YHWH, EL ORIGEN DEL NOMBRE
EL ORIGEN DEL NOMBRE YHWH
Los datos disponibles sugieren que los hebreos empezaron a emplear YHWH como nombre de Dios en época de Moisés; las tradiciones elohístas y sacerdotal son unánimes en este punto, como así lo indica también la aparición a partir de este momento de antropónimos basados en YHWH. Las diversas pistas apuntan todas ellas a Moisés. Los estudiosos se apoyan en la hipótesis quenita-madianita, que sostiene que el nombre YHWH estaba en uso, antes de Moisés y de la existencia de Israel, entre ciertas tribus semitas del Sinaí oriental. Esta teoría se hizo muy popular gracias a un trabajo de Kart Budde. A partir de entonces se han recogido más datos, de modo que lo que ahora tenemos constituye un rompecabezas de innumerables piezas.
La primera incógnita la presenta el grupo de fragmentos poéticos del Antiguo Testamento, que sugieren que YHWH vivió en algún momento fuera de los límites de Palestina, aunque no se precisan los detalles geográficos. El lenguaje poético describe cómo YHWH llegó de una comarca particular que, por las referencias en los textos al Sinaí, Seir, Farán y demás, puede intuirse que se encontraba al sur de Palestina Habacuc 3:3.
El YHWH de Temán se documenta también en las inscripciones encontradas en Kuntillet Ajrud, en el noreste del Sinaí y al sur de Kadesh, que pueden datarse en torno al 800 a.C.
Todos los textos anteriores apuntan un rasgo común: cómo YHWH llegó de una región situada algo al sur de Palestina. No se conoce con precisión dónde estaba ese Sinaí bíblico, mientras que los otros lugares mencionados sabemos, por los datos disponibles, que se encontraban en los alrededores del vértice septentrional del golfo de Aqaba. En otras palabras: los textos bíblicos que describen la llegada de YHWH de Seír y de otros lugares apuntan hacia la región existente entre el mar Muerto y el golfo de Aqaba.
Otras piezas del rompecabezas que, ciertamente, es todavía más difícil de situar parece apuntar a la misma zona; son datos extrabíblicos procedentes de dos textos grabados en las paredes de sendos templos de la antigua Nubia, hoy tierra del Sudán. Esas inscripciones contienen lo que puede ser el testimonio más antiguo del nombre bíblico de Dios: uno de los templos se data en el reinado del faraón Amenofis III (circa 1400 a.C.), mientras que el otro edificio es de la época de Ramses II, en torno al 1250 a.C.
Ambas inscripciones mencionan a los “beduinos Shasu” –una redundancia desde el momento que en egipcio la palabra significa precisamente beduino— que fueron derrotados por los respectivos faraones, bien en combate real o mediante magia. En los dos textos aparece un nombre que capta inmediatamente la atención: “Yhw” en las tierras de los beduinos Shasu; una referencia a “Seir en las tierras de los beduinos Shasu” aparece también en otras de las listas. En las inscripciones, Yhw y Seir son corónimos o etnóminos, y la mención de Seír en este contexto sugiere la razonable conclusión de que Ywh era un lugar próximo de la misma región, los alrededores de las orillas septentrionales del golfo de Aqaba, que es precisamente la comarca donde los escritores bíblicos sitúan el hogar de YHWH.
Desde la perspectiva lingüística, no hay objeción al parentesco entre el nombre del Dios de los hebreos y el topónimo o corónimo Yhw que se encontraba en la región de los beduinos Shasu. Tampoco importa demasiado que sea unas veces un apelativo divino y otros un nombre geográfico, puesto que entre los antiguos semitas hay abundantes ejemplos de que un mismo nombre designa tanto al dios como a la tierra en que se le da culto.
Hay otras piezas más del rompecabezas que pueden añadirse a las ya nombradas de la mención de la comarca de Yhw en documentos egipcios y a los textos bíblicos que describen cómo YHWH viene de su patria meridional. La Biblia cuenta cómo Dios se reveló a Moisés después que éste huyese al país de Madian, donde se casó con la hija de un sacerdote local (Ex. 2:16); otra tradición especifica que la esposa de Moisés era de origen cainíta o quenita (Jue.1:16; 4:11). Esta aparente discrepancia no es problema desde el momento en que los habitantes de Madián y los quenitas debían de ser grupos tribales próximos, como demuestra el hecho de que a Henoc se le atribuya indistintamente uno u otro origen (Gn. 4:17; 25:4).
Donde se encontraba el país de Madián? Ciertos geógrafos lo sitúan en Arabia, al sudeste del golfo de Aqaba, pero el único dato que aparece en el Antiguo Testamento apunta en otra dirección; un pasaje del libro de los Reyes cuenta cómo Hadad, un joven príncipe de los edomitas, escapó de Edom, al sudeste del mar Muerto, y en su camino a Egipto atravesó primero Madián y luego Farán (1Rey. 11:18). Esto significa que Madián debe situarse en las inmediaciones de la depresión del Arabah, que une la punta meridional del mar Muerto con el extremo norte del golfo de Aqaba; la implicación es clara: Madián se sitúa en la misma zona que antes se ha señalado como la patria de YHWH, es decir, la región donde también estaba el Ywh de las inscripciones egipcias.
En resumen, en la tierra de Madián tuvo lugar el importante encuentro entre Moisés y el Dios que los israelitas iban a adorar bajo el nombre de YHWH. El libro del Éxodo contiene también la crónica de una reunión de los príncipes hebreos y el suegro de Moisés, Jetró, en la que se celebró un sacrificio y un banquete en común (Ex. 18:12). Es muy tentador interpretar la noticia del sacrificio como indicativo de que hebreos y madianitas compartían las mismas creencias, mientras que el banquete pudo ser simplemente la expresión ritual de una alianza basada en los lazos religiosos que unían a ambos pueblos. En la misma línea, debe hacerse notar que en tiempos posteriores, la relación entre hebreos y madianitas desembocó en una abierta hostilidad, una guerra santa permanente contra Madián. (Num. 31; Jue. 6-8; Is. 9:4). Este hecho prueba que las cordiales relaciones entre los primeros grandes jefes de ambos pueblos no son fruto de la invención literaria de tiempos posteriores, sino que se trata de una tradición histórica cierta.
En resumen, he repasado la documentación egipcia que habla de una comarca llamada Yhw, en tierras de los beduinos Shasu; he hecho referencia a los textos bíblicos que hablan de cómo YHWH salió de Sinaí, Seír, Temán y Farán, o sea, de una zona al sur de Palestina, y he visto también el modo en que la revelación del nombre puede ligarse al territorio de Madian. Estos datos, tomados aisladamente, no son fáciles de evaluar; juntos, las piezas del rompecabezas empiezan a tomar formas definidas; de la información bíblica y extrabíblica parece deducirse que el nombre sagrado de los israelitas se conocía, antes del tiempo de Moisés (siglo XIII a.C.), entre las tribus beduinas del Sinaí oriental y de las comarcas septentrionales del golfo de Aqaba; incluso es posible que las listas epigráficas de los dos templos egipcios contengan las primeras menciones del misterioso nombre sagrado. Si este razonamiento es correcto, no resulta sorprendente la vinculación de los hebreos, ya durante su estancia den Egipto, con un santuario del desierto (Ex. 3:18; 5:1-5; 7:16): en el mismo contexto cuadra perfectamente que el nombre de YHWH le fuese revelado a Moisés estando en tierra de Madián (Ex. 3:1)
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