lunes, 14 de mayo de 2007

CAIN Y ABEL

CAIN Y ABEL

“Como Yahvé, yo he creado un hombre” es la orgullosa afirmación de Eva cuando Caín nace de ella. La historia de Caín, tal como la cuenta J, es otro de los enigmas elocuentes de este gran autor, cuya grandeza nos resulta ahora difícil de separar de su interpretación en el judaísmo tardío o el cristianismo. En esta exégesis, Caín encarna el mal desde el principio; algunos hasta han afirmado que su padre era Samuel, interpretando mal la jactancia de Eva: “He creado un hombre mediante el ángel de Yahvé”. Siendo J tan sutil, se puede interpretar la afirmación de Eva como un error irónico y narcisista por su parte, pues compara la creación de Caín con su propia creación por parte de Yahvé, más que con el modelado divino de Adán con la arcilla. Caín es la primera creación humana después de la expulsión, y su característica fundamental no es el mal sino un resentimiento implícito contra Yahvé. A fin de cuentas, es él, y no Abel, el pastor, quien recoge la maldición de Adán y cultiva el suelo. Su ofrenda, fruto de la tierra, no supone la muerte de ninguna criatura, y no obstante es rechazada, aunque él sea el primogénito. J no da ninguna razón de la preferencia de Yahvé por Abel, y es igualmente lacónica sobre la provocación del gratuito y repentino asesinato de Abel por Caín.

Aludiendo amargamente al asesinato de su hermano, Caín expresa su infame rechazo, respecto de ser el guarda de su hermano. La ironía se suma a la ironía; Caín debe convertirse en un nómada porque la tierra clama contra quien la había trabajado. Como sus padres fueron expulsados del Edén, ahora Caín es expulsado del suelo, para establecerse en la tierra barrida por el viento, donde funda una ciudad, que será, necesariamente, la primera de todas las ciudades, J, a quien sólo se puede ver como un habitante de la antigua ciudad de David, y del esplendor urbano de Salomón, quizá reflexione oscuramente sobre aquello en que se ha convertido tal ciudad bajo Roboam. Lo cierto es que lo urbano, para J, se funda en el asesinato del hermano, asesinato provocado por la arbitrariedad de Yahvé. El drama poético de Byron, Caín, un misterio, está más cercano que la ortodoxia al espíritu de J, pues el Caín de J es un rebelde trágico, y no un villano.

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