SUMER Y LA YOGA
La iconografía del yoga Kundalini es una mezcla de modelos Mesopotámicos y Egipcios. Los iconos de serpientes copulando enroscadas alrededor de un palo dentro del cuerpo humano, de la montaña central y del árbol central, el combate del águila-serpiente, y el vuelo hacia el cielo montado en el águila, el loto (de ocho pétalos) o roseta, el poder de la serpiente de siete cabezas el ascenso a lo largo de la espina dorsal, todos tienen claros antecedentes de la Edad de Bronce en el Cercano Oriente.
Zimmer señaló el origen Sumerio del icono de las dos serpientes enroscadas alrededor de un eje central, encontrado en el vaso de Gudea; conecta el símbolo con el dios Ningishzida, a quien llama “la deidad Mesopotámica que sana”. Ningishzida estaba asociado con la fertilidad y el culto sacramental, como su apodo Zid-zi “alimento de vida” indica. Además de la descripción como par de serpientes enroscadas, Ningishzida es también retratado como una deidad antropomórfica sentada ante un par de serpientes enroscadas, o como una deidad compuesta, humana arriba, serpiente abajo, o como una serpiente de doble cabeza, o como una deidad antropomórfica con serpientes brotando de su cuerpo en la espalda. Zimmer vio esta última versión como el antepasado probable del icono similar de los Jaines tirthankara Parsva. La asociación de Ningishzida con la serpiente se mezcla con su asociación con el árbol (memoria del cual puede estar conservada en versión modificad en el libro del Génesis en el Antiguo Testamento). Algunas veces se le ve cerca de un árbol, otras con ramas en sus manos como si de éstas brotaran.
Es primeramente sobre la base de estas y otras iconografías paralelas que Butterworth, argumenta que el templo de Ningishzida fue la fuente de donde emanó el poder de la serpiente hasta la India. Butterworth confunde iconografía con práctica religiosa, asumiendo que el significado de dicha iconografía en la India era el mismo que el que tenía en Mesopotamia. Asume que dado que el simbolismo del yoga Hindú vino de Mesopotamia, las prácticas de yoga también vinieron de allí.
Pero el conocimiento por parte de los Griegos de la fisiología de la Kundalini no había sido reconocido cuando apareció el libro de Butterworth. Ahora, a la luz de este conocimiento es apropiado buscar una fuente más temprana no-Hindú para las doctrinas del canal de la espina dorsal, los nadis, los chakras, y el significado espiritual de todo esto –Mesopotamia en el periodo Sumero-Acadio es el único candidato actualmente disponible. Consecuentemente, hay que reconsiderar el argumento.
Buscando indicaciones de prácticas del yoga en los iconos de Mesopotamia, Buttworth se centra en el sello de la Hidra, que muestra la conquista de una serpiente llameante de siete cabezas por figuras masculinas armadas con espadas. Este sello del periodo Acadio, dice, es un icono del dominio sobre el poder de la serpiente- o sea, “del despertar” de la Kundalini. Cada una de las siete cabezas de la serpiente representa uno de los chakras, el proceso del despertar ha, en el momento reflejado en la pintura del sello, progresado hacia arriba hasta el cuarto chakra. Las llamas surgiendo de la espalda de la serpiente representan los tapas o austeridad-calor asociados tan prominentemente con este evento. Butterworth no menciona el hecho que este sello fue encontrado en un templo de Ningishzida. Ningishzida es comúnmente visto en asociación con el altar del fuego, y la conjunción del calor y serpiente es importante para la hipótesis proto-yóguica. Está “regularmente” asociado con el fuego y aparece como una serpiente con llamas surgiendo de su espalda. Esta última imagen está más cercana a la imagen de la serpiente en llamas en el sello de la Hidra, donde puede ser Ningishzida el que aparece como serpiente llameante con siete cabezas tres de las cuales cuelgan hacia abajo, al haber sido derrotadas por un dios hostil.
El número siete, en la tradición Mesopotámica y otras afectadas por esta es un número de totalidad cósmica, indicando los siete niveles planetarios en el universo, que están representados de variada manera. Unas veces son siete frutas en el árbol central que crece en la montaña central, algunas veces los siete niveles de la falda, con apariencia de montaña, de la diosa. En el sello de la Hidra hay siete cabezas del dios serpiente Ningishzida. En esta lectura parece que hay algo que está relacionado con la metafísica de la Kundalini del poder de la serpiente como la fuerza que mueve al universo. La correspondencia Mesopotámica macrocosmos/microcosmos puede llevar a una identificación de los siete niveles del universo planetario dentro del cuerpo humano, colocados a lo largo de la espina la cual corresponde al árbol central o eje. En el sello cilíndrico Mesopotámico que muestra a Ningishzida con las serpientes con las cabezas surgiendo de sus espaldas, se entiende que las dos serpientes entrelazadas y elevándose están dentro del cuerpo. El sello de la Hidra fue encontrado en Eshnunna (Tel Asmar) uno de los sitios en Mesopotamia donde objetos del Valle del Indo han sido encontrados.
La posibilidad de que el medio donde todo esto surgió puede estar en el fondo de ciertos lazos con la cultura Hindú (o viceversa) no puede ser negada de ninguna manera.
Hay otro tipo de asociación en la que Ningishzida está también conectado, por ejemplo, con el símbolo del árbol, el cual está de cerca relacionado con la serpiente. Su madre es un árbol Cedro, y el mismo aparece algunas veces como un árbol; su nombre significa “Señor del Buen Árbol” de acuerdo con Jacobsen. La diosa del árbol, conocida en Sumer y Egipto, aparece prominentemente en la iconografía del Valle del Indo, en el periodo de los contactos con los Sumerios. Si la diosa del árbol es la madre de Ningizzida, entonces ambos deben haber llegado juntos. En otra forma él es el dios-toro, Damu; el dios en el Valle del Indo también era un dios-Toro. Ningizzida está íntimamente conectado con la realeza sagrada. Se encarnaba en cada uno de los reyes de Sumer, como Osiris lo era en cada faraón de Egipto, y era visto como habitando en cada uno de estos reyes. Ellos son sus avatares. Está también asociado con Gilgamesh y con la serpiente que le robó la planta de la inmortalidad –un motivo que también se da en el Mahabharata. Aunque Ningizzida no está incluido en el panteón de los grandes dioses, es importante de manera lunar y ctónica. Como deidad personal elegida por el soñador rey Gudea de Lagash su función como guardián sugiere un camino de práctica.
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