EGIPTO, NACIMIENTO Y ELEVACIÓN DEL HIJO
Con la concepción del hijo, la primera secuencia de eventos en el ámbito divino llega a su fin; al mismo tiempo, este evento planta al asemilla de una nueva secuencia en la cual Horus jugará el papel principal. Los textos mortuorios se refieren principalmente a la primera secuencia, en la cual Osiris está al frente de la acción, porque Osiris es la figura con la que el fallecido es identificado; los textos se supone permiten al fallecido compartir el precedente mítico de su salvación de la muerte, convirtiéndolos en textos mágicos para curar al fallecido. Los textos que corresponden a la sección tercera son más bien textos mágicos curativos en el sentido estricto del término. El niño Horus era la figura con la que se identificaban los enfermos. Osiris está ausente del ciclo de episodios en la sección tercera. En una de esas encantaciones se dice que había salido “a dar un paseo”.
Había mucho de mágico en la medicina Egipcia, y tales curaciones mágicas eran la ocasión preferida para recitar el mito. Entre ellos, el mito de Osiris juega un papel dominante. El desamparo del niño Horus era el arquetipo para todos los pacientes, y el poder mágico y protector maternal de Isis era el arquetipo de la ayuda médica. En lugar de ver esto como meros extractos del mito de Osiris podemos verlo como ciclos de mitos completamente independientes, mitos acerca de la madre y el hijo con significado propio; no son ni prólogos ni epílogos al mito de Osiris. Esos mitos tienen sus propios caracteres –Isis y Horus el niño—y sobre todo su propio escenario, Khemmis. Khemmis era un lugar mítico en el delta, escondido e inaccesible, donde Isis cría a su niño Horus en completa reclusión. Los lugares míticos están en todas partes y en ninguna, como el tiempo mítico, el cual, de acuerdo con la famosa definición de Sallutius, “nunca ocurre, aunque siempre es”. Cualquier templo en el país podía representar este lugar mítico. Por ejemplo, el santuario de Hator de la reina Hatshepsut en Deir el-Bahari era entendido como una representación del mítico Khemmis, mostrando que la influencia de este icono alcanzaba más allá de los textos mágicos. En el santo de los santos de esta capilla de Hator hay una representación de una vaca emergiendo de la mata de papiro de Khemmis, con el niño real arrodillado y mamando de su ubre. El siguiente discurso es atribuido a la vaca:
--He venido a ti, (mi) amada hija Hatshepsut,
--para besar tu mano y lamer tus miembros,
--para impregnar tu majestad con vida y bienestar.
--como hice con Horus.
Aquí, el icono de madre e hijo ha sido completamente quitado del contexto del mito de Osiris. Como madre de Horus niño, Isis, quien en esta instancia ha sido fusionada con Hator, no es sólo la gran diosa sanadora, sino también la que otorga el reinado legítimo. Su leche no sólo cura la enfermedad, sino que hace al niño rey, “crea”, como lo pone la terminología Egipcia, “su belleza”. Isis es la “hacedora” de reyes por excelencia. Incluso en el “Oráculo del Alfarero” del periodo Ptolemaico, conservado en Griego que sirve para expresar oposición política, se dice del profetizado rey salvador que “vendrá del sol y será consagrado por la gran diosa Isis”. El rey pasa al papel del niño real en la constelación de la madre-diosa Isis en orden a incorporar la realeza de Horus en él mismo mediante su leche. En Egipto, el legitimado, rey salvador no era “el ungido”, sino el “amamantado”. Muchos relieves en los templos, particularmente del Reino Nuevo, lo representan en este papel, en los brazos y regazo de la diosa-madre.
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