LA TRADICIÓN HINDÚ
La doctrina de la reencarnación puede haber formado parte del complejo Sumero-Hindú dado que no es una doctrina Aria. Pero aunque no hay una indiscutible cohesión en la tradición Hindú, aspectos de ésta han sido reformulados periódicamente mediante la intrusión de influencias externas. Del substrato Neolítico-Edad de Bronce vienen los cultos sexuales a los que los Arios parecen haberse opuesto, pero que parcialmente aceptaron en el periodo Medio-Védico. La cultura Aria pasó por un proceso de mentalización, una conversión a un idealismo anti-materialista y anti-sensual que surgió en parte en reacción a las prácticas corporales de los antiguos cultos. En la tradición Sumero-Hindú representada por los asuras, la sexualidad era un numinosum, mientras que para los Arios-Hindúes estaba más bien plagada de Tabúes y represión. En la raíz de la distinción puede estar la diferencia entre la situación matrilineal y patrilineal. El patrilinealista debe conocer al padre del niño; el puritanismo surge en las comunidades patrilineales tales como la Aria como un medio de imponer suficiente restricciones en la práctica sexual para asegurar el conocimiento de la paternidad. En los cultos pre-Arios, por otro lado, presumiblemente matrilineales, sólo la identidad de la madre era importante. Lo sexualidad era un objeto primario de culto y los actos sexuales eran elementos prominentes de práctica ritual.
La distinción entre cultos sexuales y puritanos en una distinción paralela entre Tantra y Veda, o caminos de las manos izquierda/derecha. El Tantra parece representar un resurgir tardío de la actitud religiosa de la Edad de Bronce en la India, quizás la del Valle del Indo, incluyendo los elementos compartidos con el antiguo Cercano Oriente. Con su énfasis en la homología entre el cuerpo humano y el macrocosmos, en la unión sexual como primera metáfora del proceso cósmico, y en Eros como la fuerza motriz del universo, los textos posteriores llamados Tantras podrían representar una adaptación de la religión Mesopotámica de la fertilidad. El resurgir del Tantra en la Edad Media, después de siglos de prominencia cultural Aria, representa la antigua visión de vida pre-Aria reafirmándose en una amplia reacción contra el Hinduismo idealista y puritano desarrollado entre los Arios Brahamanes.
Las sectas Tántricas practican el ritual de pana-makara, las cinco M, o sea, el uso de cinco sustancias que son tabú en el culto Ario y cuyos nombres sánscritos comienzan con M: madya (vino), mamsa (carne), maithuna (relación sexual), mudra (cereales fritos), matsya (pescado). La corriente de la mano izquierda se compone de sectas que aprueban esta práctica, y la corriente de la mano derecha la que lo rechaza.
Estas prácticas demuestran cuan cerca está la relación entre el yoga tántrico y lo mágico-sexual.
Otra importante dicotomía entre Tantra y Veda era la actitud hacia el ascetismo religioso. En la comunidad no-Aria, el ascetismo era practicado con fines chamánicos. En el periodo védico Medio estos elementos fueron asimilados en cierta extensión, pero no sin ser antes redefinidos; los reformadores Arios editaron mucho de la antigua intencionalidad chamánica, reemplazando el énfasis en el cuerpo con un entramado mentalista-idealista y una tendencia puritana hacia el celibato.
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