miércoles, 14 de enero de 2009

JUDAÍSMO: LA SHEKHINA

JUDAÍSMO: LA SHEKHINA COMO MAGGID Y VISION

Los sabios Talmúdicos que afirmaban haber visto u oído la Shekhina en sus manifestaciones terrenas, que citaron pasajes del Talmud y la Midrash que hablan de individuos e Hijos de Israel que la habían visto, además de las visiones Bíblicas de Dios mismo como las de Isaías (6:1-5) y Ezequiel (1:26) hicieron posible que los místicos Judíos medievales y posteriores pudiesen afirmar que sus propias visiones no iban más allá de lo permisible dentro del marco de la doctrina legítima Judía. Inevitablemente, fueron los Cabalistas los que realizaron estas afirmaciones y registraron sus percepciones de las visiones y sonidos divinos.

La literatura temprana Kabalística, y en primer lugar el Zohar, contienen numerosos relatos de, o referencias respecto a, la inspiración celestial, en la que el Espíritu Santo, el Profeta Elías, el jefe de los ángeles Metatrón, u otros ángeles y fuerzas celestiales, aparecen y comunican misterios y otras importantes revelaciones al adepto favorecido. En el siglo XV, la fuente personificada de estas revelaciones asumió el carácter de maggid (literalmente, “el que relata”, o “el que pronuncia”), aquel que repetidamente o regularmente se dirige al individuo Kabalístico en un sueño, o le habla mientras está despierto. En el siglo XVI, los cinco Kabalistas más importantes del círculo de Safed –Jose Caro, Shlomo Alqabetz, Moses Cordovero, Isaac Luria y Hayyim Vital- tuvieron su maggidim y dejaron relatos de sus experiencias. Después de ellos, el fenómeno del maggid continuó hasta el siglo XVIII, mientras que otro tipo de visiones sobrenaturales tuvieron lugar en el siglo XIX.

La historia del maggidismo ha de ser, todavía, escrita, pero varios Kabalistas que vieron imágenes, escucharon voces del maggidim han sido investigados por los académicos. Parece ser que el primer maestro en cuyo círculo cristalizó la imagen del maggidim fue el Kabalista Espanol del siglo 15-16 Yosef Taitazak, quien se dedicó a practicas ascéticas muy severas, e informó haber recibido revelaciones en Hebreo de un maggid. Después de la expulsión Española (1942), Taitazak se estableció en Salónica, donde vino a ser el dirigente de un grupo de discípulos cuyos miembros subsecuentemente se desplazaron a Safed y fundaron la gran escuela de Safed de la Kabala.

El maestro Kabalístico en cuya vida el maggid jugó el papel más importante fue José Caro (1488-1575), el más viejo de los cinco mencionados arriba. Caro es el codificador más famoso e influencial de la ley Judía de todos los tiempos, cuyo Shulhan `Arukh es el último, y hasta hoy código autoritativo, de la halakhica del Judaísmo. Menos conocido en círculos no-Kabalísticos y no-Hasídicos es el hecho –en cierto sentido embarazoso- que Caro era también un líder de maestros Kabalísticos en la Safed del siglo XVI. Tenía un diario secreto Kabalístico que mantuvo durante medio siglo, del cual los únicos fragmentos que sobreviven fueron impresos bajo el título Maggid Mesharim, o sea, “Narrador de Verdades”.

La influencia del maggid en Caro fue sobrecojedora. No sólo le comunicó el maggid sermones interpretando los secretos de la Kabala y pasajes de la Biblia, sino que también le otorgó ayuda práctica, guiándolo en su deambular por Turkía, dirigiéndolo a emigrar a Erezt Israel (en ese tiempo provincia Turca), y, más importante desde el punto de vista del desarrollo de la Shulhan `Arukh, estimulándole a escribir su obra halakhica. El maggid también funcionó como mentor de Caro en cuestiones personales, le animó a vivir una vida estrictamente moral, y e incluso le prometió que realizaría su gran sueño –el martirio, aunque de hecho nunca lo alcanzó.

Caro y su maggid son de especial interés en este contexto porque Caro identificó al personaje divino que le acompañó a lo largo de su vida (vivió hasta los 87) con la Shekhina. Al dirigirse a Caro, el maggid se identificó a sí misma como la Madre, la Shekhina, la Matronit –todos términos Kabalísticos designando a la esposa mística divina de Dios. En un pasaje, dice: “Yo soy la madre que castiga a sus hijos, yo soy la que llaman Matronit, yo soy la Mishna, que habla en su boca, yo soy la que seca el mar, la que atraviesa a Rahab, yo soy la madre que castiga, yo soy el ángel que redime el misterio de Jacob”. Aunque en este pasaje el maggid es identificado con la manifestación divina de Dios (la Madre Matronit) así como con la Mishna, en revelaciones posteriores prefiere identificarse con la Mishna solamente.

En varios pasajes en el Maggid Mesharim testifica a una relación erótica entre Caro y su Maggid-Shekhina. Por ejemplo: “Yo siempre te abrazo y me agarro a ti”; “Yo me acerco a ti beso con amor, como está escrito”, “déjale que me bese con los besos de su boca” (Cantar de los Cantares 1:2). Toda esta connotación erótica no es ni mucho menos inusual en el contexto de la experiencia mística también fuera del Judaísmo. Como bien dijo Louis Dupré, “todas las religiones occidentales han producido místicos del amor. El Judaísmo, Cristianimso, y el Islam tienen cada uno su propia clase de eros espiritual”.

La identificación que hace José Caro del Maggid-Shekhina con un libro sagrado, la Mishna, tiene su antecedente histórico en al Sabiduría apócrifa de Ben Sirach (Capítulo 24) en el cual Hokhma (Sabiduría) es identificada con otro libro sagrado, “el libro de la Alianza del Dios del cielo” –la Torá que Moisés nos ordenó como herencia de la comunidad de Jacob” (Sirach 24:23).

El siguiente más antigua de los maestros Kabalísticos, Shlomo Alqabetz (ca. 1505-1548), se refiere in sus escritos a la Shekhina com “nuestra Madre” y a Dios como “nuestro Padre”. Alqabetz es importante debido a una pieza escrita conocida como “La Espístola de Shavu`ot”, en la cual describe en detalle la manifestación auditoria de un maggid a través de la boca de José Caro que él presenció y oyó en el curso de dos noches. Hablaba, dice, con “una voz fuerte” pero con la voz de una persona enferma que “nos suplica”. Similarmente ambigua o ambivalente es la reacción de aquellos que oyen la voz: sienten una gran alegría, pero también lloran amargamente debido al sufrimiento de la Shekhina y a sus propios pecados que le causan dolor. Una cosa está clara: la imagen que se le aparece al grupo es reconocida por ellos como la Shekhina, y, de hecho, no puede ser otra sino la Shekhina. Era la Shekhina, y no la Misnah, quien, da acuerdo a la doctrina Kabalística tradicional con la que los miembros del grupo eran llenados, había sido tirada por tierra, sufría, y podía, también, ser restaurada a su lugar en lo alto y reunirse así con su esposo, el Rey del cielo, mediante la realización de la “mitzvot”, y, en primer lugar, mediante la gran “mitzva” de estudiar la literatura sagrada con profunda concentración...

En cuanto al maggid de Caro, también los rabinos de Jerusalem que escribieron “haskamot” (aprobaciones) al “Maggid Mesharim” dejaron claro que no era sino la Shekina. Werblowsky señala que el término maggid aparece en los escritos de Caro y Alqabetz solo una o dos veces. La designación usual para la persona espiritual que se dirige a Caro es “qol” (voz), o “dibbur” (discurso).

En el tercer grupo, Cordovero (1522-1570) escribió un tratado acerca de los ángeles en el cual discute el maggid con cierto detalle. Se refiere a la posesión espiritual por parte de los ángeles diciendo que los ángeles pueden “vestir o introducir en un hombre”, y que este tipo de ángel que posee a un hombre es “lo que la gente llama maggid”. Cuando una persona es poseída por la Shekhina siente pesadez en la cabeza, no zumbido en los oídos.

Cordovero concluye “que todos los actos de un hombre han de ser en beneficio del Cielo en pensamiento, de manera que pueda enderezar sus pensamientos en esos actos en beneficio de la unificación de su Creador, y que debe pronunciar con su boca, “En beneficio de la unificación del Santo, bendito sea Él, y su Shekhina”, y entonces realizar la acción, de manera que la acción no sea echada a perder... y entonces la “Tzaddiq” (Dios) se posará en esta acción, y el mal será eliminado de esta.

A continuación, Cordovero toca un tema favorito de los Kabalistas, o sea, la unión entre hombre y mujer ha de ser realizada con sobrecogimiento y dedicación:
“Y este es el gran principio en la procreación, en la unión de hombre y esposa, porque no hay nada que atraiga más la presencia de la Mala Lilit que este acto. Porque es una gran realización engendrar hijos que sobrevivan, que construyan mundos, en lugar de engendrar, con precipitación y confusión, hijos de Lilit.... o engendrar hijos malos, hijos de Samael y Lilit, los devastadores del mundo....También uno tiene que tener cuidado con tener luchas y peleas en el hogar... para estos, Lilit hará acto de presencia instantáneamente. Y que sepa el esposo que él representa al Novio Celestial, y su esposa a la Novia Celestial....”

A continuación sigue Isaac Luria (1534-1572), uno de los más influyentes Kabalistas de Safed, a pesar del hecho que pasó solo los dos últimos años de su vida en Safed y que falleció joven a la edad de treinta y ocho años. Le llamaban “el León Sagrado”. Luria escribió muy poco, fueron sus discípulos quienes lo hicieron, en primer lugar Hayyim Vital, quien cuidadosamente registró sus enseñanzas, creando un corpus extenso de obras Lrianicas, los cuales, a su vez, tuvieron una influencia única en el desarrollo y expansión de la Kabala.

La doctrina de Luria acerca del maggidismo tal y como aparece en la presentación de Vital, tiene una coloración no “espiritista” distinta. El maggid no es el espíritu de un santo o maestro fallecido, ni la audible manifestación de la Divinidad, sino que viene a la existencia como resultado del intenso estudio, piedad, y oración del adepto. Con el tiempo, esta voz espiritual creada desciende hacia abajo “vistiéndose” a sí misma en la voz del místico...”, o, se une “con la voz de un Zadik (un justo) ya fallecido en el mundo de arriba”, y entonces, fusionándose, “las dos voces... descienden y hablan a través de la voz del adepto”.

En el maggidismo de Luria, como bien dice Vital, el maggid no es identificado con la Shekhina sino que tiene cierta conexión con el “Sefirot” de “Malkhut” (Reino), el cual es identificado con la Shekhina.

Hayyim Vital (1543-1620) fue el más joven de los cinco Kabalistas mencionados. Escribió un corpus acerca del mundo Judío centrado en las enseñanzas de Luria. Explica con mucho detalle la teoría y práctica del “yihudim”, lo que hizo en obediencia a su maestro Luria, quien, según él escribe en su “Sefer haHezyonot” (Libro de las Visiones), a menudo le reprochaba de no realizarlo a menudo.

Después de la aparición de Shabbatai Zevi (1626-1676), el falso Mesías, aquellos que continuaron creyendo en él a pesar de su apostasía en 1666, permanecieron fieles a la principal corriente Kabalista y también experimentaron visitaciones de “maggidim” muy similares a aquellas de los no Shabbatianos. Uno de los líderes mísiticos Shabbatianos era Ya`aqov b. Yitzhaq Serjun (o Tzurgeon) de Salónica, quien, en 1668, describió sus visiones “maggidicas”, o más bien alucinaciones. Estas estaban modeladas de acuerdo al Zohar en el cual los sabios Talmúdicos aparecen frecuentemente divulgando grandes misterios a la compañía de adeptos. Sin embargo, hay una diferencia fundamental : mientras que en las visiones Zoharicas los sabios que aparecen son las únicas apariciones y fuentes de instrucciones místicas, en las visiones de Serjun los sabios, sea Tannaim o Amoraim, aparecen en compañía de la “Santa Shekhina”. En cuanto a los contenidos de las revelaciones mismas, todas tratan con “el alma sagrada” de Shabbatai Zevi, el significado de su apostasía, y temas relaionados.

Algo más tarde, pero aún en el siglo 17, revelaciones de maggidim celestiales concernientes a Shabbatai Zevi y la legitimidad de su misión mesiánica fueron frecuentes entre los Kabalistas Italianos. Uno de ellos fue Mord´khai Ashkenazi (d. 1710)de Zholkva (Zolkiev), un rabino, predicador, y Kabalista que pasó algún tiempo en Italia y afirmaba haber recibido una nueva lectura del Zohar del maggidim celestial. Su libro, titulado Eshel Avraham (El Tamarisco de Abraham), contenía comentarios Zoharicos, fue publicado en la prensa en Fuerth en 1700-1701 por el patron de Ashkenazi y visionario seguidor de lso Shabbatianos, Abraham Rovigo.

Abraham Rovigo (ca. 1605-1713) era él mismo un recipiente de revelaciones maggidicas, y un seguidor generoso de Kabalistas que afirmaban estar favorecidos por el maggidim. Era un hombre acaudalado, un coleccionista de manuscritos y libros impresos, y tenía, el Sefer haKavvanot copiado para él por su maestro, el renombrado poeta y Kabalista Moisés Zacuto (ca. 1626-1697). Zacuto vivió desde 1645 en Venecia y era rabino en Mantua desde 1673 hasta su muerte. La relaciones entre maestro y discípulo se deterioraron después de la apostasía de Shabbatai Zevi, cuando Zacuto devino oponente del movimiento Shabbatiano, mientras que Rovigo permaneció como uno de los “ma´aminim” (creyentes). Pero, todavía, las cartas de Zacuto a Rovigo, datadas de 1671 a 1672, muestran que permanecieron siendo amigos, continuaron discutiendo temas Kabalísticos. Así, en Abril de 1672, Zacuto escribe a Rovigo: “Creo que ya te he informado acerca del misterio del nombre “luz”(espalda), el cual es el misterio de Hokhma y Bina (Sabiduría y Comprensión, dos de los Sefirots), el macho y la hembra....” y continuaron desarrollando estos temas esotéricos.

Contemporáneo de estos Kabalistas fue Abraham Miguel Cardozo (1626-1706), un anterior Marrano y hasta 1673 un físico en Trípoli, Africa, quien desde 1675 a 1680 ocupó una posición de líder en el grupo Shabbatiano de Esmirna. Los ejercicios Kabalísticos de este grupo incluían visiones maggidas, que confirmaron la creencia de Cardozo en Shabbatai Zevi, e incluso le llevaron a considerarse él mismo, o al menos llamarse él mismo, “Mesías ben Joseph”. Como todos los Kabalistas del periodo, Cardozo también se preocupaba del “yihudim”, y en uno de sus discursos da detalladas instrucciones a los miembros de su círculo acerca de como proceder para realizar “unificaciones”. Les dice de descender a una quebrada cerca de Esmirna con R. Eliyahu haKohen, quien, les asegura, estará acompañado por su maggid. Una vez allí, debían tomar cinco piedras, “cada una del tamaño de un puño o más grande”, recitar el versículo “y un río salía del Eden” etc. (Gen. 2:10-14), “porque las piedras de la Shekhina son Zafiros”, y entonces poner o lanzar esas “piedras de santidad” en el río y recitar un “yihud” dirigido a Dios: “Tú eres Aquel que une al Santo, bendito sea con Su Shekhina...”. Lo que es interesante en este tratado de Cardozo es que considera a Dios una entidad separada del Santo, bendito sea, y de la Shekhina: instruye a sus seguidores para que oren a Dios para que éste una a estos dos últimos.

Cardozo no solo realizaba el “yihudim”, sino que lo enseñaba a sus discípulos, y los instruía para que recitaran el “yihudim” en las tumbas de los “tzaddiqim” para recibir revelaciones. Nada podía mostrar de mejor manera la conexión entre “yihudim” y revelaciones maggídicas.

Las últimas manifestaciones del maggidismo tienen lugar en el siglo 18 con una tormentosa disputa entre el poeta y Kabalista Moses Hayyim Luzzatto (1707-1746) y sus oponentes, dirigidos por el anti-Shabbatiano y Kabalista Moses Hagiz (ca. 1672-1751). Luzzatto, cuyo Kabalismo tenía tintes Mesiánicos consideró la ceremonia de su casamiento como símbolo de la unificación de la Shekhina con su divino esposo, y afirmaba que el maggid le habló mientras estaba despierto, no en sueños. Esta era una afirmación que el más anciano y moderado Moses Hagiz no podía tolerar, y sintió que debía denunciarla.

Luzzatto, tenía 20 años cuando tuvo la primera revelación del maggid, y tanto su vida como sus escritos estuvieron ampliamente determinados por su maggid. En orden a comunicar con su maggid Luzzatto realizaba constantemente ejercicios de “yihudim” y meditaciones. . como los demás Kabalistas que afirmaban tener maggidim, Luzzatto no vio a su maggid, sólo escucho su voz hablada por la boca de Luzzatto. Sin embargo, en contraste con el maggid que habló mediante la boca de Jose Caro y podía ser oído por todos los presentes, las palabras que el maggid de Luzzatto ponía en su boca solo podían ser oídas por él mismo. Después de tres meses de todo esto, el profeta Elías se le apareció a Luzzatto, y le dio un mensaje escatológico. Después el jefe de los ángeles Metatron, Abraham, Moisés, y R. Hamnuna Saba también se dirigieron a él. Dos años más tarde de esas alucinaciones el maggidismo de Luzzatto entró en una nueva etapa: se le permitía ahora hacer preguntas al maggid. La mayor parte de su comunicación gira en torno a Shabbatai Zevi.
Sólo una vez en sus escritos menciona Luzzatto el nombre de su maggid: era, dice, “Sh´mu`i´el”, que significa algo así como “El que escucha a Dios”. Un alumno de Luzzatto, R, Jacob Forti (o Hazaq, 1698-1782), quien fue jefe rabino en Padua, dio una versión distinta del nombre del maggid: lo llamaba “Shim`i´el. Este nombre compuesto, al terminar en “El”, (o sea Dios), es un nombre típico angélico, el cual era corriente entre los Kabalistas. Otro ejemplo, el bisabuelo del Hida, R. Isaac ben Abraham Azulai (nacido en el siglo 17), afirmaba haber recibido revelaciones de un ángel llamado “Y´ho´el, que significa “Y”ho (término para Yahvé) es mi Dios.

EN VISIONES
Más o menos simultáneamente con la aparición del maggidismo tienen lugar las experiencias de los visionarios que “vieron” a la Shekhina. Así como el primero tenía sus raíces en las voces divinas o angélicas oídas por los profetas Bíblicos, y en el “Bat Qol” (Hija de la Voz), la voz divina oída por algunos sabios Talmúdicos, la segunda, también tenía antecedentes Talmúdicos, Midrashicos, e incluso Bíblicos.

El ejemplo más temprano de aparición visual de un ser celestial en forma de mujer se encuentra en el Pesiqta Rabbati de la Midrash. Está basado en la imagen profética-poética de Zion como madre del Pueblo de Israel, de la que se hacen frecuentes referencias en Isaías, en varios Apócrifos, y en la Midrash temprana.

El “Pesiqta Rabbati, un Midrash Palestino datado probablemente en el siglo 7, dice:

“Jeremías dice: Cuando subí a Jerusalem, miré hacia arriba y ví una mujer sentada en la cima de una montaña, vestida de negro, sus cabellos desordenados, llorando y esperando alguien que la confortara. También yo estaba llorando esperando alguien que me reconfortara. Me le acerqué y le dije: “Si eres una mujer, hablame, y si eres un espíritu, vete de mi vista! Me contestó y me dijo: “No me reconoces”? Soy la que tiene siete hijos. Su padre se fue al extranjero, y mientras yo le lloraba, he aquí otro (mensajero) vino y me dijo: “La casa se ha derrumbado sobre tus siete hijos y los ha matado” (Job 1:18-19). Ahora no sé por quien llorar y por quien me he de desordenar mi cabello”! Yo le contesté: “No estás mejor que mi Madre Zion, que ha sido convertida en un pastizal para las bestias del campo”. Me contestó: “Yo soy tu Madre Zion. Yo soy la madre de siete como está escrito, “Languideció la que dio a luz siete” (Jer. 15:9).

A continuación Jeremías “prueba” a la Madre Zion que así como Dios restauró al sufriente Job a su anterior bienestar, así restaurará y la reconstruirá a ella.

Lo que aquí tenemos es una descripción de una visión que supuestamente tuvo el Profeta Jeremías, en la cual la Madre Zion aparece en la forma de una mujer de luto que entra en diálogo con el profeta, e incluso cita un versículo de su libro. Su imagen es tan realista que el profeta la toma por una mujer de carne y hueso, aunque debe haber habido algo en su apariencia que le hizo sospechar que podía ser un espíritu. Jeremías tenía conocimiento de la existencia de una mujer celestial que simbolizaba a Zion, porque dice, “Tú no eres mejor que mi Madre Zion...” pero no reconoce a la mujer que ve ante él. De aquí la fuerza de la visión: “Soy tu Madre Zion”.

“Unos ocho siglos separan esta descripción de la visión de Jeremías de la Madre Zion de la descripción de la aparición de la Shekhina de luto al Kabalista Abraham ben Eliezer haLevi Berukhim (ca. 1515-1593). Rerukhim nación en Marruecos, emigró a Palestina probablemente antes del 1565, y se hizo discípulo de Isaac Luria. Era un ascético y un visionario, y un gran devoto de la santidad de la Shekhina acerca de la cual escribió un libro, “Tiqqune Shabbat” (Leyes del Sabbath, publicado en numerosas ediciones). El relato de la visión de Berukhim de la Shekhina está en una carta escrita desde Safed. Esta carta contiene indicaciones de la enorme influencia que Isaac Luria tenía sobre los Kabalistas de Safed.

(R. Abraham haLevi Berukhim) quien se levanta cada medianoche y camina por las calles (de Safed), y alza su voz llorando a gritos con una amarga voz: “Levántate por el honor del Nombre, bendito sea, porque la Shekhina está en exilio, y nuestra Santa Casa es devorada por el fuego, e Israel está en grandes problemas...” (Una vez Isaac Luria le dijo:) “Ve a Jerusalem, y una vez allí ve al Muro Occidental, y vierte ahí tus oraciones y lágrimas, y entonces, si encuentras el favor de tu Creador y mereces ver a la Shekhina, entonces puedes estar seguro que vivirás otros 22 años.”

Tan pronto como A. haLevi oyó eso, vendió todo lo que tenía, incluso su casa, para pagarse el viaje, y se marchó a Jerusalem, e inmediatamente se encerró tres días y tres noches, ayunando y vestido de saco y llorando, y no se movió de ahí. Después de los tres días fue al Muro Occidental y oro y lloró amargamente. Y cuando levantó sus ojos vio encima del Muro Occidental la forma (dugma) de una mujer.... y no voy a escribir aquí como estaba vestida, porque tengo miedo por el honor de nuestro Creador.....”

La afinidad de la visión de R. Berukhim con la atribuida a Jeremías en la Midrash “Pesiqta Rabbati” es obvia, a pesar de los nuevos elementos contenidos en el relato acerca del Kabalista de Safed. Las palabras que la mujer dirige a R. Berukhim son citas de Jeremías. Luria identifica la aparición, antes y después de que tuviese lugar la visión de R. Berukhim, con la Shekhina. R. Berukhim, no obstante, reconoce en esta solamente a la “Madre Zion” (como Jeremías), y esto a pesar del hecho que el mismo estaba preocupado diariamente con el sufrimiento de la Shekhina, y de que los tres días de ayuno y llanto que realizó en Jerusalem antes de ir al Muro Occidental podría haber sido hecho como una expresión de su tristeza por el exilio de la Shekhina.

La visión de R. Berukhim está dividida en dos partes: primero, despierto, ve a la “Madre Zion”, reacciona con vehemente desesperación, y desmayo. Mientras duerme (inconsciente), siente a la Madre Zion tocar su cara, limpiar sus lágrimas, y escucha sus palabras de confort citando la Biblia.

Hay que señalar que, comparada con las revelaciones del maggid, las apariciones visuales o visionarias de la Shekhina son mucho más raras. Quizás esto tenga que ver con el auditorio en lugar de con la orientación visual de la Kabala y el Hasidismo y sus seguidores. El misticismo Judío está basado primariamente en la palabra hablada, oída, y escrita; las experiencias visuales juegan un papel relativo menor. Lo mismo ocurre en el ámbito de combatir el “Otro Lado”, los poderes del mal, y sus peligrosas influencias: se emplean primariamente métodos verbales, oraciones, encantaciones, concentraciones, unificaciones, etc. para proteger a una persona o un lugar de los ataques o daños, o para eliminar la presencia de malos espíritus, “dibbuqim”, o demonios, y sólo son secundarios los objetos visibles, tales como los “qame`ot, amuletos o talismanes, aunque es la palabra escrita sobre estos la que los hace eficaces.

Apariciones ocasionales de la Shekhina fueron presentadas por Kabilistas y Hasidim, incluso después del siglo 18. Un maestro Hasídico que estuvo interesado en las visiones de la Shekhina, de la que él mismo tuvo visiones, fue el prolífico autor R. Isaac Judah Jehiel Safrin (o Sifrin, 1806-1874). En uno de sus libros, titulado N´tiv Mitzvotekha (El Camino de Tus Mandamientos), donde describe, entre otras visiones de la Shekhina, la vista en el siglo 16 por el maestro Kabalista R. Abraham haLevi Berukhim, la que ya hemos relatado según R. Shlomo Shlomel de Dresnitz. Menos inhibido que Shlomo, R. Safrin ofrece algunos detalles adicionales acerca de la mujer que vio R. Berukhim en lo alto del Muro Occidental. Tenía la “forma y semejanza de una mujer vestida de negro”, y R. Berukhim inmediatamente la reconoce como la Shekhina. No se dirige a ella como en el relato de R. Shlomo Shlomel, como “Madre Zion” sino que grita, “Ay de mí que he de verte así!” y se desmaya. En su sueño (desmayarse y dormirse parecen ser la misma cosa para R. Sfrin) R. Berukhim ve que “la Shekhina se le acerca en la forma y semejanza de una mujer adornada con bellos vestidos, radiante”, y la escucha dirigirse a él con las mismas palabras de confort citadas por R. Shlomo Shlomel. La principal diferencia entre los dos relatos es que en el primero es solo Isaac Luria quien identifica a la mujer y la Shekhina, mientras que en el segundo R. Berukhim mismo la reconoce.

A continuación, R. Safrin cita el “Sefer haHezyonot” (Libro de las Visiones) de Hayyim Vital, el cual informa de una visión de una mujer radiante de este jefe de discípulos de I. Luria. R. Safrin cita esas líneas del “Sefer haHezyonot: Vital vio “una mujer dignificada (isha hashuva), y ésta era bella como el sol, enfrente de mí, y me dijo: “Qué es esto, hijo mío Hayyim, por qué lloras? He oído tus lágrimas, y vengo a ayudarte”. Y extendió su mano, y grité: “Madre mía! Madre mía! Ayúdame a ver el Nombre (Dios), bendito sea, sentado en el trono, el Anciano de los Días, cuya barba es blanca como la nieve, y cuya majestad no tiene fin...” Aquí R. Safrin omite una parte principal de la historia, y continúa en el punto donde Dios mismo se dirige a Vital, diciéndole: “Hayyim, hijo mío...”.

Aunque la cita de Vital, tal y como es presentada por Safrin, no dice explícitamente que la mujer radiante era la Shekhina, el hecho que Safrin inserta esta cita entre otras que hablan de la aparición de la Shekhina indica que interpretaba la aparición como la Shekhina. También, ninguna otra mujer excepto la Shekhina podía ayudar a una persona a ver a Dios.

En lo que a R. Safrin se refiere, sus experiencias visionarias son una expresión de su intensa preocupación con la Shekhina y con el “yihudim” –lo que es aparente en muchos pasajes de sus libros. Dice, por ejemplo, que el efecto de un simple acto de “tzaddiq”, tal como fumarse una pipa, por ejemplo, se creía que daba lugar a la unificación de Dios y la Shekhina.

Concluyo esta rápida presentación de la Shekhina como maggid y visión con un informe del fenómeno maggid desarrollado por Elijah, el Gaon de Vilna (1720-1807). Aunque el Gaon de Vilna era un oponente militante de Israel Ba`al Shem Tov y del Hasidismo, era un estudiante devoto del Zohar, un Kabalista, y en su adolescencia incluso tuvo una visión de “una imagen” que le hizo desistir de crear un “golem”. El principal discípulo del Gaon, R. Hayyim de Volozhin (1749-1821), escribe acerca de él que “El Cielo quería revelarle misterios supremos... a través del “maggidim”, maestro de los misterios y príncipe (celestial) de la Torá (ej. Diferentes clases de ángeles), pero él no lo deseaba; se le ofreció, pero se negó a aceptarlo. Yo oí de su sana boca que muchas veces “maggidim” del Cielo se le aparecieron, pidiéndole revelarle los misterios de la Torá si ningún esfuerzo, pero él no les prestaba atención”. Una vez, no obstante, ocurrió que a pesar de la negativa del Gaon, el profeta Elías lo visitó y “le reveló grandes e impresionantes cosas”.

Con la expansión de la “Hskala”, la Ilustración Judía”, la atmósfera religiosa en la que vivían la mayoría de los judíos no llevaba más a las experiencias maggídicas o visiones de la Shekhina. Pero a pesar de esta disminución significada por este desarrollo, un rasgo, introducida originalmente por los Kabalistas, sobrevivió en amplios segmentos de la comunidad Judía, y hoy todavía forma una parte integral de sus servicios religiosos. El rasgo al que me refiero es el recital del “yihudim”*.

*Yihudim (unificación) tal y como se usa en la literatura Hasidim y Kabalística se refiere a cuatro diferentes tipos de rituales. Uno de estos es la simple declaración, prior a recitar una oración o realizar un “mitzva” (mandamiento), al efecto que la intención de la persona que esto hace es llevar a cabo la unificación de Dios y la Shekhina. El segundo es una recitación tipo encantamiento de las mismas o similares fórmulas con el propósito de exorcisar un “dibbuq” (espíritu) del cuerpo de una persona poseída por éste. El tercero consiste en ejercicios mentales extremadamente complejos en los que los nombres divinos son combinados en uno de muchas maneras diferentes con el propósito de realizar dos cosas: unifica a Dios y la Shekhina, y unificar el alma del adepto que realiza el rito con el alma de Dios. El cuarto tipo de “yihudim” sirve para propósitos expiatorios; el perdón de los pecados, y la purificación de la persona que el pecado ha hecho impura.

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