jueves, 29 de enero de 2009

ISRAEL, IGUALDAD Y LIBERTAD EN EL ANTIGUO ORIENTE MEDIO

ISRAEL, IGUALDAD Y LIBERTAD EN EL ANTIGUO ORIENTE MEDIO

La discusión sobre el ethos igualitario de Israel fue estimulada por la evidencia de la existencia de ethos semejantes en otras sociedades del Cercano Oriente. La mejor conocida de estas discusiones es el escrito de Jacobsen sobre la “democracia primitiva en la antigua Mesopotamia”. Jacobsen escribe:

“nuestro material parece conservar indicaciones de que la Mesopotamia prehistórica estaba organizada políticamente en línea con la democracia, no como lo estaba la Mesopotamia histórica, de manera autocrática. Las indicaciones que tenemos, señalan a una manera de gobierno según el cual la manera normal de regir los asuntos públicos era realizada por un concilio de ancianos pero la soberanía última residía en una asamblea general que comprendía a todos los miembros –o quizás mejor, a todos los hombres libres adultos –de la comunidad”.

Aunque semejante discusión ha sido descartada por infundada, parece ser apoyada por estudios adicionales. Diakanoff, refiriéndose a la sociedad en Sumer, señala que “las comunidades del pueblo y la aldea tenían sus propios órganos de auto-gobierno- Asambleas populares y Concilios de Ancianos”. Continúa dividiendo la población del estado Sumerio en tres segmentos: (1) la nobleza de las comunidades; (2) los miembros comunes de las comunidades; y (3) clientes de varios tipos. De acuerdo con él la nobleza estaba probablemente representada en el Concilio de los Ancianos, mientras los miembros comunes, más o menos la mitad de la población, estaba representada por la Asamblea. El Concilio de los Ancianos y la Asamblea continuaron jugando un pepel incluso en tiempos de Hammurabi, “pero ya no eran sino órganos de la administración local”. Sumariza:

“parece que en principio la fuente de autoridad del gobernante era su elección por los órganos de la comunidad, aunque en práctica su autoridad era hereditaria. Es posible que los mismos órganos tuviesen el derecho de deponer al gobernante. En la épica del Enuma Elish (fechado en la época post-Hammurabi) que era recitado en el templo in conexión con el ritual de investidura del rey con el poder real, la autoridad del rey de los dioses, Marduk, es descrita como emanando de su elección por el Concilio, las funciones del rey siendo definidas claramente en términos de las prácticas estatales del segundo milenio a.C.(liderazgo del ehército, cuestiones estratégicas, presidir el Concilio, consulta con los órganos de la comunidad)”.

Humphrey (1985), que trata con el mundo Griego, también se refiere explícitamente al hecho que algunas de las instituciones importantes se originaron en el antiguo Medio Oriente. Lamberg-Karlovsky también se refiere a un “contrato social” entre gobernantes y gobernados, y, ve las democracias modernas como el resultado en un largo proceso cuyas raíces están han de ser buscadas en el antiguo Oriente Medio, con el antiguo Israel jugando un papel especial en el proceso. Rechaza el punto de vista de que los reyes Mesopotamios eran “déspotas orientales”, y enfatiza que “el poder real era supervisado... por una asamblea de ancianos así como por el sacerdocio”. Sigue demostrando que muchas de las ideas bíblicas derivan del antiguo Cercano Oriente. De acuerdo con él los arqueólogos se han concentrado “demasiado frecuentemente en las fuerzas económicas” debido a su “bias materialista”. No obstante, Habermas afirma que “las obligaciones morales” en lugar de las fuerzas económicas son las que han dado lugar o permitido re-ordenaciones sucesivas de las relaciones económicas asociadas con la evolución de las civilizaciones”. Pero no todas las sociedades antiguas mantenían estas ideas. Lamberg-Karlovsky afirma que “tan cierto como que esos conceptos son “centrales” para la Civilización Occidental, así mismo son extraños a la ideología política del Antiguo Egipto, China, y la India. Ver también Postgate 1992; E. Stone 1997).

NOTA SOBRE LA CONDUCTA IGUALITARIA Y GOBIERNO CORPORATIVISTA EN LA ANTROPOLOGÍA RECIENTE
No solo hay datos suficientes en el antiguo Medio Oriente que apoyan la idea de que una noción de un ethos igualitario es realista, unos cuantos antropólogos han presentado recientemente evidencia para una dimensión más amplia de lo que puede ser llamado “conducta igualitaria”. Boehm, por ejemplo, usó un amplio ejemplo de estudios de casos etnográficos para desarrollar la idea que muchas sociedades simples siguieron lo que él llamó una “jerarquía de dominio invertido”. De acuerdo con esta formulación básica, esta conducta era típica de las sociedades a escala pequeña, y era “invertida” respecto a una jerarquía ortodoxa en cierto punto prior a la emergencia del estado. Pero está claro que hay muchas sociedades complejas, incluyendo los estados modernos, que tienen una “ideología igualitaria”.

Blanton, desarrolló un modelo de “gobierno corporativo”. De acuerdo con Blanton, hay cinco elementos que promueven la economía política corporativista: la asamblea de gobierno, la regulación corporativista de las fuentes de poder, la comunicación reflexiva, la santificación ritual del código cognitivo corporativista, y la semi-autonomía de subsistemas de orden inferior. Blanton identifica este tipo de “gobierno corporativista” en varios estado y afirma que es un tipo importante de formulación política, aunque no afirma que todos los estados fueron construidos mediante este sistema (no existió, por ejemplo, en el Antiguo Egipto, China, o la India).Pero parece que sí existió al menos en partes del antiguo Medio Oriente en general, y en el antiguo Israel en particular.

ENTRE EL ETHOS IGUALITARIO Y LA PRÁCTICA IGUALITARIA
Un ethos puede referirse a lo que pude constituir una disposición o carácter en un individuo... El ethos incluye la dirección en la cual una cultura está orientada, las cosas a las que apunta, valora y persigue....” Como tal, el ethos es similar a los sistemas de valores, y “trata con cualidades que impregnan toda la cultura”. Siguiendo a Kroeber, Boehm cree que un ethos “está directamente reflejado en afirmaciones idealizadas acerca de como la gente debe o no debe comportarse o ser”.

Pero antes de seguir con este tema hay que tener en cuenta la diferenciación entre ethos y práctica, o entre ideología social y realidad social. Mientras que la antropología enseña que “la igualdad es una imposibilidad social” y que “no hay nada semejante a una sociedad compuesta de miembros exactamente iguales”, está claro que algunas sociedades son más igualitarias que otras, incluso actualmente. Lemche señala que en lugar de sociedades igualitarias uno debe pensar en sociedades dominadas por una ideología igualitaria. Por lo tanto, mientras que algunas sociedades complejas pueden ser más igualitarias que otras, creer de ellas mismas que son relativamente igualitarias, o al menos tener un ethos igualitario, ninguna puede verdaderamente ser igualitaria. Dentan señala que “tanto China como los Estados Unidos tienen ideologías igualitarias, Taoista-Maoista e Ilustración respectivamente”. Pero ambas sociedades son claramente muy jerárquicas en realidad, independientemente de su ethos igualitario.

Esta discrepancia puede ser observada en el campo material. En algunas sociedades muy jerárquicas, por ejemplo, los entierros simples reflejan un ideal social de igualitarismo que no es efectivamente puesto en práctica en la vida diaria. Otros, también han aportado datos arqueológicos “contrastados” en la misma dirección.

Esta idea tuvo sus objetores. En un importante trabajo sobre la formación de los primeros estados, Flannery, siguiendo un estudio de los varios “agentes” en la formación de un estado, creó una lista de instrucciones para la creación de los primeros estados, la décima estrategia consistía en “solidificar su posición compartiendo el poder, incluso si esto era meramente un gesto, y añade:

Dado que el compartir el poder está presente en diferentes grados en todos los estados, se confunde a menudo con el gobierno igualitario, corporativo, o democrático. Hace más de medio siglo, Jacobsen (1943) tomó la existencia de un concilio de ancianos y de una asamblea popular como signo de que los Sumerios tenían una “democracia primitiva”. Hoy sabemos más. En otras palabras, según Diakonoff (1974), la sociedad Sumeria era una “oligarquía aristocrática” en la cual el rey y otros oligarcas luchaban por la supremacía. El concilio Sumerio, como el concilio de ancianos que elegía al “tlatoani” Azteca, estaba compuesto por aristócratas. La Asamblea Sumeria le daba a la gente común cierta posibilidad para quejarse, pero no tenían nada más que decir en las decisiones cruciales sino escuchar.

Aunque la crítica de Flannery es importante, no rechaza completamente los conceptos arriba mencionados. Primero, lo que fue identificado arriba es solamente un ethos igualitario o democrático –no un realidad igualitaria. Las observaciones de Flannery rechazan la idea de que el igualitarismo o la democracia eran prevalecientes en las sociedades arcaicas; aunque no niega la existencia del ethos. Aunque, como demuestra Flannery, los Sumerios no eran democráticos como sugirió Jacobsen, sí es posible que mantuviesen un ethos democrático. El hecho de que muchos estudiosos usaran el ethos como indicador de lo que estaba ocurriendo en la sociedad sea problemático, descartar la evidencia que tenemos de un ethos igualitario sólo porque fue erróneamente usado como prueba de practicas igualitarias también está equivocado. Como el mismo Flannery observa, los agentes que fundaron estados necesitaban apoyo, y lo recibían parcialmente mediante una “pretensión de compartir el poder”. Esta pretensión refleja directamente el ethos discutido, mientras que la practica consiguiente, o la manera en la que el ethos tomó forma, varía de una cultura a otra. En el periodo crítico de la formación del estado discutido por Flannery es más posible que esta conducta de compartir el poder estuviese más expandida, en la medida que los gobernantes necesitarían más legitimidad bajo tales circunstancias. El que esta conducta deviniera más tarde un ethos depende de los valores de la sociedad anteriores a la formación del estado, así como los procesos que lo acompañaban. El hecho que algunos estados no tuviesen un ethos semejante parece apoyar la relevancia de los datos respecto de aquellos que lo tenían.

En suma, parece haber varios tipos de sociedades respecto al tema que aquí tratamos. Están aquellas que no exhiben ningún tipo de pretensión democrática, tales como la Egipcia. El rey tiene estatus divino, y el gobernante no necesita ni siquiera mantener una fachada de consenso popular. Están aquellas donde el consenso es necesario, sin embargo, y aquellas que abrazan un ethos igualitario, incluso aunque el gobierno sea autocrático. Y también otras pueden incluso ser relativamente democráticas o igualitarias en la práctica, aunque está claro que la verdadera conducta igualitaria es mucho más rara de lo que pueda sugerir cualquier retórica social (ninguna sociedad es igualitaria en sentido estricto). Todas estas diferencias se dan a lo largo de un continuum y no pueden ser separadas en categorías. A luz de todo esto, el antiguo Israel era una sociedad con un ethos claramente igualitario.

El desarrollo e importancia del ethos en el antiguo Israel
Cómo evolucionó este ethos en el antiguo Israel? Parece que parte del ethos igualitario Israelita derivó de raíces populares en el Antiguo Medio Oriente. Pero hay más que esto. Como veremos, el antiguo Israel evolucionó desde una sociedad “tribal” o “totémica” de la Edad de Hierro I. Este tipo de sociedad es mucho más igualitaria, tanto en practica como en valores respecto a la mayoría de las otras sociedades antiguas del Medio Oriente donde un ethos igualitario era observado.

Las tierras altas en la Edad de Hierro I pueden ser definidas como una “sociedad fronteriza” (Lenski 1980; Stager 1985; Dever 1995; contra Gottwald 1983), y este tipo de sociedades son propensas a desarrollar un ethos igualitario. Lenski señaló que todas exhiben antagonismos hacia las instituciones y los centros tradicionales que las apoyaban, y que ideologías populistas y democráticas se desarrollaron y a menudo adquirieron un estatus casi religioso. La naturaleza y atributos de una sociedad fronteriza parecen reforzar la herencia de las sociedades tradicionales del M.Oriente y su estructura relativamente simple, y exaltar el ethos igualitarista de la sociedad de las tierras altas.

Lenski enfatiza que las sociedades fronterizas son temporales, y su igualitarismo cambia. Quizás tenga razón, pero cualquiera que sea la extensión del cambio en la sociedad, un ethos puede ser mucho más duradero. El caso de América, por ejemplo, es una buena ilustración de una sociedad donde el ethos permaneció a pesar del hecho que dejó de ser practicado hace tiempo.

Cuando las sociedades totémicas/tribales de las tierras altas se convirtieron en Israel, el ethos igualitario vino a ser mucho más importante, a medida que estuvo en contraste con el estratificado “otro”, fuesen estos los Filisteos o los del sistema de los estados ciudad Cananeos y Egipcios. Además, puesto que está claro que los Filisteos jugaron un papel significativo en la formación de la identidad de Israel, las negociaciones con ellos habrían elevado este ethos a una posición incluso más elevada si lo contrastamos con una sociedad extranjera (Egea) que no compartía la herencia igualitaria del O.M.

Incluso si toda la evidencia textual no es más que propaganda, su misma existencia demuestra que había una audiencia para esta. Su propósito como mera justificación o un esfuerzo para disfrazar la realidad todavía indicaría que semejante disfraz era necesario –que la gente “lo pedía”. Esto indica por sí mismo que un ethos igualitario de esta clase existió en el antiguo Israel. En Egipto, esta propaganda era innecesaria, nadie se habría preocupado de promoverla. El rey era divino, y ningún concilio o asamblea humana podía desafiarlo (Humphrey 1978; Lamberg-Karlovsky 1985; Blanton 1998).

La sociedad Israelita estaba ligada a un ethos democrático/igualitario al formar parte del antiguo O.M., pero en contraste con la mayoría de las demás sociedades del O.M., en Israel este ethos jugó un papel crucial en la auto-identificación del grupo. Parte de esta diferencia puede ser explicada por el hecho que el proceso de formación del estado Israelita fue secundario, y tuvo lugar de manera más rápida que la “formación pristina del estado”; el estado y la estratificación social que le acompaña también emergieron mucho más rápidamente. Esto está en contraste con Mesopotamia, donde esos procesos ocurrieron muy lentamente, de manera que la estructura social anterior había sido completamente alterada en el tiempo en que el florecimiento completo del estado finalmente tuvo lugar. Además, en el antiguo Israel la formación de la etnicidad ocurrió en paralelo con, y probablemente incluso antes, de la formación del estado. Los elementos que fueron elegidos como marcadores en el proceso de formación étnica estuvieron presentes durante la formación del estado.

Hay que recordar que en nuestro caso el proceso resultó del conflicto con otro grupo (Filisteos/Cananeos/Egipcios) de manera que internamente ha de ser considerado como consensual. Esta es otra de las razones por las que el ethos es tan importante.

Está claro a la luz de lo dicho arriba que la sociedad Israelita tenía un ethos fuertemente igualitario/democrático, resultado de su localización entre sociedades similarmente dispuestas en el O.M., las circunstancias específicas a lo largo de las cuales evolucionó, y del hecho que emergió mediante la interacción (y hostilidad) con otros grupos vistos como jerárquicos por los Israelitas. El ethos igualitario vino a ser para los Israelitas una parte importante de su identidad distinta de cara a otros grupos (A.P.Cohen 1985). Es incluso posible que en Israel, más que en otra sociedad similar, el ethos tuviese cierto impacto en la realidad social (que aún seguía siendo jerárquica). También está claro que este ethos tuvo un impacto en muchas facetas de la cultura material, tanto durante la Edad de Hierro I, cuando la discrepancia entre el ethos y la realidad social eran pequeñas, y en la Edad de Hierro II, cuando la disparidad era grande.

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