, asman) una palabra que significa “piedra”. El espacio separando esta tierra del cielo, no es inalcanzable. En adición al Fuego intermediario, también existía la montaña cósmica que se eleva desde la tierra hasta el cielo, el Meru de los Indios, llamado Albruz (Avesta Hara-barezaiti) por los Iranios. Esta montaña, parcialmente mitológica, parcialmente homologada con montañas reales, provee un camino importante de comunicación entre los niveles cósmicos, una avenida de trascendencia para el hombre e inmanencia para lo divino. De esta manera, la montaña cósmica juega un papel esencial en el sistema de la hidrología cósmica. Aunque la lluvia figura en los mitos, la fuente primaria del agua para los Indo-Iranios era el agua del río. Su fuente era el Océano Cósmico, localizado en el cielo. Desde este fluía un gran río o ríos descendiendo por la Montaña Cósmica hasta la tierra para convertirse en varios ríos. Estos fluían hasta el mar, desde donde fluían de vuelta, de manera que no está clara, hacia el Océano Celeste, completando el ciclo.
La dualidad entre cosmos y caos también tenía gran influencia en la orientación ética de los Arios. Por un lado, el aspecto oscuro, terrorífico del caos era visto como la fuente de las fuerzas demoníacas que amenazaban el orden cósmico. La noche era el dominio especial de los demonios que surgían desde las regiones subterráneas de la oscuridad bajo tierra. En el Avesta, las criaturas demoníacas se esconden normalmente bajo tierra; en un mito Védico, el dios Indra expulsa al demonio anti-cósmico Vrtra abajo en la oscuridad después de haber separado el cosmos (sat) del caos (asat). Por otro lado, el concepto de cosmos implicaba el ideal de lo real o verdadero. En Védico, la palabra usada cosmos es sat, un nombre neutro formado con el participio presente del verbo ser (as). Su significado etimológico significa existencia (ser), por lo tanto lo real; el cosmos. Su opuesto, asat, no es el no-ser absoluto, sino más bien en el sentido de ser no ordenado; lo irreal; el caos. Aunque la dualidad sat-asat no está atestiguada directamente en la Antigua religión Irania, se presupone por una de las palabras para verdadero; verdad, Avesta haithya, A. Persa hashya. Ambas corresponden al A. Hindú satya verdadero; verdad, literalmente, lo que está relacionado, lo que corresponde a lo real (sat).
En adición a esta palabra para verdad, existía otra palabra sinónima rta (A. Iranio asha, A. Persa (a)rta). La etimología deriva del verbo ar unir. Rta es un nombre neutro que significa básicamente conexión. Como satya, rta implica una conexión con lo real, con el orden propio o característico de las cosas. Como tal, tiene dos significados básicos en Indo-Iranio: (1) verdad; (2) orden cósmico. Rta es quizá el concepto más importante en la religión Aria, puesto que comprende el principio básico mediante el cual el cosmos entero, físico así como ético se comporta. Este fundamental principio estaba bajo el cuidado especial de la deidad celestial suprema; en la India era Varuna, en Iran, Ahura Mazda. También estaba muy de cerca asociado con el fuego y tenía su asiento en las aguas celestiales. Debido a su vínculo con rta, tanto el fuego como el agua eran empleados en la solemnización de los juramentos y en la administración de los juicios. En el curso de la historia, el rta Védico fue reemplazado por el concepto de dharma, mientras que en Iran su uso activo persistió más tiempo; pero durante el periodo tardío Aqueménida, si no antes, también cayó fuera de uso.
El concepto de rta naturalmente implica su opuesto. La religión Védica, que no es excepcionalmente dualística en su perspectiva, hizo uso explícito limitado de este principio opuesto; la religión Irania, sin embargo, que desarrolló una perspectiva dualística excepcional, lo explotó en gran manera. El principio que se oponía a asha no era su simple negación (como el Védico anrta), sino druj la mentira, la falsedad, el engaño. Es esencial comprender que la religión Irania, especialmente el Zoroastrismo, fue fundada sobre la idea de un todo inclusivo dualismo ético.
Referente a la idea del origen de los dioses, dos grupos de deidades se encuentran los Vedas y en el Avesta. Se trata de los asuras (A. Hindú asura, A. Iranio ahura) y los daiwas o devas. La parte más temprana del Rgveda indica que los asuras son la generación más antigua, mientras que los devas son más nuevos. Aunque puedan mostrar algunos signos de antagonismo, los dos grupos coexisten en un estado de alianza contra el enemigo común, los demonios anti-cósmicos, algunos llamados los danavas, dasas, y dasyus. En las partes más tardías del Rgveda y especialmente en los Brahmanas, hay un desarrollo curioso: los asuras como grupo (los cuales incluyen entre otros a Mitra y Varuna) devienen demonios, mientras que los devas emergen como verdaderos dioses. El antagonismo entre devas y asuras es uno de los temas más comunes de la literatura ritual tardía Védica, donde los dos grupos frecuentemente luchan el uno contra el otro por el sacrificio. La preocupación de los ritualistas Védicos, que compusieron esta literatura, con este antagonismo indica que un aspecto esencial de la distinción entre los dos grupos de deidades era la naturaleza de su culto. O sea, diferentes formas de culto han de haber sido realizadas. Del lado Iranio, la situación es generalmente inversa. Todos los textos, muy posteriores que el Rgveda, muestran un dualismo absoluto entre ahura-daewa, de manera que el mundo ahuríco es alineado con la Verdad (Asha), mientras que el mundo daewico es el de la Mentira (Druj). Así, por ejemplo, el gran dios Védico Indra aparece en el Avesta en la demononología de la Vendidad. Acerca de la única evidencia del estado de las cosas proto-Indo-Iranio es la frase del fosilizado Avesta de dioses y hombres (daewanam mashyanamca). En partes de Iran, notablemente Mazandaran y Sogdiana, persistió el culto a los daewa en el periodo Islámico.
Hay una muy a menudo citada afirmación de Herodoto de que los Persas no erigen estatuas, templos, y altares, y que consideran a los que hacen estas cosas tontos, por la razón que su religión no es antropomórfica como lo era la Griega. Como casi toda la información de Herodoto, esta observación contiene parte de verdad con una mezcla de inexactitud. Pero la afirmación es generalmente válida para toda la religión Aria incluyendo los Vedas. Los Arios ciertamente construían altares para el culto al fuego, pero no había lugar en su religión para templos o iconos. Los principales actos de culto para con los dioses eran cumplidos mediante la realización de un sacrificio, que en la mayoría de los casos requería una víctima animal. La palabra para esta ceremonia en Avesta es Yasna, en A. Hindú yajña, deriva de la raíz verbal común yaz/yaj adorar; sacrificar. El mismo verbo, incidentalmente, está en la base de la palabra normalmente usada en Avesta para Dios, yazata (lit. uno que es digno de adoración o de sacrificio). Dado que yaz usualmente conlleva la más amplia connotación de “culto, adoración”, especialmente con oración, es usualmente traducida como cuando un sacrificio está involucrado.
Para tener una propia perspectiva de la naturaleza y significado del sacrificio, uno debe primero tener en cuenta que en la sociedad Aria la hospitalidad, con sus ritos y observancias, era una institución social-ética de primera importancia. Ahora, el concepto fundamental del culto Ario es que uno invita a las deidades deseadas como invitados honorables a una comida en su honor. Una comida para un invitado honorable requería más que una simple provisión de comida. Era necesario darle la bienvenida al invitado, ofrecerle refrescarse después de una larga jornada de camino, ofrecerle reposo, entretenerlo con poesía y música, y, por supuesto, ofrecerle una buena comida. Finalmente, la hospitalidad misma era vista como una especie de regalo y, en adición, un intercambio de regalos solía tener lugar entre invitado y anfitrión. Si era tratado correctamente, un invitado tenía una obligación particular en devolver el favor mediante otro regalo. Está claro que la meta del sacrificio era la recepción del regalo de la deidad, toda la entera ceremonia implicaba un quid pro quo. De todas formas uno no debe tener la impresión que la ceremonia era vista en términos de un intercambio de regalos. Era también un tiempo cuando los dioses descendían a la tierra y estaban entre los hombres, una ocasión para los hombres para sentarse en la presencia de los dioses. Perder de vista esta importante dimensión espiritual es reducir el punto focal de la religión a un mero intercambio material.
En el Avesta casi nunca relatan un mito en estilo narrativo. Más bien lo presentan de una manera caleidoscópica, sólo detalles aislados. Frustrante para el lector que preferiría una más clara narrativa, los poetas del Avesta y del Rgveda no veían razón para contar la historia; después de todo, los dioses conocían sus propias mitologías. La labor del poeta era aludir a los temas ya conocidos por todos, redactarlos de una nueva manera creativa y artística que complaciese al invitado divino.
La deidad central del sacrifico era el Fuego. Funciona como mensajero entre las esferas divina y humana. Era, en todos los casos, el escalón intermediario en la ofrenda de una víctima puesto que la víctima no podía ser ofrecida cruda. Antes del altar el que realizaba el sacrificio había de preparar un asiento de suave hierba para los dioses. Este es el baresman del Avesta, el barhis de los vedas ( Av. barezish = cojín). Además de la carne y grosura de la ofrenda, el dios era obsequiado con una bebida vigorizante para calmar su sed y revivir su espíritu. Este era la famosa bebida de leche y sauma (Av. Haoma, A. Hindú, soma).
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