viernes, 27 de julio de 2007

LAS ARREFORIAS

Las preparaciones para el sacrificio que el mito describe como la muerte del rey y padre, sugieren un drama de sexualidad e incesto en el cual las hijas del rey devienen las víctimas. Las Arreforias toman su nombre de dos pequeñas jóvenes, de edad entre siete y doce años, elegidas por el rey mismo de prominentes familias. Durante el año, vivían en una casa sobre la Acrópolis, jugando y comenzando a mover el peplos de Atenas. Podrían, probablemente, haber ayudado en los sacrificios, y cuidando los olivos. Pero cuando el festival tenía lugar, realizaban los siguientes ritos durante la noche. Portaban sobre sus cabezas lo que las sacerdotisas de la diosa Atenas le daban para llevar, y ni la que les daba esto, ni las que lo portaban sabían lo que les habían dado. No muy lejos, en la ciudad está el precinto sagrado de Afrodita en los Jardines, con una entrada natural que llevaba bajo tierra: ahí es donde las jóvenes vírgenes descendían. Depositaban ahí lo que llevaban y tomaban otra cosa para traerlo de vuelta completamente cubierto. A continuación, son despedidas, y otras vírgenes son traídas a la Acrópolis en su lugar. Pausanias, describiendo este ritual, afirma que es poco conocido y oscuro. Uno sólo puede suponer qué era lo que contenían los canastos cubiertos, que las jóvenes llevaban hacia abajo y qué era lo que traían de vuelta cubierto. Incluso si Arrhephoros significaba el que lleva el rocío, este indicio no nos lleva muy lejos. Sin embargo, la fecha al final del año aclara un punto: al enviar esas jóvenes, o vírgenes, a Afrodita y bajo la tierra durante la noche, algo que había durado a lo largo del curso del año, terminaba; el orden estaba roto.

Las excavaciones de la ladera norte de la Acrópolis han permitido seguir el sendero de las Arreforias por una escalera empinada que en los tiempos tardíos Micénicos llevaba a una fuente, pero en los tiempos históricos llevaba a lo largo de la pendiente a una pequeña capilla de Eros situada entre los peñascos de la ladera norte. El mito nos cuenta cómo las hijas de CécropeAglauro, Hersia, y Pandrosia- no pudieron resistir su curiosidad; una noche, a la luz de la lámpara de Atenas, abrieron el canasto que la diosa les había confiado. Dentro vieron al misterioso niño Erictonio y una serpiente lanzándose rápidamente hacia ellas. Horrorizadas, dan un salto hacia su muerte, abajo por la empinada cuesta situada al norte de la Acrópolis. Con la muerte de las hijas del rey, el mito refleja el fin de los ritos de las Arreforias en la Acrópolis así como su viaje bajo tierra. Además, la imagen de la serpiente y el niño Erictonio señalan al contenido del canasto. Erictonio nació de manera nunca oída: fue concebido por Hefesto, quien, cuando perseguía a Atenas, descargó su semilla en el muslo de la diosa virgen. Después Atenas limpió la semilla con un trozo de lana, la arrojó a tierra, dando como resultado el nacimiento del niño. La etimología del nombre Erictonio –lana y tierra; erion y jión- señalan hacia un culto. Hefesto, el poder del fuego, está presente en el templo de Atenas, en la forma de la lámpara que arde eternamente cuya mecha ardiente es mantenida por el aceite de Atenas. El fuego es renovado sólo una vez, más bien al final del año, cuando se produce el nuevo aceite. En otros sitios, la lana y el aceite estaban entre las ofrendas sacrificiales que eran llevadas solemnemente en las kernoi, vasos de tierra con muchas copas pequeñas llenas hasta el borde. Quizá había aceite y lana en los kistai, los remanentes de la purificación de la lámpara sagrada. Ahora, tanto el ritual como el mito añadían una dimensión terrorífica a lo que de otra manera sería inofensivo –una dimensión acerca de la cual ni las sacerdotisas de Atenas ni las vírgenes tenían conocimiento. La fuerza vital del fuego es experimentada una y otra vez como sexual y fálica, y la serpiente, este terrorífico animal que excita el miedo incluso en los primates, también representa la impregnación fálica. Fascinante y horrendo a la vez, este animal pertenecía a la diosa virgen Atenas, y se afirmaba y creía que la serpiente de la Acrópolis era en realidad Erecteo o Erictronio; también se decía que Atenas hizo morar a la serpiente con las hijas de Cécrope, o que una de las muchachas en la Acrópolis pasaba la noche con la serpiente. En el ámbito de la poderosa diosa virgen, la sexualidad tomaba dimensiones terroríficas. Pero cómo podía emerger el niño si el canasto permanecía tapado? La manera de vida –pubertad- de las jóvenes tenía que llegar a un fin, por eso la sacerdotisa misma las enviaba fuera, a Eros y Afrodita bajo la tierra.

El encuentro con la muerte, dando fin a la vida protegida de la virgen, puede ser interpretado como un rito de iniciación, la consagración ejemplar de una doncella en medio de la ciudad. El hecho de que las transiciones necesarias en la vida sean representadas en crisis mortales y que la virgen se enfrente a la muerte deriva de la función más general del sacrificio en la sociedad. El drama de la iniciación de la doncella realizado como el sacrificio simbólico de una doncella inaugura el gran festival de sacrificios que comprende el final y el comienzo del año en Atenas.

Los sacrificios de animales eran, sin duda, parte del ritual en el festival nocturno. Varro menciona el muy inusual sacrificio de un chivo en la Acrópolis: era costumbre que ningún miembro de la familia de las cabras fuese sacrificado a Atenas por causa del olivo, porque se decía que el cualquier árbol de olivo que mordiesen se convertía en estéril; porque su saliva es venenosa para el fruto. Por esta razón no son llevadas a la Acrópolis en Atenas excepto una vez al año para un sacrificio necesario. De nuevo el tabú y su infracción están conectados. Debido a que un chivo nunca es permitido en la Acrópolis, el sacrificio asume una inquietante gravedad; su necesidad es enfatizada. El árbol de olivo de Atenas está en el Pandroseion, el santuario detrás de las ventanas del Erecteum, el cual estaba, en la mitología, conectado con Pandrosio, la hija ce Cécrope. La llegada del enemigo del olivo, y su muerte en sacrificio, encaja bien en la crisis –reflejada en el mito de las hermanas de Pandrosio- que los sirvientes religiosos en la Acrópolis sufren en las Arreforias. Una piel de cabra, el aegis, es la armadura de la virgen guerrera Atenas. Está claro que la memoria de una piel de cabra real, colgada después del sacrificio en un árbol sagrado, o palo, o imagen de madera tallada, es conservada aquí, incluso si la genuina piel de cabra no era ya colgada en los tiempos históricos de la antigua imagen de madera de Atenas Polias. En la Plinterya, el festival del baño unos cuantos días antes de la Arreforía, los vestidos de esta estatua eran quitados y lavados. Atenas obtenía una nueva túnica. Habría sido apropiado darle un nuevo aegis también. En Corinto también, los/las jóvenes de prominentes familias servían un año en el templo de Hera Akraia hasta que el sacrificio del chivo negro terminaba con sus deberes. En el mito, ese evento aparece como la muerte de los hijos de Medea. Todo sugiere que –junto con el viaje bajo tierra- el extraordinario sacrificio de un chivo tenía lugar en Atenas una vez al año, al final de las tareas de las Arreforias. De acuerdo con el mito de Atenas, después de haber matado a La Gorgona, le quitó la piel y entro en batalla contra los gigantes llevando el aegis que había adquirido. El sacrificio del chivo es un mero preludio para los actos subsiguientes que son más grandes y más fatales. La primera guerra en la temprana de Atenas fue la batalla de Erecteo contra Eleusis. Aquí, también, la muerte de Erecteo estuvo precedida por el sacrificio de una doncella –el sacrificio de su propia hija con sus propias manos. Hay una abundancia de mitos semejantes que describen la muerte preliminar de una joven, y la conexión entre mito y ritual es flexible. Si, por ejemplo, la muerte de las hijas de Cécrope devino el mito equivalente a la Arreforia, Eurípides pudo cambiar las muertes de las hijas de Erecteo por el culto de Hyacintides, el cual estaba localizado en otro sitio. En cualquier caso, la función anticipatoria del sacrificio de la doncella garantizando la victoria es cierta.

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