lunes, 14 de mayo de 2007

DAVID Y SALOMON, LA REALIDAD DETRAS DEL MITO

DAVID Y SALOMON

DAVID, LA REALIDAD DETRÁS DEL MITO (UN ESTUDIO DE LOS TEXTOS)

El libro de Samuel continua la narrativa del libro de los Jueces. Gira el libro en torno a las vidas de hombres famosos tales como Samuel, Saul y David. Se puede observar como el libro traza el difícil camino que va desde el líder tribal a la monarquía.

Una vez que Saul es introducido en el relato del libro de Samuel, éste último hace el papel de barómetro de los éxitos y fallos de Saul. En contraste con la desgraciada vida de Saul está la del exitoso David, quien entra en la narración en 1 Samuel 16, justo después que Samuel deje a Saúl.

A pesar de lo de Betsabé, la vida de David es presentada como un éxito tras otro. El camino de David hacia el trono es suavizado con su casamiento con la hija de Saúl, Mical, y por su profunda amistad con Jonatán, hijo de Saúl. Los reinados de Saul y David parecen como un estudio en contraste. El reinado está manchado con la pérdida del apoyo divino, el desagrado de Samuel, y la derrota a manos de los Filisteos, mientras que el reinado de David es todo un éxito, tiene el favor divino, la bendición de Samuel y la derrota de los Filisteos. Muchos estudiosos ven en todo esta narrativa una polémica contra Saul que sirvió como propaganda en pro de David. El tema de Betsabé (2 Samuel 11-12) parece que está fuera de lugar por esta razón; algunos estudiosos ven en ello una polémica anti-David insertada secundariamente por críticos de la dinastía de David. O sea, narrativa pro-Saul, la cual no debe ser descartada. Incluso después de su muerte es evidente que había un sentimiento pro-Saul que confrontó a la monarquía Davídica (2 Samuel 16). El texto de todo este relato admite un amplio enfrentamiento social, una guerra civil entre “la casa de Saul y la de David” (2 Samuel 3).

La maquinaria política de la corte de David trabajó para justificarle como sucesor de Saul, dado que no era del linaje de Saúl y no estaba en línea para sucederle. Dicen los académicos y estudiosos que los libros de Samuel pueden reflejar una re-escritura de viejas historias que exaltan a David a costa de Saul. En otros casos, es posible observar en la narración de lahistoria como una tradición positiva una vez asociada originalmente con Saúl fue secundariamenta atribuida a la figura de Samuel. Según M. Smith, la historia de Ana an 1 Samuel 1 usa las letras-raíz de las consonantes del nombre de Saúl “que le has hecho” en el v. 17,

(Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho --le dijo Elí)

en “se lo pedí” en el v. 20,

Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo,[l] y le puso por nombre Samuel,[m] «por cuanto --dijo-- se lo pedí a Jehová».

“que le pedí” en el v. 27,

Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí.

Y “se lo dedico” en el v. 28

Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová.

El uso de las letras raíz (sh, ´l) en esas palabras, dice Smith, ha llevado a muchos comentaristas a ver este capítulo como ligado a la figura de Saul. Si esto es correcto, implicaría que la historia de Ana celebraba originalmente el nacimiento de Saul, no Samuel. De todas maneras, en su tiempo, Saul fue mucho más celebrado de lo que la Biblia nos muestra.

El descrédito de Saul y la exaltación de David son tan grandes que uno puede pensar que el libro de Samuel involucra más que una simple polémica. Leyendo entre líneas, como muchos comentaristas afirman, David no tuvo escrúpulos en su camino hacia el poder --–os recomiendo un excelente estudio sobre David y Salomón: David and Salomon (in search of the Bible´s Sacred Kings and the roots of the Western Tadition. Por I. Finkelstein y Neil S. Silberman)---. Las historias de la juventud de David presentan con tremendo celo su juventud heroica en servicio al rey Saul (1 Samuel 17,historia de Goliat) y su reverancia hacia él después de su muerte (2 Samuel 1). Apenas puede disimular a David haciendo de Filisteo e Israelita al mismo tiempo (1 Samuel 21,27,28). Es difícil evitar la impresión que David traiciona a ambos bandos. Su ralación con el hijo de Saúl, Jonatán, aparece motivada más por la proximidad del reinado que por la amistad. Las historias se dedican a mostrar a un alternativo, enfadado y arrepentido Saul persiguiendo al ¿inocente? David (1 Samuel 19:23-24, 26). La narrativa tiene también dificultades a la hora de explicar por qué David no estaba en el campo de batalla cuando la muerte de Saul (1 Samuel 30—2 Samuel 1). Después de la muerte de Saúl, los seguidores de David dan la impresión de querer muertos a todos los descendientes de Saúl, ahora bien, la historia se las arregla para mantener a David alejado de la escena de los crímenes; hasta parece conciliador hacia la oposición (2 Samuel 3-4). En la fundación de Jerusalem por parte de David y su deseo de construir un templo para Yahvé, la narrativa nos los presenta piadoso ex exceso (2 Samuel 5-7; sin embargo, para la tradición de 2 Samuel 12:20, David ya tenía uan casa para Yahvé). Pero está claro que la fundación de una nueva capital y un nuevo templo para el dios patrón son una expresión del nuevo poder del rey. Hay un estupendo libro de Baruch Halpern cuyo subtítulo figura, “David era Mesías, Asesino, Traidor, Rey”. Este fue el camino de David hacia el trono.

Los posteriores exitos militares de David son expuestos en la narrativa Bíblica en términos aduladores, lo que refleja principalmente el punto de vista del historiador que los puso por escrito. Está claro que las facultades militares de David son principalmente legendarias, pero esta leyenda parece estar fundamentada en las victorias sobre los Filisteos y quizás algunas victorias contra sus vecionos del norte y del este facilitadas por el tremendo vacío de poder alrededor de Israel en tiempos de su reinado. No hay, tampoco, motivos para cuestionar la historicidad de la existencia de David, como ha sido el caso entre muchos académicos –minimalistas -. Una referencia a “la casa de David” en inscripciones Arameas excavadas en Dan muestran lo que los Israelitas sabían: la figuara de David estuvo asociada con la creación de una dinastía.

La relativa debilidad de los vecinos de Israel en esos tiempos hacen a uno pensar que la iniciación de la monarquía por parte de David y Salomón marcaron un giro decisivo en la historia de Israel aunque esta monarquía no fue nunca tan grande como se pensó en el pasado. Esta grandeza responde más a los intereses ideológicos y propagandísticos de los historiadores –sacerdotes Deuteronomistas- que puesieron todo esto por escrito entre los siglos VII u VIII A.C. --mucho después de que estos eventos tuviesen lugar—modificando y adaptando de acuerdo a las comprensión y visión religioso-política de esos tiempos (periodos monárquico, exilio en Babilonia y post-exilio) todo ello con un toque de gloriosa grandeza y mágico devenir.

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