La marcha de YHWH del Sinaí a Palestina constituye el inicio de un nuevo y dramático capítulo de la biografía divina, donde se narra una fascinante prueba de resistencia entre YHWH y las divinidades cananeas, de la queel Dios de Israel surgió con tres nuevos nombres en su haber; el Dios vivo, el Rey y YHWH Sebaot.
El Dios vivo sólo se menciona quince veces en al A.T., pero también existe la variante el Señor vive, empleada como fórmula de juramento; en total, son ochenta y cinco los pasajes que hablan del Dios vivo. Los estudios modernos sobre la teología y la religión de Israel en el Antiguo Testamento se han ocupado poco de estas circunstancias. Hay una notable diferencia entre YHWH y las divinidades cananeas; esta distinción se hace notable cuando los pasajes bíblicos se analizan teniendo en cuenta el mito cananeo del dios de la fertilidad, una creencia muy difundida en Siria y Palestina.
EL DIOS QUE MUERE Y RESUCITA
El clima del Mediterráneo oriental se caracteriza por sus inviernos lluviosos y por la sequía estival. El invierno húmedo, que comienza con las primeras lluvias de octubre y concluye con las precipitaciones de abril y mayo, es, por tanto la época del crecimiento vegetal. Cuando llega el calor estival la vegetación se marchita (Is. 40:60). El mito cananeo de la muerte y resurrección del dios refleja este ciclo natural.
En su forma clásica, el mito de Baal y Mot es parte del gran ciclo de Baal del que se ha hablado antes. Mot es el dios de la muerte y simboliza la sequía veraniega que todo lo marchita, cuando Baal, el dios de las tormentas y de la lluvia, se convierte en le prisionero del reino de la muerte, se lleva consigo las nubes, el viento y la lluvia. Es entonces cuando El, el presidente del Consejo divino, recibe la noticia de su defunción.
El poderoso Baal ha muerto,
Pereció el príncipe y señor de la tierra.
La diosa Anath se lanza entonces a la búsqueda de su marido y cuando encuentra a Mot, para forzarlo a que le entregue a Baal, lo trata de un modo que merece atención:
Ella cogió al dios Mot,
Y con una espada lo partió,
Con un cedazo lo aventó,
Con fuego lo quemó,
Lo molió en el molino,
Y por los campos lo sembró,
Su carne se la comieron los pájaros,
Sus miembros fueron alimento de los gorriones.
Lo descrito hasta ahora refleja el paso del invierno de lluvias a la sequía veraniega. Baal desaparece con sus nubes y su lluvia: la naturaleza muere. El modo en que Anath trata a Mot está posiblemente relacionado con la cosecha del grano, que normalmente sucedía en verano.
Entonces cambia la escena y el dios El sueña con nubes cargadas de aceite que son una premonición de las primeras lluvias y del regreso de Baal. El se siente tranquilo.
Porque el poderoso Baal está vivo,
Porque hay un príncipe y señor en la tierra.
El regreso de Baal se narra en una sección que describe el combate contra Mot, y las líneas perdidas parecen contener parte de un discurso de Mot al resto de los dioses en que pide que vuelvan a instalar a Baal en su trono real.
Se trata, por tanto, de un mito que sigue de cerca el ritmo estacional del año, y Baal es el dios que muere y resucita. en el Próximo Oriente antiguo existía gran variedad de mitos con este tema. Por ejemplo, un poema del siglo II de nuestra Era, De dea Syria (sobre la diosa de Siria), narra la celebración de la muerte y resurrección de Adonis en Biblos; el nombre Adonis puede tener sus orígenes en uno de los epítetos de Baal. Durante el primer día del festival, los participantes acudían al funeral de Adonis, mientras que en la siguiente jornada se celebraba su resurrección. El dios de la vegetación agostada era el amante de la diosa y sus adoradoras eran especialmente mujeres.
Ciertos pasajes de la Biblia muestran que Israel no era ajeno a la noción del dios de la fertilidad que muere y resucita, cuya muerte era llorada por las mujeres y que era recordó mediante jardines en miniatura sobre platos de arcilla que simbolizaban el destino del dios (Is. 1:29; 17:10; Ez. 8:14; Zac. 12:11; Dn. 11:37; Os. 6:1-3)
EL DIOS MUERTO: BAAL, ADONIS, MELQART
El relato bíblico del enfrentamiento entre Elías y los profetas de Baal en el monte Carmelo, Elías se muestra sarcástico hacia sus oponentes y urge a los profetas de Baal a gritar fuerte para despertar a Baal: A lo mejor está dormindo y se despierta! (1 re.18:27). Los textos del siglo XIV A.C. sobre Baal, procedentes de Ugarit, proporcionan el correcto transfondo para entender esta escena, mientras que otros datos demuestran que la creencia en un dios de la vegetación que perece y vuelve a existir estuvo viva durante mucho tiempo; y aunque el nombre de la divinidad puede variar –Adonis, Melqart-, se trata de advocaciones locales de Baal.
El autor de De dea Syria describe el rito que tenía lugar en Biblos, a unos 25 kms. Al norte de lo que hoy es Beirut:
Es más, tuve la oportunidad de ver en Biblos el gran templo de Afrodita Biblia, en el que se da culto también a Adonis. Me contaron también cómo eran las celebraciones: según dicen, el encuentro de Adonis con el jabalí tuvo lugar en aquella parte del mundo y por ello, conmemoran cada año el funeral y el llanto por el dios, mientras que en el resto del país también se llora al dios.
Cuando termina el funeral y las lamentaciones, sacrifican a Adonis como si estuviera muerto, pero al día siguiente, declaran que está vivo y celebran una procesión fuera del templo. Como hacen los egipcios cuando muere Apis, se afeitan la cabeza y a las mujeres que se niegan a afeitarse se las somete al siguiente castigo: durante un día se exponen a la venta desnudas; sólo los extranjeros son admitidos a la subasta, y el pago se convierte en sacrificio a Afrodita.
Una inscripción fenicia encontrada en Pyrgi, hoy Santa Severa, a unos 40 kms. Al noroeste de Roma, datada probablemente en el 500-300 A.C., habla del entierro del dios (Gibson 1982: 151-159).
En las inscripciones fenicias del Mediterráneo se menciona un cargo ¿sacerdotal? Llamado el resucitador del Dios (mqm ´lm) (de Vaux 1967: 493-494; Gibson 1982: 144-147); KAI III p.15).
El historiador judío Flavio Josefo se refiere al despertar de Hércules-Melqart, y una inscripción griega de Ammán parece referirse a un despertador de Hércules (de Vaux 1967: 399-494).
Geo Widengren, un historiador sueco de la religión, defiende que YHWH era también un dios que moría y resucitaba, y basa su afirmación en dos observaciones: primero, la fórmula del mito de Baal “el poderoso Baal vive” le parece similar a la exclamación bíblica “el Señor vive!” (Sal. 18:46); y luego, que los pasajes que hablan del “sueño” de Dios (por ejemplo, Sal 78:65-66), se explican por esta peculiar concepción de la divinidad.
EL DIOS VIVO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
El mito cananeo sobre el dios de la vegetación está basado en la antítesis entre vida y muerte, mientras que los textos bíblicos que se refieren al Dios vivo de Israel ofrecen un panorama diferente: insisten en las múltiples formas en que el Señor está vivo y no hablan en ningún momento de que haya muerto. La única vez en todo el AT en que se menciona el verbo morir en relación con dios sucede en una exclamación negativa del libro de Habacuc:
No eres tú, Señor, desde antiguo
Mi Dios santo que no muere? (Hab. 1:12)
El Dios de Israel no estaba circunscrito al ritmo de las estaciones y de la vegetación: era el Dios vivo que nunca muere. En este sentido, merece particular atención lo que cuenta el libro de Oseas, porque ciertas indicaciones permiten suponer que una parte del pueblo empezó a creer en el mito del dios de la vegetación y Oseas se enfrentó seriamente contra la herejía. A comienzos del libro (2:1) aparece la mención al Dios vivo en un contexto que abarca todo el capítulo segundo 2:1-25).
En el capítulo 2, Oseas cuenta cómo los israelitas empezaron a creer que los frutos del campo eran debidos a Baal (2:7), olvidando que era YHWH quien les proporcionaba el trigo, el vino y el aceite (2:10). En consecuencia, el Señor iba a retirar esos dones y a reducir la tierra en un desierto (2:14). Esto conduce a una importante conclusión: el Dios de Israel se diferencia del Baal cananeo en que no era el símbolo divino del cambio estacional de la vegetación; el Dios de Israel estaba por encima de todo cambio y controlaba el proceso desde sus mismos orígenes. Por tanto, si era ésa su voluntad, podía emplear las fuerzas de la sequía y la destrucción. En la figura de YHWH se combinaban los atributos que los Cananeos asignaban a Baal y Mot.
Todo esto significa que lo que dice Oseas acerca del Dios vivo constituye un rechazo al culto de Baal. Una fórmula particular tiene especial transcendencia: Aquel día –oráculo del Señor- me llamarás Esposo mío, ya no me llamarás mi Baal (2:18). Esta afirmación parece presuponer que en la religiosidad común de las gentes del reino más septentrional de Israel se había empezado a adorar a YHWH bajo la forma de Baal, identificando a uno con otro. Oseas ataca este sincretismo, y es precisamente entonces cuando habla de YHWH como el Dios vivo.
Posiblemente no sea una completa exageración considerar que la característica fundamental de la religiosidad cananea era el mito de la vegetación, el mito del dios de la fertilidad que muere y resucita al compás de la naturaleza. Pero cuando se examina la fórmula veterotestamentaria del Dios vivo en esas circunstancias, la atención se dirige a una importante particularidad de la fe de Israel: La historia se encuentra dentro del campo de acción del Dios vivo, y bastantes pasajes de la Biblia demuestran que es precisamente en esta condición en la que Dios interviene en la historia de Salvación. Algunos de estos pasajes:
Así conoceréis que un Dios vivo está en medio de vosotros, y que va a expulsar ante vosotros a cananeos, hititas, heveos amorreos y jebuseos. Mirad, el arca del señor de la tierra va a pasar el Jordán delante de vosotros (Jos. 3:10-11).
El Dios vivo prepara el último acto del drama de la marcha del pueblo elegido, y el paso del mar durante la hida de Egipto (Ex. 14) vuelve a recordarse cuando las aguas del Jordán se pararon formando un embalse (Sal. 114). Se resalta la autoridad divina, que aquí, además de ser el Dios vivo, es el Señor de toda la tierra, y quizá la fórmula hebrea --´adon kol ha´ares—fuese empleada como una deliberada alternativa de Baal, que era señor de la tierra (b´l ars).
Hay otros pasajes que describen las consecuencias de insultar al Dios vivo. Uno de ellos es el relato de la batalla de David contra Goliat (1 Sam. 17), cuando el gigante desafiante, insulta a las huestes del Dios vivo. Por lo poco que se sabe, parece ser que los filisteos daban culto al dios de la fertilidad, y si esto es así, es interesante notar lo que David dice en el versículo 46:
Y echaré tu cadáver y los del campamento filisteo a las aves del cielo y a las fieras del la tierra, y todo el mundo reconocerá que hay un Dios en Israel (1 Sam. 17:46).
Quizá las palabras de David aluden a la parte del mito de Baal en que Anath despedaza el cuerpo del dios de la muerte, Mot. allí se dice: 1. que el cuerpo de Mot sirvió de alimento a los pájaros del cielo y, a continuación, 2. que EL recibió una señal de que Baal estaba vivo y existía. El combate entre David y Goliat podría interpretarse como una polémica alusión a esas circunstancias: David victorioso dejará el cuerpo de su enemigo donde caiga para que sirva de alimento a los pájaros, y de este modo, todo el mundo reconocerá que Dios existe (yes) para Israel que es la traducción alternativa d estas últimas palabras.
El pasaje anterior narra la intervención del Dios viviente en auxilio de su pueblo, su actividad en la historia. Algo similar sucede en el capítulo 37 de Isaías, que cuenta la crisis surgida durante el asedio, de Jerusalem en el 701 A.C. El general asirio había sido enviado por su rey para ultrajar el Dios vivo, y se narra a continuación cómo las estatuas de otros dioses había sido quemadas por los invasores asirios, lo que deja claro que el Señor es el único Dios. De este modo el texto marca el contraste entre dioses de otros pueblos y el Dios de Israel, que es el único el Dios vivo.
El mismo tema del contraste entre el Dios vivo y los ídolos vuelve a aparecer en Jr. 10:1-16: los ídolos son incapaces de hablar o andar; tampoco pueden actuar y está, por tanto, muertos, sin un atisbo de vida en ellos. Y frente a los ídolos, el pasaje contrapone el Dios vivo: mientras los ídolos son productos sin vida del artificio humano, el Dios vivo es un Dios que obra creando.
La teoría de Widengren que sostiene que el Dios de Israel era un Dios que moría y resucitaba: la fórmula del salterio YHWH vive! (Sal. 18:46(47)). Hay que reconocer con Widegren que la frase resulta de una extraordinaria similitud lingüística con la expresión del mito de Baal el poderoso Baal vive. Pero el contexto en que se da la formulación del Salmo 32-49 carece de cualquier alusión, siquiera remota, al dios cananeo de la vegetación. El Dios vivo de Israel no es ni el gemelo ni el hijo de la deidad cananea de la fertilidad; por el contrario, este apelativo divino aparece en el salmo en medio del relato de cómo Dios rescata a David de Israel de sus enemigos: de nuevo, la historia es el campo en el que el Dios vivo se manifiesta.
La segunda parte de la hipótesis de Widengren se basa en los pasajes del A.T. que hablan del sueño de Dios, pero son ciertas objeciones las que impiden concluir legítimamente, a partir de esa base, que el Dios de Israel era una divinidad que moría y resucitaba.
Un punto de partida puede ser el relato del enfrentamiento de Elías con los sacerdotes de Baal en el monte Carmelo (1 Re. 18). Para los cananeos, Baal era el dios de la tormenta y la lluvia, y a sus profetas no les quedó más remedio que aceptar el desafío de Elías: el dios que responda enviando fuego, ése es el Dios verdadero (18,24). Se prepararon las ofrendas, cada una en su altar, y los profetas de Baal comenzaron a herirse según su costumbre con cuchillos y punzones; aquí se describe la liturgia ordinaria del culto a Baal durante el período de sequía. Los sacerdotes de Baal clamaban en vano a su dios que enviara su signo, el fuego que haría arder la ofrenda, pero cuando Elías lo hace YHWH contesta: entonces el Señor envió un rayo que abrasó la víctima, lo que equivale a que el Dios de Israel había arrancado de la mano de Baal la lanza que simbolizaba el rayo. Pero no sólo rayos, también lluvia (vv 43-45).
También, aquí, se relata una parte en la que Elías se burla de los profetas de Baal, que le llaman si éxito:
Gritad más fuerte! Baal es dios, pero estará meditando, o bien ocupado, o estará de viaje. A lo mejor está dormido y se despierta! (1 Rey. 18:27).
La expresión emplea el propio lenguaje mítico de los adoradores de Baal, ya que cabe resumir la biografía del dios de la vegetación diciendo que transcurre entre los términos antónimos de dormir y despertar. Israel conocía este uso, los indicios apuntan a que la expresión se tomó en préstamo, pero dándole un nuevo sentido.
El salmo 78 es un alegato histórico que intenta mostrar el contraste entre la fidelidad de Dios y las continuas infidelidades de Israel, que provocan a Dios una vez tras otra, y finalmente llegan a un punto que el Señor abandona Israel a sus enemigos: el arca es capturada y la juventud israelita se convierte en prisionera. El versículo 65 introduce un tema totalmente nuevo:
Pero el Señor se despertó como de un sueño,
Como un soldado aturdido por el vino (Sal. 78,65)
El salmo continúa describiendo las consecuencias del despertar de Dios, y lo que aquí está en juego no es el renacer de las plantas, como en el mito de Baal, sino la historia, que parece ser el dominio propio de Dios: los enemigos de Israel retroceden y son derrotado, Judá es elegido y se restablece el reino de David.
Otro tema semejante aparece en el salmo 44, cuando el salmista ruega para que Dios despierte:
Despierta, Señor! Por qué duermes?
Levántate, no nos rechaces más!
Por qué nos escondes tu rostro
Y olvidas nuestra desgracia y opresión? (Sal. 44:24-25)
Los desastres militares hacen pensar en abandono, y se reza para que Dios despierte e intervenga remediando la opresión. Es muy posible que el contexto histórico de este salmo sea el período del exilio, donde expresiones como estas cuadran bien (Is. 51:9-11).
Las frases sobre el sueño y el despertar de Dios que se encuentran en el A.T. parecen derivar del lenguaje mítico del culto a Baal, pero están puestas en un nuevo contexto y tienen un nuevo significado: cuando los profetas y poetas de Israel se refieren al sueño y despertar de Dios, estas menciones casi siempre aparecen en los salmos de lamentación, en los que el desesperado salmista puede describir la aparente ausencia de Dios como sueño, pero nunca como muerte; se trata, por tanto, de una expresiva metáfora de Dios como Deus absconditus, el Dios que se esconde (Is.45:15). Los textos que hablan del despertar divino (Sal. 7,6; 35:23; 44:23; Is.51,9) son plegarias a Dios para que se levante y acuda en ayuda del suplicante (Sal.3:7; 7:6; 9:19; 10:12; 44,26).
La expresión el Dios vivo se emplea como un apelativo con una significación concreta y no tiene paralelos entre los vecinos de Israel. La idea de un dios que moría y resucitaba está presente en toda la religiosidad mediterránea, y durante su historia Israel entró en contacto con varias de esas divnidades: el Baal cananeo, el Tammuz de Asiria y Babilonia y los Adonis, Melqart y Eshmun de las ciudades sirias. Esas divinidades ofrecen un efectivo contraste de la fe israelita en un Dios vivo, que, así vista, más parece una protesta consciente. He aquí algunas comparaciones entre la fe de Israel y la de los pueblos circundantes.
1. La polaridad sexual es propia únicamente de las criaturas; YHWH, por el contrario, es uno. Poco importan que el AT emplee el género masculino al referirse a YHWH cuando la lengua hebrea dispone de los dos géneros. YHWH es extraño a la distinción de sexos y esta polaridad sólo tiene algún significado en aquellos pasajes del AT en que metafóricamente se describe la relación entre Dios y su pueblo como la de un novio con su novia.
2. El Dios de Israel era el Dios vivo, y esta confesión distingue a los israelitas de sus vecinos, que creían de forma generalizada en un dios que moría y resucitaba, y que reflejaba simbólicamente el ciclo vegetal.
3. YHWH, entendido como el Dios vivo, no significa que las principales manifestaciones divinas fueran la fertilidad de los campos y las buenas cosechas. Por el contrario, la expresión típica del Dios vivo era la historia, y YHWH intervenía en el destino individual y en el de las naciones.
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