Hay algunas evidencias bastantes seguras acerca del desarrollo de una religión Indo-Europea con dioses, un culto a los dioses y una poesía acerca de los dioses. Antes que nada está el Padre del Cielo, el más alto de los dioses entre Griegos y Romanos, Zeus pater, Diespiter-Juppiter. Una palabra para los dioses celestiales de la luz formada de la misma raíz, en el Antiguo Índico deva, Latín deus; en Griego, sin embargo, esta palabra es desplazada por la palabra theos. Ningún otro nombre del círculo de los dioses Olímpicos puede ser trazado con certeza hacia un dios Indo-Europeo, aunque algunos como Hera, Poseidon, y Ares tienen una raíz Indo-Europea. Por otro lado Helios, el dios sol, y Eos-Aurora, la diosa del amanecer, tienen un linaje impecablemente Indo-Europeo tanto en la etimología como en su estatus como dioses; pero entre los Griegos están bajo la sombra de los Olímpicos. La asociación de los Dioskouroi con los Asvins de la mitología Védica es indudable: ambos son jóvenes mellizos, domadores de caballos, y salvadores del peligro; pero ningún nombre común ha sido conservado, y los Dioskouroi tampoco surgen con ningún Gran Dios Griego.
Siempre se ha querido entender a Grecia y su religión como una síntesis de un substrato y sobre-imposición indígena e Indo-Europeo. Hasta donde puede llegar esta idea y puede ser verificada en detalle es otra cuestión. Los dualismos globales que exageran las distinciones entre Indo-Europeo y no Indo-Europeo se afirman demasiado fácilmente: macho y hembra, patriarca y matriarca, cielo y tierra, Olímpico y chthonico, (infernal) e intelecto e instinto. La interacción de los polos es supuestamente reflejada en la religión Griega a medida que los nuevos dioses expulsan a los Titanes, o a medida que el Indo-Europeo Padre del Cielo toma a la Señora del Mediterráneo como esposa.
El mito de la generación de los dioses viene del antiguo Medio Oriente, como la idea de la oposición entre los dioses del cielo y los dioses de la tierra. Son los chthonicos choai los que están relacionado con los Indo-Europeos, mientras que el sacrificio Olímpico tiene conexiones con la tradición Semítica. En tanto que dios atmosférico invencible por la fuerza de su rayo, el Padre del Cielo, quien como padre nunca le faltó una esposa, está sospechosamente muy cerca del dios Anatolio de la atmósfera.
Se ha señalado ampliamente que una gran parte del vocabulario Griego y en particular la mayoría de los nombres Griegos para las ciudades no son Indo-Europeos. Los sufijos –nth (os) y ss (os) han atraído la atención; sufijos correspondientes se encuentran en Anatolia, como ha confirmado el conocimiento de los Hititas. Además de nombres de ciudades como Corinto, Knossos y Parnaso, hay también nombres de plantas tales como el erebinthos, guisante, y kissos, hyedra, y jacinto y narciso. Son, sin duda, palabras indígenas pre-Indo-Europeas. Pero si el lenguaje subyacente ha de ser definido como procedente de los Comienzos de la Edad de Bronce o incluso del Neolítico, si tiene una relación especial con la Creta Minoica, incluso si es un solo lenguaje o un conglomerado heterogéneo, son cuestiones que no pueden ser respondidas.
En el mito Griego, Hyakinthos, dios y flor al mismo tiempo, es un joven amado por Apolo y muerto por el disco de Apolo; en Amyklai, el trono real pre-Dorio, es honrado como un chthonico, pero al mismo tiempo se dice que entró en el cielo. Se afirma generalmente que es un dios pre-Griego de la vegetación, y que el mito relata este desplazamiento por el Dorio Apolo. Incluso el festival lleva el nombre de Hyakinthos, no Apolo, común a lo largo del territorio Dorio, como demuestra la difusión del nombre del mes Hyakinthios, mientras que Amyklai tiene un especial conexión con el Este Semítico. Claramente, tenenmos una amalgama del periodo de las migraciones que no es fácil analizar sea lingüísticamente o mitológicamente; en particular, la precaria cercanía-identidad de dios y víctima no es algo que pueda ser separado en estratos históricos. Y aquí, las relaciones con las tradiciones del Antiguo Medio Oriente, Anatolia, y Semitas demuestran que la polaridad Indo-Europea y Mediterránea restringe indebidamente la diversidad histórica. La religión griega ciertamente lleva el sello de su prehistoria, pero de una prehistoria que es una red de interrelaciones infinita. Al menos una visión negativa debe surgir: no hay un único origen para la religión Griega.
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